Juan Carlos Alfonso Fraga
2 Los datos utilizados en el análisis estadístico sobre el grado de envejecimiento han sido tomados de la publicación: “El envejecimiento de la población. Cuba y sus territorios 2020”, disponible en: http://www.onei.gob.cu/
"La edificación de la nueva sociedad en el orden económico es también un trayecto hacia lo ignoto". RCR
Juan Carlos Alfonso Fraga
No sorprende la nueva denuncia de investigación periodística sobre la evasión, el lavado de dinero y el delito financiero explicitado en “paraísos fiscales”[2].
Estos paraísos fueron mencionados en cuantiosos documentos a propósito de “soluciones” nunca implementadas en las crisis 2008. En los documentos de los organismos internacionales, especialmente del G20, a la cabeza de los reclamos aparecía la necesidad de limitar y controlar los paraísos fiscales, en tanto espacios visibles de la especulación financiera mundial.
Solo fueron palabras, sin ninguna posibilidad de hacerse efectivas, ya que la libre circulación internacional de capitales y el resguardo de la fiscalidad estatal es parte esencial de la lógica mundial del capital desde hace medio siglo.
En rigor, responde a la lógica de la liberalización y la libre circulación y movilización de los capitales internacionales. Más aún como mecanismo de escape a las tendencias recurrentes de la crisis mundial capitalista.
Una crisis que se manifiesta en las dificultades para la valorización productiva del capital y, por ende, lleva a la disputa por la apropiación de la renta generada socialmente mediante mecanismos especulativos, lo que explica la tendencia a la creciente desigualdad, tal como se explica en diversos medios, entre otros y recientemente por el Credit Suisse.[3]
Pero también y tal como señala la Directora Gerente del FMI, que junto a la suba de los ´precios de los alimentos y de la energía, destaca una expansión del 100% de la deuda, explicitada por los problemas de la pandemia y la recesión inducida[4].
Queda claro que las transnacionales de la alimentación, de la biogenética, de la energía, especialmente las petroleras y el negocio bancario, entre otros, son los que inducen el mecanismo de apropiación privada del trabajo social, mediante la suba de los precios, la inflación, que retomó al escenario mundial, incrementando las inequidades del orden capitalista.
Los paraísos fiscales constituyen ámbitos de concentración territorial de enjuagues contables de circulación mundial de dinero asociada al delito, la corrupción y el enriquecimiento concentrado en pocas manos, de quienes deciden en la sociedad capitalista contemporánea.
Por eso es que aparecen políticos, empresarios y personalidades enriquecidas sobre la base de la expansión de negocios, donde lo legal y lo ilegal se conjugan para escamotear el fenómeno de la explotación y el saqueo de los bienes comunes a manos del poder concentrado del capital transnacional.
Son visibles gobernantes, empresarios y personalidades de la cultura o del deporte, que eluden y evaden impuestos en los paraísos diseminados en todo el mundo, incluso en EEUU, caso del Estado de Delaware.
La riqueza concentrada en el 1% más rico, que incluye a multimillonarios y a grandes corporaciones transnacionales, se escamotea con una pléyade numerosa, pero no masiva, de intermediarios que favorecen el “circo” de una élite enriquecida y que pueblan las investigaciones periodísticas.
A no equivocarse, lo de fondo es el mecanismo de la explotación, disimulado con el escándalo de personajes de la farándula política, cultural o deportiva.
La discusión es por personajes asociados a la corrupción, advenedizos de los Estados capitalistas y de una farándula espectacular, que omite los grandes negocios de la banca y de las trasnacionales que dominan la economía mundial, la producción y la circulación del capital global.
En rigor, lo que indigna en el debate social es el origen de fondos, no solo evadidos al fisco, sino producto del delito, sea de la venta de armas o de drogas, de la trata de personas, o directamente del juego y la especulación financiera.
Se trata del enjuague de una multiplicidad de operaciones por donde circula el plusvalor producto de la explotación.
Por eso, de lo que no se habla es precisamente de la explotación de la fuerza de trabajo, que, a la luz de la distribución regresiva del ingreso, la apropiación disminuida de renta en salarios e ingresos populares para la mayoría de la población mundial, contrasta con la acumulación de ganancias, base del mecanismo de reproducción, vía inversión, de la lógica mundial del capital.
La ocasión sirve para la denuncia de la inmoralidad del régimen de la propiedad privada de los medios de producción y la necesidad de avanzar en formas alternativas de organización de la producción y la circulación de bienes y servicios, sobre bases de cooperación y solidaridad, de derechos sociales y no de mercantilización y destrucción de la vida y la naturaleza.
Buenos Aires, 5 de octubre de 2021
[1] Doctor en ciencias Sociales, UBA. Profesor Titular de Economía Política, UNR. Integra la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA.
[2] ICIJ. Paraísos costa afuera y riquezas ocultas de líderes mundiales y multimillonarios expuestos en una filtración sin precedentes, en: https://www.icij.org/
[3] Credit Suisse. Informe sobre la riqueza global, junio 2021, en: https://www.credit-suisse.com/
[4] Kristalina Georgieva. FMI. Superar las divisiones y suprimir los obstáculos a la recuperación, 5 de octubre 2021; en: https://www.imf.org/es/News/
Por Joaquin Nuñez Aleman
Tratando de entender un tema, apoyado en las Notas de clase de la asignatura “Economía Política”. II
A
toda sociedad le es propia una determinada forma o modo de regulación social de
su economía
En las sociedades pre-socialistas (pre-capitalistas, capitalistas de concurrencia, monopolistas etc.) debido a la propiedad
privada sobre los MP y el aislamiento lógico
de los productores donde cada uno produce y vende en función de sus
propios intereses la regulación de la
producción se realiza de manera espontánea a través de la Ley del Valor.
Marx concebía que a cada forma de propiedad habría de corresponderle un determinado
mecanismo de regulación económica, así, siendo la propiedad privada sustituida objetivamente por la propiedad social,
el mecanismo de regulación capitalista privado - basado
en la ley del valor
- sería sustituido necesariamente por un mecanismo de regulación social
planificado de la economía nacional
Lo especifico de la Regulación consciente de la economía no consiste solo en su carácter planificado, puesto que, en el Capitalismo monopolista de Estado,
los monopolios planifican su producción sobre la base
del conocimiento de la demanda solvente de la
sociedad y las tendencias del mercado, y los Estados
burgueses ejercen cierta
influencia consciente sobre el
curso de la reproducción social.
Lo
cualitativamente nuevo y la superioridad de la regulación planificada
socialista reside en que
ella se realiza por la sociedad en interés de todos los miembros.
Su rasgo más importante
radica en su tendencia a la superación de la espontaneidad y la incertidumbre en el funcionamiento de
las RSP. En el PTS la realización de
la Reg. Planif se encuentra limitada
por las restricciones que le impone el insuficiente nivel de socialización de la producción (inmadurez
de las RSP y bajo desarrollo de las F.P), debido a la presencia de otros tipos
socioeconómicos, los cuales no están sujetos a la regulación directa de la Sociedad e introducen elementos de
espontaneidad en la economía en su conjunto. Se añaden además
los vínculos económicos internacionales.
La planificación es, en todo caso, un criterio que debe hacerse valer en la transición, más que una ley espontánea que se imponga con regularidad, como sí ocurre con la Ley del Valor bajo el orden capitalista. El plan no se impone por sí solo: debe combinar conscientemente determinaciones que, conduzcan hacia una racionalidad económica según los precios (que reflejen los GTSN) del mercado.
Aquí, la cuestión de quién y cómo planifica
es decisiva. Justamente debido
a que no hay “ley objetiva” que la haga marchar sola,
la racionalidad de la planificación como intervención
en cierto modo política en la economía está supeditada al carácter de las decisiones. Es radicalmente distinta una
planificación dirigida por una burocracia que
de otra orientada por un consenso
social consciente. La racionalidad de la planificación, su superioridad respecto de la anarquía del mercado, no se
imponen de manera automática: depende
de sus fines.
Y esos fines dependen, a su vez, de al servicio de qué clases
y fracciones de clase está la planificación misma, ya que “si el plan debe devenir el instrumento de una determinación de objetivos, de una finalidad, es una obligación que tenga en
cuenta los intereses [sociales]
directamente implicados, y no solamente los objetivos fijados de manera voluntarista en los estrechos límites de la
dirección del Estado.
La transformación socialista de la economía
crea la posibilidad de
eliminar las negativas
consecuencias de la contradicción e/ la producción y la apropiación.
Esto está en dependencia de la
capacidad que desarrolle la Sociedad (en su diseño político) de interpretar correctamente las relaciones y
leyes objetivas que rigen su desarrollo. Los errores
en esta materia
han acarreado serios
costos sociales y políticos al Soc-mo y han impedido
su desarrollo.
El proceso de Reproducción contempla la adecuación sistemática del Mecanismo
Económico de gestión
a las exigencias del desarrollo de las F.P, vale decir de las formas económicas, métodos de organización, planificación & control,
que permitan la realización de la esencia de las relaciones de apropiación de forma
continuada.
La Reproducción es reproducción de la base económica de la igualdad
de cada ciudadano de la sociedad en sí, como copropietario de los M.P
sociales. Y al mismo tiempo para los
ciudadanos asociados a otros tipos socioeconómicos no socialistas, en confirmación de la condición de contrarios.
Esta contradicción se extiende hasta el momento
en que el sector socialista, por el nivel
de desarrollo alcanzado haga inútil e inoperante la
presencia de otros actores.
Esto significa que la realización en la práctica de las relaciones de apropiación en el Sector socialista es el factor esencial que define los límites históricos del lugar y papel de los tipos socioeconómicos no-socialistas en el proceso de la reproducción. Esto es, desaparecerán en la medida en que objetivamente dejen de ser necesarios y por lo tanto *no puedan ser suprimidos por decreto*.
Solo será posible
desincorporar adecuadamente al
proceso social de reproducción los tipos
socioeconómicos no-socialistas en la medida en que el Sector socialista
mediante la Reproducción, genere sistemáticamente un nivel de desarrollo
económico y social.
Un detalle importantísimo en el manejo de las transformaciones de las Relaciones Socialistas de Producción es el seguimiento y tratamiento de la Pequeña Producción Mercantil-(PPM) (campesinos medios, artesanos privados, comerciantes al detalle, transportistas, alojamiento y servicios gastronómicos, etc. )- como forma socioeconómica dentro de la heterogeneidad del PTS, tratando siempre que el desarrollo de esta, tienda a imbricarse al gran proceso productivo socializado, como forma dominante, eficiente y más rentable de las RSP. Evitando al fin y al cabo que dichas formas de PPM se conviertan en un obstáculo al desarrollo de las nuevas relaciones sociales.
La
experiencia ha demostrado que, en determinadas condiciones de mal manejo de las políticas
económicas, la PPM puede ser objeto
de injustificados tratamientos dogmáticos que le
impiden ejecutar su función económica o en casos contrarios degenerar de pequeño productor a especulador y gran capitalista, generando y reproduciendo relaciones capitalistas,
que se tratan de superar.
Causas que pueden
generar esta mutación socioeconómica.
1-Las nacionalizaciones de empresas
grandes y el establecimiento del modelo estatal en la economía eliminan de la competencia a los grandes
capitalistas dejando zonas libres de acción a los pequeños productores.
Cuando se da el paso hacia
la utilización de los mercados y las relaciones monetario- mercantiles, los productores y comercializadores encuentran fácil la obtención
de lo que en microeconomía se denomina ganancias extraordinarias, debido a su carácter muchas
veces fortuito, no vinculado
al desempeño productivo.
Puede suceder
que en el intento de acotar la participación de los productores y comercializadores en los mercados,
el Estado eleve los costos de entrada
y de permanencia, con lo cual los participantes ya establecidos
consolidan su posición y se limita aún más el efecto nivelador de la competencia.
Estas ganancias pueden
hacerse persistentes, pues generalmente en las primeras etapas hay obstáculos a la actuación
de la ley del valor,
y, por ende, a su nivelación a través de la competencia. Posteriormente, la persistencia de ingresos extraordinarios puede conducir a la formación
de importantes acumulaciones y al crecimiento y concentración de capitales que actúan para el mercado,
ya no necesariamente a partir
de ganancias extraordinarias.
2-La incapacidad del sector estatal
para satisfacer la demanda social en numerosos
renglones de consumo
de la población y del consumo productivo, que es cubierta
por este sector
3-Deficiencias y carencias del M.E
socialista y especialmente el de la regulación social a través de los mecanismos financieros directos e indirectos que limitasen su accionamiento espontaneo.
4-Deficiencias organizativas en la
disciplina y el control del sistema empresaria estatal, que favorecen el desarrollo de actividades de robo y desvío de
recursos que van a parar al sector privado.
5-Limitaciones de recursos y su necesaria concentración en las direcciones principales del desarrollo del país.
Si aceptamos que el socialismo no puede prescindir del
mercado en la actual etapa,
en tanto que tampoco debe perder
sus rasgos esenciales de Sociedad más solidaria, el dilema contemporáneo que
se nos plantea es
de límites y de compatibilidad entre la acción
de la ley del valor y la regulación consciente de los procesos económicos y sociales propios de una sociedad
socialista. Pero
límites demasiado estrechos pueden conducir
a sacrificar una parte significativa del desarrollo económico. Es precisamente esta brecha que se presenta entre el
bajo aprovechamiento del potencial productivo
debido a las medidas restrictivas y la necesidad de evitar determinados
fenómenos negativos, donde reside el problema más agudo para el
socialismo en las condiciones actuales.
Para
ilustrar la dirección en que deberá realizarse dicha búsqueda, a continuación,
se señalan un conjunto de medidas que, en principio, podrían permitir una mejor asimilación de la heterogeneidad en las
formas de propiedad y el incremento de las relaciones monetario- mercantiles:
-Lograr una mayor diversidad de la oferta y una mayor
capacidad de competir de la propiedad estatal
respecto a la no estatal, de modo tal que tienda
a eliminarse la ventaja que esta
última presenta frente al mercado.
-Para lograr lo anterior es
necesario que las empresas estatales
tengan incentivos y enfrenten
restricciones financieras efectivas; cuenten
con suficiente autonomía como para reaccionar con rapidez a la demanda;
y determinada flexibilidad en el acceso
a los factores productivos, creación de un entorno financiero
favorable; sistema de precios más coherente, flexible y transparente;
-Mayor
separación de los gastos sociales de los gastos productivos por medio del Presupuesto;
-Aplicación del equivalente a una ley de quiebra
socialista para las empresas y esquemas financieros no viables (remoción
del colectivo de dirección, reestructuración organizativa, redistribución
de activos según proceda, etc.)
-Desarrollar la competencia al interior de las formas de propiedad no estatales para reducir las ganancias extraordinarias.
-Reducir o eliminar las causas económicas del delito económico, base principal para el desarrollo de la corrupción. Disminuir la diversidad de precios y los sistemas de asignación discrecionales; eliminar situaciones que propicien la búsqueda de rentas y el desvío de recursos; reducir en lo posible los precios o las limitaciones de acceso en aquellos productos que generan amplios márgenes de operación en el mercado negro.
Estas
cuestiones son esenciales, por cuanto una estrategia económico social que no satisfaga
suficientemente las aspiraciones de mejoramiento de las condiciones de vida de
la población tendrá un más bajo poder de convocatoria. De tal forma, es posible
que los límites que fijan un
acotamiento a los tipos de fenómenos negativos señalados en el epígrafe anterior sean insuficientes desde
el punto de vista de los requerimientos de la
producción y del crecimiento
económico.
La mayor
parte de las medidas anteriores son recomendables en cualquier situación y beneficiosas por sí mismas, sin costo
social adicional, como es el
fortalecimiento de la capacidad
competitiva de las empresas de propiedad socialista. Otras pueden ser más polémicas y entrañar más riesgos, pues
pueden implicar una mayor participación y/o diversidad de productores no estatales. Sin embargo, de lo que se trata no
es de darles a dichos productores preponderancia económica, sino de encontrar una forma de coexistencia
que tienda a fortalecer el desarrollo de la sociedad socialista tomada de conjunto; y de establecer un equilibrio
estable entre las distintas formas de propiedad por medio de mecanismos económicos y de compensación apropiado.
A favor de esta posibilidad gravita
la amplia capacidad de acción en manos de una sociedad socialista; y el hecho de que históricamente, cuando existe competencia, las ganancias de
los pequeños negocios o de los
informales serán modestas, incluso con una vida media de existencia comercial generalmente corta. El mercado,
además, fija un límite en cuanto al
número de participantes por tipo de actividad, que una vez alcanzado tiende a
la estabilización.
Por
otra parte, no es ocioso señalar que combatir la extensión de las actividades mercantiles con métodos coercitivos, no económicos, resulta
en un equilibrio inestable y un
desgaste de autoridad; además de que con frecuencia crea una imagen negativa de restricción al potencial productivo.
Vale decir, que todo el
espacio que no ocupe el sector socialista en la reproducción será invadido por
el resto de los tipos socioeconómicos y evidentemente su reproducción desbordara los límites necesarios. Luego
cuando hace crisis, entonces son necesarios métodos extraeconómicos para resolverlos. Lo peligroso consiste, en que, de la solución de las contradicciones negativas, no genera desarrollo y frena el proceso de reproducción
social.
Las dificultades del Sector socialista para garantizar sistemáticamente los ritmos de crecimiento de la producción, con una adecuada estructura de sus resultados en lo cualitativo y cuantitativo ,con una alta eficiencia en la satisfacción de las necesidades sociales, una adecuada regulación de los procesos socioeconómicos y el desarrollo de los principios éticos y morales de la sociedad, constituyen la causa fundamental de la deformación del lugar y el papel de los tipos socioeconómicos en el proceso de transición.
Podemos afirmar que la raíz de los problemas claves en la Transición, no se deben tanto a la naturaleza no-socialista de estas economías, como a las deficiencias de los hombres en el aprovechamiento exitoso de las ventajas que encierra el Socialismo.
Es
necesario tener en cuenta que la organización de la producción por
medio de determinadas formas
económicas exige considerar las RSP especialmente las relaciones de propiedad y su grado de madurez
y desarrollo, así como las contradicciones objetivas
que le son inherentes.
Esto significa
enfocar tales formas
económicas como categorías y al mismo tiempo como instrumentos de la
dirección consciente de los procesos económicos.
El funcionamiento de la economía
en la transición y las formas concretas
de su organización están
mediadas por la concepción acerca:
-Relación entre la regulación consciente (planificación) y las R.M.M,
el mercado, la Ley del Valor
y las categorías inherentes a este
tipo de relaciones.
-El
reconocimiento de la existencia de contradicciones entre los diferentes
intereses económicos.
Las
formas de conducción de la economía y su gestión dependen fundamentalmente de la correspondencia e/ las RSP (propiedad) y el nivel de desarrollo de las F.P y de factores objetivos que determinan el movimiento económico real.
Este hecho nos explica como
en ocasiones la realidad existe y se manifiesta totalmente opuesta
´a nuestras concepciones ¨´o los resultados obtenidos son diametralmente opuestos a nuestros objetivos. Esto significa que la actividad consciente, el papel subjetivo, tiene sus límites, que están
definidos por las regularidades objetivas del
funcionamiento de la
economía y la
sociedad. Las formas de organización de la producción y su movimiento no dependen
de la concepción que tengamos de ellas, sino
de las propias contradicciones
objetivas que determinan su existencia.
No obstante, tal objetividad
de las formas económicas no excluye el papel activo del sujeto en la dirección, regulación y control de los procesos
económicos. El rol del Mecanismo Económico
es mantener la correspondencia estable
y dinámica e/ las RSP y las F.P, pero esto no ocurre de modo
automático. Para esto se precisa del
constante perfeccionamiento de
aquellas formas y métodos de gestión económica que deben servir de estímulo al desarrollo de las F.P, tanto a nivel
social como en las distintas esferas, ramas y
tipos de producción.
También y no menos importante, el funcionamiento del M.E debe garantizar la realización de la propiedad social.
En
este contexto es conveniente detenerse en la problemática de la correlación
entre las categorías Mecanismo
económico y los mecanismos de acción y utilización de las leyes económicas, las cuales están
vinculadas entre sí.
La utilización de las leyes
económicas presupone los siguientes momentos:
-El conocimiento del mecanismo
de acción de las leyes. (Ciencia)
-La organización de la actividad
practica (mecanismo de utilización) a partir del planteamiento de los objetivos y del sistema de medidas para su consecución. (Política)
El mecanismo de utilización de las leyes económicas incluye una serie de aspectos de la actividad del factor subjetivo que no le son inherentes al mecanismo de acción de dichas leyes. En este sentido el mecanismo de utilización de dichas leyes se vincula más directamente al Mecanismo Económico.
Gestión Estatal Centralizada. Bajo esta forma la mayoría de las
facultades arriba enumeradas deben ser sometidas
a la consideración o decisión
de los niveles correspondientes de la estructura gubernamental que rodea la empresa.
El diseño verticalista de toma de decisiones, desde
el Ministerio correspondiente hasta la entidad
de base, tiende a minimizar los intentos de relaciones horizontales
entre las empresas. Además, el sobre empleo de intervenciones
dirigistas en la toma de estas decisiones verticales
subvierte la confianza de las empresas en las reglas establecidas, y las conduce
a la filosofía de que la única garantía de asegurar un servicio o una producción en el tiempo y calidad requeridos es generar la capacidad de hacerlo por sí mismas.
También bajo este modo de gestión
las empresas y sus trabajadores tienden a desentenderse de sus resultados
económicos, con lo cual se pierde el efecto de los sistemas de pagos por resultado, y la pretensión de elevar los
niveles de productividad adquiere un carácter voluntarista
Gestión Estatal
Descentralizada, Se supone que un mayor número de las decisiones sean adoptadas por el
equipo directivo de la empresa, aunque manteniendo otras en el nivel central,
entre ellas el nombramiento de la propia dirección.
Ahora bien, el paso a un
mecanismo de funcionamiento que incremente las atribuciones de las empresas
debe atender la siguiente advertencia: no se puede transferir autoridad a las
empresas sin diseñar a mediano plazo las formas – no de participación, sino
– de
control efectivo de los trabajadores sobre las decisiones de estas
empresas. No se pueden transferir las facultades
empresariales a los empresarios sino a la sabiduría y a los intereses del poder
colectivo. De lo
contrario se enfrentarían dos riesgos superlativos:
a)
continuar
postergando la necesidad de avanzar en la realización de la propiedad social, manteniéndose el distanciamiento
del trabajador respecto a los intereses – al
menos – a nivel de colectivo laboral;
b) potenciar aún más aquella clase de empresarios “socialistas” con poderes decisorios semi-absolutos, que se ha gestado también en diferentes experiencias como resultado de transformaciones descentralizadoras, constituyó el caldo de cultivo en la catálisis de la restauración capitalista en varios de los modelos ex-socialistas de Europa del Este.
Gestión Colectiva: Por ejemplo, si la autoridad descentralizada sobre las decisiones de la empresa – incluyendo la selección de los máximos directivos – recayera sobre el colectivo de trabajadores, estaríamos en presencia de una forma de gestión colectiva. Bajo este esquema el grupo de obreros actuarían como arrendatarios de los medios de producción propiedad de la sociedad. Estas entidades funcionarían bajo condiciones mercantiles, pero pudiendo establecer el Estado – como propietario de última instancia – regulaciones sobre los aportes a realizar o sobre los compromisos productivos a satisfacer.
Esta forma de gestión de la
propiedad es indudablemente superior a la de gestión privada, pues garantiza al menos colocar el esfuerzo individual
en el camino de la realización de los
intereses de un colectivo, al tiempo que evita relaciones directas de explotación. Algunos autores la presentan
como la vía para conseguir la tan anhelada socialización real de la propiedad, al entregar la gestión a sus productores directos. Sin embargo,
en estos trabajadores la plena sensación de propietario no trasciende el universo
de sus medios colectivos, lo cual no conduce automáticamente a una alineación con los más genuinos intereses sociales.
Forma de Gestión Social: La forma superior de gestión de la propiedad social, es la necesidad de establecer mecanismos sistemáticos y efectivos de control y conducción a nivel social sobre el desempeño de las empresas propiedad de la sociedad, así como sobre las decisiones económicas en su conjunto. En esta alternativa, que denominamos forma de gestión social, el patrimonio productivo social es gestionado por el Estado, pero se requiere de otra manera de concebir el Estado, lo cual evidentemente trasciende el universo estrecho de las relaciones económicas. Se deben institucionalizar las vías para la participación sistemática de los ciudadanos en los procesos de la nación, no solamente en forma de consulta popular sino en la toma de decisiones.
La relación dialéctica que encierra el concepto vanguardia-masa
debe superar la implementación que ha
tenido hasta el momento. La práctica según la cual el grupo considerado ideológicamente más avanzado se erige con la misión de
generar las sucesivas correas de trasmisión de una voluntad
de cambio organizada, debe ser superada
por formas más directas de control sobre los procesos de la nación por parte de un
número cada vez mayor de actores
sociales.
En
realidad, la aspiración de encontrar un modelo de gestión empresarial que
satisfaga todas las necesidades de
la reproducción sistémica en el tránsito socialista, pudiera considerarse poco menos que una utopía.
Durante este período, mientras busca elevar los
niveles de socialización real y consolidar las relaciones socialistas, la
economía necesita de empresas que respondan por determinado encargo social incluso al costo de la irrentabilidad económica y, al mismo tiempo,
necesita empresas que – siendo socialmente
responsables – su meta fundamental sea la maximización de utilidades y la inserción
competitiva en mercados domésticos e internacionales.
Teniendo esto en cuenta, parece perfectamente posible e incluso deseable la coexistencia de diferentes modelos de gestión, los cuales van a depender de las diferentes clases de organizaciones empresariales que se establezcan por su función de optimización. Lo más cercano a este enfoque es la diferenciación existente entre “empresas” y “entidades presupuestadas.
Se debe establecer, en primer lugar, el rol a desempeñar por los mecanismos de regulación consciente de la producción que implementa la sociedad en oposición al desenvolvimiento automático del mercado. La intervención directa del Estado en las relaciones económicas, habitualmente persigue la regulación de uno u otro aspecto de la reproducción, ordenando, influyendo o suplantando la autorregulación mercantil.
Regulación Directa (verticalista) – se basa en la reglamentación de los comportamientos de los sujetos económicos, a través de la definición concreta de sus tareas junto a la asignación directa de los recursos para cumplirlas, contenidas en un sistema de directivas centrales llamadas “Plan”. La regulación directa, por tanto, es lo que ha sido interpretado como planificación en el imaginario históricamente predominante, lo que constituye una noción reduccionista y distorsionada de este último concepto. Como consecuencia de esta interpretación se introducen rigideces insalvables en condiciones de heterogeneidad de tipos socioeconómicos, se subestima el papel de los incentivos económicos en el tránsito socialista, se sobrestima la capacidad de optimización de los planificadores centrales, se estimula la discrecionalidad administrativa por encima de cualquier tipo de racionalidad económica, y finalmente se incurre en un proceso altamente costoso incluso para la legitimación de la viabilidad del socialismo.
En este conjunto se pueden incluir
todas aquellas acciones
que buscan crear determinadas
condiciones económicas que induzcan a los sujetos a tomar decisiones en una dirección coherente con los objetivos
deseados. Con ello las autoridades
tienen en sus manos la posibilidad de modificar las circunstancias que enfrentan estos agentes y con
ello influir indirectamente sobre sus comportamientos, a través de las llamadas políticas macroeconómicas, entre otras. La
combinación entre mecanismos directos o indirectos de regulación consciente constituye otro de los rasgos distintivos en un modelo.
Constituye un error común asociar la planificación con la administración directa de los recursos escasos que operativamente tiene lugar en el sistema económico. Esta lógica sugiere que habrá más planificación mientras más recursos se encuentren sujetos a la regulación directiva central, generalmente propensa a emplear métodos administrativos. Por otra parte, se introducen severas distorsiones con la coexistencia desarticulada – en ocasiones caótica – de formas de medición y gestión económica basadas en magnitudes físicas, con análisis basados en magnitudes financieras, cuyo origen se encuentra en el diseño funcional de las instituciones, así como en la idea subyacente en torno al concepto de planificación.
Debido a lo anterior,
uno de los principales retos
que debe enfrentar
el nuevo modelo
de funcionamiento socialista radica en el desarrollo de unas sólidas
bases científicas para la planificación. Por otro lado, el incremento de la autonomía
empresarial es esencialmente contradictorio con el
predominio de la regulación a través de directivas verticales.
Aspectos de este tipo, entre otros, hicieron fracasar los intentos
descentralizadores en muchos procesos
históricos, limitaron el desempeño de las cooperativas agrícolas y truncaron las potencialidades del
perfeccionamiento empresarial. Se impone, entonces, el fortalecimiento del papel de los incentivos en las tareas
económicas, sustituyendo la discrecionalidad administrativa por un sistema estable
de reglas que responda a principios económicos. Por
esto, tanto las actividades que se despliegan con fuerza desde formas
no estatales, como el empresariado estatal que se desempeñe con mayores
facultades, solo podrán ser conducidas a partir de un mayor uso de la
regulación indirecta a través de políticas macro y microeconómicas.
El avance hacia el socialismo, en tanto, sociedad que no emerge espontáneamente, requiere una planificación integral abarcadora que no puede ser ejercida más que desde una dirección centralizada. Sin embargo, la conducción centralizada no es sinónimo de ausencia de participación, así como la toma de decisiones de manera descentralizada tampoco implica incremento efectivo de la participación. El espacio para que se materialice el determinante papel que deben desempeñar la iniciativa, el espíritu emprendedor y la posición activa de los actores de la actividad económica en todos los niveles, debe ser concebido eficazmente, despojado de instrumentaciones formales o irrealizables por excesivamente románticas.
La
reproducción del hombre como productor, consumidor y regulador de sus
relaciones sociales, como copropietario, es la reproducción de su ser social, que toma cuerpo en
la reproducción de los diferentes componentes de la conciencia social (arte, cultura,
política, jurisprudencia, religión, educación).
Esta anterior afirmación no es recíprocamente unilateral.
En primer lugar, la conciencia social no es simple reflejo
pasivo como expresión de la actividad práctica,
en correspondencia con su situación objetiva en la realidad, que trata de transformar.
En segundo lugar, las modificaciones en la conciencia social son relativamente independientes de la reproducción del ser social. O sea, los
cambios en la conciencia son por
naturaleza más lentos, que los que tienen lugar en la base económica de la sociedad. Solo en ocasiones, que
suelen ser excepcionales, la conciencia social se modifica
y desarrolla ¨´más allá de los límites
que la realidad objetiva le preestablece. ¨´
Ahora bien, la reproducción
de las formas ideales que reflejan la reproducción del hombre como ser social consiste en la formación y desarrollo de la conciencia de dueño, de copropietario del material,
instrumento y del producto del trabajo. La formación y desarrollo de la conciencia socialista es
la tarea más compleja y más importante en la
construcción del socialismo, que requiere tiempo y resultados en la
estrategia y en las políticas económicas socialista.
La economía de transición inaugura una nueva racionalidad económica
diferente esencialmente a la del capitalismo, la del crecimiento económico
con equidad y justicia social. La liquidación progresiva de la explotación del hombre por el hombre
es la meta más inmediata.
La
viabilidad de este modelo depende en alto grado de la conversión de las grandes masas y del proletariado particularmente, en los actores
reales y verdaderos del movimiento histórico iniciado.
En el sistema de relaciones sociales
el papel determinante le corresponde a la Producción, sin que ello signifique que el resto de las relaciones, incluidas la de DISTRIBUCIÓN
desempeñen un papel pasivo, ya que, condicionadas por el carácter y contenido de la producción, se establece
una relación recíproca, donde la distribución
influye de manera activa sin llegar a asumir una existencia
independiente desligada de la producción.
En todas las esferas
concretas y en especial en la Distribución, la práctica concreta de la política
económica socialista muestra
avances y desaciertos, motivados por errores
y la necesaria
búsqueda de las vías que coadyuven
a la utilización eficiente de los resortes
económicos que originan
el movimiento de estas relaciones. Las bases de las relaciones socialistas de distribución son opuestas a las capitalistas. En el capitalismo la distribución se
realiza según el capital (ganancia-interés-renta) y el valor del trabajo, las cuales entrañan
relaciones de explotación con la consiguiente acumulación de riquezas. En el PTS las relaciones de distribución deben coadyuvar a la disminución
paulatina del grado de diferenciación entre los
niveles de vida de los trabajadores.
La supervivencia del camino
socialista descansa, entre otros, sobre la posibilidad de hacer
corresponder de manera sostenible la producción de la riqueza social con la noción de necesidades de sus individuos.
En este sentido, la
expansión de la riqueza creada debe acompañarse de la promoción de
expectativas de consumo socialmente responsables,
acordes con una racionalidad diferente a la del consumismo sistémico del capitalismo.
Ahora bien, ¿de qué forma es distribuida a cada
individuo esta riqueza resultante de la creación colectiva?
Dada la inobjetable convivencia de diferentes formas de propiedad coexistirán también, de manera inevitable, diferentes Fuentes para la Distribución de la Riqueza. La primera y paradigmática forma – tomando en cuenta el punto de partida y los derroteros de la sociedad que se pretende construir – resulta justamente aquella que relaciona el grado de satisfacción de las necesidades del individuo con su contribución a la creación de la riqueza social. En este caso, la distribución en correspondencia con la calidad, cantidad y resultados de trabajo, debe aparecer como la forma fundamental.
La conversión real del trabajador en propietario-asociado requiere de un largo proceso para que este efectivamente SEA Y SE SIENTA dueño de los M.P. Sin embargo, los M.P tienen niveles desiguales de desarrollo, y a la vez entre los propios trabajadores existen diferencias en sus capacidades físicas y laborales. Por lo tanto, no todos tienen la misma relación fáctica con esos medios, ni aportan lo mismo, por lo que se hace objetivamente necesario la diferenciación de la parte individual del producto creado que le corresponde a cada uno.
Carlos Marx fue el primero que abordo científicamente este tema en ´´Critica al Programa
de Gotha¨, donde perfilo la esencia de las relaciones de distribución en la nueva fase social desarrollando la critica a posiciones pequeñoburguesas en el movimiento obrero donde se propugnaba
distribuir en la futura sociedad al producto
creado sin tener en cuenta el trabajo aportado por cada
uno.
En la fase socialista y más aún en la transición, el volumen
de los productos creados y servicios disponibles NO POSIBILITA un nivel de consumo
tal para todos los miembros de la sociedad.
A su vez las diferencias en las capacidades (físicas & mentales) y actitudes (disposición ante el trabajo y la concientización
de su necesidad ante la sociedad) de los
trabajadores se reproducen en un aporte también
diferenciado.
Entonces si las relaciones económicas no
reconocieran esa realidad (siendo la FT el
elemento fundamental en el conjunto de las F.P) se produciría un desestimulo a la elevación
de las capacidades laborales y al propio aporte al resultado productivo,
que implicaría un freno irremediable al desarrollo de las F.P, con la consiguiente disminución de la producción, estancándose
su desarrollo.
Por
tanto, en una Colectividad de trabajadores, el trabajo aportado es el principio económico rector de las relaciones de
distribución. La cantidad y calidad del trabajo aportado por cada trabajador deviene parámetro económico para la
distribución de los bienes y servicios producidos en común. En la medida
en que es una relación
económica objetiva y necesaria,
asume carácter de Ley.
Este principio no significa que no haya desigualdades, ya que la ley en si entraña desigualdad, puesto que los hombres son todos diferentes, físico e
intelectualmente, y por tanto aportan de manera diferenciada. Pero estas desigualdades existen
objetivamente, son ajenas al
cumplimiento de dicha ley.
La
única vía para reducir gradualmente las diferencias en la situación material de
los trabajadores está en la creación de una Base material que garantice un nivel tecnológico elevado en todas las ramas incluida la agricultura y se
produzca una elevación de la capacidad productiva del hombre.
En este último aspecto
intervienen no solo factores puramente
tecnológicos o económicos. En la medida en que se van gestando las Relaciones socialistas y
creando las condiciones para que el
obrero SEA Y ACTÚE como dueño real de los M.P
colectivos, en esa medida actuara como propietario y asumirá una actitud
socialista ante el trabajo.
El trabajador socialista, en la medida en que se sienta más comprometido, menos enajenado de los M. P, que le son propios de derecho y de hecho (aunque no sea así desde un inicio) realizara un aporte laboral mayor en interés suyo, del colectivo laboral y de la Sociedad. Este es un proceso largo.
Es una modalidad de distribución que se realiza
a través de los llamados
Fondos Sociales de Consumo, cuyo criterio asignativo
ofrece acceso a bienes y servicios directamente, pretendiendo la satisfacción de necesidades independientemente del esfuerzo del individuo (aporte
laboral). Esta vía, como explicara Marx en su Crítica
al Programa de Gotha, es esencial en la justeza del sistema
socialista.
Pero hay que tener claro que estos fondos no podrán
satisfacer todas las necesidades de
los individuos en la esfera del consumo social. La esencia de los F.S.C radica en
la contribución a la eliminación de
las diferencias socioeconómicas entre los trabajadores motivada por la utilización desigual de los MP y las
diferentes situaciones familiares, personales y territoriales.
Sin embargo, una interpretación erróneamente simplificadora de la compleja heterogeneidad social, convierte esta forma de distribución en un mecanismo
potenciador de desigualdad, al ofrecer tratamientos iguales a sujetos desiguales.
Esto
es válido tanto para aquellos individuos de
diferentes estratos sociales recibiendo las mismas
subvenciones, como aquellos
del mismo estrato pero con
diferentes actitudes ante el
trabajo y el respeto a la sociedad
que los mantiene.
Los FSC presentan la siguiente contradicción:
1-Entre los FSC y la distribución
con arreglo al trabajo.
Cuando
los FSC es desproporcionadamente mayor que la DAT. Provoca desestimulo ante el
trabajo, disminuye la productividad
y la disciplina laboral.
Cuando la DAT es desproporcionadamente mayor que los FSC. Se produce una agudización
de las diferencias sociales y entre las regiones del país, resquebrajándose la propia
naturaleza de las RSP socialistas.
Fin.
1era parte: https://cubayeconomia.blogspot.com/2021/10/repaso-de-notas-proposito-del-articulo.html