ENTREVISTA REALIZADA AL COMPAÑERO HUMBERTO PÉREZ MIEMBRO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA, ( Cont.)
Por Marta Harnecker (1979)
¿Cuáles son los grandes objetivos del próximo plan
quinquenal?
Los objetivos más generales
del próximo plan quinquenal fueron definidos en una Resolución Conjunta del
Buró Político y del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros aprobada en julio
del pasado año. Entre estos objetivos se destacan los siguientes: incrementar
las exportaciones tradicionales como azúcar, níquel y cítricos, pero haciendo
un énfasis particular en el desarrollo de nuevos fondos exportables para
cambiar la estructura de nuestras exportaciones; desarrollar preferentemente el
sector industrial para lograr que ya en el 85 aporte aproximadamente la mitad
de toda la producción del país; desarrollar un plan de inversiones adecuado
destinando aproximadamente un 75 por ciento de ese plan a la esfera productiva,
aumentando, dentro de esta esfera productiva, las inversiones para el sector
industrial y sobre todo en las ramas básicas: minería, metalurgia, construcción
de maquinaria y energía eléctrica. Dentro de la esfera no productiva dar
prioridad a la construcción de viviendas y elevar asimismo las inversiones para
la cultura; garantizar un crecimiento sostenido de la productividad del trabajo
y una mayor participación de la fuerza de trabajo femenina; mantener el
equilibrio financiero interno; lograr una alta eficiencia energética en el
sector productivo, en particular en las ramas industriales de tal manera que
ahorremos energía, que ahorremos petróleo; reducir el índice de consumo
material de la producción y de los servicios mediante el perfeccionamiento de
los mecanismos de la planificación y del Sistema de Dirección de la Economía;
mejorar las condiciones de las provincias con menor desarrollo mediante la más
adecuada distribución territorial de las instalaciones sociales y de las nuevas
inversiones, etc. Estos son los objetivos fundamentales para el próximo
quinquenio. Los de tipo general.
Dentro
de cada rama se están definiendo en estos momentos los objetivos más concretos
que nos permitan lograr estos objetivos generales, todo lo cual se plasmara en
la propuesta final del Plan Quinquenal 81-85 que debemos tener lista para
mediados de 1980.
Has afirmado que el esfuerzo del país en los próximos 20
años estará centrado en lograr un desarrollo industrial. ¿Significa ésto que el
pueblo tendrá todavía durante 20 años las mismas restricciones actuales en el
nivel de vida?
No, no, no se
debe entender así. El Co. Fidel ha planteado que el esfuerzo principal en los
próximos años estará centrado en el desarrollo y no en el consumo, pero ello no
quiere decir que no continuemos avanzando en la elevación del nivel de vida del
pueblo. Como hemos visto antes, la Revolución ha ido elevando significativa y
profundamente ese nivel, año tras año y ha satisfecho las necesidades
esenciales de la población aún cuando, producto de las limitaciones objetivas
ya explicadas, todavía se mantienen necesidades no satisfechas debidamente.
Para el próximo quinquenio, como expliqué antes, se pone énfasis especial, por
ejemplo, en la construcción de viviendas que es uno de los
problemas más acuciantes para la población; se mantiene y desarrolla la
satisfacción de las necesidades en salud y educación y se irán satisfaciendo de
manera gradual otras necesidades aún no satisfechas, como por ejemplo lo
relativo a productos tan deficitarios como colchones, sábanas, toallas, etc.
Además, el propio desarrollo industrial para tener lugar necesita que el
mercado interno de consumo se incremente en alguna medida, es decir, que esté
en condiciones de absorber parte de lo que produce ese desarrollo industrial.
Pero lo más importante es que, en definitiva, la producción en el socialismo no
es en ningún momento un fin en sí misma, ni es un medio para obtener ganancias
como en el capitalismo, sino que es sólo un medio para satisfacer las
necesidades del pueblo y por lo tanto el fin último de la producción en el
socialismo es el consumo de la población.
.
Sin embargo, aunque parezca
paradójico y contradictorio, hay momentos en que precisamente para lograr ese
objetivo se hace indispensable sacrificar transitoriamente el consumo
inmediato, para poder dedicar los esfuerzos y los recursos de que disponemos en
primer lugar al desarrollo, que es crear las bases para asegurar el consumo
futuro ya de manera estable y adecuada. De lo contrario podemos invertir los
recursos que tenemos ahora en el consumo de este año, del que viene, pero ello
será a costa de afectar el consumo que necesitamos hacer dentro de 4, 5, 10, 15
ó 20 años y a costa de mantener la inestabilidad y la insatisfacción de las
necesidades, aspectos negativos que hoy padecemos. Debemos ir mejorando en
estos años próximos el consumo de aquellos renglones que mencioné antes y que
aún están por debajo del mínimo requerido, pero a la vez aquellos consumos que,
aún cuando no son óptimos, satisfacen de manera suficiente o mínima nuestras
necesidades vitales no debemos pretender aumentarlos en los próximos años, para
poder dedicar los recursos escasos de que dispondremos, como país pobre que
somos, precisamente a desarrollarnos: a crear las condiciones para que nuestros
hijos y nuestros nietos no tengan que reprocharnos después el no haber hecho lo
que debimos y pudimos haber hecho. Y no sólo por eso sino para resolver incluso
los problemas de ésta propia generación dentro de 15 ó 20 años.
Sabemos, desde luego, que a
quien tiene un problema difícil y apremiante con la vivienda, por ejemplo, es
difícil pedirle que espere y, precisamente por ello, ese es un problema que
recibirá una atención especial para ir dándole la solución más pronta posible.
Pero otras aspiraciones del consumo pueden esperar sin grandes sacrificios y
estamos seguros que el pueblo entiende esto perfectamente.
Tenemos dificultades con la
distribución de los alimentos pero nadie pasa hambre. Cierto es que no se puede
comer siempre lo que uno quiere, que un día uno quiere comer carne y ese día
puede que haya pescado o haya huevo que es lo que está por la libre; puede ser
que un día se quiera comer vianda y no se tenga vianda, pero lo más probable es
que se tenga pasta o se tenga arroz. Es decir, estamos seguros de que aunque
haya escasez de algunos productos alimenticios nunca existe una situación tal
que alguien se acueste sin comer, y menos que pase hambre, porque una cosa es
no tener para comer libremente lo que uno desee y otra cosa es tener hambre.
Consideramos que las necesidades de alimentos de la población están satisfechas
en el mínimo indispensable lo que a la vez no significa que no debamos superar
los defectos subjetivos en la producción, en la distribución, y que no se vayan
a producir incrementos en el consumo de alimentos que no requieren grandes
inversiones y grandes recursos como es, por ejemplo, lo relativo a viandas, a
hortalizas, a frutas.
De igual manera, nadie anda
descalzo, ni puede decirse que mal vestido. Es cierto que no se puede comprar
siempre la camisa ni el pantalón, ni la saya, ni la blusa, ni la tela que a uno
le gusta; es cierto que uno no puede cambiar de pantalón, vestido, camisa, con
la frecuencia que uno quisiera; es cierto que a veces los modelos no son los
adecuados, que los colores no están a la moda, que los zapatos resultan a veces
muy estrechos o anticuados, o feos y a veces lo peor: son duros, se rompen o
despegan antes de tiempo. Es cierto que hay esas deficiencias en la producción,
a veces por falta de materias primas: pegamentos, hormas, productos químicos
para suavizar las pieles, pero también por falta de organización,
responsabilidad y otros factores subjetivos. Hay que combatir y superar esto, y
los compañeros de la Dirección del Ministerio de Industria Ligera están
haciendo un esfuerzo en este sentido. Pero el hecho es que no hay niños
descalzos, que todos podemos salir a la calle vestidos y calzados y, aunque con
discreción, por lo general bien vestidos y bien calzados, ese es un hecho.
Por eso, cuando decimos que
en los próximos años debemos dedicarnos al desarrollo y no al consumo, tenemos
en cuenta esta situación y no significa, ni con mucho, proponer una actitud de
tolerancia frente a las negligencias y chapucerías que se hagan en la
producción de los artículos de consumo o en la distribución de los artículos de
consumo, sino todo lo contrario, mantener una lucha constante por la calidad y
por la eliminación de las chapucerías, por satisfacer con los recursos de que
disponemos las necesidades de la mejor manera. Simplemente se trata de no poner
en primer lugar mejoras en el consumo, visto esto en sentido general durante
los 7 u 8 años próximos inmediatos, en no gastar todos los recursos ni la mayor
parte de los recursos en este propósito, sino sólo una parte de los recursos y
poner en primer lugar el desarrollo e invertir la mayor parte de los recursos
de que dispongamos en el desarrollo, que es la base para solucionar realmente
nuestros problemas.
Y la libreta,
¿hasta cuando piensa mantenerse? Te pregunto esto porque la libreta es una cosa
ilustrativa de la escasez...
Si me permites,
para responder esta pregunta te voy a buscar lo que al respecto se dice en la
Plataforma Programática de nuestro Partido aprobada en el Primer Congreso. Allí
se dice: “Con el crecimiento de las fuerzas productivas, el desarrollo del
comercio exterior, el crecimiento de la producción, el logro de un equilibrio
monetario interno y la aplicación generalizada del pago según la cantidad y la calidad del
trabajo aportado se va limitando gradualmente el área de la distribución en la
que se mantiene la exigencia del racionamiento quedando reducida a aquellos
productos de primera necesidad cuya oferta aún es insuficiente para asegurar la
satisfacción de las crecientes necesidades del pueblo a través de un mercado
liberado y mediante precios al alcance de todos, tomando en cuenta que es y
será siempre preocupación fundamental de la Revolución que en la distribución
de los bienes esenciales para la vida, por un principio de justicia y
solidaridad social, las familias de más bajos ingresos tengan acceso a ellos”.
Partiendo de esto que se
expresa en la Plataforma Programática y recordándote que si bien la libreta
pone de manifiesto que aún hay escasez de algunos productos, es decir que no se
ofertan de manera suficiente para asegurar la satisfacción de las crecientes
necesidades del pueblo a través de un mercado liberado y mediante precios al
alcance de todos como se dice en la Plataforma debemos tener en cuenta, como ya
te expliqué antes, que la existencia de la libreta no significa necesariamente
un nivel de vida más bajo que la ausencia de libreta de racionamiento.
La libreta puede ayudar a
satisfacer de una manera mejor y más justa una necesidad y mantener de manera
más equilibrada, uniforme y real para todos en relación con esa misma
necesidad, un nivel de vida superior que el que existe sin libreta en otros
países en las condiciones de la sociedad capitalista.
Ahora bien, sentado esto, y a
partir de la política trazada en la Plataforma Programática se están tomando
medidas para ir gradualmente a la eliminación del racionamiento, sin afectar
nunca el propósito, planteado también en la Plataforma, de asegurar siempre los
bienes vitales a las familias de más bajos ingresos por un principio de
justicia y solidaridad social. Por esta razón en el caso de algunos productos
como la carne, por ejemplo, pienso que demorará mucho más en desaparecer y es
más, no vislumbramos aún el momento de su desaparición total en relación con
tales productos. Pero en la mayor parte de los casos si se hace posible
eliminar el racionamiento tomando las medidas adecuadas para ello y de una
manera gradual.
Porque el racionamiento, a
partir de cierto momento en que se han logrado determinados niveles de
producción y de consumo, se convierte en un freno al desarrollo, al objetivo de
lograr una mayor diversidad en la producción, en los surtidos de artículos de
consumo y una mayor calidad de los productos para el consumo. El racionamiento
que hemos tenido y aún tenemos nos obliga a producir de todo para todos: se
produce tabaco y cigarros incluso para los que no fuman; se producen peines
para todo el mundo, incluyéndonos a los calvos o de lo contrario habría que
hacer un censo especial de calvos y excluirlos de la distribución. Y obliga,
como regla, a producir de todo para todos porque el criterio de producción, en
condiciones de una distribución racionada mediante cuotas, es precisamente el
de producir los artículos racionados para que le lleguen a todo el mundo o por
lo menos a los sectores de población que se decidan, como es el caso de la
leche que no es para todo el mundo pero sí para sectores muy definidos de la
población y dentro de esos sectores para todo el mundo. Y realmente no es
posible lograr producir para todo el mundo toda la variedad de productos y
surtidos que requiere un consumo adecuado y que reclaman las necesidades que
plantea la vida actualmente.
Debemos producir para
satisfacer las necesidades de todo el mundo, pero esto no significa que debamos
hacerlo necesariamente con los mismos productos para todo el mundo. Dentro de
los alimentos unos prefieren digamos las viandas al arroz, otros a la inversa;
algunos prefieren las pastas, otros el pan y todos estos productos son
artículos que en la mesa pueden sustituirse unos por otros. En artículos
industriales, en la estructura de su ajuar, unos prefieren tener más camisas
para cambiarse más frecuentemente de esta prenda y tener menos pares de
zapatos, o puede ocurrir a la inversa; a unos les gustan unos modelos y a otros
les gustan otros modelos; unos preferirían dejar de consumir algunos productos a
cambio de poder consumir otros. Si indefinidamente, y aún rebasadas las limitaciones
que hicieron necesario el racionamiento en un momento determinado, nos
ajustamos permanentemente a una distribución por libreta tendríamos que
producir, prácticamente de cada producto, lo suficiente para repartirlos a toda
nuestra población, independientemente de su preferencia y gustos personales. Y
como los recursos de que disponemos no alcanzarían para hacer esto, ello nos
conduciría o nos mantendría en lo que en definitiva esta presente hoy, en
cierta medida, que es en la monotonía de los surtidos, en la uniformidad, en el
producir un limitado número de tipos de calzado, de pantalones, de blusas, y
así sucesivamente.
Por otro lado, la
distribución por libreta, como no puede ajustarse en todo a las necesidades y
gustos de cada familia y persona, genera la necesidad de una redistribución
complementaria a través del trueque: el que no fuma da los cigarros y el tabaco
a cambio del café, de leche condensada, de arroz o de cualquier otra cosa; el
que no toma café lo cambia por frijoles, y así miles de intercambios de este
tipo que llevan además a la posibilidad del surgimiento de intermediarios que
se dediquen a vivir de esto y actuar en bolsa negra.
La libreta y el
racionamiento, necesarios como un instrumento de justicia social para ciertos
productos y en ciertos momentos, y elementos que ayudan a neutralizar además
los efectos de los procesos inflacionarios causados por los excedentes
monetarios que puedan producirse en un momento determinado, rebasados esos
momentos, y los limites de escasez que los hicieron surgir, se convierten en un
elemento contraproducente que obstaculiza el desarrollo y la satisfacción más
adecuada y completa de las necesidades de la población, que frena y dificulta
la ampliación de los surtidos, de los modelos, la mejora de la calidad,
etcétera.
Por eso se desarrolla ya una
política encaminada a ir eliminando paulatinamente la libreta de racionamiento,
reduciéndola a los casos de excepción antes mencionados. Este es un proceso que
se ha iniciado pero que naturalmente demorará bastante tiempo todavía en
generalizarlo a todos los productos y en llegar a sus objetivos finales.
A pesar de las
explicaciones que se han dado todavía existen muchas personas que no entienden
bien esto del mercado paralelo, no entienden que si la cuota de aceite no les
alcanza por la libreta se venda este producto en el mercado paralelo. La gente
dice que por qué no le dan un poco más a cada uno por la libreta y así a todos
les toca, porque si no es así lo cogen los jubilados, las amas de casa que tienen
tiempo para hacer las colas, etcétera.
Bien, ya hemos
hecho algunos razonamientos de por qué no resulta positivo mantener la libreta
como mecanismo de distribución y ciertamente el mercado paralelo es la vía
fundamental que se ha entendido adecuada para ir sustituyéndola gradualmente.
Voy a explicarte lo relativo
a la distribución del aceite y las razones existentes para venderlo en el
mercado paralelo y a la vez aprovechar para explicarte otro caso en relación
con la venta en dicho mercado de los frijoles enlatados que me fue planteado,
como preocupación de sus electores, por un delegado del Poder Popular, porque
pienso que la explicación de estos dos problemas pudiera servir para entender
otros muchos que se producen y se van a producir en el futuro similares a
estos, y para ayudar a entender en general la política del Mercado Paralelo.
Mira, realmente el aceite que
se vendió en el año 78 por el mercado paralelo fue en total de 158 toneladas en
latas de 2 libras. 158 toneladas son unas 340 mil libras y la cuota establecida
es de una libra y media mensual de grasas por persona. Si distribuimos ese
aceite por la libreta según la cuota, daría para la distribución, una sola vez
en el año, a unos 230 mil consumidores. Si distribuyéramos, digamos, media libra
adicional daría para una distribución una vez en el año a 690 mil consumidores.
Si distribuyéramos, digamos, un cuarto de libra adicional ello daría para una
distribución, una vez al año,
a menos de un millón 300 mil consumidores, y el país tiene 9 millones 700 mil
consumidores. Quiere decir que esa cantidad de aceite no es posible
distribuirla a toda la población porque no alcanza para hacerlo en una cantidad
mínima apreciable. Por esa razón se entendió lo más adecuado ese aceite, que
tiene una calidad determinada, ofertarlo por la vía del mercado paralelo a un
precio un poco más alto.
En relación con los frijoles
enlatados, recientemente nos escribió un compañero delegado de Santiago de Cuba
expresando que sus electores proponían que “en lugar de frijoles enlatados, que
son muy caros y que para almorzar una familia debe gastar 3 pesos en frijoles,
se vendan frijoles a granel de manera que pueda resolverse el problema
económico de los consumidores”. Le explicábamos que en la Ciudad de Santiago de
Cuba, en el establecimiento de una Empresa del MINAL y por iniciativa de la
Provincia, con destino a las festividades, primero del 26 de Julio y después de
fin de año, se había decidido, a partir de los frijoles acopiados en la
Provincia y sin afectar para nada las cantidades destinadas a la distribución
en grano a la población, producir en total en el año 78 la cantidad de 194
toneladas de frijoles enlatados para lo cual se usaron 55 toneladas de frijoles
en grano.
Pero la Provincia de Santiago
de Cuba tiene unos 910 mil habitantes lo cual requiere, a razón de una libra y
cuarto per capita que es la norma mensual, que se le distribuyan allí 520
toneladas de frijoles cada mes. La distribución de fin de año, por ejemplo, que
se hizo de un cuarto de libra adicional representó a destinar a Santiago de
Cuba 105 toneladas. A razón sólo de media libra, se requieren 210 toneladas
para darle frijoles a granel a Santiago de Cuba una vez y a razón de un cuarto
de libra, como ya vimos, 105 toneladas de frijol en grano. Sin embargo, para
fabricar esas 194 toneladas de frijol enlatado se dedicaron solamente 55
toneladas de frijoles en grano, quiere decir, que estas 55 toneladas de
frijoles en grano para lo más que alcanzarían sería para darle 2 onzas
adicionales a los consumidores de Santiago de Cuba una vez en el año.
Aclarábamos, además, que el
precio de 70 centavos es un precio histórico para este producto enlatado y
expresábamos también que el consumo nuestro de frijoles reclama una determinada
importación de estos granos del área capitalista y que la producción nacional
la debemos destinar fundamentalmente a sustituir estas importaciones del área
capitalista, y no a incrementar por el momento los consumos y le dábamos
algunos otros razonamientos alrededor de esta política.
Ahora, abundándote sobre las
razones del mercado paralelo, voy a apuntarte algunos de los elementos que lo
explican y, en mi opinión, lo justifican y lo hacen aconsejable.
Por un lado: amplía las
posibilidades de compra de la población de algunos artículos que no tenemos en
cantidad suficiente, como estos explicados, para hacérselos llegar por la vía
racionada a toda la población, porque habría que producir, como dije antes, en
cantidades suficientes para toda la población y esperar tener esas cantidades
para hacer la distribución a toda la población y para ello requeriríamos varios
años a estos niveles de producción de que hablábamos en el caso de los frijoles
que se enlataron o del aceite que se produjo y desde luego son productos
perecederos que no resisten la acumulación durante mucho tiempo, por ello la
forma de distribuirlos no puede ser por la vía de la libreta.
Por
otro lado, el mercado paralelo permite a la población que va a adquirir esos
productos escoger con libertad entre unos y otros y comprar la cantidad que
desee, lo cual no puede ser de la misma manera cuando se trata de productos
racionados.
Otro factor que hace
aconsejable el mercado paralelo es que permite, por tratarse de pequeñas
cantidades trabajar en un mejoramiento y en una ampliación del surtido de los
productos y en un mejoramiento de la calidad de esos productos, mediante el
gasto de algunos insumos adicionales cuando ello fuese necesario, porque son
pequeñas cantidades en comparación con las cantidades que se requerirían para
distribuirlos por la libreta a toda la población. Por el momento, lo que se ha
sacado en el caso de algunos productos no son precisamente productos muy a la
moda y de amplio surtido, y se puede entender que hay una contradicción entre
lo que en estos momentos hemos sacado a la tienda, en ropa femenina, etc. y
esto que estamos planteando. Pero yo estoy explicando la política del mercado
paralelo y no de lo que inicialmente ha sido posible sacar que son algunos
inventarios de pequeñas excedencias que existían de años anteriores en algunos
productos. El propósito es ir sacando de manera estable pequeñas cantidades que
se puedan ir produciendo, por encima de la producción con destino a satisfacer
las necesidades del racionamiento, con una mejor calidad y con un surtido más
variado, que justifiquen los precios diferentes más elevados que se le ponen a
estos productos.
Por ello entendemos que el
mercado paralelo estimula a que aumente la calidad de los productos, a que se
amplíe el surtido de los productos, y está llamado a convertirse en una especie
de vanguardia y de avanzada en la producción de los distintos artículos que
pueda ser después seguida por la producción en masa de esos artículos ya con
destino a toda la población, que se traslade la calidad y el surtido que se va
logrando por esta vía a la producción masiva hacia la población, cuando las
cantidades que se produzcan así lo permitan.
Otro
elemento que lo hace aconsejable en nuestro criterio, es que cuando se logra
estabilizar la venta de un producto por este mercado, es un factor muy efectivo
para combatir la bolsa negra de aquellos intermediarios, de aquellos que, para
no trabajar, se dedican a hacer las colas o a obtener determinados productos de
los que los reciben por la libreta y no los utilizan, comprándolos a un precio
y revendiéndolos a un precio más alto, etc. y no obstante que los precios del
mercado paralelo son más elevados que los que tienen productos similares
distribuidos por la vía del racionamiento, sin embargo, se trata de precios que
en muchos casos son más bajos de los que tienen también estos productos
similares si se obtienen por la vía de la bolsa negra.
Pero
lo más importante no es ninguno de estos factores que yo he mencionado hasta
ahora. En nuestro criterio, la más importante de todas las razones que
justifica la necesidad del mercado paralelo para vender productos a precios
diferenciados más altos, es que ésta es la única vía de cumplir consecuentemente
el principio socialista de distribución con arreglo al trabajo.
Todos sabemos que el
principio de distribución “a cada cual según sus necesidades” pertenece al
comunismo del que todavía nos separa un gran trecho. En el socialismo el
principio es “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”.
Si entendemos justo que al
que tenga un trabajo más calificado o más complejo como por ejemplo un médico,
un veterinario, un ingeniero agrónomo, un arquitecto, un científico, un técnico,
un obrero calificado o al que tenga una mayor productividad en el trabajo, que
rinda más a la sociedad, y al que trabaje en condiciones anormales, bien sea de
noche, bien sean trabajadores de una mina o en fábricas que tengan determinadas
condiciones nocivas para la salud, etc., se le pague un salario mayor por estas
razones; también tenemos que entender que es justo que haya productos en el
mercado y que haya servicios que sólo puedan ser comprados por esos que ganan
más Es decir por estos trabajadores que, por su mayor calificación, por
desarrollar un trabajo más intensivo o más hábil o por estar dispuestos a
trabajar en condiciones más difíciles, hacen un aporte mayor a la sociedad y
por lo tanto tienen el derecho a recibir de la sociedad una cantidad mayor de
recursos.
De manera inmediata esa
situación para estos trabajadores más calificados representa un salario mayor
pero ese salario mayor, para que se convierta en una realidad la distribución
con arreglo al trabajo, debe poder convertirse en una cantidad mayor de
productos y de servicios que para los que ganen menos porque hacen un trabajo
de menos calificación o menor cantidad y que por lo tanto aportan menos a la sociedad.
Es decir, que para los primeros tiene que convertirse el mayor salario en la
posibilidad de poder consumir más que los demás.
Si no fuera así, ¿para qué
les serviría el dinero que ganan de más? ¿Qué estímulo material tendría
entonces un trabajador para laborar con más productividad, para calificarse o
para ir a realizar tareas más complejas, más peligrosas o más desagradables?
¿Sólo para obtener más dinero? El dinero para los trabajadores no es un fin en
sí mismo, es un medio para obtener los medios de consumo, aquellos que satisfacen
sus necesidades y las de su familia. Solo es un estímulo ganar más dinero si
con ello se pueden obtener más cosas, que no se pueden alcanzar ganando menos.
Y para que esto sea así, es indispensable que haya productos y servicios en el
mercado a precios más altos que los normales, productos y servicios que solo
puedan ser adquiridos por aquellos que ganan más.
Esta es una motivación
necesaria para el desarrollo, para el aumento de la producción y de la
productividad, para la elevación del nivel técnico de los trabajadores y por
todo esto es en definitiva una motivación necesaria para el mejoramiento de la
sociedad y de los trabajadores en general, incluso de aquellos que ganan menos
y que no tienen posibilidades en todos los casos de adquirir estos productos de
precios superiores.
Hay que tener presente que en
el socialismo desaparecen motivaciones materiales de mucha fuerza que existen
en el capitalismo y que presionan sobre el trabajador, haciéndole producir más.
Uno de estos factores que existe en el capitalismo y que desaparece en el
socialismo es el desempleo. El que está empleado sabe que esperando para ocupar
su puesto hay un ejército de desempleados y por lo tanto tiene que esmerarse en
cumplir bien su labor, en ser eficiente como trabajador, para no perder su
empleo y quedar desocupado. Eso no existe en el socialismo: cada trabajador
tiene asegurado su empleo, no hay un ejército de desempleados esperando para
sustituir a los que puedan resultar despedidos. Incluso cuando por alguna razón
no imputable al trabajador se paraliza la producción temporalmente se le paga
un por ciento de su salario por esa interrupción laboral.
Otra motivación para que el
trabajador se esfuerce más en el capitalismo y que desaparece con el
socialismo, es el temor a enfermarse y a no tener recursos con los cuales ir al
médico y tener la asistencia médica y hospitalaria necesaria; esto hace que el
trabajador busque disponer de los ingresos necesarios, y si le es posible de
algún ahorro con este propósito. En el socialismo este servicio se le ofrece
gratuitamente, no es un motivo por el cual él tenga que esforzarse más.
Otra motivación que existe en
el capitalismo y que desaparece en el socialismo, es la relacionada con los
recursos necesarios para la educación de los hijos. Padre que en el capitalismo
quiera que sus hijos estudien y adquieran una calificación, necesita obtener
esos recursos mediante su trabajo, de manera personal; obtener un salario, un
ingreso que le posibilite costear el estudio de sus hijos. En el socialismo
esto desaparece porque la sociedad resuelve el estudio de los hijos de los
trabajadores sin costo alguno para los padres.
Otra motivación que hay en el
capitalismo, es el temor a cuando llegue la vejez, cuando ya no se pueda
trabajar, lo que hace necesario esforzarse mientras se está apto para el
trabajo, obtener el ingreso mayor posible con vistas a ahorrar, a guardar algo
si es posible, para cuando llegue ese momento. En el socialismo está asegurada
la jubilación y el ingreso en este sentido, sin relacionarlo de manera
significativa a la actitud cotidiana y eficiente del trabajador.
En el capitalismo cuando
alguien no paga el alquiler lo desahucian, lo botan para la calle, eso en
nuestra sociedad no existe y el alquiler aunque hay que pagarlo, es muy bajo,
es como máximo un 10% del salario. En Cuba antes representaba como promedio un
30% del salario.
Asimismo, los alimentos
vitales, los alimentos fundamentales se aseguran como ya vimos a precios bajos,
por debajo del costo de producción, con perdida para la sociedad en su
conjunto.
Por lo tanto, la posibilidad
de satisfacer todas estas necesidades, que en el capitalismo depende
exclusivamente del esfuerzo individual del trabajador, que lo estimula a producir,
a trabajar más y mejor y a elevar su calificación, no se presenta de igual
manera en el socialismo. Estos problemas en el socialismo están resueltos sin
que se relacionen directamente con el mayor o menor esfuerzo de cada uno en
particular. Están relacionados desde luego con el trabajo y el esfuerzo de
todos en su conjunto, porque si no existiera el trabajo y el esfuerzo de todos
no habría recursos para poder dar los servicios médicos y educacionales,
gratuitos; pero no están vinculados de manera directa al esfuerzo personal de
cada trabajador.
Y si estas motivaciones no
están presentes en el socialismo y tampoco utilizamos las otras motivaciones
que representa el poder consumir algo sólo si se trabaja más y mejor y por
tanto se puede ganar más, ¿qué razones materiales habría para trabajar más y
mejor? ¿Cuál pudiera ser el contenido concreto de los estímulos materiales que
se hacen necesarios junto a los estímulos morales en esta etapa de construcción
en el socialismo? Porque todavía los hombres que vivimos en esta etapa
necesitamos la presión de esos estímulos para rendir el máximo pues nuestra
conciencia no esta aún lo suficientemente desarrollada para actuar únicamente
empujados por los estímulos morales. Pero además de eso, si el servicio de
salud y educación es gratuito, si los productos vitales se venden por debajo de
su valor y hasta de su costo, se hace necesario que otros productos, que ya no
resultan tan vitales, se vendan por encima de su valor para que la sociedad
recupere por un lado los recursos que da gratuitos por otro lado. ¿Cómo se
logrará si no el equilibrio financiero interno y se mantendría el valor del
dinero?
Dicho de una manera un tanto
esquemática, pero que refleja lo esencial del problema: la suma de los precios
a que se vendan todos los artículos, todos los productos y todos los servicios
que se le puedan ofertar a la población durante un año debe ser igual a la suma
de todos los ingresos personales que reciba la población en ese año y con los
cuales la gente irá a comprar esos productos, esos servicios, esos artículos.
Si no es así, sobraría el dinero, y entonces ese dinero perdería su valor.
Habría dinero, en tal caso, que no habría en que gastarlo y de nuevo esto sería
una razón para que se perdiera el interés en ganar ese dinero, y disminuiría
también por estas razones, la motivación para trabajar más y mejor y como medio
para ganar más.
Esa es la razón por la cual
hay productos, artículos y servicios que tienen que venderse por encima de lo
que valen. Eso no se le oculta a nadie, no es un engaño a nadie. A veces surge
un producto con un precio alto y algunos dicen: eso no vale ni la mitad del
precio que le han puesto. Es verdad, puede ser que no valga ni la mitad ni la
cuarta parte del precio que se le ha puesto, pero es que frente a esa verdad
está la otra verdad, tan contundente como ésta y es la de que se están dando
gratis, sin costo alguno, sin que haya que pagar absolutamente nada por ellos,
los servicios de la salud, los servicios de la educación y que se están dando muy
por debajo de lo que cuestan, productos fundamentales como la carne, como la
leche, como otros muchos productos alimenticios, el servicio de los círculos
infantiles, etc.
Pudiera hacerse distinto, y
ponerle a cada cosa el precio que le corresponde, según lo que cueste, pudieran
en ese caso venderse más barato estos artículos del mercado paralelo, pero
entonces habría que cobrar la asistencia médica, el ingreso a los hospitales,
habría que cobrar por su precio los círculos infantiles, habría que cobrar por
su precio y por su valor la carne, la leche, etc. y entonces si creemos que
resultarían afectados los núcleos de más bajos ingresos que no pueden
prescindir sin embargo de estos servicios y estos productos, porque son
fundamentales, porque son vitales. Porque un núcleo de bajos ingresos puede
prescindir de comprar cigarros o de comprar tabaco, que además es dañino para
la salud; puede prescindir de comprarse un televisor si le resulta muy caro;
puede prescindir de comprar una botella de bebida alcohólica si le resulta muy
cara; puede prescindir de comprarse el producto adicional, la ropa adicional,
la muda de ropa adicional, la camisa, la blusa adicional que se le vende en
el mercado paralelo si le resulta muy cara; pero lo que no puede es prescindir,
sin afectar algo esencial y vital para él, de ir al médico cuando esté enfermo
o de asegurarle la escuela a sus hijos o de comprar. el alimento que necesita
para alimentar a sus hijos y todo esto lo tienen asegurado las familias de más
bajos ingresos bien gratuitamente, bien a través de la libreta de racionamiento
y a través de ofertarle estos productos a precios que están a su alcance. Pero
una cosa implica la otra, si hay cosas gratis y con precios por debajo de su valor
tiene que haber otras que se vendan a precios altos. No es posible ofertarlo
todo para que esté al alcance de todos porque entonces no tendría sentido el
pagar salarios diferentes y el que unos ganaran más que otros.
Si nos dejamos llevar por el
altruismo romántico al que todos los revolucionarios nos sentimos inclinados y
si nos dejamos ganar por un igualitarismo que no se corresponde con la fase
socialista que estamos viviendo, con ello, sin darnos cuenta, estaremos
perjudicando y no beneficiando a la sociedad y, como dije antes, a los propios
trabajadores de menor ingreso, que si bien es verdad que por el momento no
pueden obtener algunos de estos productos y servicios del mercado paralelo por
venderse a precios más elevados, sin embargo, la forma de lograr que mejore la
calidad de los productos que obtienen a precios inferiores, de lograr que se
amplíe el surtido que se le ofrece, y de lograr que todo el mundo trabaje más y
mejor y por lo tanto se produzca más, en mayor cantidad y con mejor calidad, es
estimulando a todos a trabajar con la mayor eficiencia, con la mayor
productividad y a mejorar su calificación técnica. Esa es la vía para
desarrollarnos, esa es la vía para que en un momento dado puedan existir los
productos en abundancia suficiente y que se les pueda bajar el precio, porque
ya existen en cantidad bastante para todo el mundo.
Y eso es lo que se persigue
con el mercado paralelo y con la venta de productos y servicios a precios
diferenciados más altos que estimulen a todos a rendir más, lo que al final
habrá de redundar en beneficio de todos y éste mecanismo es también un estímulo
para aquellos trabajadores de más bajos ingresos para que se califiquen, para
que trabajen con la mayor productividad posible, con vista obtener un ingreso adicional
al habitual que han estado obteniendo, y poder aspirar en algún momento, una
vez cada 6 meses, una vez al año, a ir también al mercado paralelo a adquirir
algún producto adicional.
Por la libreta no se podrían
ofrecer estos productos porque se necesitaría producir para los casi 10
millones de habitantes que tiene el país, por lo tanto la única forma de que se
oferten es a precios más altos. Todos no podrán comprar de todos estos
productos pero unos trabajadores compraran de unos artículos y otros compraran
de otros.
Algunos, los que ganan más,
podrán ir con más frecuencia y los que ganan menos podrán ir solo unas pocas
veces, pero para todos se presenta una oferta adicional que no existía, que de
otra forma no podría existir, una oferta además con, un mayor surtido, con una
mayor calidad y, por lo tanto, resulta algo de lo que gana toda la población
sin que nadie pierda nada. Habrá unos que podrán obtener más y otros que podrán
obtener menos de estos productos adicionales del mercado paralelo, pero toda la
población obtendrá más que antes y tendrá más posibilidades que antes. Creo que
esto puede entenderlo todo el mundo, lo que hace falta es explicárselo con
claridad a la gente.
Pasemos ahora
a uno de los problemas más sentidos por la población, el problema de la
vivienda. En la última sesión de la Asamblea Nacional se informó que hubo un
grave incumplimiento del plan de construcción de viviendas. Sólo se construyó
un poco más de 2 tercios del plan. De las 24,000 contempladas en el plan sólo
se construyeron 16,500.
Por otra parte en un estudio
de una de las comisiones de la Asamblea, se afirmó que alrededor de 25,000
viviendas se destruyen anualmente por falta de reparación. Estos datos son sin
duda alarmantes, según ellos, el año pasado se construyó menos de lo que se
destruyó. Esto parecería estar dando la razón a
aquellos que se han planteado que no entienden bien la política de viviendas de
la Revolución, que no entienden por que se destina tan poco esfuerzo a la
reparación poniéndose el énfasis en las nuevas construcciones.
¿Qué nos puedes decir de la
política de viviendas que hasta ahora se ha tenido y cuáles son las
perspectivas futuras? ¿Qué se va hacer en cuanto a reparación y mantenimiento
de las viviendas? El que se haya constatado que 25,000 viviendas perecen
anualmente por falta de reparaciones, ¿alterará el plan de construcciones?, o
¿de dónde se sacarán los recursos para parar ese grave fenómeno que termina por
costar muy caro a la Revolución?
Ya antes precisé
que en definitiva se terminaron en el 78 más de 16,700 viviendas. En concreto
la información estadística que tenemos nos da a conocer que se terminaron
16,778 viviendas y que quedaron en proceso unas 30 mil, algunas en un avanzado
estado de construcción lo que permitirá terminarlas en un breve plazo durante
este año.
Es cierto que existe un
proceso de deterioro del actual fondo de viviendas porque no ha sido posible
dedicar los recursos necesarios para su mantenimiento y reparación, y además
porque no hemos tenido una política al respecto debidamente estudiada y
fundamentada.
También es cierto que tal vez
se debió dedicar una cantidad mayor de recursos a este objetivo restándolo de
los que se dedicaban a las nuevas construcciones. Pero lo fundamental reside en
que se hizo indispensable destinar los recursos disponibles, de manera
decisiva, hacia las nuevas construcciones, no sólo de viviendas e incluso no
principalmente de viviendas, sino a la construcción de escuelas, hospitales,
círculos y otras obras sociales, así como a fábricas, vaquerías, etc.
Aparte de eso hay que tener
en cuenta que si bien es cierto que las viviendas existentes requerían
mantenimiento y reparaciones por encima del que han recibido, también es verdad
por ejemplo, la necesidad que hubo de terminar con los barrios insalubres que
existían, en primer lugar en La Habana y Santiago de Cuba, al triunfo de la
Revolución. Es verdad también el alto crecimiento de la población sobre todo en
los años 60 no olvidemos que hoy tenemos 3 millones de habitantes más que en el
58 ; la necesidad de construir comunidades rurales para incorporar a los
campesinos dispersos a determinados planes estatales; es verdad también el
crecimiento de la cantidad de matrimonios con posterioridad al triunfo de la
Revolución, pues si por ejemplo en el año 58 tuvieron lugar menos de 5
matrimonios por cada mil habitantes del país, ya en el año 61 se produjeron
10,3 matrimonios por cada mil habitantes y para el año 70 tuvieron lugar más de
13 matrimonios por cada mil habitantes. Todas estas razones exigían que se
construyeran indispensablemente nuevas viviendas. La demanda ha sido muy
superior incluso a las que se han construido con estos destinos, sin contar las
que era necesario construir para reponer aquellas que estaban en peor estado y
que ya no era posible reparar. Sabido es que muchas familias han tenido que
dividir sus casas con esfuerzos propios para que pudiesen vivir el hijo, la
hija que se casaron, con la nueva familia que se creaba, y en otros casos
simplemente se han agregado al hogar de los padres, viviendo en condiciones de
mucha estrechez y dificultades.
Ante una escasa
disponibilidad de recursos constructivos, insuficientes para responder a todas
las necesidades en este sentido, es muy difícil juzgar la política seguida y
hasta qué punto haber destinado los recursos necesarios al mantenimiento y a
las reparaciones, hubiera impedido satisfacer en el grado mínimo las
necesidades que las nuevas construcciones han satisfecho, creando problemas tal
vez mayores que los que actualmente tenemos por la falta de esos mantenimientos
y esas reparaciones.
Lo que sí es cierto, porque
es un hecho, independientemente de que esté o no lo suficientemente justificada
la política seguida hasta ahora, es que se ha acumulado un déficit de
reparación y mantenimiento realmente preocupante, y que hasta este momento no ha
existido una política en este sentido. Ya en la Plataforma Programática,
aprobada por el Primer Congreso del Partido en el año 75, se orientaba que: “se
destinarán recursos de manera creciente para la reparación y mantenimiento de
viviendas y edificaciones industriales, agropecuarias, de infraestructuras y
sociales en general con el objetivo de mantenerlas en buen estado y prolongar
su vida útil”.
En cumplimiento de esto un
primer paso en este sentido ha sido determinar de manera directiva en el plan
de la economía nacional, que del total de recursos constructivos que se le
entregan a los órganos locales del Poder Popular desde 1978, un 70%
aproximadamente debe ser destinado a reparaciones y mantenimientos y sólo un
30% a nuevas construcciones. Esto el año pasado significó que se destinaran a
este propósito recursos por casi noventa millones de pesos. En el plan de este
año se prevé dedicar a este mismo objetivo unos 115 millones de pesos. De todas
maneras ésta es una cantidad aún muy insuficiente, pues la cantidad de recursos
antes mencionada debe dedicarse a reparación no sólo de viviendas, sino también
a la reparación de escuelas, instalaciones de salud, de la red gastronómica y
comercial, cines, instalaciones deportivas, acueductos y alcantarillados, calles,
parques, edificaciones sociales e industrias, etc., es decir a todas las
actividades que se subordinan a los órganos locales del Poder Popular.
Y según el estudio de la
comisión de la Asamblea Nacional a que tú haces referencia, dentro de estas necesidades,
tan sólo para la reparación de viviendas, escuelas e instalaciones de la salud,
se requieren recursos por unos 120 millones de pesos anuales.
No obstante, ya se han dado
los primeros pasos en la dirección de establecer una política en este sentido,
el propio estudio mencionado que no ha concluido en todos sus aspectos, es una
base de extraordinaria utilidad para poder establecer esa política de manera
fundamentada. Ya para el plan de 1980 trataremos de llegar un poco más a la
cantidad de recursos que se necesitan para satisfacer este problema y a partir
de 1981 pensamos poder dar una respuesta bastante completa a esta demanda,
debido al crecimiento previsto en general en las industrias de materiales de
construcción, y en primer lugar en la producción de cemento que será el doble
de la actual para el próximo quinquenio.
Específicamente
en cuanto a nuevas construcciones. ¿Cuál es la perspectiva? ¿Se seguirá
haciendo el mismo tipo de vivienda que hasta ahora?
No, la idea es
establecer algunos cambios. Prácticamente se está concluyendo un estudio
realizado por una comisión integrada por compañeros del Ministerio de la
Construcción, del Comité Estatal de la Construcción, del Centro de Estudios y
Control de Desarrollo de la Vivienda, del Instituto de Planificación Física, de
la Junta Central de Planificación y de la Comisión de Construcción y Materiales
de Construcción de la Asamblea Nacional, acerca de esta cuestión con el
propósito de adecuar los tipos de viviendas que construyamos en lo adelante a
la estructura que tienen nuestras familias y contemplando en los proyectos una
utilización más intensiva de la superficie de las viviendas que nos permita
utilizar mejor los recursos disponibles.
Actualmente
se construyen viviendas sólo de dos tipos, con dos y con tres dormitorios
dobles, es decir, para familias de 4 y de 6 personas, sin embargo estas
familias representan tan sólo un 28% del total de familias existentes en el
país. De ello se deriva que cuando se entrega una tasa de éstas a familias con
uno, dos y tres miembros, y de 5 miembros a los que se les entrega una casa con
capacidad para 6, se está desaprovechando espacio, y estas familias con uno,
dos, tres y cinco miembros, representan el 53% del total de las familias. Por
el contrario a las familias de 7 miembros y más, que son el 19% del total, se
les entregan viviendas que en general les resultan insuficientes.
Los nuevos proyectos que se
están elaborando de diferentes tipos de viviendas adecuados a los distintos
tipos de familias y con un uso más intensivo y mejor aprovechado de la
superficie de dichas viviendas, permitirían construir aproximadamente unas mil
500 viviendas con los mismos recursos con que hoy se construyen 1,000, y con
ello podrán resultar beneficiadas unas 6,300 ó 6,400 personas con los mismos
recursos que hoy se usan para beneficiar a unas 4,000 ó 4,200 personas.
¿Qué ocurrió el año pasado en relación a los materiales de
construcción, concretamente con el cemento? Según nuestra información las
Asambleas Municipales del Poder Popular tuvieron muy poco que distribuir.
El año pasado
tuvieron lugar diversas dificultades. En primer lugar, el plan de cemento no se
cumplió al 100%, pero más que el incumplimiento del plan del año en su conjunto,
que fue mínimo, lo que afectó fue el incumplimiento del plan en los primeros
nueve meses, y sobre todo en el primer semestre, que fue bastante notable. Ello
afectó las entregas a tiempo de las cantidades de cemento que se habían
asignado a los órganos locales del Poder Popular y ya al final, aunque se
mejoraron mucho estos suministros no fue posible recuperar los atrasos
acumulados. El cemento con destino a la venta a la población se entregó todo
según las cantidades planificadas e incluso se sobrecumplió el plan aunque
dichas entregas estuvieron muy concentradas en la última parte del año, lo que
impidió que tuviesen un efecto apreciable en las reparaciones por cuenta propia
de la población en el transcurso del año. Parte de ese cemento lo ha recibido
la población en el último mes del año pasado. Ahora bien, en la práctica a la
población se le vendió en 1978 mucho más cemento del que estaba planificado
venderle y hay provincias como Pinar del Río y Holguín en que se le vendió el
doble del plan, en Ciego de Ávila se le vendió una cantidad 6 veces mayor que
lo planificado y en Matanzas casi 4 veces más. Esto se debió a que fue vendido
a la población cemento que estaba destinado a las construcciones y reparaciones
a realizar por los Órganos del Poder Popular pero que al recibirlo tardíamente
ya no lo podían emplear en cumplir sus planes y decidieron venderlo a la
población. Por esto puedo decirte que, aunque mal distribuida en el tiempo, la
venta de cemento a la población se sobrecumplió en 1978.
En el año actual está
previsto venderle una cantidad que es el doble de la que se planificó para el
año anterior, aunque es necesario tener presente que por haberse sobrecumplido
el plan de ventas de 1978 a veces en 2 y hasta en 6 veces en algunas
provincias, este plan de 1979 puede resultar en los hechos inferior a las
ventas reales realizadas en el año pasado.
De todas maneras, debe
mejorar el suministro de cemento a la población en el año actual y por tanto el
trabajo de reparaciones y mantenimiento por cuenta propia de la población y
además se están tomando medidas por los compañeros del Comité de Abastecimiento
Técnico Material y del Ministerio de la Industria de Materiales de Construcción
para que las entregas de este producto se realicen adecuadamente desde los
primeros meses y a lo largo de todo el año.
¿Cómo se
explica que Cuba exporte cemento si éste no alcanza para satisfacer las
necesidades internas?
Hasta el año
pasado y todavía este año, la producción de cemento realmente no satisface las
necesidades internas; pero a partir de 1980 con las dos nuevas fábricas que
entran en producción, la de Mariel y la de Cienfuegos, se comenzará a dar
respuesta a las necesidades internas y para mediados del próximo quinquenio
estaremos produciendo el doble de lo que produjimos el año pasado, o sea más de
5 millones de toneladas con la cual dispondremos incluso, según los cálculos
que hemos hecho, de un excedente significativo para la exportación.
La exportación que estamos
haciendo ya desde hace dos o tres años, no obstante no tener aún satisfechas
las necesidades internas, tiene dos razones fundamentales: por un lado la
necesidad de ir creando un mercado en el cual podamos vender después esos
excedentes de cemento de que hablo, y segundo la necesidad de diversificar
nuestras exportaciones y de obtener ingresos en moneda libremente convertible
con otros productos además del azúcar, sobre todo en la situación de los bajos
precios de ésta, aún a costa de afectar las necesidades internas de dichos
productos, para poder contar con ingresos en divisas que nos permitan realizar
los pagos indispensables a que estamos obligados en el mercado capitalista y
poder adquirir artículos que nos resultan aún más necesarios que el cemento y otros
productos que exportemos.
Es
necesario entender que una economía pobre tiene que privarse en muchas
ocasiones de consumir lo que ella misma produce o parte de lo que produce para
poder obtener a cambio otros recursos que le son más urgentes y necesarios y
que no produce o los produce en cantidades insuficientes.
Me parece que esto es algo
que se pudiera comprender mejor si nos trasladáramos del macromundo más
complejo y general de la economía nacional del país al micromundo económico o
mundo económico más pequeño de una economía familiar individual pobre en las
condiciones de una sociedad capitalista, porque a escala de esta economía
individual las cosas se presentan de manera menos complicada, más sencillas y
más diáfanas y considero que comprensibles para todo el mundo, y sin embargo a
esa escala se plantean los hechos de una forma muy similar a la que se afronta
a escala de toda la economía nacional.
Para que las situaciones sean
realmente comparables en este símil que pretendemos hacer, debemos pensar en la
economía familiar individual no de un obrero, sino de un pequeño productor
artesano o campesino, porque un obrero no es propietario de medios de
producción, mientras que un país socialista sí es propietario de medios de
producción. Y para ejemplificar en concreto lo que pretendo, voy a seleccionar
una familia campesina pobre, porque es la situación que mejor conozco
personalmente por mi propia procedencia.
¿Con qué criterios maneja los
recursos de que dispone un campesino pobre y qué prioridades establece a la
hora de invertir los escasos ingresos que obtiene? Ese campesino como norma no
pide dinero prestado nunca para comprar alimentos, ni ropas, ni zapatos, ni
mucho menos para su recreación o la de su familia. Él se encarga de producir de
manera complementaria, principalmente viandas, frijoles y en algunos casos
leche para su sustento y el de su familia. Renuncia a comer carne de res porque
tendría que comprarla y no le alcanza el dinero, y aunque tiene por lo general
una pequeña cría de cerdos y aves, no come tampoco carne porcina ni avícola y
ni siquiera los huevos que le ponen sus gallinas porque usa a éstas y a esos
huevos para venderlos como una pequeña “exportación” complementaria que le dé
ingresos para comprar productos industriales que él no produce y que le son más
necesarios en su situación que la carne y que los huevos, como es, por ejemplo,
la sal, el azúcar, el jabón, la pasta de dientes, etc.
De vez en cuando mata un
cerdo, pero lo hace para resolver sus necesidades de grasa y en ese momento
come la carne ocasionalmente como un subproducto. En cuanto a las aves las mata
sólo para alimentar algún enfermo de la familia o para homenajear a alguna
visita. Es decir, ese campesino y su familia se privan de consumir algunas
cosas que ellos tienen y que ellos producen y se limitan a alimentarse de
manera más deficiente sólo con viandas y granos y cuando más con leche, porque
entienden, comprenden que les es más conveniente “exportar”, es decir vender
esa carne y esos huevos para poder obtener a cambio otros recursos que les
resultan más necesarios y que no tienen otra forma de obtener. Cuando al final
vende la cosecha de su principal producto de “exportación”, que supongamos sea
el tabaco, y vende también algunos productos secundarios: excedentes de las
viandas y granos producidos con propósitos de autoconsumo por ejemplo, y recibe los exiguos ingresos
que esto le proporciona y que son sus “divisas”, ¿cómo las invierte? ¿Qué
prioridades establece para gastar esos ingresos, esas “divisas”, que no le
alcanzan para cubrir todas sus necesidades ni siquiera las más perentorias? Lo
primero que hace es pagar las deudas que tiene contraídas con el banquero o con
el comerciante prestamista, incluyendo los correspondientes intereses. Y es lo
primero porque no puede dejarlo de hacer puesto que de lo contrario perdería
las posibilidades de obtener para el próximo año los recursos con los cuales
volver a producir y seguir viviendo y sosteniendo a su familia.
La segunda prioridad que
establece es la de pagar las deudas que haya contraído con el médico y con el
farmacéutico, pues se trata de necesidades que no puede soslayar: él no ha
podido dejar de ir al médico y de ir a la farmacia para los enfermos de la familia.
En tercer lugar le paga al
comerciante de víveres por aquellos productos alimenticios industriales que
haya tenido que comprar y para lo cual no le son suficientes los pocos ingresos
que ha obtenido con sus ventas de aves y de huevos. Y la cuarta prioridad es
pagar o comprar en la tienda de ropa y calzado las telas y ropas mínimas que
necesita él y su familia, las más baratas, y en primer lugar no la ropa de
salir, sino la ropa y el calzado de trabajo, y sólo si le alcanza compra
algunas mudas de salir.
La
quinta prioridad, si aún le resta algo, es la de darle algo a sus hijos jóvenes
para que vayan a un baile, a alguna fiesta, al cine o a cualquier otro centro
de distracción, pero por lo general para esto último no le queda nada o casi
nada.
Asimismo, cuando ese
campesino pretendía desarrollarse como productor, tecnificar en alguna medida
pequeña su producción comprando algún motor para regadío o cualquier otra
pequeña inversión de este tipo, como comprar un tractor o una planta eléctrica
sólo podía hacerlo restringiendo aún más su ya estrecho consumo personal y lo
hacía comprando esto a crédito para lo cual tenía que pedir prestada una
cantidad determinada al banco y pagar un interés, la cual iba pagando en los
próximos años hasta que saldara esta deuda que es a lo primero que dedicaba sus
ingresos. Su consumo, repito, si decidía hacer esto se veía restringido en
mayor medida todavía. Esa era la única forma que tenía ese campesino para
intentar desarrollarse: sacrificando el consumo inmediato. ¿Y con qué propósito
intentaba desarrollarse este campesino?, con el de crear unas mejores
condiciones materiales para sus hijos y para su familia en el futuro, para que
no tuviesen que pasar las vicisitudes y las dificultades que él estaba pasando,
para que pudieran precisamente consumir más en el futuro y satisfacer en mayor
medidas sus necesidades sin las restricciones del momento, para asegurarse su
vejez. Es decir, sacrificaba su consumo del momento, lo restringía, trabajando
para mejorar su consumo perspectivo, el que iba a tener dentro de 5, 10 ó 15
años.
De manera similar, aunque a
una escala incomparablemente mayor y con muchas mayores complejidades, se nos
presenta la situación en el manejo de la economía nacional de un país pobre, y
similares son las prioridades que estamos obligados a establecer en el uso de
nuestros recursos y en el manejo de nuestras divisas. Una sola cosa fundamental
aparece como prioridad a escala de todo el país que no está presente por lo
general entre las prioridades del campesino: la necesidad de destinar recursos
a la educación y esto se produce a escala de todo el país no sólo por un
problema de justicia y humanismo social, sino porque en el caso del campesino
para desarrollar las labores de su pequeña economía individual no necesita de
fuerza de trabajo calificada, o por lo menos puede prescindir de ella, pero a
un país le resulta imprescindible educar por lo menos una parte de su población
para contar con la fuerza de trabajo calificada que requiere el complejo
mecanismo de una economía nacional: médicos, ingenieros, economistas, técnicos
de todo tipo.
Por
lo demás la situación es sumamente parecida y creo que si se comprende
claramente el por qué el campesino se ve obligado a actuar como lo hace y se
considera racional y lógica esa forma de decidir
en su situación y condiciones, también se comprenderá el por qué en la
situación de un país pobre como el nuestra la decisión lógica y racional es el
privarnos de parte de lo que producimos en diversos artículos aún cuando no
tengamos satisfechas las necesidades de esos artículos para poder obtener a
cambio otros que no producimos, o que producimos en cantidades aún
insuficientes y que nos resultan más necesarios que los primeros.
A la hora de decidir las
prioridades para gastar las divisas que obtenemos, la número uno es la relativa
al pago de las deudas que tengamos contraídas con sus correspondientes
intereses, deudas que están referidas, por lo general a las compras que hemos hecho
para inversiones en fábricas, las compras en equipos y de otros recursos de
producción, indispensables para nuestra actividad económica y sobre todo para
nuestro desarrollo. En segundo lugar nos vemos obligados a comprar lo necesario
para asegurar la producción de nuestros fondos exportables de los que dependen
precisamente esos ingresos en dividas y sería absurdo priorizar cualquier otra
cosa antes que esto, pues ello significaría el no poder contar después con los
ingresos indispensable ni para una cosa ni para la otra. En tercer lugar está
el aseguramiento de lo relativo a la salud pública y después el aseguramiento a
las importaciones que aseguren las producciones de los alimentos fundamentales,
de los artículos industriales más indispensables a nuestra población, los
servicios del transporte, la educación y así sucesivamente.
Por estas razones es que
exportamos cemento y exportamos también otras cosas, aún cuando no tengamos
satisfechas las necesidades de estos productos. De igual manera que el campesino
de nuestro ejemplo vende sus aves y sus huevos aún cuando no tiene tampoco
satisfechas en lo más mínimo sus necesidades de proteínas de origen animal.
Por último,
¿crees tú que el pueblo debe estar informado de todas las dificultades
objetivas que enfrenta la Revolución o es preferible mantenerlo con la
esperanza de que va a ser resueltas?
Bueno Marta, por
la manera en que me formulas tu pregunta se me hace posible responderte que
debemos hacer ambas cosas.
Debemos mantenerlo con la
esperanza de que las dificultades objetivas que enfrenta la Revolución van a
ser resueltas porque esa es una verdad, es una esperanza completamente
realista. Esas dificultades van a tener indudablemente solución con el
desarrollo económicos que logremos mediante nuestros esfuerzos, nuestro
trabajo, con una política económica correcta debidamente estudiada, con la
colaboración de los demás países socialistas, como la tenemos actualmente en
primer término de la Unión Soviética. Podemos mantenerle esa esperanza porque
estamos convencidos que el socialismo hace posible plantearse como sueño
completamente realizable aún para un país tan atrasado como el nuestro y aún
más atrasado, la superación de ese atraso, la solución de los problemas
objetivos creados por el subdesarrollo y lograr la satisfacción de las
necesidades de la población, convirtiéndonos en un país desarrollado.
Pero yo supongo que tu
pregunta se refiere a si es correcto mantenerle esperanzas falsas y engañosas
al pueblo sobre soluciones imposibles e inseguras, haciéndole promesas a plazo
fijo o en plazos breves sobre cosas que sólo es posible resolver en plazos
largos. En este caso te respondo que no es correcto, y me parece que estoy
haciéndote una aclaración y una precisión innecesaria, totalmente de perogrullo,
pues está claro, de acuerdo con los principios comunistas, con los principios
marxistas- leninistas, con la educación, el ejemplo y las orientaciones
explícitas que nos ha dado Fidel, que al pueblo no se le debe engañar nunca ni
se le deben crear nunca falsas ilusiones: ni al pueblo en general ni a nadie
del pueblo en particular, sino que siempre le debemos decir la verdad,
mantenerlo informado. Debemos sentir el deber y la obligación de explicarle
nuestras decisiones y la política que seguimos, los problemas y las
dificultades que enfrentamos, las posibilidades que tienen de solución unos u
otros problemas.
FIN
NOTA SOBRE AL AUTOR:
Humberto Pérez González. Doctor en Ciencias Económicas. Ministro Presidente de la Junta Central de Planificación 1976-1985 (actual Ministerio de Economía y Planificación). Vicepresidente del Consejo de Ministros de Cuba 1979-1985. Director Ejecutivo de la Comisión Nacional para la implantación de la Nueva División Político Administrativa (DPA), de la organización de los Órganos del Poder Popular (OPP) y la aplicación del Nuevo Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (SPDE) 19756-1976. Secretario Ejecutivo para la aplicación del Nuevo Sistema de Dirección de la Economía (SDPE) 1975-1985. Jefe de la Casa Financiera del Turismo (FINTUR) 2002-2006. Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular 1976- 1986. Profesor Titular Adjunto de la Universidad de La Habana. Autor de conocidos libros y artículos.
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