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jueves, 10 de enero de 2019

La economía cubana en 2018, ¿camino a la actualización?

Un repaso al comportamiento de la economía durante los últimos 12 meses y al proceso de transformaciones en curso desde hace siete años.

La industria azucarera experimentó una contracción de 42,7 por ciento con relación a 2017
Foto: Tomada de La Demajagua
Desde 2011, el gobierno cubano puso en práctica el programade actualización del modelo económico y social cubanos, cuya plataforma rectora lo constituyen los Lineamientos aprobados en el 6to Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) en 2011 y actualizados en el Séptimo Congreso celebrado en 2016.
El propósito fundamental del proceso era lograr la eficiencia económica en aras de emprender una senda de desarrollo y construir un socialismo próspero y sustentable. Algunas metas propuestas fueron alcanzar tasas de crecimiento como promedio anual del 5 por ciento, mejorar el balance financiero externo (expandir las exportaciones de bienes, sustituir importaciones), y ajustar los gastos sociales a las posibilidades reales de la economía.
Siete años después se constata un estancamiento del proceso que, a pesar de las múltiples medidas adoptadas, no ha logrado cumplimentar estas metas.
En términos de crecimiento económico, Cuba ha alcanzado tasas más bajas que en el período previo a la actualización. No se ha llegado tan siquiera a un 3 por ciento como promedio en estos años (ver gráfico 1). Ello compromete en buena medida el resto de los resultados previstos. En 2018, el PIB creció un 1,2 por ciento al igual que América Latina en su conjunto.
Gráfico 1. Tasas de crecimiento del PIB cubano, 2001-2018

Fuente: elaboración propia a partir de ONE y ONEi (varios años, Anuarios Estadísticos de Cuba)
 Varios factores externos e internos han incidido en estas bajas tasas de crecimiento. Entre ellos cabe mencionar:
 – La situación política desfavorable que ha enfrentado Venezuela, que es el principal socio comercial de Cuba.
Cuba exporta desde 2005, servicios médicos a Venezuela que, junto a la exportación de otros servicios profesionales de menor relevancia, constituyen la fuente fundamental de ingresos del país desde esa fecha. Parte de esos servicios se pagan con petróleo que contribuye a la satisfacción de buena parte de la demanda de ese bien en la economía cubana.
En 2017, Venezuela se mantenía como el primer socio en el intercambio de mercancías de Cuba con el resto del mundo, con 18 por ciento del total.

-Un retorno a la derecha en países de Latinoamérica que también son relevantes para Cuba, como Brasil y Argentina.
Cuba colabora con Brasil exportando servicios médicos para el programa “Más médicos” desde el año 2013. El nuevo gobierno de ese país ha obstaculizado la participación de los médicos cubanos yel Ministerio de salud Pública de Cuba decidió  retirara todos los galenos que prestaban servicio en esa nación lo que va a repercutir directamente en los ingresos externos de Cuba.
Ambos países (Brasil y Argentina) representaron entre 5 y 6 porciento del intercambio total de mercancías en 2017.

–Fenómenos meteorológicos como la alternancia de abundantes lluvias y sequías; y el azote de huracanes como el Irma en 2017, el más reciente de todos, que de acuerdo a datos oficiales ocasionó pérdidas por un valor de $13,2miles de millones de dólares, y tormentas subtropicales, como Alberto en abril de 2018.
Todos estos fenómenos impactan particularmente al sector agropecuario. Por ejemplo, los daños del Irma al sector ascendieron a más de 4.000 millones de pesos, con afectaciones a centrales azucareros, naves avícolas y porcinas, los cultivos varios y la caña. Estos perjuicios tuvieron una repercusión en las metas a alcanzar en 2018.
 –La contracción de las importaciones que tiene un impacto directo en el crecimiento.
Del total de las importaciones cubanas, el 72 por ciento corresponden a bienes intermedios como promedio entre 2011 y 2017, justamente porque la producción doméstica descansa en buena medida en materias primas y materiales de origen importado.Se constata un esfuerzo por disminuir su peso en las importaciones totales. Según el ministro de economía y planificación, Alejandro Gil (2018), el componente importado de la economía cubana fue de 0,17 USD por peso de PIB en 2017. Este indicador se había planificado en 0,22 para 2018, pero el estimado apunta a un valor similar al de 2017. El plan de 2019 considera un coeficiente importado de 0,19 como máximo.  Gil explica que es posible lograrlo a partir de sostener el programa de sustitución de importaciones, del uso eficiente de los inventarios y del análisis integral y puntual de las importaciones.
 –La no recuperación del sector agrícola, que se mantiene a un nivel equivalente al 64 por ciento del valor agregado que aportaba en 1989.  Este sector ha crecido en un 1,8 por ciento como promedio anual entre 2011 y 2017, insuficiente para contribuir en mayor medida al consumo doméstico. Dentro de ello, el deficiente comportamiento de la agricultura cañera, que conlleva a una producción de azúcar que ronda el millón de toneladas -comparable a lo alcanzado a inicios del siglo XX- y reduce la capacidad importadora de Cuba al significar menores ingresos por exportaciones. La industria azucarera experimentó una contracción de 42,7 por ciento con relación a 2017, y el sector agropecuario en su conjunto, de 4,9 por ciento.
 –El bajo y heterogéneo crecimiento industrial. Se trata de un sector que ha venido perdiendo peso en el PIB cubano: de alrededor de 18 por ciento a mediados de los 90, a 14 por ciento a mediados de la década del 2000 y en 2018 representaba apenas 12 ciento.
Las producciones de la industria manufacturera no azucarera que han presentado una mejor recuperación son las destinadas fundamentalmente a la exportación. Tal es el caso de las bebidas, los tabacos, los productos farmacéuticos e instrumentos médicos y las producciones del níquel.Estas últimas han sufrido una contracción en los años más recientes.También industrias que contribuyen a la sustitución de importaciones en el sector del turismo han tenido un comportamiento relativamente más favorable, como es el caso de la fabricación de muebles.
En 2018 se dio a conocer un nuevo programa de construcción de viviendas.
-La desaceleración del turismo, tras su momento de gloria bajo la administración estadounidense de Barack Obama (2009-2017). Después del 17 de diciembre de 2014 y aun a pesar de las restricciones todavía vigentes para los estadounidenses para viajar a Cuba, la dinámica de visitantes se disparó: de un crecimiento promedio de visitantes e ingresos para el período 2007-2014 de 3,9 y 1,9 por ciento, respectivamente, a 15,7 y 9,1 por ciento en el período 2015-2017. Este crecimiento no descansó únicamente en los visitantes provenientes de Estados Unidos, muchos otros orígenes alcanzaron dinámicas importantes, como son los casos de España, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, México y Rusia.
Con el ascenso, en enero de 2017, a la presidencia estadounidense de Donald Trumpy su agresiva política hacia Cuba, la dinámica de crecimiento de las visitas cayó a 2,1 por ciento en 2018 con relación a 2017, y los ingresos por la actividad turística sufrieron una contracción cercana a los 250 millones de dólares.
 -La baja tasa de inversión, que no supera el 12 por ciento como promedio en el período 2011-2018.Esta es otra limitación importante al crecimiento. Economistas estiman que para alcanzar un 5 por ciento de crecimiento anual, la tasa de inversión debería rondar entre el 25 y el 30 por ciento del PIB, aproximadamente. Por tal razón, y ante el convencimiento de que la capacidad doméstica de ahorro es insuficiente, se ha concebido la inversión extranjera directa como un factor clave en este empeño, dejando atrás la visión de “elemento complementario a los esfuerzos nacionales”. No obstante la prioridad concedida a la IED, la tasa de inversión en 2017 no rebasó el 15 por ciento y en 2018 se vuelve a mencionar al proceso inversionista como uno de los responsables de que no se haya logrado el crecimiento previsto, con un cumplimiento del plan de inversiones de 84,7 por ciento.
Por demás, la reciente renegociación de la deuda externa cubana implica que el país erogue montos significativos anuales, compromiso con el cual no debe incumplir. Estos montos se planificaron en base a un crecimiento del 5 por ciento del PIB como promedio. Al no alcanzarse tal tasa, el pago restringe la capacidad importadora de Cuba y, por ende, de crecimiento, generándose un círculo vicioso.El Ministro de Economía en su intervención ante la Asamblea Nacional del Poder Popular el 21 de diciembre de 2018 explicó que, aun cuando a partir de las políticas implementadas el crecimiento logrado tiene la virtud de no haber incrementado las obligaciones externas del país, todavía se mantiene un elevado nivel de endeudamiento externo y no se cumple con los pagos de la deuda reordenada.
 Gil ha declarado que en 2019 las prioridades son tres: sustituir importaciones por producciones nacionales; cumplir los ingresos por exportaciones (azúcar, turismo, ron, tabaco, níquel y servicios) y lograr la eficiencia del proceso inversionista. Se planifica un crecimiento del 1,5 por ciento superior al del año 2018, sobre la base de los recursos de que dispone el país, sin incrementar el nivel del endeudamiento. Estas prioridades no son para nada novedosas, han estado en el centro de la política económica por más de dos décadas. Es preciso reflexionar porqué estas metas, aunque se retoman una y otra vez, no logran cumplimentarse.
Las cifras anuales de crecimiento del PIB poco explican a la población cubana lo que acontece en nuestra economía. Lo que se percibe es, como mínimo, una inercia en las condiciones de vida, cuando no su empeoramiento. Elementos esenciales como la alimentación, el transporte, la vivienda, el poder adquisitivo de los salarios para hacer frente a consumos esenciales, la oferta de bienes necesarios, se mantienen sin una mejoría relevante para la mayoría de los ciudadanos.
Con relación a la alimentación, según estimaciones brindadas por García y Anaya (2018), la población tiene un consumo aparente promedio de alimentos que cubre las recomendaciones nutricionales diarias. Sin embargo, existe una heterogeneidad significativa en el acceso a los alimentos que genera consumos diferenciados en la población cubana. El consumo normado garantiza una parte de los requerimientos de manera universal para toda la población. El resto del consumo debe ser cubierto en otros espacios disponibles con y sin subsidios. Dentro de los primeros se encuentran el autoconsumo (para aquellos que laboran en entidades con esta garantía), la alimentación pública y el consumo social. Componen los segundos los mercados agropecuarios y las tiendas en CUC (o su equivalente en pesos cubanos según la tasa oficial de Casas de Cambio (CADECA)). Los elevados precios de los alimentos que no cuentan con subsidios, restringen más aún el acceso a los alimentos (ver García y Anaya, 2018).
 –Para el transporte público se diseñó un programa priorizado desde finales de la primera década del 2000. Con relación al transporte de pasajeros, se pusieron en explotación nuevos ómnibus importados desde China, para los servicios urbano e interprovincial. En 2010, con la reapertura del trabajo por cuenta propia, se incorporaron nuevos taxis a brindar servicios a la población y también se crearon cooperativas dedicadas a la transportación de pasajeros. Sin embargo, estas medidas siguen siendo insuficientes para brindar un servicio eficiente. Los precios se han diversificado. A las tarifas de 40 centavos de ómnibus metropolitanos (cada vez más insuficientes), se han añadido otras que oscilan entre 1 y 20 pesos, en dependencia del medio que se emplee. El acceso a este importante servicio también es diferenciado en función del poder adquisitivo con que se cuente. Las medidas tomadas en 2018 con relación a los trabajadores por cuenta propia dedicadas a esta actividad, han provocado la devolución de licencias y la contracción de la oferta. Todo ello ha incidido en un nivel mayor de malestar en la población cubana.
 La vivienda sigue siendo un punto neurálgico en el país. El déficit habitacional es hoy superior al que existía a inicios de los 2000 (929.695 viviendas, según Vivian Rodríguez, cit. por Figueredo, 2018 vs. 600. 000 viviendas en 2004, según Rodríguez García, 2018). Esta situación se agudiza con el azote frecuente de huracanes que destruyen total o parcialmente parte de la infraestructura habitacional del país. En 2018 se dio a conocer un nuevo programa de construcción de viviendas, a través del cual se planifica recuperar el déficit actual en un período de 10 años y en base a la producción municipal de materiales de la construcción. Para ello se diseñó el Programa de Producción Local y Venta de Materiales de la Construcción (PLVMC), calificado como la “industria de materiales de los municipios” (Figueredo, 2018).
Según Vázquez (2018 cit. por Figueredo, 2018), director del programa: “Si el municipio no produce sus materiales, no se desarrollará, no sólo en la vivienda, sino en las obras sociales”. Resulta un poco peligroso hacer descansar un programa tan sensible para las condiciones de vida de la población cubana, en las posibilidades de los municipios. Como estas no son homogéneas, de seguro no todos podrán garantizar sus demandas. Las poblaciones de aquellos que no lo logren, ¿quedarán abandonadas a su fatalismo geográfico?; desde el punto de vista económico ¿resulta eficiente esta dispersión productiva? Por demás, la calidad de las construcciones que se acometen en los últimos años deja mucho que desear. Huelgan los reportajes televisivos y las quejas en la prensa que dan cuenta de esta situación. Vale también señalar que 10 años para recuperar el déficit, no es un tiempo breve para muchas personas que ya llevan años padeciendo esta carencia.
Algunos avances en las comunicaciones han facilitado la vida a parte de la población cubana.
Foto: Jorge Luis Baños_IPS
A esta panorámica se añade que los salarios reales distan de recuperarse a pesar de los incrementos nominales que han tenido lugar a través de los años ya que los precios han crecido más rápidamente. Salarios y pensiones mínimos y medios, no son suficientes para cubrir una canasta básica de consumo.
Los servicios sociales básicos como educación y salud, aunque continúan brindándose de manera universal, muestran un deterioro evidente en términos de cobertura y calidad, que se agudiza en las zonas rurales, a causa de los reordenamientos que han experimentado ambos sectores en medio de la actualización.
Con relación a los bienes de consumo necesarios, se ha asistido en 2018 a un desabastecimiento bastante sostenido durante el año. A ello contribuye la situación de impago a proveedores externos de mercancías.
En términos de equidad, se aprecia una apertura de brechas de diverso tipo: de género, generacionales, económicas, territoriales, entre otras que ameritan una focalización efectiva de las políticas económicas y sociales.
En medio de este panorama, se observan avances en las comunicaciones que facilitan y distienden la vida a parte de la población cubana. La compañía telefónica ETECSA, única de su tipo en el país, ha diversificado su cartera de productos, de servicios y abaratado sus tarifas.
De tal modo, el panorama socioeconómico de Cuba resulta complejo en la actualidad. Siete años después del comienzo de la actualización, la nación caribeña dista de “actualizarse”. (2019).
Referencias:
-Gil, Alejandro (2018): Informe Económico Presentado a la Asamblea Nacional, diciembre.
-Rodríguez García, José Luis (2018):“Cuba y su economía: el 2017 recién concluido y un 2018 que  apenas comienza”, Cubadebate, marzo.
– FigueredoReinaldo, Oscar (2018):“Política de construcción de viviendas: Cuba estima recuperar déficit  habitacional en 10 años”, Cubadebate, noviembre.

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