Otras Paginas WEB

viernes, 29 de marzo de 2019

Una designación inaceptable para la Fed


BERKELEY – En diciembre de 2015, el comentarista de derecha Stephen Moore (elegido por el presidente estadounidense Donald Trump para ocupar una vacante en la junta directiva de la Reserva Federal de los Estados Unidos) atacó salvajemente a la entonces presidenta de la Fed, Janet Yellen, y a su antecesor, Ben Bernanke, por las políticas monetarias laxas de los años que siguieron a la “Gran Recesión”.

Según Moore, que no es un economista profesional, los inversores se habían vuelto “hiperdependientes” de la “política de tipo de interés cero [de la Fed] (…) igual que un adicto se desespera por la cocaína”. Conjeturó que esta “creación de moneda” había tenido efectos nulos en cuanto a “estimular la economía, crear empleos o aumentar los sueldos de los trabajadores estadounidenses”. Encima, Estados Unidos ya había “intentado lo mismo antes (en dos ocasiones) y las dos veces la historia terminó mal, con el estallido de una burbuja (…) en 1999-2000 y (…) en 2008-09”. Según Moore, la enseñanza es que “microgerenciar la economía con la palanca de la creación de dinero en el gran feudo de la Fed no funciona”.

¿O acaso sí? Es probable que Moore no sea el más indicado para juzgarlo. El 26 de diciembre de 2018, también atacó salvajemente al sucesor de Yellen, Jerome Powell, por subir las tasas en un intento de revertir la misma estrategia que había condenado tres años antes. “Cuando en un avión se reduce demasiado la potencia del motor —advirtió—, pierde sustentación y se cae”. Moore se quejó de que después de haber “subido 382 puntos por las expectativas de que la Fed escuchara a Trump y dejara de reducir potencia”, el Dow Jones “se hundió 895 puntos” al conocerse la noticia de otra suba de tasas, y concluyó que esto era la prueba de que “la política monetaria de la Fed está desquiciada”.

Moore esperaba que Powell “tenga una actitud honorable (…) y renuncie”; o en su defecto, que al menos Trump lo despida. En una entrevista que dio esa misma semana, observó: “Legalmente puede reemplazar al presidente de la Reserva Federal con motivos fundados; pues bien, el motivo es que está destruyendo nuestra economía”.

Si esos son los argumentos legales de Moore, mejor ni pensar cómo manejaría la política monetaria. Según sus propias declaraciones, que en diciembre de 2015 los bonos del Tesoro pagaran 0,26% a tres meses y 2,3% a diez años era demasiado bajo, mientras que hoy, 2,42% a tres meses y 2,55% a diez años es demasiado alto.

¿En qué quedamos? Una interpretación generosa sería que las ideas de Moore respecto de la economía nunca cambiaron, y que sus análisis siempre fueron de buena fe. Eso implica que ha de estar sinceramente convencido de que cualquier desviación respecto de una tasa a diez años cercana a 2,4% supone un riesgo inaceptable (ya de crear adictos, ya de destruir la economía).

Otra interpretación generosa sería que Moore siempre actuó de buena fe, pero que sus ideas respecto de la economía cambiaron. En tal caso, tendría que estar muy apenado por sus análisis erróneos anteriores, y dispuesto a pedir disculpas personalmente a Bernanke, Yellen y a todos los que hayan seguido sus recomendaciones entre 2010 y 2016.

Hay, por supuesto, una interpretación menos generosa: que Moore pensó siempre lo mismo sobre la economía, y actuó de mala fe durante el gobierno de Obama. Y otra menos probable es que fue honesto hasta 2016 y actúa de mala fe ahora.

Pero lo cierto es que ninguna de estas interpretaciones es válida, porque todas dependen del falso supuesto de que Moore tiene realmente una visión informada de la economía. Algo de lo que en mi opinión carece.

Es verdad que siempre ha sido defensor de limitar el gasto público y contrario a los impuestos progresivos. Incluso tal vez apoye políticas migratorias más abiertas, como uno esperaría de un autoproclamado conservador libremercadista. O no; tal vez haya cambiado de opinión desde que empezó a asesorar a Trump en 2016. Al fin y al cabo, parece que ya abandonó su compromiso anterior con el libre comercio.

Esto no debería sorprender a nadie. Durante toda su carrera de comentarista militante, el análisis económico de Moore jamás tuvo base alguna en la realidad empírica. Por el contrario, ha mostrado una y otra vez que dirá cualquier cosa con tal de complacer a su líder político.

No hace falta decir que Moore es totalmente incompetente para el puesto al que se lo postula: carece absolutamente de condiciones para conducir la política monetaria de los Estados Unidos. Y lo mismo se aplica a cualquier presidente dispuesto a designarlo y a cualquier senador que votara para confirmarlo.

Traducción: Esteban Flamini


J. BRADFORD DELONG is Professor of Economics at the University of California at Berkeley and a research associate at the National Bureau of Economic Research. He was Deputy Assistant US Treasury Secretary during the Clinton Administration, where he was heavily involved in budget and trade negotiations. His role in designing the bailout of Mexico during the 1994 peso crisis placed him at the forefront of Latin America’s transformation into a region of open economies, and cemented his stature as a leading voice in economic-policy debates.

No hay comentarios:

Publicar un comentario