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viernes, 5 de noviembre de 2021

LA VERGÜENZA EN EL IMPERIO

Por: Julio Sergio Alcorta Fernández.

Algunas veces, los que estamos tratando de descubrir, alertar y denunciar las desvergüenzas del imperio más poderoso del mundo, nos invade un infortunado desdén al darnos cuenta de lo intrincado que resulta tal cometido.

El principal dilema que nos encontramos es que  la VERGÜENZA, en su acertada significación, con tal de poder entender lo que pretendo ilustrar, de decoro, dignidad, orgullo, conciencia, honor, delicadeza y susceptibilidad, no aparece en los cánones que ese imperio cobija.

Esta perturbación social no es de extrañar, ya que se conoce que desde que se declararon independientes del imperio inglés, sus padres fundadores no pudieron eludir, en parte, esa alteración genética de sus progenitores imperiales, con sus ambiciones, vicios, corrupción y los demás extravíos propios de todos los imperios.

Todo este lógico descarrío, produjo inevitablemente, que el siglo XIX se convirtiera en una desvergonzada maniobra consagrada, en primer lugar, a crear y fortalecerla hegemonía del nuevo país y el criminal expansionismo territorial, con la misma avidez de saqueo que dominó a los romanos en sus mejores tiempos.

En el caso de nuestra Patria en esa época, fue desmedido y hasta descomunal, el despliegue por la mayoría de sus principales altos funcionarios y sus 22 mandatarios, desde Thomas Jefferson en 1801, hasta William McKinley en 1901, próximos a autoproclamarse como emperadores, de infames, irrespetuosa, prepotentes y despreciables declaraciones y episodios, que claramente constituyeron una afrenta a los iniciadores de la lucha por la independencia, y a los esfuerzos del ejército Mambí, desde l868.

Por otro lado, continuaron de forma porfiada, bochornosa y procaz,  la pretensión de adicionarse a nuestra Isla, como declararon abiertamente casi todos esos mandatarios.

Esta declarada estrafalaria avidez por conquistar lo que no les pertenecía, no pudieron evadirla sus enfermizos y morbosos complejos neuronales; los inclinaron a tales conductas.

Sin embargo, eran otros tiempos, y con astucia y sagacidad, los mandatarios que ocuparon el poder desde 1885 hasta el fin del siglo: Gover Cleveland, Benjamin Harrison y William MKinley, comprendieron que continuar pretendiendo adicionarse a la Isla de Cuba resultaba un absurdo: otras fórmulas se iban a utilizar.

Así las cosas, en la segunda mitad del siglo, ya los Estados Unidos se habían convertido en una descollante nación, económica y militar, con casi 9 millones de kilómetros cuadrados, en parte obtenidos a sangre y fuego, cuyas costas tocaban el Mar Atlántico, el Pacifico y el Golfo de México.

Las condiciones políticas-sociales  estaban establecidas para expulsar a España y convertirse en el salvador de la independencia de Cuba.

Al ocupar la presidencia, el 4 de marzo de 1897, William McKinley,  se las agenció para conseguir proceder a la invasión militar de la Isla; no era necesario anexarla.

Esa desvergonzada decisión ya estaba concebida por estos malandrines, para que con cínica depravación, como siempre han actuado, liquidar la soberanía y la independencia por la que tanto los cubanos habían luchado y dieran sus vidas.

En síntesis muy apretada, el final fue tétrico: el nombramiento de un gobernador yanqui en la Isla de Cuba, posterior a la derrota del ejército colonial español; la imposición de la Enmienda Platt en la primera Constitución de la naciente nación; la instauración de la seudo-república en Cuba, etc.

Han transcurrido 121 años de estos hechos, y aunque parezca inaudito para algunos, no para el Pueblo de Cuba, que ha tenido que soportar seis décadas de asedios, se nos aparece recientemente, el nuevo monarca Joe Biden, en el podio de la Asamblea General de la ONU, en la que se nutre de los representantes de 193 países que constituyen nuestro mundo actual, y, sin darse cuenta, o muy consciente de los que estaba haciendo, comienza a desbarrar de los que él considera sus enemigos, dentro de ellos, con mayor violencia, el Gobierno de la República de Cuba.

Pero resulta que dentro de los que lo estaban oyendo, se encontraban los representantes de 184 países, que hace dos décadas están aprobando la propuesta de Cuba, solicitando la anulación del Bloqueo que su imperio le tiene impuesto criminalmente.

Es por eso, que al iniciar este escrito expongo: LA VERGÜENZA NO APARECE EN LOS CÁNONES QUE ESE IMPERIO COBIJA.

La Habana, Cuba, 5 de noviembre de 2021.

Mi correo: jalcorta(arroba)nauta.cu

 

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