Cuba ha podido resistir el bloqueo de los Estados Unidos, pero no anular sus efectos. El más vasto y prolongado entramado de sanciones económicas financieras y comerciales, impacta sobre todos los sectores y sobre toda la población cubana, condicionado incluso el proceso revolucionario en su conjunto. El bloqueo no solo ha dificultado el desarrollo, sino que en algunos casos provocó retrocesos.
En un breve período, Cuba, que en los años sesenta era un país de desarrollo medio en los estándares de la región y dependía de Estados Unidos, se vio obligada sustituir su equipamiento industrial, las plantas eléctricas y las refinerías, el transporte de carga y pasajeros, la flota aérea, la maquinaria agrícola, el material ferroviario, los equipos de telecomunicaciones, los instrumentos de pesas y medidas, incluso las herramientas de mano.
En términos cualitativos, la reconversión no favoreció el desarrollo porque el cambio no se realizó hacía una tecnología más avanzada sino para una más atrasada y menos eficiente. El proceso afectó también a los ámbitos culturales. Los filmes y la literatura soviética, los textos, los espectáculos artísticos, las exposiciones y las revistas, llegados de la Unión Soviética, no se sumaron a los existentes para enriquecer los entornos culturales locales, sino que llenaron vacíos creados por el bloqueo.
Durante los primeros treinta años, (1960-1990) la colaboración soviética fue un paliativo al bloqueo y un factor que favoreció el crecimiento económico, la aplicación de políticas sociales y el progreso cultural. En el segundo tramo de otros 30 años (1990- 2021),la Isla ha transitado en solitario, cargando lastre y, a veces, aportando más de lo que se recibe.
Entre los elementos menos estudiados del bloqueo norteamericano y figuran las consecuencias no económicas.
En Cuba desde hace 60 años no circula ninguna publicación occidental y desde hace 40 ninguna extranjera, las últimas fueron las soviéticas Sputnik y Novedades de Moscú. A ello se han sumado las limitaciones para la importación o impresión de libros, especialmente novedades literarias y científico técnicas, además de la ausencia de los escenarios cubanos de figuras internacionales del espectáculo, así
como la exclusión de los representantes y bienes de la Isla en el mercado internacional del arte y la literatura.
Las consecuencias culturales, incluida la cultura política, de tan prolongado aislamiento son difíciles de calcular.
En la presente coyuntura, el presidente Diaz-Canel cuya preocupación por incorporar a los procesos nacionales, la mayor cantidad posible de ciencia e información de calidad, y que se esfuerza por encontrar nuevas formas de luchar contra el bloqueo estadounidense, lo cual incluye insertar al país en los ambientes globales, para lo cual se precisa reformas estructurales a escala del sistema, incluyendo aperturas y políticas informativas que avancen en la modernización y la remoción de los arcaicos conceptos con que se gestiona y realiza la prensa cubana, procurando integrar a los medios y a los profesionales cubanos en los ambientes internacionales.
Abrir las murallas no es necesariamente una claudicación sino una victoria. Allá nos vemos.
15/05/ 2021