Por: Joel Ernesto Marill Domenech
Uno
de los debates más candentes en los últimos años en Cuba ha rondado sobre los
efectos que ha provocado la inflación sobre la vida y el poder adquisitivo de
las familias cubanas. En este texto, se presentan algunas ideas generales sobre
los principales aspectos que han conformado dicho debate.
Debate
sobre la medición de la inflación: índice de precios o deflactor.
Existe
un primer gran tema de debate sobre la medición de la inflación: ¿Cuánto ha
sido la inflación real experimentada desde el inicio de la crisis económica en
2019? y por consiguiente ¿Cuánto ha sido la pérdida de poder
adquisitivo/capacidad de compra de los hogares cubanos en dicho período? En
sentido general las estadísticas oficiales ofrecen dos indicadores claves para
medir este proceso.
En
primer lugar, el Índice de Precios al Consumidor o IPC de carácter mensual. El
cual estaría indicando que entre 2018 y 2024 los precios que pagan los
consumidores cubanos se habrían incrementado como promedio unas 3.7 veces. Este
indicador, ha sido cuestionado por varios colegas, en tanto pareciera estar
subvalorando el impacto inflacionario real percibido por las familias.
Para ejemplificar este cuestionamiento vale la pena poner en contexto dicho indicador: entre 2018-2024 el salario medio estatal se multiplicó 6.5 veces, esto implicaría que tomando como base el índice de precios al consumidor el salario real había crecido en cerca de un 60% (Tabla 1). O lo que es lo mismo, que el poder de compra de los salarios estatales se habría incrementado desde 2019. Este resultado, que contradice el proceso de deterioro del nivel de vida percibido por las familias, daría señales de la necesidad de buscar otros indicadores más ajustados para medir la inflación.
Tabla 1: Datos sobre la inflación, el salario real, la producción y la oferta monetaria. (2018 - 2024)
Tomando
como base este indicador, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios
estatales entre 2018 y 2024 se encontraría cerca de un 60% (Tabla 1). Una cifra
que parecería más cercana al deterioro observado del nivel de vida de los
trabajadores cubanos en la etapa.
Como
dato adicional comentar que la Reserva Federal de los Estados Unidos, mide su
objetivo de inflación a partir del “deflactor del gasto de consumo de los
hogares” y no por el IPC. El deflactor del gasto parecería acomodarse mejor a
cambios en la estructura del consumo de los hogares, más aún, si la encuesta
que sustenta la estructura del IPC se encuentra desactualizada.
Para
el caso cubano, aunque el índice de precios al consumidor (IPC) puede dar
señales de la tendencia del proceso inflacionario -si se acelera o desacelera-,
para un análisis de la inflación acumulada sufrida por las familias resulta más
adecuado emplear el deflactor de los gastos de hogares.
Causas
de la inflación: una mirada rápida a los desequilibrios agregados.
Sobre
las causas de la inflación creo que se ha debatido mucho. Con mayor o menor
nivel de profundidad analítica. Y aunque hay visiones alternativas del tema,
creo que existe un consenso amplio de que sus causas fundamentales están dadas
por los desequilibrios agregados que ha sufrido el país en los últimos cinco
años. Pero para los que aún no estén convencido de ello un recordatorio:
a.
Entre 2018 y 2024 la producción agrícola del país se ha contraído un 62% en
términos reales. O para decirlo de otra forma. Cuba produjo en 2024 el 38% de
la producción agrícola que generó en 2018. No es de extrañar luego, que la
mayor parte de la inflación se concentrará en los alimentos.
b. En
segundo lugar, la producción industrial en el período se contrajo un 47%,
produciendo en 2024 poco más de la mitad de lo alcanzado en 2018 (Tabla 1).
c. Y
finalmente por el lado de la demanda las cosas no han sido mejores. Entre 2018
y 2024 el déficit fiscal acumulado demandó una emisión monetaria para su
financiamiento de más de 355.000 millones de pesos. Que se dice pronto, pero
supuso multiplicar la cantidad de dinero en la economía como mínimo en casi 4
veces (Tabla 1).
No hay que buscar muchas explicaciones “extra económicas” para explicar un proceso inflacionario en un contexto donde la producción material de un país cae a la mitad y la cantidad de dinero se multiplica por 4 veces. En la práctica no hay forma de que la inflación no alcance niveles de más de dos dígitos.
Causas
de la pérdida de poder adquisitivo: una nota sobre la dicotomía clásica.
Un
tema más interesante sería: ¿Qué causó la pérdida del poder adquisitivo? O sea,
la capacidad de comprar cosas de las familias cubanas. Porque si bien la
inflación tiene causas de oferta y de demanda, una parte de los economistas -en
la que me incluyo-, argumentaríamos que la caída del poder adquisitivo es
fundamentalmente -no exclusivo, pero esencialmente- un proceso por el lado de
la oferta.
Toda
inflación no implica siempre pérdida de poder adquisitivo, de hecho, muchas
economías experimentan inflación incluso moderada -por arriba del 5%- y los
salarios reales crecen. Pero la cuestión no es menor, y en muchos aspectos es
vital para la política económica del país.
En mi
visión, el consumo de los hogares no está determinado por la cantidad de dinero
en circulación, sino por la disponibilidad de oferta agregada. O puesto de otra
forma. Supongamos que la economía está compuesta por una oferta exclusiva
de 100 unidades. Da igual que la cantidad de dinero se duplique o divida a la
mitad, estos movimientos solo impactarán en el precio, pero no en la cantidad
de unidades que se puede consumir en la economía. Si hay sólo 100, no se puede
consumir 101.
Si la
producción de unidades pasa de 100 a 50, da igual que el salario pase de 5.000
a 20.000 pesos. El consumo será de 50 dólares más. Los precios terminarán
ajustando menor oferta y mayor demanda.
Si se
quiere, esto es una versión simplificada de la “dicotomía clásica”: variables
reales como la producción determina variables reales como el consumo o el
salario real, y la cantidad de dinero lo que determina es el nivel de precios.
En casi cualquier contexto esto solo se cumple, en el mejor de los casos en
largos periodos de tiempo, pudiendo la demanda impactar positivamente en la
producción y el consumo a corto plazo (visión keynesiana).
Sin
embargo, la economía cubana es esencialmente una economía restringida por la
oferta. Esto implica que la capacidad de “arrastre’’ de la demanda interna es
mínima, y que aumentos de la demanda -vía déficit fiscal- por arriba de la
oferta sólo se traducen en inflación.
En
sentido general el argumento es el siguiente: si bien la inflación tiene
componentes de demanda, por ejemplo, los aumentos salariales y otras
operaciones fiscales asociadas a la tarea ordenamiento y el déficit
presupuestario ejecutado para financiarlas, la capacidad de compra de los
hogares se determina mayormente por el lado de la oferta, independientemente
del nivel de circulante.
Sin
caída estructural de la oferta, por ejemplo, los aumentos de salarios asociados
a la Tarea Ordenamiento, hubieran generado una inflación hasta más o menos
devolver el poder adquisitivo real de los salarios al nivel pre-ordenamiento,
pero no hubiera generado por sí solo una espiral hiperinflacionaria que licuara
más del 50% del salario real en tan solo cuatro años. Las causas de la pérdida
de poder adquisitivo en el largo plazo tenderían a ser de carácter real y no
monetario.
Indexación
de salarios a precios: porque no ajustar salarios en contracciones de oferta.
El
análisis anterior es también un argumento en contra de la idea de algunos
colegas que defienden la indexación de salarios en el caso cubano, esto es:
ajustar salarios o pensiones conforme al aumento de los precios para cubrir a
dichos agentes del efecto de la inflación.
En el
mundo, la indexación de salarios o pensiones es una práctica en algunos países.
Sin embargo, el objetivo de la misma suele ser cubrir ingresos fijos de una
inflación moderada y evitar procesos redistributivos en contra de los ingresos
que se ajustan más lentamente, como las pensiones o los salarios públicos.
También algunos sindicatos lo emplean para cubrir de la inflación salarios
derivados de procesos de negociación colectiva.
Sin
embargo, la experiencia de indexación de salarios a precios en contextos de
alta inflación -México en los 80s o Venezuela en 2016- han tenido un efecto
claro de maximizar la inflación y de generar -como en el caso venezolano-
presiones hiperinflacionarias.
En
contextos donde la principal causa de la inflación son shocks de oferta, no
tiene mucho sentido indexar completamente los salarios al crecimiento inicial
de los precios, porque no hay forma de sostener el consumo real de los hogares
si la oferta material que lo respalda se ha desplomado. Indexar los salarios a
la inflación -al menos mientras se mantenga el contexto de caída de oferta-
solo traería un incremento de las presiones de demanda y finalmente una espiral
hiperinflacionaria.
Volviendo
al argumento central: el desplome del poder adquisitivo de los hogares cubanos
tiene causas reales y productivas, no fundamentalmente monetarias o fiscales.
Lo
anterior no significa que no se pueda, a medida que los ingresos fiscales lo
permitan, incrementar selectivamente salarios y pensiones. Sino que, la
solución para la contracción del nivel de vida de las familias no está solo en
reducir el déficit fiscal per se, sino en expandir la producción y garantizar
un crecimiento sostenible de largo plazo en la economía.
Finalmente, me gustaría referirme a dos ideas que comúnmente se argumentan como explicaciones alternativas del proceso inflacionario.
Inflación
como aumento de márgenes de ganancia.
La
primera es la idea de que la inflación en Cuba viene dada por un comportamiento
especulativo de los actores económicos no estatales que “inflan
indiscriminadamente los márgenes de ganancia”.
Para
ser claros. La escasez de oferta y los desórdenes monetarios han creado espacio
para múltiples deformaciones microeconómicas. En especial la posibilidad de
agentes en determinados momentos de aplicar márgenes de ganancias muy
superiores a los que son comunes a mercados competitivos y bien abastecidos
-hablamos de márgenes del 50, 100 o 200%-. En un contexto de desequilibrios y
escasez esto permite que pequeños capitales se rentabilicen muy rápidamente, en
gran medida a costa de vender pocos productos a consumidores con alta
disponibilidad de pago.
Sin
embargo, este proceso no puede explicar en la práctica la inflación a lo largo
del tiempo.
En
primer lugar, porque márgenes de ganancia tan altos tienden a atraer nuevos
oferentes. Y tras las altas ganancias iniciales, la competencia termina
reduciendo márgenes y generando un mercado más o menos competitivo. Esto se ha
visto en el caso cubano en múltiples productos y momentos.
La
velocidad en que ocurre este proceso, sin embargo, está determinado también por
factores institucionales tales como la velocidad de aprobación de nuevos
actores o la disponibilidad de crédito en el sistema financiero. La
ralentización de la entrada de nuevos oferentes -ya sea por la ralentización de
la aprobación o racionamiento crediticio- es un factor que permite a los
agentes ya establecidos mantener por mayores periodos de tiempo márgenes de
ganancia elevados. Pero incluso en este escenario, los márgenes no pueden
explicar estructuralmente un proceso inflacionario.
Supongamos
por un momento que los costos de un bien sean de 100 y su precio inicial 130 -o
sea 30% de margen de ganancia-. La única forma de que la inflación se explicara
permanentemente por los márgenes es que estos tuvieran una tendencia creciente.
Esto es que pasará de un mes a otro de 30% a 40% y luego a 50% y así
sucesivamente para explicar el incremento permanente de los precios.
Debido a que los márgenes tienden o bien a reducirse producto a la competencia, o en algunos casos estabilizarse en niveles altos, pero no a presentar un crecimiento constante, los mismos, pueden explicar “un nivel de precios dado”, pero no un proceso inflacionario permanente.
Inflación
como traspaso del tipo de cambio informal.
Supongamos
ahora, sin embargo, que los precios no suben por los márgenes, sino por el
incremento de sus costos, en particular de sus costos importados debido a la
depreciación cambiaria. Este argumento podría resumirse en: “la inflación es un
fenómeno inducido por el aumento exógeno del tipo de cambio informal, que
presiona los costos de importación y finalmente los precios minoristas”
Este
razonamiento tiene un fundamento claro: cuando el precio de las divisas sube,
los insumos adquiridos en el exterior se vuelven más caros y esa presión de
costos se traslada al precio que pagan los consumidores. En la Tarea
Ordenamiento se mostró con nitidez este mecanismo: la devaluación oficial
generó un salto en los costos y, en consecuencia, en los precios de gran parte
de la economía.
Sin
embargo, los movimientos cambiaron no siempre son causa en sí misma de la
inflación, sino un reflejo de los mismos procesos que impulsan el alza de los
precios domésticos. Esto depende en gran medida de las causas que generan la
depreciación cambiaria.
Cuando
la depreciación responde a desequilibrios internos y presiones de demanda -por
ejemplo, exceso de emisión monetaria, déficits fiscales persistentes o un
crecimiento de la liquidez muy por encima de la producción disponible-, el
aumento del tipo de cambio refleja la pérdida de valor del peso y su causa es
en el fondo la misma que impulsa el proceso inflacionario general.
Las
divisas debido a que son al mismo tiempo un activo financiero se ajustan de
forma más rápida a los desequilibrios macroeconómicos que el resto de las
mercancías, y debido a su papel determinante en el circuito económico cubano
sirve de referencia para la fijación de otros precios domésticos. Sin embargo,
esta depreciación cambiaria no está en sí misma impulsando la inflación
general, sino que al igual que esta es el reflejo de los desequilibrios
macroeconómicos, pero no su causa.
Si el
tipo de cambio se deprecia muy fuertemente a corto plazo e impulsa que los
precios minoristas se incrementan por arriba del equilibrio -o sea de la
capacidad de pago de los consumidores-, las ventas privadas se desplomaron
debido a la falta de demanda, lo que llevaría a un desplome de las compras de
divisas en el mercado informal y por tanto una caída del precio del dólar.
Este
proceso ya ha ocurrido en el pasado, cuando el tipo de cambio se ha acelerado
producto a la incertidumbre en los mercados. Las correcciones a la baja han
sido el reflejo de este proceso de autocorrección: precios desalineados de las
capacidades de demanda -la restricción presupuestaria de los hogares- no pueden
sostenerse artificialmente en el tiempo en mercados competitivos.
Por
el contrario, cuando la depreciación obedece a un shock negativo en la oferta
de dólares, como una reducción de remesas, o de los ingresos turísticos que van
a nutrir el mercado informal, la escasez de divisas si dinamiza al alza el
precio del dólar y si puede impulsar un shock inflacionario de costos que no
está directamente vinculado a los desequilibrios macroeconómicos internos.
En
síntesis, la relación entre depreciación e inflación no es lineal. A corto
plazo, un salto del tipo de cambio puede traducirse en aumentos de precios,
pero si no viene acompañado de un aumento de la demanda final tiende a
autocorregirse. En el mediano plazo, la única forma de que la depreciación
sostenga la inflación es que refleja un desequilibrio más profundo: exceso de
moneda nacional, caída de la oferta productiva o reducción de la oferta de
divisas en el mercado informal. Por tanto, el dólar informal no debe verse como
el origen autónomo de la inflación, sino como un espejo que refleja, y en
ocasiones amplifica, los problemas estructurales de la economía que causan
dicha inflación.
Apuntes
finales.
En
este texto he intentado resumir algunos posicionamientos respecto a los
principales debates relacionados a la inflación y la caída del poder
adquisitivo en Cuba en el último quinquenio. Considero que, aunque sobre estos
temas se ha debatido extensamente, continúan existiendo puntos de conflicto en
la forma en que se entiende la inflación y las principales medidas para
enfrentarla.
Para
implementar políticas económicas que permitan en el mediano plazo la
recuperación del nivel de vida de los cubanos, es vital distinguir con claridad
las particularidades del proceso inflacionario cubano, el cual presenta
múltiples diferencias con los procesos que han experimentado otras economías en
años recientes. Así como la diferencia existente entre inflación y pérdida de
poder adquisitivo. Y analizar cómo, aunque en el caso de la primera - la
inflación- puede frenarse con medidas macro-monetaria-fiscales como la
reducción del déficit, o la represión monetaria, solamente un incremento
sostenido del lado de la oferta puede impactar en una recuperación
significativa del nivel de salarios reales. El objetivo de la política
económica, no puede ser en tal sentido frenar la inflación per se, sino en un
sentido más amplio la recuperación de la capacidad de consumo de las familias
cubanas.

Muy esclarecedor y oportuno
ResponderEliminarMuy comprensible dado el uso de lenguaje asequible. Interpreto que los males tienen su origen en una pésima administración perpetuada en el tiempo. Agravado el asunto por la tozudez en no reconocer los errores propios, en dilatar las soluciones y en buscar el origen de los problemas en otros factores geográficos, climáticos o políticos. Mientras tanto se sigue mendigando sin atender a que nada vendrá sin facilitar las condiciones para el desarrollo del esfuerzo propio.
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