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martes, 25 de enero de 2022

La “lógica” del combo

 Por Sayli Sosa Barceló OPINIÓN 24 Enero 2022


Los combos más asequibles son los menos demandados. Una paradoja que tiene varias explicaciones.

En mi adolescencia, combo se les llamaba a aquellos equipos que combinaban videocasetera y lector de disco compacto. Fueron un eslabón intermedio en la cadena evolutiva de los reproductores de video, un dispositivo medio nostálgico para quienes no querían despedirse de sus viejos casetes VHS. Todavía en Amazon se puede encontrar alguna de esas reliquias, no tan baratas como podríamos creer.

Por supuesto, combo también tenía en mi infancia un sentido musical. Quién no conoce del Gran Combo de Puerto Rico, con una carrera en los escenarios de casi 60 años y una discografía de más de 60 álbumes. Quién no recuerda aquello de “Oye Machuchal démele a esta gente / De café negro una taza / Y todo el mundo pa' su casa, / No hay cama pa' tanta gente”. (Pensándolo bien, después de tanto “género urbano” es posible que sí haya quien no los conozca).

La Real Academia de la Lengua Española —esa institución maravillosa y controvertida que acaba de aceptar como válida la infame palabreja aperturar—, explica que combo, en su tercera acepción, es una suerte de anglicismo, pues resulta de acortar la palabra inglesa combination (combinación). En países latinoamericanos significa “grupo musical”, “grupo de personas que realizan una misma actividad” y “lote de varias cosas que vienen juntas o que se venden por el precio de una”.

A eso iba. En la Cuba de hoy combo es esa tercera acepción y todo el mundo lo sabe. Traigo a colación solo tres de sus modalidades, porque el espacio no es infinito y su paciencia tampoco.

Están los imposibles, ofertados por personas naturales o jurídicas para ser pagados desde el extranjero, con la moneda del extranjero. Curiosamente esos conjuntos, casi siempre de comida, tienen todo lo que uno necesita pero no puede encontrar en la red minorista de comercio, mucho menos pagar. Son imposibles y “mágicos”.

Están los incapturables y TuEnvío tiene un doctorado en ello. Aparecen con mejores precios, también son muy necesarios, mas escurridizos. Las historias de los carritos que se vacían sin ton ni son, de la página que se congela, de los megas dilapidados en esa batalla diaria a las 2:00 de la tarde, son conocidas, abundantes, recientes y, muchas veces, desoídas. Una termina siempre preguntándose cómo los afortunados lo logran y sospecha si acaso serán los mismos, si hay una “puerta trasera” y por qué no funciona con eficiencia la única opción en moneda nacional que va quedando para adquirir champú, jabón, aceite, detergente…

Al final de esta trilogía están los combos ilógicos e impositivos del comercio minorista electrónico. Por ejemplo, la pasada semana el establecimiento El Romance, de Morón, ofertó en su tienda virtual de la plataforma EnZona un conjunto bastante disparejo. Por 128 pesos usted podía llevarse a casa un pomo de lejía de cloro, un desodorante, dos jabones, 10 jabas de nailon, dos codos para instalaciones hidráulicas y una espiga eléctrica. ¡Vaya asociación!


El quiosco de La Revoltosa tenía otro igual de interesante. Una codera larga talla XL, dos encendedores de 40 watts, una conexión de tanque, un nudo, una Ye plástica y una jaba de nailon. No se puede establecer una línea coherente entre ellos, porque no la tienen. La lógica de la combinación es solo una: es lo que hay. Los necesites todos a la misma vez o no. Tengan un costo módico o no. Te gusten o no. Estos combos no te dan la opción de elegir; los tomas o los dejas.

Una circunstancia recurrente en una red comercial desabastecida y que, sin embargo, sigue generando inventarios ociosos y de lento movimiento. A juzgar por estas ofertas, Comercio quiere salir de ellos a como dé lugar. Pero para llegar a este bazar de artículos envejecidos, desconectados entre sí y promocionados en un todo indivisible, tuvieron que darse otros procesos.

Por ejemplo, la adquisición de inventarios sin un estudio del mercado (¿son estas las mejores conexiones hidráulicas disponibles?, ¿cuál es su demanda?); políticas de comercialización inflexibles, con poco o nulo margen para las rebajas (en nuestras tiendas, como norma, solo se rebaja lo perecedero y tal práctica pareciera desconocer que el plástico, los tejidos y la goma también se vencen); desabastecimiento y “trampas” al cliente, pues individualmente no están disponibles los componentes de cada combo.

El Ministerio de Comercio Interior acaba de inaugurar un observatorio científico que, en teoría, podrá aportar innovación a la gestión del comercio en Cuba. Según una nota de prensa, “los principales ejes temáticos del trabajo que allí se desarrollará girarán en torno a las demandas, gustos y preferencias, innovación, cadenas de suministro e insumos en el comercio minorista”. No obstante, creo que deben empezar por lo básico: la satisfacción del cliente

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