Introducción
Estas
notas tienen el propósito de identificar una agenda favorable a un mayor
desarrollo de las ciencias sociales cubanas. Obviamente, trataremos el tema de
manera esquemática y genérica, sabiendo que existen en Cuba diferencias entre
las distintas disciplinas, dadas sus respectivas historias, prioridad política,
comunidad científica y docente que la sustenta, logros alcanzados, socialización
de sus resultados, etc.
En
los últimos tiempos, la dirección política del país, particularmente el
Presidente Díaz-Canel, ha estado reclamando un mayor desarrollo e integración
de las ciencias a las tareas de decisión y de gobierno. Ese reclamo, aunque en
menor medida, ha incluido también a las ciencias sociales.
Las
ciencias sociales, surgidas en Europa como disciplinas a fines del siglo XVIII,
han tenido un desarrollo hasta nuestros días, caracterizado por: una producción
y transmisión de conocimientos, de problemática universalidad; un inacabable
debate sobre cuestiones de métodos; una alta incidencia ideológica; y numerosas
barreras a su desarrollo y socialización.
De
hecho, en los años cuarenta del siglo XIX algunas de esas ciencias fueron refundadas
por el marxismo y concebidas como un arma para la emancipación humana. Pero
desde fines del siglo XIX, particularmente en las sociedades burguesas de
Europa y EEUU, las ciencias sociales quedaron convertidas en disciplinas
académicas y recursos del Estado, orientadas a la regulación de los conflictos
sociales. En las primeras décadas del siglo XX, la nueva ilustración socialista
y bolchevique devolvió a las ciencias sociales su compromiso revolucionario. Avanzado el siglo XX y bajo el influjo de las luchas
anticapitalista y de liberación nacional, las ciencias sociales ganaron un
mayor estatuto epistemológico y social, los que le permitieron alcanzar una
mayor universalidad y capacidad de incidir en la conciencia social.
Con
el surgimiento y consolidación en el pasado siglo, de sendos modelos de
sociedad –capitalista burgués y no capitalista burocrático- surgieron dos respectivos modelos de
promoción de las ciencias sociales. Un modelo burgués basado en el mecenazgo
privado, la academia y el mercado; y un modelo protosocialista, basado en la
estatización de la casi totalidad de las funciones públicas, científicas y
académicas. Ambos modelos, con distinta suerte, enfrentaron numerosas barreras
institucionales, culturales e ideológicas.
1. Ciencias sociales en el socialismo
real
A
pesar de su herencia emancipadora y de su presunto papel en una sociedad no
capitalista como instrumento para la construcción consciente de la nueva
sociedad, las ciencias sociales del socialismo real confrontaron en todas sus
experiencias nacionales serios desafíos tales como el dogmatismo, la exclusión
académica, el negacionismo, la censura y ocasionalmente, la represión. Estas
experiencias llevarían un examen particular de sus contextos nacionales e
internacionales, así como de sus diferentes momentos históricos, pero podemos
generalizar diciendo que las ciencias sociales del socialismo real mostraron un
menor desarrollo relativo, una mayor ideologización y una menor incidencia en
la elaboración e implementación de las políticas públicas.
Desde
la perspectiva del desarrollo de las ciencias sociales, éstas tendieron a ser suplantadas
o enmarcadas por una doctrina de Partido-Estado, conocida como “marxismo-leninismo”,
”marxismo soviético” o “DIAMAT”, orientada a la promoción del imaginario de una
sociedad de transición, amparada por leyes históricas, tendentes a la
simplificación de sus estructuras sociales, sin conflictos internos, exitosa en la
consecución de sus objetivos y crecientemente desarrollada.
En
las décadas de los setenta-ochenta se produjo una cierta liberalización y mayor
desarrollo de las ciencias sociales en numerosos países del socialismo real,
pero sin recuperar plenamente su tradición marxista ni su relativo atraso
respecto de la academia occidental. Consecuentemente,
la función social y política prevista se vio limitada o impedida de alcanzar un
diagnóstico adecuado de los procesos sociales en curso, así como estorbada en
su función de retroalimentación y ajuste de dichos procesos.
Por
otra parte, el grado de socialización esperado se vio restringido por: el carácter
estatal de las instituciones concernidas; la falta de una comunidad científica
autónoma; la ausencia de una esfera pública; y al papel de asesor o “consejeros
del príncipe”, atribuido a las ciencias y a los científicos sociales.
2. Las ciencias sociales en la
Revolución cubana.
Desde
el triunfo de la Revolución en 1959, ha existido un sostenido esfuerzo por el
desarrollo de instituciones, programas nacionales y sectoriales, así como de colectivos
especializados en la investigación y enseñanza de las ciencias sociales, caso
de los centros de investigación o de estudios y de los de educación superior.
Con ellos se ha producido una importante masa de nuevos conocimientos, técnicas
y aplicaciones, que sin embargo no han alcanzado un suficiente nivel de desarrollo
de las ciencias sociales y humanísticas cubanas. En ello han influido diversos
factores de los cuales destacaremos solo tres:
a) Las
políticas culturales e ideológicas de la revolución se han manifestado en
ciclos de ortodoxia y ciclos de una mayor heterodoxia, de manera que unos han
sido más propicios al desarrollo de las ciencias sociales que otros. Se trata
de una “onda de larga duración” pendiente de estudio. De hecho, los ciclos
ortodoxos han sido de estancamiento o regresión de las ciencias sociales
cubanas y los heterodoxos de un mayor pero insuficiente desarrollo. En los
primeros, se han promovido instituciones y políticas tomadas del socialismo
real, particularmente del soviético; en el segundo, se han creado instituciones
y colectivos posteriormente disueltos, como fueron los casos de creación y
posterior cierre de: el Departamento de Filosofía, de las Escuelas de
Sociología y de Ciencias Políticas, de la Universidad de La Habana, en los setenta;
del Centro de Estudio sobre América, en los noventa; de los centros de estudios
internacionales adscritos al CC-PCC, en los 2000s, etc. No obstante, muchas de
las instituciones creadas desde la década de los noventa, comienzo de un ciclo
más heterodoxo, aún permanecen, así como muchas de las publicaciones
especializadas surgidas desde entonces.
Hay
que decir que, lamentablemente, en cada ciclo ortodoxo, las políticas públicas
al efecto contaron con el suficiente apoyo de instituciones, dirigentes,
funcionarios, intelectuales y académicos, como para legitimarlas e imponerlas.
b) El
modelo de promoción de las ciencias sociales estuvo cercano o semejó al
practicado en los países del socialismo real, antes comentado. Como
consecuencia de ello, las ciencias sociales cubanas han presentado iguales
limitaciones en su desarrollo, socialización y función social. De hecho,
semejantes barreras políticas, ideológicas e institucionales, han estado
presente en el desenvolvimiento de las ciencias sociales cubanas, así como
lastradas por carencias materiales y de información.
Quizás
algunas diferencias con el modelo importado estuvieron en: un mayor compromiso
ético político; una relativa mayor apertura informativa; una mayor
permisibilidad; y en la influencia de las ciencias sociales desarrolladas por y
para el llamado “tercer mundo”.
c) Particular
efecto, tuvo en las políticas cubanas para las ciencias sociales y
humanísticas, la promoción intermitente del llamado “marxismo-leninismo” como
una doctrina del Partido y del Estado. Si bien esta ideología tenía cierto
carácter autóctono en la URSS, en Cuba daba lugar a una ideología dependiente,
que afectaba a la totalidad de la cultura nacional. La desaparición del campo
socialista europeo dio lugar al derrumbe de cualquier pretendido “centro” para
las ciencias sociales de inspiración marxista y a una mayor pluralidad de las
fuentes.
La
suplantación de la tradición marxista por esta ideología oficial limitó la
plena integración del marxismo a las ciencias sociales cubanas, así como un
mayor aporte de éstas a esa tradición. A la par, la dejó más expuesta a las
influencias del pensamiento social burgués contemporáneo.
3. Desafíos actuales.
Entre
los tantos desafíos que hoy enfrenta el desarrollo de las ciencias sociales y
humanísticas cubanas están: acabar de destrabar el modelo de ciencias sociales
de inspiración soviética, predominante en etapas anteriores, y propiciar un
nuevo modelo, atendiendo a:
·
Dinamizar el potencial acumulado de conocimientos, capacidad institucional
y recursos humanos.
Redefinir su función social como: a) actividad crítico constructiva de la realidad socio económica y cultural del país; b) asesorar con voz propia a los poderes públicos; c) integrar las actividades de las ciencias sociales y humanística a las funciones de gobierno, bajo nuevas formas institucionales y comunicacionales; d) fungir de retroalimentación a la función pública; e) servir de fundamento a los programas educacionales, a los medios de comunicación social y al debate político y civil.
·
Dotar
a la producción en ciencias sociales de una base jurídica y material, que la
hagan viable, tales como: a) el derecho de investigar en los espacios públicos
y privados, así como de acceso a las instituciones políticas, económicas y
sociales, concerniente a los programas de investigación, acorde a normativas generales
previas; b) financiamiento a los programas de investigación, institucionales o
no, que cumplan los requisitos de idoneidad científica; c) libre acceso a las
fuentes de información, públicas y privadas, documentales; bibliográficas;
fotográficas; bases de datos; etc. nacionales e internacionales; d) dotar al
país de un fondo organizado de información en ciencias sociales y humanísticas,
de libre acceso por todos los medios posibles, traducciones incluidas, que
incluya toda la producción nacional e internacional, pasada y presente.
·
Acceder
irrestrictamente a las redes a los fines de: disponer críticamente de su
información; poder medir la evolución de las ciencias sociales cubanas con otras
instancias internacionales; y promover un conocimiento más exacto y verás de la
sociedad cubana actual e histórica.
·
Actualizar permanentemente, el estado objetivo y subjetivo, de
la sociedad cubana e internacional. Asumir una sociedad cubana más compleja,
con una mayor estratificación de su estructura social- demográfica, generacional,
socio clasista, ocupacional, de estatus, etc.- y con un mayor patrón de
desigualdad; dotada con una conflictividad latente; etc.
·
Difundir libremente los resultados de su producción en la
comunidad científica, en el sistema de enseñanza pública, en los medios de comunicación
social y las publicaciones. Propiciar el debate fundamentado de esos
resultados.
·
Superar el entendido de que conocemos a Cuba. Construir y
someter a debate en la esfera pública una imagen verás de la sociedad cubana, que
fundamente el apoyo político moral consciente de la población a los proyectos
de nación y de sociedad que promueva un poder revolucionario al servicio de las
grandes mayorías del país.
4. Conclusiones
El
conocimiento científico en general y el alcanzado por las ciencias sociales
cubanas en particular, no solo es un patrimonio de la nación sino también un
bien público de los cubanos.
Un
nuevo modelo de socialismo supone un nuevo modelo de producción de
conocimientos sobre la sociedad y de nuevos mecanismos para su socialización.
Las
políticas de desarrollo de las ciencias sociales en Cuba deben apoyarse en un
modelo que supere las limitaciones del modelo del socialismo real y propicien
en la mayor medida posible, la producción y difusión de sus conocimientos y
buenas prácticas.
El actual proceso de reformas económicas y políticas en el país, supone un nuevo y más consistente ciclo heterodoxo y, por tanto, más favorables a un mayor desarrollo de las ciencias sociales cubanas. Ello supone no solo un nuevo modelo de socialismo sino también, un nuevo modelo de promoción de las ciencias sociales y humanísticas en Cuba.