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sábado, 3 de septiembre de 2022

Por su propio peso. Comentario HHC

Por Delia Reyes García, Bohemia
agosto 29, 2022

Ni el “anhelado” ordenamiento monetario, ni la apertura de las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), ni las medidas para estremecer el sistema productivo estatal, o estimular a las bases campesinas; ni la flexibilización del trabajo privado, ni la creación de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), o la luz verde a las cooperativas no agropecuarias (CNA), ni tantas otras, dieron respuesta a la crisis de oferta, y evitar con ello una inflación incontrolable que aniquila los ingresos de la población. Ahora, con la reapertura del naciente mercado cambiario, puede vislumbrarse una luz al final del túnel.

A partir del anuncio de la compra de divisas a las personas naturales (cubanos y visitantes extranjeros), comenzaron a darse los primeros pasos para cerrar la grieta por donde drenaba la “moneda dura” hacia el mercado informal. Pero eso no era suficiente, como resultó en la práctica. Los días posteriores, crecieron los precios de venta del dólar y de otras monedas extranjeras. En el sitio digital de BOHEMIA, subrayamos lo “tambaleante e inconcluso” de ese mercado estatal que solo compraba, y seguía dejando manos libres a los especuladores.

Apenas 20 días después, el titular de Economía y Planificación (MEP), Alejandro Gil Fernández, y la ministra presidente del Banco Central de Cuba (BCC), Marta Sabina Wilson González, anunciaban la venta de divisas a las personas naturales. Con similar prontitud a las normas que regulaban la compra, fueron emitidas las dos resoluciones, 136 y 137, del BCC, publicadas en la Gaceta Oficial de Cuba, Número 49, edición Extraordinaria, de 22 de agosto de 2022.

En el caso de la Resolución 136, amplió las facultades del banco central para autorizar la venta a otras entidades cuando se considerare oportuno, además de las ya aprobadas (sucursales bancarias y Casas de Cambio S.A, Cadeca S.A.), durante la implementación gradual del mercado cambiario.

Por su parte la Resolución 137, fijó que esas entidades venden las monedas extranjeras autorizadas, aplican el nuevo tipo de cambio con relación al peso cubano (1 por 120), y los márgenes que establezca el BCC. Dispuso el inicio de las ventas a partir del 23 de agosto, a realizarse en efectivo (incluido el dólar norteamericano), o para acreditar en cuentas bancarias de las personas naturales en MLC, operada mediante tarjeta magnética, excepto en dólares estadounidense.

¿Por qué la población ya puede vender y comprar dólares norteamericanos en el recién estrenado mercado de divisas, y persiste la prohibición de depositarlos en cuentas bancarias en MLC? ¿Por qué solamente se venderán 100 dólares o su equivalente en otras monedas extranjeras? ¿Acaso esas limitaciones no dejarán las puertas abiertas para que el trasiego continúe en el mercado informal?

Al respecto, el titular de Economía y Planificación, en el espacio televisivo Mesa Redonda explicó las razones de tal prohibición. Primero, estableció una diferenciación: “Un dólar en efectivo que entra en el mercado cambiario puede ser utilizado para venderlo en ese mismo mercado, porque existe una demanda. Hay personas que los necesitan para viajar al extranjero, por diversas razones. La demanda es real.

“Algo totalmente diferente sucede con la divisa puesta en una tarjeta en MLC, con el objetivo de ir a las tiendas a consumir. Esa divisa se usa para reponer el inventario, es decir, reaprovisionar esos establecimientos. Con el dólar no es posible hacerlo. Ratificamos, la responsabilidad única y absoluta es del bloqueo: impide dar un valor de uso real a ese dólar por la vía de la exportación. No podemos comprar en dólares en el mercado internacional y tampoco hacer transferencias en esa moneda”, precisó el ministro.

A consecuencia de ese grillete, el incipiente mercado cambiario en Cuba queda desconectado de las ventas minoristas en MLC. Además, sobre las personas naturales recae el costo del riesgo de las transacciones bancarias en la compra y venta del dólar. En condiciones normales, como sucede en el resto de los países, esos riesgos son asumidos por los bancos. Pero en Cuba es prácticamente imposible debido al ensañamiento de las administraciones norteamericanas.

A Donald Trump no le bastó la retahíla de medidas adoptadas para asfixiar a los cubanos, y antes de abandonar la presidencia, lanzó su último zarpazo. Incluyó a la pequeña isla caribeña dentro de los estados —supuestamente- patrocinadores del terrorismo. En mayo de ese mismo año, el Departamento de Estado, volvió a calificar a Cuba como un país que no cooperaba los suficiente con los esfuerzos antiterroristas de los EU.

Tales desatinos, provocaron una verdadera “cacería de brujas” contra las transacciones financieras de Cuba en el exterior, como expuso BOHEMIA, en un reportaje realizado a raíz de la suspensión temporal de los depósitos de dólares en efectivo, dictado por el BCC.

Bajo esas presiones externas -a las que se suman las añejas deudas contraídas con el Club de París, y más recientes con acreedores e inversionistas foráneos -, y otras internas, derivadas de problemas estructurales que se arrastran por décadas dentro del modelo cubano, la agudización de los desequilibrios macroeconómicos, y una inflación incontrolable, retoña el mercado cambiario en Cuba.

No es casual que las máximas autoridades del MEP y del BCC insistieran en su carácter gradual y progresivo. El objetivo queda claro: tomar el control de la tasa de cambio que se disparó a 1 por 120 en el mercado informal, ante la ausencia de uno estatal; bajar ese canje hasta un punto de equilibrio, eliminar la diversidad monetaria-cambiaria, y alcanzar la imprescindible soberanía financiera.

Con la decisión de vender divisas a la población, es cierto que el mercado cambiario dejó de “cojear”. Pero todavía falta ir más allá para consolidarlo. Ahora solo es permitida la venta por persona de 100 dólares, o su equivalente en otras monedas. También en tiempo prudencial, tendrá que abrirse al tejido empresarial estatal o no, y a otros actores reconocidos. Sería extremadamente riesgoso dejarlo a las calendas griegas.

Como aseguró la ministra presidente del BCC, mientras más divisas se capten, ese mecanismo irá revisándose y extendiendo, “pues este es un mercado que funciona por su propio peso y hay medidas que se deberán ir ajustando, como el tipo de cambio, los márgenes comerciales, el límite (ahora de 100 USD)”.

Expertos del Centro de Estudios de la Economía Cubana estimaban que las remesas provenientes del exterior, principalmente de los Estados Unidos, donde residen la mayor cantidad de emigrantes cubanos, eran una de las fuentes principales de ingresos en divisas al país. Algunos las estimaban en más de 3 mil millones de dólares anuales.

Ante los giros de rosca de la administración Trump en 2019, y luego, casi al voltear el almanaque, el azote de la pandemia, esos ingresos se desmoronaron como castillos de arenas.

En las actuales condiciones, con la nueva tasa de cambio, según reconoció Gil Fernández, “al peso que entra por las remesas le estamos dando más capacidad de compra (1 por 120) que, al peso recibido por el salario en las empresas o unidades presupuestadas (1 por 24)”.

Las distorsiones generadas en la economía al operar con dos tasas de cambio son variopintas. Por eso, al abordar las diferencias entre remesas y salarios hay que ser minucioso. La reapertura del mercado cambiario presupone otra devaluación —“parcial”— del peso cubano. Quien recibe 5 000 dólares de remesa, puede cambiarlo por 120 pesos, en número redondo, recibe 600 000 pesos cubanos. Pero esa es una capacidad de compra inducida por la vía monetaria. No tiene un valor en la producción o los servicios que la respalde.

Es algo muy distinto de lo que debía suceder con el salario, donde el valor del trabajo aportado crea riquezas. Sin embargo, la desconexión entre salarios y precios, con larga data dentro de la economía cubana, ahora se complejizan aún más con el nuevo mercado cambiario.

Quien recibe, por ejemplo, una retribución salarial de 5 000 pesos, a la tasa de cambio de 1 por 120, estaría cobrando el equivalente a 41 dólares. Si esa cifra en divisa la quisiera destinar a comprar en el mercado cambiario, recibiría 4 920 pesos, menos que el salario inicial.

Esas asimetrías entre los precios que fijan las tasas de cambio — sea la de 1 por 120, o 1 por 24-, y los ingresos provenientes del salario son caldo de cultivo para la baja productividad de los trabajadores. Un mal endémico del modelo económico cubano que urge transformar de raíz.

Como aseguró el titular del MEP, “el salario no alcanza, ni por 120, ni por 24. Y nosotros tenemos que trabajar en el incremento de los salarios de los trabajadores, acompañada del incremento de la productividad, de la producción. El gran desafío es darle capacidad de compra al peso cubano proveniente del salario”.

Según la ministra presidente del BCC, las operaciones de venta serán, primeramente, solo en efectivo. Si Cadeca no tiene forma de conectar las operaciones con las cuentas de los clientes, y transferir los montos a sus tarjetas en MLC, ¿por qué fue escogida para comenzar las ventas? ¿Por qué las sucursales bancarias, con condiciones para hacerlo, quedaron “para una segunda etapa”?

Alcanzar la mayor transparencia posible del mercado cambiario debe ser uno de los objetivos del BCC. Cualquier filón abierto puede dar pie a que esa divisa retorne al mercado informal y siga “alimentando” las llamas de la especulación.

Por otra parte, dejar en manos de los directores de las sucursales de Cadeca la organización e información de la cantidad de divisas a ofertar, puede caer en “saco roto”. La experiencia de las ventas de productos de primera necesidad en el mercado minorista a la población, es harto elocuente de cómo los administrativos hacen de “oídos sordos” a las indicaciones dadas por organismos superiores. No hay que ir tan lejos. En cualquier establecimiento, las colas son tumultuarias… Y la información brilla por su ausencia.

Como reconocieron las máximas autoridades del MEP y el BCC, la implementación gradual del mercado cambiario es un paso, una de las tantas medidas -sin dudas trascendente-, para llegar un tipo de cambio único que funcione en toda la economía. No es una lámpara mágica, que con solo frotarla resolverá los problemas. Pero ya ilumina el túnel hacia la soberanía financiera y la convertibilidad de la moneda nacional. Algo que hace rato, se caía por su propio peso.

Comentario HHC: Entre el bloqueo económico- financiero de EEUU al pueblo de Cuba. Incluirnos en la espuria lista de paises patrocinadores del terrorismo, y la preiminencia del aspecto político de nuestro estado sobre los asuntos económicos, no permite avanzar mas rápido.

¿ Con qué moneda compramos, por ejemplo, el pollo en EEUU?.  Lo más probable es que sea en dólares.  Entonces para empezar, hay un uso del mismo, amén de la demanda de una parte de la población para viajar al exterior. El estado puede estimular o desistimular la adquisición del mismo según su demanda o conveniencia , mediante las tasas de cambio. 

Lo que está incongruente es la permisividad del mercado negro e ilegal de divisas en territorio nacional. Si multamos, por pisar un cesped, cómo no hacerlo, con el trafico de divisas. Si queremos que nuestras medidas económicas avancen mas rápido, hay que librar esa batalla contra los puntos estratégicos y desarticularlos,  en lo fundamental. 

La otra incongruencia es, que tanta crítica al dólar y al gobierno de EEUU, y damos cuatro vueltas, y se termina usando de referente para todo, incluso para determinar el equivalente de nuestros salarios, y además !! les compramos con pago anticipado, al mismo que nos bloquea!!.  

Al parecer , las bóvedas ya no estan llenas de usd por culpa del bloqueo, de lo contrario no se limitara la venta a solo 100 usd por persona.

Pareciera un actuar contradictorio. Hay que ser mas objetivo y congruente. 

1 comentario:

  1. La economía cubana hace un algo perdió la congruencia y vamos como dando tumbos.

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