Cuando el gobierno cubano tomó el poder en 1959, se encontró con una parte del sector de la vivienda muy deteriorado debido al déficit habitacional existente, las notables diferencias entre el campo y la ciudad, la variabilidad de los materiales usados y la existencia de cordones de pobreza en las principales urbes, sobre todo en La Habana.
Esto lo impulsó a priorizar el mejoramiento de las condiciones de vida en el campo y a intentar erradicar los asentamientos informales en las ciudades. Sin embargo, la vivienda urbana continuó su proceso de deterioro y esto permitió que el déficit habitacional creciera.
Un sucinto análisis histórico permite conocer que en 1802 existía en la capital un promedio de cincuenta personas por viviendas, lo que demostraba el elevado hacinamiento. El censo realizado en 1899, durante la intervención del país por Estados Unidos, arrojó la cifra de 262 724 casas para más de un millón y medio de habitantes, lo que significaba 5.3 personas por edificación, aunque bajo el término casas se incluían las de una sola pieza o cuarto, los bohíos en el campo y los barracones de guano y piso de tierra.
La Habana inicia su configuración hacia zonas periféricas de entonces, fuera de escala respecto a una parte de la realidad nacional y con el deseo de competir con el vecino del Norte. Un ejemplo evidente fue la construcción del lujoso Capitolio Nacional, imitación estilística del de Washington.
Durante la primera mitad del siglo XX, la arquitectura se fundamentaba en la iniciativa constructora de la burguesía cubana, con la construcción de edificios públicos y grandes residencias privadas. El objetivo era multiplicar el capital, ya que esos edificios fueron convertidos en viviendas de alquiler. En esa época, el 74.5 % de las moradas habaneras no pertenecían a quienes las habitaban, pues estos lo hacían en calidad de arrendatarios.
A partir de la década del treinta, debido al aumento demográfico de las ciudades, especialmente La Habana, y por el creciente desarrollo comercial e industrial, comienza a registrarse un alza en la demanda de viviendas. Como paralelamente aumentaban el costo de los terrenos y el de la construcción, la casa individual empezó a ceder en preferencia ante al edificio de apartamentos colectivos, mayor en conjunto y menor en espacio habitable.
A partir de 1940, aparecen innumerables residencias privadas en lugares como Varadero, los repartos Miramar, Playa, Habana, Río Almendares, entre otros. Tales mansiones eran de alto lujo.
Reparto Miramar. 5ta Avenida desde el reloj de calle 10. 1931.
El promedio anual de construcción en el período 1946-1953 fue de 26,827 viviendas. Entre 1953 y 1958 creció de forma acelerada, no obstante que el déficit habitacional continuó ascendiendo y la población de más bajos ingresos carecía de domicilio apropiado. Fueron formuladas diversas políticas que buscaban la reducción de asentamientos informales en los alrededores de La Habana, así como la disminución del déficit habitacional, pero ninguna tuvo los resultados esperados.
Desde 1945 a 1958 —considerada la etapa de mayor actividad constructiva antes de 1959—, las viviendas erigidas con niveles buenos o aceptables solo pudieron satisfacer un tercio de la demanda por crecimiento demográfico.
Durante todo el siglo XX, y hasta 1958, el estado cubano construyó algunos conjuntos urbanos de importancia en la capital: en 1910 el de Pogolotti, en Marianao, y el Barrio Obrero de Luyanó, a partir de 1945. Debe señalarse también la agrupación de viviendas en el reparto Lutgardita, en Boyeros.
En ese período prerrevolucionario el estado, bajo el programa de Fondos Hipotecarios conocidos como FHA, estimuló la construcción de casas individuales en el país. Por su parte, se erigieron viviendas en barrios alejados del centro de la ciudad de La Habana, como los de Fontanar y Altahabana.
Según la investigación censal realizada en Cuba en 1953 —dirigida y coordinada por la Oficina del Censo de los Estados Unidos—, solo el 13 % de las casas existentes en el país podrían considerarse como buenas.
Buenas | 13 |
Aceptables | 20 |
Regulares | 21 |
Malas | 32 |
Ruinosas | 15 |
Tabla 1: Estado de la Vivienda en 1953 en porcientos.
En Cuba se edificaba donde la rentabilidad fuera elevada. Ello explica que el 80 % de las construcciones consideradas buenas se ubicaran en la Ciudad de La Habana, lo que evidenciaba un desequilibrio en el desarrollo urbano del país.
La referida desproporción se repetía dentro de la misma ciudad, ya que por un lado existían un ostentoso litoral, exclusivas urbanizaciones de la burguesía, lujosos edificios de apartamentos y grandes residencias y, por el otro, enormes zonas de construcción espontánea y barrios insalubres con condiciones inapropiadas para vivir. En zonas rurales las condiciones eran más adversas, con los llamados bohíos y la insalubridad por falta de agua potable, alcantarillado y depósitos de aguas negras.
En 1959, solo por reposición de viviendas ruinosas o malas, la demanda era de 700 000, teniendo en cuenta la población y el número de viviendas existentes en ese momento.
Desde 1959 se planteó el enorme déficit habitacional que tenía Cuba, por ende, entre las primeras medidas que se estipularon en tal sentido, resaltan el intento de erradicar algunos barrios y la ley de Reforma Urbana.
Algunos de los principales barrios insalubres eliminados fueron el Manzana de Gómez en Santiago de Cuba, con la creación del Reparto 26 de julio; del habanero barrio Jesús María fueron trasladados a sectores residenciales de la propia ciudad unas 242 familias, por solo citar ejemplos.
En apenas cuatro años, hasta 1962, el llamado Instituto Nacional de Ahorro y Viviendas (INAV), construyó un conjunto de barrios representativos, a los que se sumarían los construidos posteriormente, hasta mediados de los setenta:
- Habana del Este (1959-1961), con edificaciones de cuatro y doce pisos.
- Distrito Urbano José Martí, iniciado en 1964 en Santiago de Cuba.
- Conjunto Alamar, a partir de 1971
- Edificios Apartamentos en Altahabana.
- Micro-distrito Central Plaza de la Revolución, con edificios altos.
- Reparto Lenin, en Holguín.
- Reparto Caribe, en Guantánamo.
- Nuevo Manzanillo.
- Los Olivos, en Sancti Spiritus.
- San Rafael, en Matanzas.
- Reparto Hermanos Cruz, en Pinar del Río.
- Repartos Armando Mestre (Naranjal) y Camilo Cienfuegos, en Matanzas.
Construcción del reparto Alamar. (Foto: Twitter/@Memoire2cite)
Otros barrios aparecieron a lo largo de la Isla, e inclusive, los conjuntos urbanísticos mencionados se ampliaron en fechas posteriores.
Ya en los setenta comienzan a edificarse asentamientos en todo el país, sin mucho diseño arquitectónico, el único fin era construir viviendas para los trabajadores con mano de obra garantizada por ellos mismos. La consecuencia de esta política se reflejó en la baja calidad constructiva y el pobre diseño de ciudades o asentamientos, sumado a que muchas instituciones empezaron a levantar edificios cercanos a su área laboral, los ejemplos son variados.
El proceso de urbanización en Cuba fue uno de los más antiguos en el continente latinoamericano. Si bien su ritmo de crecimiento no fue tan intenso como en aquellos países, se considera alto, con valores que oscilan entre el 57 % de la población urbana para el Censo de Población y Viviendas del año 1953; 75.9 % en el Censo de Población y Viviendas del 2002 y 76 en el Censo del 2012.
Diferencias entre las provincias
El proceso de urbanización no se produjo de forma homogénea en Cuba, por lo que existen diferencias marcadas entre provincias. Ya en el censo de 1953, la provincia de mayor grado de urbanización armonizado era La Habana, con el 98.9 %, en tanto la de menor grado era las Tunas, con el 25.4 %. Pero en el censo del 2012, la provincia más urbanizada continuaba siendo la ciudad de La Habana con el 100 % de su población residiendo en zona urbana; al tiempo que la menos urbanizada era la provincia Granma, con el 60 % de urbanización.
Hasta 1971 se habían levantado mas de 100 000 viviendas en el campo. Al llegar a 1980 esta cifra ascendía a más de 295 000. Ese nivel de construcciones fue posible por la creación del llamado Movimiento de micro-brigadas, surgido en 1971 en el reparto Alamar, al este de la capital, y por el plan inversionista ejecutado en la industria de materiales de la construcción.
En el ritmo de construcción de viviendas que ha tenido Cuba, debe destacarse el rol de la población. A partir de 1980, esta construyó el 24.1 % del total de casas terminadas, llegando a representar el 34.59 % en 1984. Tal ritmo se iría incrementando por años. Así, en el quinquenio 1981-1985 se construyeron casi 200 000 viviendas. No obstante, seguía siendo insuficiente dado el nivel del déficit acumulado y el crecimiento poblacional.
El economista Carmelo Mesa Lago estimó en 1997 que el déficit de viviendas era de un millón de unidades, o 110 por mil habitantes (Mesa Lago 1997).
Hasta 1985, en La Habana se construían menos viviendas per cápita que en todas las provincias del país, lo que resultaba una situación inversa respecto a la década del cincuenta. Asimismo, se daba menos mantenimientos a la planta existente, lo que provocó, entre otras causas, el deterioro acelerado de determinados municipios de la capital, como La Habana Vieja, Centro Habana y el Cerro, entre otros.
El desmantelamiento del sistema socialista en los países europeos, especialmente en la URSS, afectó la vida nacional y los programas de desarrollo cubanos, entre ellos el de la vivienda; si bien debe indicarse que el déficit habitacional no se resolvió, ni siquiera se amortiguó, antes de la crisis de los noventa.
No obstante las medidas y acciones tomadas por el estado cubano, el déficit habitacional ha continuado creciendo y el panorama actual muestra amplias necesidades de inversión pública. Es forzoso que nuevas medidas sean adoptadas en el corto plazo, ya que la combinación de lo heredado, más la situación económica adversa, ha complicado la situación actual.
A eso debe añadirse la proliferación de nuevos barrios insalubres que fueron surgiendo dentro de la capital del país y en numerosas ciudades de casi todas las provincias. Para intentar modificar el déficit de viviendas que hoy existe, el ritmo constructivo deberá superar las cien mil por año, y hoy se construye apenas la tercera parte de esa cifra.
A partir de 1997 se produce una caída en el número de viviendas terminadas, y solo comienza a recuperarse este indicador desde el 2005. Lo interesante en el período es que se manifiesta un cambio de tendencia, pues el sector no estatal de la economía logra concluir viviendas en un nivel más elevado que el estado.
Fuente: Oficina Nacional de Estadísticas. Anuario Estadístico de Cuba. La Habana.
En 2006 se puso en marcha en Cuba un Programa Especial para la construcción, conservación y rehabilitación del fondo habitacional. El mismo determinó la edificación de cien mil viviendas anuales; sin embargo, solo se cumplió en ese año, fundamentalmente por la existencia de un elevado fondo habitacional pendiente de pequeñas acciones de terminación desde el comienzo del Período Especial.
Los problemas históricos en la construcción de viviendas se mantienen en Cuba. En estos últimos años podrían mencionarse, entre ellos: la baja productividad de la fuerza constructiva, junto al déficit de fuerza calificada, tanto de constructores como electricistas, albañiles, plomeros, en algunas regiones del país; la mala calidad en la actividad constructiva estatal, lo que incluye las actividades de urbanización; los muy bajos niveles de mecanización y uso de técnicas modernas; el desvío de recursos de las obras en ejecución; y las demoras, trabas y burocratización en los trámites legales requeridos, que entorpecen la gestión. (1)
Es necesario realizar acciones que permitan alargar la vida útil de las viviendas, por la calidad de la cubierta de los techos y la falta de mantenimientos, sumados a la vejez de muchas edificaciones, especialmente en las grandes ciudades.
Tabla 2: Viviendas particulares de tipo casas o apartamentos según período de construcción declarado en el censo de Población y Viviendas del 2012 en %.
La tabla 2 demuestra que el 60 % del fondo habitacional del país —2,1 millones de viviendas—, ha sido construido después de 1959, pero a la vez indica que el 40 % de los encuestados, o no sabe cuándo se construyó o afirma que se hizo antes de 1959. La baja calidad de las instalaciones existentes como viviendas, según se muestra en la tabla 3, permite afirmar que es lógico que en otras regiones la afectación más rutinaria sea la destrucción de las mismas por parte de ciclones tropicales.
Del fondo habitacional existente en el momento del último censo de población y viviendas, el del 2012, una parte significativa de las viviendas no tenían buena calidad —dados los materiales predominantes en sus techos— para enfrentar fenómenos meteorológicos de gran envergadura. Solo el 53 %, que son las casas techadas de cemento, poseen mejores condiciones. A la vez, los datos demuestran que se han sustituido las casas de madera y guano por techos de plancha metálica, con las afectaciones consiguientes que ello ocasiona ante adversidades naturales.
Tabla 3: Casas y apartamentos ocupados con residentes permanentes en el momento censal de 2002 y 2012 (de acuerdo con los materiales predominantes en el techo). Fuente. Oficina Nacional de Estadísticas. Informe Nacional del Censo de Población y viviendas. 2002, Tabla V.7, La Habana. Y Censo de 2012, tabla V.12
La compleja situación descrita permite concluir que:
- Cuba debiera darle prioridad a las labores de mantenimiento y conservación del fondo habitacional.
- Es imperativa mayor atención al aseguramiento de los programas de viviendas a nivel municipal, a partir de las materias primas existentes en cada lugar y las tecnologías disponibles para fabricar los materiales necesarios.
- La construcción de viviendas deberá organizarse sobre la adopción de nuevas modalidades, que incluyan la introducción de nuevas tipologías y el empleo de tecnologías constructivas que ahorren materiales y fuerza de trabajo, y sean de fácil ejecución por la población.
- La industria de materiales de la construcción debería satisfacer la demanda para las inversiones, el mantenimiento constructivo y potenciar la exportación de los materiales más competitivos, así como la venta a la población con costos mínimos y sin subsidios.
- Es preciso permitir la construcción de viviendas por empresas extranjeras en el país, y a la vez otorgársele créditos por parte de las instituciones nacionales a los arrendadores o compradores interesados.
La actual situación habitacional ha producido un impacto múltiple en la sociedad cubana, y aunque en las últimas seis décadas el Estado ha construido viviendas, el ritmo constructivo ha sido insuficiente para reducir el déficit, por lo que deben incrementarse los niveles de inversión en el sector y desarrollar una estrategia de participación financiera de la comunidad.
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(1) Betsy Anaya: «Los programas priorizados en Cuba», Mimeo, CEEC, La Habana, 2008