Por KENNETH ROGOFF
En los últimos años, los observadores occidentales han tratado cada vez más la desigualdad como un problema interno, pero si bien existen sólidos argumentos a favor del fortalecimiento de las redes de seguridad social en los países desarrollados, esta forma de abordar el problema pasa por alto la difícil situación de cientos de millones de personas en todo el mundo que aún viven en la pobreza extrema.
CAMBRIDGE – En 2014, El capital en el siglo XXI, del economista francés Thomas Piketty , se convirtió en una sensación internacional, redefinió el debate sobre la desigualdad y catapultó a su autor al estrellato. Piketty tenía razón al señalar que la defensa política de la redistribución del ingreso se centra casi exclusivamente en preocupaciones internas, pero su argumento central –que el capitalismo conduce inevitablemente a una creciente desigualdad– se desmorona cuando se compara la situación de los agricultores empobrecidos de Vietnam con la relativa comodidad de los ciudadanos franceses de clase media.
En realidad, el ascenso impulsado por el comercio de las economías de Asia y Europa central y oriental durante las últimas cuatro décadas ha llevado a lo que puede ser la reducción más dramática de las disparidades entre países en la historia de la humanidad.
A pesar de ello, los observadores occidentales rara vez se muestran más que superficiales ante el hecho de que aproximadamente el 85% de la población mundial vive en el Sur Global. Mientras filántropos como Bill Gates dedican importantes recursos a mejorar la vida en África, la mayoría de las fundaciones e instituciones siguen centradas en reducir la desigualdad dentro de los países. Aunque ambas causas son admirables, los analistas políticos a menudo pasan por alto el hecho de que, según los estándares globales, la pobreza es prácticamente inexistente en las economías avanzadas.
Por supuesto, los agricultores de la India no tienen influencia en las elecciones estadounidenses o europeas, donde en los últimos años la atención se ha volcado cada vez más hacia el interior. Hoy en día, los candidatos no ganan prometiendo ayudar a África, y mucho menos al sur de Asia o Sudamérica. Este cambio ayuda a explicar por qué la formulación de Piketty de la desigualdad como un problema interno ha tenido una fuerte resonancia entre los progresistas estadounidenses y, indirectamente, en el movimiento Make America Great Again del expresidente Donald Trump.
Pero esta interpretación pasa por alto a los cientos de millones de personas que viven en países en desarrollo vulnerables al clima. Además, a pesar del impacto duradero del colonialismo, los estados de bienestar de Europa y Japón tienen poco interés en pagar reparaciones a las antiguas colonias.
Sin duda, existen razones de peso para fortalecer las redes de seguridad social en los países desarrollados, especialmente en materia de educación y atención de la salud. Sin embargo, desde un punto de vista moral, sigue siendo muy discutible si esto compensa la urgente necesidad de abordar la difícil situación de los 700 millones de personas que viven en extrema pobreza en todo el mundo.
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han tomado importantes medidas para ayudar a los países en desarrollo, pero sus recursos y mandatos son limitados y los países ricos tienden a apoyar políticas e iniciativas que se alinean con sus propios intereses.
Un ámbito en el que parece haber un amplio consenso es la necesidad de adoptar medidas para combatir el cambio climático. Teniendo esto en cuenta, hace tiempo que propugno la creación de un Banco Mundial del Carbono que apoye la transición ecológica de los países en desarrollo proporcionándoles asistencia técnica y ofreciendo financiación climática a gran escala, preferentemente mediante subvenciones, no préstamos.
Como sostuve recientemente , la financiación mediante donaciones es especialmente importante en vista de otra manera crucial de reformar el capitalismo global: impedir que los prestamistas privados demanden a los deudores soberanos morosos en los tribunales de los países desarrollados. Para atraer financiación privada, los países en desarrollo tendrían que crear tribunales creíbles y otras instituciones propias. Hasta que lo hagan, será necesario cerrar la brecha de financiación.
En definitiva, para reducir la pobreza mundial se necesita una mayor apertura y menos barreras comerciales. La fragmentación de la economía mundial, alimentada por tensiones geopolíticas y por políticos populistas que presionan para que se impongan restricciones comerciales, plantea una grave amenaza a las perspectivas económicas de los países más pobres del mundo. El riesgo de que la inestabilidad política en esas regiones se extienda a los países más ricos está aumentando a un ritmo alarmante, como ya se refleja en los debates cada vez más tensos en esos países sobre la inmigración.
Las economías desarrolladas tienen tres opciones, ninguna de las cuales se centra exclusivamente en la desigualdad interna. En primer lugar, pueden fortalecer su capacidad para gestionar las presiones migratorias y hacer frente a los regímenes que tratan de desestabilizar el orden global. En segundo lugar, pueden aumentar el apoyo a los países de bajos ingresos, en particular a los que son capaces de evitar una guerra civil. Por último, pueden enviar ciudadanos a ayudar a los países de bajos ingresos. Muchos gobiernos ya han experimentado con programas nacionales que alientan a los recién graduados universitarios a pasar un año enseñando o construyendo viviendas en comunidades desfavorecidas.
Como mínimo, enviar estudiantes occidentales a países en desarrollo –aunque sea por períodos breves– permitiría a los activistas privilegiados de los campus conocer las dificultades económicas que enfrenta gran parte de la población mundial y ver por sí mismos cómo vive la gente en países donde el capitalismo aún no se ha afianzado. Esas experiencias podrían fomentar una conciencia más profunda de los desafíos globales y dar a los jóvenes una comprensión más clara de las crisis que pueden llegar a afectar sus propias vidas.
Esto no quiere decir que la desigualdad dentro de los países no sea un problema grave, pero no es la mayor amenaza a la sostenibilidad y el bienestar humano. La tarea más urgente que enfrentan los líderes occidentales es encontrar la voluntad política para permitir que los países accedan a los mercados globales y lleven a sus ciudadanos al siglo XXI.
KENNETH ROGOFF, profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Harvard y ganador del Premio Deutsche Bank en Economía Financiera en 2011, fue economista jefe del Fondo Monetario Internacional entre 2001 y 2003. Es coautor de This Time is Different: Eight Centuries of Financial Folly (Princeton University Press, 2011) y autor de The Curse of Cash (Princeton University Press, 2016).
Comentario HHC : El autor, por segunda vez, es candidato ( mañana) al Nobel de Economía, y sin embargo, otro que menciona Piketty no lo ha sido ni en sus mayores momentos de influencia, misma que se han encargado de limitarla, después que publicó el libro: ! Viva el Socialismo !
Muy ingenua la solución de " encontrar voluntad politica" en lideres occidentales.
Si le dan el Nobel a este autor, comentaré algo mas de sus errores en libros, y su acompañamiento como curiosidad, en un libro con una cubana, que ha llegado a ocupar cargos importantes en los EEUU.
Harían bien invitar a Carmen, Carlos o Andrés a Cuba, para refrescar con ideas nuevas.
ResponderEliminarMoney, Crises, and Transition: Essays in Honor of Guillermo A. Calvo
The MIT Press, 2008
Carmen M. Reinhart, Carlos A. Vegh, Andres Velasco
Aprender a diseñar un sistema sostenible de tasas de cambio flexibles y evitar , al menos, tres años de necedad financiera...y todo lo demás....
Carmen, si la invitan de seguro que va.
Este año es del profesor Partha Dasgupta.
ResponderEliminarLos estadounidenses Janet Currie y Paolo Mauro y el británico Partha Dasgupta encabezan los pronósticos de Clarivate Analytics
Eliminar“Societies with a poor rule of law and institutions that exploit the population do not generate growth or change for the better.”
EliminarMIT & CHICAGO
Se llevan el Nobel. Bien por Aron. Un tipo chevere....