Al cierre de julio de 2019 en Ciego de Ávila se exportaban 23 productos, y aunque tales números definen una realidad —no exenta de esfuerzos, desenfoques y proyecciones—, nuestra balanza comercial sigue mal inclinada. Todavía necesita mirarse más hacia adentro que hacia afuera, por paradójico que parezca.
El último informe sobre las exportaciones contiene una caprichosa coincidencia que, mal interpretada, podría hasta cambiarle el título a este reportaje. Si cuentas los productos que se han exportado este año, al concluir junio, la suma da 23: curiosamente, es la misma cifra que Invasor reportara hace 40 años cuando, en la portada de su primera edición de 1979, el Comité Estatal de Estadísticas del territorio hablara de esponjas de mar, piel de tiburón, conchas, naranjas, limón, cera, miel, camarón, tabaco, ron, papa, levadura torula, plasma…, un listado que enmudecería a cualquiera.
¿Larguísimo camino?, se preguntaría entonces el más acérrimo de los lectores ante un listado que hoy ha variado en rubros e incluye hasta la tenca y las aves de los ornitólogos, pero sigue sin experimentar saltos en las cantidades.
Sin embargo, la comparación a priori, número contra número, sería injusta, no solo porque los millones ingresados, las exigencias del mercado y el contexto han variado, sino porque el éxito de las exportaciones no se circunscribe a la diversificación, por más que las proyecciones hablen de exportar boniato y malanga salidos de tierras avileñas.
Por eso Julián Verona Hernández, especialista del Ministerio de Comercio Exterior (MINCEX) en Ciego de Ávila, no juzga tan ligero el tema y concluye su entrevista recalcando que lo preocupante (amén de las cantidades) está en las oportunidades de negocios dejadas escapar y el engrase entre sectores y empresas, que todavía presenta brechas.
El delegado de la Agricultura y el director general de la Empresa Agroindustrial Ceballos destacan otro traspié y coinciden en por qué el despegue de las exportaciones no cubre hoy mayores expectativas: “Es el dinero. Todavía es poco lo que ganamos, pasamos de retener 0.17 centavos a 0.2475 por cada dólar que exportamos”, dice, con precisión de relojero, Wilber Bringas Fernández, al frente de Ceballos. Y Orlando Pérez Pedreira, el delegado, se atreve a fijar por encima de los 0.80 centavos las ganancias que necesitarían las empresas para que futuras inversiones se tradujeran en exportaciones sostenibles con alta competitividad en el mercado mundial.
No obstante, el informe que cifra en 169 millones 131 000.00 las divisas captadas al cierre del primer semestre del 2019 no se hace eco de la exportación de servicios que,
según declarara Vivian Herrera, directora general de comercio exterior del MINCEX, a nivel de país, representan alrededor del 80 por ciento de las ventas totales en el exterior.
Si bien Invasor no centra su reportaje en los servicios —debido al interés que despiertan las casi constantes noticias del
polo exportador avileño, al que se nuclearon varias empresas lideradas por la Agroindustrial Ceballos, la cual, desde noviembre de 2018, obtuvo el permiso definitivo para exportar de manera directa— no deja de ser relevante que 1 353 avileños prestaran servicios en 43 países al cierre del primer trimestre de 2019.
Quizás también porque los servicios médicos, por ejemplo, llevan años consolidados y resulta ya “trillado” el camino de las exportaciones en ese sector, es que las historias más sorprendentes (para bien y para mal) aparecieron en los bienes. Y si el contexto cubano al cierre del 2018 no hubiera sido tan tenso —
según declaró a Cubadebate José Luis Rodríguez, asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, en alusión al saldo negativo en el comercio de 1 187 millones de dólares (pues las importaciones crecieron y las exportaciones decrecieron)— no causarían tantas paradojas los desvíos en el larguísimo camino que debe recorrer un producto de Cuba a España, digamos.
INCONS-CIENCIA
Una vez ese camino, de Cuba a España, se recorrió en sentido contrario y contrario a todos los sentidos, pues las tapitas de cristal para pomos, miles de ellas, fueron devueltas a España después de que el donativo llegara a nombre de una de las investigadoras del proyecto y le fuera imposible, a título personal, aceptar la donación en beneficio del centro de Bioplantas, adjunto a la Universidad de Ciego de Ávila. Entre papeleos, impedimentos y burocracia, el donativo terminó cruzando el Atlántico, de vuelta a la península y la institución encargada de la mejora genética y propagación de las plantas quedó sin opciones.
Ahora hacen el cuento y aclaran que eso es historia pasada, que no es necesario recordarla, pero los cálculos actuales del laboratorio no dejan opción: hoy necesitan 25 000 frascos y, por no poseerlos, en vez de obtener 300 000 plantas en un año, solo podrían entregar 120 000. Lo dice apenada Mariela Cid Ruiz, jefa del laboratorio de escalado y transferencia tecnológica, quien debe señalar dos veces el tipo de recipiente porque Invasor, simplemente, no puede creerlo.
Estos son los recipientes que no aparecen para completar la capacidad de Bioplantas. Foto: Nohema Díaz Muñoz
“¿De esos? En esos Ceballos ha vendido encurtidos y CIMEX vende espaguetis”, digo perpleja ante los potes que en otros lugares llaman charolas y, en Bioplantas, magentas. Son los mismos y, de tenerlos, podrían cultivarse el doble de las piñas MD-2 que llegan a Europa, por ejemplo: toma alrededor de un año que las yemitas de su corona se multipliquen en cientos de vitroplantas que luego serán plantas libres de plagas y con mejoras morfológicas; con la ausencia de tales frascos, el período se multiplica por dos.
Y si la Biofábrica, ubicada a menos de 100 metros del Centro de Bioplantas, pudiera intervenir en el proceso de multiplicación de la piña, la pérdida de tiempo se acortaría con los millones de posturas. “Hoy no lo hacemos por no contar con las tres casas de adaptación donde tendrían que permanecer seis meses, pues la piña necesita de muchos requisitos,” aclara la directora de la Biofábrica, Iris Yalina Hernández Rodríguez, quien hace un paréntesis no menos triste.
“Con las casas podríamos insertarnos en el cultivo de la piña. No obstante, aun teniéndolas, nuestras capacidades en los laboratorios están por debajo de la mitad. De las cuatro cámaras, solo usamos la mitad de una, por serios problemas con la climatización. De cuatro millones de vitroplantas, el plan este año es de 250 000, y solo entregaremos malanga y plátano.”
Esos dos cultivos también llevan el sello de la exportación.
El más reciente informe de la Agroindustrial Ceballos reportó 4 t de pulpa de plátano enviadas al extranjero al cierre de julio, mientras que Domingo Escalante Pérez, director de Comercio Exterior, precisaría a Invasor que hasta ahora esa es la vía encontrada para comercializar el plátano, pues hacerlo como fruta se ha vuelto imposible, debido, sobre todo, a la competencia del mercado en la región.
Para la malanga el camino se muestra mucho más incipiente en una provincia que se quedó hasta sin la semilla del tubérculo y hoy se siembra para obtener la simiente de los futuros productos. Según el delegado de la Agricultura, cerca del 30 por ciento de la cosecha es lo que, como promedio y atendiendo a la calidad de la vianda, debería exportarse. El resto se comercializaría en el país. El boniato del que se habla en proyecciones, todavía no está plantado.
Por ello, la necesidad imperiosa de recursos que minimiza el aporte científico de ambos centros (Biofábrica y Bioplantas) luce desviada dentro de un polo exportador cuyo camino está bien definido y deja rezagada a la ciencia.
No sucede así con el departamento de Sanidad Vegetal, integrado casi por obligación al polo avileño, teniendo en cuenta que los requisitos fitosanitarios de las áreas dedicadas a los fondos exportables precisan controles regulares que nadie se atrevería a violar. “Ahí está el prestigio del exportador, no podemos perder credibilidad”, aclara Domingo Alberto León Reyes, jefe de ese departamento, el cual ha registrado casi 400 hectáreas para la plantación de frutales, fundamentalmente.
Las tensiones, sin embargo, aumentan cuando las cosechas se acercan; sobre todo si de frutos frescos se trata. Y el mango ha sido un ejemplo para los desafortunados archivos. En mayo pasado la prensa nacional se hizo eco de la
exportación del fruto y de las 20 t que saldrían este año para Europa; dos meses después, las lluvias nos dejaron la
Antracnosis y las manchas impidieron que la variedad Super Haddem continuara enviándose. El dato más reciente de la dirección de Exportación de Ceballos reportó solo un total de 10.3 t enviadas.
Así lo contaban las redes sociales, sin vaticinar el pronto retiro del mercado
“Estamos hablando, incluso, de eliminar las plantaciones de guayaba que están cerca de esos mangos para evitar que las moscas fruteras vayan de una a otra y las afecten”, sostiene Domingo Alberto, quien no cesa de aclarar que en el mundo actual la exportación de frutos frescos es muy, muy complicada.
Ni siquiera la emblemática
MD-2, con un trecho recorrido en las lides exportables, quedó ajena a las complejidades, cuando un ácaro habitó sus lenticelas y el fruto fue retirado de La Habana, antes de partir. Aunque tales sucesos no han reaparecido en el 2019 y un engranado sistema (manual y tecnológico) asegura que la piña quede libre de esos ácaros, Jose Luis Quiñones, jefe de colectivo del beneficio en la UEB Producción de la Piña, señala que hoy su preocupación radica en algo tan simple como los cepillos. Los cepillos (“nos dicen que no hay”), producidos por la Empresa Cepil en esta provincia, allí lucen gastados y son parte del fregado al que los trabajadores someten el cítrico, manualmente.
Julio Valdés Acanda, especialista de calidad y quien chequea los embarques aéreos de Ceballos, centra su preocupación, sin embargo, en los tamaños. Relata que los clientes prefieren piñas selectas, más grandes, y las cosechas recientes no satisfacen al mercado. Así lo detallaba el resumen de Comercio Exterior: “insuficientes niveles productivos con calidad exportable”. El documento anexaba los datos: de 440 t que debían enviarse hasta el cierre de julio, apenas habían logrado 180, menos de la mitad.
• Lea
aquí un anterior acercamiento de Invasor a las exportaciones del polo avileño.
Los continuos vaivenes foráneos, en precios y demandas, el sempiterno
bloqueo y las no pocas complejidades internas, demuestran cómo la captación de divisas no es solo una política donde tenemos que insertarnos sino, además, perfeccionarnos.
Esta tabla de la Dirección Provincial de Economía y Planificación señala los ocho productos exportables que se incumplían al cierre de junio de 2019
INDICADOR
| INCUMPLIMIENTOS
|
| CANTIDAD
| VALORES
|
CHATARRA DE ALUMINIO
| 3.6 TON
| -
|
CHATARRA ELECTRÓNICA
| 3.6 TON
| 9.2 MP
|
TENCA H/G
| 5.1 TON
| 3.8 MP
|
CAMARÓN
| 49.3 TON
| 347.9 MP
|
PIÑA FRESCA
| 212.8 TON
| 153.5 MP
|
TORCIDO EXPORTACIÓN
| 23.4 TON
| 16.9 MP
|
TABACO CAPA
| 27.2 TON
| -
|
AZÚCAR CRUDO
| 14.8 MTON
| 30.6 MMP
|
En la Agroindustrial Ceballos lo saben: exportar no es tener la licencia que descentralizó el monopolio exportador en cinco entidades del Grupo Agrícola (eso implica que se deba procesar mango camagüeyano o enviar marabú granmense)…, el permiso de exportación es, apenas, el último eslabón de una cadena que, a ratos, quiere torcerse.
DCEBALLOS TENSA SU HISTORIA
Como si no le bastara la sarta de premios —que en los últimos seis años han sido, de manera consecutiva, en la Feria Internacional de La Habana o en la Feria Internacional Agroindustrial Alimentaria— Ceballos ha resuelto no vivir de los productos ampliamente consolidados. En vez de hablar del famoso ají picante, el chile habanero (con 27 t exportadas este año) o las ya habituales pulpas y jugos concentrados, Wilber Bringas, su director general, habla de pencas de sábila, barras de guayaba, cúrcuma, aceite esencial de toronja blanca, rodajas de piñas... Las expectativas del polo no quedan en letra impresa.
“Al concluir el año debemos tener nuevos productos, la idea es ir diversificándonos”, plantea Wilber, quien destaca, por ejemplo, la papaya sulfitada, cuyo primer envío llegó a un cliente interesado en la producción de helados y se espera que realice la demanda para normalizar esa exportación. Se detiene, también, en la tonelada de aceite esencial de toronja, incluida en el plan de este año, y en la confección de los envases para insertarse, en breve, en el expendio de pencas de sábila.
Si bien Domingo Escalante, director de Exportación, se muestra optimista incluso con las barras de guayaba, que todavía no han encontrado un mercado y en cuya perspectiva se insiste a partir de la red de minindustrias que en Ciego de Ávila garantizan, con probada calidad, los casi seis millones de barras al año, el directivo sabe que la tarea no es sencilla.
“En la pasada
feria del oriente cubano no pudimos lograr negocios en la región del Caribe para este producto y lo estamos intentando ahora con Canadá”, insiste Domingo, mientras referencia, optimista, el recién concluido diplomado sobre Comercio Exterior en el que 42 estudiantes se graduaron y fortalecerán estudios de mercado para allanar el camino.
A la par, las áreas de siembra de la entidad continúan incrementándose, para respaldar el porvenir, y las nuevas líneas montadas aseguran productos con mejor presencia, como es el caso de las rodajas de piña, las que ya pueden ser envasadas en pomos de cristal. Así el carbón, que sigue siendo el líder en volúmenes e ingresos, cede, poco a poco, espacio a otros rubros en la Agroindustrial.
No obstante, a escala provincial, el azúcar crudo sigue liderando los números: de los 169 131,8 millones que se ingresaron por la exportación de bienes hasta el cierre de junio, 150 031,7 millones salieron de la gramínea, un 88,8 por ciento (y el crudo se quedó por debajo de lo planificado en unos 30 millones).
Julián Verona Hernández, especialista del MINCEX, sabe que esa matriz no cambiará de momento (si cambia), pero considera que tan importante como sostener lo alcanzado, es sumar nuevas posibilidades; algo que luce contradictorio mientras observamos la cartera de oportunidades de la provincia, donde no aparecen empresas estratégicas optando por la inversión extranjera; uno de los atajos para desarrollar el empresariado de cara, también, a las exportaciones.
¿Entonces? La delantera de la Agricultura no parece incentivar en demasía otras áreas de la economía avileña desde la cual pudieran sorprenderse con que este año se embarcaron al extranjero los primeros
torcidos de Florencia (ya no solo las capas), sino tabacos “puramente” avileños. O “desayunarse” con que
las vejigas natatorias de las tencas avileñas lleguen a deleitar a los asiáticos con el aparente “desperdicio” que los vecinos espirituanos también exportan.
Por suerte ahí está el polo avileño para demostrarnos, pese a sus desvíos, que el camino no es tan azaroso y la lista de rubros exportables podría ser muy inferior a la de posibilidades no identificadas o debidamente explotadas, amén de que el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, insista en la
necesidad de estimular exportaciones, y nuestra economía siga recordándonos, con perenne frecuencia, que necesitamos del exterior para sobrevivir… y crecer.