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miércoles, 21 de noviembre de 2018

Cooperativas: La gastronomía que no despunta (+ Fotos e Infografía)

Por: Lisandra Romeo Matos, Edilberto Carmona Tamayo
Publicado en: Con Punto y Aparte


Una imagen renovada ofrece la gastronomía en El Potín. Foto: Jorge Luis González/ Granma.

Sujeto a no pocos estudios a lo largo de cinco años, el experimento de las Cooperativas no Agropecuarias (CNA) -iniciado en 2013- continúa con sus altibajos, tratando de cumplir con los “encargos” bajo los cuales se le dio luz verde a esta forma de gestión.
Las CNA, desde entonces, comenzaron a dar los primeros pasos llamadas a desempeñar un rol decisivo en la actualización del modelo económico cubano, en medio de un “ecosistema” donde también despegó el trabajo por cuenta propia. Les tocaba a ellas asumir actividades económicas “no fundamentales” del sector estatal, generar empleo, satisfacer las necesidades de los territorios ofreciendo allí bienes y servicios a precios asequibles para la población, entre otros objetivos.
En su discurso en la sesión constitutiva de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en abril último, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, reafirmaba que el país no había renunciado “a proseguir la ampliación del trabajo por cuenta propia” y que, igualmente, continuaría “el experimento de las Cooperativas no Agropecuarias”.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), hasta el cierre de septiembre del año en curso existían 434 CNA, de las 498 autorizadas por el Consejo de Ministros. El grueso se ubica en el sector de la gastronomía -157-, actividad clave que necesita de un rápido despunte al tener alto impacto para la población.
Sin embargo, es en las cooperativas de esa esfera donde se concentran la mayor cantidad de deficiencias, pues aún dejan mucho que desear la calidad, la imagen y los precios en varios establecimientos gastronómicos que funcionan bajo esta modalidad.
El Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) es el “rector” de la mayoría de las CNA de la gastronomía (137), de acuerdo con Mirurgia Ramírez, directora general de Servicios de ese organismo. La otra parte es atendida por los gobiernos locales.
“Actualmente nueve de ellas -ubicadas en La Habana, Artemisa y Camagüey- se encuentran en proceso de extinción por mal funcionamiento y litigios entre sus socios, mientras se ´evalúa´ la disolución de otras cuatro”.
La funcionaria del MINCIN reconoció que, como se trata de un experimento, aún se está estudiando el desempeño de estas formas de gestión, el cual no es del todo correcto, por lo que “no se va a permitir” que sigan con problemas sin solucionar.
Entre las deficiencias citadas por Ramírez está, en primer lugar, la violación de los principios del cooperativismo, aspecto que a su juicio ha sido lo que más ha influido en la extinción de varias de ellas.
Refiere que a estos se suman litigios entre los socios con respecto a asuntos internos que afectan el desempeño de la cooperativa, falta de completamiento de la cantidad de miembros (como mínimo debe estar conformada por tres), y descontrol de los recursos económicos: gastos injustificados, “desconocimiento” del destino final de los ingresos o del origen de los recursos, y productos vendidos de manera mayorista a otros actores económicos.
A tono con Ramírez, algunas cooperativas han reaccionado adecuadamente a los problemas detectados en los controles y los han solucionado, “pero cuando las incongruencias se reiteran y no se resuelven, una de las medidas es disolverlas”.
Como ha reconocido la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo de los Lineamientos, encargada de dar seguimiento a este ensayo, entre las limitaciones e insuficiencias identificadas sobresalen actos de indisciplinas, apropiación indebida de recursos y de ingresos, personas que fungen como socios de varias cooperativas a la vez, deficiencias en los registros contables, utilización de créditos bancarios con fines diferentes para los cuales se otorgaron, y algunos hechos de corrupción.
También aparecen “dificultades que se extienden más allá del trabajo interno de las propias cooperativas, evidenciándose falta de rigor y exigencia en el seguimiento, control y fiscalización por los organismos involucrados”.
Tras un lustro de iniciado el experimento, Cubadebate constató, en tres de las cooperativas gastronómicas de La Habana, problemas que las colocan a la zaga de lo esperado: que complementen a la empresa estatal y se conviertan en una alternativa más “socialista” en relación con el sector privado. [1]

Algunos males “curables”

Tania Cano es la presidenta de la CNA El Potín, una cafetería-restaurante localizada en la céntrica esquina de Línea y Paseo. Allí se ofertan entrepanes, bocaditos y sándwiches; helados en todas sus variedades, jugos naturales, ensaladas de vegetales y frutas, además de elaboraciones con pollo, cerdo, pescado y carne de res, en el área de restaurante.
Pese a la sumamente ventajosa ubicación del establecimiento, el deseado despegue y éxito de esta cooperativa aún no se hace palpable. En 2015 tuvo deudas millonarias con el Banco, la ONAT y algunos proveedores, además de pérdidas que la hicieron cerrar y cambiar la “dirección” de la misma; el propio año pudo abrir y desde entonces la presidencia recae en Cano, seleccionada por los socios.
Eso se debió a factores que podrían haberse garantizado desde un primer momento, como el cambio de mentalidad, pues de cierta manera, antes se estaba acostumbrado a “todo en las manos” y luego, desde el momento en que hubo que construir una nueva empresa había que solidificarla desde los cimientos, cosa que no se hizo, aduce la presidenta de El Potín.
Ante la situación de quiebra y con el deseo de mantener a flote la emblemática casa, se renegociaron las deudas y, hasta ahora, se honran todos los compromisos contraídos con las entidades acreedoras, subraya la titular.
Cano ve entre los factores esenciales para que cuajara desde sus inicios la iniciativa del cooperativismo, el necesario cambio de mentalidad y de conocimientos para llevar adelante estas organizaciones socioeconómicas.
¿Dónde está el problema? Para Mirurgia Ramírez, hay que “comenzar a gerenciar, administrar, pensar como equipo… y esa cultura no la tenemos formada”. Considera que en las cooperativas aún prima la percepción de jefe y subordinado que cumple órdenes, como sucedía antes de pasar a la nueva forma de gestión.
En la mayoría de las CNA creadas a partir de una unidad empresarial estatal (inducidas), el administrador continuó como presidente, a pesar de no ser obligatorio, y con ello, el vacío en la cultura de participación e integración, opina la funcionaria del MINCIN.
“La mentalidad no tienen que cambiarla sólo las cooperativas, sino los funcionarios que las atendemos, las asesoramos, quienes estamos vinculados con ellas”.
Salta a la vista -y así lo consideran académicos- la ausencia, en sus orígenes, de una información en cuanto a las particularidades de esas organizaciones: educación cooperativa, en pocas palabras.

La capacitación es esencial

En diálogo con Yisel Gil, administradora de la CNA El Carmelo, aseguró que siempre ha existido el acompañamiento de la Empresa de Restaurantes de La Habana, la cual les “sigue brindando atención y guía en lo relativo a los instrumentos jurídicos” por ejemplo, los relacionados con la nueva Resolución 54 de Protección al Consumidor, además de que se les convoca a participar en foros y cursos sobre diversos temas relacionados con el sector cooperativo.
Tania Cano argumenta que existen cursos organizados por la Escuela Provincial de Capacitación del MINCIN para fiscalizadores, presidentes y contadores, además de que se enriquecen el trabajo y la metodología con las experiencias positivas y negativas percibidas durante el período de funcionamiento de las cooperativas.
Aún falta que “llegue al terreno” y se divulgue en tiempo y forma la información acerca de esas acciones de capacitación, precisa Cano, quien a la vez aboga por un mayor acompañamiento jurídico.
De acuerdo con la directora general de Servicios del MINCIN, ese organismo ofrece cursos en todas las escuelas de capacitación del país y en los lugares donde no existen (Sancti Spíritus y la Isla de la Juventud), tienen otras alternativas para la superación.
A nivel central -argumenta- se ha organizado un programa de capacitación que continuará desarrollándose. Reconoce Ramírez que, sin embargo, han de divulgarse más las acciones de superación pues no se conocen lo suficiente. “La Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba también ha impartido cursos”.
“Quizás faltó potenciar este aspecto antes de pasar a ser cooperativas, pues la mayoría de los trabajadores se prepararon sobre la marcha, y sólo en aspectos muy puntuales acerca de la formación, pero no el funcionamiento, eso vino después”.
Mirurgia Ramírez alerta que las cooperativas deben incluir en sus planes económicos, de un año para otro, un fondo para la capacitación.
Una situación diferente se ha dado con La Casona de 17. Yadira Alfonso, su presidenta, opina que ha faltado capacitación por el Ministerio de Turismo (MINTUR), organismo rector de esa cooperativa junto con otras 18 (según datos de la ONEI). Desamparo total, estamos en tierra de nadie, apunta, aunque precisa que la directiva de la instalación está al tanto de que los socios dominen los estatutos que rigen el trabajo de las CNA.

¿Y la Ley General de Cooperativas?

Sería un elemento definitorio para que despunten las CNA. Luego de un lustro, se impone la necesidad de perfeccionar el marco legal que rige el desempeño de estas formas.
Normas que rigen a las Cooperativas no Agropecuarias. Infografía: Edilberto Carmona/ Cubadebate.
Llevamos cinco años esperando por una ley de cooperativas, reclama la presidenta de La Casona de 17, y cita que en ella debería revisarse, por ejemplo, el tema de la contratación temporal de trabajadores (ahora sólo por tres meses).
Creo que el hecho de que aún no haya salido una ley se debe a que se está en un período experimental, considera Tania Cano. Según su opinión, hay que concentrarse más en las instituciones que atienden a estas organizaciones. “Se han quedado estáticas, hay que concretar el apoyo a las cooperativas”.
“Dependemos de muchas cosas ajenas a nosotros para poder crecer, ser reconocidas y poder identificarnos dentro del mercado”.
Cano se pregunta que si la creación de las CNA “es una tarea del Partido, de la dirección del país, ¿cómo es posible que existan tantos problemas?”.
“Para nosotros es fundamental el tema abastecimiento, no estamos ajenos a las dificultades del país, pero las personas y las entidades involucradas tienen que centrarse en el asunto”.

Mercado mayorista y suministros: Mucha tela, poco por donde cortar

El tema de los abastecimientos fue recurrente no sólo en la actual investigación, sino en muchas otras desarrolladas por académicos y medios de prensa -consultadas para la confección de este reportaje-. Se trata de un escollo en los procesos productivos, no sólo de las CNA, sino del empresariado de manera general.
Como apuntan las investigadoras Camila Piñeiro y Dayrelis Ojeda, a tono con las normativas vigentes, las cooperativas pueden comprar a las diferentes empresas comercializadoras mayoristas estatales del país. Sin embargo -en la mayoría de las ocasiones- estas empresas no cuentan con la mercancía necesaria en cantidad, calidad o variedad; deben cumplir con lo establecido en los planes y priorizar empresas bajo su subordinación.
“…La situación se ha agravado en 2017 producto de la falta de financiamiento que tienen los ministerios debido a las mayores restricciones de nuestra economía”[2].
Aunque algunas comercializadoras -continúan las expertas- han alegado que tienen capacidad para dar respuesta a las demandas de las CNA, en la práctica no ha sido así, y no por falta de gestión de las cooperativas.
Tania Cano, presidenta de El Potín, asevera que no existe sostenibilidad en los abastecimientos. Recuerda que con anterioridad, las empresas que los “atendían” desagregaban de su plan para el abastecimiento a las cooperativas.
Insiste en la necesidad de consolidar el mercado mayorista para la adquisición de materias primas a las que están “obligados” a acceder en la red minorista de comercio.
Mercabal nació en marzo de 2017 con ese objetivo: el suministro mayorista de productos alimenticios a las CNA. Pero eso es solamente un escalón, pues allí lo que se ha hecho es colocar de manera centralizada los productos que recibíamos antes por los proveedores estatales como “bondad” a la política de beneficio para el crecimiento y desarrollo de las cooperativas, expresa Cano.
Mercado Mayorista de Alimentos, en Avenida 26 esquina 35, Plaza de la Revolución, La Habana. Foto: Modesto Gutierrez Cabó/ ACN.
La Empresa Mayorista de Tabacos, Cigarros, Fósforos y Productos Alimenticios para el Consumo Social, es la entidad encargada de la nueva modalidad de abastecimiento y venta a las CNA, y a la que pertenece Mercabal, donde se venden productos como el arroz, granos, azúcar, sal, refrescos, cervezas (Mayabe, Tínima y Cacique), ron, salchicha, hamburguesa, confituras, cigarros, tabacos, café y otros, todos con un 20 por ciento de descuento y en el caso del pollo, con un 30 por ciento.
Aspiramos a que en el futuro en Mercabal se puedan adquirir todas las materias primas necesarias y que, para ello, no sea preciso un plan; pero tampoco podemos olvidar que vivimos en una economía limitada, con recursos limitados, recuerda Mirurgia Ramírez, directora general de Servicios del MINCIN.
Por encima del plan, estamos conscientes que las cooperativas demandan cervezas, vinos, confituras, y de esos surtidos no tenemos un reaprovisionamiento suficiente; no existe en el país una producción como para respaldar esa demanda, refiere.
El nuevo mercado asegura a las cooperativas lo que recibían de varias empresas cuando pertenecían a la gastronomía y, para las CNA, debería ser una ventaja hacer su contrato anual con una sola entidad; pero ahora, la inquietud de Cano está en que se debe hacer el pago (en CUP) en el mismo momento de la compra, a través de una tarjeta magnética emitida por el Banco Central de Cuba.
Esto permite que no se generen cuentas por cobrar y pagar, pero cercena la posibilidad a las cooperativas de tener un margen de tiempo para pagar, sobre todo para aquellas que enfrentan problemas de liquidez, considera la titular de El Potín.
¿Dónde está el beneficio? se pregunta Cano, si además se añade la traba de que “no se ha enriquecido la cantidad de productos que allí se colocan”. En Mercabal no pueden obtener, por ejemplo, queso o jamón, también importantes en la elaboración de platos, como el caso de su cafetería-restaurante.
Con las cervezas hay un abastecimiento insuficiente e inestable, apunta Tania Cano, quien además reclama un suministro regular de otras como Cristal y Bucanero, las cuales no se venden en Mercabal, sino a través de otros proveedores y en la red minorista, a la que “estamos obligados a recurrir y donde muchos de esos renglones están controlados”.
También existen contratiempos para adquirir los productos del agro, comprados “al día” de forma minorista en los mercados agropecuarios. Esta es otra de las debilidades, abunda la presidenta de El Potín.
La situación de La Casona de 17 no es menos desfavorable con respecto a los abastecimientos. Yadira Alfonso, su presidenta, asegura que en estos momentos la cooperativa está en un “proceso severo”, debido a los suministros y la falta de ingresos. “En Mercabal no podemos comprar porque somos una cooperativa del MINTUR, y ese mercado mayorista es sólo para las del MINCIN”.
La Casona de 17. Foto: L Eduardo Domínguez/ Cubadebate.
El arroz con pollo, producto “estrella” de la casa, apenas se vende porque ahora están obligados a adquirirlo en la red minorista, sin descuento del 20 por ciento, como sucedía cuando tenían contratación con la comercializadora del turismo, ITH S.A. Por tanto, las ventas han decaído.
Desde 2016, La Casona de 17 forma parte de un experimento bajo el cual tienen suministro directo de Bucanero S.A., Los Portales S.A. y Brascuba S.A. “Eso ha funcionado sin problemas y contamos con las provisiones de agua, refrescos y cigarros -no tanto con los de cerveza-, pero como proveedores se les debe pagar en 30 días, y si yo no ingreso, no tengo dinero; por lo que no puedo pagar a mis proveedores”.
“Hemos tratado de establecer contratos con empresas estatales, incluso agencias de viaje, pero se niegan porque somos cooperativa. No tenemos contratos con empresas de cárnicos, jugos o confituras, porque no tenemos acceso a ellos”.
“La situación con las ventas está dura, diario se ocupan pocas mesas, al salón a veces no entra nadie y la cooperativa debe pagar una suma mensual de más de cinco mil pesos a Palmares, por concepto de arrendamiento… Para que esto sea rentable tengo que recaudar diariamente 3 mil CUC, tener utilidades para repartir a los socios, y no estamos promediando ni siquiera 400 pesos diarios”.
Ya estamos dando al traste, al punto de la quiebra, enfatiza la presidenta de La Casona de 17.
Los abastecimientos siguen siendo insuficientes también para El Carmelo, con un plan de provisiones que no responde a las ventas  en esa instalación gastronómica ubicada en la céntrica esquina de Calzada y D.
De acuerdo con su administradora, Yisel Gil, con vistas a cubrir la demanda, también tienen que acudir al mercado minorista. En estos momentos la cooperativa tiene problemas con la adquisición de cigarros y cervezas nacionales debido a dificultades con los proveedores. Estas mercancías por, ejemplo, tienen precios topados, por lo que no me resulta factible comprarlos la red minorista, precisa.
“Tampoco estamos incluidos en el plan experimental que se hizo con otras cooperativas, a las que sí les abastece directamente Bucanero S.A. Estábamos muy interesados pero todavía no hemos podido”.
Gil aclara que la cooperativa, de 32 socios, trabaja mediante un plan y tratan de cumplirlo, aunque a veces por “cuestiones ajenas” no pueden. “Este año ha sido crítica la situación de los abastecimientos y no se ha podido cumplir con el plan. Solamente el ejemplo de los cigarros, que no es el único pero sí el más tangible, afecta considerablemente las ventas. Eso cuando se hizo la planificación el año pasado año no se tuvo en cuenta; así sucede con otras mercancías”.

Algo primordial: Los precios

Según un estudio a varias cooperativas[3], el aumento de precios ha sido el menor posible, en la mayoría de los casos.
Un criterio manejado en la investigación es que si las CNA incrementan los precios a sus productos o servicios, pueden perder parte del mercado y eventualmente disminuir las utilidades de la cooperativa, también se debe a la lógica que “no se trata de la maximización de la ganancia, sino de la satisfacción de las necesidades de los asociados, sus familiares y las comunidades”.
En El Potín los precios oscilan entre los 2.50 CUC (alrededor de 60 CUP), hasta 7 CUC (175 pesos). La obligación de ir al mercado minorista para adquirir los productos encarece el precio, pero amén de eso, están bastante asequibles para la población, considera Cano.
La aceptación de las tarifas está demostrada por la concurrencia -aún no la que se desea- de varios clientes, tanto los fines de semana como los días laborables, esencialmente en el horario de almuerzo y hasta las cinco de la tarde, según la presidenta de la CNA.
Tampoco El Carmelo muestra “desorbitantes” tarifas. En general los precios son bastante económicos, “porque estamos diseñados para eso, siempre tratamos de tener un margen de ganancia, pero dentro de lo permitido, y tratando de mantener siempre la correlación calidad-precio, según la oferta y la demanda”, aclara la administradora del establecimiento.
Recordemos que las cooperativas conforman sus precios según oferta-demanda, pero el Estado aprobó un grupo de productos que mantienen el mismo precio del sistema estatal (máximos aprobados o “topados”). De acuerdo con la Resolución 136/16 del Ministerio de Finanzas y Precios, estos son las cervezas de producción nacional, cigarros, refrescos gaseados nacionales, pollo y rones.
Mirurgia Ramírez añade que a los productos elaborados se les incrementa el precio, aunque no siempre los aumentos se corresponden con la calidad de la oferta.
“No se justifican determinados precios en determinados lugares, y esa es una batalla que tenemos que seguir porque, amén de que compran algunos productos en el mercado minorista, también existe un mercado mayorista donde el plan que tenían cuando eran estatales se les continúa garantizando”.
Por ese camino andan las CNA de la gastronomía, formas de gestión que, como se ha comprobado, sí han generado un aumento en la calidad de vida de sus miembros, pero no sin contratiempos objetivos pendientes de solución; el tan deseado cambio de mentalidad no es una mera consigna que debe caer en saco vacío.
Por lo pronto, la creatividad, las ganas de hacer buenas cosas y el empuje han de “adueñarse” de quienes laboran bajo esta modalidad; solo así se verá el florecimiento de dichas organizaciones, tan necesarias para hacer más agradable la cotidianidad de los cubanos.  
[1] Ojeda Suri, Dayrelis y Camila Piñeiro Harnecker: “Cooperativas no Agropecuarias: situación actual y medidas necesarias”, en Dayma Echeverría León y Ricardo Torres Pérez (comp.): Miradas a la economía cubana. Un acercamiento a la actualización, seis años después. Editorial Ruth, Panamá, 2017, pp. 137-149.
[2] Ídem
[3] Ídem

Vea el primer trabajo de esta serie sobre las Cooperativas:

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