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jueves, 4 de noviembre de 2021

Mayoría de congresistas de EEUU aprueba acciones contra Cuba. Comentario HHC

 Entre los que promovieron una resolución que se saltó el proceso habitual, están el republicano Mario Díaz-Balart y la demócrata Debbie Wasserman-Schultz, quienes sin mencionar el bloqueo le pidieron al gobierno de Cuba respetar los derechos de su pueblo

El Congreso de Estados Unidos aprobó hoy una resolución de apoyo a las acciones de desestabilización en Cuba patrocinada por legisladores del estado de Florida opuestos al gobierno de la isla.

Un total de 382 representantes respaldaron los disturbios ocurridos el pasado 11 de julio en la nación caribeña, cuando manifestantes incitados desde el exterior a partir de una campaña mediática y a través de redes sociales salieron a las calles y cometieron hechos violentos, según denunció La Habana.

Entre los que promovieron el texto en cuestión están el republicano Mario Díaz-Balart y la demócrata Debbie Wasserman-Schultz, quienes sin mencionar el bloqueo de Washington a Cuba pidieron al gobierno de la mayor de las Antillas respetar los derechos de su pueblo.

Por su parte, 40 demócratas se opusieron a la resolución, entre ellos el representante de Massachusetts Jim McGovern, para quien esa disposición no reconoce la contribución de Estados Unidos al «sufrimiento» de los cubanos con el cerco económico impuesto hace seis décadas.

El documento saltó el proceso habitual del legislativo, pues no pasó primero por el Comité de Asuntos Exteriores, sino que fue directamente al pleno de la Cámara de Representantes para su votación. ( resaltado HHC)

Hipócrita política del gobierno de EEUU hacia Cuba

El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, calificó este jueves en su cuenta de Twitter de hipócrita la política de la Casa Blanca hacia Cuba y acusó al gobierno norteño de financiar acciones subversivas contra la isla.

En los últimos días, el gobierno cubano ha presentado numerosas pruebas de los vínculos entre los promotores de una marcha ilícita en la isla y representantes de organizaciones como la Fundación Nacional Cubano-Americana y Movimiento Democracia, con sede en Florida.

Desde sectores de la ultraderecha cubanoamericana asentada en ese Estado norteamericano hasta representantes gubernamentales de Estados Unidos explicitaron su apoyo a esta acción y reiteraron su deseo de que provoque un cambio de régimen en la isla.

En este sentido, especialistas de diferentes ramas sociales alertan sobre la Guerra No Convencional o guión de golpe de Estado blando que se intenta aplicar en Cuba siguiendo los parámetros de una supuesta lucha no violenta.

(Washington, 4 nov, Prensa Latina)

Comentario HHC: La cruzada contra Cuba sigue ascendiendo, hablar de levantar el bloqueo de EEUU porque se tenía mayoría Demócrata en la Cámara y el Senado en el mandato de Biden, se esfumó definitivamente. Algo peor, con la perdida del Estado de Virginia por los demócratas  perderán mayoría en la Cámara, y se habla ya de tener posibilidades para el 2024 a Donald Trump.

¿Hasta dónde podemos llegar con mas medidas, liberalizando todas las fuerzas productivas de una vez e implementándolas con mas celeridad y amplitud, dentro de nuestro modelo económico, de tal modo que garanticemos la adecuada alimentación de toda la población por nosotros mismos en el mas breve plazo de tiempo?. 

Tenemos además el problema de la inflación, el problema de la baja productividad del trabajo en amplios sectores de la economía, la burocracia apabullante sobre las entidades productivas,  cantidad de organizaciones políticas y de masas que interfieren, de buena fe, en el objeto principal de las empresas, producir,  sin tener muchas veces el conocimiento adecuado, cuando ahí está la ciencia  como guía , y lo demostrado por alguna praxis del país y fuera del país. 

El socialismo , para triunfar ,no basta ser mas justo,  tiene que ser mas eficiente en lo económico que el capitalismo, por una sencilla razón, debe garantizar educación, salud, empleo digno, y seguridad social gratuita para todos, en la cantidad y  calidad requerida, además de una vida prospera, con su sistema económico, como no lo garantiza hoy en día la inmensa mayoría de los países capitalistas, y esa fuente de riquezas que se requiere crear para ello, es con la eficiencia y alta productividad del sistema económico- social -productivo, lo otro es no ser realista,  es ser utópicamente idealistas. 

El valor de El capital : respuesta a David Harvey


TRADUCCIÓN: JOSÉ MIGUEL AHUMADA Y FRANCISCO LARRABE

El capital no solo nos muestra cómo funciona la producción capitalista. También nos muestra por qué el capitalismo es un insulto a la libertad.

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David Harvey me ha concedido el gran honor de reseñar mi libro Marx’s Inferno: The Political Theory of Capital. Su amplia respuesta destaca una serie de discrepancias bastante importantes, no sólo para la «marxología» académica, sino también para la izquierda política.

Afirma que mi libro «destaca, como si fuera una primera bala en la batalla por redefinir el legado de Marx». Espero que no se equivoque.

Hasta el momento la izquierda está cargada de energía pero es aún débil. La juventud está muy desencantada con el capitalismo y el orden posterior a la Guerra fría, y está abierta al socialismo. Al mismo tiempo, las organizaciones políticas y económicas de izquierda son un desastre, y no tienen un centro de gravedad teórico o táctico. Por eso creo que es el momento preciso para releer la historia del socialismo teórico con el fin revisar y reelaborar sus principios básicos.

Nadie es más importante, en este aspecto, que el propio Marx. La pregunta es, ¿cuál Marx?

Mi libro defiende la dignidad del libro primero de El capital y sostiene que éste contiene a un Marx que necesitamos recuperar hoy. Harvey no está de acuerdo y sostiene que «considerar el tomo I como si fuera un tratado independiente plantea grandes problemas».

Esta desavenencia, su «objeción más importante» a mi libro, se refleja en tres diferencias sustantivas entre nuestros acercamientos a Marx. La primera concierne al tipo de teoría que plantea El capital. La segunda concierne al contenido de la argumentación de Marx en el tomo I. Y la tercera concierne a la relación de Marx con el socialismo de su época y el actual.

Quiero traer cada una de estas discrepancias a la palestra, ya que el amplio debate de estas materias es de suma importancia.

¿Qué tipo de libro es El capital?

La interrogante que mi libro plantea e intenta responder, es la vieja pregunta por el «método de presentación» que usa Marx en El capital. ¿Por qué el libro primero tiene la forma que tiene?

Dado que el propio Marx plantea esta pregunta —de manera elíptica— cuando refuta la afirmación de que estaría aplicando un método hegeliano al estudio de la economía política, las investigaciones académicas sobre el tema tienden buscar en el libro primero un método de presentación hegeliano o cuasi hegeliano. Esa pretensión ha tenido varios resultados.

Todos advierten que hay partes del texto que parecen más bien hegelianas. Pero una buena parte del libro no parece serlo: las secciones tercera, cuarta y séptima representan en conjunto cerca del 40% del libro. Son las partes «históricas».

Los marxistas hegelianos tienden a estar desconcertados por estas partes, ya que no aportan mucho al desarrollo de los conceptos. En cambio, los historiadores sociales, como Gareth Stedman Jones, piensan que esas son las únicas partes valiosas de El capital. Sin embargo, las dos mitades nunca se entrelazan.

Mi respuesta a este problema es que Marx estructuró el tomo I siguiendo el modelo de El infierno de Dante. Mi tesis no es tan descabellada como suena.

El descenso metafórico hacia el infierno estaba bastante difundido en la literatura socialista del siglo diecinueve. Pierre-Joseph Proudhon, la bête noir de Marx, fue el que más recurrió al tema. Más aún, las categorías morales que estructuran el Infierno de Dante —incontinencia, fuerza, fraude y traición— fueron dominantes en la economía moral del socialismo incipiente por la sencilla razón de que la herencia cristiana-aristotélica permeó la moralidad popular.

Yo sostengo que Marx escribió El capital como un descenso hacia el infierno social del capitalismo moderno. Quiso informar a sus lectores del funcionamiento interno del modo de producción capitalista, al tiempo que desplazaba las categorías de juicio moral socialista sobre «el conjunto de relaciones sociales».

Mi libro muestra leer el tomo I de esa forma nos permite darle sentido a sus argumentos de una manera conectada y holística, y los hace aparecer como una intervención cuidadosamente construida dentro del movimiento socialista de aquellos días, sin eliminar grandes partes del libro, ya sean como «digresiones» o «ilustraciones», o como desatinados estorbos metafísicos.

David Harvey objeta, sin embargo, que elaboro una «lectura única y excluyente», y que juzgo y descarto a las otras «como si fuesen completamente erróneas» bajo el supuesto, «superficial pero conveniente», de que Marx solo publicó en vida el libro primero.

Lo que plantea Harvey es que «si leemos solo el tomo I de El capital […] perdemos la clave del libro», pues el «supuesto a lo largo de todo el libro primero es que las mercancías se intercambian a su valor». Esto le permite a Marx construir «un modelo de la actividad capitalista que refleja “el infierno” del trabajador», pero no le permite considerar la «alienación» de esos «“trabajadores ricos” que cuentan con un sindicato, viven en barrios residenciales, tienen auto, televisor en el living y computadora portátil en la cocina y pasan las vacaciones en España o en el Caribe».

Tampoco le permite a Marx explicar cómo es que «la acumulación de capital […] depende del “consumo racional”» de los trabajadores, cuya posibilidad debe garantizar la clase capitalista. Harvey sostiene que estos problemas pueden plantearse y explicarse adecuadamente solo cuando Marx abandona la premisa de que los precios y los valores son lo mismo: esto sucede en los tomos II y III.

Por lo tanto, el libro primero, por sí sólo, nos da una imagen parcial y falsa del capitalismo. Y mi libro, al sostener que aquel puede leerse con independencia de los otros tomos, le hace un daño a Marx y a mis lectores.

La presuposición básica de la interpretación de Harvey es que, cuando Marx escribió y publicó el tomo I, estaba interesado en «presentar sus descubrimientos» de manera «persuasiva» y «agradable» para un público de «artesanos y obreros autodidactas», motivo por el que muchas veces «simplificó su teoría al punto de falsearla». Por tanto, solamente los trabajos no publicados por Marx —Grundrisse, tomos II y III de El capital y varios borradores preparatorios— pueden darnos una imagen real de sus «descubrimientos».

En resumen, el Marx de Harvey es un explicador: posee una gran teoría unificada, pero sabe que es muy difícil comunicársela a «artesanos y obreros autodidactas», así que la simplifica y la viste con «referencias literarias y culturales», y así garantiza que «su audiencia será capaz de comprenderlo».

Mi Marx, por el contrario, es un argumentador que no tiene una teoría completamente desarrollada bajo la manga. En cambio, está orientado por una serie de desacuerdos con los economistas políticos clásicos y con sus compañeros socialistas, y está desarrollando, en El capital, una respuesta enérgica a aquellos desacuerdos.

La forma literaria de su intervención no es un adorno con el que reviste su teoría; es la forma misma de su teoría. Su audiencia sabe perfectamente de qué está hablando, porque no se presenta ante ella como un mesías, sino que responde a discusiones y polémicas que existen dentro de los movimientos de obreros y socialistas.

Pienso que mi imagen de Marx y de El capital es más exacta que la de Harvey. Después de todo es extraño decir que se pierde la clave del tomo I cuando se lo lee de forma aislada. Después de todo, Marx publicó el libro primero de forma aislada. De hecho lo hizo tres veces —dos en Alemania y una en Francia—, y estaba preparando una nueva publicación —de forma aislada— cuando falleció. Además, aprobó una traducción al ruso —de forma aislada— en 1872. Sea cual fuese la aspiración que tenía para los tomos II y III, claramente pensaba que el tomo I podía ser leído y entendido de forma aislada.

Desafortunadamente, pareciera que estamos más cómodos con Marx si lo imaginamos como un erudito capaz de comunicar la complejidad de su verdad en apenas novecientas páginas, en vez de como un pensador político comprometido, que está desarrollando sus ideas en medio del caos de los debates.

Esta propensión hacia un Marx explicador por sobre un Marx argumentador, es sintomática de una tendencia antipolítica que existe en la izquierda. Confiada en que sabe que sus ideas son correctas, y lamentándose de la necesidad de simplificar las cosas por el bien de la persuasión, esa izquierda se ahorra el problema de reconstruir su teoría en función del compromiso político.

¿Cuál es la teoría de Marx en El capital?

Sin embargo, se podría decir que estoy malinterpretando la verdadera preocupación de Harvey. Mientras que yo argumento que el tomo I de El capital puede leerse y entenderse por sí solo, ¿acaso Harvey no está sosteniendo que el tomo I no basta para comprender el capitalismo?

Sospecho que mi presunción es correcta, y en ese punto estoy de acuerdo con Harvey. Los tomos II y III definitivamente pueden perfeccionar nuestro entendimiento de cómo opera el capitalismo según Marx.

Sin embargo, la reseña de Harvey no hace distinción entre entender El capital y entender el capitalismo. Simplemente procede como si la incapacidad de comprender el fordismo o la sociedad de consumo en función del tomo I invalidara mi afirmación acerca de que el libro puede leerse y entenderse por sí solo.

Estoy convencido de que Marx nunca escribió con la finalidad de entender las extravagancias y variedades del capitalismo del siglo veinte y contemporáneo. Sin embargo, también comparto la idea de que, en el tomo I, Marx hace un mejor trabajo en comparación a quienes intentaron, antes y después de él, detectar qué está mal con el capitalismo.

Primero, tenía un mejor conocimiento de las dinámicas fundamentales del mercado, del lugar de trabajo, del patrón de desarrollo capitalista y del rol del Estado capitalista, que sus competidores. Pero además, evidenció cómo todas esas realidades agravian el deseo de todo ser humano de liberarse del poder dominador.

La innovación de Marx es lograr unir esta preocupación por la libertad con una disección sistemática del capital. El capital muestra cómo y por qué el mercado domina a los productores, el capitalista y la fábrica dominan al trabajador asalariado, y el capital llega a dominar al Estado.

Por consiguiente, El capital no sólo nos muestra cómo opera la producción capitalista; nos muestra por qué deberíamos desear, por amor a la libertad, abandonar el régimen de producción capitalista.

Esto da pie para que Harvey afirme que, si bien estoy en lo correcto al interesarme por la «política» de Marx, he dejado de lado la «economía». No comparto esa idea. Lo que he intentado hacer, por el contrario, es demostrar que Marx tenía un mejor entendimiento de lo económico que Proudhon, los owenistas o los saint-simonianos, precisamente porque él vio el aspecto político que hay en la economía y en los debates que la atraviesan.

Tomemos, por ejemplo, la afirmación que hace Harvey respecto a que, en el tomo I, Marx asumió, contrario a su posición, que las mercancías se intercambian a su valor, o que el precio es igual al valor. Según Harvey, Marx lo hizo con el fin de que «su teoría del valor fuese más digerible para su audiencia».

Esto tergiversa la intención política y la apuesta que hay en el argumento de Marx. La postura aceptada entre los socialistas coetáneos a Marx, era que el sufrimiento y la explotación de los trabajadores debían atribuirse al hecho de que su trabajo y sus bienes eran incapaces de alcanzar su valor justo en el mercado.

La insistencia de Marx en tratar los precios como si reflejaran el valor, habría hecho a su teoría del valor más polémica, no más agradable. Marx estaba yendo contra la corriente, estaba buscando pelea. ¿Por qué?

El diagnóstico predominante, que insiste en la divergencia entre precio y valor, deja de lado la dinámica del mercado (en función de la que los precios convergen con el valor) y la particularidad del capital —su capacidad de acumular sin depender de la renta— que lo define como una forma específica de poder económico.

Lejos de minimizar las complejidades de su teoría, Marx está interesado en confrontar directamente los puntos débiles de la teoría socialista existente.

Otro ejemplo: Harvey afirma que al asumir que todas las mercancías se intercambian a su valor, Marx pretende evadir el problema de la demanda efectiva y construir «un modelo de la actividad capitalista que refleje el “infierno” del trabajador».

Pero, como sostengo en Marx’s Inferno, Marx no evade por completo este problema en el tomo I. Al contrario, asume el problema y lo incorpora a sus reflexiones sobre la mercancía, el intercambio y el dinero.

El dicho «nunca es sereno el curso del verdadero amor» es crucial para la tesis de Marx según la cual recurrir al mercado para mediar la división social del trabajo produce ansiedad, incertidumbre y vigilancia servil entre aquellos que dependen de aquel para poder subsistir. Si fuese de otra manera, cada mercancía se podría convertir en dinero contante, y el programa de Proudhon de «republicanizar» el dinero sería realizable.

Como último ejemplo, está el asunto de la acumulación primitiva, que Harvey vincula al mismo argumento sobre las hipótesis simplificadas de Marx. De acuerdo con Harvey, al comienzo de la sección séptima nos topamos con una «modificación radical de los supuestos iniciales» y entonces «se reintegran al relato el usurero, el banquero, el comerciante, el terrateniente y el Estado (junto a sus deudas), al igual que el poder de la demanda efectiva en el mercado».

Estoy de acuerdo con que el terrateniente y el Estado tienen una importancia central para las reflexiones que Marx hace respecto a la acumulación primitiva, y lo digo en el capítulo 6 de mi libro. Nuestra verdadera desavenencia remite a la importancia del capital de los usureros y comerciantes.

Según Harvey, es la expansión autónoma de esas formas «antediluvianas» del capital —la «mercantilización y la generalización del dinero»— la que impulsa la acumulación primitiva.

En esto hay al menos dos problemas. Primero, Harvey no puede señalar ningún lugar de la sección séptima donde Marx realmente destaque el rol de los comerciantes o usureros. Entonces, cita el Manifiesto del Partido Comunista, el tomo III, los Grundrisse, y se queja de que Roberts «ignora todo esto», pero no logra demostrar cómo es que el argumento de Marx en el tomo I depende de, o reproduce, las afirmaciones que hace Marx en estos otros lugares.

De hecho, existen sólo dos lugares en la sección séptima donde las formas antediluvianas del capital juegan un rol en la presentación de Marx. El primero es la parte 1 del capítulo XXIV, donde Marx dice que la demanda de lana en Flandes motivó a los nobles a limpiar sus fincas y transformarlas en pastizales para ovejas. Este episodio es esencial para mi propia reflexión, por lo que no entiendo cuál es la queja de Harvey respecto a este punto.

El segundo es la parte 6 del mismo capítulo, donde Marx sostiene que «El régimen feudal en el campo y la constitución corporativa en la ciudad, le impedían al capital dinerario —formado por medio de la usura y el comercio— transformarse en capital industrial. Esas barreras cayeron al disolverse las mesnadas feudales y al ser expropiada, y en parte desalojada, la población rural. La nueva manufactura se asentó en puertos marítimos exportadores o en puntos de la campaña no sujetos al control del viejo régimen urbano y de su constitución corporativa. De ahí que en Inglaterra las incorporated towns lucharan encarnizadamente contra esos nuevos semilleros industriales» (El capital, Ed. S. XXI, Tomo I, Vol. 3, pp. 938-939).

En otras palabras, la acumulación primitiva empodera al capital dinerario para que comience a funcionar como capital industrial. El capital dinerario no disuelve, por su propia acción, la constitución feudal de la sociedad. El argumento de Marx aquí es justamente el opuesto del que sugiere Harvey. Si estamos hablando de lo que Marx dice en el tomo I, entonces no veo que las críticas de Harvey sean justas.

Más importante aún, creo que la lectura de Harvey de la acumulación primitiva borra uno de los aspectos políticos más importantes del argumento de Marx: el profundo quiebre epocal que existe entre la constitución feudal y el modo capitalista de producción.

La mercantilización y la generalización del dinero no son, según Marx, procesos autónomos. No se esparcen por contagio. Se plantea la necesidad de una revolución en las relaciones de producción.

Sí, Marx afirma que «la circulación de mercancías es el punto de partida del capital». Pero, como sostengo, también abre cada gran sección del tomo I con una nueva historia sobre el origen del capital: la circulación de mercancías, la explotación del trabajo, la producción a gran escala y la acumulación originaria de los medios de producción.

Al enfatizar solo el primer origen, la lectura de Harvey corre el riesgo de transformar al mercado en la raíz de todos los males y a Marx en otro socialista moralizante, que arremete contra el dinero y las mercancías, los comerciantes y los usureros, el engaño y la especulación.

Admito sin problema alguno que mi lectura de los argumentos económicos que Marx presenta en el tomo I no es la lectura estándar. Tampoco es, sin embargo, una lectura sui generis: converge, por ejemplo, con algunas de las tesis sostenidas por los teóricos de la forma-valor, como Michael Heinrich. Los préstamos que tomo de este enfoque sobre Marx lo sitúan como una especie de precursor de la escuela austríaca más que como un posricardiano (¡sí, sé que es una idea polémica!) y transforma la lectura, tanto de la teoría del valor, como de los análisis de la explotación.

Estas son cuestiones económicas fundamentales. Pero lo que mi libro tiene de novedoso es la afirmación de que el contexto político y la intención de la argumentación de Marx son cruciales para entender el contenido verdadero de su posición.

Cuando uno aprecia la oposición de Marx a todos los esquemas de trabajo-dinero, y se observa lo que motivaba esos esquemas, conquista una mejor posición para entender la argumentación de Marx en la sección primera. Cuando uno reconoce el contraste entre el enfoque de Marx sobre la explotación y la perspectiva de explotación-como-extorsión de todos los enfoques inspirados en el saint-simonianismo, uno aprecia la fuerza del argumento de Marx en la sección tercera. Cuando uno entiende el rampante separatismo antipolítico reinante en el campo socialista de los años 1800, se aclara el argumento de la sección séptima.

Al menos, esa es mi apuesta: la oposición de Marx frente a otras perspectivas socialistas, tanto teóricas como políticas, anima la argumentación económica del tomo I.

El socialismo de ayer y de hoy

Este interés en «la relación de Marx con Proudhon, Fourier, Saint-Simon y Robert Owen» es lo que Harvey más aprecia de mi libro.

En particular, está convencido de mi argumento contra G. A. Cohen, quien —junto a tantos otros— enfatizó la continuidad entre Marx y dicha tradición socialista, y la importancia que otorgaba a la «igualdad y la justicia social». Yo insisto, por el contrario, que Marx estaba completamente en contra de gran parte de esta tradición, a la que consideraba tanto moralista como equivocada en lo que respecta a las dinámicas sociales de la economía capitalista.

A pesar de que Harvey celebra esta parte de mi argumentación, estoy un poco perplejo por la respuesta que elabora, y eso por tres motivos.

Primero, Harvey parece omitir justo el núcleo de mi argumentación. En sus palabras, yo argumento que Marx «remontó la historia hasta alcanzar la antigua tradición aristocrática del gobierno republicano como ausencia de dominación» y que dicha tradición, «transformada por la experiencia de la industria capitalista, […] produjo una perspectiva política singular que muestra los contornos posibles de una alternativa anticapitalista». Entonces, Harvey pregunta: «Si la igualdad y la justicia social no bastan para definir una alternativa socialista, ¿qué políticas deberían ocupar su lugar?».

Después, Harvey continúa escribiendo sobre la gestión industrial de Owen y Saint-Simon, sin siquiera detenerse a considerar la respuesta que propone mi libro (y que considero que es la propuesta por Marx): la libertad.

La «antigua tradición aristocrática del gobierno republicano» no era únicamente antigua ni exclusivamente aristocrática. La preocupación republicana por liberarse de la servidumbre y la dominación recorrió gran parte de las políticas radicales, populares y plebeyas, del siglo XIX.

Acompañó la preocupación rousseauniana por la soberanía popular y la perspectiva utilitarista de la administración racional, aunque finalmente se enfrentó a ambas. Predicó la resistencia a la concentración del poder y afirmó la asociación cooperativa y deliberativa. Mi libro sostiene que todo el argumento de Marx en El capital está orientado por ese deseo republicano de liberarse de la dominación.

De esta forma, encuentro desconcertante que Harvey solo mencione la libertad una vez en su análisis, y que lo haga exclusivamente para preguntarse por qué no hablé más sobre la tradición jacobina del republicanismo.

Volveré sobre los jacobinos. Pero antes déjenme señalar que mi reconstrucción del republicanismo de Marx resuena en algunos de los análisis de la izquierda contemporánea. Alex Gourevitch argumenta a la vez por las credenciales históricas y por la importancia contemporánea de «una perspectiva social basada en la libertad igualitaria». Keeanga-Yamahtta Taylor nos ofrece una argumentación poderosa para revivir el movimiento de la liberación negra. Corey Robin viene exigiendo hace muchos años que la izquierda estadounidense vuelva a apropiarse de la política de la libertad, hoy en manos de la derecha. Según mi lectura, Marx estaría de acuerdo con todas estas propuestas.

Dado que esa es la orientación de mi libro, también me dejó perplejo el llamado de Harvey a reivindicar a los saint-simonianos.

Harvey afirma justamente que «Marx se negaba a renunciar al progreso evidente que representa el aumento de la productividad del trabajo del capitalismo industrial». También está en lo cierto cuando dice que eso era parte del aprecio que Marx tenía por Robert Owen. Sin embargo, Harvey utiliza después una de las notas al pie escritas por Engels en el tomo III para mostrar a Saint-Simon como un heraldo de las sociedades por acciones, que tendrían el potencial —«en caso de ser democratizadas para incluir a los ouvriers»— de proporcionar «modos de gobierno y administración colectivos» provechosos para un futuro socialista.

Yo soy extremadamente escéptico en cuanto a la idea de que el pensamiento de Saint-Simon tiene algún valor para la izquierda. Y, a pesar de la nota al pie de Engels, no hay tampoco evidencia creíble que muestre que Marx reflexionaba mucho sobre los esquemas de Saint-Simon. Como señalo en mi libro, Engels siempre tuvo una debilidad por Saint-Simon, pero Marx no nos dejó ninguna evidencia de haber compartido la estima de su amigo. Que Engels nos asegure, después de la muerte de Marx, que su amigo había llegado a compartir su opinión, no es una evidencia muy creíble de que Marx se haya sentido atraído por la forma de pensar de Saint-Simon.

En primer lugar, Saint-Simon era un racionalista autoritario que soñaba únicamente con una jerarquía benevolente y un progreso social organizado. En ese sentido, era completamente alérgico a cualquier tipo de acción desordenada como la de los movimientos políticos populares, la democracia mayoritaria o los gobiernos desde abajo.

Cuando Harvey parece identificar la pregunta sobre la alternativa socialista con la pregunta sobre cómo «encontrar una forma de gobierno consistente con el objetivo de la libre asociación y con la necesidad de organizar la macroeconomía en términos productivos y constructivos», enfoca la cuestión de manera favorable a la perspectiva de Saint-Simon. Sin embargo, no logro ver cómo congenia esa idea con el proyecto de construir un movimiento político por la emancipación universal.

Por último, está el tema de los jacobinos. Harvey señala que mi libro «ignora totalmente el elemento jacobino» típico del socialismo de la época de Marx. Debo decir que básicamente está en lo cierto, aunque advierto también que el jacobinismo inglés de Bronterre O’Brien sí aparece en mi relato.

Es verdad que Auguste Blanqui y sus discípulos no jugaron ningún rol en mi análisis del argumento de El capital. La relación de Marx con el blanquismo ha sido analizada exhaustiva y fehacientemente en el libro de Richard N. Hunt, The Political Ideas of Marx and Engels (un clásico, por desgracia, poco apreciado y difícil de encontrar). Por eso pensé que fuera importante volver sobre el tema.

Además, Blanqui no produjo prácticamente nada que se parezca a una teoría específica y el blanquismo no fue una fuerza importante en la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). Marx estaba preocupado por desmantelar el proudhonismo y el saint-simonismo porque eran dos cuerpos teóricos sustanciales e influyentes. En cambio, el jacobinismo conspirativo de Blanqui era relativamente inconsecuente y poco interesante.

Sin embargo, más importante es que la tradición republicana francesa, de la que proviene Blanqui, es, como Harvey señala, «muy distinta» de la tradición republicana que creo influenció a Marx. Rousseau tuvo una inmensa influencia en la tradición francesa, pero casi ninguna en Marx (como demostró David Leopold). Yo simplemente no veo signos de jacobinismo o blanquismo en El capital, y Harvey tampoco. En la ausencia de cualquier indicación de ese tipo, estoy un poco desconcertado por la sugerencia de que no puedo seguir la evidencia efectivamente presente en el texto «sin antes plantear la cuestión del republicanismo jacobino, que es muy distinta».

Entonces, parece que hemos cerrado el círculo. La gran objeción de Harvey a mi libro es que se trata de una lectura del tomo I. Él no cree que yo pueda anclar mi interpretación del tomo I en la lectura del tomo I. Por lo tanto, argumenta contra mi interpretación, pero una buena parte de su crítica no está fundada en el tomo I. El resultado me sugiere que estoy en buen camino. Como escribí en la introducción de Marx’ Inferno,

Marx sin duda veía en El capital su chef d’oeuvre. A lo largo del siglo veinte, el sufrió un relativo olvido, pues se suponía que era la sede del Marx que conocíamos en virtud de las proclamas de los Partidos Marxistas. De esta forma, quienes se sentían atraídos por Marx, pero que eran repelidos por los partidos, empezaron a buscar a un «Marx desconocido» en los nuevos manuscritos disponibles. Evidentemente, el proceso enriqueció nuestro conocimiento del pensamiento de Marx, pero también produjo una situación más bien adversa, en el sentido de que Marx terminó siendo más conocido por sus notas no publicadas que por su principal intervención pública. Irónicamente, nunca conocimos bien al Marx de El capital. Es un libro largo y difícil, sin la claridad programática y la generalidad de los escritos tardíos de Engels […]. El tomo I de El capital —única obra teórica publicada y elaborada íntegramente por Marx— terminó siendo en gran medida olvidado. Por eso considero que es importante volver a ese libro y leerlo cuidadosamente de principio a fin sin pretender que sabemos lo que encontraremos.

Mi esperanza es que mi libro provoque exactamente este tipo de lecturas. Si lo hace, estoy seguro que se encontrarán elementos que contrarían mi interpretación, que sugieren otras nuevas y que abren paso a otros interlocutores. Por lo pronto, agradezco que el profesor Harvey se haya tomado el tiempo de leer y comentar mi libro, pero me mantengo impasible frente a sus objeciones.

Más de 20 empresas con pérdidas al cierre de septiembre en Ciego de Avila

 
ECONOMÍA
 

Foto: Osvaldo Gutiérrez Gómez

Empresarios y especialistas coinciden en que 2021 ha sido un año particularmente difícil para las entidades. Las pérdidas en Ciego de Ávila ascienden a más de 400 millones de pesos

La estimación de la Dirección provincial de Economía y Planificación (DEP) en Ciego de Ávila respecto al desempeño empresarial en el contexto de la Tarea Ordenamiento se quedó por debajo. Al cierre de septiembre último, 22 empresas avileñas mostraron números rojos en su contabilidad, al incurrir en gastos superiores a los ingresos.

Un resultado como este, si bien no toma por sorpresa a los especialistas, sí es inédito para el territorio, explicó Laura María de Quesada Uli, subdirectora de la DEP, quien confirmó lo dicho por el Ministro de Economía Alejandro Gil en una reciente intervención ante la Asamblea Nacional: 2021 ha sido un año particularmente difícil.

Los malos agüeros se estaban avistando desde el primer trimestre, cuando 18 entidades de subordinación local y nacional no lograron equilibrar su balanza de pagos. Ahora, responsables de programas priorizados como la producción de alimentos y materiales de la construcción incumplieron sus planes técnicos y financieros, y eso ha tenido y tendrá un impacto en la vida de la población.

Estamos hablando de empresas decisivas para el territorio y hasta con balances nacionales como la Porcina, La Cuba, Ruta Invasora, Acopio, Cárnico, Productos Lácteos, Farmacias y Ópticas, Integral Agropecuaria, Pesquera Industrial y Biopower S.A., por solo citar la mitad. Una mitad que concentra, sin embargo, el 90 por ciento del monto de la deuda total, unos 438 millones de pesos.

Para la subdirectora de la DEP entre los factores que más han impactado el desempeño empresarial está la limitación con los portadores energéticos. En el año 2021 comenzó (y se ha mantenido) con una rebaja del 15 por ciento de la electricidad y el 50 por ciento en la demanda aprobada de diésel “por defecto”; de esta última no se ha cumplido su entrega total en ningún mes.

“Recibimos, como promedio, el 95 por ciento de ese 50 por ciento, y hemos debido establecer prioridades en un período en el que el enfrentamiento a la COVID-19 ha demandado mucho combustible”.

Así, actividades como el transporte de enfermos, medicamentos, suministros y personal médico en medio de la pandemia, y el acarreo de la canasta básica normada cada mes, se "ha tragado" la disponibilidad de combustible del resto de las actividades económicas contenidas en el plan. “Apenas hemos podido respaldar el 30 por ciento del plan de los organismos”, recalca De Quesada Uli.

Incluso menos, como afirma Enrique Ordóñez de la Paz, director de la Empresa provincial de Construcción, entidad subordinada al Poder Popular con el encargo de construir y rehabilitar obras de la Vivienda, fundamentalmente.

“Del 35 por ciento del plan de diésel aprobado, nunca nos han entregado ni el 20 por ciento en lo que va de año; eso se traduce en que de 8000-10 000 litros, sólo hemos dispuesto de 500-1000”.

El directivo alega que, incluso con una rebaja de esa magnitud establecida desde el Plan de país, no se ajustó la planificación de la empresa, dejándola con estimados muy altos para los reales posibles. “A eso hay que añadir el impacto de la reforma salarial de la Tarea Ordenamiento, el déficit de insumos (cemento), y la falta de garantías de recursos materiales para el programa de Rehabilitación de Edificios Multifamiliares, obras que nos garantizaban unos 20 millones cada año”. Sólo con esa cifra, la constructora del Poder Popular habría saldado las pérdidas por valor de 7.3 millones que ya no podrá recuperar.

Los gastos por concepto de salarios también han impactado en el desempeño económico de la Empresa Farmacias y Ópticas, explica Dulce María Fernández Martínez, su directora. “Para nuestra entidad representa el 50 por ciento de los gastos, en un año en el que hemos presentado muchos obstáculos”. Se refiere al déficit de medicamentos que se ha mantenido durante todo 2021 con más de 100 fármacos en falta, la paralización de la actividad de Ópticas y el incremento de los precios de las materias primas para la Medicina Natural Tradicional.

El cierre de la contabilidad en septiembre mostró casi dos millones en negativo, pero Fernández Martínez recuerda que, apenas en julio, eran más de ocho millones. La empresa ha recibido subsidios por valor de 2.3 millones de pesos, aprobados por el Ministerio de Economía y Planificación, para paliar los menguados ingresos que deja vender jarabes y tinturas por debajo del costo de producción.

Por vender menos cerdos y sin el peso pactado, entre otros factores, la Empresa Porcina de Ciego de Ávila confirmó los pronósticos del plan aprobado para 2021: pérdidas en el entorno de los 74 millones de pesos. No fue la única; otras tres entidades (Empresa Provincial de la Industria Alimentaria, Empresa Provincial de Servicios Técnicos y Personales, y Farmacias y Ópticas) sabían que no lograrían resultados económicos positivos, aunque únicamente la Alimentaria incrementó el déficit.

Yandira Sánchez Fuentes, directora de la Empresa Porcina, explicó a Invasor que con ganancias de 1 400.00 pesos por tonelada de carne vendida no se puede suplir los gastos incrementados por concepto de salarios, a lo que se añade la diferencia de precios por el costo de las materias primas y de los animales entregados a la Alimentaria, más flacos y, por ende, de menos valor. “Hasta el momento, no está aprobado el subsidio de la deuda”, dijo la directiva.

De la escasez de leche que ha mermado los planes del Lácteo tuvimos noticias en octubre, cuando autoridades de esa entidad enunciaron lo dejado de hacer: 200 toneladas menos de queso, 150 galones menos de helado, 20 toneladas menos de mantequilla. En total, al cierre de septiembre la empresa le debía a su plan casi ocho millones de pesos y los pronósticos para el final del año no son halagüeños, ni siquiera con el incremento aprobado para el pago de la leche a los productores.

Aunque los especialistas siempre ponen en la ecuación las reservas de eficiencia de los planes económicos, este resultado del sector empresarial avileño se inserta en el comportamiento que, a nivel nacional, ha tenido la empresa estatal socialista en el primer año de implementación de la Tarea Ordenamiento. En un encuentro con empresarios en octubre, se informó que al cierre de junio 488 entidades tenían pérdidas, una cifra ligeramente superior a la estimada en el diseño. El cierre financiero de septiembre elevó la cifra a 541.

Durante su intervención ante la Asamblea Nacional, el Ministro de Economía Alejandro Gil argumentó que esa cifra representa el 30 por ciento del entramado empresarial cubano y ha habido limitaciones materiales muy significativas, pero en algunas se ha tratado de ineficiencias y problemas subjetivos de gestión, organizacionales y falta de acometividad. Asimismo, alertó que aun cuando crece la productividad en un 21 por ciento, cerca del 40 por ciento de las entidades del país incumple el plan.

Cuba: el contexto socioeconómico en 2021

Por Dr Ricardo Torres



Una crisis de largo recorrido con huellas visibles en el tejido socioeconómico

La discusión sobre crisis económica en Cuba tiene varios matices e interpretaciones. Una opinión muy común entre la ciudadanía es que, de cierta manera, el país ha vivido una emergencia permanente desde inicios de la década de los noventa. Para muchas familias, el denominado “Período Especial” no es algo que quedó atrás a partir de 1995, ni siquiera durante la efímera bonanza del despegue de la venta de servicios médicos.

El colapso económico posterior a 1990 cambió de forma notable el contorno de la sociedad cubana. En años recientes se ha conformado un cuadro socio-estructural donde se evidencia un proceso de heterogeneización social, que exhibe diferencias en cuanto a la propiedad, los ingresos y el tipo de trabajo de los individuos (Espina y Echevarría 2020).

Si bien el PIB creció ininterrumpidamente (tasas anuales) hasta 2018, la transformación de la estructura económica reprodujo problemas históricos, y ha añadido otros nuevos que han continuado afectando negativamente el desempeño en años recientes. Aunque la oferta exportable se diversificó, todavía continúa concentrada en pocos productos. Los rubros emergentes han generado mayores rentas, pero tienen encadenamientos muy débiles con la economía doméstica. El turismo nunca ha logrado el arrastre que tuvo la agroindustria cañera, y los servicios médicos apenas conectan con otras ramas de la producción y los servicios. A nivel territorial, la actividad turística se ha concentrado en algunos “polos”, mientras que todas las provincias tenían centrales azucareros. Asimismo, otra vez una parte creciente de los intercambios externos se ubicó bajo el paraguas de acuerdos políticos, volviendo a concentrar el comercio en pocos países, específicamente Venezuela y China.

La tímida apertura bajo la administración de Barack Obama y el interés por la nueva etapa del “cuentapropismo” a partir de 2010, propiciaron un incremento notable del envío de dinero desde el exterior. Estos recursos constituyen una parte sustancial del ingreso total de muchas familias, y son también una fuente de capital semilla para el establecimiento de nuevos emprendimientos. Las remesas, y los derrames del turismo (propinas e ingresos directos del sector privado) son captados en una segunda etapa a través del comercio minorista y el control del sistema bancario-financiero. Aun así, los hogares son los receptores directos, lo que les otorga una gran capacidad de agencia en su uso y distribución. El hogar típico cubano es menos dependiente del Estado que a fines de los ochenta.

Por otro lado, la inversión extranjera, el crédito externo e incluso la cooperación internacional, si bien son flujos controlados por las autoridades y ejecutados por entidades estatales, tienen determinantes que van más allá de las prioridades establecidas por el gobierno o el propio ciclo económico. En gran medida, responden a fuertes condicionantes vinculadas con las percepciones sobre las perspectivas de la economía, la confianza en las instituciones, la estabilidad política y la capacidad de pago. En el caso concreto de Cuba, estas percepciones están fuertemente asociadas con los progresos de la “actualización”, principal eje de transformación de la Isla en la última década. En este lapso los pronósticos se movieron desde el optimismo (aupado por el acercamiento con Estados Unidos) hacia un evidente pesimismo y malestar con el rumbo de la “reforma”, y, sobre todo, con los escasos resultados concretos.

En otro giro desfavorable, los datos oficiales indican que la tasa de actividad económica (corresponde a la proporción de la población en edad laboral que tiene un empleo o esta buscando trabajo) descendió más de diez puntos entre 2009 y 2017, para luego recuperarse solo parcialmente. En este último período los números mejoran en el contexto de una reducción de la población en edad laboral, resultado de la emigración y otras variables demográficas. Sin embargo, las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) son más conservadoras, reflejando que solo un 55 por ciento de los ciudadanos en edad laboral forma parte de la población económicamente activa (PEA), uno de los guarismos más bajos en América Latina.

En esencia, los aspectos comentados anteriormente conforman una estructura económica que se caracteriza por un alto grado de dependencia externa que incide sensiblemente sobre el desarrollo económico; y el alto riesgo que domina las relaciones económicas internacionales. Al mismo tiempo, la dependencia se ha trasladado a los hogares. Algunas de las actividades más dinámicas para el ingreso de las familias cubanas descansan en flujos transnacionales. Varias décadas de emigración y el aumento de la movilidad internacional se empiezan a reflejar en flujos monetarios y de mercancías.

A falta de un modelo de redistribución atemperado a otro contexto estructural, el menor control sobre el empleo y los ingresos en divisas; junto al estancamiento en términos reales de los recursos dedicados a los servicios sociales desde 2010 (Cuadro 1), implican que el Estado deja de ser el garante de la equidad. La distribución de la riqueza en esta nueva estructura depende de otros factores socioeconómicos, los que históricamente en Cuba han tendido a reproducir inequidades.

Un nuevo ciclo de estancamiento y recesión…

La ralentización de la actividad productiva que comienza en 2014 se se verifica en primera instancia en las cifras del sector externo. Aunque en este lapso se incluye el período de reconstrucción parcial de los vínculos diplomáticos y políticos con Estados Unidos; ello no impidió el deterioro progresivo de las condiciones de la economía cubana. Si acaso, lo retrasó o enmascaró.


El análisis del contexto externo indica que este se fue endureciendo progresivamente, a partir de una serie de factores como el declive de la economía de Venezuela, los cambios políticos en Brasil, Ecuador y Bolivia; la reversión casi total de la apertura de Obama bajo la administración de Donald Trump; menor flexibilidad de la parte china en los vínculos comerciales y financieros con ese país; y más recientemente la posición plasmada en las negociaciones con el grupo de acreedores del Club de París; junto al interés de otros acreedores del Club de Londres en encontrar un solución para los adeudos pendientes.

Las cifras del Cuadro 1 dan cuenta de una desaceleración generalizada de la actividad productiva, con un elevado grado de sincronía. Las reducciones observadas en las exportaciones e importaciones son de magnitudes desconocidas desde comienzos de la década de los noventa. Los niveles importaciones a precios constantes son los más bajos en por lo menos doce años, mientras que los servicios individuales provistos por el gobierno no alcanzaban niveles tan reducidos desde 2006. El consumo de los hogares en el mercado se ubica en volúmenes similares a 2014. Este panorama tomado en su conjunto permite dar cuenta del nivel de un empeoramiento de las condiciones materiales en los hogares, cuya magnitud supera lo que muestran indicadores como el producto interno bruto. Ello en un contexto de mayor desigualdad y sin los amparos anteriores de la política social. A ello habría que agregar el hecho de que el descenso en la calidad de los servicios públicos no se capta adecuadamente en las cifras de las cuentas nacionales.

Llama la atención que este ciclo contiene un aspecto que lo diferencia de etapas precedentes. La contracción del consumo se ve reforzada por la elevada dinámica que han mostrado las inversiones, particularmente las que se relacionan con la construcción inmobiliaria-hotelera, y en menor medida las de infraestructura, una parte de las cuales se ha concentrado en la Zona de Desarrollo Especial del Mariel. La construcción de hoteles ha mantenido un ritmo creciente a pesar de que desde 2017 se ha venido reduciendo el nivel de ocupación, y la pandemia de la COVID-19 redujo a niveles ínfimos la llegada de visitantes foráneos.

El descenso en la producción ha estado acompañado por un deterioro de indicadores macroeconómicos claves, como el déficit fiscal, la inflación y el tipo de cambio. El tipo de cambio en el mercado informal habría pasado de un equivalente a 23 pesos por USD en julio de 2019, a mas de 65 pesos por unidad de la moneda norteamericana en septiembre de 2021. El índice de precios (IPC) calculado por la ONEI indica que estos se incrementaron 18 por ciento en 2020, y 62 por ciento en los primeros ocho meses de 2021 (ONEI 2021). Sin embargo, en ambos casos pueden existir subvaloraciones sustanciales. La razón estriba en que, debido a la creciente escasez de productos básicos, estos alcanzan precios mucho mas elevados en el mercado informal, que tiende a estar poco representado en el calculo de este índice. En la práctica, las familias tienen que acudir a este para acceder a ciertos productos, que no se encuentran disponibles en otros circuitos. Lamentablemente, en 2021 los precios crecieron tanto por la implementación del “ordenamiento monetario” como por la crisis económica, lo que ha desatado una espiral inflacionaria en la Isla. Es bien conocido que la inflación tiene efectos regresivos en la distribución del ingreso.

Las tendencias del Índice de Desarrollo Humano

Uno de los indicadores más recurridos e internacionalmente reconocidos para analizar las tendencias de largo plazo del desarrollo, es el Índice de Desarrollo Humano calculado anualmente por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En el informe del año 2020, Cuba se ubica en el puesto 70 dentro de 189 países, en la categoría de “Desarrollo Humano Alto-DHA”. Este resultado posiciona a la Isla en el noveno lugar en el escalafón de América Latina y el Caribe (ALC) y puede catalogarse de muy bueno, considerando todo el conjunto de circunstancias únicas que rodean el desarrollo cubano.

No obstante, un análisis más atento deja entrever una evolución bastante menos favorable en la última década, lo que tiene una relación directa con la percepción de los cubanos en general, y los jóvenes en particular, sobre el progreso y sus perspectivas en Cuba. Las consideraciones siguientes se agrupan en torno a cuatro elementos principales.

El primero, si bien en términos absolutos, el país caribeño exhibe avances en el índice global y sus tres dimensiones (la salud, la educación, y el estándar de vida) desde 1990, el progreso ha sido más lento que en todos los grupos comparables (mundo, ALC y DHA). Como consecuencia, las amplias ventajas en educación y salud que exhibía Cuba 30 años atrás se han estrechado notablemente; mientras que la brecha histórica en ingreso se ha ampliado todavía más. La intensificación del contacto con el exterior sugiere que esas tendencias pueden sostener una percepción de empeoramiento de las condiciones de vida y paralización del desarrollo. Además, entre 2010-2019 el valor del IDH se estancó completamente, lo que implica necesariamente un deterioro relativo respecto a la mayoría de otros países que mantuvo el ascenso, aun en medio de una amplia dispersión internacional.

En segundo lugar, esa trayectoria se consigue en el contexto de una sociedad cuyos niveles de desigualdad han aumentado sostenidamente. Si bien el IDH ha introducido una metodología para recalcular el indicador global teniendo en cuenta la desigualdad, lamentablemente la ausencia de datos le han impedido incorporar el ajuste para el caso cubano. Este es un aspecto para tener en cuenta, porque los escasos datos disponibles sugieren un aumento significativo de la inequidad, lo que a su vez explicaría el hecho de que ciertos grupos y comunidades han quedado marginados incluso de las modestas tasas de crecimiento económico conseguidas; y por otro lado sufren desproporcionadamente los impactos de crisis como la asociada a la pandemia de la COVID-19.

El debate sobre desigualdad y equidad suele ser álgido en Cuba. La reducción de la desigualdad hasta los años noventa es un logro acreditado a la Revolución Cubana. Sin embargo, los mayores problemas están asociados a la escasez de datos comparables internacionalmente para determinar dónde se ubica la Isla en la actualidad. Las pocas estadísticas disponibles indican que el índice de Gini habría evolucionado desde un 0.22 en 1989 (Brundenius 1990), pasando por un 0.41 en 1999 (Monreal 2017) hasta un 0.45 alrededor de 2018 (Rodriguez 2019). La mayoría de los expertos estarían de acuerdo en que la desigualdad de ingresos ha aumentado sostenidamente, y que los ingresos monetarios determinan una proporción creciente del consumo total. Ello a pesar de que la universalidad y gratuidad de los servicios sociales básicos suaviza el impacto de esta evolución (Echevarría, Gabriele, y otros 2019). Aunque ya de manera muy parcial.

Un tercer aspecto es que los indicadores relativos a la educación y la salud se verifican en un contexto en el que se aprecia un deterioro de su calidad, junto a problemas de acceso a estos por parte de grupos y comunidades vulnerables (Echevarría, Equidad y Desarrollo: oportunidades y retos para Cuba 2016) .

Por último, diversos expertos han documentado inconsistencias en el enfoque aplicado para la medición del ingreso en el caso cubano, habida cuenta de las limitaciones que supone el cálculo del Ingreso Bruto Disponible en paridad de poder adquisitivo. Algunos cálculos que usan metodologías alternativas sugieren que las cifras que usa el PNUD en la estimación del IDH para Cuba están sobrestimadas, y muestran grandes variaciones a lo largo de una serie incompleta (Mesa-Lago 2020). Como consecuencia, la posición en el escalafón sería algo más baja.

Los problemas coyunturales

La emergencia de salud derivada de la COVID-19 ha tenido implicaciones económicas para todos los países, pero su impacto no es simétrico. Durante 2020, la Isla enfrentó el choque externo negativo asociado a la COVID-19, con una actividad productiva debilitada por la acumulación de problemas domésticos, el enrarecimiento del entorno externo y desastres naturales. El impacto de esta emergencia llega por múltiples canales.

La contracción económica en los principales centros económicos tira hacia abajo la demanda externa. Entre los 12 principales socios comerciales de Cuba, solo China tuvo crecimiento positivo en 2020. Más de las dos terceras partes de las exportaciones tienen que ver directamente con la salud y las personas (servicios médicos, medicamentos, turismo), por lo que han sido duramente afectadas por la reducción de la movilidad internacional.

El modelo de venta de servicios de salud basado en el envío de profesionales despegó a partir de 2005 en el mercado venezolano. Desde sus inicios, se ha basado en acuerdos intergubernamentales. En años recientes ha sido objeto de críticas por gobiernos y organizaciones con enfoques diversos (Recio 2020); (Farber 2020). El turismo es una actividad fundamental para la Isla. Y lo es también para muchos hogares y pequeños negocios. El cierre de las fronteras ha sido devastador. Cada mes de cierre representa una pérdida de unos 140 millones de dólares. En 2020, el número de visitantes se redujo un 75 por ciento, lo que representa un retroceso a los niveles de 1997. Hasta julio de 2021 habían viajado unos 141 mil turistas extranjeros, el 5 por ciento de los niveles de 2019.

El cierre de fronteras también afecta severamente la importación individual de mercancías, uno de los canales de suministros usados por muchos emprendimientos. Desde 2013, Panamá, México, Guyana, Estados Unidos, Haití y Rusia se han convertido en destinos muy populares. Se ha estimado que las compras totales se situaban entre 1 500-2 000 millones de dólares anuales (The Havana Consulting Group 2021). Entre 2013 y 2019, los viajes de cubanos residentes en la Isla al exterior se incremento mas de dos veces y media.

Tradicionalmente se ha considerado que los emigrados cubanos son muy fieles a sus familias, pero el desempleo masivo en EEUU, donde vive la inmensa mayoría de esa diáspora, tendrá un impacto indiscutible. Por ejemplo, The Havana Consulting Group (una empresa de consultoría de negocios basada en Miami enfocada en la economía cubana) calcula caídas de entre 20-30% en los flujos (The Havana Consulting Group 2021) . Los canales informales también se han visto afectados por el cierre de los aeropuertos durante varios meses.

El panorama anterior se completa con los efectos derivados de las medidas restrictivas implementadas para el control de la COVID-19. Habría que señalar que el impacto del confinamiento y otras medidas de corte similar es asimétrico a lo largo de la economía. En ese sentido, el efecto más severo se nota sobre el sector de los servicios, que dependen desproporcionadamente de la interacción y el desplazamiento de las personas.

En el primer semestre de 2021, el desempeño de las ramas fundamentales ha quedado muy por debajo de las previsiones, aunque algunos renglones como el níquel y los servicios de telecomunicaciones exhiben un buen comportamiento. De acuerdo con las autoridades, el PIB de Cuba se contrajo un 2 por ciento hasta al cierre de junio de 2021. Ello extiende la caída de la economía a ocho trimestres consecutivos, contados desde el tercer trimestre de 2019. El inicio de la recuperación del turismo no se materializó y la zafra azucarera tiene el peor resultado en más de un siglo.

Los datos divulgados sobre las inversiones impiden determinar la dinámica de las mismas, debido a la inexistencia de una base uniforme de comparación luego de la reforma cambiaria. Sin embargo, se refuerzan dos tendencias recientes. La Habana ahora representa el 70% del total, mientras que los proyectos inmobiliarios (esencialmente asociados al turismo) alcanzan la mitad de lo invertido.

La evolución de la situación sanitaria también ha sido desfavorable, lo que compromete la recuperación. Desde mediados de enero se han venido reforzando las restricciones para contener el peor rebrote desde el comienzo de la pandemia. Durante 2021, cada mes ha sido peor al anterior. En todo 2020, los casos acumulados llegaron a 12 056 infectados con la COVID-19. Sin embargo, entre enero y julio de 2021, esa cifra se multiplicó por doce, y alcanzó casi un millón de casos en total a fines de octubre de 2021. Ello en medio de una aguda escasez de medicamentos, y el visible colapso del sistema de salud en determinadas provincias del país. La Isla ha logrado producir sus propias vacunas, pero el inicio de la inmunización masiva no llegó a tiempo para impedir el impacto de la variante Delta. Entre mayo y agosto de 2021, Cuba ha tenido algunas de las peores cifras en las Américas y el mundo.

La reforma monetaria y cambiaria, hacia fines del primer semestre, no ha mejorado el ambiente macroeconómico y de negocios general, como consecuencia de errores de diseño e implementación junto a la pasividad a la hora de impulsar reformas estructurales relativas a la empresa estatal, y el sector privado. De acuerdo a la ONEI, hasta agosto los precios habían crecido como promedio un 63% respecto a 2020, pero se habrían casi duplicado para los alimentos, y casi triplicado para el transporte.

Adicionalmente, durante 2021 se agudizaron las tensiones en la red eléctrica nacional. La combinación de la posposición de mantenimientos, escasez de piezas de repuesto y combustible, determinaron un aumento de los muy “impopulares” cortes de electricidad (apagones). Los cortes se han extendido por hasta 8-10 horas como promedio diario en algunas zonas, con reportes de lapsos mayores debido a averías imprevistas. La percepción de la ciudadanía es que la distribución no es homogénea entre las zonas del país. Algunos barrios de La Habana son mas protegidos que varias provincias del interior, por ejemplo.

Las autoridades habían establecido una meta de crecimiento de 6% en 2021, y un pronóstico similar para 2022, con el objetivo de recuperar los niveles de actividad de 2018 (en 2019 el PIB se contrajo un 0,2%). Sin embargo, los resultados obtenidos en la primera mitad del año indican que esa meta no será cumplida. Los escenarios posibles dependen críticamente del inicio de la recuperación del turismo internacional, el control de la pandemia asociado a la vacunación masiva, y el relajamiento de algunas sanciones desde Estados Unidos, vinculadas con remesas y viajes.

El costo político de la parálisis de la reforma

Ya hace una década que la reforma económica fue aceptada al más alto nivel político, al menos nominalmente, pero su implementación fue de mal en peor. En el VI (2011) y VII (2016) Congresos se adoptaron unos documentos que debían servir de base para la transformación del modelo económico. Contra todo pronóstico, desde 2016 prácticamente no se implementó nada nuevo sino hacia finales de 2020, cuando las autoridades ya estaban sobrepasadas por la crisis económica. Si se intentó, entre 2017-2018, retroceder en áreas de amplia resonancia en la ciudadanía, como el trabajo por cuenta propia.

Pocas reformas son más urgentes y justificadas que la cubana. No es un secreto que el modelo cubano ha fallado por décadas en conseguir un desempeño económico decente. Los breves lapsos de dinamismo económico han estado asociados a una generosa compensación externa. Fue así en algunos años del acompañamiento soviético, y como resultado del efímero impulso de las exportaciones de servicios médicos a Venezuela. Conseguir una economía productiva incrementaría notablemente las posibilidades de mantener la independencia del país y aumentaría el costo de las sanciones económicas de Estados Unidos.

La reforma económica se estancó como consecuencia de rezagos ideológicos, el cálculo político, los fuertes intereses creados, y la escasez de personal técnico capaz en el sector público. Ya desde principios de siglo, la reticencia de hacer los cambios domésticos necesarios llevó a ubicar otra vez una parte mayoritaria del comercio exterior bajo acuerdos políticos. Los problemas económicos de Venezuela se traducen ahora en un pasivo para la Isla. Ciertos círculos conservadores han sido muy hábiles usando los espacios y la legitimidad de instituciones públicas para criticar, a veces solapadamente, la reforma económica. Eso sí, sin ofrecer otra alternativa que el modelo actual y la resistencia, términos que tienen cada vez menos eco en vastos sectores de la sociedad cubana, particularmente en los jóvenes. No resulta tan extraño que, ante la falta de avances en Cuba, los emigrados recientes hayan sido una de las bases más sólidas de las políticas de mano dura adelantadas por la administración de Donald Trump.

Los errores y omisiones anteriores se han exacerbado por las complejidades del cambio político. La mayoría de los factores estructurales que explican los rasgos generales del modelo cubano han cambiado radicalmente: liderazgo político basado en carisma y legitimidad proveniente de la historia; la existencia de socios externos capaces de ofrecer ayuda económica generosa; relativa homogeneidad de la población cubana a cuenta de la reducida desigualdad e ideología dominante; y aislamiento económico relativo del resto del mundo como consecuencia de las sanciones de Estados Unidos.

Las tendencias descritas en el ensayo dan cuenta de una transformación profunda de la economía y la sociedad cubanas desde comienzos de los noventa, que se expresan en primera instancia en las familias, sus prioridades y proyectos de vida para hacer frente a un contexto hostil. La “actualización” podía haber sido el camino para conseguir atemperar el modelo cubano a estar nuevas condiciones. Su fracaso sugiere que la brecha se ha ahondado.

Conclusiones

El débil crecimiento económico y la acumulación de deudas sociales apuntan hacia el sostenido deterioro de las bases materiales del bienestar. Esto va más allá de las perdidas asociadas al cataclismo del COVID-19, o incluso las ultimas sanciones de la administración de Trump, sino que se puede identificar un proceso de largo recorrido de empeoramiento de estas condiciones. Adicionalmente, los problemas económicos afectan más a ciertos grupos y comunidades, los denominados “barrios” hospedan a algunos de los sectores más humildes de la sociedad cubana.

En un contexto de aumento tendencial de la desigualdad económica, la “actualización” fue más efectiva en la contención del gasto social, que, en la mejoría de la dinámica económica, lo que contribuyó a ahondar brechas históricas. La transnacionalización de los hogares cubanos los hizo vulnerables a la súbita interrupción de los flujos financieros y los viajes como consecuencia de las medidas coercitivas en Estados Unidos y el COVID 19. La expansión de la economía informal refuerza las tendencias anteriores y acentúa la desprotección del empleo. A su vez, niega recursos fiscales necesarios para corregir estos desequilibrios. En este escenario, los instrumentos y recursos paliativos al alcance del Estado cubano son inadecuados e insuficientes.

En 2021, Cuba ha vivido una tormenta perfecta, en términos económicos. Sus fuentes tradicionales de ingresos se han visto menguadas, la reforma que no ocurrió a tiempo no ha podido madurar, las sanciones de Estados Unidos se han incrementado, la COVID 19 ha producido estragos, y el entorno externo es extremadamente adverso. Los efectos visibles de este contexto -escasez, apagones- ahora encuentran terreno fértil en una nueva generación para la que los “logros” de la Revolución se han difuminado o son ya casi imperceptibles. El reto de la recuperación económica ahora choca con un escenario interno de mayor inestabilidad política. Desafortunadamente, el sistema político cubano no se encuentra bien habilitado para atender estas exigencias.

Referencias

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