Por Rolando Astarita
Marxismo & Economía
Marx sobre inflación por discrepancias entre oferta y demanda, y el ciclo
A manera de introducción al último apartado de esta nota, señalamos que Marx contempló la posibilidad de procesos inflacionarios provocados por desequilibrios en la oferta y demanda.
Por ejemplo, en El capital menciona el caso de industriales y comerciantes que “vuelcan en especulaciones ferrocarrileras el capital dinerario que se requiere para el funcionamiento de sus negocios y lo reponen mediante préstamos en el mercado de dinero”. Dado que constantemente “se retiran del mercado elementos del capital productivo y por los mismos solo se vuelca en aquel un equivalente dinerario, aumenta la demanda solvente, que no aporta por sí misma ningún elemento de oferta. Por consiguiente, alza de los precios, tanto de los medios de subsistencia como de los materiales de producción” (pp. 385-6, t. 2). Agrega que en esos escenarios “una pandilla de especuladores, contratistas, ingenieros, abogados, etcétera, se enriquece” y provocan “una fuerte demanda de consumo sobre el mercado y, además, los salarios suben” (ibid.). Lo cual estimula la agricultura. Sin embargo, no es posible aumentar súbitamente la producción de los alimentos, por lo que hay que recurrir a la importación –dando pie a más especulación y estafas. Por otra parte, sigue el razonamiento, en los ramos industriales en los que puede aumentar rápidamente la producción, la elevación de los precios provoca una expansión súbita “a la que sigue el colapso”. El mismo efecto “se opera en el mercado de trabajo”. Por ejemplo, cuando se realizan construcciones en gran escala, como ferrocarriles, se absorbe parte del ejército industrial de reserva que mantenía bajos los salarios; estos suben de manera general –o sea, también en ramas distintas a las que están absorbiendo más mano de obra- y “esto dura hasta que la catástrofe (crack) inevitable vuelve a liberar el ejército industrial de reserva y se abaten de nuevo los salarios a su nivel mínimo e incluso por debajo de este” (ibid.).
También en Teoría de la plusvalía se refiere a subas de precios por aumento de la demanda con respecto a la oferta. Señala que entre 1797 y 1813, en Inglaterra, la tasa de ganancia aumentó a pesar del aumento de los precios agrícolas y de los salarios. Señala varios factores que lo posibilitaron –prolongación de la jornada laboral, depreciación de mercancías fabriles y coloniales que integraban el consumo obrero, reducción del salario real-, así como el aumento de los precios nominales de las mercancías “porque los empréstitos y gastos gubernamentales acrecentaron la demanda de capitales, inclusive con mayor rapidez que la oferta, y ello permitió que los fabricantes recobrasen parte del producto pagado a los rentistas propietarios de tierras y a otras personas que tienen ingresos fijos en forma de renta, etcétera” (p. 393, t. 2; énfasis añadidos).
Estos análisis encajan con el movimiento ascendente de los precios en la fase expansiva del ciclo económico. En Teorías de la plusvalía escribe que “… por lo común las crisis van precedidas por una inflación general de precios de todos los artículos de la producción capitalista” (p. 433, t. 2). En El capital también vincula la fase ascendente del ciclo con aumentos de los precios. Explica que en la época de prosperidad, “y en particular durante el período de proliferación de las estafas, cuando ya por otros motivos cae el valor relativo del dinero, expresado en mercancías (sin que se dé, en lo demás, una verdadera revolución del valor), y por tanto aumenta el precio de las mercancías independientemente del valor propio de las mismas” (p. 501, t. 2). Aunque en este pasaje no es claro por qué se desvaloriza el dinero. Una posible explicación es lo que el mismo Marx señala, la proliferación de maniobras especulativas. Por ejemplo, en la fase de auge del ciclo eran comunes los descuentos contra letras libradas sin respaldo de mercancías (fenómeno que destacaba Adam Smith cuando pedía que solo se descontaran “letras reales”). Esas vorágines especulativas podían empujar el aumento de la emisión monetaria y las alzas de precios, seguidas del derrumbe posterior. Marx también observa que en la fase de ascenso el salario “sube de manera general” y la clase obrera obtiene una mayor participación en el producto anual destinado al consumo (ibid., p. 502). El carácter pro-cíclico de los salarios también es señalado en el capítulo 23 del tomo 1, dedicado a las leyes de la acumulación capitalista. Por otra parte, según Marx, en determinadas coyunturas la inflación podía aumentar como resultado de la agudización de la lucha obrera por recuperar los salarios reales cuando estos quedan atrás de los precios (véase la parte anterior de la nota).
Más en general, el carácter pro-cíclico del movimiento de los precios en el siglo XIX –patrón oro en Inglaterra- fue señalado por Juglar (véase Gilles, 2004, pp. 69 y ss.). Según Juglar, la causa del ciclo económico era monetaria: en la fase de ascenso aumentan el crédito y la especulación, baja la tasa de interés, aumentan los precios, la demanda de obreros y los salarios. Así se llega a una fase de euforia con gran crecimiento del crédito, la especulación y el apalancamiento. Pero la demanda artificial, sostenida en el crédito y la especulación, no se sostiene indefinidamente, llega un punto en que la situación se revierte y sobreviene la crisis. Esta dinámica es registrada en la teoría de Marx, aunque sin otorgarle al crédito el rol de motor del ciclo, como hace Juglar. En el enfoque de Marx la expansión y contracción del crédito es un síntoma del ciclo, no su causa; y el ciclo se debe a la tendencia del capital a expandir la producción por encima de lo que puede absorber el mercado. El crédito solo amplía esos movimientos, primero al alza, luego a la baja. Por eso, constituye más un síntoma de los períodos de ascenso y descenso del ciclo, que su causa (Marx, p. 788, t. 1, El capital). Pero lo que nos interesa destacar ahora es el movimiento complejo que ocurre entre demanda y oferta, y el sesgo inflacionario en la fase alcista del ciclo.
Vilar (1982) también registra ese movimiento en el siglo XIX. Los ciclos comprenden “una fase de subida de los precios y de desarrollo de los negocios que termina en una crisis, con hundimientos bursátiles, quiebras, caída de los precios, depresión y luego recuperación y nueva expansión. Este ciclo “es característico del capitalismo en el siglo XIX” (p. 460). Coincide con lo planteado por Marx, aunque Vilar enmarca estos ciclos en movimientos más largos de los precios: movimiento ascendente hasta 1815-7; movimiento descendente hasta 1842-1850; movimiento ascendente hasta 1873; descendente hasta los mínimos entre 1890 y 1897; y ascendente con máximos alcanzados entre 1913 y 1920.
Inflación 2021 en EEUU
Volviendo ahora al aumento de la inflación en economías desarrolladas pos-pandemia (EEUU en primer lugar), todo indicaría que se debe a una combinación de escasez por el lado de la oferta, y mayor presión de la demanda. En una nota anterior (aquí) nos hemos referido a cuellos de botella relacionados con el transporte, logística, producción de materias primas e insumos esenciales, como los microprocesadores. Estos factores efectivamente estarían empujando al alza los precios, y han sido señalados por muchos economistas.
¿Y los salarios? ¿También empujan al alza de precios? Blanchard (2021) sostiene que es posible un aumento de la inflación por caída del desempleo. En su opinión, el programa ARPA (American Rescue Plan Act), promovido por Biden, y la expansión fiscal de 2020, bajarían el desempleo a un nivel que provocaría aumento de inflación. Sin embargo, nada indica que esté aumentando la presión sindical por caída del desempleo. En 2020 unos 9 millones de obreros perdieron sus empleos, y de ellos 4 millones por más de medio año. Si bien el desempleo se redujo en 2021, todavía está por encima de los niveles previos a la pandemia. En noviembre de 2021 fue 4,2%; son 6,9 millones de desocupados (Bureau of Labor Statistics; también para lo que sigue). Antes de la pandemia la tasa era 3,5%; 5,7 millones de desempleados. Los desocupados de largo plazo (más de 27 meses sin empleo) en noviembre de 2021 eran 2,2 millones; 1,1 millones más que en febrero de 2020. Los part-time, en noviembre de 2021, fueron 4,3 millones, aproximadamente lo mismo que en febrero de 2020. Más importante, el ingreso salarial horario se mantiene por detrás de la inflación: en noviembre de 2021 el promedio de ingreso horario de los empleados en el sector privado no-agrícola fue 4,8% superior al de noviembre de 2020. En cambio, los precios al consumidor subieron, en ese período, 6,8% (por lo que los asalariados deben intentar recuperar lo perdido antes de negociar según la “inflación esperada” de Friedman y Phelps).
En cuanto a la demanda, debido a las cuarentenas hubo consumos postergados (aumentó el ahorro de los hogares) y ahora esos ahorros ponen presión a la demanda. Además, la política QE de la FED estaría alimentando una burbuja de precios inmobiliarios; y podría haber presión por la demanda derivada del aumento del gasto fiscal. Aunque, por otra parte, no parece que haya un cambio en las expectativas de inflación, un factor que puede retroalimentar presiones inflacionarias (un caso extremo de este tipo de procesos es Argentina).
Todo indica entonces que las dos explicaciones tradicionales de la inflación que maneja el mainstream ortodoxo neoclásico, la TCD y la curva Phillips, no dan cuenta del fenómeno.
Textos citados:
Blanchard, O (2021), “In defense of concerns over the $1.9 trillion relief plan”, Peterson Institute for International Economics Realtime Economic Issues Watch, 18 February.
Gilles, P. (2004): Histoire des crises e des cycles économiques, Paris, Armand Collin.
Marx, K. (1974): Teorías de la plusvalía, Buenos Aires, Cartago.
Marx, K. (1999): El capital, México, Siglo XXI.
Vilar, P. (1982): Oro y moneda en la historia (1450-1920), Barcelona, Ariel.
Para descargar el documento: https://docs.google.com/document/d/1N3tfRVG1LtzyL2TBMTSkGSXK7tGKFRn5AQnYrVfyrT0/edit?usp=sharing
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