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Como mismo el periodista es periodista los 365 días del año, él y ella son acaparadores de productos industriales y espirituales los 365 días del año, con la clara salvedad que de los primeros solo hay en Cuba un poco más de 3 mil, y de los últimos decenas de miles si lo miras desde una perspectiva realista.
Como
mismo la maestra se levanta temprano para ir a la escuela, él y ella salen corriendo y terminan de tomarse el buche de café en la esquina de una tienda.
Como mismo el pintor merodea el lienzo en blanco antes de darle color a su idea, él o ella tantean el terreno movedizo de los establecimientos comerciales, le hacen señas a las dependientas y le regalan propinas exageradas a cambio del aviso o de las cajas que no saldrán a la venta.
Como mismo el trovador enlaza metáforas, él y ella buscan las palabras para neutralizar el alma de la gente, un lirismo vulgar, pero en esencia fortuito. Ellos dejan en mudo, mientras llenan sus jabas-estómagos de detergentes, sal, jabones, aceite, vasos, cucharas, tintes… papel sanitario.
El fenómeno de la compra con destino a la reventa echó raíces profundas en tierras cienfuegueras, ya eso no es noticia ni lo será nunca; ya no roban corazones, sino que estrujan corazones… él o ella se toma un café delante de todos y no pasa nada, qué va a pasar si a esa marea la han dejado correr más allá del horizonte.
Aunque cada denuncia podría ser una historia, a todas las une un mismo escenario: el mercado negro, y esa misma cualidad viene acompañada de otra: la insuficiente oferta de productos muy demandados por el pueblo, coyuntura aprovechada por el binomio acaparador-especulador, esos que tienen unas jabas-estómagos más grandes que la de Meñique, esos que tienen una impunidad vigorosa.
Los hechos indican dos clases sociales en la tierra acaparador 365: los que acuden a los establecimientos de expendio, sobre todo de Comercio o puntos de venta o tiendas recaudadoras de divisa, y algunos trabajadores de esos propios centros. Unos se arriesgan, dan la cara, tú los visualizas en la penosa cola…, otros llevan uniforme, tacones de boutique, pelos con keratina y labial rojo.
Hay diferencias entre ambas categorías, las de las jabas-estómagos son directas, ágiles, retadoras y metódicas en la persecución de cualquier producto que no tenga una amplia representación en el mercado (casi todos en tiempos de crisis económica), de un profundo olfato para determinar cuál tendrá éxito en los campos de Horquita, Juraguá, Artemisa o en ciudades opulentas como Matanzas, Varadero, Caibarién…
De la segunda sale un tufo a sutileza, vagancia en las explicaciones a los clientes, credencial sobre una chaqueta y un detalle de nueva inserción: el producto de alta demanda se vende por una sola caja y a la tienda se entra por una sola puerta, aunque existan más cajeras dormidas sobre el mostrador y puertas a punto de oxidarse.
“¿Quién niega rotundamente que el acaparamiento no ha sucedido al interior de la red de mercados Ideal, tiendas recaudadoras de divisa, puntos de venta de materiales de la construcción? ¿Quién niega que ciertos comerciantes han “reservado” mercancías para determinados clientes, quizás con dinero de por medio?
Nuestro periódico está en una posición privilegiada y, aunque ni siquiera nos lo proponemos, en ocasiones vemos cómo, delante de nuestras propias narices, la mercancía pasa directa del camión estatal al carrito del privado. Así, sin vaselina.
Ello es una verdad tan extensa como la Gran Muralla China, y tan evidente como la responsabilidad de las administraciones con el alza del acaparamiento debido a la ausencia de medidas eficaces”, alega José Pérez García, un cienfueguero.
La espiral se cierra ahora con la poca disponibilidad de productos cárnicos, entre estos, el pollo, de gran beneficio para niños y personas de la tercera edad. Todo ello consecuencia de la compleja situación que atraviesa el país provocada por el bloqueo norteamericano —tema sobre el cual informó el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, en la última sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, quien aseguró que la tensión de liquidez es reversible hasta la fecha.
Entonces el panorama se ajusta perfectamente a la talla que usan estas personas que viven “a costilla de la gente”, sin importar que detrás de su actitud, otros tienen el agua justo encima del cuello.
El descontrol es responsabilidad de los mecanismos gubernamentales…, los cuales están obligados a garantizar los productos al alcance de todo el pueblo, y en crisis como la presente se deben imponer límites y sanciones a cualquiera que los incumpla.
Para ello tienen el título V, del Código Penal, donde el Capítulo X y Artículo 230 especifica que se sanciona con privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas o ambas al particular al que:
- Adquiera mercancías u otros objetos con el propósito de revenderlos para obtener lucro o ganancia.
- Retenga en su poder o transporte mercancías o productos en cantidades evidente e injustificadamente superiores a las requeridas para sus necesidades normales.
¿Se está aplicando lo anterior, en realidad? Seamos honestos: No. De hacerlo, las cosas fueran distintas y no creciera exponencialmente el número de revendedores, al punto que ya puede considerarse un fenómeno casi pandémico en Cienfuegos.
Los vemos todos los días, enfrente de todos, llenando sus sacos de cuanto no hay, sin que el silbato del orden se sienta sobre la gente. Y uno piensa irremediablemente en esos inspectores que experimentaron un aumento considerable para que se enfrenten al delito y hagan su papel, en la cantidad de organismos que deben fiscalizar estos procesos y envueltos en papeles languidecen en el interior de oficinas sin aire acondicionado. En todas las instituciones que deben jugar su papel en este escenario, sean del corte que sean.
Tales revendedores están abusando de sus propios congéneres, y eso se está permitiendo, que es igual de negativo.
El reto anda por las calles de Cienfuegos. Llevan jabas-estómagos, de colores; llevan uniforme y labial rojo… ellos son acaparadores los 365 días del año, se las saben todas, manejan lenguaje verbal y extraverbal, y nos envuelven en una red como peces que saltan desordenadamente por la falta de oxígeno.
(Tomado de 5 de septiembre)