Por: José Luis Rodríguez
Planificar la economía en el socialismo no es un ejercicio de adivinación, sino un manejo racional de la incertidumbre al hacer una predicción. Para ello hay que tomar en cuenta que la economía no es una ciencia exacta, por lo que es necesario determinar con la mayor certeza posible las condiciones de partida del fenómeno analizado y su evolución, diferenciando claramente lo deseado de lo posible, así como lo probable.
Una de las primeras dificultades que se presentó al elaborar el plan en la economía socialista fue lograr una adecuada medición del valor, por lo que para tratar de salvar esta dificultad, desde los primeros años de la experiencia soviética comenzaron a desarrollarse los balances materiales para tratar de salvar esa dificultad.[1] Posteriormente el académico de origen ruso Vassily Leontiev, desarrollo la técnica del balance intersectorial, que analizaría la interrelación de los insumos entre diferentes sectores de la economía en su movimiento. El uso de otras técnicas, como la programación lineal, descubierta por el académico soviético Leonid Kantorovich en 1939, así como la medición de los gastos de relación inversa desarrollada por Viktor Novozhilov años después, mostraron el amplio arsenal de herramientas que podían ayudar a elevar la eficiencia del trabajo de planificación.[2]
Sin embargo, la falta de solución de los problemas de la planificación frente a la acción del mercado, puso de manifiesto la necesidad de aplicar criterios más flexibles al planificar y a no utilizar cifras cerradas al elaborar los planes, sino a emplear rangos que dieran un mayor nivel de seguridad a las predicciones, aunque continuó predominando la fijación de cifras fijas y su modificación con un alto grado de voluntarismo, lo cual resto seriedad a muchas proyecciones.[3]
Igualmente, la experiencia histórica demostró que no era posible incluirlo todo en el plan aspirando a que abarcar absolutamente todos los elementos que intervienen en la actividad económica, sino que debían mantenerse planificadas centralmente las decisiones de mayor trascendencia macroeconómica, mientras que resultaba más eficiente prever un volumen de recursos a liberar para un grupo de decisiones a adoptar descentralizadamente a nivel de la microeconomia. Desde luego esto suponía trabajar adecuadamente en la determinación del riesgo de las decisiones más importantes y a establecer reservas para hacerle frente, lo cual chocó con no pocos obstáculos.
Diversos análisis desarrollados a lo largo de los años demostraron la mayor eficiencia de una adecuada correlación entre decisiones centralizadas y descentralizadas frente a un modelo estrictamente centralizado.
En este punto es muy importante tomar en cuenta este tema desde otra perspectiva, ya que la adecuada correlación mencionada es lo que posibilita técnicamente la existencia de una participación descentralizada de los trabajadores en la elaboración de los planes, lo que asegura la posibilidad de ejercer efectivamente su carácter de copropietarios de los medios fundamentales de producción, lo cual resulta esencial en el socialismo donde prepondera la propiedad social sobre los mismos.
Finalmente la experiencia también demostró que para que la planificación permita el desarrollo, se requiere de proyecciones a corto, mediano y largo plazos, de manera que sea posible prever los cambios estructurales indispensables para asegurar un crecimiento balanceado y sostenible.
A pesar de la experiencia acumulada durante años, la historia del socialismo demuestra que muchos de los aspectos señalados no se tomaron en cuenta de forma adecuada al emprender los complejos procesos de planificación. A ello habría que añadir que las dificultades se acrecentaron en la misma medida que en muchos casos fue preciso trabajar con recursos muy escasos y en condiciones del subdesarrollo.
Desde luego, contrario a lo que han planteado los críticos de la gestión socialista durante muchos años,[4]si bien la planificación adoleció de notables deficiencias durante diferentes momentos, no deja de reconocerse su utilidad como elemento central para el avance de las economías socialistas y su aporte al desarrollo que alcanzaron los países del llamado socialismo real a pesar de todas sus limitaciones.
En tal sentido vale la pena apuntar que fueron otras causas mas profundas las que determinaron la desaparición del socialismo en Europa y que si la planificación no se desarrollo mas fue porque muchos dirigentes impidieron su desarrollo y prefirieron priorizar las armas melladas del capitalismo presentes en los mecanismos de mercado antes que aceptar nuevas técnicas socialistas más avanzadas.[5]
Ejemplo de ello resulta el hecho de que la técnica del balance intersectorial se desarrollara aceleradamente en Occidente, mientras que era ignorada durante años en la URSS, o que la programación lineal la descubriera un soviético y fuera redescubierta años después en los Estados Unidos y aplicada a la solución de problemas de la economía antes de que se aceptara como un instrumento valido para la proyección de la economía socialista. (Continuará)
Notas
[1] Este tipo de balances que reflejan la interrelación entre el origen y aplicación de los recursos desde el punto de vista material, haciendo abstracción de su valor. Los primeros balances de este tipo fueron utilizados en 1923 en la URSS.
[2] No obstante su probada utilidad, muchas de estas técnicas fueron cuestionadas en su momento tanto por Josef Stalin, como por Nikita Khruschev, frenando el desarrollo de la planificación.
[3] Esto se hizo evidente desde el primer plan quinquenal soviético 1928-1932, el cual vario sus metas varias veces en el periodo planificado sin una fundamentación adecuada.
[4] Sobre esto pueden verse desde los análisis del economista húngaro Janos Kornai, hasta los últimos trabajos del soviético Leonid Abalkin.
[5] Este fenómeno se repetiría en los años 70 y 80 cuando se subestimaron en la mayoría de los países socialistas europeos las potencialidades de la computación para la planificación social.