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jueves, 8 de julio de 2021

Dialéctica de contrarios, acumulación originaria y la pequeña burguesía en Cuba


Por Miguel Alejandro Hayes Martínez , La Haine

VIP Le Blanc

Cuba atraviesa desde hace ya varios años, un proceso de apertura económica a nuevas formas de gestión y propiedad, de las cuales -se dice- que buscan reforzar y mejorar el proceso de construcción del socialismo cubano. Entre ellas, una de las que más ha ocupado el centro del debate es la propiedad privada, y dentro de esta,     específicamente la pequeña propiedad privada1 que ha logrado, adquirir cierto peso en nuestra economía y hecho aparecer los gérmenes de una nueva clase social: la pequeña burguesía.

Tal sector emergente ha recibido la resistencia de la mentalidad de no pocos revolucionarios, y de seguro también preocupa a más de un hacedor de políticas domésticas. Se puede advertir la presencia de un viejo mito de la tradición marxista soviética: el miedo a la propiedad privada. Según la doctrina, esta engendra al capitalismo, lo opuesto al socialismo que se pretende construir.

Sin embargo, “…nadie puede repudiar impunemente la dialéctica”, sentenció la profesora y marxista cubana María del Pilar Díaz Castañón (Díaz Castañón, 2010, pág. 103) 2. Es por eso, que tales aseveraciones, esas que hacen de la pequeña y naciente propiedad privada en Cuba, y la pequeña burguesía que la representa, una supuesta causa de retorno al capitalismo, no pueden quedar impunes. Ante ello, el deber de un marxista es replicar y mostrar la verdadera3 capacidad que posee esa nueva (pequeña) propiedad privada en Cuba. Lo que hace necesario un acercamiento al mito en cuestión.

No ha sido un secreto que la tradición revolucionaria y progresista, en la mayoría de sus variantes se ha caracterizado por un rechazo a la propiedad privada en general. Esto va desde los socialismos utópicos fundacionales, hasta Owen; el cual llevaba implícita esta idea cuando proclamó una especie de propiedad colectiva y régimen comunal, donde prevalecía un derecho a “la igualdad” y se pagaba con vales. Está también el caso de Proudhon, cuando proclamó a gritos que la propiedad es un robo, y la suma de todos sus males (Proudhon, 2005, pág. 17) . Incluso, el propio Marx, quien afirmó en el Manifiesto Comunista (Marx & Engels, El Manifiesto Comunista, 1976, pág. 123); que los comunistas son enemigos de la propiedad privada (capitalista)4. Por si fuera poco, tales ideas llegan a ocupar escena incluso en el mundo del arte contemporáneo, como puede ser en la figura de John Lennon cuando dice imaginar un mundo sin posesiones ni propiedades.


Esos pensamientos han trascendido hasta hoy, por más de 200 años en el imaginario revolucionario y sus tradiciones. Sin embargo, son una construcción descontextualizada, muy general, que engloba todos los tipos de propiedad privada y las trata por igual.

Dada la magnitud y la repercusión política de esas ideas, alrededor de las cuales se han formado numerosas corrientes que van desde comunismos a anarquismos, es necesario someterlas a revisión. Teniendo en cuenta que es el pensamiento marxista –al menos formalmente- el dominante en Cuba. Sobre la tradición marxista, entonces, debe verse la cuestión: ¿conduce la pequeña propiedad privada cubana, y su burguesía, al capitalismo?

El mito de la propiedad privada

Es cierto que Marx, incita la lucha de los comunistas en contra de la propiedad privada en el Manifiesto Comunista como ya se menciona aquí. Pero es de seguro es conocido por todos que no se puede pensar una frase fuera del texto en que fue escrita, y para el que fue pensada. Por ello, habría que tener en cuenta, que ese texto fue hecho tan solo par de meses antes que estallara en Europa la revolución de 1848, por lo que sus redactores estaban inmersos en aires revolucionarios.

Por otro lado, no puede juzgarse la obra de un autor como Marx, por un panfleto político escrito en una etapa en la que todavía no alcanzaba su madurez teórica. Por solo recordar, esto ocurre como bien señala Nicolaus (Nicolaus, 2007, pág. XVIII), mientras Marx escribía sus Grundrisse, allá entre los años 1857 y 1858. Para esa época, el aún veinteañero no distinguía lo que sería la gran aportación a su economía política: la diferencia entre trabajo y fuerza de trabajo5.

Sin embargo, no habría que hacer toda una teleología de la teoría marxista, para comprender las limitaciones de pensar que la propiedad privada -todas- reproduce al capitalismo, y por tanto, es enemiga. Al revisar el Manifiesto, se constata que el autor habla de la propiedad privada burguesa como la forma más avanzada de la propiedad privada (Marx & Engels, El Manifiesto Comunista, 1976, pág. 123) , antes de una sociedad superior. En un contexto de lucha contra las formas de explotación capitalista, resulta natural que la propiedad privada de la cual los comunistas son enemigos, es la que produce capitalismo como sistema social.

Carece de sentido que sea toda la propiedad, sobre todo porque el propio Marx reconoce, la existencia de la propiedad privada basada en el trabajo (Marx, El Capital I, 2002, pág. 967) (propiedad personal), a lo que, se pudiera entender, no se opone en el Manifiesto. Luego explica, de qué manera esta es la primera negación de la propiedad comunal y es negada por la propiedad comunista (Marx, El Capital I, 2002, pág. 967).

Años más tarde, Lenin señalaba cómo la eliminación de la propiedad era utopía, porque terminaría nuevamente en propiedad privada (Lenin V. I., 1973, pág. 180). Por eso se puede afirmar hasta aquí, que se no debe combatir a toda propiedad privada, sino que hay que acotarla a la capitalista.

El mito sobre la propiedad privada continuó y alcanzó su punto cumbre con las interpretaciones soviéticas a la sección primera de El capital. En ellas, los cientistas de esas regiones, en su afán de combatir el capitalismo como sistema social, identificaron al mercado como sinónimo de capitalismo. En sus lecturas, apreciaron como “causa” del mercado a la propiedad privada (Rodríguez, 2004) , por lo que la causa última del capitalismo era la propiedad privada. Con estas ideas se volvía a una generalización que asumía a todas las propiedades privadas por igual, acusadas de ser generadoras de burguesía. Asumiéndose, que esta terminaría por luchar para implantar su sistema de relaciones sociales.

Lo cierto es que todo aquello representaba una terrible tergiversación de lo expuesto por Marx. El mercado, y las relaciones mercantiles, no son propias del capitalismo ni culminan con este. Estos son solo el medio, la forma de movimiento del sistema, y su contenido es la búsqueda del plusvalor. De esta manera, se trastocaba el medio mercantil con la esencia del sistema, y el resultado fue ir contra la propiedad privada. 

Tanto error se hubiese evitado, con la comprensión de que las relaciones mercantiles son aquellas formas de intercambio surgidas de actividades diferentes, las cuales traen consigo apropiación diferente de los resultados de la actividad. Este principio, (relaciones)6 no hace más que referirse al hecho de que: al los hombres no hacer todo lo que consumen ni participar igual del producto final del trabajo, deben determinar cómo será la repartición e intercambio de dichos resultados, y esas son relaciones mercantiles. Algo que el propio Marx dijo que era causado por un hecho objetivo: la división (social) del trabajo (Marx, La Ideología Alemana, 1976, pág. 20)7. Esta, es de tendencia ascendente, por tanto, la existencia del mercado es innegable.

Pero tal confusión, y su generalización, no es producto de una inferioridad de análisis de los camaradas rusos que hoy pueda mirarse con superioridad. Sus concepciones fueron resultado de una época, y de determinados pasiones y sentimientos. No se puede cuestionar sus ideas sin ver la objetividad en la cual se basaban.

Es muy sencillo pensar que, tras el intercambio mercantil, se termina generando una burguesía y que esta, quien en realidad es la verdadera enemiga, instaure el capitalismo. Para ello, solo hay que ver el despliegue de la ¨ley del valor¨ a través de sus funciones. Lo primero que hace esta, luego de la regulación del intercambio, es la diferenciación de productores. Eso hace que los de mayor eficiencia ocupen el mercado, desplazando a otros. 


De este movimiento, se irán moviendo productores, que hacen que los perdedores queden desprovistos de sus medios de producción y tengan que pasar a ser contratados por otros, y surja así, una pequeña propiedad privada capitalista que terminará luchando por el capitalismo. Esto, después de todo, apunta a una lógica muy sencilla de creer: la competencia genera pequeña propiedad privada que crecerá y será dominante.

Sin embargo, tales enseñanzas, se basan en la misma línea burguesa en la cual se fundamenta el darwinismo: los más adaptados sobrevivirán. Solo que aquí, en la lectura dogmática, la propuesta es contra esta tendencia y negarla. A pesar de su nobleza, semejantes pensamientos no escapan de la utopía de Owen, y niegan lo más bello y puro de lo que son las enseñanzas de Marx.

Todas esas ideas, fueron rebatidas por el propio Moro en El Capital, dentro de los marcos teóricos de su economía política. Pero antes de adentrarse en esta, sería útil recorrer algunos de los elementos que conforman su armazón lógico: la dialéctica que, por desgraciada, su enseñanza ha sido arrancada de nuestras universidades hace ya alrededor de 20 años8. Tal vez, en su estudio esté la clave para entender el papel de la pequeña propiedad privada capitalista y la pequeña burguesía.

Dialéctica de contrarios. El dominio althusseriano y el tercer término

Cuando Hegel construyó su Ciencia de la lógica, coqueteaba con dos mil años de filosofía9 para, cínicamente -al más puro estilo alemán- demostrar los errores de la lógica empleada hasta entonces, así como la ontología y la teoría del conocimiento. Lo que menos imaginaba era que unos pocos años después, un joven que todavía para 1844 no lo entendía10, usaría sus ideas para hacerle un gran homenaje a su obra y edificar el texto de dialéctica aplicada mejor construido: El Capital. Lenin comprendió esto, y llegó a afirmar que ningún marxista había entendido a Marx por no haber entendido antes La ciencia de la lógica de Hegel (Lenin V. I., 1973, pág. 162).

Sin embargo, El Capital se convirtió en esa obra, que al igual que La Biblia, todos saben que existe, muchos citan, pocos han leído, y menos la comprenden. Así, Marx se transforma más en un símbolo, en una imagen alegórica a la rebeldía, que en una enseñanza, en un sistema de ideas. Su legado se pierde, se trastoca con los discursos enérgicos del joven Marx, quedando al olvido la construcción edificada de la dialéctica11 y lo que se puede armar con esta. A pesar de eso, no se puede renunciar al uso de la economía política y la dialéctica en los fenómenos sociales.


Esta ciencia tiene su propia metodología, basada en la contradicción. Antes de juzgar la pequeña burguesía, habría que pensar algunas cuestiones propias de esa ciencia.

El inicio sería -como todo-, el objeto. La dialéctica, al plantearse un objeto, asume que este puede contener numerosas determinaciones-características-, que ninguna debe ser rechazada a priori. Es decir, el objeto de estudio, se entiende como un sistema de relaciones en auto-movimiento. A este ser en estudio, al más puro estilo cartesiano, le buscan en su interior las tendencias o elementos contradictorios. De la interacción de estos, surge una dialéctica de contrarios.

La versión dominante hasta ahora-conscientes o no quienes la usan- de la lógica de contrarios ha sido la construida por el estructuralismo. Esto fue impuesto por una de las figures más influyentes en el marxismo actual, que es Louis Althusser.

Habría que recordar que su postura hegemónica dentro del partido comunista y su influencia entre los jóvenes revolucionarios, fueron factores suficientes para que toda aquella masa de progresistas radicales, deseosos de marxismo, pero que rechazaban los dogmas soviéticos, encontraran en un militante como Althusser el guía teórico marxista. Así, este genio, sentó escuela en vida propia.

Sin necesidad de demeritar su obra, hay elementos que no pueden escapar. A pesar de ser él un gran estudioso de Hegel, al cual le dedicó nada menos que su tesis doctoral, no llegó a comprender la dimensión o resultados más avanzados de este. El propio Althusser reconoció no haber estudiado La ciencia de la lógica de Hegel (Díaz Castañón, 2010) . Lo cual revela que una de las personas que nos legó toda una lógica marxista, no conoció a profundidad el espíritu oculto en El Capital: la lógica hegeliana.

Es por ello que, si bien este galo comprendió la existencia de contradicciones entre polos, lo hizo desde su interpretación de la Fenomenología hegeliana. En esta, la contradicción se observa en el estado más puro de su devenir, en la sola existencia de sus dos polos, característico de las etapas iniciales de cualquier proceso, y el estado más inmediato en que se presentan las contradicciones a la abstracción teórica.

De esa forma, como explicación a la interacción de contrarios surge un concepto que va a permitir plantear el devenir de pares dialécticos: súper-determinación (Díaz Castañón, 2010, pág. 103) . Esto asumía la sociedad como un todo estructurado como dado, para introducir la contradicción súper-determinada. Con este, de los dos polos, uno era el superdetermido, que ejercía una mayor fuerza sobre el otro. Así, por ejemplo, la burguesía superdetermina a la clase obrera en los marcos del capitalismo. De esa forma, uno de los pares, dominaba al otro de manera hegemónica, y esto explicaba la estructura social, y como se daba tal relación, con equilibrio basado en la dominación.

Tales ideas, resultaban -y resultan- muy fáciles de digerir al mal sano sentido común12, y sobre todo le servían para argumentar y justificar toda la escalada de movimientos de liberación nacional y proceso contra el orden imperante de manera general. La racionalidad apuntaba a que, ante la presión excesiva de uno de los polos en contradicción, el otro reaccionaría. Con ello, se pensaba que la América Latina avanzaría, y en lugares como Chile, por ejemplo, estallaría la rebelión que derrocaría a Pinochet.


La izquierda entonces fue arrastrada con su imaginario hacia la dialéctica de la súper determinación. Esto hace que, ante la aparición de la pequeña burguesía y su representante, no quedan muchas opciones para insertarlo en tal esquema. Esta pequeña burguesía, de los dos extremos (burgueses - obreros) se le considera simplemente como burguesa, y enemiga, por tanto, de la clase obrera. Así, terminan por considerar que, esta nueva clase, va a potenciar la contrariedad con la clase obrera y va a encarnar una lucha contra esta por la edificación o reforzamiento del capitalismo. Desde ese pensar, cualquier manifestación de burguesía debe ser combatida. Lo cual valida, que se considere en Cuba a la emergente pequeña burguesía de bares, cafeterías y restaurantes, como algo contrario al socialismo, y que luchará por el capitalismo.

Sin embargo, como ya se menciona aquí, había un gran ausente en todo este pensamiento: la lógica de Hegel. Esto hizo que la forma más avanzada en que este teoriza la contradicción, no se conoció. Por eso, es necesario revisarla, esclarecerla y sacarla a la luz de los problemas actuales.

Es importante tener presente que lo primero que hace Hegel, es distanciar su dialéctica de aquella que Platón narra en Parménides o de aquella definición de Zenón de la dialéctica como arte de diálogo que vence con los argumentos del contrario (Abbagnano, 1955, pág. 31), y de todo lo que él llamó la dialéctica de lo extrínseco (Hegel, 1982, pág. 130). Y afirma que “llamamos dialéctica al superior movimiento racional, en el cual tales términos (el ser y la nada)13, que parecen absolutamente separados, traspasan uno al otro por sí mismos, por medio de lo que ellos son…” (Hegel, 1982, pág. 135)

De lo anterior deriva que la dialéctica estudia un objeto, y que solo existen las tendencias contradictorias dentro de este, sin ninguna exterioridad. Eso quiere decir, que la contradicción obreros - burgueses solo tiene sentido dentro de un sistema, que es la sociedad. Del devenir de esas contradicciones se extrae la correlación de fuerzas y resultados. Es por eso que el estudio del comportamiento de la pequeña burguesía debe hacerse como parte de ese ser, que es la sociedad.

Al observar los extremos sociales, burgueses-obreros, tal parece que existe una tensión entre ambos. Pero como ya se sabe, esta es solo la abstracción inicial para pensar dos extremos. Su interacción, a diferencia de la superdeterminación althusseriana, genera otro efecto que escapó a sus ojos. Si bien existe la hegemonía, es insostenible el hecho de la constante tensión de los pares. De ser así, ya habría ocurrido la revolución mundial.

Lo que sucede, es que aparece un mediador, un término que sirve de nexo entre las tensiones generadas, surge el tercer término (término medio). Su surgimiento es de la propia interacción. Al dos extremos chocar, contradecirse en su coexistir, por las más puras reglas de la conservación de la energía y la materia, se van convirtiendo cada uno un poquito en el otro; o a la manera nietzscheana, donde de tanto mirar al abismo, este mira un poco dentro de ti. Así, los contrarios puros, van dejando en el campo de batalla parte de sí, y de esto se va formando un tercer término.

Este escapa de la lógica ordinal identitaria de uno, dos, tres. Este mediador no equidista de la burguesía y los obreros. Su carácter de mediador está en no ser ni uno ni otro, y este es quien sirve de puente entre ambos, por tener un poquito de cada cual. Es a través de él, que se alivia la contradicción, evitando lo que la representación nos mostraría como la ruptura de dos capas tectónicas.

Este tercer término, como mismo pertenece a un momento más avanzado de la abstracción de las contradicciones de un todo, es también un momento más complejo de la evolución histórica concreta del objeto de estudio. Es ya el resultado del asentamiento de un sistema, donde ya alcanza su equilibrio y la estabilidad, y sobre todo la contradicción, adquiere otro carácter. La aparición de tal mediador, indica la solidez y madurez alcanzada por las contradicciones del objeto en estudio, y que por tanto, es un resultado de las contradicciones, no un punto de partida de estas.

Aplicado a un todo social, en una sociedad capitalista, por ejemplo, el mediador sería esa pequeña burguesía, que evidentemente no es obrera ni es esa burguesía dominante. Sin embargo, es un poquito de cada una, y sufre de las arremetidas de estos contra la burguesía, y está junto con los obreros bajo la bota del gran capital. Su presencia, su conformación, es señal de que el estado de las contradicciones ha alcanzado su madurez; por tanto, el objeto, el capitalismo, se encuentra en un estado de asentamiento y estabilidad. Así, la pequeña burguesía, solo puede ser un resultado de las interacciones de los extremos sociales, no su causa.

La ausencia de este tercer término está en la escritura del Manifiesto Comunista. Es lo que hace que tenga todo el aire del advenimiento de una revolución. Primero, porque todavía ese capitalismo, como sistema, estaba en etapa de reorganización. Hay que recordar que ya para 1848 todavía existía un amplio dominio de una cultura arraigada al ancien régime14, y que se expresaba en el pensamiento de muchos revolucionarios15. Todavía, históricamente, el tercer término no había aparecido, por lo que las contradicciones se encontraban en su punto de mayor tensión. Eso condicionaba un pensamiento de estallido -además de la falta de un instrumental dialéctico en Marx aplicado a la economía política para comprender que todavía ese capitalismo no había alcanzado su maduración-, pero en realidad toda la tensión conduciría, no a la revolución que acabará con el capitalismo, sino a su fortalecimiento con la formación de ese mediador.


Así, la existencia de la pequeña burguesía en el feudalismo, representó uno de los nexos entre nobles y siervos, siempre sin ser ni uno ni otro. De la misma manera que antecede su existencia al capitalismo, perdura y trasciende este. Asimismo el campesino como forma de aquel antiguo colono ha sobrevivido y se ha adaptado a los estadios superiores, sin más gloria que ser un escalón intermedio, y sin más poder. Los mediadores siguen existiendo, incluso haciendo ciertas mutaciones, por la necesidad de que se presencien, pero siguen ahí. 


Desde esta lógica, tales mediadores, en especial esa burguesía pequeña, no ha sido el motor del cambio social, y mucho la causa del surgimiento del capitalismo. Marx, dedicó parte de su obra a combatir tales pensamientos.

La acumulación originaria y la estructura de capital

Si bien la lógica dialéctica aplicada como principio metafísico conduce a pensar en cómo realmente no ha sido un peligro la pequeña burguesía, sería impropio a la ciencia y al propio marxismo quedarse atrapado en ese esquema, como quien aplica una regla estadística a una muestra para obtener un resultado que no puede explicar más allá que lo que dice esquema lógico16 vacío aplicado al objeto de estudio. Por eso, para el caso de la pequeña burguesía, no basta con conceptualizarla como mediador, sino que es necesario ir al pensamiento edificado de la economía política para ver esto.

Hay que empezar por aceptar que la pequeña burguesía ya existía antes del capitalismo, incluso tal nombre surge dentro del feudalismo. Esta ya podía identificarse en algunas ciudades de Italia en fechas tan tempranas como el siglo XII. Desde entonces, la burguesía- la pequeña- estuvo yendo de aquí para allá por Europa.

La clave para entender sus limitaciones, es decir, su incapacidad de transformar la sociedad, está en el tipo de capital, por lo tanto, en la naturaleza de la actividad que     estos ejercían.

La pequeña burguesía, nació haciendo usura17, prestando dinero, a la par que realizaba actividades comerciales, donde básicamente se dedicaban a vender artículos. Entonces, dado que la actividad era de lo comercial y el préstamo, se puede afirmar que ese capital de aquella pequeña burguesía era capital comercial.

Este capital, no dio origen al capitalismo. Es necesario entender que con capitalismo no se habla de la forma capitalista donde un dinero lanzado a la circulación contrata (compra) fuerza de trabajo, sino a la conformación de un todo social, de una unidad social capitalista.

A lo interno de cada sociedad coexisten diferentes tipos socioeconómicos de producción, pero determina el tipo de sociedad que es, la que ejerza hegemonía sobre las demás. Así, como mismo existían formas capitalistas, era feudalismo porque esta lógica productiva era la dominante. Por lo tanto, si hablamos de generar capitalismo, la referencia es la sociedad capitalista.

Sin dudas la pequeña burguesía es una forma capitalista, así que lo que se pone en cuestión es si esta puede lograr cambiar la dinámica social.

Este fenómeno ocupa la mente de Marx, y al identificar la acumulación como proceso de devenir18 del capitalismo, buscó el origen de esa acumulación; la primera acumulación, la acumulación originaria.

Cierta lógica hace pensar que un cúmulo de cambios cuantitativos conducen a un salto cualitativo en el objeto, por lo que se piensa que este pequeño capital crece hasta dominar. Sin embargo, cada cambio cuantitativo es a la par un cambio cualitativo, por lo que dialécticamente hablando esto carece de sentido.

Marx demuestra que el capitalismo no surge de ese ahorro, que se hizo de un capital. Este mito del emprendedor, no puede ser concebido dentro de los marcos del marxismo.

Lo primero que ocurre es que hacen falta una serie de condiciones sociales para el desenvolvimiento del capitalismo: un hombre jurídicamente libre y desprovisto de medios de producción, para que pueda vender su fuerza de trabajo. Es decir, para que el capitalismo surgiera, tenían que existir esos hombres libres en cantidades suficientes, cuando la mayoría de los hombres se encontraban en el servilismo. La pequeña burguesía no contaba con el poder sobre la política, las leyes y la ideología imperante en la sociedad, para imponer estas condiciones. Ello solo podía hacerlo desde la lógica de los aparatos del estado, y el estado que enfrentaba la burguesía era dominado por fuerzas feudales.

Por otro lado, en caso de que la pujanza económica del capital comercial fuera demasiado fuerte, seguiría dependiendo de que se creara el marco político-jurídico- social propicio y de cómo coexistiría con la nobleza dominante. Esta forma emergente, no podía despegar porque el contexto no lo permitía.

También destaca los límites de movimiento del capital comercial. Ya que este, que solo presta para el consumo y vende artículos de manufactura, no puede imponerse en la economía. Su influencia sobre el tejido productivo social, y su peso en este no llega a ser dominante. En términos keynesianos, no puede generar un efecto multiplicador, encadenamientos productivos que arrastren y le impongan su dinámica al resto de la economía.

Con ello, toda idea del crecimiento de un capital que parte de ese comercial es desechada. Y Marx explica entonces el surgimiento del capitalismo con un proceso de acumulación originaria, que se da cuando la fuerza de trabajo es separada de forma masiva de los medios de producción (Marx, El Capital I, 2002, págs. 891- 929) . Proceso que describe en El Capital, que fue sangriento, donde miles de hombres fueron separados de la gleba para ser llevados a las incipientes industrias manufactureras y de cooperación.

El capitalismo, al que tanto se le teme, solo puede surgir de esa separación masiva, y la cual solo se puede hacer, tal y como hizo el estado feudal, acompañado de todos los aparatos de este. Así, la religión (el protestantismo en cualquiera de sus variantes), la política y lo jurídico se acomodan, para poder crear las condiciones para el desenvolvimiento de un capitalismo, en el cual va incluida la dimensión económica. Como sistema social, este nace de un cambio en toda la sociedad, y esto solo se consigue desde el movimiento del estado.

El socialismo y las contradicciones. El tercer término.

Traer esa lógica a Cuba implica, primero, sentar la pauta de qué entender por socialismo. A diferencia de cómo lo concebía el Che, que consideraba que existía


otro escalón intermedio entre capitalismo y socialismo, Lenin, pensaba al socialismo como “el monopolio capitalista de estado puesto al servicio de todo el pueblo" (Lenin V. I., pág. 441) . Para él, no se trataba de un estado puro, sino simplemente de intentar conducir ese potencial de la producción social hacia el bienestar social.

Con ese concepto, se separó de todos esos que hablan de socialismo como si fuera un estado moral de pureza o superioridad. Este, como bien afirma Lenin, no es más que la propia capacidad capitalista (formas capitalistas de producir), dirigida por un grupo de personas que intentan mejorar la sociedad. Sin embargo, tal búsqueda depende de la capacidad de la máxima dirección de la sociedad, si esta falla el sistema irá abajo. Por lo que este socialismo no es más que plantearse la construcción de mecanismos, que espontáneamente generen el trabajo en pro del beneficio social.

Visto así, ya desprovista de esa mística de manual, el socialismo es un intento de una sociedad mejor desde la que hay, y buscar el lugar de clases intermedias en el socialismo, lleva implícita la idea la existencia de estas. Teniendo en cuenta que en el socialismo-el nuestro- se presenta una pequeña burguesía, que es mediadora entre extremos, entonces hay que pensar cuales son los extremos, las clases.

En el socialismo, existen los dirigentes (la vanguardia) y los dirigidos, las masas, en los extremos sociales. Ver (Lebowitz, 2015) . Estos extremos, se comportan y reproducen como clases. Son grupos sociales, que participan de manera diferente en la creación del producto social, por lo que participan de manera diferente también de la distribución de este. Son grupos con posiciones diferentes respecto a los medios de producción (en el sentido hegeliano), por lo que tienen formas de apropiación diferentes de la realidad.

Estos extremos, según explica Lebowitz, caen en contradicciones, ya que las lógicas de reproducción de los dirigentes (de auto-conservarse y reproducirse como tal) y de los dirigidos (mantenerse donde están o mejorar) y en una economía de escasez19, va a estar generando un choque, es decir, mostrará la diferencia y separación entre los extremos sociales. Las condiciones de reproducción de estos, se verán diferenciadas. Prueba de ello son las estadísticas de desigualdad de Cuba20. Como es sabido, la contradicción solo permanece en un estado puro en su momento inicial en la existencia concreta y en el punto de partida de la teoría. Pronto el sistema empieza a generar un tercero, un mediador. En el plano político, esa es la burocracia media, esa que describió Gramsci que media entre la vanguardia y las masas.

De la misma manera que en lo estrictamente político, aparece para el aspecto económico, un mediador. Esta va a ocupar el espacio entre esa misma vanguardia que administra en nombre del estado (y que es vanguardia política) todo el capital social, y los obreros que-aunque se nombren legalmente propietarios-, venden su fuerza de trabajo a ese capital estatal.

Los antagonismos de clases suelen verse fácilmente en las diferencias de modo de vida. La clase dirigente (la vanguardia) la que toma decisiones sobre los medios de producción (ejerce propiedad privada sobre estos en la práctica), hace apropiación (uso) diferente y privilegiado de estos, gozando de las facilidades de los dirigentes. Es decir, hay cierta apropiación privativa (privada) de los medios de producción por parte de la vanguardia.

De esto, como señala la dialéctica, deviene un tercer término, una pequeña propiedad privada que va a mediar entre el uso privado de los frutos del trabajo y de los medios de producción sociales por parte de la vanguardia, y el simple obrero que forma parte de las masas. Las diferencias en la participación del producto social que se dan en el capitalismo, donde el capitalista dispone y los obreros trabajan, se da en el socialismo, sustituyendo al capitalista por los dirigentes (estos disponen), aunque sea el fin diferente. Esta pequeña burguesía, va a ocupar los espacios vacíos que la estructura social de producción no llena, y sella así el vínculo entre los extremos sociales, y a los que dará estabilidad en la interacción de ambos polos, es decir, que el más débil no se abalanzará sobre el otro.

El caso de Cuba. Consideraciones finales sobre la pequeña burguesía cubana. En la particularidad de Cuba, encontramos que la pequeña burguesía desaparecía formalmente con la Ofensiva Revolucionaria. Esto la mantuvo ausente durante varios años. Por otro lado, la contradicción entre la vanguardia y las masas no se hizo sentir durante los 30 primeros años de la Revolución en el poder, donde aquella vanguardia se encontraba joven y podía practicar los ritmos de vida que proclamaba en discursos. Sin embargo, las contradicciones permanecían ocultas, y comenzaron a mostrarse con el advenimiento del período especial, caracterizado por la escasez como elemento que dificultaba la reproducción del todo social.

La fricción entre extremos sociales, medible por la escasez21 para los de abajo, y generada por todas las fracturas y decadencias del tejido productivo, por la cual el responsable formal era la clase dominante (la vanguardia), condicionaba el surgimiento de ese tercero, en el plano económico22. El capital estatal no podía cubrir el capital social23 requerido, y se le abrió paso al pequeño negocio personal- familiar, y al privado capitalista.

Este nuevo surgir de la pequeña propiedad privada nacional, se hizo notar drásticamente con los cambios iniciados en 2011 como parte del proceso de actualización del modelo económico cubano.

Así, surgía un capital comercial nacional, una pequeña propiedad privada, y de ella, también una pequeña burguesía. El capitalista (que contrata fuerza de trabajo), no pasa la línea de los servicios, y pequeñas manufacturas como muebles, artesanías. Estos no alcanzan los elementos que ocupa clásicamente el capital industrial (dominante en la forma del capitalismo acentuado como sistema)24, tales como grandes fábricas, industrias o centros de producción de cualquier tipo, de manera general.

Este capital, por más que lo desee, no cuenta con la capacidad legal ni los marcos de competencia para convertirse en un gran monopolio. No tiene la potencia para crear el contexto de hombres libres desprovistos de medios de producción, y esto solo surge con la disociación masiva de la fuerza de trabajo de los medios de producción (acumulación originaria).

Dado que en Cuba todos somos –como colectivo- formalmente-discursivamente, para ser exactos- dueños de los medios de producción, para poder llegar a instaurar un sistema capitalista, se tendría que privatizar estos, y para ello se debe mover todo el aparato político-jurídico. Y esa capacidad, solo la tiene la vanguardia.

Nuestra pequeña burguesía, es mediadora, y como tal, resultado de las contradicciones de la reproducción del todo social, no su causante. Eso, y su incapacidad de producir la acumulación originaria, la convierten cuando más, en señal de que las contradicciones entre los extremos están en un grado más avanzado, porque apareció nuevamente como mediador. 

Un salto hacia el capitalismo, dependerá de la interacción de los extremos, específicamente, de un cambio en la relación respecto a los medios de producción que permiten crear el contexto social en favor del pueblo, en la cual estos se privaticen. Esa propiedad privada, es la verdadera enemiga del comunista, del comunista cubano. Y el cuidado debe ir a donde exista el potencial para generarla. No a esa autóctona y pequeña propiedad privada capitalista, con su capital comercial y su pequeña burguesía.


Citas

Esta ha aparecido bajo la figura legal del trabajo por cuenta propia, pero en el mismo momento en que esta contrata fuerza de trabajo, se convierte en propiedad privada capitalista, según lo expuesto por Marx en el capítulo XIV del Capital tomo I: La llamada acumulación originaria.

2 Válido que antes, también lo había dicho Hegel.

3 Verdadera en el sentido hegeliano. Que se realiza como tal, que deviene como tal.

El paréntesis es del autor. Asumiendo, que Marx, estaba hablando de la propiedad privada capitalista. Y con esto se refería, a la que engendra capitalismo, ya que no toda propiedad privada crea una sociedad capitalista. Elemento que será expuesto más adelante en este texto.

Esta diferenciación es un punto crucial para la madurez de la teoría marxista. Con la separación de esto, Marx llega a comprender que una cosa es la capacidad de trabajar, y otra, su consumo (el trabajo). Con esa lógica, descubre la mercancía especial fuerza de trabajo. Con ello, se llega a comprender que el capitalista compra la capacidad creadora del obrero (fuerza de trabajo) y la consume, es decir, se queda con el fruto del trabajo de esta. Esa es la base para la teoría del plusvalor (excedente), que hasta él, ningún economista había podido descifrar. Sin esto es muy complicado entender el capitalismo como sistema, ya que se desconoce el origen del elemento del capital social (el plusvalor) que permite la reproducción de la clase dominante: la burguesía.

6Para la dialéctica, el principio filosófico, dígase el contenido, son relaciones.

7En esto texto, la división social del trabajo se presenta como expresión del desarrollo de las fuerzas productivas.

En los planes de estudio de la hoy Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana, a pesar de no contar con la carrera de filosofía en los primeros años de educación superior revolucionaria, en esta facultad (antes con otro nombre) se enseñaba, como parte de las asignaturas curriculares, La ciencia de la lógica de Hegel. Cosa que fue desapareciendo a lo largo del tiempo.

9Esto es porque, en su obra, pone en cuestionamiento lo hecho por la filosofía hasta   entonces. Para él, la filosofía era una ciencia, que no era más que la lógica. Identificó que toda la lógica aplicada hasta entonces, partía de la división del ser en Parménides, y de la formación de identidades que no permitían explicar el mundo. Así, rompía con toda la línea de la identidad y la metafísica que lo antecedió.

10 Al revisar las notas de Los Manuscritos Económicos y filosóficos, se puede apreciar un Marx que no comprende conceptos claves como la idea absoluta.

11 Hegel, en Las tareas científicas del presente, prólogo de la fenomenología, afirma como la dialéctica no puede resumirse en los resultados edificados de la teoría, sino en el camino recorrido; que es eso, la lógica, lo que debe aprenderse.

12Expresión hegeliana, que resalta el efecto del sentido común sobre la ciencia, debido a que este conduce a razonamientos formales y basados en identidades. Cuestión que la dialéctica debe rechazar. Por eso, el uso del término “malsano”.

13El paréntesis es del autor

14Expresión referida al feudalismo.

15Puede verse en el ya mencionado Proudhon, cuyas ideas apuntaban a un rescate del campesinado de la época feudal.

16 El esquema lógico vacío, se determinaría desde la dialéctica como estructura de pensamiento, sin contenido alguno. Una pura regla formal, que se le aplica a cualquier contenido. Como es justo eso lo que se cuestiona la dialéctica, no puede simplemente caer en el mismo error. En este caso, con el tercer término.

17 Hay que diferenciar esta usura de la del crédito bancario para inversión. Esta usura era para nobles endeudados, u otros préstamos que no eran para inversiones capitalistas. Es decir, tal usura se ejercía con el mismo carácter que funcionan hoy los bancos comerciales.

18 Concepto hegeliano que habla de la existencia, del movimiento del ser (objeto). La acumulación, es el elemento que explica ese movimiento, ciclo del sistema, por tanto, su devenir. Marx, abandonó lingüísticamente la categoría, pero se apropió de las relaciones (contenido) de esta.

19 Principio popularizado por el economista János Kornai. Kornai, J. (1993). La reproducción de la escasez. En J. Kornays, De Marx al libre mercado (págs. 13-46). México: Siglo XXI.

20No son de dominio público esas estadísticas, al menos, las oficiales.

21 La idea de la escasez en el socialismo, como principio para entender este, se encuentra en el destacado economista János Kornai. Ver Kornai, J. (1993). La reproducción de la escasez. En J. Kornays, De Marx al libre mercado (págs. 13-46). México: Siglo XXI.

22 En lo referente a lo puramente político estaba la burocracia media y baja.

23 El capital social, no es el que pertenece legalmente a la sociedad o todo el pueblo. Es un concepto que recoge la relación de todos los capitales de una sociedad, como un sistema.

24El capitalismo por diferentes formas de socialización La cooperación, la manufactura y la industria. Con este último, es que se mostró como forma dominante respecto a otros tipos socioeconómicos.


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