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martes, 16 de agosto de 2022

El mercado interior, el comercio exterior y la polémica en curso. Una reacción rápida y breve.

Por Dr Julio Carranza
Vista de manera general, la reciente decisión de abrir el comercio interior a la inversión extranjera es, a mi criterio, una medida positiva, en la dirección en la que debe moverse la economía, de hecho coincide con la propuesta que varios economistas hemos argumentado en diversas y numerosas ocasiones desde hace bastante tiempo. Sin embargo, el problema vuelve a ser la gradualidad, la secuencialidad, la lentitud. La reforma que necesita la economía es integral y fundamental, además de urgente, ya no son suficientes unas medidas por aquí, un grupo por allá, etc y el tiempo corre. Por cierto, en este sentido la profunda reforma de la empresa estatal, sector principal aunque no único de la economía, es esencial y ahí continúa pendiente, si no se avanza en esto todo lo demás se traba. Sobre este punto específico volveremos en otros textos. Abrir el comercio interior a la participación de inversión extranjera es fundamental en la situación actual del país, donde es perentorio superar el desabastecimiento y la inflación, además de incentivar la producción, lo cual es un punto crítico y esencial. Esta apertura es la vía, probablemente la única inmediata en esta compleja coyuntura, para mantener los mercados razonablemente surtidos de los más diversos productos, garantizando, por supuesto, los beneficios que persigue esa inversión (de lo contrario está no se realizaría), de ahí que el primer escalón para esto está en los espacios de oferta en divisas. Sin embargo; con una visión sistémica, de integración de mercados, con un manejo adecuado y completo de la política monetaria, cambiaría y fiscal, la operación podría abarcar también y rápidamente los mercados en moneda nacional, hasta que todos estén integrados (de ahí la importancia de un mercado de divisas operativo y adecuadamente regulado). Mantener la oferta en divisas es totalmente posible mientras en la economía exista demanda en esas monedas, es un mercado que, si se articula bien su ciclo, se financia a sí mismo, a la vez que dejaría importantes ingresos al país (vía renta de espacios -que serían restaurados-, impuestos comerciales, etc) para invertirlo en otras prioridades, entre ellas contribuir al abastecimiento del mercado en moneda nacional, determinante para la satisfacción de las necesidades de la inmensa mayoría de la población. Precisamente por la importancia de esas prioridades (salud, educacion, seguridad social, mercado interno, etc) es tan necesario mantener el mercado en MLC abastecido, se puede y conviene. Por otra parte, la posibilidad de conectar a los productores con un mercado mayorista que les provea de materias primas y medios de producción en general, es esencial para incentivar la producción (sobretodo, aunque no únicamente, en la agricultura) esta decisión sin dudas contribuye a eso, es correcta. Pero se puede y se debe ir más allá: por qué la autorización a que esto se extienda al mercado minorista tiene que ser “por excepción” y a “discreción”?, es un paso que habrá que dar más tarde o más temprano, cual es la razón para dilatarlo en un momento de tantas carencias?. Avanzar en esa dirección no pone en riesgo el control del estado sobre la economía, ni favorece la restitución de la hegemonía del capital, o sea no son medidas que “por definición” favorezcan una “restauración capitalista” de la economía cubana, si las cosas se hacen de manera integral y bajo los conceptos y regulaciones correctas y razonables, ese riesgo no tiene por qué existir. De igual manera, la insistencia en el control total del estado sobre el comercio exterior no facilita la dinámica que la economía requiere aquí y ahora. No es demostrable que esa es necesariamente y “por definición”, la vía “más eficiente” para esta actividad comercial, que es fundamental para cualquier economía, esto depende de que operación se trata, de la escala, del sector, etc. Por supuesto que el Ministerio del Comercio Exterior y sus empresas son estructuras imprescindibles y deben ocuparse de las operaciones estratégicas de la economía, pero de ahí a hacerse cargo y ser intermediarios obligatorios de cuanta cosa la economía necesite importar o pueda exportar hay una notable diferencia. Se debe diferenciar la regulación de la gestión, regularlo todo, gestionar directamente solo lo que se justifique. Una vez más creo que el problema está en la necesidad de superar visiones absolutas. Hay importantes partes de la economía, tanto estatal como cooperativa y privada, que se favorecerían mucho con el acceso directo a los mercados internacionales, sin que eso deje de estar regulado o se pierda el control sobre las operaciones estratégicas que deben permanecer en manos directas del estado. El bloqueo está ahí como la agresión criminal que es, continúa siendo tarea urgente contrarrestarlo dándole oxígeno y dinamismo a la economía, no manteniendo limitaciones innecesarias que lejos de contrarrestarlo lo hacen más dañino. A propósito de esto se ha dado lugar a una polémica de si el “monopolio del comercio exterior” es un “principio del socialismo” y de que si una definición así está en el pensamiento de los marxistas clásicos, aquellos que con brillantez pensaron hace más de 100 años el socialismo como alternativa al sistema capitalista de producción, en ese sentido considero que se debe tener no solo en cuenta, aunque también, lo que está en los textos clásicos, además es fundamental tener en cuenta la experiencia histórica, el avance de las tecnologías y las condiciones concretas de cada país en cada momento, sin esa adecuada combinación de factores y razones cualquier conclusión no rebasaría dogmas. Claro qué la teoría clásica es muy importante y por cierto, en ningún lugar dice que el comercio exterior debe ser un monopolio del estado central, pero lo primero qué hay que superar son los dogmas y las parálisis paradigmáticas, el socialismo es un proceso de creación y construcción, más allá de si alguien dijo o dejó de decir están las evidencias de que es mejor para la economía, para la sociedad, para el progreso, para la justicia social y la inclusión en un lugar concreto y en un tiempo concreto, que en este caso es la Cuba de 2022 y a partir de ahí tomar con audacia, conocimiento, responsabilidad y compromiso las decisiones que sean necesarias. Si hubieran tenido esas ataduras, si se mantuvieran fijados a esos atavismos donde estarían hoy China y Viet Nam. A los grandes pensadores hay que leerlos siempre y hacerlo con profundidad, pero también con capacidad crítica, sin ataduras, como ellos mismo aconsejaron tantas veces. Si nos fuéramos a ceñir a la letra de todo lo escrito, como los fanáticos, entonces, por ejemplo, tendríamos que ver que los clásicos concebían el socialismo en países desarrollados y como parte de un proceso internacional, no en países subdesarrollados y menos aislado, a partir de ahí es obvio que las condiciones para Cuba no pueden ser más diferentes a las previstas en esos textos, acaso por eso vamos a renunciar a la necesidad del socialismo, claro que no, pero hay que repensar que es el socialismo en estas condiciones, que es lo posible, sin dogmas, cómo avanzar, y eso, créanme, que no se va a encontrar en ningún libro histórico, por importante e imprescindible que este sea. 16 de Agosto 2022

4 comentarios:

  1. Muy atinado el comentario. Suscribo todo lo que el July plantea. Ojalá lo lean algunos decisores.

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  2. Hasta que no hagan una apertura como la que hizo china no habrá desarrollo

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  3. Muy buen artículo, me parece que podemos hacer como Viet Nam y China. Sin temores.

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  4. Modestamente, tengo acuerdo. Si los cambios crean contradiciones, esas seran antisistemicas o no a depender de la eficiencia del Estado Socialista, e cooperativas y también de la capacidad de los revollucionarios, estean o no en PCC

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