Otras Paginas WEB

martes, 3 de octubre de 2017

Distorsiones de la oferta y la demanda: un diálogo sobre los altos precios agrícolas en Cuba

Por HUMBERTO PÉREZ y PEDRO MONREAL. El Estado como tal

 
Casi todos los intercambios entre economistas cubanos acaban abo
rdando la multiplicidad de las tasas de cambio. Esa especie de “madre de todas las distorsiones” económicas del país tiende a adueñarse de las tertulias, con independencia del tema original de la conversación.
Existe amplio consenso sobre el efecto negativo de las múltiples tasas de cambio. Difícilmente pudiera encontrarse un economista que piense que eso es algo positivo, o neutral. También hay acuerdo sobre la necesidad de prescindir de ellas lo antes posible.
Lo que se discute son sus conexiones con otros problemas, el peso relativo que tiene como causa de distorsiones adicionales, así como la manera de reemplazar la multiplicidad actual por una tasa de cambio unificada y económicamente fundamentada.
Esto acaba de ocurrir a propósito del texto publicado hace unos días, titulado “Precios agrícolas en Cuba: cuando el “mal” mercado es el problema” (Pedro Monreal, El Estado como tal, 15 de septiembre de 2017), y ha sucedido por una muy buena razón: la llamada tasa de cambio de CADECA es un factor crucial en los estratosféricos niveles de precios de la comida en Cuba.
Se produjo un rápido intercambio de mensajes entre los dos autores que firman este nuevo artículo, principalmente enfocado en la necesidad de que las perspectivas desde “el lado de la demanda” y desde el “lado de la oferta” deberían estar presentes conjuntamente en el análisis sobre los altos precios de los alimentos.
Humberto Pérez expuso sus discrepancias respecto a la causa principal de los altos precios agrícolas que se indicaba en el texto del 15 de septiembre en cuanto a “la existencia de una cadena de distribución excesivamente ¨larga¨ en la que operan intermediarios con un ¨poder de mercado¨ que les permite apropiarse de una cuota de valor¨ exageradamente alta” (1), y ubica la causa en otro factor, planteando que la multiplicidad cambiaria es la causa y nudo gordiano principal a desatar y a resolver en relación con este asunto y con otros.
Durante el intercambio, Monreal consideró que Pérez tiene toda la razón cuando reclama la centralidad de la multiplicidad cambiaria en las distorsiones de la demanda que inciden en presiones inflacionarias que se reflejan en los altos precios de los alimentos agrícolas, aunque también consideró que la estructura de los mercados agropecuarios de oferta y demanda permite que los intermediarios ejerzan un “poder de mercado” que causa el incremento de precios.
Nos ha parecido conveniente compartir con los lectores el contenido fundamental de esos intercambios y hemos sintetizado los argumentos para hacer más fluida su lectura.
A continuación, se detallan primero los argumentos que Humberto Pérez expuso respecto a cuestiones de la demanda, y posteriormente se anotan los elementos que, sobre los aspectos de la oferta, Pedro Monreal incluyó en los intercambios.
La tasa de cambio 24 X 1 como factor inflacionario y deformador (2)
Humberto Pérez enfatiza que la multiplicidad cambiaria, y concretamente la tasa de CADECA, “es un factor inflacionario y deformador, de un impacto determinante en los mercados de oferta y demanda (entre ellos los mercados agropecuarios) y en general en los altos precios del mercado minorista”.
Expresa igualmente que “De todos los escollos presentes en el camino del modelo económico social que nos hemos propuesto este es el de efectos más negativos, deformantes, confusionistas y contraproducentes para diversos y determinantes componentes de la situación económica actual planteados en el documento de La Conceptualización y a los que el modelo está llamado a enfrentar y resolver”.
En reflexiones anteriores, se ha resaltado la importancia del tema, no solamente en lo que se refiere a la llamada tasa de CADECA -24 pesos cubanos (CUP) = 1 peso convertible (CUC)- que se aplica en el cambio minorista, sino también a la tasa de cambio que rige para las transacciones entre empresas y para las cuentas nacionales: 1 peso cubano (CUP) = 1 dólar (USD). (3).
Dentro de ese marco general de análisis, en el reciente intercambio se abordaron una serie de cuestiones específicas:
Deformación de la demanda solvente
En 2016, por ejemplo, la suma de remuneraciones a los trabajadores, las pensiones y la asistencia social –que son el componente interno principal de la demanda solvente primaria de la población– aportó aproximadamente 34-36 mil millones de CUP. Si se le suman los pagos al sector privado, los créditos a la población y otros ingresos, la masa monetaria primaria normal que llego a manos de la población, creada en el interior del país y asociada a la producción y oferta nacional, fue de aproximadamente unos 80 mil millones de CUP”.
Pero a través de las remesas y de otras fuentes de ingresos en divisas de la población y del sector no estatal, se inyecta adicionalmente un circulante importado de más de 90 mil millones de CUP al año, no asociado ni derivado de la actividad económica interna, ni a su producción ni en general a la oferta nacional llamada a dar respuesta a la demanda solvente generada en el país. Tan solo las remesas, que tienen una tendencia creciente, se estiman en unos 3 mil millones de USD al año –algunos hablan de más de 3 mil millones– y esta cifra al cambio de 1×24 arroja 72 mil millones de CUP anuales”.
Se estima que aproximadamente un 50% de las remesas es invertido como capital de trabajo por sus receptores, pero ello no establece diferencia con el otro 50% que se dedica al consumo pues en su totalidad representan una demanda solvente que va a demandar productos y servicios al mercado minorista puesto que no existe un mercado mayorista para insumos y bienes de capital a ser adquiridos por las MIPYMES y demás TCP”. [Nota aclaratoria: MIPYMES: micro, pequeñas y medianas empresas; TCP: trabajadores por cuenta propia].
Súmese a las remesas la demanda solvente adicional generada por los ingresos directos en divisas o CUC de las casas y habitaciones rentadas –existen unas 20 mil–,  de los paladares, taxistas y demás cuentapropistas que venden servicios directamente a los extranjeros; las propinas, las gratificaciones a los que trabajan en firmas foráneas, las ventas de casas a extranjeros, los ingresos de las “jineteras”, etc. que al cambio de 1×24 van también a demandar productos al mismo mercado minorista al que acude la población en general, incluyendo los mercados de productos agropecuarios”.
En la práctica, es como si se le abrieran las puertas de nuestro país a una población residente en otro país, para venir a comprar en nuestro mercado minorista con los ingresos que ganan en ese otro país y que representan un monto tal que supera el total de la demanda solvente en manos de la población del país, generada por los ingresos que internamente recibe esa población”.
Estos componentes exógenos de la demanda solvente total virtualmente la duplican y tienen el agravante de que se concentran principalmente en una parte minoritaria de la población –un 20-25% o menos– con capacidad para pagar cualquier precio y absorber a esos altos precios casi totalmente, o por lo menos a la mayor parte, de la limitada oferta disponible”.
La demanda deformada como “ecosistema” de la intermediación lucrativa
Y esta distancia, entre los precios minoristas a que este segmento privilegiado de los demandantes (MYPIMES, TCP de altos ingresos, receptores de altas remesas, etc.) es capaz de pagar en un mercado de oferta y demanda para absorber con prioridad dicha oferta, y los precios a que los productores y oferentes nacionales venden sus productos, es la que permite que en su recorrido medren varios niveles o eslabones sucesivos de intermediarios innecesarios, obteniendo todos un lucro suficiente”.
Esta es la causa principal y verdadera que crea las condiciones objetivas para que existan estos eslabones de intermediarios redundantes y para los altos precios minoristas de los productos agrícolas y, en mi opinión, ambos hechos si encuentran explicación en la correlación lógica  entre oferta y  demanda a esperar de nuestro ¨mal¨ formado mercado comercializador, con una demanda solvente distorsionada y sobredimensionada monetariamente en más de un 200 % en relación con la que normalmente debía concurrir al mercado”.
Mientras esta anomalía persista no hay medidas administrativas, ni precios topados, ni lucha contra intermediarios innecesarios y especuladores, que logre un equilibrio de precios más o menos normal”.
Posibles soluciones y sus tiempos
Los aumentos de producción y de oferta que se vayan logrando, y que son a mediano y largo plazo la solución de fondo, serán insuficientes y se verán contrarrestados –y en gran parte anulados– por la deformación de la demanda solvente antes mencionada”.
Este mercado totalmente distorsionado, no es el complemento adecuado en la combinación aconsejable y acertada que se ha planteado entre planificación y mercado y entre sector estatal y no estatal. Esta combinación se ve seriamente afectada y conduce a fenómenos desfavorables que producen la apariencia de que socialismo y mercado son irreconciliables y, una vez más también, al riesgo de decidir equivocadamente ‘botar a la criatura con el agua sucia’.”
Creo que algunas de las últimas medidas tomadas sobre el llamado trabajo por cuenta propia y en específico con los carretilleros están bajo la influencia de esta situación contraproducente”.
Tengo la impresión de que los esfuerzos y pasos dados por nuestra administración han estado y están encaminados a tratar de lograr una cadena en la que exista la menor cantidad posible de eslabones, aunque ello no se haya logrado. Y si alguna preocupación me asalta es la de que, tratando de eliminar estos eslabones innecesarios de manera artificial y burocrática, mediante medidas administrativas y no a través de medidas económicas monetarias y financieras que es lo que procede hacer sin más dilación, puedan afectarse los eslabones intermediarios necesarios”.
Me preocupa el tiempo de que dispone nuestro proceso para tomar las medidas que logren en la práctica los objetivos que en la conceptualización (con sus omisiones e insuficiencias) están suficientemente bien enunciados para que, si se dan los pasos adecuados y a tiempo, logremos salvar el carácter socialista de nuestro proceso y, lo que es fundamental, aquello por lo cual tanto se ha luchado y que nos duele tanto vernos ante la perspectiva de perder”.
Los precios altos, ¿y la oferta?… (4)
En relación con las deformaciones relativas a la oferta, Pedro Monreal ha considerado lo siguiente:
No es un secreto que la producción agrícola interna no ha podido responder a la demanda debido a factores del “lado de la oferta” (falta de incentivos para producir y para aumentar la productividad, limitado e inestable acceso a la tecnología e insumos a precios razonables, deficiente infraestructura de comercialización y de transporte, etc.)”.
La pregunta que habría que tratar de responder es ¿por qué esa demanda hinchada no ha funcionado como un estímulo para la producción de alimentos en Cuba?
La respuesta puede ser compleja, pero lo que parece quedar claro es que los elevados precios no parecen funcionar como un incentivo para que los agricultores cubanos respondan a la demanda existente”.
El “poder de mercado” de los intermediarios, además de tener como causa una demanda hinchada, está influido adicionalmente por un poder “relacional” y “funcional” que se origina en el modelo de mercado que se ha adoptado. Existe una estructura del mercado que favorece “barreras de entrada” y “colusión” entre intermediarios para imponer prácticas “depredadoras” por la vía de los precios. Eso no es un resultado accidental, aunque quizás no haya sido el deseado (parece haber sido un error de los planificadores)”.
Funcionarios cubanos han expresado que ‘la principal razón que está detrás de los altos precios de los alimentos tiene que ver con la existencia de una gran cadena de intermediarios, que tienen encarecido el sistema de los precios de los productos agrícolas’. Declaraciones a Cubadebate de Amaury Domínguez Pérez, director provincial de la Dirección Integral de Supervisión y Control (DISC)”. (5)
Desproporción de los márgenes en la cadena que va del surco a la mesa
A largo plazo, la principal limitante para poder tener una producción de alimentos más baratos en Cuba son las restricciones que existen para reducir los costos de producción debido al predominio de una agricultura subdesarrollada, derivada de la falta de capital. Por ejemplo, en un país como El Salvador, una hectárea de tomates producida a “cielo abierto” rinde 12600 Kg de tomates directamente comercializables como producto fresco (otra parte de la producción va a la industria), mientras que la misma hectárea bajo “condiciones protegidas” (tapado) rinde 35000 kg de tomates directamente comercializables como producto fresco. En el primer caso, el costo de producción por kg es de 0,47 USD/kg y en el segundo es de 0.35 USD/kg, aunque en el segundo caso se haya invertido más en tecnología” (6).
El precio de compra mayorista en ambos casos es de 0.48 USD/kg (precio que le paga el mayorista al productor). Queda claro que el interés del productor es aumentar el rendimiento para poder aumentar su margen. Existe un incentivo fuerte para la utilización de la tecnología. Esto es exactamente lo que no ocurre ahora en Cuba, salvo excepciones” (7)
En el corto plazo, con un nivel determinado de la demanda, las diferentes estructuras de la comercialización (incluyendo la “longitud” de la cadena de intermediarios y el “poder de mercado” que puedan alcanzar algunos actores) influyen en una “captura” distinta del valor. Volviendo al ejemplo del tomate en El Salvador, como promedio, el margen del mayorista es de un 30% y el del minorista es de un 15%. Es decir, el precio mayorista es de 0.48 USD/kg, el precio de compra minorista es de 0.68 USD/kg, y el precio que finalmente paga el consumidor es de 0.80 USD/kg” (8)
Si comparamos esto con Cuba, en la isla se observan unos márgenes “intergalácticos” que se explican por el “poder de mercado” del que disponen los intermediarios. En Cuba, el productor agrícola recibe 1.10 pesos por cada libra de tomate (precio de acopio), y cada libra puede costar 5.10 pesos en un mercado estatal, pero se vende en el “mercado de oferta y demanda” o por el vendedor ambulante (“carretilla”) a 20 o 25 pesos la libra”. (9)
En muchos países, las cadenas de intermediación cada vez tienden a ser más cortas, particularmente por el predominio de las grandes empresas minoristas (Walmart, Carrefour, etc.) que unifican la intermediación mayorista y minorista. Obviamente al disponer de escala, tecnología y capital, esas empresas capturan un margen relativamente más alto, pero sin llegar a las anomalías que se registran en Cuba. Volviendo a los datos del tomate en El Salvador, las cadenas de supermercados que integran la gestión mayorista y la minorista imponen un precio al consumidor de 1.3 USD/kg y el margen es de 55%. También le pagan más al productor (0.52 USD/kg)”. (10)
El precio del consumidor llega a ser 3.7 veces superior al costo de producción, un diferencial muy moderado en comparación con el caso de Cuba donde el precio que paga el consumidor puede ser 22.7 veces superior al costo de producción”.
El “poder de mercado” de los intermediarios y el “apretón” para los productores y consumidores
Es un tipo de cadena de producción- distribución que si no modifica su estructura de poder interno va a funcionar siempre de esa manera, con independencia de que el precio de la libra de tomate sea de 25 pesos o sea de 7 pesos. Los mayores márgenes van a ir siempre a los intermediarios”.
El hecho de que el precio sea de 22 pesos les facilita las cosas a los intermediarios, pero no es lo que determina que ellos impongan su poder de mercado en la cadena”.
Con ese tipo de estructura de mercado, no va a trasmitirse hacia el productor el incentivo (y el valor) que posibilite incrementar la oferta”.
Le llamo “mal” mercado (a la variante “criolla” de mercados de oferta y demanda) no solamente porque perjudica al consumidor sino porque tampoco cumplen mínimamente la función reguladora de un mercado”.
Se supone que el rejuego entre demanda y oferta tenga un impacto en la regulación de la producción. Si la demanda aumenta, la oferta debería crecer. Eso sencillamente no ocurre en el caso de esos mercados. Por eso no creo que sean realmente mercados normales de oferta y demanda sino agentes de un ¨mal¨ mercado”.
Posibles soluciones y sus tiempos
Creo que hay que prestarle atención a la deformación de los mecanismos de oferta, especialmente los vinculados al diseño de mercados que lamentablemente hoy establecen una distribución disfuncional del poder de mercado’”.
“En otros países, incluso en el segmento del mercado que no opera con canales de comercialización dominados por los supermercados que integran funciones mayoristas y minoristas, las cadenas tienden a acortarse y a reducirse el “poder de mercado” de los intermediarios (fomento de mercados “campesinos”, intermediación vía “agentes” del productor, etc.)
Se necesita un mercado que se base en darle más “poder de mercado” al productor y también darle más “poder de mercado” al consumidor. Existen instrumentos disponibles para alcanzar ambos propósitos”.
Señalo un caso que pudiera ilustrar lo que digo: en Ecuador se hacen públicos –por ley- los precios mayoristas de un listado representativo de productos (en este caso el precio al que venden los intermediarios a los comerciantes minoristas)” (11).
Esa información que se hace pública –tomada de una muestra de mercados mayoristas- beneficia tanto al productor como al comerciante minorista y al consumidor. El primero conoce el precio que alcanza su producto en el mercado mayorista y posee por tanto la información que le permite exigir (en principio) un precio justo por su producción, en tanto que el comerciante minorista sabe los rangos de precios y puede establecer precios competitivos para el consumidor. Este último puede identificar el punto de la cadena donde pudiera darse una práctica predatoria de precios”.
El gobierno publica una lista de precios mayoristas de referencia (no hablo aquí de precios “topados”) que establece el diapasón de variabilidad de los precios mayoristas (un rango). No se trata de una fijación de precios como tal (relativamente inamovible) sino de establecer valores referenciales para un mejor control por parte de las autoridades. Esos valores referenciales se apoyan en encuestas periódicas y permiten reflejar variaciones de la relación de oferta y demanda. Se asumen márgenes razonables -no predatorios- para los mayoristas y minoristas. La lista es la base que permite que las autoridades competentes (intendencias) puedan controlar y aplicar sanciones cuando corresponda”.
Ese es un mercado de oferta y demanda, pero con una estructura transparente de formación de precios que además incluye una regulación sobre la base de precios de referencias. La propia transparencia informativa, más las regulaciones respecto a los precios de referencia, son el entorno en el que se configuran las cuotas de “poder de mercado”, existiendo límites para el poder de los intermediarios”.
Es un mecanismo que permite concederle atención a la determinación del precio por los márgenes en la cadena“.
Obviamente, es un mercado en el que no hay barreras de entrada significativas para funcionar como mayorista o minorista. Si a algún mayorista o minorista no le conviene, pueden salirse y serán reemplazados”.
Algo así no sería la solución definitiva para el caso Cuba, faltarían muchas más cosas, pero pudiera ser un posible punto de partida para intentar comenzar a “enderezar” los mercados de oferta y demanda del país, los cuales son tremendamente opacos, lo que facilita hoy la tarea de agentes privados depredadores y la actuación de funcionarios inescrupulosos. ¡Eso pudiera hacerse ahora mismo!”
Conclusiones
Nuestra apreciación es que el intercambio ha posibilitado identificar al menos cinco puntos de consenso:
–              La multiplicidad de tasas de cambio debería ser resuelta cuanto antes. Sabemos que decir eso es “llover sobre mojado”, pero conviene insistir.
–              La tasa de cambio predominantemente de 1 USD=1 CUC=1CUP en las relaciones inter empresariales, lo que representa utilizar un CUC y un CUP significativamente sobrevalorados, desestimula las exportaciones, estimula las importaciones, genera rechazo en los inversionistas extranjeros, hace no confiables los datos contables de las empresas los cuales no reflejan la economía real de estas y crean confusión y desorientación de las cifras que deben servir de base y guía para las decisiones a tomar por los organismos de dirección de las empresas y de la economía en general. El fortalecimiento del sector empresarial estatal y los mecanismos eficientes de gestión y estimulación dentro del mismo dependen en gran medida de que este problema sea resuelto.
–              La tasa de CADECA que, en sentido contrario utiliza un CUP infravalorado, es un factor inflacionario y deformador, de un impacto determinante en los mercados de oferta y demanda (entre ellos los mercados agropecuarios) y en general en los altos precios del mercado minorista. Permite que se agregue una demanda adicional que supera el total de la demanda solvente en manos de la población del país que fue generada por los ingresos que internamente recibe esa población.
–              La explicación adecuada de la persistencia de los altos precios de los alimentos agrícolas en Cuba necesita la valoración simultánea de los factores de demanda y de oferta. Ambas dimensiones incluyen factores causales cruciales para la existencia de altos precios agrícolas y por tanto su consideración concurrente enriquece el análisis y pudiera facilitar la búsqueda de soluciones.
–              Los mercados de oferta y demanda de alimentos agrícolas que existen en Cuba generan un “bloqueo” al incremento de la oferta porque el posible estimulo de los altos precios no funciona para los únicos actores que pueden aumentar sustantivamente la oferta: los productores. Ese potencial efecto positivo de altos precios no opera porque la distribución de valor en la cadena no se trasmite adecuadamente. La parte del león se la guardan los intermediarios ya que existe una estructura del mercado que favorece “barreras de entrada” y “colusión” para imponer prácticas “depredadoras” por la vía de los precios.
Notas
(1Pedro Monreal, “Precios agrícolas en Cuba: cuando el “mal” mercado es el problema”, El Estado como tal, 15 de septiembre de 2017  https://elestadocomotal.com/2017/09/15/precios-agricolas-en-cuba-cuando-el-mercado-es-el-problema/
(2) El texto entre comillas y en cursiva en la sección “La tasa de cambio 24 X 1 como factor inflacionario y deformador” fue escrito por Humberto Pérez, en los mensajes intercambiados.
(3) Humberto Pérez, “La revaluación del peso cubano y la reforma de los salarios”, El Estado como tal, 11 de julio de 2017, https://elestadocomotal.com/2017/07/11/humberto-perez-la-revaluacion-del-peso-cubano-y-la-reforma-de-los-salarios/;  “Principales debilidades internas actuales del modelo y perspectivas de nuestro socialismo”, Catalejo, revista Temas, 6 de octubre de 2016, http://www.temas.cult.cu/catalejo/principales-debilidades-internas-actuales-del-modelo-y-perspectivas-de-nuestro-socialismo; y “Necesitamos  socialismo y realismo”, Moncada, 16 de junio de 2016,   http://moncadalectores.blogspot.fr/2016/06/necesitamos-socialismo-y-realismo.html
(4) El texto entre comillas y en cursiva en la sección “Los precios son altos, ¿y la oferta?…” fue escrito por Pedro Monreal, en los mensajes intercambiados.
(5) Aynel Martínez Hernández, María del Carmen Ramón, “Precios del agromercado: Desde las carretillas de La Habana”, Cubadebate, 4 de febrero de 2016, http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/02/04/precios-del-agromercado-desde-las-carretillas-de-la-habana-fotos-videos-e-infografia/#.WbTuzjUhY8U
(6) Nahuel Oddone, Joaquín Salido Marcos, Jesús Santamaría González, María Magdalena Reynoso. Fortalecimiento de la cadena de valor de tomate y chile verde dulce en El Salvador. Documento de Proyecto. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Enero de 2016. http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/39868/S1600121_es.pdf;jsessionid=F9F86CB50704F2CA5484B0B06BE66255?sequence=1
(7) CEPAL. Op. Cit.
(8) CEPAL. Op. Cit. Nota: se utiliza el concepto de margen (margin) y no el de adición (markup). La fórmula del precio mayorista sería: precio mayorista = costo del producto/ (1 – margen mayorista). La fórmula del precio minorista sería: precio minorista = precio mayorista/ (1 – margen minorista).
(9) José Raúl Concepción, Jorge Aguirre Núñez, Raúl Fergo, “Precios en el agromercado: La opinión de los vendedores”,  Cubadebate, 3 de febrero de 2016, http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/02/03/leonardo-reyes-jefe-de-area-de-19-y-b-foto-jose-raul-concepcioncubadebate/#R40430120170929
(10) CEPAL. Op. Cit.
(11) Agencia Pública de Noticias del Ecuador y Suramérica (ANDES, “Ministerio de Agricultura previene especulación con el precio de los ingredientes de la tradicional fanesca”, 31 de marzo de 2015. http://www.andes.info.ec/es/noticias/ministerio-agricultura-previene-especulacion-precio-ingredientes-tradicional-fanesca.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario