Por Dr Julio CarranzaEl presente texto, que desde luego no pretende ni remotamente agotar esté tema, es motivado por la polémica que se abre en diferentes medios sobre el carácter de la reforma que necesita la economía cubana y el carácter de la actual situación en Cuba, aquí, me coloco más en una perspectiva histórica que en la discusión de aspectos fundamentales de la coyuntura como el caso de la inflación, etc, sobre ese tema específico, que tiene componentes muy técnicos, estamos preparando con Luis Gutiérrez Urdaneta un artículo de próxima publicación.
En ese debate aparecen propuestas de todo tipo, algunas más rigurosas que otras y también algunas que aunque serias son incompatibles entre sí, por ejemplo en lo que corresponde a un tema central como es el carácter de la propiedad y los límites o no del sector privado.
Por otra parte, también aparecen consideraciones acerca de definiciones sobre las condiciones de la economía cubana hoy y hasta salen viejos conceptos como capitalismo de estado.
No hay dudas acerca de la necesidad de profundas e integrales transformaciones que necesita la economía cubana, pero no todos los que coinciden en esto coinciden en el carácter y las condiciones de esas transformaciones, por tanto, en la medida que el debate se profundiza y la realidad se tensa, es necesario ser precisos acerca de qué es lo que se propone, lo cual está estrechamente ligado a lo que se considera debe ser el tipo de sociedad a que cada cual aspira, sea esté un intelectual o un ciudadano cualquiera. También hay los que consideran que el debate mismo es una pérdida de tiempo y denostan lo que se escribe, cada cual mira hasta donde la vista y la sensibilidad le permiten.
Algunos argumentos expresan que la situación es tan difícil y las condiciones de vida se han deteriorado tanto (inflación incluida) que lo importante es cambiar, sin detenerse demasiado en el carácter de ese cambio, hasta “cualquier cosa sería mejor”, se ha escuchado decir. Craso error, en mi opinión, subestimar el carácter de los que se haga solo pensando en superar “lo qué hay” para, supuestamente, mejorar la vidas de la gente.
Obvio que la actual situación de dificultades debe ser superada, obvio que no se puede mantener una situación de exclusiones, inflación, ineficiencia, etc como la que tenemos hoy, obvio qué hay que avanzar en las transformaciones y obvio qué hay que hacerlo rápido, pero también es obvio, creo yo, que no se trata de cualquier transformación, sino de aquella que de lugar a una superación de las dificultades y deformaciones actuales recuperando los equilibrios sociales, la mayor inclusión a la vez que la eficiencia y la estabilidad, sin permitir que se restablezca la hegemonía del capital y de los intereses privados sobre los intereses de toda la sociedad, o sea hacerlo garantizando la prevalencia de los componentes esenciales del proyecto nacional cubano: justicia social, desarrollo económico y democrático y soberanía nacional.
La definición de socialismo es compleja, además de que este es un proceso de construcción histórica que depende mucho de las condiciones específicas de un país, pero hay ciertos principios que le son propios como es el carácter dominante (no único) de la propiedad social. Como afirmaba Engels la propiedad social dominante sobre los medios fundamentales de producción no acaba automáticamente con el capitalismo, pero es el camino hacia el socialismo. No se trata de la eliminación de la propiedad privada en toda la economía, pero si de la eliminación de su hegemonía en la sociedad.
El socialismo, en cualquiera de sus variantes es una sociedad mercantil, a la cual le corresponde un mercado regulado por el estado y la combinación de un sector de propiedad social que corresponde a las grandes empresas y un sector de pequeñas y medianas empresas cooperativas y privadas, todos concurren a un mismo mercado regulado de manera económicamente fundamentada por el estado. Esto garantiza la eliminación de la hegemonía del capital, que es lo que en mi opinión define el carácter no capitalista de una sociedad.
En las sociedades capitalistas, mucho más en su versión neoliberal, el interés privado es dominante, el mercado lo regula casi todo y el estado defiende esencialmente eso intereses, con una supuesta baja intervención.
Claro que el socialismo tiene también una historia de fracasos, deformaciones y hasta aberraciones en sus diferentes experiencias históricas, pero la incapacidad del capitalismo para responder a los intereses mayoritarios de la sociedad (sobre todo en los países “periféricos”) además de su carácter depredador del medio ambiente, etc, hace que la búsqueda de una alternativa que lo supere sea una necesidad histórica.
Ahora bien y aterrizando un poco en la dimensión económica de este tema, que no es la única ni la única importante, pero sí una de las más importante, en el socialismo como alternativa y considerando sus errores del pasado, la intervención del estado debe ser a través de la planificación estratégica y financiera (no burocrática y material) y de la política económica, incluidas la política fiscal y monetaria.
También y esto es determinante, estableciendo los límites extraeconómicos necesarios que impidan una restitución de la hegemonía de los intereses privados, lo cual supone un sector público dominante (no único), claro que eficiente y descentralizado.
El concepto histórico de capitalismo de estado y capitalismo monopolista de estado, al que se ha hecho referencia en los debates recientes, es bastante laxo y ha sido empleado por distintos autores para denominar situaciones bastantes diferentes, por ejemplo Noam Chomsky lo ha empleado para denominar a los Estados Unidos, debido al control de los grandes monopolios sobre la economía y las acciones del estado para proteger los interese de estos y hasta rescatarlos cuando están en una situación crítica como la que sucedió en 2008. También se ha usado para definir desde los países socialistas de Europa, “bajo control obrero” hasta a los países de Europa Occidental en el periodo de la postguerra debido a la alta participación del estado en la economía, también se le ha empleado en diferentes casos para denominar a países de America Latina. Como se puede ver el concepto sirve poco.
Si tomamos el caso de Cuba, es evidente que las condiciones para “el socialismo” son muy limitadas si nos remitimos al concepto que los clásicos del marxismo definieron para este: economías desarrolladas y sistema internacional, Cuba es pobre, subdesarrollada, está aislada, sin un sistema de países socialistas como el que existió en el pasado y además bloqueada por EEUU.
¿ Quiere esto decir que se debe renunciar a un proceso de construcción socialista?, a estas alturas de la historia nacional la respuesta debe ser negativa, o sea no hay que renunciar a la construcción socialista pero hay que pensar ese concepto desde la difícil realidad nacional, sin dogmas ni parálisis paradigmáticas. (Ver mi artículo “Cuba y sus circunstancias”)
Ahora bien, sin dudas un rasgo que es determinante para eso es la hegemonía de los intereses sociales y eso supone que la propiedad social debe ser dominante (no única, insisto) y la capacidad de regulación del estado alta (no arbitraria), por eso cuando en el debate actual se habla o propone un proceso de privatizaciones ilimitado o con escasos limites, se está por definición renunciando a la construcción de una sociedad socialista o no capitalista por complicado y largo que sea el proceso.
El tema es complejo y desde luego hay muchas cosas fundamentales que cambiar, pero una privatización generalizada y sin límites claros más allá de las Pymes, y de lo que supone la inversión extranjera, significaría no un cambio de política económica, ni una reforma económica integral y profunda como la que se necesita imperiosamente y que varios hemos propuesto, significaría el abandono de todo paradigma socialista y de participación popular, por mucho que haya que discutir ese concepto, pero hay componentes esenciales que lo definen.
Es legítimo tener cualquier propuesta, aún una pro capitalista, pero hay que llamarla por su nombre, en lo que a mi corresponde y creo haber sido claro en eso en todos mis textos desde hace más de 25 años, una privatización generalizada y pro capitalista no es una opción, pues sería contraria al proyecto nacional de justicia social y aún de desarrollo económico y democrático, incluso lesivo a la soberanía nacional y claro que junto a otros colegas he propuesto y defendido de manera clara desde hace más de dos décadas y media (muchísimo antes de que fuera oficialmente aceptado), la necesidad de un dinámico e importante sector privado de la economía de Pymes, pero acompañado del liderazgo de las grandes empresas estatales y el control de los recursos estratégicos de la República, por supuesto que en un sistema de mayor descentralización y sin los lastres de la planificación burocrática, todos los sectores articulados a un mercado regulado con restricciones financieras fuertes y regulaciones establecidas por el estado socialista, así como las políticas sociales necesarias y la gratuidad de los servicios de salud, educación y asistencia social.
El anterior no es necesariamente un punto a debatir, es un tema de definición y preferencias de paradigmas y eso no está reñido de ninguna manera con una visión pragmática y despojada de todo dogma o ataduras a viejas experiencias. Se está comprometido con un horizonte de país o con otro, en términos de las esencias que el sistema al que aspiramos debe tener y en esos hay determinas cuestiones centrales que no son compatibles, o sea “no caben los dos en un mismo corazón”. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, dicen por ahí.
Febrero 6 2021