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lunes, 22 de junio de 2015

Una “bolsa de valores” en Cuba

Una “bolsa de valores” en Cuba
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LA HABANA. La tarde anuncia agua. Estos días de lluvia fueron muy malos para el “negocio-obra”, cuenta, irónico, Levi Orta. Se refiere a su proyecto Capital=Cultura, que él define como la “tropicalización de una bolsa de valores”. La idea es “extraer, digamos, el capital que pueda estar moviéndose en el público de la Bienal de La Habana, para inyectarlo en los nuevos emprendimientos alrededor de la cultura cubana”.
Eso mismo: mitad arte, mitad economía; juntas y revueltas. A partir de una carpeta con los primeros 21 negocios, todos los interesados que pasaban por el Pabellón Cuba podían acercarse y preguntar. Aunque el objetivo fundamental eran los partners extranjeros, también hay cubanos con intenciones de “participar como accionistas”.
Si usted quiere que su negocio “entre en bolsa”, debe llenar la planilla correspondiente a los propietarios; y si está dispuesto a colocar alguna suma, debe completar el formulario para los inversores. Las iniciativas presentadas varían “desde el carpintero que le hace los caballetes al pintor”, hasta un restaurante frecuentado por “gente de la farándula”.
“Creo que a pesar de que yo intente tener una ‘vuelta’ bastante cultural dentro de los negocios, siempre se van a escapar por algún sitio –explica Levi. Probablemente no haya un bar que no tenga una decoración realizada por un artista, entonces ahí cabrían casi todos”.
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¿Cuban Bang?
El proyecto surgió en 2010, a la vista de las nuevas aperturas y cambios económicos.Como la cultura constituye uno de los principales renglones de aporte al Producto Interno Bruto, Levi se dio cuenta de que el sector no iba a tardar en sumarse a “toda esta psicosis de productividad”.
En efecto, según la Oficina Nacional de Estadísticas, cultura y deporte reportan al PIB más que la agricultura, ganadería y silvicultura; y más que la pesca, la industria azucarera, explotación de minas y canteras, y ciencia e innovación tecnológica; juntas. Aun así –o a causa de ello–, la Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera no recoge ninguna posibilidad en esta área.
Además, la Ley 118 solo permite que los inversionistas foráneos se asocien con entidades cubanas con personalidad jurídica. Sin embargo los cuentapropistas son personas naturales. Levi sabía de este “problema”, y ya tenía pensadas las soluciones.
“Muchos inversores reales detrás de negocios gastronómicos, son extranjeros. Ahora, ¿cómo lo hacen? Precisamente como lo voy a hacer yo, son las mismas estrategias. Hay muchas alegalidades en ese espacio, y poco a poco la oficialidad va a tener que entrar en ese abanico de posibilidades”.
fragmento Ley IE recorte listoPero tampoco es así como así. “Trato de hacer las cosas lo más legales posible, por tanto toda la inversión es mía. Cuando se permita, entonces si Dios quiere… podría ser; pero si existe otra forma no la conozco”, dice Caridad Gómez, dueña del gimnasioLa espinaca de Popeye. Ella quisiera invertir en más espacio para su local, aunque por ahora está en la “bolsa de valores” sobre todo por la promoción. “Si es publicidad para mi negocio, está bien; y encima me sale gratis”.
En cambio, La Casona de 17, cooperativa “desprendida” del ministerio de Turismo, podría tenerlo más fácil…técnicamente. “Acuérdate que nosotros estamos en un proceso de experimentación –señala Yadira Alfonso, secretaria de actas–. De ahí para allá, hay que ver cuáles son los pasos a seguir. Tendríamos que pasar por el MINTUR, porque, aunque no pertenecemos a él, nos sigue rigiendo”.
Lo permita o no la Ley, una cosa es la letra y otra la política. Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, ha señalado que el capital extranjero podrá orientarse “con carácter excepcional” al desarrollo de actividades por organizaciones de propiedad no estatal con personalidad jurídica.
“A mí me parece que con las iniciativas económicas existe bastante poca creatividad –anota Levi. Y por soñar, nosotros; sin embargo muchas veces la gente se auto-troncha cuando va viendo que hay determinadas trabas”.
Pero a falta de caminos, trillos. Diez días antes de que terminara la Bienal, el proyecto había fichado 68 negocios y 20 inversores. Hasta ese momento el récord de financiamiento potencial  alcanzaba 50 mil dólares y la cifra mínima eran 100.
“O sea, no nos han dado nada –aclara Levi–, yo no tengo una caja fuerte allá dentro. Lo mío es hacer mediación, proponer terceras vías, vamos a decirlo así”. Se trata de pequeñas empresas con ciertas necesidades, personas dispuestas a poner dinero en función de eso, y un intermediario. Demanda y oferta; Capital=Cultura.
Un socio pa’ mi negocio
“Más allá de que pueda salir una inversión, como levantamiento sociológico es interesante captar todos los sueños de prosperidad de la gente, por el lado cubano. Por el lado extranjero, también, porque notas cómo están viendo a Cuba: un terreno fértil, prácticamente virgen para invertir; están como pendientes a cualquier iniciativa que se mueva, se arrastre o respire”, comenta Levi.
Quien intente dilucidar si –por fin– esto constituye una obra de arte o un proyecto económico, tal vez no encuentre una respuesta definitiva. “Para mí, obviamente sí es una iniciativa artística, porque soy muy mal negociante, aunque aquí esté tratando de hacerlo bien”.
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Levi Orta, promotor de esta Bolsa de Valores “tropicalizada”.
En el espacio triangular donde se cruzan la cultura, el capital foráneo y los emprendimientos particulares, Levi encontró una “tierra de nadie”. “Más allá de esta obra, me gustan las fronteras, precisamente; no como límite, sino un lugar donde se conectan varias cosas y se arma una especie de robo de terrenos”.
Johannes Abreu, Doctor en Ciencias Económicas y especialista en industrias del arte, opina que la ampliación de las actividades por cuenta propia y su participación en la cultura vienen a aportar. “No creo que vengan a competir, ni a entrar en contradicción con nada. Donde sea competitivo, donde se generen espacios culturales positivos, hay que emplearlas.
“Habría que buscar modos –para mí, más desde la economía que desde la cultura– de acoplar bien esos procesos: regular cómo trabajaría un cuentapropista que tenga un centro cultural, cómo se libera el proceso de gestión para que los artistas puedan emprender y generar alianzas, dentro y fuera de las instituciones. Hay que lograr convergencia, entendimiento, no antagonismos”.
La XII Bienal de La Habana concluye hoy. “Después empieza toda la tarea de conectar inversores con propietarios de negocios”, precisa Levi. Por supuesto, expectativa es lo que sobra. “Hasta ahora lo veo como una obra que puede ser interesante en varios espacios. Por ejemplo, ver cómo funcionaría en otro lugar como pudiera ser Miami. Incluso volverla a repetir aquí, en dos años. Probablemente pasaría inadvertida, porque habría 20 bolsas más interesantes que la mía”.
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