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miércoles, 26 de mayo de 2021

Estado, transición, alienación, extinción ( Parte I)

 Por Rafael Alhama Belamaric y Jesús García Brigos  

El Estado, en esta etapa de desarrollo, que como institución organizada especializada, sin olvidar su esencia clasista, permite la realización de acciones políticas en función del bien común, y a través del gobierno administra los recursos y acciones, y realiza los fines propuestos por el mismo Estado, debe, con la Constitución como norma jurídica suprema, hacer válido lo que se expresa en su Artículo 3, que del pueblo dimana todo el poder del Estado.

Esto implica la más amplia base social del poder, en tanto es sujeto activo el pueblo, como actor de la política, en la concepción fidelista expuesta e “La Historia me absolverá”. Esto es lo que le otorga fuerza y autoridad, y hace que sea sujeto activo protagónico en las más diversas formas y manifestaciones, organizaciones, estructuras y funciones. El poder que dimana y se debe ejercer efectivamente por el pueblo así concebido, obliga a unas relaciones políticas nuevas inéditas.

Si se tiene en cuenta la multiplicidad de actores económicos y sociales, de formas de propiedad, ni agotadas ni desaparecidas, pero por mucho tiempo suprimidas o irreconocidas, como la propia permanencia de  las relaciones las monetario-mercantiles, abortadas durante un tiempo o reprimidas durante otro, entre otros elementos, se comprenderá la complejidad de la tarea actual de innovar esta institución en su concepción actual.

Estado-instituto político y Sociedad, como elementos de una nueva unidad dialéctica, siendo dos realidades, no deben acentuar la distinción, sino que deben como una de las tareas básicas, transformar las funciones, facultades, estructuras y formas de sus instituciones, para acercar las decisiones, la ejecución y control de las mismas, a la sociedad, al individuo nada abstracto, hacer las propuestas suyas, no formalmente, sino porque parten de ellos y llegan a ellos. Esto no necesaria ni obligatoriamente implica cada día más estructuras.

Hasta la cultura del lenguaje debería cambiar, y buscar sustitutos al ”oído el parecer”, “garantiza”, “otorga”, “cede”, “regula”, “establece límites”,  que convierte al Estado en ente externo, ajeno, ajeno al individuo. Y esto lleva a ubicar al individuo más cercano a la enajenación que a la emancipación.

De esta forma, la extinción del Estado, está tan lejos como la superación del Estado de alienación.  

La alienación hay que verla como fenómeno que actúa y se expresa en todas las esferas de la vida cotidiana de las personas, Mediante medios y vías que profundiza el fenómeno, actúa y ejerce influencia psicológica y sociológica, económica e ideológica sobre las mismas. Más claro, la propia actividad del hombre, lo que construye el hombre, existe como algo ajeno a él, puesto que él, tiene muy poca o ninguna de influencia en su propia obra, ni en su ejecución, ni en el control, ni en la realización, ni en los resultados. Y esto inherente al sistema de propiedad privada adversarial, ha estado presente en las experiencias histórico- concretas de transformación socialista hasta el presente.

 ¿Por qué en una sociedad que se plantea una transformación relativamente profunda y radical, con predominio de la propiedad social, llamada estatal, o estatal llamada social  más que pregunta retórica es  un problema a resolver?

Como diría Kosik, K. el pensador checo, insigne precursor del pensamiento crítico de finales de la década del 50 del siglo pasado, que puso al hombre en el centro de sus propuestas, refiriéndose a las personas, “los encadena al funcionamiento de un sistema que los transforma en accesorios de sí mismos, en objetos de sí mismos...“. Señala que es “la unidimensionalidad del sistema, que lleva al hombre también a su propia unidimensionalidad“ y a ser considerado sólo, en el mejor de los casos, como sistema de necesidades que se mistifican, nunca realizado, o de intereses en disputa.

Hecho este planteamiento inicial, faltaría el motivo inmediato para escribir el artículo, - puesto que el de más largo plazo es un proyecto de investigación que se desarrolla en el Instituto de Filosofía  acerca de las necesarias propuestas conceptuales para el proceso de transformación socialista ante los retos actuales de Cuba, que a no pocos parecería sin importancia, y hasta innecesario.

El hecho es que nos movemos dentro de un paradigma imperante de Estado, históricamente agotado, que con su andar cansino no demuestra imaginación, mucho menos innovación, en tiempos que rápidos y múltiples cambios en la economía y toda la sociedad. 

El motivo inmediato fue el comentario oído al vuelo, uno más, al pasar frente a una empresa: “Tu sabes.....sin el Estado no hay producción....“ Aquello en mi cabeza estalló, primero como signo de admiración, e inmediatamente como signo de interrogación. A este se pudiera agregar los tantos “el estado lo necesita“, o “el país lo necesita“  que a diario se escuchan, y uno no puede dejar de pensar qué hay detrás de esas frases, si son parte de la cultura.

Sin hacer recuento histórico, - el tipo histórico de organización de la sociedad, con la división de los hombres, la división del trabajo, la división de la sociedad en clases-, la sociedad que hemos conocido, no podía existir sino en medio de una lucha abierta de estas clases entre sí, o bajo el dominio de un tercer poder: El Estado. Un poder que estuviera aparentemente por encima de las clases, que suprimiera sus conflictos abiertos y no permitiera la lucha de clases más que en el terreno económico, bajo la forma llamada legal, tal como desarrollaron Marx y Engels en su obra “La ideología alemana“. Esto no es una definición o descripción ahistórica, general, pero es un indicativo importante para entender el Estado como proceso contextualizado e histórico concreto, por lo tanto proceso vivo en transformación.

Engels demostró, basándose en los conocimientos antropológicos más avanzados de su época, al menos hasta hoy, que no siempre existió ese tipo histórico de Estado, como no habrá por siempre lo que se denomina o conoce el estado moderno del siglo XX. Hubo un tiempo, el del comunismo primitivo, en que no era necesario. Formas sociales de organización y funcionamiento se sucedieron, desde formas dominadas por la costumbre, la autoridad, el respeto de que gozaban los ancianos del clan, hasta que  un sector de la sociedad de individuos se diferenció para gobernar a los otros, para lo cual contarían de forma sistemática y permanente con un aparato de coerción. Cuando la riqueza material comenzó a ser apreciada y considerada como el bien supremo, y se usó la antigua organización de la gens para justificar su robo riquezas por medio de la violencia, fue necesaria una institución que no sólo perpetuase la naciente división de la sociedad en clases, sino también el derecho de la clase poseedora de explotar a la no poseedora y el dominio de la primera sobre la segunda. Y esa institución nació. Se inventó el Estado”.  !Ese tipo de Estado!

Si Engels demuestra que ese Estado, es el aparato especial para la coerción de los hombres, el problema y la pregunta de entrada es, si este tercer poder, el Estado, ¿es válido - en sus estructuras e instituciones actuales,  heredados en su concepción, de una sociedad de profunda división y luchas de clases, pero a la vez de transformaciones de sus bases sociales-, en una sociedad en transición para trascender los lastres que le ha definido?

¿Es el tercer poder en la sociedad en transición, aún con determinadas luchas de clases, o es un nuevo poder, aún como instrumento de coerción, pero como parte de unas relaciones políticas nuevas en el que el protagonista principal es el pueblo? O no, mejor dicho, donde el tercer poder es el pueblo como sujeto activo, efectivo para esa trascendencia

Es aquí donde hay que profundizar y conceptualizar lo que es el poder y política, y el pueblo como categoría política.

Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado“, uno de esos libros fundamentales para entender qué es el Estado y cuál es su esencia, es categórico. Afirma que el Estado, aquel Estado que conoció en su época, no es un poder impuesto desde fuera de la sociedad. Al contrario es un producto de esta cuando llega a un grado de desarrollo determinado. Puntualiza: “Es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurar”. Y continúa: Pero para que estas clases, capas, grupos, con intereses económicos contrapuestos no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, surge la necesidad de un poder que aparezca situado por encima de la Sociedad que mantenga a la sociedad en los límites del ’orden’”. (el subrayado es nuestro). Esto son indudablemente elementos necesarios para trascender el estado de cosas.

Como la génesis de aquel Estado se encuentra en esa necesidad de frenar los antagonismos de clase, es el Estado de la clase más poderosa, es decir, de la clase económicamente dominante, que con ayuda de él, también se convierte en la clase políticamente dominante. Así, aquel-este llamado Estado moderno, se llega a consolidar como organización de la sociedad y como instituciones de poder específicas que adopta para gobernar la sociedad, como el instrumento en manos del capital y elemento de su sistema de dominación, para explotar el trabajo asalariado, y para frenar los antagonismos de clase.

Pero, el Estado, como “dueño“  de los medios de producción, o incluso en representación del dueño colectivo, el pueblo, en la nueva sociedad en transformación siguió similar dominio sobre el trabajo asalariado; por tanto, los resultados del trabajo, y modo de producción. 

Parafraseando a Marx y Engels, el índice de la madurez de la clase obrera, en un orden social nuevo, que ha privilegiado la educación y la superación del pueblo, de los trabajadores, debería serlo la capacidad de realización y desarrollo de las formas auto-organizadas y auto-gestionadas, como formas nuevas de dimensión no sólo económica, sino política y social. Son, hasta ahora, las formas más cercanas a que el productor asociado directo ocupe el lugar que le corresponde.

Como dice Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”: Con la desaparición de las clases desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades, junto a la rueca y al hacha de bronce“. 

Con la desaparición de las clases; de acuerdo. Pero eso no significa que de forma lineal y mecánicamente, primero desaparecen las clase, luego el Estado, y luego vendrán los productores libres o asociación de productores caídos del cielo, ocupando el lugar de las instituciones del Estado. No ha habido, y no puede haber tal secuencia, ni golpe, si no se crean condiciones previas para el surgimiento, evolución y desarrollo de las formas de asociación de productores libres. Y eso en primer lugar, significa, la racionalidad de la “buena“ burocracia administrativa, o llamada burocracia necesaria, que crece y crece desde hace más de un siglo, o su eliminación. Porque es en buena medida, causa y consecuencia, resultado de unas relaciones políticas, que no deberían tener lugar, que necesariamente tienen que transformarse radicalmente  en la etapa de transición del socialismo, donde comienzan los procesos de socialización de la dirección de naturaleza emancipadora “verdaderamente humana” como diría Marx.

De estos planteamientos se desprende que el Estado, ni se transformará, ni llegará a extinguirse de golpe, si las transformaciones sucesivas no conllevan a que la producción se reorganiza sobre la base de una asociación libre de productores iguales, que decide sobre la producción y los resultados de su trabajo. Y esta es la forma nueva del Estado en transformación, con estructuras desburocratizadas, COMO PRIMER PASO que implican nuevas relaciones políticas, nuevas relaciones sociales de producción y modos de gobernar.

Como dijera Meszaros en su obra “El desafío y la carga del tiempo histórico. El socialismo en el siglo XXI”, Premio Libertador 2009:Es inconcebible que se logre hacer irreversible el orden social alternativo sin la plena participación de los productores asociados en la toma de decisiones en todos los niveles del control político, cultural y económico”.

Y para ello, subraya que: “El orden reproductivo social alternativo, por el contrario, es inconcebible si no se vencen las autoritarias y adversariales determinaciones más profundas de los microcosmos heredados del capital. Esto será posible sólo instituyendo un modo de intercambio reproductivo cualitativamente nuevo, basado en los intereses vitales, compartidos a plenitud, de los miembros de los reestructurados microcosmos sociales no adversariales. Solo de esta manera pueden ser coordinados apropiadamente en una forma correspondiente de macrocosmo no adversarial.”(el subrayado es nuestro)

Esto no ha sucedido, ni siquiera en las experiencias de autogestión de avanzada, como diría Martha Harnecker “buscando un camino alternativo al sistema representativo burgués y al sistema estatista soviético“ (“El sistema político yugoslavo”, 2007), con diferentes variantes desde la más “radical“ -la experiencia yugoslava-, hasta la polaca, húngara, o checa, puesto que ni el Estado transformó sus instituciones y organizaciones burocráticas, ni las organizaciones de base de los productores llegaron a ser realmente asociación libre de productores, aun cuando tenían determinadas funciones.

En consecuencia, los colectivos laborales tanto de las organizaciones de los servicios sociales, como de las empresas, tenían los límites bien establecidos de las atribuciones y facultades “otorgadas“. Pero estas no alcanzaron para la autogestión social, que implica relaciones políticas, necesarias para el desarrollo de los productores asociados con políticas que suprimieran las estructuras paralelas burocráticas administrativas y partidistas.

Si al principio la intervención del Estado era débil y limitada, con pocos dominios entendidos como servícios publícos, y las funciones principales se limitaron a la regulación del trabajo, las finanzas, justicia, y soberania, es decir, defensa del enemigo externo, así como la policia, en su desarrollo posterior, el Estado comenzó a intervenir en casi todos los servícios públicos, así como regular desde la educación, ciencia. cultura, salud, seguridad social. Así comienza a cambiar el carácter y el contenido de la regulación por parte del Estado.

Acerca de los servícios públicos, como concepto, un desarrollo anglosajón, hay que tenerlo en cuenta porque forman parte de las transformaciones capitalístas del estado. Las instituciones de servícios públicos sobre todo tuvieron gran desarrollo en Francia, Alemania e Inglaterra. En Francia le dió impulso el Consejo de Estado (Conseil dEtat), así como la teoría desarrollada por Digi, Leon, Jeze, Bonar, entre otros. El primero hace un planteamiento interesante, que los servícios públicos deben sustituir el rol del Estado, “deber de los que gobiernan“. Dice sobre el servicio público: “en resumen, es toda actividad cuyo cumplimiento los gestores deben regular y controlar , puesto que es indispensable para la realización y desarrollo de las relaciones en la sociedad....“

El gran problema, es ¿quienes son los gestores? ¿son los servícios públicos que toman diversas formas organizativas y estructurales y se multiplican en niveles verticales y cada vez se alejan los gestores superiores de los intereses y las necesidades de los gestores de base?

Para Jeze. G. los servícios públicos son aquellos que cubren las “necesidades de interés general que los gestores en determinado momento han decidido satisfacer de forma particular, en forma de servícios públicos. Es esencial que el propósito de los gestores sea que esas necesidades sean cubiertas por los servícios públicos”. Otros autores señalan que los servicios públicos son la esencia del derecho público, con estructuras y actividad determinada por la autoridad, pero con alto contenido social son elementos básicos del derecho público.

El problema es que Estado de derecho y sus valores, y gobierno de derecho, término de la teoría constitucional anglosajona del siglo XIX, derecho positivista, curiosamente se consideró durante mucho tiempo en los países del socialismo real, también en Yugoslavia, como novum burgués, como consecuencia de las revoluciones burguesas contra las monarquías feudales absolutas, y curiosamente como contrario a la idea de extinción del Estado

Se considera que “ese concepto alemán de estado de derecho representa fórmula jurídica del estado liberal como tipo de estado“ (Nojman, F. en “Demokratska i autoritarna drzava“ (Estado democrático y autoritario) Zagreb, 1974). 

En su “Teorija drzave i prava“,  Pupic, B.1982 (Teoría del Estado y del derecho“,) apunta que el Estado socialista es considerado como estadio de transición que conduce a una sociedad sin clases, y el Estado de derecho es un “enorme fracaso metodológico y teórico“. Destaca que  la teoría del estado de derecho desde la comprensión marxista del derecho y del estado no tiene ningún sentido. “Es sólo una manifestación  burguesa más de la divinización de su estado y modo de vida, es una defensa a ultranza del orden establecido en el mundo capitalista“. (Pupic, B. 1982)

Entre las dos tendencias, diametralmente opuestas, la de los apologetas del estado y la otra de rechazo como la anarquista, se ubica la tercera tendencia, la llamada “marxista”, que por un lado rechaza los aspectos negativos del estado heredado, pero a la vez subrayan las bondades del Estado socialista, en uno u otro aspecto, y hasta lo glorifican. Pero pocos son los análisis acerca de la totalidad del Estado, ni siquiera cuando se define como categoría histórica.

Se termina por aceptar que, ni es negativa ni positiva, sino “necesaria y progresiva institución” que corresponde a la etapa de la sociedad de clases. El Estado es la estructura que posibilita el desarrollo continuado de la sociedad, y lo hace de tal manera que defiende el modo de producción de la clase dominante, por lo tanto medio para proteger sus intereses de clase. Así, sólo se repetían los planteamientos de los clásicos, que no pocas discusiones y documentos produjeron a la cuestión del Estado en general, y vinculado a la “dictadura del proletariado” en particular, en momentos en que se requería un desarrollo innovador del Estado, puesto que se estaba llevando a cabo desde hacía años una experiencia de autogestión única. De lo que más se hablaba y escribía era acerca de la “autogestión obrera” en las empresas, pero poco que esta era parte de una concepción más amplia de autogestión social más amplia como concepto, que exigía cambios profundos y radicales.

En Yugoslavia  la cuestión del Estado es pregunta central alrededor de la autogestión y de la “revolución socialista”. Primero, porque el estado heredado guarda las relaciones sociales del sistema anterior, y es lo primero que debe ser eliminado para poder construir las bases de la nueva sociedad. Segundo, como el Estado es “organización alienadapor parte de la mayoría de la sociedad, la tarea principal del socialismo y comunismo es la eliminación de todas las formas de alienación.

Se hacía necesaria total claridad científica acerca del Estado en la etapa de transición, de cuál es su esencia, papel y lugar, que en realidad, ya no es la misma, y cada día, se parecería menos a la organización heredada.

Sin embargo, esta claridad teórica, de gran significado práctico y político, difícilmente era llevada a la realidad. Tan difícil como asumir que las formas de alienación estaban presentes en el socialismo, una “alienación socialista”, alrededor de la cual se rompían lanzas.

Para Stjepanovic, N. (1958) la institución de servícios públicos con base en el derecho socialista, tiene un significado amplio como “unidades organizacionales“, órganos, organizaciones y otras actuaciones sociales. En otras palabras, son todas las organizaciones de la administración estatal. Es todo lo que abarca y hace el Estado. En un sentido más estrecho, son actividades y estructuras específicas a través de las cuales se realizan esas actividades. Krbek, I. (1955)  así como Popovic,S. y Dimitrijevic, P. son más específicos, y señalan que es importante tener en cuenta el contenido y el objetivo, de manera que determinadas actividades y servicios deben estar a nivel de comunidad bajo los principios de autogestión y con régimen de derecho especial. Aquí se hace evidente la bifurcación de los servicios públicos, de acuerdo al interés y el alcance. Aparece el concepto de “servicios de la sociedad“, o “servicios sociales“, y se entremezclan servicios públicos y de la sociedad, o se equiparan.

Muchos autores yugoslavos concuerdan en que para desarrollar la idea marxista de asociación de productores libres y asociaciones libres, que es tomada como guía, el sistema de autogestión social y su continuo perfeccionamiento representa una forma básica de organización y funcionamiento de los servicios públicos en la dirección de extinción de las funciones y derechos estatales.  

¿Cuáles son las formas en que se llevan  a cabo los servícios sociales?

Abarcan desde los órganos estatales, pasando por instituciones y cooperativas de usuarios hasta los ciudadanos individuales. Los órganos estatales, tanto en los países capitalístas como socialístas siguen siendo las formas básicas dominantes. Entonces, la cuestión y el gran problema es ¿en qué medida esos servícios son autónomos y autogestionados fuera del aparato estatal? ¿En qué medida forman parte de los mecanísmos estatales o incorporados al sistema estatal de órganos administrativos, determinan tareas y controlan según la legislación establecida? Pero no todos aceptan ni comprenden que la extinción del Estado y sus funciones en la forma actual, tenga por base los servicios sociales desarrollados como actividad pública, y que la separación de las funciones de los servicios sociales, con determinado rol disminuido del Estado, lleve a una transformación de las estructuras y funciones de este.   

Continuará

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