Este es un artículo de opinión de Pável Vidal, economista e investigador cubano que actualmente se desempeña como profesor de la Universidad Javeriana en Colombia. Anteriormente trabajó en el Banco Central y en el Centro de Estudios de la Economía Cubana.
CALI, Colombia, 15 oct. – La pregunta que todos nos hacíamos sobre si Cuba se dirigía o no a un nuevo Período Especial ya ha pasado a un segundo plano. Es evidente en las estadísticas que las dinámicas de los principales indicadores económicos, financieros y monetarios se acercan o superan lo ocurrido a inicios de los años 90.
En términos económicos se combinan, al igual que en los años noventa, desplome del producto interno bruto (PIB), crisis de balanza de pagos, agotamiento de las reservas internacionales, impagos de la deuda internacional, inflación de dos/tres dígitos, depreciación significativa de la moneda nacional en los mercados informales y excesivos déficits fiscales.
La población sufre la escasez de alimentos, medicinas, insumos y bienes de consumo de todo tipo tanto como tras la caída de la Unión Soviética en 1991. El mercado negro nuevamente gana terreno en medio de la escasez y la incertidumbre, esta vez potenciado por el uso de las redes sociales.
Treinta años después, también hay factores foráneos que impulsan la crisis. En esta ocasión son tres los choques externos que se acumularon: la crisis venezolana, el escalamiento de las sanciones bajo la administración del estadounidense Donald Trump (2017- enero 2021), y al efecto económico de la pandemia, que recaen sobre una economía altamente dependiente de los ingresos turísticos y que no logró concretar la mayoría de las reformas que se habían prometido.
El canal del financiamiento internacional sigue cerrado. Cuba no es miembro de las instituciones financieras multilaterales y no va a poder beneficiarse de la nueva emisión de DEG (derecho especial de giro) que está aplicando el Fondo Monetrio Internacional (FMI). Las sanciones económicas se mantienen iguales bajo la presidencia de Joe Biden; solo parecen estar en estudio las regulaciones para las remesas.
En gran medida, los alivios en 2021 han dependido de las donaciones internacionales. Ya han llegado de México, Rusia, China, Italia y otros.
Una nueva variable que ha aparecido en este complejo contexto ha sido la protesta social. Para observadores internacionales (no familiarizados con la realidad cubana) ver manifestaciones antigubernamentales y excesos de la fuerza policial no es nada nuevo. Pero para Cuba es histórico, no tiene precedentes. Por ello es que contiene el potencial de ser un punto de inflexión en la evolución del sistema político cubano y en la dinámica de las reformas económicas.
Datos que ilustran
La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) reportó una contracción del PIB de 10,9 por ciento en 2020, una de las mayores en la región (la Cepal calcula una caída promedio de 6,8 % para América Latina y el Caribe en 2020). En comparación con el Período Especial, esta contracción es similar a la que ocurrió en 1991 (-10,7 %), tras la desaparición de la Unión Soviética.
El gobierno cubano además informó de una caída del PIB de 2,0 por ciento en el primer semestre de 2021. Así, sumando la caída del PIB en el segundo semestre de 2019, se tendrían cuatro trimestres consecutivos con tasas negativas en la economía, es decir, una recesión económica de dos años, por el momento. La trayectoria de la economía cubana con la pandemia no ha dibujado una forma de “V”.
Los datos de la ONEI para 2020 muestran que los mayores impactos de la pandemia se contabilizaron en los sectores de educación (-29 %), hoteles y restaurantes (-24 %), agricultura, ganadería y silvicultura (-23 %), la industria manufacturera (-15 %) y comercio (-12 %). Los sectores más resistentes a los shocks en 2020 fueron minería (+1 %) y construcción (+1 %). El resto de los sectores presentaron caídas en 2020.
Por el lado del gasto agregado, se contabilizan contracciones en todos los componentes de la demanda: exportaciones (-20,5 %), consumo de gobierno (-10,1 %), consumo de los hogares (-8,7 %) y formación bruta de capital (-5,9 %).
La nueva ola de contagios por covid-19, las nuevas medidas para restringir la movilidad y la posposición de la apertura al turismo han marcado la trayectoria de 2021. En todo este tiempo, las limitadas posibilidades de teletrabajo y de desarrollo de clases virtuales han afectado en gran proporción a los servicios, sobre todo, educación.
Los datos confirman un diagnóstico de una economía que ha estado sufriendo las consecuencias del doble impacto de las disrupciones nacionales e internacionales asociadas a la pandemia. Por un lado, se tiene el impacto directo de las medidas internas de aislamiento social que sobre todo recaen en los sectores de comercio y servicios.
Por otro lado, se tiene el efecto de la recesión global, la cancelación de los vuelos internacionales y lo que ello implica para la balanza de pagos cubana. Vemos que esto ha afectado, sobre todo, al turismo, a la agricultura y a la industria.
Balanza de pagos en crisis
La contracción de las exportaciones en 2020 es la séptima consecutiva de las ventas externas del país desde 2014, medidas en términos reales. Las importaciones han debido ajustarse hasta alcanzar su valor mínimo en los últimos 10 años, después de disminuir 50 por ciento en comparación con 2013.
En 2020 se contrajeron un 7,6 por ciento a precios contantes, lo cual marca la quinta contracción de las importaciones desde 2016 medidas en términos reales. Todo esto da idea de lo extendido de la crisis de balanza de pagos que enfrenta el país.
En medio de la crisis de balanza de pagos se han debido posponer las inversiones en maquinarias y equipos (-25% en 2020), así como, la importación de bienes intermedios (-29% en 2020) y de capital (-41% en 2020). Ello se suma a años con bajos niveles de capitalización y mantenimiento, y se refleja en mayores roturas, menor capacidad de producción y parálisis en diferentes industrias.
Esto último ha sido noticia este año en las termoeléctricas causando apagones, en la industria azucarera (dejando la zafra en alrededor de 800 000 toneladas de azúcar), y en las afectaciones en la principal planta de producción de oxígeno para los hospitales en momentos críticos de contagios.
La ONEI acaba de publicar por primera vez el índice de precios al consumidor (IPC ) mensual, lo cual resulta un paso de avance tremendo, aun cuando pueda tener fallas el cálculo, sobre todo porque la base 2010 (ponderaciones con que se registran las categorías de gastos) está muy desactualizada. Tampoco queda claro en las notas metodológicas si se está incluyendo en el IPC los precios de los productos en el mercado informal.
Las notas mencionan que se incluyen los precios de los productos agropecuarios y de los trabajadores por cuenta propia, pero no se menciona el mercado informal. Tampoco queda claro si se toman en cuenta los precios de las tiendas dolarizadas (MLC). Para 2020 la ONEI calculó una inflación de 18,5 por ciento.
Hasta agosto de 2021 la inflación acumulada la ubica en 59 por ciento, lo cual quedaría por debajo de otros estimados que la ubican alrededor de 500 por ciento.
Entre el primero de enero y el 1ero de octubre de 2021 el peso cubano se había depreciado un 61 por ciento con relación al dólar físico, un 94 por ciento con relación al dólar bancario (el llamado MLC) y un 85 por ciento con respecto al euro.
El “ordenamiento monetario” avanzó en algunos asuntos importantes como la salida del CUC, la mayor transparencia en los balances financieros de las empresas estatales, precios relativos con más cercanía a la realidad económica, entre otros; pero la dualidad de tasas de cambio no se ha resuelto del todo.
Síntomas favorables
Al cierre de este año podrían comenzar a manifestarse algunos factores que pueden impulsar el crecimiento económico, aunque sus efectos se sentirían sobre todo en 2022. Algunos de los posibles shocks positivos podrían provenir de:
- que el país pueda acercarse a la inmunidad de rebaño a partir de la efectividad de las vacunas nacionales
- la exportación de las vacunas nacionales
- una recuperación internacional de los viajes y el turismo
- respuesta favorable del sector empresarial a la devaluación de la tasa de cambio
- generación de empleo y producción de bienes y servicios con la apertura al trabajo por cuenta propia, a las cooperativas no agropecuarias y a la pequeña y mediana empresa privada
Con la apertura a las pequeñas y medianas empresas (pymes), cooperativas no agropecuarias y trabajadores por cuenta propia en nuevas actividades, existe la posibilidad de que Cuba ciertamente avance hacia un modelo de economía mixta, al menos en términos de empleo y número de empresas (si bien las empresas estatales seguirán controlando la mayor parte del PIB).
La apertura al sector privado también facilita la necesaria reestructuración del sector estatal y el cierre o redimensionamiento de las empresas estatales que se han mostrado en pérdidas después de la devaluación de la tasa de cambio. Las pymes son fuente de innovación, le añaden flexibilidad al tejido empresarial y contribuyen a la competitividad de las grandes empresas, tanto nacionales como extranjeras.
Un tipo de actividad a la que habrá que prestarle gran atención es a las pymes en el sector de la informática y la programación. En las primeras que se aprobaron hay algunas dedicadas a estos fines. Este tipo de pymes son sumamente necesarias para facilitar la digitalización de la economía y su actualización en la automatización de procesos, comercio electrónico e introducción de temas más novedosos como las tecnologías “blockchain” y los “smart contracts”.
Ahí hay mucho potencial y se cuenta con el capital humano.
RV: EG