Sé
conoce que el comienzo de la historia de los Estados Unidos de América se
remonta al año 1607, cuando tres naves procedentes de Inglaterra, echaron ancla
en la Bahía de Chesapeaks, al este del continente, con la finalidad de fundar una
colonia.
Los
colonizadores –solo hombres- eran caballeros arruinados, ex –presidiarios y
gente que no tenían nada que perder y apenas pudieron sobrevivir durante los
primeros años.
Posteriormente,
en 1620, la nave “Mayflower” con cien colonizadores procedentes de Holanda,
desembarcaron algo más al norte. Eran grupos de filiación religiosa de rígida
militancia pertenecientes a la Secta Puritana implacablemente
perseguidos en Inglaterra tuvieron que emigrar a Holanda, donde florecía la libertad
de cultos.
Diez
años después, en 1630, otro contingente de la misma Secta, compuesto por mil
emigrantes, arribó al continente y fundaron Boston.
Durante
el proceso de colonización se formaron 13 colonias, con una superficie
aproximada de 500 mil kilómetros cuadrados y una población de 2 millones 500
mil habitantes, de los cuales medio millón eran negros, incluyendo a los
indios, a quienes se veía por todas partes, pero no habían sido contados.
En
1775, el terreno estaba preparado y se daban ya los elementos y las condiciones
para la independencia de Inglaterra.
Y es
así, que el 4 de julio de 1776, Thomas Jefferson redactó el Acta adoptando la
histórica “DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA”; y con ella el inicio de
la guerra contra el Imperio inglés, hasta la paz definitiva y el reconocimiento
formal por Inglaterra de la independencia, el 3 de septiembre de 1783.
La
Declaración de Independencia, anterior a los Derechos del Hombre y del
Ciudadano de la Revolución Francesa,
proclamaba que TODOS LOS HOMBRES
NACEN IGUALES Y A TODOS LES CONFIERE
SU CREADOR CIERTOS DERECHOS INALIENABLES, aunque no incluía la condena al
comercio de esclavos y la abolición
definitiva de la esclavitud en todas sus formas. No solo anunció el
nacimiento de una nación, sino que el camino inaugurado se convirtió en una
monumental fuerza dinámica en todo el mundo sojuzgado.
Por
último, el 17 de septiembre de 1787, se sancionó la Constitución.
Esta
Carta Magna fue ratificada en 1789. Los indígenas estaban de facto excluidos.
La Corte Suprema en 1883, ratificó que un Indio Americano es por nacimientos un
“extranjero y un dependiente”.
Ya
no se trataba de un documento enarbolado en un momento enardecido en que los
hombres se disponen a morir por una causa libertaria, sino de una obra
elaborada por diestros abogados y caudalosos negociantes, aristocráticos,
limitando al máximo la intervención del Poder Central, estableciendo en el
derecho de propiedad el fundamento de la sociedad civil.
Por
otro lado, una parte de los principios enunciados en la Declaración de
Independencia, se mostró limitado en lo que las teorías más avanzadas de la
época fueron prácticamente ignoradas.
El
propio George Washington declaró que la Constitución se sancionaba “para evitar
el peligro que era la democracia”. Para Benjamín Franklin, primer filósofo
social norteamericano y uno de los próceres más notables, la Constitución “era
un instrumento demasiado monárquico”.
En
la Reflexión del compañero Fidel: “La política cínica del imperio”, se expone
lo siguiente:
“Los Estados
Unidos de hoy no tienen nada que ver con la Declaración de Principios de
Filadelfia formulada por las 13 colonias que se rebelaron contra el
colonialismo inglés. Hoy constituyen un gigantesco imperio, que no pasaba en
aquel momento por la mente de sus fundadores. Nada cambió sin embargo para los
indios y los esclavos. Los primeros fueron exterminados a medida que la nación
se extendía; los segundos continuaron siendo objeto de subasta en los mercados
– hombres, mujeres y niños- durante casi un siglo, a pesar de que “todos los hombres nacen libres e
iguales”, como afirma la Declaración. Las condiciones objetivas en el planeta
favorecieron el desarrollo de ese sistema.”
Independientemente de las ideas y concepciones de los próceres
que participaron en estos monumentales acontecimientos de los siglos XVII y XVIII,
lo que se registra en la historia y se ha ratificado en la práctica; no es muy
difícil comprender como se fueron tergiversando esos principios hasta llegar al
despreciable posicionamiento de los elementos que dominaban en todas las ramas
a esa sociedad, muchos de los cuales padecían de desarreglos biológicos y
fatídicos ADN, inoculados de sus predecesores de la otra parte del Atlántico.
Veamos de aquí
en adelante como esa nación se ha ido convirtiendo en un poderoso imperio,
trasgresor de leyes, expansionista a costa de países débiles, imponiendo a la
fuerza su hegemonía, creando conflictos militares, apoyando a regímenes
dictatoriales, derrocando gobiernos y obligando a la humanidad a seguir un
sistema egoísta, consumista y neoliberal, que niega precisamente los principios
originales sobre los que fue creada esa nación.
·
1801. Siendo presidente de los
Estados Unidos, Thomas Jefferson, indicó: “Aunque nuestros actuales intereses
nos restrinjan dentro de nuestros límites, es imposible dejar de prever lo que
vendrá cuando nuestra rápida multiplicación se extienda más allá de los
límites, hasta cubrir por entero el Continente del Norte, sino es que también
el del Sur, con gente hablando el mismo idioma, gobernada en forma similar y
con leyes iguales.
·
1806. El mismo Jefferson le negó
apoyo a uno de los precursores de la independencia latinoamericana, el
venezolano Francisco de Miranda, a pesar de la inestimable ayuda que éste le
había prestado a la independencia de las Trece Colonias. Fiel al criterio
expresado en 1786, reiteró que: “no veía
con mucho entusiasmo “la idea de la emancipación de los pueblos
hispanoamericanos del dominio colonial español.
·
1823. El 2 de diciembre de 1823, como
secretario de Estado, John Quincy Adams, leyó mensaje al Congreso exponiendo
los postulados que acuñaron la primera doctrina concreta norteamericana en materia
de relaciones exteriores, la DOCTRINA
MONROE. En esta fórmula no había el reconocimiento implícito del derecho de
las naciones hemisféricas para declararse independientes de sus metrópolis, ni
para reclamar una parte proporcional en la defensa solidaria contra la amenaza
de cualquier fuerza extra-continental.
·
1831. Un buque de guerra de los
Estados Unidos desalojó a las autoridades de las Islas Malvinas, como
represalia por la captura de tres embarcaciones de su país que habían violado
las disposiciones de Buenos Aires. Ante las demandas inglesas, el Secretario de
Estado de Estados Unidos, Louis McLane
otorgó garantía de que los Estados Unidos reconocerían los presuntos
derechos soberanos de S. M. Británica sobre esas islas.
·
1837.
Lo que habrán de ser los norteamericanos a partir de la guerra de Texas,
fue advertido por William E. Channing en carta dirigida al Secretario de Estado de los Estados
Unidos, Henry Clay. El previó cual sería el verdadero papel de los Estados
Unidos en el mundo: “Su caída moral, inversa al poderío alcanzado; la
contradicción entre sus leyes y su política; el desacuerdo entre la apropiación
de países y los principios democráticos obsesivamente propalados. La nación no
sería la imaginada en la Declaración de Independencia, sino la formada por las
medidas de Jefferson y continuadas, fielmente por otros gobernantes: desalojar
a los indios, esclavizar a los negros, expoliar a México”.
·
1848. La victoria miliar
estadounidense contra México, obligó al gobierno de ese país, entonces presidido
por José Joaquín Herrera a firmar el ominoso tratado Guadalupe-Hidalgo, en
virtud del cual esa nación fue despojada de 2 millones 263 866 km2, mas de la
mitad de su territorio original. México cedió las actuales demarcaciones de
California, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah, parte de Colorado y Wyoming,
una enorme superficie igual a Portugal, España, Francia, Italia y Alemania
juntas. El presidente Polk anotó en su
diario: “Yo pediría más territorios”.
·
1853. El presidente de los Estados
Unidos, Franklin Pierce proclamó que las conquistas y la expansión eran
compatibles con las instituciones de los Estados Unidos. También indicó que la
adquisición de ciertas posesiones en el hemisferio occidental que “aún no
estaban bajo la bandera norteamericana,
era sumamente importante para la seguridad nacional y quizás esencial para la
preservación del comercio y la paz del mundo”.
·
1857. Al llegar James Buchanan a la
presidencia de los Estados Unidos, las expediciones de filibusteros, cuyo
objetivo era conquistar el norte de México y Centroamérica, fueron autorizadas oficialmente. Un año
después, Buchanan pronunció solemnemente el vaticinio de que, con el tiempo,
“la marcha de los acontecimientos convertirá la América Central en parte de los
Estados Unidos”.
·
1871.
El 12 de octubre de 1871, se emitió una proclama por el presidente Grant
de los Estados Unidos, alegando que las actividades de los revolucionarios
cubanos violaban las leyes norteamericanas, los amenazó con estas palabras:
“por cuyo motivo están sujetos a recibir castigo, serán perseguidos con todo
rigor sin que les sea posible esperar clemencia de parte del Ejecutivo, para
salvarse de las consecuencias de sus delitos, caso de ser sentenciados”.
·
1895.
El presidente de los Estados Unidos, Grover Cleveland declaró: “Desde el
Rio Grande hasta el Océano Ártico, no debe haber más que un país y una bandera.
En interés de nuestro comercio (…) deberíamos construir el canal de Nicaragua
(…) y cuando el canal esté listo, Cuba será una necesidad”.
·
1896. El 7 de diciembre de 1896, el
presidente Cleveland lanza su mencionado último mensaje, y sobre Cuba expuso
además: “El reconocimiento de la independencia de Cuba lo juzga imposible, por
no convenir a los intereses de los Estados Unidos.
ESTA REAL
INFAME HISTORIA NOS AYUDA A COMPRENDER CON CLARIDAD MERIDIANA EL POR QUÉ SE
ENGENDRA EN ESA PODEROSA NACIÓN GOBERNANTES
Y GOBIERNOS COMO LOS ACTUALES.
NO HABRÁ
SOLUCIÓN ALGUNA SI SU PUEBLO NO SE PERCATA QUE ESTAMOS EN UNA ENCRUCIJADA QUE
PUEDE LLEVAR A LA HUMANIDAD A UN HOLOCAUSTO.
La Habana, 19 de agosto de 2019. “Año 61 de la
Revolución”
Julio Sergio Alcorta Fernández
Fuentes: Rafael San Martín (Tomo I)