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sábado, 29 de octubre de 2022

LATINDADD ante las Reuniones Anuales del FMI y Banco Mundial 2022



LATINDADD ante las Reuniones Anuales del FMI y Banco Mundial 2022


Reparando el techo durante la tormenta: No se escucha ninguna señal de alarma

Después de dos años, las Reuniones Anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial se dieron de manera presencial y, como se esperaba, estuvieron centradas en el complejo escenario económico, financiero, social, político y climático por el cual venimos atravesando y que requiere acciones decisivas por parte de estas instituciones y quienes hoy tienen un rol de liderazgo a nivel mundial. Sin embargo, los resultados no estuvieron a la altura y no se plantearon respuestas estructurales ante un escenario por demás crítico, y sin precedentes.

La reducción en las proyecciones de crecimiento económico, de 3,2% en 2022 y 2,7% en 2023, se sustentan en el contexto de alta incertidumbre, aumento de costo de vida, endurecimiento de condiciones financieras, guerra, persistencia de la pandemia, entre otros factores que aumentan el riesgo de recesión. Según el informe sobre las perspectivas de la economía mundial: “exceptuando la crisis financiera mundial y la fase aguda de la pandemia de COVID-19, este es el perfil de crecimiento más bajo desde 2001”. A pesar de que el mismo informe señala una alta probabilidad de crisis de deuda para el año que viene, no se ha avanzado en el diseño y construcción de mecanismos de solución que puedan actuar de forma oportuna y efectiva.

Por otro lado, la crisis climática está impactando con fuerza, principalmente a las economías de ingreso bajo y medio que son más vulnerables a eventos catastróficos, a lo que se suma la crisis alimentaria y el incremento del costo de vida, frente a lo cual la única respuesta de los organismos de Bretton Woods ha sido ofrecer más préstamos y maximizar el apalancamiento de la inversión privada, que lo único que trae, además de un mayor endeudamiento de nuestros países, es más condicionalidades que derivan en políticas de austeridad y mayor privatización y financiarización de los bienes y servicios públicos.

En el evento de apertura de las Reuniones, Kristalina Georgieva, Directora Gerente del FMI, señalaba que el mundo necesitaba cuatro billones de dólares hasta 2026 para responder a las crisis. Por su parte, el Banco Mundial advertía que el incremento de la pobreza, escasez de alimentos, crisis energética, crisis de la deuda, cambio climático, inflación y guerra, eran los temas en el centro de las reuniones. No obstante, ninguna de las instituciones está alzando la voz ni dando las señales de alarma ante la necesidad de apoyar a los países con dificultades de espacio fiscal y de deuda, lo que se ha convertido en una restricción que agudiza la posibilidad de los países del Sur para salir adelante de las crisis múltiples y recuperarse de manera equitativa. De hecho, es altamente probable que no se alcance a cumplir la Agenda 2030, en el marco de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) planteados, y así lo señala el Banco Mundial en su informe sobre la pobreza, con una proyección de casi el 7% de la población mundial, alrededor de 600 millones de personas, que seguirá viviendo en condiciones de pobreza extrema en 2030.

Finalmente, otro de los temas centrales fue la preocupación por la fragmentación de la economía mundial, lo que junto con el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania han sido parte de las agendas durante las Reuniones de este año y que, en cierta medida, han desviado la atención de otros problemas que requieren respuestas urgentes. Como señaló Kristalina Georgieva, la economía está moviéndose de un escenario de relativa previsibilidad con baja inflación y bajas tasas de interés hacia un escenario de mayor fragilidad, mayor incertidumbre, confrontaciones geopolíticas, mayor volatilidad económica –basada en procesos de alta inflación, bajo crecimiento, endurecimiento de la política monetaria y alto endeudamiento– y desastres naturales devastadores más frecuentes. A pesar del sombrío panorama, una vez más, el diagnóstico y la retórica durante las reuniones se han mantenido lejos de la toma de decisiones y aplicación práctica de soluciones reales, que beneficien principalmente a los grupos y países más vulnerables.

¿Desinterés por los riesgos de una crisis de deuda sistémica? Se mantiene el enfoque reactivo antes que preventivo

Durante el seminario organizado por el FMI sobre la reestructuración de deuda, orientado a discutir las razones por las que estos procesos llegan de forma reducida y tardía, “por qué tan poco y tan tarde”, Axel Weber, Presidente Europeo de la Comisión Trilateral y Presidente del Centro de Estudios Financieros de la Universidad Goethe, señaló que las economías emergentes son golpeadas con mucha más fuerza en su capacidad de cumplir con el pago de su deuda que las economías avanzadas. Sin embargo, el panel transfirió la responsabilidad de los problemas de endeudamiento a la disciplina de los países prestatarios, sin tener en cuenta que la responsabilidad y transparencia también debe recaer en los acreedores. Por su parte, Elena Duggar, Presidente del Consejo Macroeconómico de Moody’s y directora general de Credit Strategy & Research, detalló que seis países entraron en default este año y se espera que el número aumente en 2023; no obstante, dijo que no esperan una crisis generalizada de la deuda de los mercados emergentes, lo que no se condice con la realidad y es preocupante que se tome con tal tranquilidad y pasividad la situación de la deuda, a pesar que el Presidente del Banco Mundial, David Malpass, apuntó que se vive “una quinta ola de crisis de la deuda a la que se enfrenta el mundo en desarrollo”.

En ese sentido, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) detalla que 54 países de ingresos bajos y medios se enfrentan a graves problemas de deuda en un reciente informe sobre el alivio de la deuda internacional. Mientras que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), en su informe sobre comercio y desarrollo 2022, alertó sobre “la posibilidad de una crisis generalizada de la deuda de los países en desarrollo es muy real, recordando los dolorosos años ochenta y acabando con cualquier esperanza de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el final de la década”. De hecho, los 20 países más vulnerables al cambio climático están analizando la posibilidad de suspender el pago de su deuda.

Durante un evento sobre la situación de la deuda y propuestas de solución, organizado en el Foro de Política de la Sociedad Civil, en que participaron Guillaume Chabert, Director Adjunto del Departamento de Estrategia, Política y Revisión del FMI y Marcello Estevão, Director Global de Macroeconomía, Comercio e Inversión del Banco Mundial, también apuntaron que todavía no se enfrenta una crisis de deuda sistémica y que, si bien reconocen algunas de las deficiencias del MC, es el único “juego” sobre la mesa. Desde Latindadd se hizo un llamado al rol que el G20 les confió como instituciones para llevar adelante un mecanismo de resolución de deuda que hasta ahora no ha tenido resultados concretos ni está cerca de ello; además se insta para que estas instituciones den las señales de alarma correctas sobre los riesgos y problemas que enfrentan los países de ingreso medio y bajo. Como señala el análisis de Eurodad, “cuando más de un tercio del Sur global se encuentra en una situación de problemas graves de endeudamiento, no podemos esperar a que los países ricos decidan que la crisis es “sistémica” para actuar”. Parece que “la resolución de la deuda se aborda como si no tuviera efectos sobre el bienestar y los derechos de las personas”, añaden.

El FMI y Banco Mundial mantienen su esperanza puesta en una única respuesta: el funcionamiento del Marco Común para el Tratamiento de Deuda del G20, mecanismo que ha demostrado ser insuficiente, ineficiente e incluso rechazado por gran parte de países como una salida ante problemas de deuda y es imposible pensar en que pueda actuar como un instrumento preventivo ante riesgos de crisis de deuda. Ambas instituciones siguen en negación, y sin aceptar que el Marco Común no funcionará a tiempo, que introduce a los países en complejos y caóticos procesos de renegociación y no responde a la magnitud de los desafíos en materia de endeudamiento, lo que implica que la historia “muy poco, muy tarde” se repetirá nuevamente. Hasta ahora, Zambia es el único país que ha tenido avances en su proceso de reestructuración a casi dos años de haber comenzado con el proceso. No obstante, se ha presentado un caso de mayor contrariedad. Chad, después de 18 meses de haber solicitado una reestructuración de deuda bajo el Marco Común, no ha obtenido ningún alivio de deuda y, en cambio, ha aumentado su deuda con el FMI para continuar pagando su deuda.

Por otro lado, en el comunicado oficial del G24, estos países instaron al FMI a revisar su política de sobrecargos y, en el corto plazo, pidieron considerar la suspensión temporal del cobro de sobrecargos para apoyar a los países con problemas de balanza de pagos. No obstante, no se tomó ninguna decisión sobre el cobro de estas tasas adicionales que terminan siendo perjudiciales y contraproducentes. Según datos de Eurodad, entre 2021 y 2028, estos sobrecargos representarán alrededor de 7.900 millones de dólares para los 14 países sujetos a esta política del FMI.

Ante las posturas observadas durante las Reuniones Anuales, queda demostrado que los países no obtendrán respuestas consistentes con los desafíos que enfrentan en medio de múltiples crisis. Se hace evidente la necesidad de una reforma de la arquitectura financiera internacional, donde se implemente un nuevo mecanismo de deuda que sea oportuno, transparente e independiente, bajo el auspicio de Naciones Unidas, siendo éste un marco más democrático. Si se mantiene el desinterés por los riesgos de una crisis de deuda generalizada y la ausencia de respuestas, los problemas de deuda se seguirán postergando hasta un punto en el que se deban aplicar medidas reactivas antes que preventivas.

Crisis climática, alimentaria y aumento de costo de vida: la respuesta son más instrumentos de deuda para los países del Sur

Ante el aumento del hambre y la inseguridad alimentaria, el FMI ha anunciado la creación de una Ventanilla para Shocks Alimentarios (FSW, por sus siglas en inglés) en el marco de sus instrumentos de financiamiento de emergencia. En su comunicado, se señala que esta ventanilla ofrecerá acceso adicional a financiamiento de emergencia para países que tienen necesidades urgentes de balanza de pagos y que se enfrentan a una grave inseguridad alimentaria, un fuerte shock de importaciones de alimentos o de exportación de cereales. La nueva ventanilla de financiamiento estará abierta durante un año.

Por otro lado, se ha anunciado la puesta en marcha del Fondo Fiduciario para la Resiliencia y Sostenibilidad, que es el instrumento a través del cual se busca canalizar los Derechos Especiales de Giro (DEG) de los países avanzados. A la fecha, ya ha logrado acuerdos con Barbados, Costa Rica y Ruanda. Sin embargo, este fondo, por diseño, alcance y condicionalidades, no constituye una respuesta real para los problemas de países del Sur que enfrentan consecuencias desproporcionadas a causa del cambio climático. De hecho, es un mecanismo que obliga a países del Sur a financiar con recursos propios, a través de endeudamiento, su atención a la crisis climática.

Ambas determinaciones, frente a las crisis climática y alimentaria, por parte del FMI siguen siendo instrumentos de préstamo que aumentan la carga de la deuda en países que necesitan aumentar su espacio fiscal y no reducirlo. La sociedad civil ha presentado una serie de propuestas para generar liquidez y espacio fiscal, con medidas como la cancelación y reestructuración de la deuda, eliminación del cobro de sobrecargos, nueva emisión de DEG orientada a países en desarrollo, sistemas impositivos progresivos y lucha contra los flujos financieros ilícitos, entre otros. No obstante, nada de ello se abordó durante las Reuniones.

Si bien el FMI ha reconocido el estrecho vínculo entre la deuda y la crisis climática en un reciente paper, y la Directora Kristalina Georgieva ha destacado a la crisis climática como una amenaza existencial para la humanidad durante la sesión de apertura, no se ve ninguna intención real de abordar este problema con alternativas reales, pese al poco tiempo que tiene la humanidad para limitar el aumento de la temperatura global a 1.5°C, como lo recomienda la ciencia.

Se requiere una reforma integral de las instituciones y de la arquitectura financiera internacional

La sociedad civil y activistas han hecho sentir sus demandas dentro y fuera del FMI y Banco Mundial, a través de diferentes protestas, vigilias y diferentes muestras de rechazo ante las diferentes iniciativas que tienen ambas organizaciones, principalmente por su accionar respecto al financiamiento climático e incorporación de una estrategia de género del FMI. Sobre el primero, han existido fuertes críticas al Banco Mundial, incluso Alemania, Estados Unidos y otras economías avanzadas como el G7, hicieron un llamado para una revisión fundamental del Banco Mundial en su accionar respecto al cambio climático y otras crisis. Por su parte, la estrategia de género del FMI ha sido fuertemente rechazada en una carta abierta firmada por feministas y organizaciones de todo el mundo, entre ellas Latindadd, tanto por el contenido de la estrategia como en los planes de implementación. Las preocupaciones radican en la incorporación de planes “vinculados a cuestiones macroeconómicas estructurales más amplias sobre el mandato del FMI, la historia de la consolidación fiscal y el ajuste estructural, así como a su influencia en los gobiernos de los países en desarrollo y en la Arquitectura Financiera Global”, como detallala carta. Además, entre los diferentes señalamientos, se considera que el Análisis de Sostenibilidad de la Deuda (DSA, por sus siglas en inglés) debe incorporar evaluaciones del financiamiento público requerido para los compromisos relacionados con la igualdad de género, los derechos humanos y el cambio climático.

Las movilizaciones también han demandado con fuerza acciones urgentes, más ambiciosas y decisivas para la atención de las crisis climática, alimentaria y de deuda. Entre las actividades que en las que participó y apoyó Latindadd se puede destacar la vigilia, “teach-in”, conferencia de prensa y cadena de la deuda, actividades organizadas por Jubilee USA en las afueras del FMI y Banco Mundial, así como la Semana de Acción Global por la Justicia y la Cancelación de la Deuda.

Durante las reuniones, también se demostró la preocupación de la sociedad civil ante las medidas de consolidación fiscal en tiempos de crisis, se estima que el 85% de población mundial viva bajo medidas de austeridad en 2023, con consecuencias en la capacidad de financiar los servicios públicos, satisfacer las necesidades básicas de las poblaciones y responder al cambio climático. Unas semanas antes de las reuniones, se lanzó la campaña No Más Austeridad, de cual Latindadd es parte, y que busca luchar contra la imposición de estas medidas de recorte del gasto público así como proponer alternativas para un sistema económico basado en los derechos, centrado en los cuidados y que esté al servicio de las personas y el planeta.

Latindadd tuvo un rol activo y de apoyo demandando una nueva arquitectura financiera internacional justa, equitativa y centrada en la sostenibilidad de la vida. En ese sentido, también estuvo presente y coorganizó un evento paralelo sobre “La política y la gobernanza del FMI en el contexto de la ‘poli-crisis’: ¿Qué sigue?”, donde se presentaron análisis y propuestas sobre la urgencia de acciones, como las relacionadas al cobro injustificado de sobrecargos en sus préstamos, la emisión de DEG y la revisión del sistema de cuotas, pero también se discutieron qué cambios se requieren en términos estructurales.

Las Reuniones Anuales de este año han mostrado un contraste absoluto entre una sociedad civil activa, organizada y propositiva respecto a instituciones con falta de voluntad para cambiar y para darle respuestas al mundo en medio de una crisis múltiple sin precedentes que amenaza con intensificarse el siguiente año. El riesgo de fragmentación y el conflicto bélico Rusia-Ucrania han sido uno de los temas centrales de las discusiones, restando atención a otros problemas que también requieren acciones urgentes. Una vez más, no existieron los comunicados oficiales del G20, Comité Monetario y Financiero Internacional (CMFI), ni del Comité de Desarrollo, evidenciando la dificultad para concertar soluciones y la necesidad de cambios estructurales. Además, se necesita que el FMI y Banco Mundial enciendan las señales de alarma sobre las perspectivas de agravamiento de las crisis y sus consecuencias, pero también se requiere avanzar en acciones concretas que permitan a los países avanzar en su recuperación y atención a la Agenda Climática y la Agenda 2030. En palabras de Kristalina Georgieva, en el Debate sobre la Economía Global, es más difícil reparar el techo en épocas lluviosas que hacerlo en épocas soleadas, y hoy, nos encontramos bajo una tormenta que golpea con más fuerza a las poblaciones vulnerables del sur global. Se requiere que las instituciones de Bretton Woods cambien para adaptarse a este nuevo siglo, empezando por un nuevo sistema de cuotas en el FMI, así como también reformar la arquitectura financiera internacional.

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