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martes, 14 de julio de 2020

Repartir el pastel de otra manera

¿Cómo se ha comportado la asignación de recursos a la agroindustria no azucarera e industria alimentaria, un sector considerado estratégico?



La agricultura es hoy una de las actividades que acapara la atención de los cubanos. En los medios, en las redes, en las agendas de casi todas las reuniones de los gobiernos locales y de otras instituciones, el “sector que produce alimentos” está siempre presente.

Creo que nunca se había escrito y publicado tanto sobre el sector agropecuario, decenas de artículos y centenares de páginas de comentarios, reportajes sobre “casos exitosos” y estrategias puestas en práctica, sobre planes futuros y, lógicamente, sobre todas las dificultades que enfrenta el sector, asociadas a las restricciones financieras y al daño que el bloqueo estadounidense le produce a la producción de alimentos en el país.

No alcanza el tiempo para leérselo todo. Magníficos reportajes de prensa, artículos científicos divulgativos muchos de ellos muy bien informados, en medios oficiales o no, que incluso contienen propuestas de “qué hacer”. Abarcan desde los problemas asociados a las normas y las regulaciones que “pesan” sobre el sector, los problemas asociados a la investigación, desarrollo e innovación (I+D+I) y su puesta en práctica, hasta propuestas de cómo mejorar la calidad y cantidad de lo producido y las formas de comercialización, el papel de la producción y comercialización local, el rol de las diferentes “formas productivas” y la importancia de la agroecología para disminuir nuestra dependencia alimentaria. No creo que otro sector haya logrado tanta atención en los últimos años y en especial en los últimos meses. Solo lo supera la atención y el seguimiento a la evolución de la pandemia.

Está muy presente también en la vida cotidiana de cada cubano, en su mente y en una buena parte de su “día de trabajo” y lógicamente, en sus sueños. Pensar, o dormir pensando en la agricultura, ya sea en forma directa o indirecta, va siendo parte de la cotidianidad y le produce al cubano promedio sensaciones y sentimientos tales como desesperación, incertidumbre, rabia, estupor, perplejidad, insomnio. El sector que produce alimentos ha logrado cambiar las reglas básicas de la aritmética, aquí el hecho de que todos los miembros de una ecuación tengan signo positivo, no garantiza necesariamente un resultado del mismo signo.1

La agroindustria no azucarera e industria alimentaria, con énfasis en la integración con el sector primario agropecuario fue identificado hace ya cuatro años como un sector estratégico2 de la economía cubana junto a otros diez —quizá demasiados para una economía tan pequeña— que tenía ya en aquellos momentos y aún tiene tres grandes males: una excesiva dependencia alimentaria, una alta dependencia energética y una profunda debilidad estructural de su sector externo, que se manifiesta en una alta concentración en mercados y productos —también en el caso de los servicios— , y en productos de baja y media tecnología. Esa combinación, excesivamente nociva, nos ha acompañado durante toda nuestra historia, desde la época de la colonia, pero se hace crítica en la actualidad.

Sin dudas, la agroindustria no azucarera e industria alimentaria, con énfasis en la integración de la industria con el sector primario agropecuario califica con ventajas como estratégica si se atiende a los criterios utilizados para definir aquellos sectores, a saber: representan una importante proporción dentro del nivel de actividad económica del país; posibilitan producir y exportar valor agregado a partir de un recurso natural abundante y altamente competitivo; inciden positiva y significativamente en la balanza de pagos (…) por su capacidad para sustituir importaciones; permiten desarrollar el tejido productivo del país generando encadenamientos hacia atrás (…) y hacia delante; tienen una fuerte relevancia en el mercado interno en términos de generación de empleo, abastecimiento de demandas y economías regionales y locales; impactan de manera directa e indirecta en la generación de empleos productivos; favorecen la conexión con nuevos paradigmas tecnológicos a nivel internacional y la difusión de tecnologías de avanzada al interior del aparato productivo; permiten superar limitantes logísticas o infraestructurales, contribuyendo de forma importante a la elevación de la eficiencia y competitividad del sistema económico o al incremento de la productividad del trabajo; contribuyen significativamente a la soberanía y seguridad nacional; impactan de manera favorable o no gravitan negativamente en la sostenibilidad medioambiental.3

Sí, este es un sector estratégico, muy decisivo, casi de vida o muerte para alcanzar la visión del país, para que los cubanos se sientan prósperos, pues la relación entre un estómago con “incertidumbritis” y la falta de prosperidad es directa y proporcional, aunque claro, no se reduce, ni con mucho, a eso únicamente.

¿Cómo se ha comportado la asignación de recursos a este sector considerado estratégico? ¿Hasta donde ha sido priorizado en relación con otros sectores?

Vayamos a los datos:


Fuente: ONEI, Anuario Estadístico de Cuba 2018, Cap. 12, tabla12,7.

A pesar de haber sido identificado como un sector estratégico, la primero que constatan los datos es que el flujo de inversiones hacia el sector no cambió sustancialmente en términos de su participación en el total. ¿Es posible cambiar drásticamente un sector con relativo atraso sin asignar un volumen creciente de inversiones? ¿Qué decir en el caso de la pesca?

Para ese mismo período estos tres sectores, todos decisivos en la producción de alimentos, comparaban con desventaja con relación a otros sectores de la economía nacional.


Es cierto que el país se ha movido en estos años hacia mayores restricciones de recursos, incluyendo lógicamente los recursos de inversión, sin embargo, parece necesario replantearse la asignación de estos, pues mientras en el sector del turismo (Servicios empresariales y actividades inmobiliarias) resulta mucho más fácil encontrar inversionistas extranjeros interesados en acometer esos proyectos que hoy se financian con recursos nacionales, no parece resulte igual en el caso del sector agropecuario.4

Con mayores incentivos al sector privado y cooperativo agropecuario y fomentando otras formas de hacer agricultura, se pudiera también reducir los montos de inversión necesaria para lograr que el sector despegue, pero no es posible esperar un cambio significativo sin una inyección sustancial de inversiones5, en especial maquinarias y equipos adecuados a las necesidades de lo que es la fuerza más importante de este sector estratégico, que produce el mayor volumen de los alimentos del país: los campesinos privados, cooperativistas y usufructuarios (el sector no estatal) que tiene en sus manos el 80% de la superficie cultivada de la Isla.

En cuanto a las importaciones de maquinarias y equipos, mientras que en el 2015 se dedicaron 326,9 millones de dólares a la importación de maquinas especiales de los cuales fueron a la importación de diversos tipos de maquinarias agrícola (maquinas hortícolas y forestales, tractores de rueda y cosechadores y trilladoras) 99,5 millones de dólares, para un 30%, en el año 2018, de los 255,3 millones dedicados al esas importaciones, lo destinado a maquinaria agrícola alcanzó 17,1 millones de dólares, esto es, el 17%. También es cierto que, en ocasiones, el grado de aprovechamiento de la maquinaria agrícola deja mucho que desear.6

Digamos que, la cuarta parte que antes se dedicaba a la inversión en hoteles se dedique a la creación de capacidades productivas en fincas agroecológicas. Hoy, por métodos agroecológicos se consiguen en nuestro país entre 15 y 17 toneladas de papa por hectárea, imaginemos mil fincas con dos hectáreas distribuidas en todo el país, ¡cuánto se puede lograr! Es cierto que los rendimientos no son los que se obtienen con la aplicación del paquete tecnológico tradicional, pero los costos son menores y el producto es más sano y está más cerca de los consumidores. ¿Acaso no se puede?

Convencidos de lo estratégico de este sector7 y de que existen límites en cuanto a la posibilidad de incrementar la disponibilidad de recursos totales solo queda repartirlos de otra manera ¿no es acaso necesario?, ¿no es acaso posible?

Notas:

1 Repasemos los reportajes de inicios de año sobre el sector (en los últimos cinco años) y comparémoslo con los resultados.

2 Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista. Plan de desarrollo económico y social hasta el 2030: Propuesta de visión de la nación, ejes y sectores estratégicos. Pág. 26 numeral 244.

3 Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista. Plan de desarrollo económico y social hasta el 2030: Propuesta de visión de la nación, ejes y sectores estratégicos. Págs. 25-26, numerales del 223 al 232.

4 Lamentablemente, el Anuario Estadístico de Cuba no ofrece un desglose sectorial de la inversión en sus diferentes componentes (Construcción y montaje, equipos, otros) que permitiría un análisis desde otra perspectiva.

5 En el periodo 1960-1975 la participación las inversiones agropecuarias alcanzaron el 33% del total de inversiones del país, mientras en el período 1976-1990 esas inversiones fueron el 24,4%.

6 También en ocasiones lo que se importa no es lo que el productor agropecuario necesita, o esas importaciones no tienen en cuenta las condiciones de explotación de Cuba, provocando tasas de roturas que conspiran con un mejor aprovechamiento de los equipos.

7 Sería todavía mejor identificar las industrias realmente decisivas dentro del mismo.

Tomado de OnCuba.

1 comentario:

  1. Resulta que lo estratégico en la práctica no resultó tan estratégico. El turismo es dinero fácil y a eso nos acostumbramos a no pasar trabajo y tener las manos limpias. Si los rendimientos por hectáreas son los escritos en tantos y tantos artículos, puedo pasar a ser campesino, el agro es una mina de oro.
    Desde que nací solo oigo hablar que Cuba es un país pobre, eminentemente agrícola y etc, etc, etc., si todas las toneladas de alimentos que pude dar una hectárea se hacen realidad, esta tierra tan deseadas por españoles y americanos no fuera tan pobre. Porque a fin de cuentas, para que los españoles querían esta tierra tan escasa de recursos y porque los americanos tenían tanto dinero invertido en Cuba si los recursos naturales son muy escasos, serán bobos los americanos.
    “El que tiene un amigo tiene un central”, también oi decir mucho eso y aun se oye, es que un central sirve para jugar domino con los amigos, porque aquí casi siempre son improductivos.
    Rogelio Castro Muñiz

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