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viernes, 3 de julio de 2020

COVID-19 en Cuba: ¿colapso económico inevitable?

"Nunca hay un callejón sin salida", dice experto en economía de Cuba. Ante la profunda crisis, agudizada por la COVID-19, propone medidas que podrían reactivar la producción, partiendo por la agricultura.


Cifras oficiales en mano, Carmelo Mesa-Lago analiza la compleja situación de la isla, la peor desde la desaparición de la Unión Soviética. El catedrático de economía y estudios latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh sugiere caminos de reactivación para un modelo de planificación central que no ha logrado levantar al país y se ve empeorado por las sanciones estadounidenses, la crisis venezolana y el coronavirus.

DW: ¿Cómo grafica la profundidad de esta crisis?

Carmelo Mesa-Lago: Partiendo por el crecimiento del PIB. En 2006 era de 12% y ha caído gradualmente. A pesar de un pequeño repunte en 2015, influido por el proceso de aproximación con Estados Unidos, en 2019 llegó a 0,5%. Eso es estancamiento. La CEPAL proyecta que el crecimiento caerá un 3,7%. Mi estimación, basada en la baja del turismo y las remesas, es de -5%. Al mismo tiempo, el déficit fiscal llegó a 8% en 2018, mientras el promedio de América Latina y el Caribe fue de 2,2%, y han caído la producción industrial, agropecuaria, minera y manufacturera.

DW: ¿Qué ocurre con el turismo, uno de los motores de la economía cubana?

Barack Obama flexibilizó los viajes a la isla y hubo una aceleración tanto en el número de turistas, que llegó a 4,7 millones, como en el ingreso bruto por turismo, de casi tres mil millones de dólares en 2018. Llegó Trump y prohibió los cruceros y los vuelos a las provincias. Luego vino el coronavirus, se redujeron los turistas europeos, y en abril Cuba cerró sus fronteras. Yo calculo una pérdida de 1.800 millones de dólares en 2020.

DW: ¿Qué otros ingresos se verán afectados por la COVID-19?

Después de la exportación de servicios profesionales, principalmente médicos, las remesas son la segunda fuente de divisas y el turismo la tercera. El cierre afecta a las remesas, que, además de ser enviadas por giro postal, son llevadas por viajeros. Las recibe el 65% de la población y en 2019 llegaron a 3.700 millones de dólares, solo en efectivo, sin contar una cantidad similar en alimentos, medicina y bienes de consumo. Este año podrían caer a 2.400 millones de dólares.

DW: ¿Qué factor es el más gravitante en la agudización de la crisis?

El cubanoamericano Carmelo Mesa-Lago es catedrático emérito de economía y estudios latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos.

Es una combinación de factores. Primero, la caída sustancial de la relación económica con Venezuela. Entre 2014 y 2017, la venta de servicios profesionales cayó un 25% y el envío de petróleo a Cuba bajó un 70%. Esto se debió a la crisis de Venezuela, pero también, en menor medida, al intento de Trump de impedir los envíos. Las sanciones de Estados Unidos han paralizado la inversión en Cuba y los turistas de ese país disminuyeron 22% el año 2019. Entre enero y marzo de este año, la caída fue de un 72%. En cuanto a las remesas, Trump puso en la lista negra a la compañía intermediaria que recibe el dinero que se envía con la Western Union desde Estados Unidos. Si cortan el envío de remesas sería un golpe durísimo para la población.

DW: ¿Cómo puede enfrentar Cuba esta crisis?

Cuba no tiene recursos para lanzar un paquete de rescate, como han hecho otros países. Ya había reducido la importación de alimentos, porque no tiene divisas, y no pudo cumplir un pago de su deuda con el Club de París. Tampoco el envío de médicos a varios países, como Argentina o Italia, compensa la gran caída de profesionales a Venezuela y la salida desde otros países como Brasil o Bolivia. Antes de que la crisis empeorara, ya a principios de 2019, Cuba sabía que Trump crearía una serie de problemas y sabía de la crisis de Venezuela. Pero las medidas del gobierno no han dado ningún resultado. Hay consenso en que son insuficientes, no son innovadoras, no dan cuenta de la magnitud de la crisis o la ignoran.

DW: ¿Es un callejón sin salida?

Nunca hay un callejón sin salida. El camino que sería políticamente más probable en Cuba es la vía chino-vietnamita, dos países donde el Partido Comunista sigue al mando del gobierno. Estas medidas no representan una amenaza política para Cuba, como sería moverse hacia una economía de mercado. China y Vietnam resolvieron el problema y tienen altas tasas de crecimiento.

DW: ¿Qué reformas implica?

Estos países empezaron con la agricultura, que es fundamental para Cuba. Hoy la isla exporta la mitad que en 1989 y está importando dos mil millones de dólares en alimento, cuando el 65% podría ser producido localmente. La reforma se basa en tres elementos: dejar que el campesino pueda sembrar lo que quiera, le venda a quien quiera y que los precios los fije la oferta y la demanda. Un problema en Cuba es el acopio: hay que venderle al Estado la mayoría de la cosecha, en algunos casos el 70%, y éste fija el precio por debajo del de mercado, lo que es un desincentivo para la producción. Sin efectivo, se demoran los transportes, se pudren las cosechas en el campo... China y Vietnam sufrían hambrunas periódicas y la reforma terminó con eso. Hoy son autosuficientes en alimento y Vietnam es un exportador agrícola neto, le vende a Cuba 250.000 toneladas de arroz.


En opinión de Mesa-Lago, una reforma a la producción agrícola, como ocurrió en China y Vietnam, es un motor fundamental para que Cuba pueda salir de la crisis.

DW: ¿Cuánto tiempo pueden tomar las reformas?

En China y Vietnam se hicieron entre seis y siete años, pero desde que se empiezan a implementar, proveen un incentivo para la producción agrícola y en pocos años el país se vuelve no solo autosuficiente, sino exportador de alimentos. Vietnam empezó la reforma agrícola todavía estando bajo embargo de Estados Unidos. Para esto no importan las medidas de Trump, es un tema interno y Cuba puede empezar a resolver el problema desde ya, pero no es la voluntad del gobierno.

DW: ¿En lo inmediato, se acerca Cuba a un colapso o va a resistir?

El consenso es que todavía no está en la situación de la crisis de los 90, pero se va acercando muy rápidamente. El economista monetarista más importante de Cuba, Pavel Vidal, ha dicho que éste es el período especial (crisis tras la caída de la URSS), sin los apagones eléctricos. Pero los apagones van a venir por el problema de suministro de petróleo.

DW: ¿Cómo lo vive el cubano en el día a día?

Le afecta durísimamente, porque hay una escasez enorme de alimentos, cada vez menos productos disponibles por racionamiento y los precios se han disparado. Cuba ha autorizado en parte la circulación del dólar, pero eso no resuelve el problema. La incertidumbre es muy grande. Hay que tener en cuenta que el salario medio en el sector estatal, correspondiente al 68% del empleo total, es de 36 dólares al mes. ¿Qué se puede comprar con eso? Si se cortan las remesas será una catástrofe. Los dirigentes no van a ser afectados por esta medida, pero sí el pueblo.

(vt)

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