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viernes, 23 de junio de 2017

¿Trump contra la propiedad privada en Cuba?


Por: Carlos García Valdés

La política de Trump, o parte de ella, anunciada hace días en Miami ante una representación de lo más vetusto y retrógrado del exilio cubano, tropa élite del ejército político anticubano, contrarrevolucionario y anticomunista, ha sido apreciada por los medios políticos y académicos cubanos, al menos desde dos visiones.

Una de ellas las concibe como una escalada reaccionaria contra el pueblo cubano y su sistema socio económico y político, una continuación por otros medios de la estrategia (no de la política) de Obama, y sus antecesores desde 1959.Es sostenida por la Dirección del país y por figuras políticas y académicas. Sin poder afirmarlo, por lo que hemos oído, que es poco, el pueblo, tan o más sabio que cualquier académico y cualquier político, barrunta por donde viene el golpe.

Lo que podemos considerar como una segunda óptica o punto de vista da por hecho que la intencionalidad e impacto principal va dirigido y afecta sobremanera a los llamados emprendedores cubanos o al segmento más dinámico de este, los que dependen básicamente del mercado turístico de los EEUU. No importa cuántos sostienen esta hipótesis, con uno que la considere es suficiente para tenerla en cuenta, porque despliega en la mesa del sastre “mucha tela por donde cortar”.

Por supuesto que al afectar a la economía, socialista por su naturaleza y heterogénea por su estructura económica , afecta también al emergente sector privado que es parte orgánica de esa economía y de este combativo pueblo. Pero absolutizar a una de las partes del todo es a todas luces un error de apreciación de orden teórico y político. Más cuando esa parte no es la fundamental de la economía, que es la que le interesa continuar asfixiando al nuevo inquilino de la Casa Blanca, ni esos propietarios privados son mayoría en nuestro pueblo, ni tan siquiera en el empleo. Eso sin restarle ni un gramo de importancia al papel económico y social secundario que protagonizan.


La dirección principal del golpe.

Las medidas de Trump anunciadas vienen a ser, algo así como los “tiros de reglaje” que se hacen en la artillería o de práctica por los tiradores deportivos antes de disparar definitivamente al blanco. Todavía no se puede asegurar que es lo que sigue. Nos enseñó la soga pero no el animal a ella amarrado, puede ser un gato pero también un animal más grande y feroz. No sabemos qué puede pasar con exactitud, pero sabemos que ha pasado, que está pasando y tanto la teoría como la práctica nos permiten divisar posibles escenarios. Pero sin recurrir a tales métodos y ateniéndonos a lo que acaba de suceder se puede describir el impacto. Para ello nada más apropiado que las palabras de nuestro canciller Bruno Rodríguez el 19 de junio de 2017.

“Dichas medidas desconocen también la opinión abrumadoramente mayoritaria del pueblo cubano que desea tener una mejor relación con el pueblo estadounidense, provocarán daños humanos y privaciones, afectarán a las familias cubanas. Traerán daños económicos no solo a las empresas estatales en Cuba, sino también a las cooperativas y dañarán especialmente a los trabajadores por cuenta propia o privados. Harán daño también y aumentarán la discriminación contra la emigración cubana asentada en Estados Unidos”.(1)

Aparecen los diferentes objetivos mencionados en orden jerárquico según su afectación. No hay algo fortuito en este discurso.

Lo anterior contrasta con la preocupación de alguien por el impacto que pueda tener sobre los “emprendedores cubanos” especialmente los arrendatarios privados de habitaciones, transportistas, unidades gastronómicas y otras entidades privadas beneficiadas en los últimos meses por el arribo de más de 380 mil visitantes de los Estados Unidos. Es algo así como preocuparnos por la gripe de un enfermo que tiene un tumor, aunque este no sea fatal y pueda extirparse.

Estas medidas restrictivas afectarán al turismo que cuenta con una logística privada pero que está montado sobre esquemas de propiedad estatal 100 % y compartida con capitales extranjeros y que representa la segunda fuente de ingresos al país y no estamos hablando de 20 o 30 millones de dólares sino de más de 1 800 millones en 2015 con un efecto multiplicador positivo sobre el empleo, los territorios, producciones y servicios estatales, mixtas, cooperativas y también privadas. Una contracción del Turismo va a afectar en primer término a toda la economía y en particular al estimado bajo crecimiento de la misma y como efecto colateral al pequeño sector privado que ha obtenido jugosos beneficios con la relativa arribazón de visitantes cubanos y norteamericanos de los Estados Unidos. Este es el análisis o una parte de él, ¿por qué hacerlo al revés?. Quizás haya una explicación pero no vamos a perder tiempo y espacio en tratar de entender el porqué de ese desasosiego.

Un impacto al turismo estatal y sus socios menores privados golpearía, como se dijo, a toda la economía en particular a las actividades productivas encadenadas hacia atrás y hacia delante con el mismo, que no son pocas. No se puede calcular el efecto financiero pero de manera directa e indirecta pudiera estar en el orden de cientos de millones de dólares, mucho más que el cálculo de 15 a 20 millones de cuc en el segmento del sector privado asociado al turismo.

Pueden seguir otras medidas, que son las más preocupantes, porque la Directiva Presidencia de Obama de octubre del 2016, con todo el injerencismo incorporado, “declaraba al bloqueo como una política fracasada, … que debía ser eliminada”(2). Al derogarla Trump reactiva la fracasada, pero no por ello genocida política de mano dura. Si tomamos como referente los más de 4 000 millones de dólares en pérdidas cada año por el bloqueo, las pérdidas que lamentablemente puedan tener los “emprendedores cubanos” parecen despreciables en un análisis holístico, demostrativo de solidaridad con los millones de cubanos que vamos a seguir afectados, quizás ahora un poco más.

¿Son los “emprendedores” cubanos amigos traicionados por el Imperio?

De todas formas el interés particular de sobredimensionar el efecto de las medidas de Trump, representante actual de la principal potencia imperialista del mundo, no le da derecho a nadie a establecer un vínculo de amistad entre los propietarios privados cubanos y el gobierno de los Estados Unidos.

Como expresó el Primer Secretario del Comité Central del PCC, Raúl Castro: “Las cooperativas, el trabajo por cuenta propia y la mediana, pequeña y microempresa privada no son por su esencia anti socialistas ni contrarrevolucionarias y la enorme mayoría de quienes allí laboran son revolucionarios y patriotas que defienden los principios y se benefician de las conquistas de esta Revolución.”(3)

Si alguien por desliz mecanográfico , o por algún corto circuito en el disco duro ideológico, pretendió presentar las medias de Trump como una traición del imperio a sus “amigos”, cuenta propistas o pequeños propietarios privados cubanos, incurre en un gran error. No es solo un irrespeto de “marca mayor” a los cientos de miles de trabajadores por cuenta propia cubanos sino a todo el pueblo de los que aquellos son parte inseparable. Lo menos que pudiera hacer el supuesto comisor del error es disculparse.

Trump ha declarado que continuará la política de preferencias en el comercio exterior con el sector privado, que al igual que su antecesor lo identifica con el pueblo. Sería un contrasentido que tomara medidas para perjudicar a sus aliados tácticos, compañeros de viaje en cuanto le sirvan para socavar el sistema socioeconómico cubano. No son amigos, son solo esto, puntas de lanza que serán absorbidos de lograr sus objetivos estratégicos de derrocar el sistema, por sus aliados estratégicos, las transnacionales y la clase política a ellas imbricadas. Como expresara en una ocasión Fidel Castro, los imperialistas no tienen amigos, tienen intereses.

En consecuencia es una ilusión metafísica o una idea a defender solapada criticar a Trump por ser enemigo de los “emprendedores privados”. El principal enemigo del imperio con Trump o sin él es el sistema político cubano y su base socio económica el sistema de relaciones socialistas de producción que toleran y utilizan relaciones privadas de propiedad y producción.

Del otro lado de la cancha está precisamente tal sistema con sus debilidades pero con más fortalezas, entre ellas la unidad que es una de las dianas a las que apunta Trump, como lo hacía Obama, solo que este con métodos más depurados. Para dinamitarla entre otras cosas seguirá apoyando y financiando la subversión y tratando de fomentar divisiones entre los empresarios privados y el Estado con sus empresas y demás entidades.

Pero también las fortalezas están en el terreno contrario, en las contradicciones entre las fuerzas más reaccionarias muy mal asesoradas y las fuerzas realistas, pragmáticas, que también se mueven por intereses muchos de los cuales comenzaron a activarse a partir del 17 de diciembre de 2014. El Congreso de los EEUU no es una fuerza oscura dominada plenamente por fundamentalistas anticubanos. Está, además, el principal caballo de Troya de los elementos extremistas que es el pueblo norteamericano que en elevado por ciento apoya el fin del bloqueo y la normalización de las relaciones entre ambos países. Lo mismo sucede con los cubanos radicados en los Estados Unidos, en particular con las generaciones más jóvenes. 

Estas declaraciones nauseabundas y estas medias extemporáneas son solo el comienzo del festejo de los dinosaurios, pero no es tan desacertado esperar que más temprano que tarde se les “agüe la fiesta”. Como sus antepasados, los dinos verdaderos, estos otros también desaparecerán.

Citas

1 Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba,. Conferencia de Prensa el 19 de junio de 2017, desde Viena, Austria.
2 Ibídem.
3 Raúl Castro, Informe Central al VII Congreso del PCC, abril 2016.

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