"La edificación de la nueva sociedad en el orden económico es también un trayecto hacia lo ignoto". RCR
Fidel
lunes, 17 de mayo de 2021
Christopher Pissarides: “El Estado debería hacerse cargo de cubrir a los repartidores autónomos”
Descentralización sí; pero con cuidado e inteligencia.
La agricultura y el Ordenamiento: mucho más que rectificar
Por Juan Triana Cordoví 17 mayo 2021 , LJC
El sector agropecuario cubano nos tiene acostumbrados a sorpresas desde hace décadas. Fue, incluso en aquella supuesta época dorada antes de 1959 que muchos traen al presente en versión propia, un sector con poca capacidad para abastecer la «demanda efectiva» de alimentos, tampoco, lógicamente, la demanda en general y menos aún las «necesidades de sustentación alimentaria» de la población cubana, mayores siempre que la demanda y que la demanda efectiva.
Ha sido, luego del triunfo revolucionario, un sector «estratégico», aunque quizás en aquella primera etapa no se usara el término con la profusión de hoy. Fue objeto de una transformación estructural radical, la Reforma Agraria, que mas allá del asunto tierra —erradicó el latifundio privado sobre ella y creó la gran empresa estatal— se ocupó de una parte preterida de los habitantes de nuestros campos, los hizo visibles en su condición misma de seres humanos y a una parte importante la convirtió en propietaria de la que trabajaban.
Recibió, durante toda la época soviética de la Revolución Cubana, ingentes recursos, no solo materiales —que fueron cuantiosos, al extremo de convertir a Cuba en el país con más «caballos de fuerza» por hectárea de toda América Latina—, sino también en términos de recursos humanos calificados y centros de investigación.
Centenares de caminos antes inexistentes, carreteras, represas y canales de riego fueron construidos, obras de infraestructura con impacto directo en el sector. Pocos países en América Latina tuvieron y tienen la dotación de centros de investigación en la esfera agropecuaria que posee Cuba, la cantidad de ingenieros afines al sector de este archipiélago, el número de Doctores en Ciencias Agropecuarias que hemos cultivado. Esto fue y es resultado de aquella reforma universitaria impulsada por Fidel para poner la Universidad al servicio del desarrollo.
Debería esperarse que luego de esa profunda transformación, que creó más de ciento veinte mil propietarios privados y un mercado potencial inédito hasta ese momento, que garantizó insumos crecientes con una alta estabilidad y costos relativamente bajos —Cuba fue el país con mayor uso de fertilizantes por hectárea de América Latina—, el sector devolviera suficientes volúmenes de producción como para satisfacer y sobrepasar la demanda efectiva, la demanda y las necesidades de alimentos de la creciente población del archipiélago.
Pero no fue así, paradójicamente en los años que van hasta el nunca olvidado 1990, nos hicimos más dependientes de la importación de alimentos. La carne rusa sustituyó al tasajo y lo hizo desaparecer para luego desaparecer ella misma.
Los rendimientos de los fondos siempre estuvieron por debajo de lo que debían ser, los resultados obtenidos se alejaron cada vez más de las fronteras de eficiencia y productividad, el esfuerzo hecho en calificación y mejora del potencial humano, ciencia e innovación, no encontró un campo fértil donde fructificar.
Del noventa hacia acá la historia es otra. Fidel, en varios discursos, en especial el pronunciado en Cienfuegos en 1993, explicó pormenorizadamente el impacto de la desaparición de la URSS. Los millones de hectáreas de tierra abrazadas al marabú y aquellas otras sin cultivar, sintetizan ese impacto.
De entonces a la fecha se han puesto en práctica decenas de medidas en la agricultura cubana: desde las UBPC hasta la entrega de tierras en usufructo; desde el mercado agropecuario hasta los precios topados. Ninguna de ellas, ni todas en conjunto, permitieron cambiar de forma drástica la sensación de incertidumbre alimentaria, a pesar de significativos esfuerzos por lograrlo en todos estos años.
Hoy, la tormenta perfecta que componen el bloqueo norteamericano en modo Trump, la pandemia de la Covid-19, los viejos problemas estructurales del sector —que abarcan la asignación de recursos, las fallas en la producción, distribución y comercialización y la débil capacidad de proveer insumos desde las empresas del estado que monopolizan dicha actividad— y la obstinada insistencia en el mal manejo del mercado, competencia y precios; a la que se suman los efectos del Ordenamiento, evidencia con creces la impostergable necesidad de una transformación radical, telúrica, de la agricultura nacional.
Mirando más allá del Ordenamiento
El Ordenamiento Monetario, esa reforma estructural de la economía que ha tenido en la unificación de las tasas de cambio y en la unificación monetaria el motor pequeño, ha contribuido a develar lo urgente y estratégico de la producción de alimentos y del sector agropecuario para Cuba, algo ya reconocido formalmente en la Actualización de la Implementación de la Estrategia económico-social y en el Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional.
No puedo decir que todos, pero sí una buena parte de los economistas que han escrito y estudiado estos procesos, coinciden en que un ajuste en la tasa de cambio de la magnitud del realizado en Cuba, en las condiciones en que se ha hecho —bloqueo, oferta insuficiente, cero financiamiento internacional, crisis de balanza de pago, etc.—, no podría tener efectos muy diferentes si en realidad se desea ajustar la economía a las condiciones reales.
Es cierto, como afirmara el general de Ejercito Raúl Castro en su Informe al VIII Congreso y después ratificara el presidente de la República y secretario del Partido Comunista de Cuba Miguel Díaz-Canel, que se incurrió en un grupo de errores. Además de la escasa contrapartida ejercida por organizaciones que debieron desempeñar ese rol.
Para el caso de la agricultura, el propio Ministerio con sus delegaciones provinciales —tan cercanas a los productores— podía haber alertado. O la ANAP, que en todo el proceso apareció muy poco para poner sobre la mesa las preocupaciones de sus afiliados. O el propio sindicato de trabajadores agropecuarios, del cual ni intervenciones o documentos hubo que contrapusieran, a los «argumentos técnicos», otros puntos de vista derivados de la experiencia de sus miembros.
¡Cuánto hubiera ayudado tener posiciones discrepantes bien y profundamente argumentadas! ¡Cuánto se hubiera evitado en tiempo perdido, tierras sin cultivar, cosechas sin obtener! Ese costo de oportunidad sí se puede estimar.
«Transformar radicalmente la agricultura» es algo que rebasa a la «Tarea Ordenamiento». Sus problemas son múltiples, van desde asuntos conceptuales: ¿qué agricultura necesitamos? ¿cuál podemos hacer? ¿a quiénes apoyar decididamente dentro del sector?; hasta aquellos otros más tocables: calidad y cumplimiento de contratos, política fiscal y tributaria, comercio, precios y mercados; débil, muy débil competencia; mayor agilidad y flexibilidad en los temas asociados a proyectos de la cooperación internacional, fomento de la inversión privada nacional, tratamiento especial para la inversión extranjera directa en la agricultura, acabar de crear el Banco de Fomento Agrícola, no como un apéndice de otra institución bancaria, cualquiera sea esta, sino con personalidad propia y suficiente autonomía.
Otro proceso transformador y revolucionario —un sistema de gobierno basado en la ciencia y en la innovación— puede conducir esa transformación. Un elemento crucial del mismo radica en reconocer y otorgarle un papel decisivo a los municipios.
El rol de estos últimos en la transformación del sector agropecuario cubano es, a mi juicio, decisivo en el renovado empeño «de virar nuestra tierra de una vez». Es probable que ello permita romper la lógica sectorial y verticalista que está en la raíz de los males que han afectado históricamente a la agricultura insular —cierto que no solo a ella. «Las delegaciones miran hacia arriba y hacia abajo, los municipios miran hacia los lados», dice un colega.
También hay decisiones que deben tomarse para dinamizar el sector agropecuario, entre ellas, la asignación prioritaria de recursos al mismo, en vez de a otros sectores cuyas inversiones, hoy y en el futuro, son de dudosa recuperación. ¿Cuántos equipos agropecuarios, no solo tractores, tan necesarios para nuestros campesinos pudieran adquirirse si se reorientaran recursos que actualmente se invierten en aquellos?
Financiamiento central del Estado, crédito bancario, fondos para el desarrollo territorial, fondos de la cooperación internacional, inversión privada nacional, inversión extranjera directa; vaya si hay fuentes. Aquí también se requiere otra mirada más encauzada hacia lo estratégico, que no siempre parece que es lo que el enfoque ministerial decide.
Será muy difícil sentirnos prósperos si no se logra que el sector agropecuario nacional se transforme radicalmente y produzca una parte decisiva del alimento que nuestro pueblo necesita.
JUAN TRIANA CORDOVÍ
Profesor y economista del Centro del Estudios de la Economía Cubana
Mariana Mazzucato: “La izquierda se ha vuelto perezosa. Debe centrarse en la creación de riqueza”. Comentario HHC
“Mamabuelas”, el negocio que nació de una instalación solar casera en una furgoneta
Hoy hablamos de la historia de Eduardo Gaitan, un emprendedor panameño de 25 años. Como tantos otros pequeños empresarios, cuando comienzan el principal problema es la falta de recursos. Eduardo lo ha resuelto con su ingenio.
Panamá gracias a su latitud privilegiada, cuenta con un clima soleado entre el 60-70% del año, así que son un buen candidato para aprovechar la energía solar para múltiples usos.
Hace unos meses, Eduardo inició su negocio de transporte y distribución de alimentos artesanales hechos por las llamadas “Mamabuelas“, señoras que en sus pueblos son conocidas por ser grandes cocineras y que en muchas ocasiones usan recetas que han sido pasadas por generaciones dentro de sus familias.
El problema que encontraron al comenzar el emprendimiento, era que los alimentos en su gran mayoría son muy perecederos y para aguantar el viaje hasta la capital del país se deben mantener refrigerados.
El coste de un sistema, llamado comercialmente como “ThermoKing”, que es el único utilizado a nivel nacional e internacional necesita de una inversión inicial bastante alta, además de los costes del combustible que ya tenían fijos, algo que hacía inviable la inversión para ellos.
Al no tener el dinero para la inversión inicial, tuvieron que tirar de ingenio y crear su propio sistema de refrigeración inteligente.
Así que colocó un panel solar fotolvoltaico de 150 W en el techo de su automóvil de reparto, e instaló los demás componentes necesarios como lo son el inversor, controlador y baterías dentro de la caja.
Ahora, su sistema produce lo suficiente en 2 horas de exposición al sol para mantener un congelador encendido por 8 horas, lo que cubre el tiempo del viaje hacia la ciudad sin problemas.
Eduardo ha querido compartir con nosotros su experiencia, por si puede ser de ayuda a otros pequeños empresarios que tengan estos problemas, y así poder verse beneficiados de un sistema como este.
Resistencia creativa: una mirada territorial
Ciego de Ávila: exportaciones por debajo en el primer trimestre
Por Sayli Sosa BarcelóECONOMÍA,Invasor
16 Mayo 2021
Apenas se cumplió el 25,8 por ciento del plan previsto. Los resultados deben mejorar en el resto del año
El efecto de la crisis económica global, azuzada por la COVID-19, todavía se deja sentir en las exportaciones avileñas, luego de que al cierre del primer trimestre del año se dejaran de facturar unos 224 millones de dólares, de los más de 300 millones planificados. Así, el plan provincial cerró el período con una ejecución de apenas el 25.8 por ciento, para quedarse por debajo de las potencialidades identificadas y de los resultados de etapas anteriores.
Aun cuando la cartera de productos exportables ha continuado creciendo, y de una veintena de rubros en 2019 pasó a 43 en marzo último (de ellos 31 con contratos), desde el Departamento de Comercio Exterior, Inversión Extranjera y Colaboración del Gobierno hablan de una recuperación lenta, con respecto a igual momento del año anterior.
Zaida William Cabarroca, jefa de esa instancia rectora, comentó los contratiempos experimentados en el inicio de 2021, cuando el déficit de combustibles hizo mella en producciones punteras como el azúcar y el pescado de plataforma. Tampoco se cumplió lo previsto con la chatarra de aluminio, el bronce y la chatarra electrónica, ni la capa beneficiada de tabaco.
Sin embargo, el mayor atolladero de las exportaciones avileñas a finales de 2020 y principios de este año ha sido el carbón vegetal, producto estrella de la cartera provincial, por cuanto representa más del 80 por ciento de las ventas.
Wilfredo Reyes García, Especialista principal del Departamento, explicó que con la contracción económica y de los mercados asociada a la pandemia, decreció la demanda y se redujeron casi a cero las exportaciones de carbón. Ante esa coyuntura, el Polo Exportador de Ciego de Ávila continuó, no obstante, asumiendo las producciones hasta el punto en que fue imposible.
En febrero, los directivos de la Empresa Agroindustrial Ceballos, líder del Polo Exportador, dieron a este periódico la alerta, cuando informaron de más de 300 contenedores “atorados” en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, donde la tarifa de estadía, a tenor de la Tarea Ordenamiento, había “acelerado” de 9.00 pesos a 216.00, de un día para otro.
“Llegó un punto en el que el 70 por ciento de los contenedores en el Mariel eran avileños”, dice Wilfredo Reyes, y con ello argumenta la decisión que sobrevendía después. El Polo detuvo la compra de carbón y, en consecuencia, hubo impactos negativos en las bases productivas. No era para menos, de acuerdo con Domingo Escalante Pérez, Director de Comercio Exterior de la Agroindustrial Ceballos, la empresa llegó a almacenar unas 7 000 toneladas del biocombustible, casi la mitad del plan de producción.
Entonces, algunos de los productores, haciendo uso de las facultades otorgadas, lograron “mover” su carbón a través de entidades exportadoras fuera de la provincia, pero otros tuvieron que asimilar las pérdidas. Al menos cuatro empresas del territorio incumplieron sus planes de elaboración y comercialización de carbón vegetal por la inmovilidad de los mercados. Zaida William, empero, confía en que el actual trimestre revertirá esos resultados, a partir de cierta recuperación de la demanda y la reactivación de las navieras.
Los números individuales del Polo Exportador avileño la respaldan. Al cierre del trimestre, este conglomerado de empresas, instituciones y formas de gestión no estatal logró cumplir las ventas proyectadas y obtuvo ingresos por más de 1.7 millones de dólares. La voz cantante en ese resultado la llevó el ají picante Chile Habanero, con un sobrecumplimiento del 112 por ciento.
El otro frente que ha aportado dividendos no despreciables es el de las ventas online. Según un informe del Departamento de Comercio Exterior, Inversión Extranjera y Colaboración con cierre siete de mayo; destaca en esta actividad el Proyecto de Desarrollo Local Media Luna que, de las ventas de 1,1 millones de dólares durante el primer trimestre, el 88 por ciento corresponden al comercio electrónico.
Asimismo, crece el pago por las distintas pasarelas electrónicas en lugares estratégicos como el Aeropuerto Jardines del Rey, donde entidades como el Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), ARTEX y las cadenas de Tiendas Caracol y CIMEX logran ingresos en moneda libremente convertible.
Hay consenso entre los empresarios avileños en que el camino de las exportaciones, aunque largo y no exento de contratiempos, es el del desarrollo. “Poco a poco las formas de gestión no estatal también se van convenciendo de que se puede. Este año se concretó la exportación del artesano José Alberto Pérez Gutiérrez (Tico)”, comenta Zaida William. “Además, ha crecido el número de hectáreas certificadas, en el caso de los productores individuales, un requisito indispensable para los productos agropecuarios”, añade Wilfredo Reyes.
Al cierre del primer trimestre del 2021, la provincia trabaja con 34 formas de gestión no estatal; 13 de ellas firmaron contratos de exportación y 21 de importación. En el caso de la exportación, destacan productos como el carbón vegetal, el aguacate y la lima persa, y en la importación, los productos químicos y los insumos para el trabajo de los artistas del FCBC.