Las cuestiones discutidas en las tesis tocan muy de cerca puntos esenciales del proceso ideológico y político de nuestra Revolución, pero las decisiones que aquí se han tomado, aunque expresan —como señaló el compañero Lázaro Peña en su informe— el criterio de la dirección política del país y el criterio de nuestros trabajadores, no fueron establecidas en virtud de una decisión del Partido, sino que han sido ampliamente discutidas en el seno de nuestros trabajadores. No se impone un punto de vista; se discute con los trabajadores. No se adoptan medidas por decreto, no importa cuán justas o cuán acertadas puedan ser determinadas medidas. Las decisiones fundamentales que afectan a la vida de nuestro pueblo, tienen que ser discutidas con el pueblo y esencialmente con los trabajadores (APLAUSOS).
Uno de los puntos esenciales contenidos en las tesis era ese punto, ese principio: "De cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo". Esta es una cuestión esencial en la construcción del socialismo, y nuestros obreros revolucionarios y socialistas así lo comprendieron. Y al discutir ese principio, hemos estado discutiendo un principio esencial y clave en la ideología revolucionaria. Que cada cual aporte según su capacidad, que cada cual reciba según su trabajo, es un principio, una ley inexorable de la construcción del socialismo.
Cuando aprendemos a conocer profundamente ese principio, penetramos en las profundidades del pensamiento político, penetramos en las profundidades del pensamiento revolucionario y aprendemos a distinguirlo de otro principio, el principio de la sociedad comunista, establecida por Carlos Marx: "De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades". Esto es lo que distingue precisamente la fase socialista de la fase comunista del proceso revolucionario.
Naturalmente que desde el triunfo de la Revolución se adoptan medidas y se aplican principios que tienen cierto carácter comunista. Hay ciertos servicios a los cuales se hace acreedor todo el pueblo, hay ciertos servicios que se aplican según el principio de la necesidad. Por ejemplo, la salud pública es un servicio que se brinda a todo el pueblo, que se brinda por igual a todos los trabajadores, independientemente de su trabajo y de su capacidad; es un servicio que se brinda a todos los ciudadanos.
Otro ejemplo: la educación. Nuestro país se esfuerza por brindar la más esmerada educación a todos los niños, independientemente de la familia, independientemente de los ingresos, independientemente de la capacidad de trabajo de sus padres.
Hay muchos servicios que la Revolución brinda a todo el pueblo. Pero en la distribución del ingreso de cada trabajador no se puede aplicar ese principio; es necesario aplicar el principio socialista.
Aplicar principios igualitaristas en la ejecución del mismo trabajo —porque lógicamente en todos estos años han existido salarios de acuerdo con la producción, como en los cortes de caña, o los salarios en dependencia de la calidad del trabajo— con independencia del esfuerzo productivo, es un principio igualitarista que debemos saber corregir.
Pero Marx no olvidaba que el socialismo comenzaba a construirse a partir de la sociedad capitalista y sobre las ruinas de la sociedad capitalista.
Hay muchos ejemplos que nos demuestran que todavía no estamos preparados para vivir en el comunismo, aparte de que para vivir en el comunismo no solo se necesita una conciencia comunista, sino que las riquezas broten del trabajo del hombre abundantemente. Es necesario el desarrollo de las fuerzas productivas.
Y traigo el tema porque este problema de la electricidad es un problema desagradable que tendremos que abordar; un problema impopular, pero un problema que tenemos que abordar (APLAUSOS), puesto que hicimos la gran rebaja a la Electric Company (ya yo no recuerdo muy bien cómo se llamaba), al "pulpo eléctrico", el "pulpo eléctrico" tenía una tarifa para promover el gasto: los primeros kilowatts los cobraba más caros, y mientras más se gastaba, más barato; y nosotros, con nuestra inexperiencia revolucionaria o, digamos nuestra imprevisión revolucionaria, rebajamos las tarifas que tenía aquel "pulpo eléctrico" a la mitad, todas, y dejamos el mismo sistema que promovía el gasto.
Y digo imprevisión, porque teníamos que haber pensado en el día en que el sistema eléctrico no fuera propiedad de ningún "pulpo", sino propiedad del pueblo. Luego el "pulpo" pasó a propiedad del pueblo, y es el pueblo el que tiene que pagar las consecuencias de cualquier despilfarro de la electricidad.
Las inversiones que hay que hacer cada vez son mayores. Este país es un país pobre en energías, porque no tiene energía hidroeléctrica ninguna —una isla larga y estrecha que no tiene grandes ríos—, no tiene carbón, no ha aparecido todavía el petróleo, y ni siquiera madera quedaba en nuestros bosques. Hay que traer el combustible de 10 000 kilómetros, cruzar los océanos; invertir cientos de millones de pesos en las plantas generadoras de energía eléctrica y en los sistemas de trasmisión de electricidad. El petróleo vale hoy tres veces más en el mercado mundial de lo que valía antes del triunfo de la Revolución; y nosotros tenemos en la electricidad los precios de antes reducidos a la mitad, y con un sistema que alienta el gasto.
Y, en fin, lo digo muy seriamente y muy sinceramente, una de las tareas que tendrá que abordar el Gobierno en el próximo año es un estudio de las tarifas eléctricas, y no con ánimo de recaudar —lo repito— sino con ánimo de ahorrar electricidad.
Pero cuando hablo de ahorrar electricidad, los primeros responsables del despilfarro de electricidad son esencialmente los centros de producción, y es esencialmente la administración (APLAUSOS). Una gran parte de los despilfarros de electricidad corren a cargo de las administraciones y de las despreocupaciones en la cuestión del ahorro de la energía eléctrica.
Y desde luego, nosotros consideramos que uno de los índices de la eficiencia de cualquier fábrica, de cualquier industria, es la cuestión del ahorro de la electricidad; y de cualquier centro de servicios, y de cualquier escuela.
Y desde luego, tenemos esperanzas de que los trabajadores libren la batalla —entre otros muchos índices— por el ahorro de la electricidad en los centros de trabajo (APLAUSOS).
Uno de los problemas importantes es el acomodo de carga (APLAUSOS). Es decir, ciertos gastos eléctricos hacerlos en las horas que son las de más bajo consumo, y evitarlos en las horas de máximo consumo eléctrico, para evitarnos los apagones. Puedo citar un ejemplo: unas máquinas de bombear para la irrigación, que pueden trabajar 12, 14, 16 horas, esas máquinas hay que tratar de usarlas en las horas del día, evitar usarlas entre las 7:00 y las 9:00, entre las 7:00 y las 10:00 de la noche. De lo contrario, no se sabe lo que cuesta. Incluso los países industrializados, con grandes recursos energéticos, tienen problemas a las horas del máximo consumo. Y es imprescindible que en todos los centros de trabajo, en todos los centros de servicios, se aplique el principio del acomodo de carga, para que todas aquellas actividades que puedan ser realizadas en determinadas horas se realicen en aquellas horas, y todas las actividades que no es imprescindible realizar en esas horas de máxima demanda, evitar el empleo y el gasto de la energía en esas horas.
Recientemente el país tuvo que hacer un gasto extra en adquisición de determinadas plantas, llamadas "plantas pico". Casi 20 000 000 de dólares se gastó el país para tener esas máquinas disponibles en el momento de máxima demanda, en tanto maduran las inversiones que se están realizando con relación al problema eléctrico, las plantas que se hacen en La Habana y las plantas que se están construyendo en Mariel. El país tiene un importante programa de inversiones eléctricas. La cantidad de electricidad que se genera es tres veces mayor que antes de la Revolución, y el sistema eléctrico se está ampliando considerablemente. Pero no basta ampliar y ampliar y gastar y gastar combustible; tenemos que tener una línea de ahorro de la energía, de ahorro del combustible.
Y el gasto principal de combustible que el país tiene, lo tiene en la producción de energía eléctrica. Claro que nuestros centrales azucareros consumen, nuestras plantas de cemento consumen, nuestra industria consume, nuestros barcos mercantes consumen, nuestra flota pesquera, nuestro transporte, en fin, todo lo que se mueve en el país se mueve con combustible. Por eso el índice de ahorro de combustible en todas las industrias es una cuestión esencial.
El mundo tiene un problema creciente con el combustible, independientemente de esta situación provocada por las agresiones imperialistas en el Cercano Oriente; las perspectivas futuras se muestran inciertas, y el mundo se enfrenta a un problema cada vez mayor con los combustibles. La tonelada de petróleo está casi a 50 pesos en el Mercado Mundial; las proyecciones y los cálculos son que antes de 1980 estará alrededor de 80 ó 90 dólares la tonelada y que el mundo se enfrentará a dificultades crecientes con los combustibles.
Este es un ejemplo más de cómo nosotros debemos desarrollar una política de ahorro en todos los sentidos, y esencialmente en el combustible, y donde el movimiento obrero nos puede dar una extraordinaria ayuda en dondequiera que se esté despilfarrando el combustible, sea una granja, sea una fábrica, sea cualquier punto.
Y estas son realidades con las que nuestros trabajadores tienen que enfrentarse.
Pero el análisis de un sinnúmero de hechos demuestra claramente que todavía nuestra sociedad, nuestro pueblo no tiene una cultura para vivir en el comunismo, aparte de no tener una economía suficientemente desarrollada para vivir en el comunismo, y que nosotros realistamente, muy realistamente, tenemos que aplicar las fórmulas que corresponden a esta fase de nuestra Revolución, y aplicarlas en todos los sentidos; no solo en la distribución, no solo en los salarios, sino también en la administración, todas las fórmulas que corresponden a la fase socialista de la Revolución (APLAUSOS).
Y si hemos cometido errores de cualquier tipo, saberlos rectificar (APLAUSOS).
Porque, desde luego, el Congreso obrero no es más que un primer paso. Ustedes han hablado mucho y se han preocupado mucho por el principio de producir más con mejor calidad y a menor costo. Eso es lo que han dicho los obreros. Y ahora eso mismo es lo que tiene que decir la administración, todo el aparato económico de la Revolución (APLAUSOS). ¡Producir más, mejor y con menos costo, y adoptar todas las medidas pertinentes para ello!
¿Pero acaso estas medidas o estas sugerencias se han hecho con espíritu economicista? ¡No! Y quizás lo más interesante, lo más extraordinario del comportamiento de nuestros trabajadores, y prueba de su conciencia, es que en este proceso del Congreso no ha habido ni un ápice de espíritu economicista (APLAUSOS).
El economicismo es un vicio sembrado en el seno de los trabajadores por los burgueses y por los capitalistas. El economicismo sería indigno de una clase obrera revolucionaria que piensa en hoy, pero que tiene el deber más sagrado todavía de pensar en el mañana; que piensa en la generación presente, pero que piensa más todavía en las generaciones futuras (APLAUSOS).
No ha sido el economicismo lo que ha inspirado las sugerencias de las tesis, sino la real preocupación por el ahorro, por la producción, por la productividad, por la disciplina del trabajo. Y ahí ha estado presente en todo instante el punto de vista de que se debe tratar de cumplir con los planes sin horas extra.
Ese espíritu altruista, ese espíritu solidario, esa profunda preocupación por el interés colectivo y por los intereses de la clase obrera y del pueblo en su conjunto, se han manifestado en otros aspectos y en otros puntos de las tesis; porque diversos puntos entrañaron sacrificios concretos en el orden económico.
Y, lógicamente, la remuneración tiene que estar asociada con la calidad y la cantidad del trabajo que la persona está desempeñando. Si está desempeñando un cargo responsable, importante, debe tener una remuneración mayor. Si después, por su falta de aptitud para ese cargo, por errores o por fallos no puede seguir en ese cargo, tampoco puede seguir con el salario (APLAUSOS). Ese es un principio esencial.
Ahí tenemos otro problema arduo, puesto que un día se estableció la estabilización salarial en la industria azucarera, y un trabajador representante del sindicato de "Cuba Libre" dijo aquí con mucha claridad que en el capitalismo 200 trabajadores realizaban las tareas de reparación del central, y que ahora, en virtud de la estabilización, hay creo que dijo 702 trabajadores o 708. Nosotros, porque teníamos aquí muchos visitantes, no quisimos preguntar, porque nos daba pena (RISAS).
Pero me pasó por la mente la cuestión de que si nosotros les preguntábamos a muchos representantes de los trabajadores de los centrales azucareros cuantos obreros operaban el central en el capitalismo y cuántos lo operaban ahora, se habría podido demostrar que nosotros utilizamos mucha más fuerza de trabajo de la que utilizaban los capitalistas, para manejar los centrales con menos eficiencia de la que lo manejaban los capitalistas (APLAUSOS).
Y eso no les quita nada de revolucionarios a nuestros trabajadores. No tienen la culpa nuestros trabajadores. La culpa la tenemos nosotros (EXCLAMACIONES DE: "¡Todos!"), porque no hemos sido capaces de desarrollar la eficiencia administrativa para que por lo menos sea igual a la de los capitalistas.
Claro que la industria azucarera nuestra tiene una gran desgracia, y es una desgracia para el país que su principal industria sea una industria cíclica. Y esto, naturalmente, crea problemas muy serios, desde el momento en que las industrias esas trabajan la mitad del año, y la Revolución también tiene deberes sagrados con los trabajadores, como es encontrarles empleo a todos los trabajadores, y empleo lo más estable posible.
Nosotros tenemos que pensar cómo les encontramos un empleo estable a los trabajadores de los centrales azucareros. Aspiramos a que incluso cada central se convierta en uno complejo agroindustrial, en que en el período de tiempo muerto se repare no solo el central sino que se reparen todas las maquinarias, todos los sistemas de riego, todos los equipos; en fin, buscar una actividad. Pero realmente resulta antieconómico a todas luces que el central que se reparaba con 200 obreros tenga ahora 700 obreros estabilizados en ese período. El compañero dijo que 400 eran suficientes. El no explicó muy bien por qué 400, pero dijo 400 con toda honradez.
No medidas que implique desamparo para ningún trabajador. ¡La Revolución no dejará desamparado jamás, jamás dejará abandonado a su suerte a un solo trabajador en este país! (APLAUSOS) Pero busquemos fórmulas, elaboremos fórmulas, busquemos soluciones que sean no solo justas, no solo humanas, sino también económicas. Y que nosotros no adoptemos la línea del menor esfuerzo, de la solución más fácil, aunque resulte excesivamente gravosa para el país.
También algunos de estos problemas son resultado del subdesarrollo. En la medida en que nosotros desarrollemos nuevas industrias en los centrales, en la medida en que se revolucione la agricultura, en la medida en que se combinen la agricultura y la industria alrededor de todos los centrales azucareros, tendremos más posibilidades de trabajo y tendremos más soluciones para este tipo de problemas.
Pero de todas formas hay que preocuparse seriamente por esa cuestión.
Este último punto pienso que ustedes lo han comprendido perfectamente bien, pero voy a añadir algunas palabras. Se trata de que con las normas en cierto modo estamos agarrados en una trampa, porque algunas normas son muy elementales, algunas están más ajustadas y otras están más desajustadas. Y lógicamente aquí la contradicción surgía porque si se demuestra que la norma es baja y se sobrecumple, el resultado podrá ser que elevaran la norma.
Ahora mismo, ustedes en la resolución plantearon una idea: la cuestión del perfeccionamiento de las normas. Hay que ver con qué criterio van a empezar a aplicar la cuestión de la norma, del salario ajustado a la norma, y a qué norma lo van a ajustar. Porque ustedes saben que hay algunas normas que están bajas, indiscutiblemente, y tendrán los dirigentes obreros que calcular con toda honestidad si la aplicación de algunos de estos principios no se puede traducir en un incremento de salarios sin ningún incremento de producción. Pero de todas formas, nosotros pensamos que las normas que están de una forma o de otra, están, y por mucho que ustedes las perfeccionen van a seguir estando; y que cuando se hagan normas técnicas de verdad, lógicamente la productividad se va a elevar. Pero pensamos que aquellos centros de trabajo donde se empezaran a aplicar normas técnicas y donde, como resultado de normas verdaderamente técnicas y científicas, se aumente la productividad, se aplicara una escala de salarios diferente a los centros de trabajo donde se aplican normas elementales. Ese es el principio. ¿Ustedes han comprendido? (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!")
Hay una cuestión sin la cual ninguno de los acuerdos que hemos adoptado en el Congreso tendría posibilidad práctica. De nada valdría la cuestión del principio de darle a cada cual según su trabajo, pagar horas extra, o un doble turno, o revisar cualquier escala, si no mantenemos un equilibrio financiero. Incluso, la aplicación de estímulos materiales no tiene validez, no tiene vigencia en una situación de inflación desmedida.
Y el hombre en el capitalismo, cuando tiene una motivación, en lo primero que piensa es en la supervivencia, en la salud, en los hijos; en el terror de verse sin un centavo en el bolsillo cuando tiene un familiar, un ser querido enfermo, en todos esos terrores de los cuales se alimenta la disciplina del trabajo capitalista. Es decir, son las condiciones infrahumanas de vida y de trabajo en el capitalismo lo que impele a la disciplina laboral.
En el socialismo no existen esos resortes, en el socialismo no existen esas motivaciones, en el socialismo el dinero no se hace indispensable para todas esas cosas. Ya cosas importantes, cosas que les interesan desde luego a los trabajadores, los problemas más vitales han desaparecido, están resueltos por toda la sociedad.
Es por eso que el aporte de la conciencia de los trabajadores, la cultura política de los trabajadores y la actitud de los trabajadores se convierte en un elemento insustituible en el socialismo, puesto que ya las motivaciones del trabajador son otras.
Desde luego, en el socialismo se produce la identificación total del hombre con los medios de producción, la identificación total del hombre con las riquezas del país, la identificación total del hombre con el destino de su país, con el proceso político de su país, con los problemas políticos de su país. Es decir, el trabajador pasa a ser el dueño de las riquezas y pasa a regir los destinos de su patria.
Pero los factores morales, los factores de conciencia, los factores culturales, son insustituibles en el socialismo.
No debemos pensar ni por un minuto que vamos a resolver con dinero los problemas que solo la conciencia puede resolver. Debemos usar los estímulos materiales inteligentemente y combinarlos con los estímulos morales (APLAUSOS), pero no creer por un instante que ya al hombre de hoy, al hombre socialista, lo vamos a manejar en virtud de estímulos exclusivamente materiales, porque los estímulos materiales ya no tienen la vigencia que tienen en el capitalismo en que todo se resuelve, la vida y la muerte, con el dinero que se tenga en el bolsillo.
Desde el año 1971 ha habido un proceso de desinflación, de disminución del dinero circulante. Es decir que éramos millonarios en 1971, y ahora somos menos millonarios. Claro, la economía ha ido creciendo. En 1971 creció un 5%, en 1972 creció un 9%, en 1973, hasta ahora, ha crecido un 13%. El total acumulado es un 30% en estos tres años.
Claro, uno de los sectores que más ha impulsado el crecimiento económico ha sido el sector de la construcción (APLAUSOS). Y desde luego, nosotros tenemos que proponernos en los años futuros crecimientos modestos pero seguros.
Cuando la conmemoración del XX Aniversario, decíamos alrededor del 6% por año. Seis por ciento por año equivale a duplicar toda la producción en 11 años. No es un ritmo despreciable. No es una cosa sensacional. Pero si podemos superar estos ritmos, superarlos, pero planificar muy realistamente. Y por eso nosotros decimos un crecimiento promedio de un 6% por año en los próximos 10 años.
En estos años han aumentado los salarios; al menos lo que se paga en salarios. En 1967 se pagaban 2 773 millones en salarios; en 1970, 3 111; en 1971, 3 187; 1972, 3 367; y en 1973 se calculan 3 690 millones en salarios. A pesar de que el fondo salarial es mayor, sin embargo se ha producido desemisión. Les explicaré luego esto. Quiero primero añadir que la seguridad social se eleva a 547 millones, porque la seguridad social crece por año aun con 1 100.
Pagos a campesinos por compras a producciones agropecuarias, 240 millones; otros pagos a la población: porteadores privados, estipendios a estudiantes, etcétera, 273, que hacen un total de ingresos de la población ascendente a 4 750 millones de pesos.
Eso es lo que en 1973 recibe en dinero la población.
El fondo de salarios ha crecido desde 1967 en unos 900 millones. A pesar de eso, el dinero en poder de la población ha disminuido, porque la población ha estado gastando más de lo que ha recibido en estos años. Este proceso comenzó en 1971. En el segundo semestre se recogieron 150 millones...
Esto se ha logrado, como ustedes saben, mediante dos fórmulas: una, aumento de bienes a distribuir a la población; y dos, aumento de precios de algunos artículos no esenciales. Cuando digo no esenciales no quiero decir que no nos gusten (RISAS). Digo simplemente no esenciales. No fue la leche, no fue el pan, no fueron los alimentos. Fueron los cigarros, la bebida. En fin, pero la gente nadaba en dinero. Y ya se empiezan a observar los efectos de esa disminución progresiva del dinero.
Formar una maestra cuesta, ¡cuesta bastante...! Formar una enfermera cuesta, ¡cuesta bastante...! Los años que hay que estar desde la primaria y la secundaria... Y una mujer calificada. Y la falta que nos hacen los maestros.
No queremos un ejército de reserva laboral. Eso está bien claro. ¡Jamás la Revolución acudirá a tales procedimientos, porque son procedimientos capitalistas! (APLAUSOS)
Pero de todas maneras tenemos que vivir, tenemos que satisfacer nuestras necesidades materiales, tenemos que marchar hacia adelante, tenemos que vencer el subdesarrollo, tenemos que vencer la pobreza. Y, por lo tanto, es necesario ser realista, comprender todo esto, saber qué medidas se aplican, por qué se aplican, qué es bueno y qué es malo para la economía, y por qué es bueno y por qué es malo, cuántos somos y cuánto tenemos de revolucionarios, cuántos somos y cuánto tenemos de comunistas, ¡y todo lo que nos falta todavía de revolucionarios y de comunistas! (APLAUSOS)
Bien. En la actualidad en la calle hay 2 248 millones. Ha disminuido. Un poco menos, y estaremos dentro de los que se consideran —según los técnicos— límites normales de dinero en circulación. Es una gran cosa llegar a los límites normales, y un avance sin duda. Y sin esos límites normales, no tendrían vigencia práctica en el orden económico ninguno de los acuerdos que ustedes han tomado, los acuerdos de orden económico. No funcionarían, no tendrían virtualidad.
De ahí un principio muy importante: el balance financiero. Que exista en poder de la población una cantidad de dinero que no exceda los límites normales; que el balance entre lo que se paga de salarios y el total de bienes y servicios a disposición de la población sea equilibrado.
Por aquí está también una lista de en qué gasta la población. Digamos: Reforma Urbana es poco, son 60 millones; cine y teatro, 46; electricidad y gas, 70. No son renglones grandes. Esos no son elementos recaudatorios.
Hay estadística incluso hasta de lo que se gasta en peluquería, en barbería, en transporte —los que pagan (RISAS).
¿Qué significa esto? Significa que tenemos que tener un gran cuidado en la instrumentación de todos estos acuerdos. ¿Qué significa un gran cuidado? Empezar a estudiar los centros de producción, y empezar a aplicar estos acuerdos allí donde todo incremento salarial vaya a estar acompañado de un incremento de la producción material, para ampliar la producción material que responda a los incrementos de salarios.
Claro, hay producciones materiales que no se traducen de inmediato, que se pueden traducir en incremento de salarios y no en incremento de bienes disponibles para la población; digamos, una termoeléctrica se está construyendo dos años, no significa de inmediato un ingreso material. Puede haber un incremento de salarios en las construcciones; hay construcciones que no se traducen de inmediato en un incremento de bienes disponibles a la población.
Pero, en fin, no se pueden aplicar ninguna de estas medidas sino progresivamente, y cuidadosamente, comenzando por todos aquellos centros de trabajo donde la fuerza de trabajo es lo fundamental, donde el incremento de salarios se traduce de inmediato en un incremento de bienes disponibles a la población. Y llevar un balance muy cuidadoso, discutiendo esto con los dirigentes obreros, cada una de estas medidas, y sus consecuencias económicas, para evitar que los acuerdos —que pueden ser un instrumento formidable para elevar la eficiencia económica— se nos puedan convertir en un nuevo proceso inflacionario, donde los salarios, y los ingresos de salarios o el gasto en salarios no esté en correspondencia con la producción de bienes materiales. Y, sobre todo, cuidar el balance financiero.
De todas formas, hay un incremento en la producción material, desde luego; pero lo que no podemos es hacer un incremento de salarios por encima de la producción material. Porque, además, el país tiene que hacer fuertes inversiones en desarrollo. Eso es muy importante.
Claro, se dice: hay mucho más dinero, vamos a traer más bienes de importación. Eso depende, en primer lugar, de nuestras exportaciones. Pero en algunos artículos: los frijoles, precio en el año 1969 por tonelada, 121,5 pesos; precio de los frijoles que hay que comprar para 1974, 574 pesos la tonelada. Maíz, mercado capitalista, precio de 1969, 58,08; precio para 1974, 131,55 la tonelada. Trigo, año 1969, 71,76; año 1974, 159,45. Arroz consumo, en el año 1970 llegó a estar hasta a 90 dólares la tonelada; precio para 1974, 400 pesos.
Aceite vegetal, 228,51 en el año 1969; precio para 1974, 329,22. Leche en polvo, año 1969,128 pesos; año 1974, 603 pesos. Harina vegetal, año 1969, 93,60; año 1974, 191. Harina de pescado, año 1969, 129,80; año 1974, 386,2. Roca fosfórica —una materia prima—, año 1969, 22 pesos; año 1974, 50.
Fertilizante nitrogenado, urea, año 1969, 80,13; año 1974, 141. Superfosfato triple, año 1969, 67,57; año 1974,120. Tejido de rayón, en miles de metros cuadrados, precio de 1969, 643,13; año 1974, 964,69. Tejido de lana, año 1969, 871,23; año 1974, 1306,70. Hilo de algodón, en miles de metros lineales, año 1969, 227,52; año 1974, 379,98.
Hilaza de acetato en toneladas, año 1969,1314; año 1974, 2 284. Hilaza de nylon, año 1969, 2 570; año 1974, 4 155,77. Hilaza acrílica, año 1969, 2 360; año 1974, 4 738. Y siguen los productos por el estilo.
¿Qué significa esto? Hay un proceso de inflación mundial; algunas materias primas fundamentales, como el petróleo, se están poniendo muy caras, y la industria química tiene un peso muy grande en la economía mundial. Hay en general una fuerte escasez de alimentos en el mundo. Muchos de estos productos incluso no se consiguen, independientemente del precio que tengan, y muchos de esos renglones —como harina vegetal, harina de pescado o leche en polvo, todos esos productos, pero sobre todo las materias primas para los piensos— se han encarecido extraordinariamente; sin embargo, se mantienen las producciones de huevos, se mantienen los huevos al precio que han tenido todos estos años, se mantiene la leche a la población, a los niños, al precio que ha tenido todos estos años. Lógicamente, la economía tiene que hacer frente a todos esos incrementos de costo.
Si se comparan los precios de los productos actualmente, de las importaciones, con el precio obtenido por el azúcar, de acuerdo con los límites del Mercado Mundial, era el equivalente a disponer el azúcar a tres centavos; incluso fue difícil llegar a un acuerdo en el convenio azucarero, porque los países importadores querían poner topes a los precios azucareros, que eran inaceptables. Había que aceptarle un tope a los precios del azúcar, y después salir a comprar todas estas materias primas y productos con esos precios fabulosos que tienen. Por lo tanto, no hubo convenio.
De modo que es una situación objetivamente complicada, no de una situación fácil. Por eso no se puede decir que con importaciones resolvemos traer productos para balancear cualquier incremento de salarios que se produzca. Es decir que hay limitantes objetivos, que deben tenerlos muy en cuenta.
Pero estos datos que les hemos ofrecido a ustedes nos vienen a enfatizar más todavía la necesidad de buscar a toda costa la eficiencia económica, vienen a fortalecer todos los criterios y todos los puntos de vista que ustedes han analizado a lo largo de este proceso, y la aplicación del principio de buscar más producción y más calidad a menos costo.
En la batalla por producir más con mejor calidad a menor costo, todos estos hechos resaltan la importancia del trabajo económico en general, y muy especialmente del trabajo agrícola; la importancia del trabajo en los planes cañeros, en los planes ganaderos, en los planes arroceros; la enorme importancia que tiene el trabajo del Sindicato Agrícola, tanto en la tarea de los ahorros como en los incrementos de la producción.
De todas formas, no debemos desalentarnos. Se están realizando importantes inversiones para ampliar la base material de las construcciones para tener más cabillas, más cemento, más piedra, más arena, más materiales de todo tipo. Y llegará el momento en que podamos darle un nuevo y más grandioso impulso a las construcciones con las microbrigadas, para resolver el problema de las viviendas (APLAUSOS).
Claro está que el día que tengamos mucha más productividad en la construcción y liberemos fuerza de trabajo, podemos tener también brigadas estatales construyendo viviendas para esos casos o casos similares, como tenemos brigadas construyendo para técnicos. Porque vienen los técnicos, y lo menos que podemos hacer es darles una vivienda.
Y en el futuro, con el prefabricado, con la elevación de la productividad, no solo deberemos trabajar en la vivienda con microbrigadas, sino que tendremos que tener brigadas estatales también, contribuyendo a resolver el problema de la vivienda sobre todo para aquellos sectores que no tienen la posibilidad de acogerse al plan de microbrigadas por las características y la naturaleza de su fuerza de trabajo.
Ya se está trabajando en la elaboración del plan 1976-80, que será el primer plan quinquenal de la Revolución (APLAUSOS), plan que a grandes rasgos será aprobado por el Primer Congreso de nuestro Partido en 1975 (APLAUSOS). Y este plan será inevitablemente un plan tenso, un plan fuerte, que garantice el avance del país en los próximos años, y que requerirá el máximo esfuerzo de todo nuestro pueblo.
Nosotros esperamos que en la elaboración de ese plan participen los dirigentes obreros, y en el análisis y discusión de ese plan participen todos nuestros trabajadores (APLAUSOS).
La batalla económica es fundamental. Y esa batalla solo se podrá ganar con la máxima participación de nuestras masas trabajadoras.
Será necesario fortalecer también la autoridad de la administración. Otras de las virtudes que tuvo este proceso obrero es que —como decía Lázaro— no se evidenció ningún espíritu antiadministrativo. Esperamos las más estrechas relaciones de cooperación y de trabajo entre ambos representantes de nuestro pueblo: ustedes, representantes de los trabajadores, que con sus manos crean las riquezas; y los administradores representantes del Estado socialista (APLAUSOS), representantes de la administración socialista.
Hemos fortalecido la contrapartida de la administración (APLAUSOS). ¡Hay que fortalecer ahora a la administración! (APLAUSOS)