Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

miércoles, 2 de diciembre de 2020

LA HISTORIA LO CREÓ

 Por: Julio Sergio Alcorta Fernández.

Han transcurrido cuatro largos y hastiados años desde que el  llamado presidente de la nación más poderosa del mundo, Donald Trump, inició su cometido.

Nunca en la historia de ese ahora imperio, había ocupado esa enorme responsabilidad un adefesio como ese millonario, y mira que han pasado por ahí algunos personajes dignos de atención psiquiátrica.

Sobre Donald Trump se ha escrito mucho, casi siempre resaltando su ignorancia, su incultura, su prepotencia, su desfachatez, etc.

Otras veces tratando de adivinar aspectos de su personalidad, para poder entender su posible trayectoria, capaz de reeditar el fascismo, el racismo y la homofobia.

Ahora bien, ¿cómo fue posible que en los Estados Unidos de América, una nación organizada, con instituciones relevantes, y sobre todo un poder bien dirigido a no aceptar cambios que configuren otra cosa que no sea su prevalente pragmatismo, su elitismo y esencialmente el denominado “CREDO NORTEAMERICANO”, una suerte de consenso básico (o alto nivel de acuerdo), en relación con las formas de organizar  política y económicamente la vida de la nación, haya  emergido una suerte de villano entrometido, que “el solo” haya podido desmantelar esta poderosa y secular institucionalidad conocida como “establishment”.

Es entonces que nos surgen dudas sobre la aparición muy temprana de Donald Trump, en las primarias del Partido Republicano, para escoger la figura que lo representaría en las elecciones de noviembre de 2016, ya que sería importante conocer: ¿cómo y quiénes decidieron escoger a un personajes que solamente era distinguido por sus éxitos y tretas financieras y fama de multi-millonario, y que nunca había pertenecido a la élite política, ni nunca había ejercido cargo alguno de esta índole?

Tan sorpresiva y a la vez inimaginable fue esa determinación, que influyentes sectores de la dirigencia republicana aceptaron a regañadientes a Donald Trump

Una vez se burlaron de él por no asistir al último debate. Su irrupción fue vista al principio como una especie de broma o mal chiste.

Casi toda la cúpula dirigente de ese partido lo tildaban de fanático, racista, misógino, vulgar, grosero y bravucón.

Sin embargo, Donald Trump, pasó de ser “un chiste” a arrasar en las primarias, siendo elegido para discutir la presidencia de esa nación en el 2016.

Algunas emisoras de noticias, como la famosa BBC de Londres, finalizó uno de sus programas expresando drásticamente: “Estados Unidos está parado frente al umbral de la grandeza o ante el precipicio que conduce a la ruina”.

Y finalmente, como todos conocemos, triunfó en las elecciones para presidente, contra Hillary Clinton, candidata por el Partido Demócrata, aunque obtuvo casi 3 millones más de votos populares que Trump.

De inmediato surgieron extensos comentarios, escritos, etc. ofreciendo sus criterios, pero ninguno, pienso yo, lograron desentrañar esta enmarañada novela político-social.

Personalmente, y sin poseer todas las interioridades del caso, pero sí mi convicción de que la HISTORIA  juega un papel determinante en esos procesos, considero que ella conoce que existe aún en este siglo XXI, un poderosísimo y peligroso imperio, fecundado al finalizar del siglo XVIII y principios del XIX, y como tal su génesis lo obliga a transitar por sus innegables etapas de: emerger, subsistir y fenecer.

Por lo tanto, considero que la aparición de un espécimen tan desajustado, extraño, absurdo y extravagante como el actual presidente del imperio estadounidense, es la evidencia más contundente que haya podido lograrse de lo que la HISTORIA significa, ya que supo fecundarlo, prepararlo e introducirlo en las entrañas de ese imperio, para facilitar su muy lenta, escabrosa y al fin inexorable desintegración.

La Habana, 2 de diciembre de 2020. “Año 62 de la Revolución”

(1)  “Los Estados Unidos y la lógica del imperialismo”. Jorge Hernández. Martínez.

 

El porqué de los altísimos precios de las acciones


NEW HAVEN/NUEVA YORK/LONDRES – Causó mucho desconcierto en el mundo que las bolsas de valores no colapsaran frente a la pandemia de la COVID-19, especialmente en Estados Unidos, donde recientemente la cantidad de casos alcanzó números récord. Pero tal vez no sea una cuestión tan misteriosa. Una medida que llamamos rendimiento excedente según la relación de precio a ganancias ajustada en función del ciclo (en inglés, Excess CAPE Yield, ECY) ofrece una mejor perspectiva de largo plazo para las bolsas de valores del mundo.

Indudablemente, los mercados de activos dependen en gran medida de la psicología y las narrativas. El premio nobel Daniel Kahneman escribió: «apreciamos aquello con lo que estamos familiarizados» y este año surgieron muchas narrativas familiares en los mercados de valores del mundo después del impacto inicial de la COVID-19 en el primer cuatrimestre. Por ejemplo, tenemos la narrativa de la recuperación en forma de V, y la del miedo a perderse algo (en inglés, fear of missing out, FOMO); ambas pueden estar impulsando los mercados hacia nuevos máximos. También está la narrativa del trabajo remoto, que beneficia específicamente a las acciones de las empresas de tecnología y comunicaciones.

¿Pero son estas narrativas el único motivo por el cual no pensamos en sacamos nuestro dinero de las acciones para pasarlo a alternativas más seguras como los bonos, o tenerlo bajo el colchón en casa?

La relación de precio a ganancias ajustada en función del ciclo (CAPE), que registra la razón entre el precio real (ajustado por inflación) de las acciones y las utilidades reales promedio por acción para un período de 10 años, parece pronosticar bien la rentabilidad real a largo plazo de los mercados de valores en cinco regiones influyentes del mundo. Cuando la CAPE es alta, la rentabilidad a largo plazo tiende a ser baja en los 10 años siguientes, y viceversa. Desde el impacto de la COVID-19, las ratios CAPE se recuperaron en su mayor parte hasta sus niveles prepandemia.

Por ejemplo la CAPE para EE. UU. en noviembre de 2020 es 33, con lo cual supera su nivel previo a la pandemia de la COVID-19. De hecho, ese valor fue un máximo en enero de 2018. Solo hubo otros dos períodos en los que la CAPE en EE. UU. fue superior a 30: a fines de la década de 1920 y a principios de la década de 2000.

La CAPE en China también está por encima de sus valores prepandemia. Los mercados de valores en ambas regiones están sesgados hacia la tecnología, los servicios de comunicaciones y los sectores de consumo no esencial, beneficiados por las principales narrativas de la pandemia de la COVID-19, lo que puede explicar en parte que sus CAPE sean más elevadas que las de otras regiones.

En cuanto Europa y Japón, sus CAPE volvieron en gran medida a niveles pre-COVID-19 (solo el Reino Unido aún sigue decididamente por debajo de su nivel prepandemia y su promedio de largo plazo). Cabe destacar que esas regiones tienen una menor exposición a los sectores de tecnología, servicios de comunicación y consumo discrecional.

Los observadores de los mercados han destacado el posible impacto positivo sobre las CAPE de las bajas tasas de interés. Según la teoría financiera tradicional, las tasas de interés son un componente clave de los modelos de valuación. Cuando las tasas de interés caen, la tasa de descuento usada en esos modelos disminuye y el precio de los activos en acciones debiera aumentar, suponiendo que todos los demás valores que alimentan el modelo se mantienen constantes. De esa manera se pueden aprovechar los recortes a las tasas de interés por parte de los bancos centrales para justificar los mayores precios de las acciones y las CAPE más elevadas.

El nivel de las tasas de interés, entonces, es un elemento cada vez más importante a tener en cuenta al valuar las acciones. Para captar esos efectos y comparar las inversiones en acciones y bonos, desarrollamos el ECY, que considera tanto la valuación de las acciones como los niveles de las tasas de interés. Para calcular el ECY simplemente invertimos la ratio CAPE para obtener el rendimiento y luego le restamos la tasa real de interés a 10 años.

Esta medida es algo así como la prima del mercado de renta variable y es una forma útil de tener en cuenta las interrelaciones entre las valuaciones de largo plazo y las tasas de interés. Los valores elevados indican que las acciones son más atractivas. El ECY en EE. UU., por ejemplo, es del 4 %, que surge de un rendimiento de la CAPE del 3 % al que la restamos la tasa de interés real a 10 años del -1,0 % (ajustada por la inflación promedio a 10 años del 2 %).

Revisamos las estadísticas de nuestras cinco regiones del mundo —yendo hacia atrás hasta 40 años, cuando los datos lo permitieron— y encontramos algunos resultados sorprendentes. El ECY está cerca de sus máximos en todas las regiones y de sus máximos absolutos tanto en el RU como en Japón. El ECY del RU es de casi del 10 %, y de aproximadamente el 6 % para Europa y Japón. Nuestros datos sobre China no abarcan tanto tiempo, aunque su ECY es un tanto elevado: cercano al 5 %. Esto indica que, en el mundo, las acciones son muy atractivas frente a los bonos en este momento.

El único momento en que los ECY fueron tan elevados, según nuestros datos para el mundo, fue a principios de la década de 1980. Ese período estuvo caracterizado por acciones con precios deprimidos y valuaciones bajas, tasas de interés elevadas y alta inflación. Las CAPE para las cinco regiones en ese momento estaban entre el 10 y el 15 %, mientras que los valores actuales son del 20 y el 30 %. Esta situación es casi opuesta a lo que vemos hoy: acciones caras y tasas de interés reales excepcionalmente bajas.

No podemos saber cómo terminará la pandemia de la COVID-19; podría ocurrir pronto, con la llegada de vacunas eficaces, pero un resultado clave que nos ofrece el indicador ECY es que confirma el atractivo relativo de las acciones, especialmente teniendo en cuenta un período potencialmente prolongado de bajas tasas de interés. Puede justificar la narrativa FOMO y explicar en cierta medida la fuerte preferencia de los inversores por las acciones desde marzo.

Eventualmente, más adelante, el rendimiento de los bonos simplemente puede aumentar y las valuaciones de las acciones también tendrán que reajustarse junto con los rendimientos, pero en este momento, y a pesar de los riesgos y las elevadas CAPE, la valuaciones de los mercados de acciones tal vez no sean tan absurdas como algunos creen.

Traducción al español por Ant-Translation


Robert J. Shiller, a 2013 Nobel laureate in economics, is Professor of Economics at Yale University and the co-creator of the Case-Shiller Index of US house prices. He is the author of Irrational Exuberance, Phishing for Phools: The Economics of Manipulation and Deception (with George Akerlof), and Narrative Economics: How Stories Go Viral and Drive Major Economic Events.

Laurence Black is Founder of The Index Standard.

Farouk Jivraj, Visiting Researcher at Imperial College Business School, is a senior member of the Quantitative Investment Strategies group at Barclays in London.

El grupo de palomas deficitarias de Biden

 



El presidente electo Joe Biden pronuncia un discurso de Acción de Gracias en el teatro The Queen en Wilmington, Delaware, el 25 de noviembre.Anna Moneymaker para The New York Times 

Columnista de opinión 

No sé por qué hay nombres especiales para grupos de pájaros, aunque algunos de ellos, como una “exaltación de alondras”, son encantadores. De todos modos, un término para un grupo de palomas es un "grupo". Y me animó informes sobre las personas que el presidente electo Joe Biden planea nombrar para puestos económicos clave: son, como grupo, un grupo de palomas deficitarias. 

Algunos antecedentes: desde 2010 hasta alrededor de 2014, gran parte del establecimiento político y de los medios de comunicación se sintió atrapado por la idea de que el aumento de la deuda federal era la amenaza más importante que enfrentaba Estados Unidos y que ser un “halcón del déficit” era la virtud política suprema. No fueron solo los políticos: como el nuevo columnista del Times, Ezra Klein (¡hola, Ezra!)Ponlo, los llamados a la reducción del déficit de alguna manera se convirtieron en un tema para el que "las reglas de neutralidad periodística no se aplican", en el que se permitió a los periodistas "apoyar un conjunto particular de soluciones políticas muy controvertidas". 

Es triste decirlo, pero el propio presidente Barack Obama pareció aceptar el consenso de Beltway, tratando de llegar a un "gran trato" para reducir los déficits futuros recortando los programas sociales. Solo se salvó de sus propios instintos por la intransigencia de los republicanos, que se negaron a considerar cualquier aumento de impuestos como parte del trato. 

En realidad, como podría haberte dicho, como lo hicimos yo y otros, de hecho, decirte- El consenso entre la gente muy seria (un término que le robé al bloguero Duncan Bowen Black) sobre los males de la deuda fue erróneo y destructivo. La deuda pública no representó ninguna amenaza económica significativa, mientras que los recortes de gastos estaban frenando materialmente la recuperación de la recesión de 2007-9. 

Ah, y muchos de los halcones del déficit más prominentes eran farsantes. Realmente no les importaba la deuda del gobierno, solo fingían preocuparse como una excusa para intentar recortar los programas sociales. La prueba llegó cuando el presidente Donald Trump infló el déficit con recortes de impuestos para las corporaciones y los ricos, y muchos de los que pretendían creer que los déficits eran una amenaza existencial bajo Obama lo animaron. 

Aún así, a algunos de nosotros nos preocupaba si Biden continuaría donde lo dejó Obama, si elegiría a Very Serious People, todavía casado con la vieja obsesión por la deuda, para su equipo económico. La buena noticia es que no lo ha hecho. 

Oh, puede repasar los escritos anteriores de algunas de las opciones de Biden y encontrar lugares donde hablaron a favor de la reducción del déficit, generalmente cuando estaban, ya saben, trabajando para Obama y repitiendo obedientemente la posición oficial de su administración. Y sé que algunos simpatizantes de Bernie Sanders todavía quieren revitalizar las primarias de 2016 y están tratando de retratar a Neera Tanden, una partidaria de Clinton que Biden está nominando para encabezar la Oficina de Administración y Presupuesto, como una especie de conservadora encubierta. 

Pero la realidad es que, hasta donde yo sé, todas las opciones económicas de Biden son personas que entienden que la deuda federal no es actualmente una preocupación política importante, mientras que sería un desastre si no gastamos lo suficiente para salir adelante. la pandemia o sobre cuestiones cruciales a largo plazo, especialmente el cambio climático. 

Ahora, cuánto pueden actuar con este entendimiento está en el aire; específicamente, una gran cantidad se aprovecha de la segunda vuelta del Senado de Georgia. Pero Biden, al parecer, ha aprendido algo de los errores de Obama.