Por: Oscar Figueredo Reinaldo, Edilberto Carmona Tamayo, Irene Pérez, Cubadebate
1 de Julio 2021
A diferencia de lo que muchos pudieran imaginar para estas fechas, Cuba vive su peor “rebrote” desde el inicio de la pandemia, entrando por primera vez en la fase de transmisión comunitaria. Las altas cifras de contagios registrados en la Mayor de las Antillas en los últimos meses, vuelven a centrar las miradas en las curvas y modelos matemáticos en busca de la añorada respuesta de “cuándo pasará la epidemia”.
Los modelos para predecir la evolución de la covid y el impacto de las medidas para su control se tornan en una bola de cristal de moda en todo el planeta, más cuando ya ha comenzado a diferentes ritmos, la vacunación en diversas naciones.
La gran pregunta es, cómo y cuánto podremos aplanar la curva de contagios (que es la curva de nuevos casos diarios) y dilatarla en el tiempo, para no tensar los recursos disponibles en el sistema sanitario y volver a una relativa nueva normalidad.
Los modelos se ajustan
Para el doctor Pedro Más Bermejo, vicepresidente de la Sociedad Cubana de Higiene y Epidemiología, tras 16 meses de trabajo, la palabra clave para lograr mayor efectividad en los pronósticos es trabajo colectivo.
“Contamos con el aporte de un grupo de profesionales en La Habana, y en otras provincias, donde participan epidemiólogos, matemáticos, geógrafos y otros especialistas en estos menesteres. Los territorios han creado sus propios modelos y eso nos sirve a nosotros para ajustar el tiro de lo que vemos desde acá”.
Los modelos probabilísticos y estadísticos, así como los dinámicos fueron la base de los pronósticos de la epidemia de la COVID-19 en Cuba, los cuales permiten estimar el número de casos activos cada día y el de pacientes recuperados.
La relevancia de todos estos modelos es que proyectan la cantidad de personas que pueden estar infectadas por la enfermedad, un indicador fundamental para el sistema de salud y que resulta básico para las decisiones gubernamentales en el enfrentamiento a la pandemia.
No obstante, Más Bermejo reconoció que la experiencia ha hecho que estos modelos tengan ajustes y mejores interpretaciones, atendiendo a dónde ocurren los focos de trasmisión. “Hemos tenido que hacer evaluación de los resultados de los modelos para mejorar la precisión de las proyecciones. A veces nos pasa, eventualmente, que en una provincia un aumento inesperado de casos ocurra en una institución cerrada, que tiene impacto limitado en la trasmisión comunitaria y los modelos reflejan este crecimiento, de ahí la importancia de la interpretación epidemiológica integrada”.
Este elemento también se ha de tener en cuenta en las proyecciones futuras, al introducir la variante “vacunación”, ya que Cuba presenta una situación muy favorable al producir, administrar y distribuir sus propios inmunógenos.
La curva se dispara, ¿qué pasa con las vacunas?
La llegada de las vacunas se convirtió en el gran rayo de esperanza durante 2021 para muchos ciudadanos, tras meses de altas cifras de fallecimientos, sucesivas olas de infecciones y confinamientos interminables por la covid-19.
Sin embargo, los más avezados conocedores advierten de que no se puede bajar la guardia: “aplicar la vacuna del coronavirus no es una carta blanca para ignorar las medidas de salud como el uso de mascarillas, el distanciamiento físico y el lavado de manos”, advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un elemento en el que coinciden los expertos cubanos y alertan ante la compleja situación epidemiológica que vive el país.
“Debemos recordar que las vacunas lo que disminuyen es la probabilidad de que el paciente llegue a estados graves y críticos de la enfermedad, pero no la transmisión y por tanto, vacunarnos no puede ser, para nada, un símbolo de desmovilización de las buena prácticas que conocemos”, asegura Más Bermejo.
Entre tanto, el decano de la Facultad de Matemática, el doctor Raúl Guinovart Díaz, apunta que en los inicios del proceso de vacunación no se detiene el crecimiento de los contagios, hay una especie de inercia hasta que se comience a frenar, debido a que los anticuerpos demoran un tiempo en alcanzar el nivel necesario.
“¿Cómo se hace para que ese tiempo sea más corto? Esto puede lograrse cuando se mantienen y cumplen medidas epidemiológicas y sanitarias, incluidas la limitación de la movilidad de las personas, el impulso del teletrabajo y evitar las aglomeraciones. Con nosotros compite el verano porque aumenta el movimiento de las personas. La vacuna no frenará en seco la trasmisión”.
Por otro lado, el catedrático señala que como consecuencia de los procesos de vacunación, las personas tienden a pensar que el problema está más próximo a resolverse y asumen una actitud más relajada.
Como demuestran las experiencias internacionales, los procesos de vacunación han venido acompañados de cierres temporales para cortar las “olas de contagio”, luego se alternan con pequeñas desescaladas “y así se va tanteando” hasta llegar a un punto “de no retorno” con la enfermedad.
Para llegar a ese punto, señalan los especialistas, se deben tener en cuenta dos elementos fundamentales. El nivel de inmunizados por haber padecido ya la enfermedad, y la velocidad de vacunación con que se logre avanzar en cada país.
“El nivel de infectados en Cuba ha sido muy bajo. A diferencia de otros países, donde, por ejemplo, la cifra de inmunizados ronda en el 10%; hasta la fecha Cuba solo reporta aproximadamente un 1,4%. En el caso de La Habana es el 3,4%”.
Este elemento es clave a la hora de lograr la llamada inmunidad de rebaño. La mayoría de los expertos hablaba de llegar a un 60%-70% de población inmune, bien por padecimiento o por vacunación.
“¿Por qué te decimos esto? Porque a diferencia de otras naciones con elevadas cifras de contagio en comparación con su población bruta, Cuba tendría que vacunar más para llegar a ese umbral. Mientras que un país que tiene el 10% de población infectada, vacunando el 60% puede lograr esa inmunidad, Cuba deberá llegar prácticamente al 70% para hacerlo”.
El segundo elemento mencionado (velocidad) por los expertos guarda relación intrínseca con el anterior.
Desde diciembre va creciendo el porcentaje de personas en el mundo que han sido vacunadas contra la COVID-19. Según datos ofrecidos por un portal de la Universidad de Oxford, que es referente, a nivel internacional hasta el 21 de junio, un promedio de 22.05 de cada 100 habitantes han recibido, al menos, una dosis.
En Cuba, que empezó recientemente este proceso de intervención sanitaria, un promedio de 20.11 de cada 100 habitantes han recibido al menos una dosis.
“En el caso de nuestro país, el bloqueo afecta que la vacunación se aplique más aceleradamente, porque restringe la disponibilidad de equipamiento, materiales e insumos. Hoy lo que tenemos son candidatos, que por la eficacia reportada por los promotores pueden ser considerada vacunas”, añadió Guinovart.
No obstante, el científico advierte que aunque las vacunas son “la varita mágica”, no resuelven los problemas de inmediato.
“A nivel internacional, la tendencia es a disminuir los casos, sobre todo los críticos y graves. Que disminuyan los casos te permite que disminuyan las muertes porque los sistemas sanitarios se van descongestionando. Pero las vacunas, y esto es muy importante, tardan un tiempo en hacer efecto. No es poner el pinchazo y ya. Si te expones al virus un día o una semana después de inyectarte, sigues vulnerable a la infección y puedes transmitir el virus a otras personas”.
La curva en el corto plazo
Los pronósticos para Cuba, a corto plazo, según apuntó el Decano de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, son desfavorables.
La Habana ha mantenido una situación sostenida de descenso de la incidencia de la enfermedad.
Lo que se pronostica para la capital, dijo, es que tal disminución continúe. Es algo que debe mantenerse en el tiempo, especialmente potenciado por la intervención sanitaria con los candidatos vacunales.
Según explicó recientemente en el Grupo Temporal de trabajo de la capital, a finales de julio y principios de agosto, de seguirse cumpliendo las medidas restrictivas, acompañadas de la intervención sanitaria, pudiera lograrse determinado control de la pandemia, “mientras arribaríamos a una situación mucho más favorable para los últimos días de agosto y principios de septiembre. Siempre recordando que, para ello, es imprescindible el acatamiento de las medidas restrictivas”.
En cuanto a las demás provincias, el escenario epidemiológico “se ha complicado tremendamente”, enunció el experto, quien ejemplificó que en Pinar del Río han crecido las cifras de casos confirmados diariamente (y así seguirá siendo en lo inmediato); en Matanzas y en Camagüey las circunstancias siguen siendo desfavorables; y en Granma, aunque “la situación es de estabilidad”, todavía los números no descienden como se desea y es necesario.
En la provincia de Santiago de Cuba, acotó el matemático, el panorama epidemiológico sigue siendo adverso y las cifras de contagio aumentan; al tiempo que Guantánamo, territorio en el cual se había registrado cierto control meses atrás, ha vuelto a retroceder.
“Insistimos, una y otra vez, que la vacunación por sí sola no resolverá nuestros problemas. Esta debe estar acompañada con disciplina y un fuerte rigor en las medidas ya anunciadas por el gobierno para el enfrentamiento a la pandemia. De todos depende de que aplanemos la curva definitivamente”, concluyó Más Bermejo.