Este año se entregará un millón y medio de litros más, respecto al 2021; sin embargo, no se cumplirá lo pactado en 2022, que fue superior
Los potreros de diciembre ya han dejado constancia del problema, aun cuando no pueda medirse en litros (L) el estrago exacto de la sequía, porque cada vez que hablan los directivos del Lácteo y de la Ganadería coinciden en el mismo punto: no se entrega a la industria toda la leche que sale de las ubres.
Más o menos así resumen el estado actual de un acopio que Osvaldo Morales Batista, director del Lácteo en Ciego de Ávila, ilustraba en cifras la semana pasada. “Del área Norte, que es de donde siempre han traído mayores volúmenes, los carros prácticamente vienen vacíos. Llegan con 11 000 L, y antes, por esta misma época, llegaban con 18 000”.
Hoy, entre Norte y Sur, ese es el promedio diario del aporte. Tal disminución vuelve a poner a una industria en tensiones que ya desde mayo venía amaneciendo con la incertidumbre sobre ruedas. Entonces, su directora comercial, Yulema Yero Pérez de Corcho, explicaba que solo con los 34 000 L diarios no era posible cumplir todos los encargos, y la suerte nuestra sería la desgracia de los espirituanos que, al no poder procesar toda su leche por problemas en su industria, nos enviaron unos 10 000 o 20 000 L, mientras duró el desperfecto.
Así pudieron retomarse las dietas médicas que en esta provincia precisan de 15 000 L cada día para poder cumplir con las 10 vueltas establecidas al mes. No obstante, al ritmo actual de 18 000 L diarios, ¿qué quedaría para la entrega a niños menores de siete años? Obviemos otras producciones y destinos.
Se ponen a competir las prioridades, a menos que la leche en polvo (importada) vuelva a cubrir el déficit y “el país ahora nos está dando un poquito, pero no es sostenible”, aseguraba el directivo del Lácteo.
Según Leonardo Pérez Rodríguez, subdelegado de Ganadería en la Delegación Provincial de la Agricultura, el descenso es normal en la sequía, por lo que esa y otras razones, aclara, inciden en que se le deban unos 3 millones de litros al plan de este año. “Vamos a entregar más de un millón y medio, respecto al 2021; sin embargo, no debemos cumplir lo pactado en 2022, que fue superior”, vaticina.
Entre los tropiezos que conspiran ha estado la deuda del Lácteo con los productores, pues, por ejemplo, “durante más de tres meses se les debió a los ganaderos de Majagua y, de alguna manera, eso repercutió en que bajaran la entrega”, señalaba en un intercambio Misleidy Abad Modey, primera secretaria del Partido en ese municipio, quien apostaba por intercambios sinceros en los lugares para que la contratación sea también un espejo de la realidad.
Hacia ahí apunta otra de las deudas que pone en jaque los planes actuales y por venir. De acuerdo con Leonardo, solo ha podido contratarse el 33 por ciento de la leche del 2023. “Faltan todavía unos 8 millones de litros por buscar”. Y enero está al doblar el año.
El asunto se ha complejizado a ribetes tan inconcebibles que, durante los recorridos para la contratación, ha pasado casi de todo. Desde ganaderos que se han levantado y se han ido, otros que no han asistido a la convocatoria en su base productiva, hasta quienes han planteado de antemano, con total naturalidad, pagarle a la industria los 10.00 pesos por cada litro no entregado —tal y como se indemniza el incumplimiento en la política de comercialización— para poder disponer de la producción. Lo contaba estupefacto el propio director del Lácteo.
Cuenta sencilla: le dan al Lácteo 10.00 pesos y se quedan con el litro que puede venderse en la calle a 100.00. Estímulo redondo para “incumplidores”.
• Ya esa brecha en las cuentas la había sacado Invasor en 2021 cuando dijo La leche hierve, pero no se bota
Aunque Nexy Véliz Naranjo, miembro del Buró Provincial del Partido, insistía en la obligatoriedad de cumplir planes, “ya que esa tierra la entregó el Estado para contar luego con la producción”, el panorama es muy tenso porque, incluso rescindiendo la tenencia de la tierra, tampoco se garantiza que, hacia donde vayan esas vacas, cada una aporte sus 2,5 L de leche diarios.
Política y economía se miran el rostro de cara a los planes futuros. Pero todavía la leche parece “diluida”.