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viernes, 28 de enero de 2022

Administración política en la época digital: estrategias, plataformas y mecanismos*

Ivan A. Brónnikov1  * 

1 Facultad de Politología, Universidad Estatal M. V. Lomonósov de Moscú, Rusia.

RESUMEN

En este artículo se indica que las modernas tecnologías de redes facilitan la combinación de formas institucionalizadas de participación cívica con prácticas informales a través de las redes sociales. Nuevas actividades han surgido en el mundo digital moderno: desobediencia civil a través del hacktivismo, lanzamiento viral de hashtags y challenges, monitoreo de los procedimientos electorales por cámaras web, etc. Las posibilidades de las tecnologías de Internet contribuyen a crear focos de activismo falso, pues las personas se involucran en una imitación virtual de participación ciudadana y se desvinculan de los problemas reales. El artículo proporciona un análisis de una nueva forma de actividad ciudadana ‒los mítines en línea‒, y llega a la conclusión de que estos se introducirán de forma gradual en el proceso político ruso. A este respecto, el espacio en línea se hace más polarizado y políticamente peligroso.

INTRODUCCIÓN

En las circunstancias actuales, la autoorganización ciudadana constituye una forma particular de participación social de los actores activos y proactivos. Frecuentemente esto se manifiesta en forma de reacción en los espacios digitales a los incipientes desafíos sociales, políticos, económicos, ecológicos o a los problemas domésticos. La efectividad de la autoorganización ciudadana depende en gran medida de la viabilidad estatal, junto con la comprensión de la interdependencia entre el Estado y las instituciones de la sociedad civil, no solo de forma funcional, sino también sustancial.

Toffler (2001) escribió que el desarrollo de las tecnologías de Internet permitiría a la gente participar activamente en la solución de problemas urgentes, sin intermediarios ni estructuras administrativas complejas. Las modernas tecnologías de redes no solo crean espacios de acción de la sociedad civil, sino que también proporcionan oportunidades e instrumentos para aumentar su eficacia, ya que permiten combinar fácilmente las formas institucionalizadas de participación pública con las prácticas informales a través de las redes sociales.

El modelo actual de activismo cívico de la sociedad posinformática1 contribuye a la expansión del campo de la política pública, cuya orientación se determina tanto por las estructuras estatales como por los agentes políticos en general. La inmensa mayoría de acciones, tanto individuales como colectivas, que socavan instituciones, normas y valores formales e informales establecidos se vuelven políticamente relevantes (Burenko, 2018). Por ejemplo, el concepto de «política de estilo de vida» (Giddens, 1991Micheletti y Stolle, 20062008) revela cambios en el estilo de vida de la persona de la era de la información, relacionados con las crecientes solicitudes posmateriales para la autorrealización y una mejor calidad de vida en el mundo globalizado de numerosos ciudadanos. La empresa Bitnation Americas LTD inició un proyecto de la comunidad voluntaria Bitnation basado en tecnología blockchain, con la oportunidad de obtener algunos de los servicios públicos de manera descentralizada e independiente de los Estados territoriales (certificación notarial de operaciones, legalización de documentos, identificación de refugiados y personas no documentadas, etc.).

PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y PODER DE LAS REDES

En el marco del proceso político moderno se distinguen varios tipos de participación de la persona: pública, civil y política. Se considera que la política se manifiesta en una posibilidad directa o indirecta de los ciudadanos de participar en las relaciones políticas, influir en las decisiones de gestión, mientras que la cívica tiene por objetivo actuar individualmente o en forma conjunta en la resolución de los desafíos emergentes. La participación social incluye todos los procesos y procedimientos relacionados con la satisfacción de necesidades, solicitudes e intereses públicos.

A principios del siglo xxi el marcado aumento de formas y medios de participación cívica generó ambigüedad, incertidumbre y cierta confusión acerca del aparato conceptual de este proceso. Jan W. van Deth (2001) incluso sugirió que el análisis de la participación política se convertiría en un estudio de absolutamente todo tipo de procesos políticos. Aquella interpretación apareció debido a que la teoría clásica de la participación social había sido creada con un enfoque en estudios de los países con formas avanzadas de democracia (por lo general, Estados Unidos, Canadá y los países de Europa occidental).

El declive de los patrones de actividad cívica establecidos, provocado por la transformación digital de las relaciones sociales, contribuyó al surgimiento de obras científicas sobre la profunda crisis de la sociedad civil y sus consecuencias negativas. Junto con los trabajos «inquietantes» aparecieron, un poco más tarde, estudios sobre la creciente complejidad y la reorientación de la participación cívica hacia prácticas menos jerárquicas y más creativas que no podían analizarse utilizando métodos habituales (Pilkington y Pollock 2015Baiocchi y Ganuza, 2016Dalton, 2017Skovikov, 2017Petukhov, 2019Yakimets y Nikovskaya, 2019).

A favor de la reorientación de la participación cívica testificaba su transferencia al espacio digital, donde las instituciones tradicionales y las estructuras gubernamentales no operaban (Filippi, 2018). Además, la abundancia de información y comunicación (Dijck, 2013) y el rápido desarrollo de las tecnologías políticas de Internet contribuían a la creación de oportunidades de formar naciones virtuales, nuevas formas de movilización de la población y de canalización de los intereses de la gente. Según R. Dalton (20172018), una perspectiva positiva de aquellos procesos podía ser una ciudadanía plenamente involucrada, la participación social inclusiva podía convertirse en un importante valor postmaterial. Esa participación ciudadana ya no sería una compensación por la ineficacia de las formas políticas tradicionales, sino un modelo para aumentar la participación política.

Cabe destacar que, al analizar la movilización civil, la autoorganización en línea y los medios de expresión de los intereses de los actores, es necesario tener en cuenta que el desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones permite realizar los derechos y libertades humanos universales sobre nuevas bases en forma de red. El fortalecimiento del control vertical y la restricción paternalista del activismo cívico, por el contrario, solo refuerzan las motivaciones y los objetivos políticos (Norris, 2001Gurr, 2005Deth, 2014Theocharis, 2015). Los investigadores creen que aparece una tendencia a la actitud decorativa por parte del Estado hacia el problema de la participación y la movilización políticas en las comunidades en línea. La falta de intervención del Estado y el desinterés de los científicos hacen que los bloques enteros de comunidades en línea politizadas de base y de carácter híbrido se queden fuera del control.

La reducción de los costos de transacción de las comunicaciones en línea y la integración de la gente en un esfuerzo por resolver problemas cambian la lógica conceptual de acciones colectivas (Bennett y Segerberg, 2016). Los acontecimientos políticos de los últimos años han demostrado que los ciudadanos activos en la red afectan más a la agenda informativa que los representantes de las autoridades (Barbera et al., 2019).

No es de sorprender que hoy día ya se haya acumulado un número considerable de obras que muestran que el activismo cívico puede «desarrollarse en condiciones del olvido por parte del Estado con el objeto de compensar sus fracasos o como complemento a (o en contra de) las instituciones formales existentes» (Zhelnina y Tykanova, 2019, p. 165). Según los resultados de la encuesta realizada por el Centro Analítico Yuri Levada en 2019, en la Federación de Rusia se ha registrado un aumento considerable del número de ciudadanos dispuestos a participar activamente en la vida política (lo señalaron el 25 % de los encuestados, la nota máxima en 12 años). El ausentismo se explica por el hecho de que en Rusia la política no es para un ciudadano cualquiera: las autoridades hacen política (31 % de los encuestados), no hay tiempo para hacer política (28 % de los encuestados) o la gente carece de conocimientos pertinentes sobre política (25% de los encuestados). El 21 % de los encuestados señalaron que participar no tenía sentido porque no se podía cambiar nada de todos modos (Mukhametshina, 2019).

La creciente influencia de las tecnologías de Internet ha contribuido al reenfoque del activismo cívico hacia el «mediactivismo», que implica el uso de instrumentos digitales de comunicación para fines políticos. Por participación en línea se entienden las acciones basadas en los medios de comunicación ya en curso para intensificar los vínculos fuertes y débiles en las redes sociales con el fin de aumentar la conciencia sobre los problemas o de ejercer presión social y política para resolverlos (Basheva, 2020). Los miembros de las comunidades en redes se reúnen en pro de intereses y valores compartidos y realizan el proceso de comunicación a través de los recursos de los medios sociales. Una característica importante de la autoorganización de los ciudadanos en las redes sociales es que, en la mayoría de los casos, surge en línea, pero los efectos reales se producen fuera de línea.

Un nuevo tipo de activismo cívico en las comunidades en línea ha sido posible gracias al efecto de movilización de las comunicaciones digitales, que poseen un margen significativo de influencia legítima en Internet. Según la opinión de los ejecutivos de Google, Jared Cohen y Eric Schmidt (Hughes, 2019), el efecto de movilización de las comunicaciones digitales contribuye a la realización de un «club de redes» donde no hay diferencia entre el usuario y el ciudadano digital, y las plataformas de comunicación principales asumen algunos de los poderes del gobierno. Las preocupaciones por el aumento injustificado de la influencia política de los creadores de las redes sociales (por ejemplo, de Mark Zuckerberg, quien controla alrededor del 60 % de las acciones de Facebook, Instagram y WhatsApp) están creciendo. Teniendo en cuenta que Facebook tiene más de 2 800 000 de usuarios, los algoritmos informáticos y la inteligencia artificial permiten generar el interés de los usuarios e imponer una agenda de manera mucho más eficaz que los gobiernos nacionales.

Las prácticas en redes de participación cívica se han desarrollado en gran medida a través de los trabajos de M. Castells (2005), que fue uno de los primeros en señalar el enorme potencial de los vínculos horizontales de las comunicaciones de redes en la sociedad moderna de la información. A partir de ahora, aquellos que elaboran contenidos controlan las plataformas y son sujetos de redes con influencia o actores creadores de redes. En el concepto de red de Castells (2013) el que gestiona los flujos de comunicación e información tiene un nuevo tipo de poder, y no importa si hablamos de la macrofuerza de los Estados o de la microfuerza de las estructuras empresariales y las organizaciones civiles. El individualismo de redes, que se basa en las nuevas tecnologías de Internet, gracias a las cuales la propia comunicación se convierte en un comienzo creativo de la comunidad en red, es un principio básico de las estructuras de redes supranacionales.

En sus estudios, Castells (2005, 2013) llega a la conclusión de que en las nuevas condiciones sociopolíticas de redes el poder puede clasificarse en cuatro formas:

  1. Poder de conectar en red: se manifiesta como una presión constante de los actores de redes sobre los ciudadanos no conectados a las redes globales.

  2. Poder de la red: se basa en la capacidad de establecer las reglas de interacción social en las redes.

  3. Poder en red: la influencia mutua de los actores de redes dentro de una red específica. La interacción entre los usuarios y el grado de influencia pueden variar en función de la plataforma.

  4. Poder para crear redes: la programación y la conmutación se convierten en formas principales de realización y construcción del poder en el mundo actual (Pyrma, 2020) (los «interruptores de red» operan a través del control y la gestión de los puntos de conexión entre las redes).

Según la opinión de los periodistas suecos A. Bard y J. Söderqvist (2004), la llamada «plurarquía», con sus formas de gestión basadas en redes y con el aumento de la importancia de las comunidades en línea, reemplaza el orden de poder jerárquico. El principio de transparencia de las comunidades en redes resulta utópico en la realidad. Las comunidades abiertas lentamente se convierten en cerradas, con las reglas de juego establecidas y con las formas comprensibles de autocontrol, o se transforman de manera inevitable en plataformas inútiles de ruido informativo, lo que lleva a la estratificación global: el «mundo de un cuarto» de redes en la parte superior de la pirámide con nuevas formas de relaciones políticas y nuevos recursos de influencia contra el «mundo de tres cuartos» consumista, ubicado en la etapa inferior llena de basura informativa (Kochetkov, 2013). Los netócratas,2 que tienen el monopolio de producir y transmitir conocimientos, los fuertes contactos de redes que elevan la categoría y aumentan la influencia de la red, se encuentran en la parte superior de la pirámide, mientras el resto de los ciudadanos -en la parte inferior- carecen de disciplina, valores compartidos y objetivos estratégicos necesarios para enfrentar a la nueva élite netocrática. Esto lleva a la formación de una estructura de redes asimétrica de la sociedad moderna de la información.

COMUNIDADES EN LÍNEA Y AUTOORGANIZACIÓN CIUDADANA

Hasta la fecha se ha acumulado una experiencia considerable en la formación y realización de diversas formas de implicación cívica. Tomando en cuenta la diversa paleta de prácticas reales, virtuales y -lo que es más importante- falsas del activismo cívico, cabe señalar que S. Patrushev (2009) distingue dos tipos de implicación cívica:

  1. La participación ciudadana: una actividad pública adaptativa, relacionada con la realización de los derechos y libertades humanos universales, que permite alcanzar los objetivos individuales, colectivos y sociales en las actuales circunstancias institucionales.

  2. La acción ciudadana: una actividad pública inadaptada, relacionada con los problemas de la realización de los derechos y libertades humanos universales: dificultades para garantizar la igualdad de estatutos civiles, reducir la brecha entre los derechos formales y reales en la vida cotidiana, eliminar las barreras a la participación ciudadana y las restricciones al ejercicio de los derechos en esferas distintas.

Algunos científicos proponen examinar también la categoría de «participación digital de redes» (Theocharis y Quintelier, 2016) como un tipo especial de implicación digital donde los usuarios de las redes sociales no solo interactúan y cooperan entre sí, sino que tienen instrumentos reales para solucionar los problemas que surgen. La interacción de estos tipos de implicación lleva a un equilibrio entre las prácticas sociopolíticas en línea y fuera de línea y permite dar un impulso positivo a las instituciones democráticas en estado de regresión (Zhang, Seltzer y Bichard, 2013Volodenkov y Artamonova, 2020).

J. Earl (citado por Kurbanova, 2019) señala en sus trabajos la necesidad de utilizar ópticas distintas en el análisis de las formas digitales de implicación. Earl propone una tipología de cuatro niveles del activismo en Internet:

  1. Brochureware: la mayor difusión posible de la información en las redes en línea sin la necesidad de la implicación real.

  2. Movilización electrónica: el uso de instrumentos de Internet con el fin de facilitar el trabajo en forma autónoma.

  3. Participación en línea: el uso de recursos en línea con el fin de ayudar y facilitar la participación en prácticas de redes.

  4. Organización de las acciones en línea: el uso pleno de recursos de la red con el fin de realizar acciones en línea y su posterior transición al espacio real.

La participación ciudadana está determinada por las instituciones sociales y políticas existentes, las normas y las actitudes, las orientaciones e intereses de valor y las respuestas de las estructuras estatales a las solicitudes de la sociedad que garantizan un cierto nivel de confianza entre el Estado y la sociedad civil. Las masivas movilizaciones ciudadanas en línea en diferentes partes del mundo, comenzando por los acontecimientos en África septentrional, han abierto un amplio debate sobre el papel de la autoorganización ciudadana en la sociedad moderna de la información. Las redes sociales han creado plataformas para el debate en una situación en la que otros instrumentos de autorrealización no funcionan o demuestran un bajo nivel de eficiencia. Aparecieron actividades únicas que antes de la aplicación de las tecnologías en línea eran inviables: hacktivismo como un nuevo tipo de desobediencia civil, propaganda de Internet, lanzamiento viral de hashtags y challenges en TikTok, monitoreo de los procedimientos electorales por cámaras web, promoción viral de «pseudoacontecimientos», etc.

Las redes sociales pueden contribuir a la participación ciudadana y la acción conjunta, mejorando la función democratizadora de las nuevas vías de comunicación. Además, siguen siendo un elemento esencial de la vida moderna de gran número de ciudadanos. Sin embargo, existen dudas acerca de la capacidad de superar eficazmente las limitaciones de los vínculos débiles y las brechas generacionales. A este respecto, la llamada «movilización mediante los pares», a través del uso de las redes sociales y los dirigentes de opinión en línea, adquiere una relevancia especial (Kahne, Middaugh y Allen, 2015).

Autoorganización ciudadana y mítines en línea

En los últimos años la autoorganización de los ciudadanos en respuesta a los desafíos políticos, ambientales, tecnológicos y sociales se ha vuelto omnipresente, en su mayor parte, gracias a los recursos singulares de las redes sociales. La agitación exitosa y la coordinación de amplios sectores de la población rusa por parte de las fuerzas políticas de oposición en 2010-2012 (Bode y Makarychev, 2013) constituyen un ejemplo del potencial de movilización de protesta de las redes sociales. Esto, en particular, está relacionado con la politización provocativa de la audiencia de las comunidades en redes en los nuevos medios, que antes no participaba activamente en la vida política del país.

Cabe señalar también el creciente dualismo de las comunidades en línea: por un lado, las redes sociales demuestran un mayor potencial de movilización cívica y de defensa de sus intereses en el espacio político público; por otro lado, las posibilidades de las tecnologías de la información y la comunicación contribuyen a la alienación de los ciudadanos de los problemas reales, al establecimiento de una imitación virtual de la participación ciudadana y a la creación de focos de activismo falso. Tomando como base la teoría de la netocracia de A. Bard y J. Söderqvist (2004), es necesario tener en cuenta que los líderes potenciales de la actividad de protesta son absorbidos a menudo por la élite gobernante y se convierten en su portavoz, lo que dificulta de manera considerable las caóticas acciones colectivas en línea.

Otro aspecto del problema es el activismo falso: los pseudoacontecimientos en las redes sociales se moderan por los algoritmos de aprendizaje automático basados en tecnologías de inteligencia artificial que computan los intereses y valores del usuario y forman la llamada «sala de eco», donde se encuentra la información filtrada y se genera la fuente de noticias «personalizada». En un paisaje mediático tan individualizado los algoritmos informáticos seleccionan materiales parecidos en su contenido semántico que responden a los propósitos y actitudes de la persona, lo que lleva a la pérdida de un cuadro objetivo general.

Mientras tanto, las comunidades en redes ofrecen oportunidades amplias para manipular a la opinión pública y generar el sentimiento de protesta. La transformación del descontento en línea de los «ciudadanos enojados» en un espacio de protesta política, organizado a través de plataformas digitales, crea riesgos de desestabilización de la situación política y de destrucción de las instituciones de poder existentes. Los efectos verdaderos de la participación de los ciudadanos en las comunicaciones en la red a menudo se manifiestan en acciones fuera de línea, incluso políticas. Actualmente dicha autoorganización ciudadana no tiene carácter ilusorio (lo que se conoce como el «activismo de sillón»), sino formas bastante concretas, no simbólicas, de activismo cívico (participación ciudadana, participación de protesta, participación institucionalizada, participación digital) (Theocharis y Deth, 2018).

Los mítines en línea son un buen ejemplo de dicho activismo. A fines de abril de 2020 los usuarios rusos de Internet, en oposición al régimen de autoaislamiento, organizaron de manera espontánea una nueva forma de implicación: mítines en línea mediante el servicio Razgovorchiki4 del popular GPS de automóvil de Yandex. Cualquier ciudadano que tuviera instalada la aplicación Yandex.Maps y Yandex.Navigator fue capaz de dejar una «ciberhuella» en forma de comentario en un objeto del mapa determinado con el requisito de las medidas inmediatas de apoyo por parte del Estado durante la pandemia por COVID-19. Los «caóticos» mítines en línea tuvieron lugar en Moscú, San Petersburgo, Rostov del Don, Ekaterimburgo, Sarátov, Krasnoyarsk y Nizhni Nóvgorod (en esta última ciudad también fue utilizado el navegador 2GIS).

El primer lugar de este mitin en línea fue Rostov del Don, el 20 de abril de 2020. En relación con el régimen de permisos de circulación en la ciudad en condiciones de prevención de la propagación del coronavirus, los usuarios dejaron comentarios iracundos frente a los edificios de la Asamblea Legislativa y del Gobierno de la región de Rostov. Dos horas más tarde, en otras ciudades de Rusia comenzaron sucesos similares, durante los cuales los ciudadanos exigieron ayuda directa del Estado, introducción del estado de emergencia, congelación de los pagos de servicios públicos, apoyo a las pequeñas empresas, etc.

Los ingenieros de Yandex rápidamente eliminaron iconos de los comentaristas en línea con arreglo a las normas de moderación, pero el motivo informativo llamó la atención tanto del público en general como de las autoridades. Por ejemplo, el secretario de Prensa del presidente de la Federación de Rusia, Dmitri Peskov, señaló que el Kremlin vigilaba la aparición de nuevos formatos en el espacio digital y, en la medida de lo posible, tendría en cuenta las opiniones de los ciudadanos al planificar el apoyo a los «participantes de la vida económica» (Nikolsky, 2020).

Las acciones virtuales con el fin de resolver problemas en línea ya han ocurrido antes. Ejemplo de ello son las protestas en línea de 2005 contra la pena de muerte de S. Murugesu y V. C. Nguyen en Singapur, durante las cuales los activistas pudieron obtener apoyo de una gran cantidad de recursos en línea; el mitin en línea contra la oportunidad de Yahoo! de utilizar el contenido personal de los ciudadanos a su favor; la acción de 2007 -el llamado «Motín del té de Boston»-, cuando los usuarios protestaron contra la intervención de la administración del sitio web de Digg en el proceso de formación de la fuente de noticias; la acción resonante de 2011 de Adisucks contra la publicidad de productos de Adidas realizada en el muro de un kilómetro del hipódromo de Varsovia, que se había utilizado a lo largo de los años por jóvenes polacos para graffitis. La serie de movilizaciones en línea incluía también los mítines organizados con el fin de derrocar a los regímenes en Oriente próximo y África septentrional, las revoluciones de Twitter, los numerosos flashmobs en las redes sociales (MeToo, Ice Kefir Challenge, el «flashmob de mandarina», el flashmob de los maestros rusos llamado #LosMaestrosTambiénSonGente, el flashmob en apoyo al periodista Iván Golunov, la acción de 2017 contra la corrupción en Novosibirsk, etc.). Toda esta lista demuestra el creciente papel de los mítines en línea, en los que las redes sociales desempeñan una función fundamental por su capacidad de organizar instantáneamente a los ciudadanos con un propósito concreto.

Cualquier mitin (incluso en línea) por lo general tiene tres características importantes: publicidad y accesibilidad para cada ciudadano, líneas de tiempo claras y finalización simultánea para todos los participantes y expresión pública de opiniones sobre los problemas señalados (Arhipova et al., 2018).

Al examinar los mítines en línea, la comunicación entre los usuarios, con sus aspiraciones de ser escuchados y crear en la red un motivo informativo bastante continuo, adquiere una importancia especial. El éxito de la protesta en los medios de comunicación depende en gran medida del establecimiento oportuno y de la operativa emisión posterior de mensajes y símbolos visuales. A propósito de las complejidades del análisis de la actividad de protesta en el espacio digital, es aconsejable examinar el espacio físico y el espacio virtual como una unidad en la organización y la formación de sentimientos de protesta.

Al investigar tecnologías de comunicación de las protestas en línea, K. Ruijgrok (citado en Centro de Coyuntura Política, 2020) realizó un análisis cuantitativo de algunas variables (frecuencia de las protestas, penetración de Internet, libertad de medios, canales de comunicación alternativos, etc.) que afectaban la actividad de protesta. Según sus hallazgos, las redes sociales se utilizaban de manera más eficiente y activa en regímenes autoritarios con el fin de movilizar a los ciudadanos que en Estados democráticos. La estratificación del espacio en línea lo hace más polarizado y políticamente peligroso.

En las protestas rusas de 2018-2019 comenzaron a surgir nuevas herramientas: los GeoChats en Telegram, que permitían a los participantes de mítines y procesiones cooperar, sus canales y chatbots de oposición, que informaban a los partidarios más rápido que los canales de comunicación en línea tradicionales, los últimos mítines en línea en Yandex.Navigator, lo que ha sido algo totalmente nuevo para el proceso político de Rusia. Todo ello contribuye a que la virtualización de la actividad de protesta conlleve una serie de riesgos y amenazas (Centro de Coyuntura Política, 2020). Hoy día los mayores retos para el Estado son la baja previsibilidad de los mítines en línea y la naturaleza intemporal de las protestas virtuales, mientras que para la oposición se abre un amplio campo para la actividad de protesta. Al parecer, los mítines en línea se introducirán gradualmente en el proceso político ruso y también se complicarán en el proceso de invención de los nuevos formatos originales.

La contraposición clásica del campo político tradicional y el de redes no parece razonable. En la sociedad posinformática moderna aparece una tendencia a acercarse de manera planificada, penetrar y coadaptar el espacio político virtual y el espacio político físico, lo que crea dificultades adicionales para los actores. Las tecnologías de la información y la comunicación modernas «abren las puertas» digitales a un diálogo complejo, eficaz y muy necesario entre el Estado y los ciudadanos activos, proporcionando productos tecnológicos para la aplicación de formas inclusivas de participación política. Es importante poner de relieve el hecho de que los actores de la sociedad civil soliciten una nueva comprensión de los valores políticos, una conciencia de su papel en el proceso político y una introducción de modelos no jerárquicos de activismo cívico en línea en la «área temática» política como instrumentos convencionales de pleno derecho.

CONCLUSIONES

El mundo moderno de la información, con sus 4 500 000 000 de usuarios de Internet (Internet World Stats, 2020), se pone cada vez más envuelto en redes. Según el informe Digital in 2020 (We Are Social, 2020), el total de usuarios de dispositivos móviles en ese año ascendió a 5 190 000 000 de personas, mientras que el número de usuarios de redes sociales está aumentando gradualmente y alcanzaba la cifra de 3 800 000 000 de personas que pasan el 40 % de su tiempo en línea, o 6 horas y 43 minutos (en Rusia esta cifra llega a 7 horas y 17 minutos).

En las circunstancias actuales, el éxito de cualquier campaña (incluso de mítines en línea) depende de cuán competente, profesional y correctamente funcione el grupo de ciudadanos que forman el «núcleo de protesta» proactivo. La capacidad de los organizadores para coordinar acciones, la extralimitación de examen parcial de los problemas dentro de la comunidad en línea y el mantenimiento del alto interés de un gran número de usuarios (ya que el activismo cívico a menudo se manifiesta en acciones cortas y locales que no requieren un gasto significativo de energía y recursos) adquieren una importancia especial. No olvidemos el temor expresado por J. Lanier (2011) a la sustitución de la individualidad y del potencial creativo de la gente por el consumo superficial de contenidos de Internet.

Los mítines en línea podrían ser una indicación de la ineficacia de las actividades de concretas instituciones políticas. La efectividad de los mítines en línea aumenta debido a la participación y al estímulo de la participación de los sujetos primarios de influencia que suelen ser periodistas convergentes, bloggers de primer nivel y creadores activos de contenidos en redes.

La autoorganización ciudadana en las comunidades en línea contribuye a la transformación del marco institucional, demostrando una relación inevitable entre el consumo de los flujos de información de los usuarios y la subsiguiente participación cívica, cuya efectividad a menudo depende de la disposición y la capacidad para dedicar tiempo y recursos a la solución de un problema concreto.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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NOTAS ACLARATORIAS

* La traducción al español fue realizada por la estudiante P. A. Igóshina, del último año de la Facultad de Politología de la Universidad Estatal de Moscú Lomonósov.

1 Los marcadores de la sociedad postinformática son: sistemas de inteligencia artificial, «Internet de las cosas» y alteración permanente de la información transmitida mediante la apelación a las emociones y las actitudes personales (la llamada «política de la posverdad»).

2 El estatus de netocrático se adquiere a través de competencias y cualidades de la persona exclusivas o contactos que pueden ofrecerse como pago a otros miembros de la red.

3 Tan pronto como el servicio Razgovorchiki apareció en 2011 se convirtió en una plataforma para que los conductores expresaran su descontento.

* Autor para la correspondencia: ivbronn@gmail.com

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