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lunes, 5 de junio de 2017

Lo privado y el modelo “actualizado”: del mito a la estadística.

Por Pedro Monreal, El estado como tal.


No existe estadística oficial sobre la concentración de la propiedad, de la riqueza y de los ingresos en Cuba, pero se observa desasosiego político sobre el tema. Es una inquietud que, casi siempre, se enuncia apoyada en información anecdótica y en premisas que se aceptan como válidas, a pesar de que no parecen estar verificadas.
Tres nociones centrales parecerían proporcionar el fundamento para esa preocupación:
  1. La producción y la reproducción de la desigualdad social –más allá de ciertos límites- no es compatible con la esencia del socialismo.
  2. La propiedad privada sobre los medios de producción fundamentales –cuando rebasa cierto nivel- perjudica el funcionamiento del modelo económico del socialismo porque erosiona el predominio de la propiedad estatal y de la planificación centralizada.
  3. El peso creciente de la propiedad privada y del mercado es una causa central de la desigualdad social.
Respecto a la primera noción, no tengo mucho que agregar. La comparto plenamente. Se trata de una noción normativa que expresa la idea de “cómo debe ser” el socialismo. Enuncia un juicio de valor sobre la sociedad.
Mi única observación es que se trata de una noción que no debería ser discutida sin definir cuantitativamente cuales serían los límites aceptables de la desigualdad en el socialismo cubano. Es una noción normativa que necesita “números” para poder darle un sentido práctico. En notas anteriores he expresado que ese límite debería encontrarse en el entorno de un índice de Gini de aproximadamente 0,32. Ver aquí “¿Cuál debería ser la desigualdad máxima en Cuba?”
Considero, en cambio, que las otras dos nociones son mitos que se han incrustado en el discurso de “la actualización”. Nótese que, a diferencia de la primera noción –que es de naturaleza normativa, o sea subjetiva y basada en un valor (“lo que debe ser”)-, las otras dos son nociones económicas “positivas”. Cuando se colocan en el discurso no es para indicar un juicio de valor sino para indicar algo que se asume “que es”. Es decir, un proceso presumiblemente objetivo que pudiera ser comprobado mediante la evidencia.
En este texto abordaré sucintamente la noción relativa a que una determinada “masa crítica” de propiedad privada causaría la quiebra de la reproducción económica socialista. La tercera noción –lo privado y el mercado como causa de desigualdad social- será objeto de un próximo comentario.
De cómo el capital privado, en ocasiones, “trabaja” para el socialismo (el real, no el de los libros y documentos).
El peso y papel de la propiedad privada en el socialismo ha proporcionado la “materia prima” de una de las discusiones más viejas de la teoría comunista y es un tema sobre el que se ha escrito profusamente. No sugiero revisitar aquí ese debate. Lo que propongo es tratar de entender lo que esencialmente nos dicen las dos experiencias más exitosas de reforma del comunismo que se conocen: China y Vietnam.
Como siempre digo, no se trata en modo alguno de copiar otras experiencias sino de aprender de ellas para aplicar las lecciones que pudieran tener utilidad práctica en el contexto cubano.
Ya sé que habrá quienes consideren que en esos dos países no existen hoy modelos económicos y sociales compatible con el socialismo, pero en ese sentido haría solamente dos preguntas: a) ¿Se trata de sistemas políticos, esencialmente unipartidistas, centrados en partidos comunistas que detentan el poder real?, y b) ¿Son propiedad del Estado los medios de producción fundamentales y controla el Estado la estrategia económica?
Si las respuestas a ambas preguntas son positivas, entonces quedaría claro que en ambos países estarían bien afincados los dos pilares de un modelo comunista. Todo lo demás es, en principio, secundario, aunque no digo que no pudiera tener importancia.
Como una de las preocupaciones centrales que se expresan en el debate actual en Cuba gira alrededor del tema de la propiedad privada y su peso relativo en el modelo, revisemos brevemente lo que nos dicen los datos de la realidad sobre el peso y la función de la propiedad privada en China y en Vietnam.
Poniendo a un lado los detalles, se conoce que el peso de la propiedad privada –no solo en forma de pequeñas y de medianas empresas (PYMES) sino también en forma de grandes empresas- ha crecido notablemente desde que se iniciaron las reformas en ambos países.
En el caso de China:
– El sector privado genera dos tercios del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
– Entre 2011 y 2015, el número de empresas privadas se duplicó para alcanzar más de 19 millones de empresas.
– El 25% de la población en edad laboral es propietaria y gestiona un negocio privado, un por ciento más elevado que en Australia (22,9%), Corea del Sur (15,9%), o Turquía (20,9%).
– Más del 90% de los 13.2 millones de nuevos empleos creados en China en 2014, correspondieron al sector privado.
– El sector industrial del país, casi totalmente controlado por empresas privadas, es el sector manufacturero más competitivo del mundo, concentrando el 14% de las exportaciones industriales a nivel global.
– Tres de las cinco “marcas” más importantes de China son privadas (Tencent, Alibaba y Baidu), mientras que en 2010 las cinco marcas más importantes habías sido todas estatales.
Fuente: “China´s Economy: State versus Private”, ver aquí y “The China that Works”, The Economist, 15 septiembre 2015, ver aquí.
En el caso de Vietnam:
-Desde que se aprobó la Ley de Empresas (año 2000), unas 400 mil empresas privadas se habían registrado hasta 2015. De ellas, entre el 85% y 90% se clasificaron como PYMES.
– Desde 2010, el sector privado ha proporcionado el 90% del nuevo empleo creado en el país. Emplea aproximadamente el 61% de la fuerza laboral del país.
– La proporción del capital de las empresas privadas en el total de los activos totales de todos los tipos de empresas del país creció desde el 35% en 200 hasta el 50% en 2011.
– En 2007 el número de empresas privadas entre las 500 mayores empresas del país era de 125. En 2012 había ascendido a 225.
– Las formas más complejas de organización empresarial han avanzado rápidamente. La llamada “empresa privada” (entidades controladas a nivel familiar), que eran en 2002 el 39,41% del total de compañías registradas se contrajeron hasta 14,3% en 2011, mientras que las empresas “limitadas” (limited liabilities) –que es un tipo de estructura empresarial más “moderno”- aumentaron su peso de un 37,33% hasta un 57,22%. De hecho, el crecimiento de otra forma empresarial –“acciones conjuntas” (joint stock)- fue aún más espectacular, del 4,5% al 20.1%.
Fuente: “Private Sector Assessment. Country Partnership Strategy: Vietnam 2012-2015”, Asian Development Bank, ver aquí, y “Structural Policy Country Notes. Vietnam”, OECD 2014, ver aquí.
Una nota de cautela es necesaria al abordar el tema del peso del sector privado y del sector estatal en estos dos países. El lenguaje legal de las modalidades empresariales puede conducir a una aparente subvaloración del peso de lo estatal en la economía. Por ejemplo, se estimaba que en China –en 2012- más de la mitad de las empresas estatales estaban legalmente registradas bajo alguna modalidad de empresa privada. No se trata de un “truco” sino de la complejidad de los nexos entre lo privado y lo estatal en el marco de la reforma. Ver aquí “China’s State Sector: Transformed, but Not So Privatized”.
El Partido Comunista de China ha utilizado un enfoque de reforma que no consiste esencialmente en privatizar las empresas estatales sino en adoptar una variedad de mecanismos que permitan ampliar la inversión privada nacional en las empresas públicas, sin permitir que los inversionistas privados controlen la mayoría de las acciones. Ver aquí“Like a phoenix from the ashes: reforms are to bolster China’s state-owned enterprises”.
Resumiendo:
Las experiencias de las dos reformas comunistas más exitosas –China y Vietnam- no parecen validar las inquietudes que afloran en el debate cubano sobre “la actualización”.
Una conclusión preliminar es que la experiencia de esas dos reformas no arroja evidencia que permita refrendar la noción de que la propiedad privada sobre los medios de producción, en gran escala, perjudica el funcionamiento del modelo económico del socialismo. En realidad se observa lo contrario.
En la práctica de las reformas comunistas en China y Vietnam, la creciente y significativa presencia de capital privado –tanto en empresas 100% privadas como bajo la forma de capital accionario en empresas públicas- ha sido un mecanismo crucial para el funcionamiento notablemente mejorado de la economía socialista.
El funcionamiento intensivo del capital privado nacional ha sido un factor clave que ha permitido “reinventar” un modelo económico y social en el que un Estado comunista ha promovido una muy dinámica creación de riqueza material, manteniendo una función crucial para la propiedad estatal y preservando el control centralizado de la estrategia de desarrollo.
No estoy diciendo que hayan sido experiencias sin problemas. Han tenido y siguen teniendo muchas contradicciones, pero esos dos países han estado entre los muy contados lugares del planeta donde se ha generado, de manera espectacular, más riqueza material y bienestar social en el último cuarto de siglo.
Lo ocurrido en esos dos países trastorna esquemas tradicionales en diferentes puntos del espectro político, pero es normal que la realidad tenga ese efecto sobre la teoría y sobre la ideología. El asunto consiste en entender que la práctica es una  fuente de aprendizaje más potente que las teorizaciones precedentes.

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