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"La edificación de la nueva sociedad en el orden económico es también un trayecto hacia lo ignoto". RCR
El Ministerio de Economía y Planificación de Cuba (MEP), de conjunto con el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (INIE) y la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), invitaron a participar en el foro online #VerdadesDelBloqueo.
Este encuentro virtual se celebrará el día 15 de junio a las 10:00 a.m y tiene el objetivo de exponer cómo el bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de Estados Unidos hacia Cuba, es el principal obstáculo para el desarrollo económico y social del país.
Pondrá en diálogo testimonios y análisis desde Cuba y de otros países, que mostrarán la necesidad del cese de esta política hacia Cuba. Participarán como panelistas representantes de diferentes actividades económicas y productivas, del sector estatal y de formas de gestión no estatal.
La transmisión se realizará vía streaming en español por el canal de Facebook: @MEPCUBA y el canal de YouTube Ministerio de Economía y Planificación de Cuba, y se dará cobertura por la cuenta oficial de Twitter: @MEP_CUBA.
Se utilizarán las etiquetas #EliminaElBloqueo, #VerdadesDelBloqueo, #TambiénEsUnVirus y #NoMásBloqueo.
Usted puede dejar sus preguntas y comentarios a través de los siguientes sitios:
(Tomado del Mep)
Si la empresa estatal socialista está urgida de un desempeño fuerte y bien organizado, se impone que sus trabajadores distingan y aprecien que ellos, son la clave para poder materializar todas sus potencialidades laborales, aportando con creatividad a su mejor desempeño y en correspondencia con ello, recibir beneficios que permitan el logro creciente de esas razonables satisfacciones, que una sociedad no consumista como la nuestra demanda.
El compromiso, incluso el sentimiento de dueños, no se
logrará jamás mediante reglamentos, ni normas jurídicas, por muy eficaces que
estas sean. Esa condición o situación especial se constituye en un valor
intrínseco que adquieren los individuos, cuando su papel no sea solo el de
asentir en busca de esa unanimidad en las conclusiones de otros, y si porque en
el proceso de gestación de los planes o programas de su organización
participan, no como convidados de piedras, si, en facultad de opinión,
propuestas y acciones útiles que contribuyan al desempeño efectivo de esta.
La actualización del modelo económico cubano, debe
contribuir a acercarnos al propósito de lograr que los trabajadores se
sientan dueños de las riquezas colectivas de la sociedad, algo todavía
pendiente y por tanto causante en buena medida de los desequilibrios
productivos y de ineficiencia en general, así como razón suficiente para que
elementos básicos del control interno se deterioren, sin una respuesta enérgica
y contundente por parte de colectivos laborales, capaces y competentes incluso,
pero que no actúan como dueños, porque no se sienten tales.
La práctica en el desempeño de la economía cubana
indica, que no hemos podido acortar el diapasón que separa la intención de que
los actores que actuamos en ella, lo hagamos totalmente conscientes de que las
riquezas que creamos, son fruto de factores, que vistos en su conjunto destacan
por encima de otras; una voluntad política para minimizar las diferencias y
buscar la mayor equidad e igualdad de derecho y de oportunidades, no de
igualitarismo.
Un capital humano que conforma sin dudas, el mayor
patrimonio intelectual creado en un país del tercer mundo y su mayor fortaleza,
para lograr la efectividad en el proceso de instrumentación de la política
económica y social aprobada, pero que necesita creer, sentir y actuar como
verdadero dueño de las riquezas colectivas.
El propósito de situar a los trabajadores en su
condición de empresario, exige darle poder para que gestionen la economía de
sus fábricas, talleres y unidades productivas o de servicios, lo que implica un
desafió y sin dudas entraña riesgos, pero no por ello disminuye el poder del
estado socialista para salvaguardar los principios que sustentan el modelo
político, más bien lo fortalece y lo acerca más a la base teórica en la que
sustentamos el ideal político de la nación.
El futuro económico y político del país no podrá ser
el de hombres y mujeres asalariados con ventajas sociales, sino de personas
comprometidas y conscientes de que todo depende en primer lugar del trabajo
útil, transformador, no solo de materias primas, también de cultura y
conciencia de propietarios, donde se logre esa necesaria interacción entre las
aspiraciones individuales, para nada homogéneas y los objetivos colectivos de
que cada empresa sea fuerte, organizada y competitiva, y además sostén y
eslabón fundamental de la economía.
El trabajador estatal, liberado de las madejas de la burocracia, de la centralización excesiva y con facultades para la dirección colectiva, será esa especie de palanca que moverá la nueva economía socialista para convertirse en el nuevo propietario colectivo, porque se siente protegido en su individualidad, primero por su propio esfuerzo y resultados, y sobre todo, porque reconoce que la política económica en la nueva etapa, se corresponderá con la necesidad de un socialismo renovado y emancipador, protector de los más necesitados y a la vez impulsor de la creatividad.
A mediados de los años 60 y en el ambiente de debates en torno a la reforma económica socialista que se discutía entonces, se elaboró una nueva explicación sobre la permanencia de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo.
Se planteaba entonces que a partir de la permanencia de la división social del trabajo, en medio de un insuficiente nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, se presentaba un aislamiento económico relativo entre los productores, lo que aún en ausencia de la propiedad privada sobre los medios de producción, determinaba la imposibilidad de lograr una expresión directa del carácter social del trabajo. Debido a estas circunstancias los productores debían confrontar -a través del mercado- la utilidad social del producto de su trabajo, que aparecía así como un trabajo indirectamente social.
El pensamiento del Che sobre este asunto no alcanzaba a reconocer completamente la base objetiva de existencia de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, aunque no negaba su presencia, pero ciertamente la asociaba únicamente a los restos del capitalismo y a factores externos al señalar: “…consideramos la ley del valor como parcialmente existente, debido a los restos de la sociedad mercantil subsistentes, que se refleja también en el tipo de cambio que se efectúa entre el estado suministrador y el consumidor; creemos que, particularmente en una sociedad de comercio exterior muy desarrollado, como la nuestra, la ley del valor en escala internacional debe reconocerse como un hecho que rige las transacciones comerciales, aún dentro del campo socialista…”[1]
Por otra parte, el Che era enfático al negar el uso consciente de la ley del valor en el socialismo cuando expresaba: “Negamos la posibilidad de uso consciente de la ley del valor, basado en la no existencia de un mercado libre que exprese automáticamente la contradicción entre producción y consumidores; negamos la existencia de la categoría mercancía en la relación entre las empresas estatales y consideramos todos los establecimientos como parte de una única gran empresa que el Estado (aunque no sucede todavía así en nuestro país).”[2]
En relación a estas ideas, en torno a un tema que concentra –aún hoy- fuertes polémicas y debates, es preciso examinar objetivamente en qué contexto se produjo el análisis del Che, hasta donde llegó su aporte teórico y cuál es el valor de sus enseñanzas en el presente.
En primer lugar, él no tuvo la posibilidad dedicar todo el tiempo que hubiera requerido la profundización en los complejos temas de la Economía Política en la construcción del socialismo, pues los pudo analizar solo durante un breve período de tiempo, en medio de las responsabilidades que asumió como dirigente revolucionario de aquellos años en Cuba. Al respecto, María del Carmen Ariet –destacada politóloga cubana- citaba una esclarecedora opinión del Che: “…nos ha faltado la práctica, los conceptos a veces son un poco teóricos, falta el punto de conocimiento real del problema que se va a abordar (…) no todo es como dicen los libros, los libros no pueden representar la realidad de Cuba, muchos de ellos son escritos para otros medios o como sistema general de dar conocimientos…”[3]
En segundo lugar, tampoco es posible ignorar que en esa época no había concluido la larga discusión sobre la existencia de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo. Durante decenios se había tratado de explicar las mismas a partir de las diferentes formas de propiedad que existían en la transición del capitalismo al socialismo, pero no en el seno de la propiedad estatal, atribuyéndoles en -ese contexto- solo un carácter formal, carente de contenido real. Esta interpretación, a partir de las diferencias entre las diferentes formas de la propiedad, estaba presente en los trabajos del Che.
En tercer lugar, a pesar de la existencia de algunos criterios que tienden a tratar superficialmente las ideas del Che, este nunca ignoró la presencia se la ley de valor en la transición al socialismo a la que calificó –correctamente- como “parcialmente existente”.
Finalmente, para enfrentar la presencia de categorías heredadas del desarrollo capitalista anterior, el Che propugnaba una política que acelerara su eliminación al señalar: “La tendencia debe ser, en nuestro concepto, a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que incluye el mercado, el dinero y por tanto, la palanca de interés material, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de las mismas.”[4]
Pero el Che no planteaba liquidar estas categorías mediante prohibiciones administrativas, sino que partía de forjar una conciencia socialista en los hombres para impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas y la propiedad social. Sobre esto destacaba: “…nosotros afirmamos que en un tiempo relativamente corto el desarrollo de la consciencia hace más por el desarrollo de la producción que el estímulo material y lo hacemos basados en la proyección general del desarrollo de la sociedad para entrar al comunismo, lo que presupone que el trabajo deje de ser una penosa necesidad para convertirse en un agradable imperativo.” Y más adelante planteaba, reflejando la seriedad de su análisis: “Cargada de subjetivismo, la afirmación requiere la sanción de la experiencia y en eso estamos; si, en el curso de ella, se demostrara que es un freno peligroso para el desarrollo de las fuerzas productivas, habrá que tomar la determinación de cortar por lo sano y volver a los caminos transitados; hasta ahora no ha ocurrido así…”[5]
En el contexto de la acción consciente del hombre, la ley del valor y sus contradicciones, el Che definía certeramente la planificación centralizada al expresar: “ La ley del valor y el plan son dos términos ligados por una contradicción y su solución; podemos, pues, decir, que la planificación centralizada es el modo de ser de la sociedad socialista, su categoría definitoria y el punto en que la conciencia del hombre alcanza, por fin, a sintetizar y dirigir la economía hacia su meta, la plena liberación del ser humano en el marco de la sociedad comunista.”[6]
Las tesis del Che se estructurarían en el sistema de dirección concebido por él como el Sistema Presupuestario de Financiamiento (SPF) en el que se sintetizaban sus tesis y criterios más avanzados a partir de su interpretación de las relaciones monetario-mercantiles, el mercado y la ley del valor, incluyendo el tratamiento al estímulo moral y material del trabajador, las normas laborales, el salario y los precios, a lo que se unía el carácter educativo de la emulación y el trabajo voluntario como elementos –todos- coadyuvantes de la formación del hombre nuevo como factor determinante de una gestión económica más eficiente en el socialismo.
Las ideas del Che se anticipaban al futuro y apuntaban a acelerar la formación de una nueva conciencia social propia de la sociedad comunista. Esta parecía una tarea lograble en un plazo de tiempo relativamente breve en medio de la efervescencia revolucionaria de los años 60 en nuestro país.
Sin embargo, las condiciones que se requerían para la implementación del SPF no se lograron con la rapidez requerida y tampoco se alcanzaron los efectos previstos para un mayor crecimiento de las fuerzas productivas, lo que determinó –objetivamente- la permanencia de las relaciones monetario-mercantiles en nuestra realidad económica de entonces.
A ello se unieron errores de idealismo que fueron en sentido contrario a las ideas organizativas y principios de gestión económica propugnados por el Che.
En efecto, años después el Comandante en Jefe analizaría esta situación de finales de los años 60 en el I Congreso del PCC, al señalar: “Interpretando idealistamente el marxismo y apartándonos de la práctica consagrada por la experiencia de los demás países socialistas, quisimos establecer nuestros propios métodos. En consecuencia se estableció una forma de dirección que se apartaba tanto del cálculo económico, que era generalmente aplicado en los países socialistas, como del sistema de financiamiento presupuestario que había comenzado a ensayarse en Cuba, acompañada por un nuevo sistema de registro económico, que fue precedido por la erradicación de las formas mercantiles y la supresión de los cobros y pagos entre las unidades del sector estatal. A algunos de nosotros eso nos parecía demasiado capitalista, pues no entendíamos bien la necesidad de la permanencia de las formas de relaciones mercantiles entre las empresas del Estado. De facto fue suprimido el presupuesto estatal, quedando sustituido por una asignación de recursos monetarios para el pago de salarios y las relaciones de crédito y compraventa con el sector privado.”[7]
No obstante, las ideas del Che en esencia fueron retomadas por Fidel cuando también en ese mismo evento de 1975 señalaba: “…ningún sistema en el socialismo puede sustituir la política, la ideología, la conciencia de la gente; porque los factores que determinan la eficiencia en la economía capitalista son otros que no pueden existir de ninguna manera en el socialismo; y sigue siendo un factor fundamental y decisivo el aspecto político, el aspecto ideológico y el aspecto moral.”[8]
(Continuará)
[1]Ver de Ernesto Guevara “Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento” publicado originalmente en febrero de 1964, en Ernesto Che Guevara “El Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963-1964” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, páginas 81-82.
[2] Idem.
[3] Ver de Ernesto Che Guevara “Apuntes críticos a la Economía Política” Centro de Estudios Che Guevara y Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006, Nota Editorial, página 1.
[4] Ibid, página 81.
[5] Ver “Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento” edición citada, página 74.
[6] Ibid. página 82.
[7] Ver “Informe del Comité Central del PCC al Primer Congreso”, 1975 en www.pcc.cu
[8] Idem.
Por: Edilberto Carmona Tamayo, Lissett Izquierdo Ferrer, Cubadebate
8 junio 2021
Cuando en nuestra economía doméstica los gastos superan a los ingresos no nos queda más remedio que pedir prestado, de lo contrario no podemos pagar lo que necesitamos o debemos. En otras palabras, tendríamos que disminuir o aplazar las compras. Al presupuesto del Estado le sucede exactamente lo mismo y sus ausencias de dinero se llaman déficit fiscal.
En el caso de Cuba, ¿cómo se financian esos montos? ¿Qué alternativas hay cuando los ingresos quedan por debajo de los gastos? ¿De quién recibe préstamos el presupuesto del país?
Para 2021 la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó un déficit de 86 744 500 000 pesos, que si lo miramos en su relación con el PIB representa el 18%, un porcentaje grande teniendo en cuenta que lo recomendable es no sobrepasar el 3%. Sin embargo, se dijo oficialmente, era una cantidad necesaria para, entre otras cosas, cubrir la esperada reforma salarial.
Además de ese déficit, resultante de restar los gastos (374 846 100 000) menos los ingresos netos (288 101 600 000) planificados, el presupuesto del Estado debe “conseguir” otros dineros incluidos en la deuda pública.
De acuerdo con Berta Iris Rojas Gattorno, directora de política financiera del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP), la deuda pública es la suma del déficit fiscal del año, más las garantías que se activen en esos 12 meses (porque el presupuesto del Estado es garante de determinadas operaciones económicas como inversiones en sectores priorizados) y las amortizaciones de deudas anteriores provenientes de los bonos que se colocaron hasta 2020.
Y antes de explicar qué son los bonos, vale aclarar que este año la deuda incluyó “el diferencial de la tasa de cambio de las deudas vencidas con el exterior, como resultado del ordenamiento monetario y financiero”, que hay que pagar en el presente calendario, se lee en la Ley 137 del Presupuesto del Estado en su artículo 48.
Pero, ¿cómo se financia el déficit presupuestario? Esto ocurre, comenta Rojas Gattorno, mediante bonos soberanos de la República de Cuba que emite el MFP y que hasta el momento han sido adquiridos por el sistema bancario nacional.
El Banco de Inversiones es “el agente estructurador”, o sea, el encargado de colocar, emitir y registrar la emisión. “El MFP le solicita una emisión de bonos y este lo coloca en el sistema bancario, y cada banco comercial (Banco de Crédito y Comercio, Popular de Ahorro y Metropolitano) adquiere el monto que puede asumir”, explica la especialista.
La directora de política financiera detalla que en caso de que los bancos no tengan suficiente liquidez para cubrir totalmente el bono, interviene el Banco Central de Cuba con la emisión de nuevos billetes.
“Hasta 2013 el déficit se financiaba solo de esta manera (con la emisión de monedas por el BCC), pero debido a la inflación que provoca el exceso de dinero en circulación se instrumentó los bonos soberanos y siempre se busca que la participación del BCC sea en última instancia, porque es un dinero que se pone en circulación sin respaldo productivo”.
Los bonos, prosigue la especialista, son obtenidos por los bancos, que dan el financiamiento en el momento en que se colocan, aunque después “tienen la posibilidad de traspasarlos, como ocurrió el pasado año con dos empresas aseguradoras”.
Rojas Gattorno anunció que actualmente se trabaja en el mercado de deuda pública para que entren más empresas con liquidez y adquieran, en el mercado secundario, algunos de los bonos ya vendidos. “Pero siempre el banco sería el vínculo”, reitera.
¿Cuándo se emiten los bonos? La especialista dice que la Ley del Presupuesto aprueba anualmente la deuda pública y durante el transcurso del año se evalúa en qué momento se emitirán los bonos, teniendo en cuenta la recaudación de los ingresos al presupuesto. Incluso, las emisiones pueden ser varias en el año, todo depende de la recaudación”.
La deuda pública este año, ejemplifica, es de 132 542 200 000 pesos, por tanto “los bonos a emitir serán hasta esa cantidad, según el comportamiento de los ingresos al presupuesto”.
El Estado deberá pagar ese dinero prestado en un plazo de entre uno y 20 años, con una tasa de interés promedio de 2.5%. Y si bien, en términos financieros, es una tasa baja, implica “un costo alto”, porque “el bono es deuda futura, o sea, significa endeudar las futuras generaciones. Por eso se trata de emitir la menor cantidad y de ser más enérgicos en buscar los ingresos planificados para el año”, acentúa Rojas Gattorno.
Los bonos se devuelven año tras año, con los ingresos previstos. “Por eso es muy importante que todos los actores económicos eleven su eficiencia y con ello sus contribuciones monetarias, fundamentalmente las empresas estatales, las principales aportadoras al presupuesto”.
El paquete de las 15 nuevas medidas en el sistema empresarial apunta directamente al objetivo de aumentar las ganancias, sobre todo la decisión relacionada con el objeto social “que beneficia a la empresa y al presupuesto”, acota la directora de política financiera del MFP.
Según lo normado, el objeto social seguirá siendo la misión de la empresa y sus principales actividades mercantiles para las cuales fue creada. No obstante, se puede aprobar además cualquier actividad lícita de producción, comercialización y servicio que cumpla la legislación vigente, o lo que es lo mismo, aprovechar todas las oportunidades.
Rojas Gattorno reconoce que “son años difíciles (2020 y 2021) para la recaudación de los ingresos”, debido a las afectaciones en la actividad productiva impactada por el recrudecimiento del bloqueo y la pandemia. El turismo está casi paralizado y las ventas minoristas han decrecido, uno de los ingresos principales del presupuesto, puntualiza la especialista.
Por eso cuando se habla de ajustar medidas de la Tarea Ordenamiento el Gobierno plantea la necesidad de hacerlo con “lupa”. Porque todo cambio que implique nuevos gastos estará abultando la deuda pública y, por otro lado, ya se ha dicho que no habrá “terapias de choque”.