Tesis
presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Económicas.
Autor: MsC.
Carlos Lage Codorníu, Banco Central de Cuba.
Tutor: Dr.
Carlos Pérez Soto, Ministerio de Economía y Planificación.
Cotutora: Dr. Olga Pérez Soto, Profesora
Titular, Universidad de La Habana.
INTRODUCCIÓN
Uno de los principales
retos de la construcción del socialismo en Cuba radica en articular un sistema
monetario que genere el ambiente y los incentivos idóneos para el desarrollo
productivo. Aunque la literatura reconoce que los fenómenos monetarios no
determinan el comportamiento de las variables reales en el largo plazo, la
disfuncionalidad del sistema monetario puede “ahogar” el normal
desenvolvimiento de la esfera real de la economía, agudizando sus
contradicciones.
Por ello,
dentro del proceso de actualización del modelo económico cubano se ha
enfatizado en el reordenamiento del entorno monetario, entendido como el
conjunto de medidas dirigidas a establecer una coherencia en el sistema de
precios, desarrollar mercados que trasmitan señales e incentivos positivos,
contar con variables económicas con fundamento real, dar validez a la tasa de
interés como costo del dinero en la economía, promover el uso efectivo de
instrumentos indirectos y colocar, a través del restablecimiento de sus
funciones, a la moneda nacional como centro de gravedad del sistema monetario
cubano.
Dicho conjunto de
transformaciones sobrepasan, pero no contradicen el objetivo de eliminar la
dualidad monetaria y cambiaria. La unificación de monedas y tipos de cambio
constituye un paso trascendental y necesario, pero no suficiente. En la
definición de muchos de estos fenómenos han abundado Hidalgo, Tabares, &
Doimeadiós (2002), Vidal (2007), Hidalgo (2008), Pérez C. (2011), y otros
autores.
En consecuencia, la
actualización del modelo económico cubano promoverá la transición paulatina
hacia un nuevo escenario marcado por la unificación monetaria y cambiaria, una
menor segmentación de mercados, la flexibilización de los controles de precios,
una mayor autonomía empresarial, así como el desarrollo del sistema de pagos y
los mercados financieros.
En este nuevo escenario las
herramientas analíticas y de política que actualmente utiliza el Banco Central
de Cuba (BCC) serán insuficientes y se necesitará del desarrollo de otras más
abarcadoras e integrales.
Los principales
antecedentes en el estudio de la forma en que el BCC conduce la política
monetaria son las tesis de doctorado de Vidal (2007) y Pérez (2011). Ambos
trabajos centran su análisis en el sector de la población, dado que es el
segmento donde operan mecanismos de oferta y demanda y donde, por tanto, tienen
un efecto más claro los análisis e instrumentos de política.
Sin
embargo, aun cuando no se manifiestan a partir de indicadores tradicionales,
los desequilibrios monetarios en el sector estatal pueden generar potenciales
presiones inflacionarias, deteriorar la convertibilidad de la moneda nacional y
afectar el desenvolvimiento del sistema de pagos. Las implicaciones de esta
visión segmentada de la política monetaria ha sido discutida en varias
investigaciones precedentes (Hidalgo, Tabares, & Doimeadiós (2002), Pérez
C. (2011), Hidalgo (2015), Hidalgo & León (2015), entre otros).
En la medida en que se
transite hacia el nuevo escenario de la economía, los desequilibrios monetarios
en el sector estatal tendrán un efecto más visible, a la vez que serán mayores
las relaciones entre segmentos.
Por tanto,
el objetivo explícito de la actualización del modelo económico de colocar a la
moneda nacional en el centro de la planificación y hacer valer sus funciones,
implica para el BCC la necesidad de formular un esquema general de política
monetaria que amplíe el marco de análisis hacia la economía en su conjunto.
Ello, sin
embargo, no se puede alcanzar a partir de una copia mecánica e intuitiva de los
manuales convencionales, sino que se necesita congeniar: i) los desarrollos y
conceptos aceptados por la teoría convencional; ii) la necesidad de actualizar
la política monetaria desde la teoría marxista y los imperativos de la
construcción socialista; y iii) la interpretación del entorno monetario cubano
actual, su posible evolución, el marco institucional en que se desarrolla y sus
implicaciones de política.
Problema
científico
¿Cuál debe ser el esquema
de política monetaria en el nuevo escenario de la economía cubana?
Objetivo
general
Diseñar un esquema de
política monetaria que integre, desde una visión única, el análisis por
segmentos (estatal y de la población) en el nuevo escenario de la economía
cubana.
Objetivos
específicos
1. Sistematizar los fundamentos que, desde la
crítica de la economía política y la economía convencional, definen el diseño
de la política monetaria.
2. Caracterizar los principales elementos del entorno
macroeconómico e institucional necesarios para el diseño de la política
monetaria en Cuba.
3. Determinar los objetivos, reglas de política y
herramientas que componen el esquema general de política monetaria en Cuba.
Los
objetivos específicos se abordan en los tres capítulos que estructuran la
tesis. El objetivo específico uno (capítulo uno) proporciona el marco
teórico de la investigación. El objetivo específico dos (capítulo dos)
provee el análisis del marco institucional de la política
monetaria en Cuba. El objetivo específico tres (capítulo tres) aporta el
resultado de investigación.
Hipótesis
El esquema general de política
monetaria, al conjugar el análisis de la estabilidad monetaria para toda la
economía con el enfoque particular hacia el sector de la población, permite
dotar al banco central de las herramientas necesarias para la gestión del
equilibrio monetario en el escenario que plantea la actualización del modelo
económico cubano.
Tal hipótesis será
verificada fundamentalmente mediante el análisis macroeconómico, así como el
método de investigación de la economía política marxista y su sistema
categorial. Se realiza una extensa revisión, consulta y utilización de
bibliografía, tanto desde la teoría marxista clásica y contemporánea como de la
teoría convencional (antes y después de la crisis de 20081).
También se incluye la bibliografía producida por investigadores cubanos.
La disponibilidad de
estadísticas en el sector estatal es escasa, a la vez que son muy poco
transparentes los mecanismos de trasmisión en este segmento. Es por ello que,
aunque se apela a métodos econométricos para apoyar la fundamentación del
esquema de política propuesto, se presentan en los anexos.
1 Crisis que se desató con el colapso de la
burbuja inmobiliaria en Estados Unidos en 2006, cuyas repercusiones afectaron
gravemente desde 2008 al sistema financiero y la economía mundial.
Como novedad científica
de la investigación resalta la proposición de un esquema de política monetaria
para toda la economía, cuestión que no es abordada por las dos investigaciones
precedentes que estudian el diseño de la política monetaria en Cuba (Vidal
(2007) y Pérez C. (2011)).
Adicionalmente,
se propone utilizar este esquema en el tránsito paulatino hacia un escenario
monetario diferente, marcado por las transformaciones asociadas a la
actualización del modelo económico cubano (unificación monetaria y cambiaria,
menor segmentación de mercados, flexibilización de los controles de precios,
mayor autonomía empresarial, desarrollo del sistema financiero, etc.).
El BCC no cuenta en la
actualidad con un esquema de política monetaria para la economía en su
conjunto. En función de ello, el aporte práctico fundamental consiste en
la formalización teórica de acciones, políticas y estrategias llevadas a cabo o
que podrían implementarse por el BCC.
El autor ha trabajado
durante los últimos seis años como especialista de la Dirección de Política
Monetaria de esta institución, por lo que la tesis refleja las experiencias y
conocimientos adquiridos en este período.
A su vez, a partir del
análisis de la economía política marxista la investigación discute el contenido
de las categorías mercantiles y las implicaciones para los procesos de
construcción socialista. Ello permite ponderar la importancia de las relaciones
monetario-mercantiles y realizar una caracterización del entorno monetario que
sitúa a la incapacidad de la moneda nacional para cumplir sus funciones como
uno de los principales lastres que “estrangula” el mecanismo económico cubano.
En más
detalles, los tres capítulos de la tesis abordan los siguientes tópicos. En el capítulo
uno se definen los principales elementos que, desde el punto de vista de
la crítica de la economía política y la teoría económica, deben tenerse en
cuenta para el diseño de la política monetaria en Cuba.
Dos elementos resultan
novedosos: la discusión de los temas monetarios desde la economía política
marxista y la sistematización del debate generado a raíz de la crisis de 2008
sobre el diseño e instrumentación de la política monetaria.
En el capítulo dos
se analiza el entorno monetario y la institucionalidad de la política monetaria
en Cuba, con el objetivo de definir sus principales deficiencias y plantear los
ejes fundamentales en los cuales debe basarse el nuevo escenario monetario.
La descripción del entorno
monetario se centrará en el estudio de por qué el dinero no cumple a cabalidad
sus funciones en la economía cubana. El análisis del marco institucional se
dirigirá al sistema financiero, el esquema actual de política y otras
particularidades del entorno monetario.
El capítulo tres
integra los elementos que, a partir de la revisión de la teoría y la
experiencia internacional en el capítulo uno, se consideran más apropiados para
el diseño de un esquema general de política monetaria, en función de las
particularidades del entorno monetario definidas en el capítulo dos.
Para ello se fundamenta la
elección de los objetivos finales e intermedios, se presenta una metodología de
programación monetaria, y se revisa la batería actual de instrumentos de política
del BCC y su potencial desarrollo.
1. FUNDAMENTOS
PARA EL DISEÑO DE LA POLÍTICA
MONETARIA: DEBATE TEÓRICO Y
EXPERIENCIA INTERNACIONAL
1. FUNDAMENTOS PARA EL DISEÑO DE LA POLÍTICA
MONETARIA: DEBATE TEÓRICO Y EXPERIENCIA INTERNACIONAL
Este
capítulo persigue sistematizar un grupo de regularidades sobre el diseño de la
política monetaria que pueda ser útil al propósito de elaborar una propuesta
para Cuba. Para ello se ha seguido una línea expositiva que discute, de lo
general a lo particular y en tres diferentes planos de análisis, i) los
objetivos últimos de la política monetaria, ii) el diseño de la estrategia de
política y iii) las herramientas que permiten instrumentar dicha estrategia.
En función
de este ordenamiento metodológico, en el primer epígrafe se esbozan algunos
fundamentos que debe seguir la política monetaria en los procesos de
construcción socialista. La base para este análisis parte, naturalmente, de la
crítica de la economía política marxista y su visión de los fenómenos
monetarios. En el segundo epígrafe se resume el debate y la experiencia
internacional en cuanto a la elección de las estrategias de política monetaria,
mientras que en el tercer epígrafe se describen las principales reglas y
herramientas de política con que cuentan los bancos centrales, así como los
criterios a tener en cuenta para su utilización. En el cuarto epígrafe se
muestra un grupo de reflexiones que sintetizan las principales conclusiones de
los tres apartados anteriores.
1.1. La política monetaria y la teoría marxista
del valor
Los bancos
centrales han alcanzado un amplio desarrollo instrumental, teórico e
institucional, basado en el protagonismo de la política monetaria durante los
últimos 40 años en la gestión de los equilibrios macroeconómicos. Sin embargo,
a la hora de analizar cómo utilizar estas herramientas en los marcos de un
proceso de construcción socialista, no se deben soslayar las diferencias
teóricas existentes entre la economía política marxista y el cuerpo de
pensamiento que sostiene la conducción de la política monetaria en la
actualidad.
La
comprensión de los fenómenos monetarios desde la visión marxista descansa en
los postulados de su teoría del valor. En base a ello, hay dos
cuestiones que es preciso situar en contexto: i) la interpretación marxista de
categorías monetarias como el dinero, los precios y la inflación monetaria2
y ii) el papel de la política monetaria en la construcción socialista en base
al rol que se le otorga en este proceso al dinero y las relaciones
monetario-mercantiles.
1.1.1.
Comprensión marxista de las categorías monetarias
En la actividad cotidiana
es común observar que las mercancías se intercambian como equivalentes, el
dinero circula y el capital se acumula. Es como si estos elementos motorizaran
automáticamente la reproducción económica, sin ninguna intervención de los hombres.
La teoría marxista del valor es una crítica a este fetichismo y al
ocultamiento de las relaciones sociales que viabilizan la acumulación del
capital y la distribución de la ganancia (Katz, 2000).
2 La inflación monetaria o de demanda no es la única
fuente de crecimiento de los precios. La teoría convencional estudia además las
expectativas y los shocks de oferta. Otras escuelas de pensamiento han mostrado
cómo la estructura productiva y distributiva en mercados emergentes también
genera presiones inflacionarias. Los bancos centrales se encargan
específicamente de la inflación monetaria y, dada la preponderancia del sector
financiero, de la inflación de expectativas.
La teoría monetaria
convencional no es una teoría del valor, sino de la manifestación de los
fenómenos monetarios en la esfera de la circulación. Como cuerpo de pensamiento
es capaz de dar respuesta a muchas interrogantes complejas y, en la práctica,
ha logrado un amplio desarrollo instrumental. Sin embargo, al moverse en un
distinto plano de análisis no puede arrojar luces sobre el rol del dinero y en
especial del capital en el patrón de acumulación.
Desde la perspectiva
marxista la mercancía, el dinero y el capital no son simples instrumentos
técnicos del proceso económico, sino expresiones de relaciones de producción
capitalistas. La mercancía y el dinero constituyen dos modalidades de un mismo
proceso de intercambio, que requiere el desdoblamiento de la forma mercantil
del producto en su forma monetaria, para que el trabajo abstracto contenido en
las diferentes mercancías pueda valuarse a través de un mismo equivalente
general. Es precisamente la centralidad del valor en la teoría marxista lo que
explica las fundamentales diferencias respecto a la visión convencional.
En primer lugar, Marx se
separa de las concepciones neoclásicas sobre las funciones del dinero.
Entiende el signo monetario como una relación social producto del
desarrollo de la producción mercantil, dividendo su análisis en funciones
esenciales (medida del valor3 y medio de circulación4)
y derivadas de su desarrollo histórico (medio de atesoramiento, medio
de pago y dinero mundial). La economía convencional analiza sus
funciones (medio de cambio, unidad de cuenta y depósito de
valor) desde una perspectiva ahistórica y universal.
3 Antes de que se produzca el cambio, deben ser
determinadas sus proporciones en función de las magnitudes del valor de las
mercancías. De ahí que toda transacción mercantil comience por establecer la
magnitud de sus valores. La función original del dinero es la de medida del
valor.
4 El productor primero cambia su mercancía por
dinero, y después, este dinero lo cambia por otra mercancía que necesita como
consumidor. El dinero actúa no como simple intermediario sino también como
eslabón de enlace entre un gran número de productores.
Marx asume
que la primera y principal función del dinero es la de medida del valor,
mientras que la de medio de circulación permite reproducir la
circulación de mercancías y conecta el trabajo desplegado individualmente por
los productores. La economía convencional, en cambio, le llama unidad de
cuenta a la primera en un nivel inferior de importancia y asociada a una
relación aritmética de equiparación de unas mercancías con otras, mientras
considera que la función de medio de cambio resuelve el problema de la
“doble coincidencia de intereses” en la circulación y evita costos
mayores en las transacciones.
En segundo lugar, Marx
destaca explícitamente que su teoría incluye una ley de formación de los
precios basada en el valor. Los precios de los bienes surgen del
trabajo abstracto invertido en su producción y no de una sumatoria de “costos
diversos” (del trabajo, del capital, del financiamiento, de los insumos).
Al interior de cada sector,
la ley del valor explica la formación de los precios a partir del
establecimiento de una magnitud social dominante (y referencial de las
magnitudes individuales), que se establece en torno a la productividad de las
empresas que predominan en la oferta de la rama. Este nivel de productividad
premia y castiga respectivamente a las empresas que economizan o derrochan
trabajo social.
A escala de toda la
economía, la ley del valor explica el sentido de la redistribución de la
plusvalía que (como tendencia) se dirige hacia los sectores de mayor
composición orgánica. De esta manera, se forma una ganancia media que asegura
la remuneración a cada empresario en proporción a su capital adelantado5
(Katz, 2000).
5 Este proceso (concebido en torno a los precios
de producción) es un análisis teórico y explicativo de la dinámica observable
en los precios de mercado, que oscilan según los movimientos de la
En tercer lugar, la teoría
marxista del valor permite una reinterpretación de la inflación
monetaria. Marx define que la cantidad de dinero necesaria para asegurar
la circulación de mercancías ( ) debe equivaler a la suma de los precios de
todas las mercancías (∑ ), divididas por el promedio de ciclos de la
circulación de una unidad monetaria ( ). Matemáticamente quedaría expresado
como sigue:
Con la
formulación de esta ley (a la que llama ley general de la circulación),
Marx invierte la hipótesis cuantitativista de Hume6,
al determinar que: “…dada la suma de valor de las mercancías y dado el ritmo
medio de su metamorfosis, la cantidad de dinero o de material dinero circulante
depende de su propio valor” (Marx, 1973).
Marx ve en el oro o los
metales subsidiarios: “…una mercancía especial que tiene su propio valor
intrínseco: tiene valor porque tiene trabajo.” (Marx, 1989). En época del
dinero metálico, el precio se incrementaba únicamente por una menor
productividad en la producción de mercancías o una mayor productividad en la
producción de oro. Por ello, según la ley general de la circulación, son
los precios (como forma monetaria del valor) los que determinan la cantidad de
dinero.
Sin embargo, con la
aparición del papel moneda (cuyo valor no está asociado al trabajo sino a su
función de equivalente universal) surge una doble causalidad. A la vez que los
precios determinan la cantidad de dinero según la ley general de la circulación,
el Estado tiene la posibilidad de hacer crecer los precios por un aumento
del volumen de papel moneda (no asociado a cambios de productividad).
oferta y la demanda. Cuando
existen limitaciones a la movilidad del capital y aparecen los precios de
monopolio cambian muchos aspectos de este proceso, pero no se altera el
principio de formación de los precios en base al valor.
6 David Hume, uno de los primeros
cuantitativistas, consideraba que los precios de las mercancías en un país
están determinados por la cantidad de dinero que se encuentra en él.
En función de ello, Marx
enuncia la ley de la cantidad de papel moneda necesaria en la
circulación, con la que establece la responsabilidad del Estado de hacer
corresponder la emisión de billetes con la cantidad de oro que en su
ausencia circularía. En otras palabras, el Estado debe garantizar que los
movimientos del dinero, tanto en su función de medio de circulación como
medida de valor7, se correspondan con lo que de ello demande el
proceso de producción.
Con el desarrollo del
capitalismo, el peligro de que el Estado emita directamente cantidades de papel
moneda que no se corresponden con las necesidades de la circulación es superado
por los riesgos de una expansión desmedida del crédito y el sector financiero.
El crédito infla la demanda presente a cuenta de los ingresos futuros,
incrementando los riesgos de superproducción en el mediano plazo. En
correspondencia, la responsabilidad del Estado en cumplir la ley de la
cantidad de papel moneda necesaria no se reduce únicamente a la
emisión monetaria directa, sino también a las acciones de política que
limitan el crecimiento del crédito8.
En base a este enfoque
teórico se puede redefinir la inflación monetaria como el proceso de
depreciación de la moneda cuando el Estado no garantiza la ley específica de su
respaldo en la circulación, provocando un incremento nominal de los precios sin
que se haya producido un aumento en el valor. La inflación monetaria muestra un
desequilibrio entre la producción y la circulación y un aparente divorcio entre
los valores y los precios (Rodríguez J. d., 2006).
7 Si en sus funciones esenciales (medida del
valor y medio de circulación) los desequilibrios monetarios se
expresan en el precio de las mercancías, en sus funciones históricas se
expresan en la tasa de interés (medio de atesoramiento y de pago) y el
tipo de cambio (dinero mundial). Ello sería coherente con el
desplazamiento de la política monetaria a otros objetivos e instrumentos.
8 Marx ajusta la ley general de la circulación
al incluir el papel del crédito. La cantidad de dinero será igual a la suma de
los precios de las mercancías (∑
), menos el valor de las que se venden a crédito ( ), más los pagos de las
letras de cambio con plazo vencido ( ), menos los pagos que se compensan
recíprocamente ( ), y todo ello dividido entre la velocidad de rotación del
dinero ( ):
=
∑ −
+ ( − )
La interpretación de la
inflación monetaria como expresión de los desequilibrios entre las esferas de
la circulación y la producción, supone también una reinterpretación de sus
costos más allá de problemas “transaccionales”9.
Desde esta perspectiva, los costos de la inflación monetaria estarían asociados
a la disfuncionalidad de la ley del valor cuando el Estado incumple su
compromiso de garantizar la emisión del circulante.
La desconexión entre la
emisión monetaria y las necesidades de la circulación afecta la función del
valor como medida del trabajo y el consumo, dando señales distorsionadas para
la toma de decisiones macro y microeconómicas. A su vez, tiene efectos
distributivos al ajustarse los salarios nominal (por una medida errónea del
trabajo) y realmente (por una disminución de los salarios reales). Por otro
lado, se deterioraría la función de los precios como patrones de referencia de
productividad internacional. Por último, la variación de los precios no debida
a cambios en la productividad favorece la puja distributiva entre el trabajo y
el capital a favor de este último, así como la trasformación del dinero en
capital.
1.1.2. La
política monetaria en la construcción del socialismo
Un terreno
de discusión no menos importante acerca de la ley del valor está
referido a la forma en que se transforma o extingue durante la construcción socialista.
El debate entre quienes postulan su perdurabilidad o su progresiva desaparición
ha pasado a segundo plano desde la implosión del “bloque soviético”, pero esta
controversia no es accesoria ni prescindible (Katz, 2000).
9 Mishkin (2007) defiende que la inflación afecta
el rol del dinero como medio de intercambio al actuar como un impuesto sobre
las tenencias en efectivo, lleva a una sobreinversión en el sector financiero,
provoca incertidumbre sobre los precios relativos y futuros, provoca (cuando es
imprevista) redistribuciones de riqueza y dificulta la planificación
financiera. Dada su concepción del dinero, la teoría convencional no identifica
los costos de inflación generados por la no correspondencia entre valores y
precios.
Desde
finales de los 60´s los economistas marxistas han aceptado la necesidad de las
relaciones monetario-mercantiles en los procesos de construcción socialista,
dada la permanencia de la división social del trabajo, el insuficiente
desarrollo de las fuerzas productivas y la imposibilidad de lograr una
expresión directa del carácter social del trabajo10
(Rodríguez J. L., 2015).
En el socialismo, incluso
en los sectores donde no existe propiedad privada, el trabajo no puede medirse
directamente en unidades de tiempo ni en la cantidad de unidades producidas. La
comparación entre sí de estos trabajos diferentes hace necesario acudir a un
denominador común que permita expresar indirectamente dicha comparación en
iguales unidades de medida. Este factor común es el valor, que se expresa en el
precio a través de las relaciones monetario-mercantiles.
Por otra parte, el nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas en la fase socialista no es suficiente
para garantizar a todos los ciudadanos la satisfacción de sus crecientes
necesidades materiales y espirituales. En ello reside la base de la existencia
de la distribución con arreglo al trabajo. Estos mecanismos de
distribución se establecen también en base a la ley del valor (Pérez C.
, 2011).
Más allá
de utilizar el dinero como medida del valor, del trabajo y del consumo, la
construcción socialista no puede eliminar las relaciones de producción e intercambio
mercantil, en tanto no desaparecen su base y su causa. En este período continúa
la división social del trabajo y el aislamiento de los productores, y el
producto del trabajo sigue teniendo forma mercantil con el despliegue de todas
sus contradicciones (Mandel, 1975).
10 El primer debate amplio se dio en la Unión
Soviética en los años 20 del siglo pasado, alrededor de las ideas de
Preobazhenski. En los debates en torno a la reforma económica en la URSS (1958
a 1965) se profundiza en cómo es posible que exista el mercado si no hay un
predominio de la propiedad privada. En Cuba, la polémica de principios de los
60, donde participaron Ernest Mandel, Charles Bettelheim, Carlos R. Rodríguez y
Ernesto Guevara, abordó estas cuestiones.
Sin embargo, el
funcionamiento de las relaciones monetario-mercantiles no garantiza, por sí
solo, la correcta medición del producto del trabajo. Las experiencias conocidas
de procesos de construcción socialista revelan que el establecimiento formal de
estas relaciones no es condición suficiente para que los intercambios operen en
base a la ley del valor.
Si en la economía se
realizan actos de compra y venta pero, en última instancia, son las
regulaciones administrativas las que determinan la toma de decisiones
microeconómicas y la asignación de recursos; si las categorías mercantiles
carecen de contenido, no es posible regular la producción social en base al
tiempo de trabajo necesario. La existencia de categorías sin contenido
económico real brinda el espacio propicio para el ejercicio de una política
voluntarista, en detrimento de la conducción y planificación científica de la
economía.
Solo si el
signo monetario es capaz de cumplir a cabalidad sus funciones (especialmente la
de medida de valor) se puede generar el ambiente propicio para una mayor
eficiencia en la toma de decisiones macro y microeconómicas, el cumplimiento de
la ley de distribución correspondiente a esta etapa y la realización económica
de la propiedad socialista. En la construcción socialista, por tanto, las
relaciones mercantiles no han perdido vigencia (Pérez C. , 2011).
El
proyecto socialista requiere abolir las relaciones mercantiles capitalistas,
pero no suprimir la forma mercado. Esta se conserva aunque sin adoptar el
carácter generalizado y prioritario que tiene en su forma capitalista. Es la
sociedad en su conjunto la que determina, mediante sus diversas formas de
democracia, no solo la naturaleza y el alcance de la planificación, sino
también el carácter y los límites del mercado, así como las relaciones mutuas
entre ambos (Vázquez, 1991).
Si
aceptamos que el socialismo no puede prescindir del mercado en la actual etapa,
en tanto que tampoco debe perder sus rasgos esenciales de sociedad más
solidaria, el dilema contemporáneo que se nos plantea es de límites y de
compatibilidad entre la acción de la ley del valor y la regulación
consciente de los procesos económicos y sociales propios de una sociedad
socialista (González Gutiérrez, 2003).
El equilibrio entre
planificación y mercado es clave, en tanto determina los incentivos que operan
en el mecanismo económico y su relación con el desarrollo de las fuerzas
productivas. Por ello, aun cuando el dinero y las relaciones mercantiles son un
reflejo pasivo de los procesos de creación de valor en la esfera productiva, su
disfuncionalidad puede comprometer la capacidad del modelo económico para
generar un crecimiento material que se corresponda con los objetivos de
desarrollo.
En base al examen de la teoría
marxista del valor desarrollado en este epígrafe, es posible definir
algunos fundamentos de la política monetaria en los procesos de construcción
socialista.
En primer
lugar, en la construcción socialista las relaciones monetario-mercantiles deben
contribuir al cumplimiento de la ley valor y, con ello, a una medición
objetiva del producto social del trabajo. En este escenario y bajo la
circulación del papel moneda, el principal indicador de los desequilibrios
monetarios es la inflación. Se reafirma entonces que el objetivo de política
monetaria es controlar la inflación de demanda mediante el control de los
procesos de creación de dinero. Ello supone la posibilidad de utilizar el
amplio instrumental convencional desarrollado por la teoría convencional en
base a los sustentos conceptuales marxistas, que reflejan la esencia de las
categorías mercantiles.
En segundo lugar, este
análisis nos permite concluir que la inflación es un fenómeno provocado por
disímiles causas. La inflación monetaria o de demanda sería la manifestación de
un desbalance entre la cantidad de dinero y las necesidades de la circulación,
alterando el cumplimiento de las funciones del dinero como medida del valor
y medio de circulación y, con ello, el desarrollo de las relaciones
monetario-mercantiles en base a la ley del valor.
Finalmente,
el análisis de la ley del valor en la construcción socialista resalta la
importancia de la funcionalidad del entorno monetario y su capacidad para
articular el sistema de incentivos económicos. La contribución de las
relaciones monetario-mercantiles al mecanismo económico socialista se garantiza
solo en la medida en que: i) sean reales y no formales y ii) se gestione
coherentemente su relación contradictoria con la planificación.
La
inoperancia del sistema monetario, ya sea por la incapacidad del dinero para
cumplir sus funciones o por errores en el diseño y conducción de la política
monetaria, puede “estrangular” el funcionamiento del mecanismo económico.
Continuará