Recientemente se dio a conocer la noticia de que empresas vietnamitas explotarán las tierras cubanas para la siembra de arroz. Hoy ese país es uno de los principales suministradores de este grano para la Isla, por eso cabe preguntarse ¿cómo un país devastado por la guerra y que sufrió un férreo bloqueo de Estados Unidos se convierte en una de las economías más crecientes del mundo? La clave está un grupo de reformas llamadas Doi Moi (de puertas abiertas).
Creo que acercarse a este modelo económico es importante para dilucidar posibles caminos que podría seguir Cuba, un país con el que comparte la aspiración socialista del partido rector, y que hoy se encuentra en una crisis sostenida para la que no veo salida sin que haya un cambio estructural en el modelo económico.
Tras la Guerra de Indochina (1946-1954) y la Guerra de Vietnam (1955-1975), la economía vietnamita quedó profundamente afectada. Las interrupciones de la energía eléctrica, la destrucción de instalaciones industriales, la escasez de mano de obra y las dificultades logísticas provocadas por los bombardeos estadounidenses ralentizaron severamente la actividad industrial y agrícola. Hanoi informó que las principales ciudades, comunas, centrales eléctricas, obras hidráulicas, ferrocarriles, carreteras y puertos fueron gravemente dañados o destruidos.
El saldo humano también fue catastrófico: más de tres millones de muertes, centenares de miles de lisiados, huérfanos y viudas, así como un éxodo de profesionales y trabajadores calificados. Se perdieron más de 400 mil cabezas de ganado y miles de kilómetros cuadrados de tierras agrícolas quedaron dañados.
Durante la posguerra (1976-1986), el crecimiento económico fue limitado debido a la excesiva centralización y planificación, mecanismos de gestión deficientes, los efectos del bloqueo estadounidense y elevados gastos de defensa. A mediados de los 80, Vietnam enfrentaba un lento crecimiento, hiperinflación y un bajo nivel de vida, a pesar de la asistencia de países socialistas.
Tras la reunificación, se extendió al sur el modelo centralizado del norte. De 1963 a 1989 funcionó un sistema de racionamiento por categorías laborales y políticas. En 1983 comenzó la formación de cooperativas familiares y se denominó a esta etapa Fase de subvención económica.
El proceso de construcción del socialismo se estructuró en fases. El Segundo Plan Quinquenal (1976-1980), aprobado en el IV Congreso del Partido Comunista de Vietnam (PCV), planteó metas ambiciosas, pero al concluir resultó evidente que no había logrado resolver los problemas estructurales: baja productividad, escasez de bienes, desempleo y subdesarrollo tecnológico.
En 1982 se ajustaron las políticas, combinando pragmatismo e ideología. Se permitió de manera temporal la existencia de actividades capitalistas privadas para estimular la economía, aunque el objetivo seguía siendo la transformación comunista. El énfasis recayó en desarrollar la agricultura, integrando cooperativas agrícolas y campesinos individuales, promoviendo el uso de la ciencia y la tecnología, y fomentando el desarrollo de la economía familiar.
Se permitió de manera temporal la existencia de actividades capitalistas privadas para estimular la economía, aunque el objetivo seguía siendo la transformación comunista.
Igualmente, la política económica fomentó el uso privado por parte de los campesinos de la tierra que no estaba siendo utilizada por la cooperativa. Mediante el uso de un sistema de contrato de producto final introducido por el plan, se permitió a las familias campesinas firmar contratos con las cooperativas para cultivar tierras que eran propiedad del colectivo.
La nueva política benefició especialmente a los campesinos —incluida la abrumadora mayoría de los del Sur— que se habían negado a unirse a cooperativas, pequeños productores, pequeños comerciantes y empresas familiares.
Sin embargo, continuó el esfuerzo por reducir el sector capitalista en esa parte del país. A fines de 1983, varias empresas de importación y exportación que se habían creado en la ciudad de Ho Chi Minh —antes Saigón— para estimular el desarrollo del mercado de exportación se integraron en una sola empresa regulada por el Estado. Es precisamente en Cuba que se quiere asimilar ese concepto que posteriormente fracasó en Viet Nam.
Al mismo tiempo, el ritmo de la colectivización en el campo se aceleró bajo el Plan. A fines de 1985 Hanoi informó que el 72 % del total de hogares campesinos en el Sur estaban inscritos en alguna forma de organización cooperativa.
A pesar de los esfuerzos de los planes quinquenales y de los documentos aprobados en los diferentes Congresos del Partido, la situación económica era muy crítica en los años finales de la década del 80, con una hiperinflación, un bajo nivel de vida y un 67 % de las personas viviendo por debajo de la línea de pobreza. A todo esto se sumaría el colapso del bloque socialista, lo que agravó la crisis. Sobrevino entonces la decisión de realizar una transformación económica de gran alcance.
El Sexto Pleno del Comité Central del PCV en julio de 1984, reconoció que el dominio del sector privado en el comercio mayorista y minorista en el Sur no podía eliminarse hasta que el Estado fuera capaz de asumir la responsabilidad del comercio. Por lo tanto, se hicieron propuestas para descentralizar los procedimientos de planificación y mejorar las habilidades gerenciales de los funcionarios del Gobierno y del Partido.
Doi Moi: apertura al mercado con orientación socialista
En 1986, el Congreso del Partido Comunista de Vietnam decidió promover una economía socialista de mercado. Se aceptaron múltiples formas de propiedad y se produjo un cambio ideológico fundamental. La economía se abrió al comercio y a la inversión extranjera. Con el propósito de descentralizar la toma de decisiones económicas, el Comité Central resolvió otorgar autonomía de producción a nivel de fábrica y de finca individual. El Pleno también buscó reducir los gastos del Gobierno poniendo fin a los subsidios estatales a los alimentos y ciertos bienes de consumo para los empleados estatales. Además, determinó que todos los costos relevantes para el gobierno nacional debían tenerse en cuenta al determinar los costos de producción y que el Estado debería dejar de compensar las pérdidas incurridas por las empresas estatales.
Para implementar estas resoluciones se requirió que las organizaciones monetarias pasaran a la contabilidad económica moderna. El gobierno creó un nuevo dong —la moneda vietnamita— en septiembre de 1985 y estableció cuotas máximas para ser canjeadas en billetes de banco. El dong también fue devaluado oficialmente.
Antes de las reformas (Doi Moi), Vietnam era un importador neto de alimentos, y debido a las medidas que implementó se convirtió rápidamente en un gran exportador de estos bienes. Uno de los cambios fue el período permitido de usufructo de la tierra, llevándolo a 50 años para cultivos permanentes. Además, se permitió la concentración de la propiedad de la tierra.
El gobierno participaba en la construcción de diques y métodos de irrigación y drenaje. No se dejó a su suerte a los campesinos independientes, se establecieron los Bancos Agrícola y Social para ofertarles préstamos. En una etapa inicial hubo ayuda tanto del gobierno como de las propias cooperativas, a los campesinos que se fueron de ellas.
No se dejó a su suerte a los campesinos independientes, se establecieron los Bancos Agrícola y Social para ofertarles préstamos.
El objetivo era que sembraran y aumentaran las cosechas para erradicar la hambruna existente. Aunque las cooperativas se fraccionaron y la tierra se repartió, estas continuaron proveyendo semillas y créditos.
Por tanto, el Doi Moi fue una campaña de renovación política y económica que introdujo reformas destinadas a facilitar la transición de una economía de planificación centralizada a una forma de socialismo de mercado oficialmente denominada «economía de mercado de orientación socialista».
El país reformó la agricultura, el uso de la tierra, el comercio, la industria y los mecanismos de mercado. Se diversificaron las relaciones internacionales y se aprobaron leyes de inversión. Todo ello, sin perder el control político del Partido.
Si comparamos estos resultados con la situación cubana actual saltan a la vista las múltiples diferencias. La reforma cubana —llevada a cabo con la Actualización del Modelo Económico Cubano y la Tarea Ordenamiento— mantiene la confrontación con el mercado, sigue subsidiando empresas estatales irrentables e invierte muy poco en la agricultura. Los resultados: una hiperinflación en la economía y una recesión económica en los últimos 10 trimestres.
Un ejemplo: entre 1988 y 1996, solo seis países (Singapur, Taiwán, Japón, Hong Kong, Corea del Sur y Francia) invirtieron 20 mil millones de dólares en Vietnam. Este boom inversor no fue causa del fin del bloqueo estadounidense, sino consecuencia de las reformas internas, lo que atrajo al empresariado internacional, incluyendo al de EE. UU., que presionó para eliminar el bloqueo en 1994.
La liberalización del comercio exterior, la apertura al sector privado, la autonomía de las empresas estatales y las reformas en el sistema de precios impulsaron la economía vietnamita y mejoraron su posición global.
En contraste, Cuba importa la mayoría de sus alimentos, tiene una producción industrial y azucarera deteriorada y enfrenta escasez generalizada. Las reformas internas no han creado un entorno favorable para el crecimiento ni para atraer inversión.
¿Por qué fue posible el Doi Moi?
Como venía diciendo anteriormente, el Doi Moi partió de factores estructurales y decisiones políticas clave:
- Reformas agrícolas ensayadas desde 1968.
- Experimentos en empresas estatales desde 1978.
- Renovación en la alta dirección política.
- Pragmatismo frente al dogmatismo planificador.
Aunque aprobado en 1986, su implementación real se consolidó después de 1989, cuando el país ya no podía sostener el modelo previo.
Las bases originales del Doi Moi incluían el reconocimiento de la crisis: exceso de burocracia, falta de incentivos en la agricultura, planificación voluntarista e inversiones ineficientes. A partir de ahí se impulsó un cambio de mentalidad entre los cuadros del Partido y una mayor autonomía para los ciudadanos.
Se combinaron planificación y mecanismos de mercado. Se promovieron empresas privadas, inversión extranjera y sociedades por acciones con participación de los trabajadores. A fines de los años 90 el éxito de las reformas era palpable: crecimiento sostenido del PIB, reducción de la pobreza, aumento de la esperanza de vida.
Además, desde 1991 se eliminó el monopolio estatal sobre el comercio exterior. Se fomentaron el ahorro individual, el desarrollo del mercado de capitales, y se permitió el ahorro en divisas en bancos comerciales. En 2001, el Partido aprobó un plan de 10 años que consolidaba el papel del sector privado al tiempo que reafirmaba la primacía del sector estatal.
La economía vietnamita ha crecido de forma constante y sostenida, convirtiéndose en una de las de más rápido crecimiento del mundo. Este «milagro» económico debe entenderse sin pasar por alto sus condiciones de partida: un país devastado por la guerra, con estructuras productivas arcaicas y una población mayoritariamente empobrecida.
La economía vietnamita ha crecido de forma constante y sostenida, convirtiéndose en una de las de más rápido crecimiento del mundo.
El rol del Estado se redefinió para concentrarse en la regulación macroeconómica, el desarrollo sostenible y la modernización del sistema bancario: el Banco Central se encarga de la política macroeconómica del país, mientras el Banco de Desarrollo, que es estatal, da créditos de fomento a cualquier forma de propiedad y existe, además, un Banco Social que da créditos a la micro-empresa.
El mercado cambiario no se mueve libremente, sino que sigue la orientación del tipo de cambio que fija el Banco Central, que es bastante estable. Un punto interesante es que los bancos y los hoteles compran divisas, pero no las venden, eso se lo dejan al mercado informal, no obstante, este no tiene unos diferenciales excepcionalmente grandes con la tasa oficial.
Vietnam ha mostrado dinamismo en todos los sectores. La industria se desarrolló a partir de rubros ligeros (textiles, calzado, alimentos) y avanzó hacia el ensamblaje de electrodomésticos, computadoras y automóviles. Hoy producen chips y tecnología de punta. En agricultura, el país se autoabastece y exporta alimentos en grandes volúmenes; los mercados están bien abastecidos, con precios bajos incluso para productos importados.
En telecomunicaciones, Vietnam posee una amplia cobertura celular, precios accesibles y competencia entre empresas públicas y privadas.
En términos de resultados económicos hay que destacar que el Producto Interno Bruto a precios constantes en miles de millones de dólares en 1986 era de 23.7, llegando en el 2000 a 61.14 y en 2022 a 358.22. Por tanto, en la última década Vietnam ha estado entre los 15 países con mayor crecimiento del PIB per cápita.
La inflación, que superaba el 400 % en los primeros años, es actualmente de 3.7 % anual. Las exportaciones pasaron del 7 % del PIB en 1986 a más del 100 % en 2019. En cifras absolutas, crecieron de 2 mil millones de dólares a inicios de los 90, a más de 332 mil millones en 2023.
La estructura económica también cambió: la agricultura pasó del 40 % del PIB en 1985 a 11.8 % en 2023; la industria subió del 27 % al 38.6 %, y los servicios del 33 % al 41.33 %. Las manufacturas pasaron de representar el 44 % de las exportaciones en 1997 a 86 % en 2023, y las de alta tecnología del 9 % al 43 %.
Si Cuba aspira a salir del estancamiento actual, tiene en el modelo vietnamita una hoja de ruta concreta. No se trata de copiar fórmulas, sino de interpretar los principios que guiaron el cambio: una economía orientada al mercado con conducción estatal estratégica.
La inserción internacional de Vietnam
Desde el inicio de las reformas, Vietnam renegoció su deuda externa y fortaleció vínculos con instituciones financieras como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Se integró a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en 1995, al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en 1998 y a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2007, lo que consolidó su proyección global y facilitó el acceso a mercados e inversiones.
La inversión extranjera directa (IED) fue concebida como una vía para obtener capital, tecnología y gestión moderna. Se aprobaron leyes para facilitarla y se estimularon las inversiones de vietnamitas en el exterior. En 2023, Vietnam fue uno de los 10 países con mayor recepción de remesas, por un total de 16 mil millones USD.
También se reformó la Ley de Tierras para permitir que vietnamitas residentes en el extranjero tuvieran derechos plenos sobre propiedades en su país, lo cual no solo dinamizó el mercado inmobiliario, sino que generó mayor cercanía y compromiso con la nación.
A diferencia de Cuba, donde la participación de la diáspora en la economía sigue siendo marginal, Vietnam convirtió su emigración en un activo económico. Hoy, empresas vietnamitas creadas tras el Doi Moi operan incluso en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, en Cuba.
Un ejemplo concreto es la empresa vietnamita que cultiva arroz en 380 hectáreas en Los Palacios, Pinar del Río, con planes de expansión a 5000 hectáreas. Sin embargo, las trabas para que empresarios privados cubanos puedan hacer lo mismo siguen vigentes, en medio de una severa crisis alimentaria.
¿Qué enseñanzas ofrece el modelo vietnamita a Cuba?
El caso vietnamita demostró que a pesar de las presiones y restricciones que impone el bloqueo de Estados Unidos, es posible mejorar las relaciones económicas internacionales. No obstante, si Cuba pretende lograr un desarrollo económico, debe concentrarse en lo que depende de ella, su apertura interna, que es la que puede implementar con mayor velocidad y autonomía.
La estrategia económica puesta en vigor a comienzos de 2021 debió acelerarse lo máximo posible, y aunque se puso en vigor la Tarea Ordenamiento, esta no ha dado los resultados esperados por las autoridades, se incrementó la inflación y con ella, el deterioro del nivel de vida.
Lo más apremiante para la población es que aumente la oferta de bienes y servicios, es lo único que logrará una disminución sostenida de los precios que hoy se intentan controlar con medidas técnicas cortoplacistas como los topes.
La experiencia vietnamita ofrece una visión sobre cómo desarrollar el perfil de un país socialista con mercado, con un fuerte control de los medios fundamentales de la nación por parte del Estado, cuyo papel no es administrar todos los negocios posibles, sino asegurar que los ciudadanos tengan un trabajo digno y se les pague por ello.
La experiencia vietnamita ofrece una visión sobre cómo desarrollar el perfil de un país socialista con mercado.
Los bloqueos perjudican a las poblaciones locales más que a los líderes políticos o gobiernos a los que se pretenden castigar. No obstante, en un sistema de relaciones geopolíticas como el que hoy tenemos, son los intereses empresariales, y no los humanitarios, los que parecen desalentar el uso de sanciones económicas como herramientas de política exterior.
Los principales críticos del bloqueo hacia Vietnam fueron las empresas estadounidenses deseosas de afianzarse en una de las pocas economías subdesarrolladas de la floreciente región de Asia Oriental, ávida de inversiones. Ellos eran quienes se enfrentaban a las fuertes restricciones aplicadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC).
Por supuesto que no pueden igualarse dos naciones tan distintas a nivel geográfico, demográfico y cultural. La población de Vietnam es de unos 98 millones de habitantes, mientras la de Cuba un poco menos de 9 millones, disminuida por el flujo migratorio incrementado en los últimos dos años.
Por tanto, el mercado vietnamita es relativamente grande, al punto que Estados Unidos tiene un gran déficit comercial con Hanoi. En contraste, el de Cuba es un mercado pequeño pero cercano, con una demanda insatisfecha y con el que puede preverse un superávit comercial favorable para Estados Unidos, al menos en el corto y mediano plazos, si hubiera mayor apertura económica por parte de Washington.
El mercado vietnamita es relativamente grande, al punto que Estados Unidos tiene un gran déficit comercial con Hanoi.
No es menos cierto que el descubrimiento de yacimientos de petróleo en Vietnam a finales de los años 80 ayudó a catapultar su economía, pues la extracción del preciado combustible no se utilizó solo para la demanda interna, sino que atrajo múltiples inversores extranjeros, y el dinero resultado de su exportación se utilizó para potenciar el desarrollo industrial.
Si bien son claras las ventajas demográficas y naturales del país asiático, Cuba también tiene un grupo de potencialidades donde se incluyen las reservas de níquel, su posición geográfica en el Caribe, importantes recursos naturales y culturales aprovechables para el turismo, así como un alto capital humano, con científicos de primer nivel, y un desarrollo del conocimiento en varios sectores que hoy se está perdiendo por la migración y la falta de oportunidades que tienen estos profesionales para que su trabajo les permita tener una vida digna.
Lo que sí queda claro es que al desarrollar relaciones tanto políticas como económicas con otras naciones, Vietnam consiguió llamar la atención de Washington. A su vez, las transformaciones necesarias al modelo económico-social vietnamita fueron un factor importante del despegue económico del país y del mejoramiento del nivel de vida de la sociedad, y demostró que, a pesar de la importancia de los lazos con Estados Unidos, estos no son imprescindibles para un crecimiento económico si se toman las medidas adecuadas.
Lecciones ¿aprendidas?
Podemos concluir primeramente que ha sido favorable el estilo vietnamita de la negociación con las diversas administraciones, republicanas o demócratas, que han ocupado la Casa Blanca en las últimas décadas. Deberíamos ser pragmáticos, aunque no puede negarse que el inquilino actual de la Casa Blanca es muy impredecible.
En el caso cubano, hay aún mucha resistencia a no ceder en ambas orillas. Se mantiene el peso de una parte de los cubanoamericanos que se niegan a cualquier acercamiento económico entre ambos países, pero también acá sigue habiendo resistencias a la hora de permitir la inversión de los cubanos emigrados de forma rápida y directa en la economía.
Si tuviéramos que comparar en una matriz los resultados del Doi Moi con los del «ordenamiento» y las medidas económicas consiguientes, podemos contrastar múltiples diferencias:
1. Enfoque y profundidad de las reformas: Vietnam implementó una transformación estructural profunda hacia una economía de mercado con orientación socialista, legalizando la propiedad privada y descentralizando la gestión económica. En cambio, Cuba se centró principalmente en la dolarización parcial de la economía y la eliminación de algunos subsidios, pero sin una apertura significativa al mercado, ni una reforma integral que impulsara el crecimiento, y por tanto, aumentar la oferta de bienes y servicios.
2. Rol del sector privado: Vietnam reconoció y promovió el sector privado como un componente esencial de la economía, permitiendo su participación en diversas áreas productivas. Cuba, aunque permitió la existencia de pequeñas y medianas empresas privadas, impone restricciones significativas que limitan su integración plena en la economía nacional.
3. Reforma agrícola: Vietnam otorgó derechos de uso a largo plazo sobre la tierra a los campesinos y les dio créditos para incentivar la producción agrícola, lo que le permitió convertirse en un importante exportador de productos como el arroz. En contraste, la agricultura cubana sigue mayoritariamente bajo control estatal con empresas como Acopio, que traban las cadenas de suministros y la hacen irrentable para el pequeño campesino, lo que termina reduciendo la oferta de producto nacional y obligando importar la mayoría de los alimentos.
4. Apertura al capital extranjero: Vietnam facilitó la inversión extranjera mediante leyes favorables y la creación de zonas económicas especiales, atrayendo un flujo significativo de capital internacional. Cuba, por su parte, enfrenta obstáculos legales y burocráticos que limitan la inversión extranjera, con resultados modestos en iniciativas como la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, pero que no van más allá por la lentitud en las aprobaciones y las limitaciones para la inversión extranjera directa del sector privado.
5. Integración en la economía global: Vietnam se integró activamente en la economía global, uniéndose a organizaciones como la OMC y firmando múltiples acuerdos de libre comercio. Cuba, aunque recientemente se convirtió en socio del BRICS, todavía no se ven beneficios concretos; igualmente se mantienen políticas como el control estatal de las agencias empleadoras que paga sueldos poco atractivos a los trabajadores, o el más reciente corralito sobre las cuentas de empresas extranjeras, que terminan erosionando la confianza de los inversores.
6. Resultados económicos: Vietnam experimentó un crecimiento económico sostenido, con una notable reducción de la pobreza y una diversificación hacia sectores industriales y de servicios. Los resultados se hicieron visibles y reales en la vida de la gente, mientras Cuba enfrenta una crisis económica prolongada, con bajo crecimiento, alta inflación y escasez de bienes y servicios básicos, que ha provocado un empobrecimiento creciente en la población.
7. Política monetaria y cambiaria: Vietnam estableció una política monetaria estable y un sistema cambiario que facilitó el comercio y la inversión. En Cuba, el intento fallido de unificación monetaria ha generado distorsiones económicas, con un mercado cambiario informal que refleja una devaluación significativa del peso cubano, una bancarización forzada que dificulta el cierre de los ciclos económicos para el sector privado, entre otras problemáticas.
8. Participación de la diáspora: Vietnam fomentó la participación económica de su diáspora, facilitando inversiones y remesas que contribuyeron al desarrollo nacional. En contraste, aunque Cuba ha implementado últimamente opciones para que la diáspora invierta en la Isla, los mecanismos siguen siendo poco transparentes y ampliamente burocratizados; asimismo la creación de negocios entre el sector privado de residentes en la Isla y cubanos en el exterior sigue teniendo múltiples trabas.
9. Autonomía empresarial: Vietnam otorgó autonomía a las empresas estatales y privadas, permitiéndoles tomar decisiones basadas en criterios de eficiencia y rentabilidad. En Cuba, las empresas estatales operan bajo una estricta planificación centralizada, con poca autonomía para responder a las condiciones del mercado; la Ley de Empresas, que debería haber creado un marco jurídico para que opere este sector, ha sido pospuesta varias veces. Por su parte, las empresas del sector privado están sometidas a un grupo de regulaciones que dificultan su rentabilidad, y las obligan a tener transacciones y operaciones dentro de la economía informal.
10. Velocidad y secuencia de implementación: Vietnam adoptó un enfoque de reforma rápida y amplia, implementando cambios significativos en un corto período. Cuba ha seguido un enfoque gradual y cauteloso, con medidas parciales, que no han reformado estructuralmente la economía, y que a veces han sido viradas atrás, generando la percepción de que el gobierno no tiene capacidades para remontar la crisis.
Por lo expuesto aquí creo que una mayor descentralización económica y un papel más activo del sector privado en Cuba atraerían mayor interés empresarial, sin implicar una renuncia a la soberanía. Vietnam lo ha demostrado.
Es importante enfatizar en el hecho de que el levantamiento del bloqueo a Vietnam no fue causa de su despegue, sino resultado de una transformación económica profunda que provocó que voces dentro del propio Estados Unidos hicieran presión para un cambio de política. Cuba debe trazar su camino sin soslayar el papel del Estado, pero tampoco sin darle la espalda al mercado, y sobre todo, sin cerrar los ojos a los hechos. No hace falta teorizar demasiado, los indicadores hablan por sí solos. La ruta de Vietnam ofrece una posibilidad real y concreta de superación económica que la Isla todavía podemos aprovechar, para salir de una crisis que, sin una reforma estructural de la economía, solo puede empeorar.
Nota: Un trabajo más amplio fue publicado por la revista digital OnCuba en 4 capitulos desde 22 de abril del 2024 en la sección Alternativas.