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domingo, 8 de agosto de 2021

Libro "El CHE MINISTRO. TESTIMONIO DE UN COLABORADOR " 2ª Edición ( CapituIo VIII)

 Por Tirso.W.Saenz

CAPÍTULO 8

LA CREACION DE LA INFRAESTRUCTURA CIENTIFICA Y TECNOLOGICA

 

·         El Viceministerio para el Desarrollo Técnico

En el Seminario de Solidaridad Afro-asiática celebrado en Argel en 1965, el Che planteó con toda intensidad:

En el aspecto económico, necesitamos vencer el camino del desarrollo con la técnica más avanzada posible. No podemos ponernos a seguir la larga escala ascendente de la humanidad desde el feudalismo hasta la era atómica y automática, porque sería un camino de ingentes sacrificios y parcialmente inútil. La técnica hay que tomarla donde esté; hay que dar el gran salto técnico para ir disminuyendo la diferencia que hoy existe entre los países más desarrollados y nosotros[1]. 

Esta concepción estratégica, así como lo presentado en el capítulo anterior, muestra cuál fue la base para la creación del Viceministerio para el Desarrollo Técnico a fines de 1962, el cual debería dar los primeros pasos para solucionar cuestiones de naturaleza científica y tecnológica asociadas a la realización de las tareas estratégicas y aún inmediatas para el desarrollo industrial del país. Se hacía cada vez más evidente que, para viabilizarlas, era imprescindible crear una infraestructura adecuada de investigación, generación, transferencia y asimilación de tecnologías.

Por otra parte, desde los mismos inicios de este Viceministerio, él subrayaba la vinculación política e ideológica de las tareas científico-tecnológicas:

Cada una de las etapas del desarrollo de la sociedad socialista está basada en dos aspectos: primero, la comprensión cabal del rol del proletariado en la construcción del socialismo y segundo, en el desarrollo acelerado de la nueva técnica[2]

En este sentido el Che expresaba:

El desarrollo de las investigaciones tecnológicas está orientado a impulsar no sólo el resolver cuestiones inmediatas y conocer mejor los recursos naturales del país, sino el ponerse al día en los avances de aquellas disciplinas que a primera vista ofrecen más perspectiva a la industria, y seguidamente hacer investigaciones propias, experimentos. Buscar la variante técnica cubana que se compare favorablemente con las extranjeras. En otras palabras, crear los cimientos para el desarrollo de una tecnología propia de acuerdo a los recursos, imaginación y capacidad creadora[3]

El Viceministerio de Construcción Industrial, existente desde los inicios del Ministerio, cumplía parte de estas actividades, especialmente lo relacionado con los procesos de transferencia de tecnología.

Sin embargo, esta necesidad era mucho más amplia. Al Viceministerio para el Desarrollo Técnico se le asignó la tarea de crear, organizar y atender el desarrollo de distintos institutos de investigación y otras unidades afines que debían, en su desarrollo, proveer, en sus distintas áreas de actividad, la base adecuada para abordar las líneas magistrales de desarrollo científico y tecnológico que se iban perfilando y definiendo de acuerdo con las necesidades científico-técnicas y las orientaciones políticas de la revolución.

Al Ing. Enrique Oltuski, quien ocupaba el cargo de Director de Organización, le fue encargada la elaboración de un proyecto de las funciones, instituciones y estructura de este Viceministerio. Oltuski fue nombrado Viceministro en los momentos en que estaba viajando en una misión por los países socialistas. El Che le envió un mensaje informándole de esta noticia. Sin embargo, Oltuski no llegó a tomar posesión del cargo, pues fue solicitado, para ocupar el cargo de Vicepresidente de la Junta Central de Planificación.

Santiago Riera, quien era Director de la Rama Mecánica en el Viceministerio de Industria Básica, fue designado para ocupar ese cargo. Riera no tenía formación universitaria, tampoco tenía una especialización técnica; sin embargo, era un compañero con grandes dotes organizativas y de dirección, demostrada en sus anteriores cargos como Director de las Empresas Consolidadas de Cigarros y la Automotriz y, posteriormente, en la dirección de la Rama Mecánica[4]. Reunía, por tanto, las condiciones necesarias para iniciar la compleja y difícil tarea de crear este Viceministerio, seleccionar los cuadros de dirección, crear la base material de los institutos, perfilar las primeras tareas de investigación, así como la articulación con el resto del aparato del Ministerio y otras instituciones. En pocos meses de trabajo, el impulso que dio a este nuevo órgano fue considerable. Cuando trabajamos juntos en el Viceministerio de Industria Básica, él me ayudó mucho con su iniciativa y la amplia actividad y entusiasmo que desarrollaba. Fuimos grandes amigos.

A fines de 1962, Carlos Rafael Rodríguez, quien ocupaba la Jefatura del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), solicitó al Che tres cuadros de probadas condiciones de dirección para reforzar su organismo. El Che cedió a valiosos compañeros: Mario Zorrilla, quien ocupaba el cargo de Viceministro de Economía; Cristóbal Díaz Vallina, Director de la Empresa Consolidada del Níquel y Mario Travieso, Director de Costos y Finanzas en el Ministerio.

La sustitución de Zorrilla no era fácil. El Viceministerio de Economía estaba enfrascado en la difícil tarea de desarrollar las bases metodológicas de los primeros planes, su elaboración y compatibilización interna con todas las empresas, con otros organismos y con la Junta Central de Planificación y de su control, además de implementar las ideas del Sistema Presupuestario de Financiamiento. De nuevo, Riera, por sus dotes organizativas y de dirección, vueltas a demostrar en su actividad en el Viceministerio de Desarrollo Técnico, se hacía la persona indicada para ocupar el cargo de Zorrilla.

Cuando Riera ocupó el cargo de Viceministro de Economía, el Che consideró que yo debía asumir el cargo de Viceministro para el Desarrollo Técnico. Cuando me dieron la noticia, exclamé:

¡Otro cambio más!

Realmente en menos de dos años yo había ocupado siete cargos, para los cuales sólo en los dos primeros tenía una buena formación pero ninguna  experiencia; para los otros tuve que formarme sobre la marcha. Cuando ya comenzaba, después de mucho trabajo, a familiarizarme con los problemas de la Industria Básica, tenía que pasar a una nueva tarea, aunque, es justo decirlo, estaba mejor preparado para las actividades del desarrollo técnico que para las anteriores. Además, Riera había avanzado mucho en la organización del Viceministerio, lo cual me allanó mucho el camino.

·         La organización del Viceministerio para el Desarrollo Técnico

El Viceministerio tenía un gabinete sin mucho personal, siguiendo la orientación para todo el Ministerio de Industrias. Éramos seis personas: el Viceministro, una jefa de despacho, una secretaria, dos auxiliares – una de las cuales trabajaba durante la tarde y la noche – y un chofer.

El Che dio orientaciones precisas relacionadas con las tareas fundamentales que este Viceministerio debería realizar; entre ellas:

Ø  impulsar la tecnificación del país y la conexión de las distintas ramas de la ciencia y la tecnología con los sectores productivos a fin de orientarlos;

Ø  mantener una estrecha coordinación entre la investigación y la producción;

Ø  sentar las bases organizativas para que los centros de I+D del Ministerio alcanzaran un mayor nivel de profundidad y de diversificación de sus estudios;

Ø  dirigir y ejecutar los planes de capacitación de todo el organismo; y

Ø  desarrollar las tareas de normalización.

Para cumplir con estas funciones, el Viceministerio estaba integrado por institutos de investigación y direcciones con perfil normativo y metodológico, aunque también con funciones de carácter ejecutivo. Un Consejo de Dirección, en el cual participaban todos los directores de las unidades vinculadas, daba un carácter participativo a las decisiones más importantes que se tomaban.

Los institutos y direcciones  creados tomando en consideración las prioridades indicadas en el capítulo anterior fueron los siguientes:

Ø  El Instituto Cubano de Recursos Minerales (ICRM);

Ø  El Instituto Cubano de Investigaciones Minero-Metalúrgicas (ICIMM);

Ø  La Dirección de Automatización y Electrónica (DAE);

Ø  El Instituto Cubano de Desarrollo de Maquinarias (ICDM);

Ø  El Instituto Cubano de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA);

Ø  El Instituto Cubano de Desarrollo de la Industria Química (ICDIQ);

Ø  El Instituto Cubano de Investigaciones Tecnológicas (ICIT);

Ø  La Dirección de Normas y Metrología;

Ø  La Dirección de Capacitación;

Ø  La Dirección de Colaboración Técnico-Científica[5];

Ø  La Dirección del Plan para el Desarrollo Técnico.

El Instituto Cubano de Recursos Minerales (ICRM)

En 1961 se creó el Instituto Cubano de Recursos Minerales (ICRM), el primer centro de investigaciones creado por el Ministerio de Industrias, lo que muestra la importancia estratégica que se le asignaba a esta área. Tenía como objetivo acometer, con criterios científicos y prácticos, la investigación, prospección y búsqueda de minerales, incluyendo el petróleo. Antes de la Revolución esas actividades habían estado, fundamentalmente, en manos de empresas extranjeras, principalmente norteamericanas. Durante un tiempo, hasta la creación del ICP, la prospección y búsqueda de petróleo estaba bajo la responsabilidad de ese Instituto.

Durante sus dos primeros años de trabajo, el ICRM, tuvo una pobre organización y no se observó progreso sensible en sus funciones. Sin embargo, era necesario tomar en cuenta que sus actividades eran muy variadas, distribuidas por todo el país en decenas de unidades de prospección y búsqueda perforación y extracción de petróleo, así como de  minerales sólidos, de brigadas de geofísica de diferentes tipos, incluyendo la sísmica en el mar. Por su propia naturaleza, se trataba de actividades que se desarrollan inevitablemente en lugares intrincados, apartados de centros poblacionales. Casi siempre, había que abrir caminos para transportar los equipos, construir facilidades temporales con condiciones mínimas de vivienda, garantizar la logística para el suministro de alimentos, combustibles, comunicación, materiales de trabajo, piezas de repuesto, entre otros desafíos. Estas tareas múltiples se acometían sin experiencia práctica alguna. Las tareas del ICRM surgieron como una explosión gigantesca.

La carencia de fuerza técnica calificada era enorme en el sector minero. En el Ministerio sólo había dos geólogos cubanos, quienes, hasta ese momento, estaban ocupados en las actividades productivas en la Empresa de la Minería. En tales condiciones, el fuerte contingente de especialistas soviéticos y checoslovacos tuvo un papel relevante en el desarrollo de ese sector en Cuba.

Las actividades de prospección y extracción de petróleo en el ICP eran dirigidas por especialistas latinoamericanos, principalmente argentinos; inclusive el Subdirector para esta actividad era un geólogo argentino. Al trasladarse esta actividad para el ICRM, se produjo un choque violento, una guerra declarada, a veces, sorda, sobre criterios técnicos – con mucho trasfondo ideológico - entre los especialistas del ICP y los del campo socialista. Se mostraban diferencias que parecían insalvables. Esas desavenencias también contribuyeron a dificultar el avance de los trabajos del petróleo en sus primeros tiempos.

El primer director del ICRM fue Omelio Sánchez, quien antes ocupaba el cargo de Director de la Empresa Consolidada de la Minería. La experiencia de Omelio y las condiciones de dirigente que demostraba, sobre la cuales hablamos anteriormente, parecían augurarle éxito en el desempeño de su trabajo. Sin embargo, su salud no le permitió desarrollar tarea de tal magnitud, por lo que tuvo que abandonar el cargo, poco tiempo después de nombrado.

Su sustituto, Augusto Enríquez, era médico; había sido, primero, director de una de las fábricas del área de Jabonería y Perfumería[6] y luego Director de la Empresa Consolidada de esa actividad. Después fue promovido a Director del Plan de Abastecimientos en el Ministerio. Se pensaba que, con su experiencia, él podría impulsar el trabajo en el ICRM. Sin embargo, no obtuvo los resultados esperados. Fue sustituido, en 1963, por Jesús Suárez Gayol.

En esa nueva fase del ICRM, en1963, el Che indicó al Instituto la prioridad en la búsqueda de petróleo y la confección del Mapa Geológico de Cuba, considerando en él aspectos prácticos de nuestra economía, como el incremento de reservas y la prospección de yacimientos cuyos minerales sustituyen importaciones o son fuente de divisas.

Al presentar sus orientaciones para 1964[7], volvió a insistir en la búsqueda de petróleo e indicó una tarea que se vinculaba a su sueño de construir una planta siderúrgica: crear condiciones para la búsqueda masiva de minerales ferrosos.

En ese año, fui con Suárez Gayol, a visitar los pozos de petróleo de 5 mil metros de profundidad – las profundidades mayores de perforación hasta aquellos momentos en Cuba - que se estaba realizando en Cayo Francés[8]. Ahí me di cuenta de las condiciones difíciles en que trabajaban aquellos perforadores, así como también los especialistas soviéticos. Recuerdo cómo, cuando íbamos en la patana para llegare al cayo, maté decenas y decenas de mosquitos en las espaldas de Suárez Gayol, quien se había quitado la camisa para disfrutar del espléndido sol reinante. ¡Nunca había visto y sentido  mosquitos tan agresivos!

Para 1965[9] se asignó a dicho instituto una tarea de mayor complejidad y – aún hoy – de gran relevancia: crear las bases organizativas y técnico-materiales para la perforación en el mar para la búsqueda de petróleo, particularmente en la zona de los cayos de la costa norte de la antigua provincia de Las Villas. Nótese como la búsqueda de petróleo era una prioridad permanente en las orientaciones del Che, quien combinaba la búsqueda de resultados inmediatos con la visión estratégica. Recuerdo mi primera salida con él, en 1961, a visitar los campos de petróleo en Jatibonico en la zona central del país. Estas visitas se repitieron varias veces.

En ese año también, se le dieron directivas concretas al Instituto para la búsqueda de minerales raros, los que resultaban de importancia como base para el desarrollo de una futura industria electrónica a la que se le daba una importancia particular. Nótese otra vez, como el Che, en sus proyecciones, va interconectando a las diferentes unidades del Ministerio en apoyo a las ideas estratégicas centrales.

Así, además de iniciarse un programa serio, con métodos y equipos modernos de origen soviético para la prospección de petróleo, se ampliaron los estudios de las reservas de níquel, cobre, cromo y minerales no metálicos.

Che apoyó también una iniciativa de Suárez Gayol para la organización de exploraciones populares, buscando incentivar, con un fin educativo y vocacional, la incorporación masiva de jóvenes a la búsqueda de minerales.

Al analizar las actividades del ICRM, en noviembre de 1963, el Che subrayó, entre varios aspectos, que se notaba un nuevo espíritu en el Instituto, reflejo de la labor de Suárez Gayol, de su fe y entusiasmo en el trabajo, expresión de su carácter y que sabía comunicarlo a otras personas de manera impresionante. El había logrado unificar los criterios de todos los especialistas y mejorado sustancialmente los problemas organizativos que anteriormente se manifestaban. Destacó además el trabajo científico que se había realizado. Estos criterios del Che se reafirmaron en análisis posteriores[10].

El caso de Suárez Gayol merece un análisis particular. El entró en las luchas revolucionarias siendo estudiante de Bachillerato en Camagüey. Alcanzó los grados de Capitán en Pinar del Rio en el Ejército Rebelde. Sin haber terminado sus estudios, tuvo que asumir en el Ministerio, primero, la dirección de una empresa muy complicada: la Empresa Consolidada de la Harina. Esta empresa estaba integrada por dos por molinos de trigo, varias fábricas de dulces, galletas y biscochos y miles de panaderías, casi todas muy pequeñas y rudimentarias, con mucho personal de baja calificación, repartidas por todos los rincones del país.

Fue impresionante el trabajo que realizó al frente de la empresa, llevándola, en 1962, a ser evaluada como la mejor empresa del Viceministerio de la Industria Ligera. La mejor empresa del Viceministerio de la Industria Básica había sido la Empresa Consolidada del Petróleo. El Che, en el acto de premiación, se refirió a la comparación entre ambas. La del petróleo, a pesar de los problemas que confrontaba, tenía sistemas organizativos y contables avanzados, sobre los que se habían dado instrucciones de conservar, así como una disciplina tecnológica preservada de las antiguas transnacionales, lo que le permitía presentar indicadores favorables de desempeño. El éxito de la Empresa de la Harina, mostraba algo diferente: lo que podía hacer el poder revolucionario en corto tiempo, apoyándose en los trabajadores y el entusiasmo de su Director.

Suárez Gayol fue un valioso colaborador y uno de mis mejores amigos. Al crearse el Ministerio de la Industria Azucarera en 1964, Suárez Gayol fue solicitado para ocupar el cargo de Viceministro de Producción. Años más tarde, el Che lo seleccionó para integrar la guerrilla que iría a Bolivia. Fue el primer cubano que murió combatiendo en ese país.

La colaboración soviética en el campo geológico fue muy amplia, tanto en la transferencia de conocimientos científicos y tecnológicos, como de recursos financieros y humanos y en la formación de especialistas. En 1965, fui encargado de viajar a la URSS para negociar, a nombre del Gobierno, la obtención de un crédito de 20 millones de rublos para la compra de equipos de perforación de petróleo, el cual fue concedido.

Un grupo numeroso de especialistas soviéticos fue enviado a Cuba. Ellos trabajaron principalmente en las áreas de petróleo y minerales metálicos. Actuaron a todos los niveles, desde asesores a nivel del Instituto, hasta en la base en las brigadas de prospección y perforación. La colaboración checoslovaca fue también importante, principalmente en el área de minerales no metálicos. En 1964, el ICRM tenía 153 especialistas extranjeros.

El Che contó con la valiosa asesoría de un geólogo checoslovaco, Pedro Kveton – conocido popularmente con el apelativo cariñoso de “Pedro el Checo” -, quien estuvo en Cuba por espacio de más de 4 años. Él no se limitaba a asesorar al Che, sino que también brindaba valiosa ayuda y consejos a los demás viceministros y directores de empresas e institutos. Trabajaba intensamente, conocía a Cuba muy bien y, sobre todo, las características e idiosincrasia del cubano[11]. A mí me resultó de una gran ayuda, inclusive me dio algunas clases de geología. Por su recomendación se creó la Comisión Nacional de Reservas Minerales, así como el Fondo Geológico, las cuales inicialmente yo presidí.

El Ministro de Geología de la antigua Checoslovaquia, Josef Pravda, ayudó mucho a materializar una efectiva colaboración, tanto con el ICRM como con la Empresa de la Minería. Yo viajé a Checoslovaquia en varias oportunidades a discutir con él diferentes aspectos de dicha colaboración. Siempre se comportó como un gran amigo de Cuba, así como personal.

En una ocasión, en 1964, Pravda estuvo en Cuba, haciendo un recorrido extenso por todo el país, visitando plantas, minas y brigadas geológicas y geofísicas. Incansable trabajador, siempre recordaba y contaba a todos en su país, que, estando reunido en mi oficina con otros directores, a las 2 de la madrugada, el Che, que estaba en su despacho, me había llamado por el intercomunicador. Él se maravilló, no sólo que el Che estuviese a esa hora en su oficina, sino que también llamaba a sus colaboradores como un procedimiento normal.

Durante esa visita, sucedió un hecho simpático que demostraba la actitud del Che ante determinadas situaciones. Convidó a Pravda a una cena en el restaurante “La Torre”. A las 8 de la noche, como habíamos acordado, acompañé a Pravda al despacho del Che, donde conversamos sobre la colaboración checoslovaca y otros temas. De ahí salimos hacia el ascensor a tomar el carro. Resulta que el Che no le había dicho nada de esa cena ni a Manresa, su Jefe de Despacho, ni a su escolta. Descendimos y, como el Che vio que la escolta no se había dado cuenta de nuestra salida, tomó el carro y nos pidió entrar. Yo que noté el fallo de la seguridad, intenté avisar, pero él me lo prohibió. Como unos niños traviesos que se escapan de la escuela, salimos para la cena. Cuando los miembros de la escolta notaron la ausencia del Che, se asustaron y comenzó una intensa y nerviosa búsqueda. Nadie sabía dónde estaba. Después de casi una hora, los compañeros de la escolta llegaron jadeantes al restaurante. Me miraron con mala cara por no haberles informado, bajo la sonrisa pícara del Che, quien me hizo señas para no darle mayor importancia al asunto.

Resultaría muy extenso, describir todas las actividades, muchas de ellas pioneras en Cuba, que fueron desarrolladas por el ICRM. Puede decirse que esos esfuerzos iniciales fueron la base para el crecimiento de la producción petrolera, que de unas pocas decenas de miles de toneladas producidas nacionalmente durante los años 60s, alcanzó, en el año 2003, la cifra de 4 millones de toneladas (hoy día, Cuba produce el 50% del petróleo que demanda), además del aseguramiento de muchos minerales de importancia para la economía como los lateríticos para la industria del níquel.

Uno de los resultados científicos a destacar en el ICRM fue la obra La Geología de Cuba, publicado en 1964, la que el Che impulsó desde la creación del instituto, por su comprensión de la necesidad de un basamento científico para las tareas de prospección de minerales. En el prólogo para ese libro, él resaltó la importancia de la colaboración con los países socialistas en esta esfera. Por su profundo significado y proyección latinoamericana, incluyendo su propia decisión de participar directamente en los movimientos de liberación nacional, transcribimos in extenso sus palabras:

La importancia de este libro es, precisamente, la demostración de la magnitud del apoyo que pueden prestarse entre sí los países del campo socialista; en que Cuba, país interesado y sin ningún desarrollo en estas técnicas, pueda, a los cinco años de la revolución, presentar una geología de alto nivel científico para uso de todos sus futuros profesionales. Es el verdadero milagro de la época que vivimos; el milagro que realiza el hombre; el de su solidaridad; la expresión de la potencia de su fuerza mancomunada; de su capacidad de eliminar las barreras geográficas y trasladar la ciencia de un país a otro, sin condiciones, sin otro afán que la ayuda fraterna a otros pueblos del mundo.

Para nosotros, los cubanos, la ayuda prestada por los científicos de todos los países hermanos ha sido fundamental y ha dejado dos enseñanzas preciosas: el de la técnica que poseen y el de la solidaridad que conlleva. Nuestra joven revolución, como una esponja, ávida de todos los conocimientos de todas las partes del mundo, se impregnará en los anchos cauces de la ciencia socialista y de la solidaridad socialista para repartirla, en el momento oportuno, por parte del continente americano que aún espera por su liberación[12]  

El Instituto Cubano de Investigaciones en Minería y Metalurgia (ICIMM).

El Instituto Cubano de Investigaciones de Minería y Metalurgia (ICIMM) se creó en 1962 y representaba una complementación fundamental al trabajo del ICRM. Tenía el objetivo de desarrollar tecnologías adecuadas para el procesamiento de recursos minerales propios, en particular de los lateríticos, de acuerdo con las prioridades establecidas. Se estimulaba, de esa forma, el tratamiento integral de esos minerales. O sea, además de la prospección y búsqueda, era también importante viabilizar tecnológicamente su utilización en función del desarrollo del país[13] Consecuentemente, las tareas fundamentales establecidas para este instituto en sus primeros años fueron:

Ø  Trabajar en la metalurgia total de las lateritas con vista a su aprovechamiento integral.

Ø  Buscar técnicas no convencionales de reducción, como el hierro-esponja, ante la evidente falta de carbón coquificable que sirviera de materia prima para la industria siderúrgica. El Che consideró que esto podía ser “un jalón en nuestro desarrollo”.

Ø  Desarrollar nuevas tecnologías de beneficio para los minerales de cobre, manganeso y no metálicos.

Ø  Desarrollar una tecnología y un proyecto de inversiones que permitiera asegurar el abastecimiento de la ampliación de “Antillana de Acero”.

Ø  Estudiar las modificaciones necesarias en la planta de “Sulfometales”, para incrementar la recuperación y producción de cobre y otros metales.[14] Las dos primeras actividades representaban las grandes prioridades del ICIMM, las tareas sobre las cuales se debía volcar con mayor intensidad.

Para el Che, encontrar materiales sustitutos en el campo de la siderurgia podría ser un paso muy grande en nuestro desarrollo. La idea era producir el llamado “hierro esponja”, o sea, un hierro con las características del arrabio, utilizando agentes reductores diferentes al coque: antracita, carbón de baja ley – hasta el bagazo de caña llegó a ser considerado - y procesado en hornos rotatorios en vez de altos hornos. Se perseguía desarrollar un proceso similar a uno que se utilizaba en México. En la sede del ICIMM, en la Vía Blanca en la ciudad de La Habana, se instaló un horno rotatorio piloto a estos fines.

Al presentar sus Orientaciones para 1964, el Che volvió a insistir en el desarrollo de los trabajos sobre hierro esponja y en los estudios sobre la reducción directa del mineral de hierro, además de otros aspectos tecnológicos que pudiesen viabilizar una industria siderúrgica en Cuba. También orientó impulsar los trabajos de investigación sobre los procesos tecnológicos del níquel, así como los de las lateritas en general, indicando que estos trabajos que hasta ahora se llevaban por la Empresa Consolidada del Níquel, pasaran bajo la responsabilidad del ICIMM[15]

Para dirigir el ICIMM, se designó a Faustino Prado, un ingeniero metalúrgico de altos conocimientos técnicos. Él había conversado extensamente con el Che sobre las posibilidades que se podían alcanzar en la producción de hierro esponja. Durante alrededor de dos años, él estuvo trabajando en este proceso, aunque en forma poco sistemática, sin obtener resultados prometedores.

En ese período, tampoco se alcanzaron resultados de importancia en los otros objetivos del ICIMM. Nada hizo, concretamente para desarrollar los trabajos sobre los procesos de níquel, una de las prioridades del Ministerio. En algunas plantas piloto de la Empresa de la Minería se obtuvieron resultados de mayor importancia, sin que en ellos el ICMM hubiese tenido participación alguna.

En determinados momentos, yo argumenté con el Che que el ICIMM no estaba debidamente estructurado, con un bajo potencial de recursos humanos – Prado era el único investigador - para emprender tantas tareas prioritarias y no era capaz de dirigir el Instituto. Administrativamente, el Instituto funcionaba mal y Prado no conseguía coordinar al muy escaso personal técnico auxiliar para colaborar en la ejecución de los trabajos de desarrollo tecnológico.

Aunque poseía un alto nivel técnico, presentaba grandes fallas administrativas, con tendencia centralizadora, individualista y autosuficiente. Además no se apreciaba en él ningún espíritu en tratar de conseguir resultados. Aceptaba todas las tareas con una sonrisa y después no las cumplía, volviendo a sonreír ante las críticas por esos incumplimientos.

Mis argumentos no fueron, evidentemente, bien comprendidos por el Che. Este Instituto era uno de sus sueños y tenía que convencerse plenamente de que estos objetivos no se podían cumplir. Quería dar algún tiempo más a Prado para que pudiese demostrar su capacidad. Más tarde, el Che concordó con mi propuesta de sustituirlo para que pudiera ser utilizado mejor como especialista. Ante esta perspectiva, Prado abandonó el país durante una misión de trabajo a Checoslovaquia.

Recuerdo una anécdota simpática con relación a su personalidad. Un sábado en la tarde, el Che nos citó a él y a mí para discutir las perspectivas del hierro esponja. Prado se presentó elegantemente vestido, cuestión inusual en él, aunque el Che no le prestó atención a ese hecho. La discusión se prolongaba durante varias horas y Prado comenzó a mirar insistentemente su reloj. El Che le preguntó qué le pasaba, si estaba con prisa. Él le respondió:

-          Comandante, es que esta tarde me caso y voy a llegar tarde a la boda.

Cuando Prado decidió quedarse en el extranjero, no teníamos a nadie capacitado para sustituirlo. No nos quedó más remedio que proponer al Che a un compañero sin calificación técnica, Omelio Sánchez Serrú, pero que había sido director de una empresa en nuestro Ministerio y ocupado altos cargos en otro. Esto no funcionó. Después de la salida del Che, el ICIMM se disolvió y el horno rotatorio se envió para ser utilizado en ampliación de la fábrica de cemento de Artemisa. Pienso que eso fue un error estratégico, ya que ese horno pudiera haber servido para continuar los experimentos sobre hierro esponja para determinar si con este proceso, que se utilizaba en México con  resultados positivos, era posible  producir arrabio, como soñaba el Che con mucha lógica. La inexperiencia en lidiar con actividades de desarrollo tecnológico tuvo una gran influencia en lo que sucedió en el ICIMM. Independientemente de las deficiencias de Prado, era imposible esperar resultados tecnológicos de esa magnitud con sólo dos o tres años de trabajo e insuficientes recursos humanos calificados.

Pienso, muy personalmente, que la idea del Che de producir, con recursos minerales propios, materia prima para la industria siderúrgica, podrían mantener su vigencia. Valdría la pena, ahora que se cuenta con investigadores de experiencia, dedicar esfuerzos para tratar de continuar esa idea impulsada por Che y desarrollar tecnologías que nos permitiesen reducir grandes importaciones de arrabio, crear fondos exportables y contribuir al desarrollo de la industria sideromecánica.

Una buena parte de las tareas del ICIMM encontró su continuidad en el posterior Centro de Investigaciones para la Industria Minero-Metalúrgica (CIPIMM). En Moa[16] hay un Centro de Investigaciones, básicamente destinado al níquel, incluso ahí radica una Facultad de la Universidad de Holguín donde se forman ingenieros metalúrgicos. La vieja planta de Nicaro ya no funciona como procesadora de minerales lateríticos. Sus talleres mecánicos se han mantenido y funcionan como una planta especializada, que brinda servicios a

·         La Dirección de Automatización y Electrónica (DAE)

En 1962 se creó la Dirección de Automatización y Electrónica (DAE) la cual, además de sus funciones metodológicas y de realización de estudios prospectivos, tenía objetivos de investigación y desarrollo como actividades propias de un instituto, con orientación sectorial.

Como vimos anteriormente, para el Che la automatización y la electrónica desempeñaban un papel fundamental en el desarrollo estratégico de la Revolución. En ese sentido expresaba:

Se podrá objetar que ésta es una de las ramas más nuevas y complejas de la industria y que sólo contados países la dominan. Nosotros consideramos que esa es una razón más para acelerar su estudio y desarrollo. El mundo camina hacia la electrónica… Vamos a volcar nuestros esfuerzos en este sentido y  a incorporarnos al grupo de países que se adaptan más rápidamente a las conmociones tecnológicas que están ocurriendo.[17]

Posteriormente, la DAE se transformó en el Centro de Automatización Industrial (CAI) – otra de las líneas estratégicas del Che - el que desempeñó un papel pionero en este campo. De modo particular, al contribuir a graduar en la Escuela de Automatización, los primeros técnicos de nivel medio y superior especializados en control automático en nuestro país.

En 1963, a esta Dirección se le asignaron tareas que le permitieran fortalecer su potencial humano y material y, al mismo tiempo hacer contribuciones prácticas a la Industria. Inició su trabajo en los estudios, reparación y mantenimiento de todos los medios de control industriales que existían en el país. También actuó en la preparación de cuadros técnicos que formarían la base para iniciar estudios concretos de automatización en distintos sectores industriales. Además de eso, inició los estudios sobre la posible instalación, a corto plazo, de fábricas de componentes electrónicos[18]. En ese mismo año le orientó a la Empresa Consolidada de Equipos Eléctricos el desarrollo de productos electrónicos, contando con la perspectiva de una rápida instalación de industrias de ese tipo en Cuba.

En 1964 y 1965, las tareas de la DAE fueron más precisas y de mayor calibre, entre ellas:

Ø  Iniciar estudios concretos sobre la automatización de la industria azucarera a partir de esquemas sencillos y, posteriormente, establecer controles neumáticos e hidráulicos en dicha industria

Ø  Preparar las condiciones para el estudio profundo del establecimiento de una industria electrónica desarrollada.

Ø  Prestar especial atención a la Escuela de Automatización[19]

En sus conclusiones sobre el informe del Viceministerio de Desarrollo Técnico, el Che planteó las tareas para la Dirección aún con más fuerza, indicando que ésta tenía que iniciar un nuevo rumbo en el trabajo: el desarrollo de computadoras y componentes, así como el desarrollo de todo el campo de la automatización en la esfera económica y administrativa y un plan de automatización de las industrias sobre la base de nuestras posibilidades.

Obsérvese nuevamente cómo se orienta conjugar las tareas de solución inmediata, con los trabajos y estudios prospectivos. Esa es una de las características básicas de las orientaciones impartidas por el Che a las unidades encargadas del desarrollo científico y tecnológico, y era la tónica general que se imprimía a las distintas tareas a ser acometidas por el Ministerio de Industrias. Por otra parte, se evidencia, otra vez, la ansiedad del Che por “quemar etapas”, queriendo avanzar mucho más de lo que parecía posible.

El Director seleccionado inicialmente para esta unidad fue el Ing. Guido Muñoz. Él se había graduado en Ingeniería Eléctrica en Rensselaer Polytechnic Institute, donde también había concluido su maestría. Nos conocíamos desde la época de estudiantes universitarios; inclusive, nos alojamos en la misma casa por dos años.

Guido es otro caso de cuadro técnico que se quedó en Cuba, sin formación política, pero dispuesto a colaborar con la Revolución. En mi análisis crítico sobre su actuación como dirigente, yo reconocía que él tenía conocimientos técnicos suficientes para poder enfrentar las tareas que le fueron asignadas, pero tanto sus planteamientos y concepciones, así como la conjugación de las tareas inmediatas y perspectivas, carecían de objetividad y solidez; además, carecía de capacidad gerencial. Aunque algunos trabajos importantes fueron realizados, esto se debió principalmente a la labor y el esfuerzo de un especialista checoslovaco, Milan Balda, quien realizó algunos estudios prospectivos útiles y muy interesantes. Sin embargo, el trabajo de Guido era débil. El no supo manejar las luchas internas creadas dentro de la Dirección, por lo que tuve que intervenir varias veces, convocando a reuniones y asambleas con todos los trabajadores para tratar de salvar o mejorar las difíciles situaciones creadas.

El Che estaba muy insatisfecho con el trabajo desarrollado por la DAE. En su opinión, la Dirección no había hecho nada nuevo y no era capaz de organizar lo que ya tenía. Desarrollar el campo de la automatización era otro de los sueños dorados del Che que no acababan de mostrar resultados tangibles.

Debido a estas circunstancias, propuse al Che la sustitución de Guido. Esta fue aceptada y Guido quedó como especialista en la DAE. El sustituto fue Marcelo Pla, quien había hecho un buen trabajo dentro de la Dirección de Capacitación. Él había iniciado estudios de Medicina, los que abandonó para incorporarse a las luchas revolucionarias. Tenía un buen sentido de organización y de dirección: lo que más se necesitaba en aquellos momentos. Inmediatamente, superó las luchas internas y dio rumbo e impulsó adecuado a los trabajos de la Dirección. Actualmente existe la Empresa denominada CEDAI, con alcance nacional y resultados loables, la misma está integrada al Grupo de la Electrónica del Ministerio de Industrias.

  • El Instituto Cubano de Desarrollo de Maquinaria (ICDM)

El ICDM se creó en 1963 con el objetivo de apoyar el desarrollo de la industria mecánica, fortaleciendo las actividades para la creación de la base industrial del país. Entre las orientaciones para ese año[20], el Che indicó el desarrollo de un proyecto de fabricación de piezas de repuesto elaborado por un equipo de asesores soviéticos, así como las actividades de control para el mejor aprovechamiento de las máquinas herramientas del organismo. Estas tareas estaban vinculadas muy directamente con la actividad productiva, foco de atención, manifestada en forma diversa en todos los centros de investigación creados en el Ministerio. Aprovechaba, además, el fuerte grupo de 22 especialistas soviéticos en las cuestiones de fabricación de piezas de repuesto y su planificación.

Puede llamar la atención, en el contexto actual, que estas tareas se trataran de forma centralizada. Tómese en cuenta que, aunque se iban creando nuevas capacidades de talleres mecánicos y cursos en estas esferas, la experiencia en general de las empresas en cuanto a los tipos de piezas que necesitaban y cómo y dónde producirlas era muy escasa.

Por eso, se trataba de elaborar un plan general de producción de piezas de repuesto, considerando las prioridades y posibilidades que ofrecía la experiencia de la asistencia técnica obtenida, al mismo tiempo que se desarrollaban tecnologías para fabricarlas. Esta era una tarea compleja para un instituto que comenzaba, mas era un desafío que le permitía al ICDM ganar experiencia para empeños ulteriores.

Para 1964[21] el Che confirmó los propósitos sobre las tareas de piezas de repuesto y también le asignó al ICDM  la responsabilidad de articularse con el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) para el desarrollo de maquinaria agrícola. Las responsabilidades del Instituto se incrementaban. Para 1965, destacábamos, entre otras, la intensificación de las actividades iniciadas en cuanto a piezas de repuesto, continuar los trabajos de maquinaria agrícola para la caña y el kenaf, así como colaborar en la confección de un estudio sobre el desarrollo perspectivo de la Rama Mecánica.

El ICDM marcó una etapa importante en el desarrollo de la construcción de maquinarias en Cuba. A pesar de las limitaciones de todo tipo, consiguió avanzar técnica y organizativamente. El Plan de Piezas de Repuesto, aunque se elaboró y ejecutó dentro de una gran inexperiencia general, contribuyó a la solución gradual de problemas en el sector. Comenzó a desarrollar prototipos y máquinas de cortar cañas más avanzadas y los primeros centros de acopio[22] de caña de azúcar, los que contribuyeron posteriormente a aumentar la calidad de la caña recogida y la  eficiencia de la producción. Actualmente se cuenta con 680 unidades en todos los centrales azucareras del país[23] Estas no fueron las máquinas definitivas, pero abrieron caminos promisorios. Ese esfuerzo permitió, sobre todo, formar recursos humanos y posibilitó ganar una experiencia de gran valor para el avance de la industria mecánica.

En esos trabajos tuvo una relevante participación un especialista cubano, el Ing. Henderson, autor de varias máquinas importantes de cortar caña, entre ellas la llamada “Libertadora”.

El Che, analizando el trabajo del Instituto indicó que se notaba un avance sostenido en el mismo, lo que le permitía desarrollar trabajos de mayor envergadura[24]. En ese sentido, le indicó trabajar también en procesos vinculados a la industria química.

Para dirigir el ICDM fue designado el Ing. Alfredo López Viqueira[25], un joven especialista uruguayo, quien era Asesor del Viceministro para la Industria Básica en cuestiones de la industria mecánica. Él vino a Cuba junto con su esposa, Raquel Morón[26], matemática, quien trabajó como especialista en la Dirección de Capacitación del Ministerio.

El trabajo de Alfredo, fue serio y constante y sus resultados se mostraban en el avance del ICDM. El aportaba muchas ideas, aunque su carácter fuerte le provocó algunos problemas internos, los que fueron superados. Mantuvimos  una fuerte amistad.

Más tarde las funciones y tareas del ICDM se incorporaron a distintas entidades del Ministerio de la Industria Sideromecánica, creado a fines de la década de 1970.

 

  • El Instituto Cubano de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA)

El Instituto Cubano de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA) fue otro instituto creado en 1963 en correspondencia con las líneas estratégicas del Ministerio. El Che manifestaba que el futuro de la industria azucarera estaba en conseguir que los derivados de la caña de azúcar se convirtieran en su producto principal, quedando el azúcar como un subproducto.

El ICIDCA se ubicó en las instalaciones de lo que fue anteriormente el Instituto Cubano de Investigaciones Tecnológicas creado antes de la Revolución, bajo auspicios norteamericanos, para apoyar deliberadamente un débil desarrollo de la industria nacional, cuyas posibilidades de obtener resultados eran muy escasas[27].

Su primer Director fue Jorge Guerra[28], un valiosísimo ingeniero químico, de elevados conocimientos científicos y técnicos, aunque sin vocación administrativa. Él tuvo una tarea inicial muy compleja, modificar las líneas de trabajo del antiguo ICIT, que no se correspondían con las prioridades del nuevo Instituto. Guerra comprendió, después de pocos meses de estar al frente de la institución, que él no reunía los requisitos administrativos para ocupar este cargo, que él prefería volver a su antiguo cargo de profesor en la Universidad de La Habana.

Esa fue una actitud muy sincera que demostraba la honestidad y modestia de Guerra. El Che lo comprendió así. Sin embargo, en aquella época, renunciar a un cargo era considerado por muchas personas, de manera exagerada, como una actitud acomodaticia, de no querer asumir responsabilidades, en medio de un proceso revolucionario que necesitaba del esfuerzo de todos. Yo tuve que intervenir varias veces en procesos de análisis de Guerra, particularmente para su ingreso al Partido Comunista de Cuba, para explicar el verdadero significado de su renuncia.

Guerra, después de su salida del ICIDCA, fue un brillante, hasta sus últimos días, profesor e investigador en el Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría”[29], en la ciudad de La Habana, donde alcanzó altos honores, reconocimientos y condecoraciones. En ese Instituto, la cátedra azucarera lleva su nombre. Todos los que lo conocimos, recordamos de él, además de las otras virtudes ya mencionadas, su fina sensibilidad artística. El escribió un delicioso libro de cuentos titulado Cinco cuentos por un peso, el cual guardo con cariño. Falleció a mediados de la década de los 90s.

Para sustituir a Guerra en el cargo, propuse al Ing. Miguel Urrutia, graduado de Ingeniero Químico, en 1954, en el Instituto Tecnológico de Case, en los Estados Unidos. Fue otro de los técnicos que se quedó en Cuba, aunque en su caso particular, él tuvo, desde un inicio, una definida posición de apoyo a la Revolución. De Jefe Técnico de la Empresa Consolidada de la Goma, fue promovido para ocupar la Dirección del nuevo Instituto de Investigaciones Tecnológicas (ICIT), en el cual hizo un buen trabajo.

Urrutia dio un impulso notable al ICIDCA. Él y yo, con nuestra formación de ingenieros químicos, habíamos discutido mucho sobre la necesidad de incorporar a los centros de investigación tecnológica, áreas de desarrollo tecnológico experimental: plantas pilotos y talleres de prototipos; además de equipos de ingeniería que dieran una forma más acabada, próxima a la producción de las tecnologías que fueran desarrolladas. Además, iniciar los estudios de factibilidad técnico–económica de nuevos procesos o productos, aspecto poco conocido en esos momentos en Cuba.

Urrutia, cuando estuvo dirigiendo el nuevo ICIT, había realizado experiencias de esa naturaleza, incluido en sus instalaciones áreas de este tipo dirigidas al desarrollo tecnológico. En el ICIDCA él tuvo la posibilidad de materializar esta filosofía de trabajo en el instituto. El desarrollo experimental, la ingenierización y la evaluación técnico-económica de proyectos fueron elementos incorporados en su trabajo. Se ponía en práctica algo que fue novedoso para un instituto: un área de evaluación técnico-económica y otra de ingeniería, las cuales trabajaban en equipos ad hoc para el desarrollo final de proyectos. Hasta los años 80, puede decirse que el ICIDCA fue la única institución de investigación tecnológica en introducir estos elementos en la organización institucional. Su ejemplo fue después seguido por otras.

Urrutia fue después Viceministro en el Ministerio de la Industria Azucarera.  Más tarde fue Vicepresidente Primero del Comité Estatal de Ciencia y Tecnología y Vicepresidente Primero de la Academia de Ciencias de Cuba, la que en esa etapa desempeñaba el doble papel de Academia y de Ministerio de Ciencia y Tecnología. Durante varios años fue Presidente de la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba, (ATAC). Murió de una penosa enfermedad en el año 1988. Me correspondió, a solicitud de su familia, la muy triste responsabilidad de pronunciar las palabras de duelo en su entierro.

Con el objetivo de establecer la correspondiente base científica y tecnológica para materializar estas ideas, el Che insistió sobre sus líneas perspectivas, mostrando una percepción clara de la importancia de lo que hoy llamaríamos “segunda generación de biotecnologías”.

…el futuro del ICIDCA está en el énfasis cada vez más creciente de los procesos de fermentaciones que puede permitirle al instituto tener una tecnología de avanzada en este aspecto. (…) tenemos que centrar los esfuerzos para capacitar cuadros en este aspecto…[30]

Las primeras orientaciones que el Che dio al ICIDCA para 1963[31], fueron: organizarse perfectamente; estudiar los problemas relacionados con los derivados de la caña; entrar en contacto con los distintos organismos relacionados con esta gramínea y prestar particular atención al estudio de nuevas técnicas de fermentación. Como puede apreciarse, a pesar de la importancia que concedía a esta línea de desarrollo, el Che planteó las tareas para ser acometidas con calma. Aquí influyó mucho la opinión del Ing. Urrutia.

Sobre las bases de estas indicaciones, para 1964[32], fueron jerarquizadas las siguientes líneas de trabajo: alfa-celulosa, materia prima que se importaba para la producción de rayón[33]; dextrana, para uso clínico e industrial, refinación de cera de cachaza para sustituir importaciones y transformarse en un posible rubro de exportación; levadura Torula para la alimentación del ganado vacuno y carbón activado para diversos usos industriales.

En cuanto al alfa-celulosa a partir del bagazo de la caña, se trabajó en la selección y adaptación a escala de micro-planta piloto una tecnología que indicaba preliminarmente la posibilidad real de producir este producto a escala industrial.

En cuanto a la dextrana. La planta de dextrana en el Central “España Republicana” fue abandonada sin documentación por una empresa norteamericana. El ICIDCA la restableció con el apoyo de especialistas de la RDA, asistencia técnica que se aprovechó muy bien. La planta piloto construida por el instituto había logrado producir, 41,1 toneladas en 1964, aunque era necesario continuar estos trabajos de desarrollo,

En cuanto a la refinación de la cera de cachaza, bajo la asesoría de un especialista muy calificado de la RDA, se realizaron trabajos experimentales en pequeña escala los que deberían continuarse y ampliando hasta alcanzar la tecnología adecuada para su proyección industrial.

En cuanto a la levadura Torula, se intensificó el trabajo de investigación a nivel de laboratorio y de micro-planta. Sobre la base de los resultados iniciales obtenidos se dieron los primeros pasos, en un trabajo conjunto con la entonces Empresa Consolidada del Azúcar para el diseño y construcción de una planta piloto en un central azucarero.

En cuanto al carbón activado, el trabajo los trabajos de investigación se concentraron, en una primera etapa, en la posibilidad del uso de la cachaza de la caña como materia prima; previéndose la construcción de una planta piloto para continuar los trabajos de desarrollo

El avance del ICIDCA en aquellos primeros años fue notable. El Che se sintió muy satisfecho de los resultados obtenidos y evaluó altamente el trabajo realizado.

En 1964, la Empresa Consolidada del Azúcar se convirtió en el Ministerio de la Industria Azucarera (MINAZ), el cual, desde 2012, pasó a denominarse Grupo Azucarero AZCUBA. Este cambio se justificaba dada la importancia del azúcar para el país – era el primer rubro de exportación de Cuba – y las favorables negociaciones económicas y comerciales sobre este producto realizadas en aquellos momentos principalmente con la URSS. Era el momento en que se pretendía alcanzar, en 1970, una producción de 10 millones de toneladas de azúcar. Meta la cual se demostró imposible alcanzar en aquellos momentos.

Orlando Borrego, quien hasta ese momento había sido Viceministro Primero del Ministerio de Industrias fue nombrado Ministro de la Industria Azucarera. Lógicamente, el ICIDCA se trasladó a este nuevo organismo, donde permanece hasta hoy.

 

  • El Instituto Cubano para el Desarrollo de la Industria Química (ICDIQ).

A fin de materializar los criterios sobre el desarrollo de tecnologías autóctonas, en 1963 se crearon el Instituto Cubano de Desarrollo de la Industria Química (ICDIQ) y el Instituto Cubano de Investigaciones Tecnológicas (ICIT). Esos institutos fueron dotados de una base propia de construcción de prototipos, plantas pilotos y equipamiento tecnológico, mostrándose una temprana visión para Cuba – como fue indicado en el ICIDCA - de la importancia del escalado en los procesos de investigación y desarrollo tecnológico.

El ICDIQ tenía, entre sus tareas fundamentales, trabajar en un esquema de desarrollo futuro de la industria química; generar tecnologías propias, y asegurar la proyección, ejecución y puesta en marcha de las plantas derivadas de estas tecnologías, incluyendo la fabricación de parte de su equipamiento[34].

Este instituto se concebía como una estructura que incluía los laboratorios de investigación, las plantas pilotos y los talleres de prototipos y de construcción de equipos y maquinarias, las áreas de ingeniería de proyectos y un equipo de construcción y montaje para las fábricas, cuyas tecnologías hubiese desarrollado. Se realizó una inversión considerable para la época.

Para el Che, la química, junto con la electrónica, eran elementos vitales para el desarrollo industrial y económico de un país. Él había expresado, en 1964, que

no podemos olvidar que somos un país atrasado que tiene que desarrollar la química, que es una más dentro de las cosas que están atrasadas. Que el ICDIQ se creó para desarrollar la industria química...Que por ahora este instituto no debe ser nada más que el creador de tecnologías y constructor de las fábricas de acuerdo con su tecnología, es decir, desarrollando los aparatos y equipos necesarios. Y ha de ser también el organismo...inversionista, en cuanto a nuevas plantas.[35]

Estas palabras del Che reflejaban la importancia estratégica que él le asignaba al desarrollo de la industria química y la intención de que este desarrollo se realizara en una forma relativamente independiente de los procesos de construcción de otras industrias. Por otro lado, en esa misma ocasión él demostraba el papel protagónico que él le asignaba a García Piñera, su Director, en este proceso. Al mencionar que es instituto fue creado para desarrollar la industria química, señaló:

y también para aprovechar la capacidad de trabajo del compañero Álvaro García Piñera[36] y su entusiasmo por la Química. Se puede decir que este Instituto tiene la firma de García Piñera debajo de las siglas del ICDIQ.[37]

Yo concordaba plenamente con el Che en cuanto a la concepción organizativa del ICDIQ. Sin embargo, creía, al igual que muchos compañeros dirigentes del Ministerio, que García Piñera, aunque poseía indudables conocimientos técnicos, actuaba frecuentemente con una osadía irresponsable, desarrollando “al olfato”, sin claros principios tecnológicos y estableciendo plazos imposibles de cumplir tecnológicamente. Varios compañeros tratamos de discutir con él esa actitud, mas su estilo no daba pie al entendimiento de esta cuestión. La idea de que el ICDIQ era “el instituto de García Piñera” le hacía daño a la institución  Esto se lo expresé varias veces al Che quien siempre me dijo que yo estaba equivocado.

García Piñera era un Ingeniero Químico que procedía de la industria de jabonería y perfumería, de la filial en Cuba de la Colgate-Palmolive. Se jactaba de no tener vinculación ideológica con la Revolución y de no someterse necesariamente a todas las disposiciones y reglamentos del Ministerio. Poseía una gran dosis de autosuficiencia, se sentía inmune a las críticas ya que el Che no le daba mucha importancia a esas actitudes.

En un momento, le propuse al Che, sustituir a García Piñera. El asintió y me dijo que esa tarde iba a salir de recorrido con él y le informaría de su sustitución. Cuando regresó - recuerdo que estábamos reunidos todos los Viceministros - me dijo:

-          No voy a sustituir al “Gordo”[38]. El hace cosas.

Dio media vuelta y se fue.

Era posible comprender la posición del Che. Ansioso como estaba por impulsar el desarrollo industrial, daba todo el apoyo solicitado a tareas propuestas en áreas prioritarias, cuando le aseguraban que podían ser realizadas, como sucedió con Presilla y Prado, entre otros. Así como estimulaba a la clase obrera a buscar ideas nuevas y ofrecer soluciones para los problemas del país, también trataba de estimular al personal que tenía un alto nivel técnico. Eso sucedió muchas veces en diferentes sectores de la Revolución.

En el caso de García Piñera, ese estímulo se justificaba especialmente, dada la importancia de los emprendimientos que él proponía, dirigidos fundamentalmente a la mejoría de la salud en Cuba[39]. Su obra, aparentemente cumbre, sería el diseño y construcción de una planta de antibióticos de diversos tipos, tomando como base las instalaciones existentes de una planta de levadura panadera. Diseñar y construir una planta de antibióticos con tecnología propia, a los pocos años del triunfo de la Revolución, en un país que impulsaba prioritariamente la salud pública, despertaba, sin dudas, un gran interés. De ahí todo el apoyo obtenido por García Piñera, quien recibió todos los recursos que solicitó

Visité la obra; le pedí a García Piñera que me mostrara el diseño y los planos de la planta. Me respondió que el diseño se estaba haciendo a pie de obra y que no existían ni documentos, ni planos. Esto me pareció inconcebible y se lo dije. Él sonrió burlonamente y no dijo nada. Cuando llegué al Ministerio le conté esto al Che. Me dijo que eso eran “celitos míos”; que esperara a que terminara la planta y se pusiera en operación.

La planta resultó un verdadero fiasco. No consiguió producir ni un gramo de antibióticos. Después de muchos esfuerzos inútiles, volvió a ser lo que era anteriormente: una planta productora de levadura de pan.

La verdad es que todas las plantas químicas que García Piñera había anunciado e incluido en los planes del Ministerio, resultaron un fracaso; muchas eran absurdas y organizativamente fuera de lugar como los proyectos para producir helicópteros y cartuchos de caza. El abordaje técnico de los proyectos era muy superficial y desordenado.

Personalmente, considero que fue una suerte el hecho de que el Che no haya podido, por razones de salud, inaugurar la referida planta de antibióticos, evitando que el fiasco posterior quedase muy ligado a su imagen.

La planta de antibióticos se inauguraba un lunes de enero de 1963. El Che fue convidado a hablar la noche anterior, un domingo, en un acto de la Central de Trabajadores de Cuba, en el hotel Habana Libre. Durante toda la tarde los viceministros y los directores de rama habíamos estado reunidos con él, en las sesiones periódicas dominicales para el análisis de la producción. Esa mañana, habíamos ido a cortar caña al central “Augusto Cesar Sandino”.  Durante la tarde, el Che se había visto cansado y muy afectado por el asma que siempre el polvillo de la caña le provocaba. De esa reunión, salimos todos junto con él hacia el acto.

En esa ocasión, el Che pronunció un discurso medular sobre el papel y la responsabilidad de la clase obrera en aquellos momentos, el cual se transmitió en vivo por televisión. Era evidente que tenía que hacer enormes esfuerzos frente a las cámaras, pues el asma lo ahogaba. Él le había solicitado al director de la transmisión que, de vez en cuando, las cámaras se dirigiesen a otra parte del público presente para así el poder utilizar su nebulizador; esto no se realizó; las cámaras quedaron fijas en él, sin embargo, con su tenacidad y fuerza de voluntad habitual, él no concluyó su discurso hasta que no expresó todas las ideas que tenía pensadas. Cuando finalizó, salió a toda prisa para su casa.

Como consecuencia de este ataque de asma, quedó en cama por pocos días y no pudo asistir a la inauguración de la Planta de Antibióticos. Es fue la primera y única vez que lo vi en cama sin poder ir al Ministerio. Borrego pronunció, a nombre del Che, el discurso inaugural.

Sólo logré sustituir a García Piñera después de que el Che marchó para otras tierras. Poco tiempo después, García Piñera emigró para los Estados Unidos.

A pesar de los malos resultados obtenidos por el ICDIQ, es importante recordar que la idea de estructurar integralmente todos los elementos esenciales participantes en los procesos de innovación: laboratorios, talleres de prototipos, plantas pilotos y la construcción y el montaje era válida. Esa concepción volvería a predominar, años después, exitosamente en la producción de fármacos de origen biotecnológico.

  • El Instituto Cubano de Investigaciones Tecnológicas (ICIT)

Aunque con el mismo nombre, este instituto no era una simple continuidad del ICIT de la década de los 50s. Este se organizó sobre bases distintas. Desde un inicio, el nuevo ICIT se orientó al desarrollo de tecnologías basadas, en lo fundamental, en materias primas de origen vegetal y en subproductos industriales. La idea central era crear una vinculación de desarrollo más estrecha entre la agricultura, considerada en aquellos momentos como eslabón fundamental de la economía, y la industria.

Por otra parte, y, en sentido adicional al estricto trabajo investigativo agrícola-industrial, el Che había manifestado en diferentes reuniones de trabajo la importancia de introducir gradualmente en la práctica agrícola de nuestro país  métodos de dirección industriales - generalmente más avanzados en relación con los usados en la agricultura - mediante, una vinculación más orgánica de ambos sectores, entre otras vías, anticipando la idea de los futuros complejos agroindustriales. Ya en 1963[40], El Che priorizó las investigaciones sobre diferentes cultivos.

La sede central del Instituto se localizó en la Finca “La Luisa”[41], que había sido propiedad de un riquísimo político que había abandonado el país: José Manuel Cortina. En ese lugar comenzó, a partir de cero, la construcción de los laboratorios, las plantas pilotos y los talleres. Esta concepción de la inclusión de los elementos de desarrollo experimental, esencial para poder alcanzar los objetivos planteados a la institución, fue introducida por su primer director, Miguel Urrutia, de quien ya nos referimos anteriormente. Urrutia, en el tiempo que estuvo al frente del Instituto, apenas un año – antes de ser nombrado Director del ICIDCA – sólo se pudo concentrar en el trabajo de crear las bases materiales del ICIT. Los recursos humanos científicamente calificados eran exiguos.

Cuando Urrutia fue transferido para el ICIDCA, yo no tenía en esos momentos candidatos de nivel técnico disponibles para el ICIT. Entonces propuse al Che al compañero Omelio Sánchez, de quien yo tenía una magnífica opinión desde que trabajamos juntos en el ICP. Como ya explicamos, ante la falta de personal técnico capacitado, teníamos que utilizar compañeros, sin preparación técnica, pero con dotes de dirigente y entusiasmo para dirigir centros de investigación. Omelio, a pesar de estar todavía enfermo, desplegó un trabajo intenso, prestándole gran atención a la Estación Experimental “Ciro Redondo”[42], adscrita al ICIT. De ella nos ocuparemos más adelante.

Recuerdo que, a finales de 1963, en una reunión de análisis sobre el trabajo del ICIT, Omelio le preguntó al Che, cuál sería, en su opinión, la visión de futuro del ICIT. El Che meditó por un rato y expresó:

-          Un punto en el horizonte: el comunismo.

Yo pensé que el Che había respondido jocosamente a esta pregunta, lo cual no era habitual en él. Después comprendí su profundidad. Él no podía, lógicamente, dar una orientación científico-técnica más allá de las que había dado. Nuestra responsabilidad era buscar esa estrategia y proponerla[43]. Si se encontraba una solución adecuada y se trabajaba consecuentemente sobre ella, el objetivo a largo plazo del ICIT contribuiría al desarrollo de una sociedad comunista, en la acepción marxista de la palabra. Eso era lo que él quería decir.

  • La Estación Experimental “Ciro Redondo”

Esta estación, adscrita al ICIT, tenía un carácter especial. En ella se conjugaban las tareas experimentales agropecuarias, con las de desarrollo de los productos agrícolas con fines industriales. En ella se realizaban investigaciones pero, además, se aplicaban métodos de organización del trabajo y los salarios y de estimulación tomando como criterios los resultados del trabajo agrícola de cada obrero (productividad, calidad, así como su capacitación individual, combinando formas de estímulo individual y colectivo).

“Ciro Redondo” fue una de las primeras unidades con fines de experimentación creadas por el Che. En 1961 había dado instrucciones para que se seleccionara una finca para estos fines, que no estuviera en muy buenas condiciones para que no se le restara a las áreas efectivas de cultivo del entonces Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). Así apareció, en Jovellanos, la finca llamada “María Luisa”

En enero de 1962 fueron seleccionados los primeros 165 trabajadores procedentes de la Escuela de Superación del Ejército Rebelde en El Morro, y de la guardia del Ministerio de Industrias. Casi todos habían pertenecido a la Columna del Che durante la guerra; eran de origen campesino y poseían un elevado espíritu de trabajo y sacrificio, aunque, en su casi totalidad, su escolaridad era muy baja.

La tarea de rescatar aquel pedregal y poner en producción en un año las primeras 200 hectáreas con escasos medios mecánicos, requirió de un gran esfuerzo de aquel grupo inicial de compañeros, quienes después de intensas jornadas laborales debían dedicar horas adicionales al estudio, bajo la guía de un maestro: Raúl Arteche[44].

Al frente de la granja se nombró a Varela, un excombatiente en el Ejército Rebelde[45], también de origen campesino, esforzado, disciplinado y con capacidad organizativa. Para dirigir las labores científico-técnicas de la unidad, el Che indicó un ingeniero agrónomo, Guillermo Cid, a quien le profesaba alta estima por su entusiasmo, conocimientos e iniciativas.

Dos años después, en 1964[46], al precisar los objetivos del ICIT y, en particular, las de la unidad, señalaba que su tarea fundamental era la agricultura como base para el desarrollo industrial y la ciencia botánica.

Nótese la referencia del Che a la Botánica. Ella evidencia el carácter científico que él quería imprimir a las investigaciones agrícolas. La articulación con los conocimientos básicos de la agricultura se estableció, a través de Cid, con la entonces llamada Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas[47] y, en particular, con los destacados científicos cubanos Juan Tomás Roig y Julián Acuña Galé, que en ella laboraban.

Las tierras cultivables de la unidad se dedicaron fundamentalmente a las tareas de experimentación, extensión o aclimatación de variedades vegetales de interés industrial, en dos líneas principales: fibras textiles, entre ellas el ramié y el kenaf y oleaginosas, como el maní y el ajonjolí, para la industria alimentaria; el ben, de posible aplicación en perfumería y otras industrias y el tung y el cártamo para la fabricación de pinturas.

Lo anterior da una idea de cómo comienzan a plasmarse en la práctica algunas de las concepciones del Che. Se fomentó una base experimental agropecuaria propia, con vista al desarrollo de tecnologías de cultivos que sirvieran de materia prima para la industria, y se dieron pasos, al mismo tiempo, encaminados al desarrollo de tecnologías para el procesamiento de las mismas, o sea, de verdaderos paquetes tecnológicos integrales, que podrían contribuir al incremento de la cooperación y la integración intersectorial, a través de una mayor utilización de nuestros recursos naturales.

Se fue creando además un potencial científico-técnico en esta esfera que, aunque pequeño, iba abriendo caminos en este quehacer y compulsando el desarrollo ulterior de la agroindustria.

A pesar de las limitaciones en términos de recursos, de las necesidades apremiantes de la producción y la falta de experiencia de todo el colectivo, se fueron perfilando los eslabones necesarios en la actividad de investigación-desarrollo: laboratorios de investigación y de servicios, áreas de extensión agrícola y plantas piloto y acciones coordinadas con la industria. En estas acciones se pueden apreciar pasos tempranos de lo que hoy llamaríamos la planificación a ciclo completo de los procesos de innovación tecnológica.

El Che enfatizó en la necesidad de utilizar la experiencia internacional en cuanto a los cultivos tropicales y su aprovechamiento, en el ámbito de la estación Experimental. Por ello, en 1963 y en 1964 se enviaron misiones a Brasil, encabezadas por Guillermo Cid, para visitar centros experimentales, traer variedades agrícolas de interés y establecer bases para la cooperación con dicho país en esta esfera. La última misión coincidió con el golpe militar que derrocó al presidente Goulart, dando inicio a la dictadura militar. Esto frustró el desarrollo ulterior de estas relaciones. También, durante esos mismos años, una misión de especialistas en fibras vegetales de la República Popular China prestó su colaboración en la “Ciro Redondo”.

El experimento social iniciado en dicha unidad en la esfera de la organización del trabajo y los salarios merece particular relevancia. La propuesta que se experimentaba estaba insertada dentro de los aspectos medulares del pensamiento político y económico del Che, particularmente en lo referidos a la utilización de los estímulos morales y materiales. El encontró en esa estación la oportunidad de investigar sus ideas en el sector agropecuario. Sus concepciones acerca del sistema presupuestario, de los métodos de dirección, de las vías de estimulación del trabajador y de los fundamentos político-ideológicos de estas cuestiones fueron puestas en práctica. Al mismo tiempo, eran motivo de un cuidadoso, profundo y sistemático análisis en el Ministerio, para enriquecerlas, producir los necesarios ajustes y correcciones y propiciar su perfeccionamiento.

A estos fines, conjuntamente con el Ministerio del Trabajo, se preparó un estudio adecuado a los fines de la Estación, que contenía los siguientes elementos:

Ø  una escala salarial y un sistema de normas prácticas, basadas en las que se utilizaban en el sector agrícola, con determinados ajustes necesarios para este tipo de actividad vinculada a la investigación y el desarrollo;

Ø  un sistema de pago basado en dichas normas, cuyo sobrecumplimiento determinaba la cuantía de las primas, las cuales tenían la particularidad de acumularse en un fondo colectivo – no individual - de premios, que se distribuía en función de determinados índices: la elevación de la calificación, el cumplimiento de las normas o el plan de trabajo, la asistencia y puntualidad en el trabajo y la calidad y el rendimiento en las cosechas y los resultados docentes alcanzados;

Ø  el establecimiento de dos tipos de premios en dependencia del fondo colectivo; entre los del primer tipo se encontraban las viviendas; entre las del segundo tipo, muebles, radios, caballos, etc. Los premios del primer tipo se distribuían entre los trabajadores de elevada puntuación, de acuerdo con los índices señalados anteriormente; los premios del segundo tipo los recibían los que alcanzaban una puntuación intermedia; por debajo de un determinado nivel de puntuación no se tenía derecho a optar por premios. Por supuesto, del fondo colectivo se podrían financiar obras de beneficio colectivo como cines, círculos infantiles y otros.

Esta forma de pago estaba dirigida a relacionar al obrero con su productividad, con su interés en elevar su calificación, así como a desarrollar su espíritu colectivo. De esa forma, su recompensa individual estaba dada en la medida en que mayor hubiera sido su contribución y su esfuerzo personal considerado integralmente, incluyendo el estudio. Para el Che, ésta era también una forma de experimentar en la práctica algunas de sus concepciones sobre el desarrollo de la conciencia socialista, como veremos después en el Capítulo 11.

El Che acostumbraba a visitar la granja mensualmente. Yo lo acompañaba junto con el Director del ICIT. Varias veces fue con nosotros Augusto Martínez Sánchez, quien era entonces Ministro del Trabajo. Viajábamos en el avión del Ministerio que el Che acostumbraba a pilotar, llevando siempre a Eliseo de la Campa como copiloto. En la granja se había preparado una pequeña pista de tierra para el aterrizaje de la nave.

Por lo general, la primera parte de la visita se dedicaba a discutir con el director de la unidad y con Cid, el desarrollo de los proyectos; después visitábamos las construcciones y se hacía un recorrido a caballo por todos los cultivos[48]. Finalmente, nos reuníamos con los trabajadores.

El Che discutía personalmente con todos ellos, sus antiguos compañeros de lucha, este sistema de organización del trabajo y los salarios, subrayando la necesidad de incrementar la producción y la productividad por medio de la técnica, la superación y el esfuerzo individual y colectivo. Se destacaba, en ese contexto, el papel que en todo ello desempeñaba el desarrollo de la conciencia social y política. Eran explicaciones profundas, expresadas de manera sencilla, en un ambiente fraternal entre compañeros de combate.

El hombre y su desarrollo eran parte integrante de este proyecto. Desde el primer momento estuvo presente un maestro, para impartir clases sistemáticamente y con todo rigor a un contingente de trabajadores, casi todos analfabetos o semianalfabetos al triunfo de la Revolución. Periódicamente, una psicóloga, la doctora Graciela del Cueto, atendía aquellos casos que presentaban dificultades en el aprendizaje o de otro tipo y se realizaban chequeos médicos, incluyendo el optométrico.

Una vez, al chequear el desarrollo individual de los estudios, uno de los trabajadores le dijo que él no avanzaba porque la lectura le daba dolores de cabeza. Che le dijo:

-          Mira, yo te conozco muy bien. Siempre fuiste muy vago para estudiar. Ahora lo vas a tener que hacer, quieras o no quieras, pues es para tu propio bien. De todas formas, vamos a indicar para que te chequeen la vista, por si necesitas espejuelos.

Se le hizo el examen de la vista. En realidad no necesitaba lentes. El compañero no dio más problemas con los estudios.

Del trabajo creador de los primeros años se obtuvo la recuperación de decenas de hectáreas cultivables, la construcción de albergues, del comedor, de almacenes, de naves para las plantas piloto, pero también de la escuela y de las primeras 21 casas para ser distribuidas según el sistema de premios establecido.

La superación y la formación integral de aquel grupo inicial de trabajadores y de otros que posteriormente se incorporaron, permitieron la creación de una importante cantera de cuadros que posteriormente pasaron a ocupar cargos a distintos niveles del Partido Comunista de Cuba (PCC), y de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), en empresas agrícolas, y centrales azucareros de la provincia de Matanzas, así como en cargos técnicos de diferente índole.

  • La Dirección de Normalización, Metrología y Control de la Calidad.

Desde 1960, un grupo de trabajo creado en la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) comenzó a dar los primeros pasos en la actividad de la normalización, tratando de unificar las especificaciones de materias primas para la industria.

La Dirección de Normalización, Metrología y Control de la Calidad fue creada en el Ministerio antes de crearse el Viceministerio para el Desarrollo Técnico. Sus tareas eran esenciales para garantizar, el desarrollo cualitativo de la producción industrial. El Che destacó ya en 1962 que la misión principal de esta Dirección sería la elaboración de un sistema de normas de insumo de materiales y de calidad por cada unidad de producto de acuerdo con las condiciones tecnológicas de las fábricas; priorizando los productos destinados a la exportación. 

El trabajo de esta dirección era complejo, no sólo por su variedad, sino por la interconexión que debía establecer con las empresas, las cuales, en aquellos momentos no prestaban la importancia debida a estas tareas, dadas las enormes dificultades que enfrentaban, la escasez de personal técnico calificado que pudiera dedicarse a esta actividad, así como la falta de visión y experiencia de sus dirigentes.

Además, al trabajo, en sus primeras etapas, le faltaba impulso y energía, así como algunos problemas internos de tipo político. Estos problemas eran originados por un grupo trotskista que existía dentro de ella, obstaculizando su trabajo. Cuando asumí el Viceministerio, el Che me instruyó para reunirme con ellos y advertirles de que, si estos problemas persistían, nos veríamos en la necesidad de tomar medidas de tipo administrativo. Las cuestiones de tipo político tenían otras vías para ventilarse. Esta reunión resultó efectiva; a partir de ella, esos problemas se eliminaron.

Un paso importante dado fue la adscripción de Cuba, a través de esta Dirección, a la Organización Internacional de Normalización (ISO). Esto le permitió recibir información valiosa muy importante, así como intercambio de experiencias con otros países.

Para el año de 1963 se dio prioridad al desarrollo de las normas técnicas y al establecimiento de un sistema de informaciones técnicas.

Para 1964, la prioridad fue, otra vez, el establecimiento de normas técnicas, además de normas de calidad para los productos de exportación.

Che determinó también que el plan piloto de metrología, ya iniciado, debería buscar soluciones para los problemas prácticos que se presentaban en la adopción del Sistema Métrico Decimal (SMD). En Cuba, debido a la influencia norteamericana en nuestra economía se usaba el sistema inglés de medidas. Esa medida era de particular importancia para, gradualmente, viabilizar el comercio y la transferencia de tecnología con los países socialistas, así como con países europeos que ya empleaban el SMD. Se creó, en 1964, el Laboratorio Central de Metrología para el establecimiento gradual de patrones nacionales de diferentes tipos de mediciones. Especial énfasis se prestó a la calibración de las básculas y balanzas, la mayoría de las cuales estaba en estado lamentable. Al mismo tiempo, conjuntamente con la Dirección de Capacitación, se creó la Escuela de Metrología y se enviaron grupos de técnicos a la URSS y a la República Democrática Alemana para prepararse en esta disciplina.

También fue inaugurado en ese año el Laboratorio Central de Control de Calidad y se organizaron cursos para preparar personal en las empresas.

Aunque la calidad no apareció explícitamente como tarea priorizada por el Che para el organismo en ningún año, ella fue, sin embargo, uno de los aspectos sobre los cuales él más insistió, dándole a ésta un carácter social.

En 1964, al presidir la delegación cubana a la Asamblea General de la UNCTAD, en Ginebra, Suiza, visitó una fábrica de relojes, quedando muy impresionado con los criterios y controles de calidad utilizados en la misma. En una reunión del Consejo de Dirección del Ministerio, él nos informó sobre la visita y, en la discusión que siguió, pronunció una frase de gran contenido social y político:

La calidad es el respeto al pueblo.

En esta expresión, que se hizo y conocida, el Che sintetizaba su criterio de que la calidad no era sólo un problema económico, sino también un problema político, ideológico, social, ético y cultural, que no se puede ni debe analizar separadamente.

El Che había sido muy crítico sobre la falta de calidad de muchos productos causada, en parte, por los problemas del aseguramiento de las materias primas, pero, también por la poca preocupación de las empresas por fabricar algo mejor con los recursos disponibles. Así, públicamente, en una Reunión de Producción, convocada por Fidel en 1962 y celebrada en el teatro Chaplin – hoy Karl Marx -, en la que participaron dirigentes de todos los organismos del país, el Che criticó el sabor de los refrescos de cola que producíamos con sabores inventados por los técnicos de la industria, expresando que tenían sabor a “jarabe para el pecho”; se refirió al endurecimiento de la pasta de dientes, criticó a los fósforos cuyas cabezas saltaban y quemaban la ropa de las personas[49]. Estos problemas se derivaban, por una parte, a la improvisación en sustituir materiales y materias primas sometidas al bloqueo, pero también a la desidia y falta de interés de dirigentes y técnico de las empresas.

En 1964, dio instrucciones concretas para que el Departamento de Control de Calidad hiciera inspecciones frecuentes a las fábricas y tiendas comerciales para detectar problemas y que, en casos evidentemente graves, tuviera la autoridad suficiente para detener la producción. Así lo hicimos.

Precisamente, en aquellos momentos, apareció un serio problema en la harina de trigo recibida en La Habana: estaba altamente infestada de un insecto: el llamado gorgojo del trigo. Su presencia era evidente, principalmente en el pan. Cuando los inspectores de calidad detectaron este problema, dimos instrucciones de parar la producción de pan en las panaderías de la ciudad, ya que eso era una falta de respeto a la población. La discusión que tuve con el Viceministro de Industria Ligera del Ministerio y con el Director de la Empresa de la Harina fue monumental, pero el Che me apoyó. Era preferible que se detuviera por dos o tres días la producción, ya que eso representaba un grave problema sanitario. Tuvieron que tomarse medidas urgentes para tamizar y fumigar toda la harina almacenada en esas condiciones. Fue una gran experiencia para todos.

Poco tiempo después, el equipo de dirección del Ministerio de Comercio Interior sostuvo una reunión con el Che y el equipo del Ministerio para mostrar la baja calidad de varios bienes de consumo que ellos distribuían y que eran producidos por nuestras fábricas. Llevaron muestras defectuosas de ropas, muebles y juguetes, entre otras. El Che pidió que le dejaran todas esas muestras y convocó urgentemente a una reunión con todas las empresas en el salón de actos del organismo. Se preparó una exhibición con todos esos productos y con unas fotos tomadas por el Departamento de Control de Calidad. La “descarga” del Che fue grande. Estaba muy molesto.

En aquellos momentos, yo me sentí mal, porque, aunque esa “descarga” no estaba dirigida hacia mi área de trabajo, sino a las empresas, sentía que mi responsabilidad de atención al control de la calidad no se había cumplido cabalmente. Nuestra actividad en relación a la calidad debería hacer enfatizar más los aspectos educativos y de promover un mayor control preventivo en las fábricas y empresas. Así comenzamos a promover la creación de laboratorios de control en las diferentes empresas.

Sin embargo, pasado el tiempo, recuerdo algunos momentos que ahora me parecen simpáticos. Una de las fotos tomadas por miembros del Departamento de Control de la Calidad con toda intención, mostraba, aumentado cientos de veces, la cabeza de un “gorgojo” asomado por encima de unos granos de harina. Parecía la foto de un extra-terrestre observando desde una roca. En otro momento, el Che tomó a una muñeca que parecía un espantapájaros y dijo, tomando una frase de José Martí que era muy utilizada por la Revolución:

-          Dicen que los niños nacen para ser felices. ¿Ustedes creen que una niña puede ser feliz con esta porquería?

Aunque el Che libró una ardua batalla por mejorar la calidad de los productos industriales, este ha sido un problema de muy lenta solución; aún no se ha resuelto a entera satisfacción, excepto en la producción de las industria farmacéutica, particularmente la biotecnológica; la mecánica, electrónica y algunos productos de exportación, con la introducción de las normas ISO y las buenas prácticas de laboratorio y de producción, entre otras medidas. La producción de bienes para el consumo interno, aún dista de ser satisfactoria en términos generales. Varios factores negativos incidían en aquellos momentos –y aún inciden en muchos casos – en la solución de la mejoría de la calidad:

Ø  la inseguridad e inestabilidad de los suministros de materias primas y materiales; la necesidad de producir, de cualquier forma, para resolver la demanda de la población, con el consecuente relajamiento progresivo de la disciplina tecnológica;

Ø  la vigencia, durante muchos años, de mecanismos y criterios de planificación en los que el cumplimiento del plan de producción era el elemento evaluativo principal, sin considerar aspectos cualitativos;

Ø  un mercado de exportación, dentro de los países miembros del CAME, generalmente poco exigente en cuanto a especificaciones cualitativas

Ø  la ausencia de controles internos y penalidades por incumplimiento de normas de calidad;

Ø  la consecuente falta de formación de una cultura productiva, particularmente en algunos sectores, en que los criterios cualitativos quedaron rezagados a planos inferiores.

Ø  la desidia de dirigentes y complacencia- echarle siempre culpa al bloqueo.

Algunos de esos factores se refieren a dificultades que persisten desde el inicio de los trabajos de normalización en la industria; otros tuvieron su origen en prácticas y procedimientos organizativos y administrativos que no toman la calidad como criterio básico de producción. Ha habido avances, es cierto, pero mucho menos de lo necesario. No es posible discurrir sobre todos los factores mencionados en este espacio. Mas, es importante destacar que compaginar un nivel de calidad adecuado y correspondiente con las necesidades económicas, en un contexto cada vez más exigente y competitivo, en medio de un feroz bloqueo, con una perspectiva humana y social, como propugnaba el Che, continúa siendo necesariamente una tarea prioritaria, aunque difícil.

El jefe de la Dirección de Normas, Metrología y Control de la Calidad, el Ing. Roberto Acosta, era una persona seria, organizada y trabajadora, aunque como el Che y yo le señalamos en algunas oportunidades, era débil de carácter. Sin embargo, después de superados los problemas internos, consiguió aglutinar un equipo de trabajo que alcanzó buenos resultados.

Debo destacar que el Che nunca me informó de que Acosta era el jefe de los trotskistas en el país. Me enteré tiempo después que salí del Ministerio.  Pienso que eso fue una muestra de sensibilidad por su parte. En la medida de que el problema político del grupo trotskista mencionado anteriormente había sido liquidado, la valoración del trabajo de su Director tenía que ser considerada sobre la base del trabajo realizado.

A mediados de los años 70s, la Dirección se convirtió en el Comité Estatal de Normalización, subordinado al Consejo de Ministros. Más tarde, se convirtió en la Oficina Nacional de Normalización, adscrita a la Junta Central de Planificación. En los momentos de escribir este libro, se encuentra adscrita al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.

  • La Dirección del Plan para el Desarrollo Técnico

La función principal de esta Dirección era elaborar, controlar, coordinar y evaluar el cumplimiento del Plan para el Desarrollo Técnico de todo el Ministerio. Para 1963, el Che había indicado que debía colaborar estrechamente con la Dirección del Plan Perspectivo de forma que se pudiese tener una visión general de las acciones del Ministerio en las cuales se englobaban las acciones de todo el Viceministerio y trazar los esquemas de trabajo para atender las necesidades identificadas. Para 1964 indicó el inicio de un Plan Piloto de Desarrollo Técnico.

En su concepción, el Che aspiraba a que el Ministerio en su conjunto, en todas sus empresas y fábricas, alcanzase un adecuado desarrollo científico y tecnológico. Esto tenía que ser el resultado del trabajo de los institutos creados, de los trabajos de desarrollo de las propias empresas y de una interrelación estrecha entre estos actores. En este sentido, la acción del Viceministerio para el Desarrollo Técnico debería tener un sentido más global.

Debo confesar que, en los primeros momentos de mi actuación como Viceministro de esta área, no capté adecuadamente esta visión integral. Yo me concentré principalmente en atender e impulsar el surgimiento de los diferentes institutos bajo mi responsabilidad. También, para ser justo conmigo mismo, esa atención tomaba prácticamente todo mi tiempo, considerando que en aquellos momentos yo trabajaba días, noches y madrugadas, incluyendo sábados y domingos.

Yo traté de que esta Dirección me ayudase a alcanzar los objetivos más globales que nos habían sido fijados. Sin embargo, el equipo de la Dirección no ayudó en este sentido. Su primer Director, Antonio Estévez, ingeniero químico, procedía de una de las antiguas compañías petroleras en la que trabajó en aspectos de desarrollo estratégico. Era una persona bien formada y seria, pero su enfoque sobre su tarea y la del Viceministerio era completamente burocrático. Carecía de conceptos básicos y prácticos sobre lo que había que hacer. El debió haber sido mi mano derecha, mas no lo consiguió; tampoco el asesor checoslovaco que tuvo la Dirección, Ladislav Riha, muy calificado[50], quien tampoco tuvo posibilidades ser debidamente utilizado.

Yo me reunía con Riha frecuentemente, aprovechando su experiencia y conocimientos, para que me ilustrara sobre cuestiones de política y planeamiento en ciencia y tecnología. Después de varios encuentros, él me propuso escribir conjuntamente un artículo para Nuestra Industria Tecnológica sobre la planificación de la ciencia y la tecnología en el socialismo. El escribió el primer borrador; lo discutimos varias veces, hasta que consideramos que estaba listo para su publicación. Riha insistió en que yo apareciera como primer autor. Este fue el primer trabajo sobre política científica y tecnológica publicado en Cuba[51].

Cuando la revista salió publicada y el Che vio el artículo, me llamó.

-          ¿Eres tú realmente el primer autor de este artículo?

Yo le expliqué el proceso de construcción del artículo, expresándole con mucha sinceridad que Riha era quien conocía mucho más profundamente la materia; también le expliqué que habíamos discutido bastante y trabajado en conjunto durante varias semanas para hacer este trabajo asequible y útil al lector cubano, considerando la importancia del tema. Por otra parte, por una cuestión de jerarquía, como era práctica usual en los países socialistas, Riha insistía en que yo tenía que aparecer como el primer autor. El Che me respondió con un tono particularmente irónico, aunque amistoso:

-       Bueno, primer autor, sigue utilizando a tu asesor. Él sabe mucho más que tú. Aprovecha bien todos sus conocimientos y.…sigue escribiendo. No dejes de escribir. Vamos a ver si algún día te conviertes en un científico en cuestiones de la dirección de la ciencia y la tecnología.

En ese sentido, traté de seguir sus consejos.

Estévez protestó cuando supo que yo había propuesto su sustitución. Antes de tomar una decisión definitiva, el Che siguió su habitual método de análisis para estos casos: convocó a una reunión con Estévez, con los Viceministros y los dirigentes del Viceministerio. Después de escuchar con paciencia todos los criterios y opiniones y preguntar mucho, concordó con mi propuesta. El Che más tarde expresaría que el anterior Director se había ganado la aversión de todas las direcciones del Viceministerio.

Para sustituir a Estévez se nombró a Jorge D’Almendray, economista, Bajo su dirección, el trabajo cobró una nueva dinámica.

  • Una evaluación de la actividad científico-técnica.

Una de las múltiples facetas de la actividad del Che al frente del entonces Ministerio de Industrias fue la relacionada con el impulso temprano y sostenido al desarrollo científico y tecnológico nacional. Se crearon instituciones que abarcaban de manera integral distintas actividades que iban dirigidas a articular la innovación tecnológica - término no utilizado en aquella época - en la estrategia de desarrollo del organismo; se fomentó el desarrollo tecnológico no sólo en estas instituciones, sino dentro de las propias empresas; se dedicó una parte importante de los escasos recursos especializados en aquellos momentos a promover la actividad de investigación y desarrollo tecnológico; se estimuló de manera efectiva la participación de las masas trabajadoras en la solución de los problemas prácticos y perspectivos de sus fábricas. Se inició un fuerte proceso inversionista para crear nuevas capacidades industriales, modernizar las existentes y, en algunos casos, concluir la construcción y puesta en marcha de algunas instalaciones, como la conocida hazaña de la planta de níquel de Moa.

Además, se impulsaron las tareas por el control de la calidad y la normalización, la información científico-técnica, creándose inclusive en el Ministerio el primer centro en Cuba de estas características.

La capacitación a todos los niveles se convirtió en tarea altamente priorizada con resultados muy positivos. Todas estas actividades se concibieron de manera integral y sistémica y se instrumentaron desde los niveles superiores hasta la base. Con una visión ideológica de largo alcance, el Che luchó para que el desarrollo científico y tecnológico se convirtiera en una realidad, junto a la formación del hombre, en la construcción de la sociedad del futuro.

El Che promovía la colaboración e interacción con otros organismos. Juntos fuimos a la Universidad de La Habana, cuando fueron rectores Juan Marinello y después Salvador Vilaseca y a la Universidad de Oriente, cuando era rector José Antonio Portuondo, para discutir programas de colaboración. Con Antonio Núñez Jiménez, entonces Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, iniciamos un trabajo conjunto de colaboración en el campo de la Geología.

En el análisis autocrítico de mi trabajo personal, contenido en el informe presentado en 1964, sobre la actividad del Viceministerio de Desarrollo Técnico, yo señalé con toda fuerza que mi fallo principal era no haber podido lograr un sistema metódico y efectivo de control de las tareas de las distintas dependencias que yo atendía. También señalaba que tenía muchas lagunas en el conocimiento de los aspectos técnicos y económicos de los trabajos de investigación, lo que nos hacía tomar decisiones a “ojo de buen cubero” o nos obligaba a demorarlas demasiado para poder estudiar los problemas que me sometían. Prácticamente no me señalaba ningún aspecto positivo.

Cuando el Che hizo las conclusiones de la discusión sobre informe del Viceministerio, expresó que éste, en su conjunto, había avanzado mucho. Analizó, con sus fallas y aciertos, el trabajo de cada dependencia y sus directores; sin embargo, de mí no dijo nada. Eso me hizo sentir preocupado

Cuando terminó la reunión, fui a verlo para pedirle su opinión sobre mi trabajo. Con una sonrisa algo burlona, me dijo:

-          Chico, como tu autocrítica fue tan dura, yo no sé si el Viceministerio avanzó por ti o a pesar de ti.

Yo me quedé perplejo con esa respuesta, pero enseguida me dio una palmada amistosa en el hombro y me dijo:

-          Sigue así.

Acostumbrado a que el Che no dispensara elogios frecuentemente, esa palmada fue el mayor estímulo para mi trabajo.

Más de medio siglo después, al ponerme a meditar sobre esta autocrítica, yo la escribiría de forma muy diferente. En primer lugar, era grande la diversidad de contenido y complejidad de las tareas asignadas a las distintas dependencias del Viceministerio, todas ellas en un estadio inicial de desarrollo; sus directores tenían características muy diferentes; los recursos humanos y materiales eran muy limitados; debido a la presión siempre presente de los  problemas de la producción, la comprensión y consecuentemente la prioridad de la actividad científico-tecnológica era baja para muchos dirigentes y funcionarios del Ministerio.

Yo no podía esperar que, en un año hubiese alcanzado un dominio cabal de todas las actividades para controlarlas adecuadamente y tomar decisiones rápidas. Pienso que los fallos eran reales, aunque de tipo táctico sobre los cuales tenía que seguir trabajando.

En su excelente libro sobre el Che[52], Helen Jaffee se refiere a una entrevista conmigo en Cuba en el año 2005. En esa entrevista yo le informé autocríticamente que la principal deficiencia en mi trabajo como Viceministro de Desarrollo Técnico consistía en no haberle prestado suficiente atención al trabajo de la Dirección de Capacitación. Después de haber leído lo que declaré en esa entrevista, pienso que mi apreciación no fue realmente justa. Considero que mi atención a las tareas de la capacitación fue adecuada. Mi fallo mayor fue no haber visto la actividad científico-tecnológica del Ministerio de una forma integral, incluyendo en ellas, de manera principal, a las empresas. Esa era la visión que tenía el Che y que yo no comprendí cabalmente. Mi visión era vertical, enfocada la atención a las dependencias que me estaban subordinadas, cuando ésta debió haber sido horizontal, impulsando el desarrollo de la ciencia y la tecnología en todo el Ministerio.

En el Seminario conmemorativo por el 40 Aniversario de la creación del Ministerio de Industrias, celebrado en febrero de 2002, en el Salón de Actos del Ministerio de Industria Básica, el entonces Ministro, compañero Marcos Portal, presentó, entre otros documentos sobre la actividad industrial, uno sobre diversas expresiones del Che sobre este tema. En él encontré unas palabras. En un informe al Consejo de Ministros en 1965, que yo desconocía. El Che escribió: El trabajo de la ciencia ha avanzado mucho en el Ministerio.

Casi 40 años después, recibí, inesperadamente, una nueva palmada en el hombro.


 



[1] Guevara, 1970

[2] Guevara, 1966g. p. 70

[3] Guevara 1966n, pp. 673-674

[4] Como éste ocurrieron otros casos similares de sustituciones y cambios muy rápidos de cargos, principalmente debido a la carencia de cuadros confiables técnica y políticamente. Posteriormente, Riera, ya fallecido, asumió altos cargos en el Gobierno.

[5] Las Direcciones de Capacitación y de Colaboración Científico-Técnica se examinarán en el siguiente capítulo.

[6] La antigua Gravi, situada en Jovellanos, provincia de Matanzas.

[7] Guevara 1966o, p. 559

[8] Al norte de la anterior provincia de Camagüey

[9]Guevara 1966q p. 641.

[10] Guevara 1966k, p. 79

[11]Pedro hablaba el español bastante bien, aunque frecuentemente cometía gazapos. En una reunión, presidida por Che, sobre la industria del níquel, él quiso expresar que todavía en el proceso industrial se presentaban cuellos de botella; sin embargo, se equivocó y se refirió a los “culos de botella”, con la consiguiente carcajada general. 

[12] El subrayado es del autor. Guevara 1966p. pp. 741-743.

[13] Guevara 1966n p. 591. 

[14] Guevara 1966q, p. 641.

[15] Ver Guevara, 1966º, p. 612.

[16] Província de Holguín.

[17]   Guevara, 1962c, p. 345.

[18] Guevara 1966n p. 589

[19] Ver Guevara 1966o y Guevara 1966q. 

[20] Guevara 1966n, pp.590-591

[21] Guevara 1966o, p.612

[22] Centros de limpieza en seco de la caña de azúcar, donde a través de ventiladores de gran porte se logra separa alrededor de un 65 % de las hojas del tallo, buscando menor volumen de materias extraña en fábrica y mayor rendimiento industrial.

[23] Comunicación verbal del Lic. Tirso Sáenz Coopat.

[24] Guevara 1966v1, p. 142

[25] Fallecido en diciembre de 2019.

[26] Fallecida en Cuba durante los años 80s.      

[27] Para un análisis más detallado del antiguo ICIT, ver Sáenz y García Capote (1989): op.cit., p.38.

[28] Hijo del renombrado historiador cubano Ramiro Guerra.

[29] Hoy denominada Universidad Tecnológica de La Habana

[30] Guevara, 1966r, p. 101.

[31] Guevara, 1966n, p. 190,

[32] Guevara, 1966n. p. 612.

[33] El uso más importante del rayón, en aquellos momentos, era para la producción de neumáticos.

[34] Guevara 1966s, pp. 97-100

[35] ibidem

[36] Quien había sido nombrado Director del ICQDIQ

[37] Guevara 1966 v2 p. 97.

[38] Así le decían a García Piñera.

[39] Como las plantas de sueros y esteroides. Todas ellas colocadas en las tareas del instituto.

[40] Guevara, 1966n, p. 591.

[41] Ubicada en Arroyo Naranjo, actual municipio de La Habana. Quedaba frente a “La Chata”, finca del ex-presidente Carlos Prío Socarrás. Actualmente, allí se encuentra el Centro de Investigaciones para la Industria Minero-Metalúrgica (CIPIMM) perteneciente al Ministerio de Energía y Minas.

[42] Ubicada en el municipio de Jovellanos, provincia de Matanzas.

[43] Ese método ya él lo había indicado al analizar y evaluar el Plan Perspectivo elaborado por la Junta Central de Planificación y también al analizar el proyecto elaborado por la propia Dirección del Plan Perspectivo en el Ministerio.

[44] Arteche también daba clases a los escoltas del Che.

[45] No perteneció a la columna del Che.

[46] Guevara, 1966, p. 611.

[47] Hoy sede del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical “Alejandro de Humboldt” (INIFAT)

[48] Esta parte era la más difícil para mí, pues yo era un pésimo jinete. A veces no lograba que el caballo caminara o me quedaba retrasado, pues el caballo se ponía a comer hierba. Mis problemas ecuestres eran motivo de diversión para el Che

[49] Dio la casualidad de que en el momento que él se estaba refiriendo a esto, alguien encendió un fósforo – en esos momentos se fumaba en los teatros – cuya cabeza saltó como una pequeña luz de bengala. Esto motivó una carcajada general, aunque confirmó la crítica del Che.

 [50] A su regreso de Cuba, fue nombrado Viceministro de Ciencia y Tecnología en Checoslovaquia.

[51] Sáenz, Riha,1963, pp.28-45.

[52] Jaffe, 2011, p. 171.


Continuará

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