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miércoles, 10 de marzo de 2021

MEDICINAS PARA LA ECONOMÍA

Por Jorge Gómez Barata

No se trata de especulaciones, sino de datos de la realidad. Si la ciencia hubiera tenido en otras ramas el mismo impacto que en la medicina y las industrias farmacéuticas y biotecnológicas, la economía cubana sería mucho más eficiente y la sociedad más próspera. Otra paradoja es que la eficaz gestión en la formación del capital humano, es poco aprovechada para generar riquezas. Obviamente no se trata de las personas ni de los líderes, sino de carencias de modelo económico.

Conozco varios milagros económicos: Estados Unidos, superpotencia que fue colonia y en 100 años superó a toda Europa, Alemania derrotada y desmembrada en dos guerras mundiales que emergió como primera potencia económica europea, Japón resucitado de entre cenizas nucleares, y China que en 40 años devino segunda economía mundial y los Tigres Asiáticos: Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong.

En todos los casos la liberalización, la intensificación de la economía, la innovación y la incorporación de tecnología avanzadas y capital fueron decisivas. Incluso la Unión Soviética se apoyó en los primeros “planes quinquenales”, entonces una innovación trascendental, para protagonizar un despegue espectacular. Nadie avanzó nunca aplicando fórmulas obsoletas.

No tengo noticias de que se haya registrado un milagro médico, si lo hubiera sería Cuba.

Asombrados, The New York Times, CNN, BBC y otros medios globales, reportan los resultados de la Isla en la lucha contra la COVID-19, especialmente por la creación de cinco candidatos vacunales, de los cuales dos han arribado a la fase III y se fabrican con el horizonte de alcanzar 100 millones de dosis, suficiente para inmunizar a toda la población de la Isla en 2021 e iniciar la exportación en escala significativa. Este resultado se suma a indicadores de salud de excelencia mundial.

El asombro está justificado, por tratarse de un país pequeño, pobre y endeudado que durante 60 años ha soportado el bloqueo económico y el asedio de Estados Unidos y sus clientes y cuyo modelo económico presenta malformaciones estructurales y problemas funcionales incompatibles con la eficiencia productiva.

En cambio, el sector de la salud en Cuba, no solo contribuye al bienestar, la cohesión y la felicidad del pueblo y aporta un extraordinario prestigio internacional, sino que constituye la más floreciente rama de la economía. Entre 2011 y 2015, solo por concepto de asistencia médica internacional, hubo momentos en los cuales la Isla recaudó más de 10.000 millones de dólares anuales, con lo cual cubría gastos y dejaba saldos favorables.

Por su parte la industria farmacéutica, cuyo núcleo es el conglomerado empresarial BioCubaFarma, que ha registrado productos en más de 50 naciones y exporta medicamentos a otro tanto, por sustitución de importaciones ahorra al país casi mil millones de dólares y por todos los conceptos aporta otros dos mil.

Se trata de la paradoja de una economía gestionada por las mismas personas que posee una agricultura de lágrimas y que tras cuatro siglos de liderazgo mundial, se resigna a la ruina de la agroindustria azucarera, mientras logra resultados espectaculares en actividades tan sofisticadas y complejas como la formación de personal médico y científico, la asistencia médica primaria y de alto estándar, la investigación científica asociada a la medicina, la producción de medicamentos, la ingeniería genética y la biotecnología.

Salvando las diferencias, el escenario de estas actividades es el mismo y es idéntico el bloqueo y no se trata de la asignación de recursos porque, de poder compararlos, la agricultura y la industria azucarera, aun siendo esferas empresariales, reciben millonarios en subsidios a cuenta del presupuesto y tampoco se trata de disponibilidad de personal calificado, de infraestructuras para la investigación y ni de la atención de los órganos dirigentes en todos los niveles.

Para mí resulta claro que el diseño del sector y las formas de gestión hacen la diferencia. Mientras la economía cubana es rehén de dogmas y de presuntos preceptos ideológicos, en el sector médico y en la industria farmacéutica, tales premisas tuvieron menos impactos, entre otras cosas porque no había ningún manual equivalente a la economía política de Nikitin y lejos de asumir recetas fallidas, Fidel Castro desplegó su creatividad.

En otras entregas les cuento interesantes aspectos de la magnífica industria médica cubana que además de humanismo, es economía. Allá nos vemos.

10/03/2021

El presente artículo fue publicado por el diario ¡Por esto! Al reproducirlo indicar la fuente.

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