Por Dr Julio A Diaz Vazquez,
Introducción
Por más de
una razón, la vía socialista seguida por Cuba después del triunfo
revolucionario de 1959, presenta singularidades que, en momentos en que en el
país se introducen cambios en el “Modelo Económico-Social”, a partir de los
acuerdos aprobados (16-19/4/2011) en el VI Congreso del PCC, parece oportuno abordar.
Ante todo, la Insurrección frente a la tiranía la encabezó Fidel Castro Ruz, quien
a través de la vía armada hizo del Movimiento 26 de Julio -- organización integrada por elementos de
diferentes clases sociales --, núcleo dirigente fundamental de la lucha contra
Batista.
Por otra
parte, el poder revolucionario constituido en 1959 dio un vuelco al orden
social constituido en el país. Así, se
implementó una profunda reforma agraria que hizo propietarios a más de cien mil
campesinos; además, fueron nacionalizados
la industria, banca, comercio, servicios, transportes, etc. La aplicación de la
rebaja de los alquileres, tarifas eléctricas y telefónicas, eliminada la enseñanza
privada, desarrollo de amplios programas de salud, creación de nuevas fuentes
de empleo, etc., benefició a amplias capas de la población. Cambios todos que
serían rechazados por los Estados Unidos. Proceso que culminaría con la derrota
de la invasión mercenaria de Playa Girón, en abril de 1961. La Revolución enrumbó al
socialismo. La propiedad estatal sería la sustentadora del futuro
socio-económico de Cuba.
Sin embargo,
las transformaciones que llevaron al tránsito hacia una economía socialista,
transcurrió sin cambios en la dirección que encabezó la revolución. Asimismo, es
bueno recordar que, si bien Cuba abrazó el camino socialista, no adoptó en sus
inicios los patrones o modelos de organización económico-social-políticos que
aplicaban los países del socialismo
existente; o posteriormente, denominado del
“socialismo real”.
Las notas
que siguen, intentaran compendiar las distintas etapas que es posible identificar
en los más de 50 años de existencia de la Cuba Revolucionaria. Por convención, el
proceso se ha subdividido: a) en la exploración
de un camino socialista propio; b) la
adecuación, a partir de 1976, de las experiencias socialistas europeas a la
realidad cubana en materia de organización político-social y dirección de la
economía; c) las medidas aplicadas
durante (1990-2006) en el contexto del llamado Período Especial en Tiempo de
Paz; d) comentarios al significado y alcance
de los acuerdos del VI Congreso de PCC para renovar el “Modelo
Socialista” vigente en el país.
Nueva vía al socialismo (1959-1975)
En Cuba el andamiaje
del anterior Estado burgués fue minado desde dentro, sin alteraciones traumáticas.
El orden jurídico nuevo se formó con el diseño de otras instituciones y
organismos; en este orden, el papel central lo desempeñó el Instituto Nacional
de la Reforma Agraria (INRA). Se constituyó en un Estado dentro del Estado. Así,
las necesidades de financiamiento que exigían las unidades del INRA que pasaban
a engrosar el patrimonio estatal llevó a la creación de un fondo centralizado
para realizar la zafra azucarera de 1961, así como para el conjunto de las
actividades industriales que, inicialmente, administró el Organismo.1
Aquella experiencia
resultó el génisis de lo que, con posterioridad, conformaría un sistema de
dirección y planificación de la economía, gestado a los impulsos que le
aportaron el esfuerzo y coherencia del Che: el llamado Sistema de
Financiamiento Presupuestario. Al
crearse (1961) el Ministerio de Industrias, se aplicó en el nuevo organismo. Las
empresas que usaban tecnologías comunes, se agruparon en consolidados que, a la
vez, subordinaban unidades y talleres; aplicaron métodos centralizados de
planificación; cubrían sus gastos mediante un fondo presupuestado; los ingresos
iban directo a la caja del Estado; los productos intermedios rotaban entre las
empresas sin constituir mercancías; la eficiencia económica era medida a través
de la disminución de los costos.
Entre los logros
del Sistema pueden señalarse: la elaboración de una base estadística, la
unificación de las técnicas contables y estructurar procedimientos de gerencia
basados en métodos modernos de control para la época conocidos en el país. Las
empresas eran sometidas a una estricta supervisión administrativa. Siendo
altamente centralizado utilizaba, de manera muy restringida, las palancas
económicas, las relaciones mercantiles y el estímulo material2.
En el
sector agropecuario, por su alta dependencia de factores climáticos, más las
particularidades de las actividades de la producción vegetal y pecuaria, se
promovió una mayor autonomía para los eslabones inferiores de la organización
empresarial. Esta rama utilizó una especie de cálculo económico (cubrir costos
con ingresos y generar excedentes) con menor grado de centralización.
Aunque, la ausencia de ganancias y
cubrirse las pérdidas por el presupuesto, hizo que sus pautas funcionaran de
modo parcial y muy limitadas.
El carácter
mixto de la economía, integrado por --unidades agroindustriales, comercio mayorista y parte del minorista,
bancos, transporte, etc., -- estatales; cooperativas y un sector --comercio
bodegas, kioscos, etc., pequeños talleres, industrias artesanales y productores
individuales en el campo-- privado, encontró hasta finales de la década de
1960, un mercado semicautivo al establecerse limitaciones y controles para la
distribución de bienes de amplio consumo popular3, e integró las
necesarias relaciones entre los diferentes entes productivos. La Ofensiva Revolucionaria
(3/1968) eliminó todo tipo de actividad privada e individual (excepto en el
agro y el transporte), y en la práctica, despojó al mercado, de sus funciones económicas.
En tanto, a
mediados y fines de 1960 surgen factores político-económicos que distanciaron
las prácticas, hasta entonces imperantes, en la organización, gestión y
dirección económica. Entre otras muchas y ambiciosas metas contaron, las
producciones de 10 millones de toneladas de azúcar (1964-1970), desarrollo de
la ganadería productora de leche, planes de producción de café, etc.; tareas
que subordinaron el esfuerzo organizativo y productivo del país a esos
propósitos. En lo político, las funciones del Partido y del Estado se
fundieron. Los grandes saltos económicos; sumado a la unión de Partido y Estado; parecieron consagrar un nuevo “Modelo
Socialista”. Tendría como finalidad inmediata de la sociedad cubana el
desarrollo “paralelo del socialismo y el comunismo”.
Tal
aspiración dio lugar a una novedosa forma de dirección económica. Se apartó de
la tentativa innovadora del financiamiento presupuestario y del cálculo
económico ensayado en el sector agropecuario. Así, en 1967, se introdujo un Sistema de Registro Económico que eliminó
lo cobros y pagos entre las empresas del sector socialista y, con ellos, las
relaciones mercantiles en el área
estatal, al considerarse demasiado capitalistas; la contabilidad en las
empresas, casi desapareció. Los estudios contables fueron drásticamente
reducidos.
El
presupuesto estatal pasó a la asignación de recursos en dinero para el pago de
los salarios, la compra-venta con el sector privado y créditos al campesino. El
Banco Nacional (BN) reestructuró sus funciones. Los rumbos abiertos por el autóctono
“Modelo Socialista” en gestación tocó otras cuestiones: Amplia política de
gratuidades, desvincular el salario de las normas de trabajo, renuncia al pago
de horas extras, horarios de conciencia, etc. Recibió carta de ciudadanía lo
que, con posterioridad, fue calificado
de “políticas paternalistas”.
En otro sentido,
al instaurarse el poder revolucionario en 1959 comenzó la transformación del orden institucional existente
reflejado en la redacción de la Ley Fundamental que, en plano jurídico,
sustituyó la Constitución de 1940. El Gobierno Provisional Revolucionario quedó
institucionalizado mediante el Consejo
de Ministros el que concentró los poderes legislativos, ejecutivos, e incluyendo
el constituyente. El Gobierno quedó
integrado por: Un Presidente, como Jefe de Estado; el Primer Ministro, Jefe de
Gobierno; los Ministros titulares de las carteras correspondientes, y un
Secretario de la Presidencia y del Consejo de Ministros.
Así, entre
1959-1963 el país transita de una revolución política radical a una profunda
revolución social. En marzo de 1962 fue instituido el cargo de Vicepresidente
del Gobierno Revolucionario. En este
lapso desaparecen diversos Organismos de la Administración Central del Estado (OACE),
y surgen otros acordes con la naturaleza del nuevo orden instituido en el país.
Especial
transcendencia tuvo la validación del liderazgo de Fidel Castro como “líder máximo”, “líder indiscutido” o “máximo dirigente”
de la Revolución. Puede afirmarse que en su condición de Comandante en Jefe,
Primer Ministro, Primer Secretario de las Organizaciones Revolucionarias Integradas
(ORI)-Partido Unido Revolución Socialista (PURS) e indiscutido líder popular,
Fidel constituyó en sí mismo un subsistema que operaba como dirección suprema
del poder revolucionario existente; pero
sin definir el ordenamiento político4.
En tanto, los
grandes saltos productivos esperados no se consiguieron. A principios de 1970
se abrió una etapa de rectificación bajo la consigna de convertir en “revés en
victoria”. . A los “años de mera supervivencia del proceso y del poder
revolucionario 5; le siguió la voluntad de “los errores de idealismo que hayamos cometido en el manejo de la
economía saberlos rectificar valientemente” 6. Mientras, en lo referido
al comportamiento de la economía, el Producto Social Global (PSG) en la década
de 1960-1970 tuvo un comportamiento muy dispar. En el quinquenio 1961-1965
creció a un ritmo del 1,9%; y en 1966-1970 al 3,9%.
Así, el
novedoso “Modelo Socialista” que se intentó gestar en el periodo 1960-1970,
pareció concretar algunos de sus rasgos característicos en la identificación de
la propiedad estatal como sinónimo de socialismo. Igualmente, hizo de la
planificación centralizada la razón de ser del ideal de la economía socialista;
en el entorno del componente estatal más la centralización económica giró los
ensayos en la adopción del sistema de dirección y gestión de la economía. Esto pudiera explicar la persistente aceptación del
mercado y las relaciones monetario-mercantiles, como un mal necesario.
Asimismo, el énfasis en el desarrollo social quedó como fisonomía indeleble del proceso revolucionario abierto
en 1959.
Por otro
lado, 1971-1975 abre una etapa de reajustes que incluyó, entre otras medidas
organizativas, el nombramiento de Vicepresidentes del Consejo de Ministros que
atendieran ramas específicas; el Partido estructura un aparato auxiliar para
controlar la labor del Gobierno. En (7/1972) Cuba ingresa en el Consejo de
Ayuda Mutua Económica (CAME)7. Es renovado y fortalecido el
movimiento sindical; estructurado una política económica que, con amplios
objetivos, acentúo el esfuerzo principal en la elevación de la eficiencia
económica, eliminar los grandes desajustes en las finanzas internas, hacer
corresponder el salario con el aporte del trabajo realizado, y mejorar el nivel
de consumo de la población. La economía logró una tasa de incremento del PSG
del 10%; aunque las cifras de partida (1970) eran muy deprimidas.
Finalmente,
el período sirvió para desarrollar experiencias conducentes a una nueva
División Político Administrativa (DPA); crear los cimientos que
institucionalizaron las formas de poder político que adoptaría la Revolución,
así como introducir los métodos y mecanismos que dieran carácter sistémico a la
gestión y funcionamiento de la economía.
Aproximación al Socialismo Real:
1976-1990
En 1974 se
sancionó una nueva DPA de 14 provincias, 169 municipios y un municipio
especial, la Isla de la Juventud, (antes, Isla de Pinos) y limitó a tres los
niveles organizativos del país: nacional, provincial y municipal. Al celebrarse
el I Congreso del PCC (12/1975) son adoptados acuerdos que establecieron preceptos
institucionales inspirados en las prácticas socialistas conocidas y, en
particular, en la soviética. Así, el Congreso aprobó: Un orden estatal basado
en los Poderes Populares; e introdujo un nuevo Sistema de Dirección y
Planificación de la Economía (SDPE). Este último recogió “de manera realista esa experiencia y tratar de adaptarla a las
condiciones, nuestras haciéndolo además con mucho cuidado y con criterios más
bien conservador”7.
Resulta útil sintetizar lo que constituyó
el centro del “Modelo Soviético”. En lo económico, la columna central recayó en
la propiedad estatal (elevada a patrimonio social) sobre los medios de
producción (incluía las cooperativas). En lo político: dictadura del
proletariado; luego asumida como “Estado de todo el pueblo”, en calidad de
hechura más desarrollada de democracia. En lo social, eliminación de la
explotación del hombre por el hombre: provisión estatal para todo ciudadano:
garantía de educación, salud, trabajo, vivienda, cultura y seguridad en la
vejez.
Debe subrayarse que, como principios
indivisibles, los elementos político, económico y social se integraron en las
instancias estatales y gubernamentales subordinados al Partido. Como corolario,
el proyecto socialista tejido en la
URSS quedó uncido a un modelo que hizo de la ideología factor
integrador de las relaciones sociales. De este modo, el accionar de las
instituciones en la sociedad transcurría
de la esfera ideológica a la política y de ésta a la economía. En otras
palabras, la ideología se erigió en sostén del proyecto social y ente que
aglutinó las áreas políticas, económico-sociales y estatales.
En la práctica, la propiedad estatal
sustentó la formación de una dirección de la economía centralmente planificada;
la actividad económica era regulada por medio de balances materiales y una
asignación altamente centralizada de tareas y recursos. Un sistema empresarial integrado verticalmente a través de ministerios ramales
que excluyeron las relaciones horizontales fuera de las determinadas por el plan
centralizado de la economía nacional.8
En tanto en
Cuba, las Asambleas del Poder Popular (APP), Nacional, Provincial, Municipal
como órganos representativos forma la máxima autoridad del Estado en sus
respectivos niveles. A estas entidades les corresponde las funciones
resolutivas, ejecutivas y de control en cada una de las instancias
organizativas del país; subordinan los órganos administrativos correspondientes
al territorio. La Asamblea del Poder Popular Nacional (ANPP) elige de su seno
un órgano colegiado que la sustituye, en
sus atribuciones durante su receso: El Consejo de Estado (CE). Las APP en todos sus niveles, se reúnen no
menos de dos veces año.
En cuanto a
los órganos de gobierno, los designa la ANPP. Se encargan de la aplicación de
las leyes, la planificación y regulación económica y social, la enunciación, atención
y ejecución de las políticas de desarrollo, así como la administración de las
cuestiones públicas. El Gobierno lo ejerce el órgano colegiado del Consejo de
Ministros (CM) integrado por el Presidente, Vicepresidentes, Secretario,
Ministros, y demás miembros que determina la Ley, y representan a los respectivos organismos.
En los
intervalos en que no sesiona el CM, lo sustituye un Comité Ejecutivo (CECM)
investido de las funciones de aquél formado por los Vicepresidentes que
atienden asuntos ramales, y un Secretario. El Gobierno, los OACE, las instituciones políticas, civiles, etc.
del país, se ajustan a la
DPA; las distintas instancias pueden
tener delegaciones territoriales.
Esta
estructura de Gobierno es completada con otros órganos. Los institutos armados:
Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), subordinadas al Ministerio de las FAR; y
las Fuerzas de Seguridad del Estado, y la Policía Nacional Revolucionaria supeditadas al Ministerio del Interior
(MININT). La impartición de la justicia y control de la legalidad socialista
corresponde a los Tribunales Populares (TP) constituidos en cada territorio e instancia judicial y las Fiscalías en los
mismos niveles. Tribunales y Fiscalías como órganos estales tienen
independencia funcional; solo están sometidos a la ANPP y a su CE.
No es
ocioso destacar que, las fórmulas políticas aparecidas desde 1959, fueron
trazadas de manera muy cercana a la concepción leninistas, constituidas en su dirección por una organización de
vanguardia: Primero, el 26 de Julio; después por la ORI-PURS; y finalmente por
el PCC. Así, de 1959-1965, fue ejercida a través de la presencia de los
dirigentes políticos en la orientación de las organizaciones de masa
(Sindicatos, Comités de Defensa de la Revolución –CDR-, Federación de Mujeres
Cubanas –FMC-, etc.) y del Estado. En 1966-1975 hay dos momentos dispares;
primero, unificación de la dirección del Partido y el Estado a cada nivel de
dirección; segundo, separación del Partido y la administración estatal.
Al
redefinirse desde 1975 el ordenamiento político-institucional del país, se adoptó una mayor representatividad en las
instituciones y la dirección del Partido. Por Ley constitucional fue reconoció
al PCC como “dirigente superior de la sociedad y el Estado”; e igualmente, la
dirección partidista asumió un doble carácter. Uno, corresponde a la dirección
que el Partido ejerce sobre las organizaciones en diferentes niveles. Se
definió como la impartición de las directivas generales para solucionar los
problemas; no para cuestiones concretas ni detalles. Pero, en la realidad, es
reconocido que el PCC ha ejercido sus atribuciones de forma más directiva que
indicativa. Factor que ha repercutido negativamente en el ejercicio de las
funciones de dirección política.
El otro se
proyecta sobre la dirección dirigente del PCC sobre los demás elementos
integrantes del sistema político: Organizaciones sociales, de masas,
profesionales, etc. Tiene como base la aceptación consciente por los
respectivos colectivos del centralismo democrático que, después del debate de
las plataformas, opiniones, etc., la minoría se somete a la mayoría; y cada
instancia inferior a la superior. Factores que se ven fortalecidos por la
estructura del PCC al interior de las organizaciones de masas, sociales y del
Estado, al establecerse una “nomenclatura” de cuadros cuyo movimiento debe
avalar el Partido.
Por otro
lado, compendiar los rasgos definitorios del sistema político amparado en los
acuerdo del I Congreso, no puede obviar el papel del liderazgo basado en los
dirigentes históricos de la Revolución; tendió a coincidir con los máximos
regentes del Partido y el Estado, y con
los miembros del Buró Político del PCC. Caso excepcional lo personifica
Fidel Castro Ruz, como conductor histórico y máximo dirigente del Partido y del
Estado desde su constitución. En 1976 ese liderazgo fue ratificado y reforzado
al encabezar la Presidencia del CE, Primer Ministro, Secretario General del
PCC, además de unificarse la jefatura del Estado y el Gobierno. Igualmente, ocupa
la condición de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armada y Presidente del Consejo de Defensa9
Con
respecto al SDPE fue calificado de “restringido” por apartarse de la versión
original soviética de 1920-1930, de las implementadas en el centro-este
europeo, y las derivadas de las reformas realizadas a partir de 1960, en esas
latitudes10. Sin embargo, entre otros atributos económicos se
caracterizó por la planificación centralizada; excluyó las señales de mercado
como orientadoras de la gestión empresarial y de los consumidores; la moneda
tuvo un papel pasivo; solo sirvió de reflejo contable de los vínculos
económicos recogidos en el plan de la economía nacional. Igualmente, la
política social quedó integrada al modelo de desarrollo económico: Educación,
salud, trabajo, vivienda, descanso y seguridad en la vejez para todos los
ciudadanos, etc.
Por otra
parte, en la variante tropical de socialismo el papel de la propiedad estatal
en la economía no tuvo igual en el socialismo conocido. En 1989, el peso
relativo de los fondos básicos estatales en la economía nacional era, en la
agricultura, 92%; en la industria, la construcción, el transporte -- excepto un pequeño grupo de operadores
privados --, el comercio mayorista, minorista, y exterior y en la banca, del
100%. En Cuba, propiedad estatal y
socialismo parecieron simbolizar el mismo ideal. Así, el SDPE se fundamentó en
la propiedad estatal (identificada con la social) sobre los medios de
producción, el carácter de ley del desarrollo planificado, un plan único de la
economía nacional, y la planificación
centralizada. Las tareas del desarrollo económico-social se incluían en los
planes quinquenales.
En cambio,
en lo formal, el SDPE otorgó cierta autonomía a las empresas en la utilización
y manejo de los recursos, relaciones de cobro y pago, el uso del dinero,
precios, finanzas, presupuesto, etc. Es decir, operaban las relaciones
mercantiles, pero despojadas de contenido real; solo servían para el control
contable – costos, ganancias, interés, tasas de cambio, etc. – en calidad de
elementos para medir el empleo por las firmas de los medios disponibles. El
mercado tenía un limitado papel en la esfera de la circulación, para ajustar la
oferta a la demanda.
Una mirada
retrospectiva sobre la implantación del SDPE constataría que, inicialmente, aportó efectos
positivos en la gestión y funcionamiento de la economía. Ante todo, puso orden
en la organización empresarial; igualmente, a su favor habría que agregar que en
1981-1985, el PSG creció a un ritmo del 7,5%, el más elevado obtenido en los
tres lustros 1976-1990. Sin embargo, para mediados de 1980, distorsiones en la
economía presagiaron el agotamiento del SDPE antes de rendir plenos dividendos.
Entre otros, tocó fondo la estrategia apoyada, sobre todo, en el crecimiento
extensivo, asociado a continuos aumentos del consumo energético, materias
primas, y fuentes de acumulación basadas en los crecientes financiamientos
externos, en particular, de la URSS11.
Por otro
lado, afloraron desviaciones económico-sociales. Según la percepción de la
dirección del país, los aspectos monetario-mercantiles fueron absolutizados en
detrimento de motivos no directamente económicos y de sus mecanismos de
realización. Fue notorio el número de obras iniciadas y nunca concluidas,
incumplimientos en los planes pero los recursos asignados eran consumidos,
disminuyó la construcción de viviendas, círculos infantiles, escuelas, etc.
El Plan de
la Economía se distorsionó; adquirieron supremacía los índices en valor y
violación de los surtidos; crecieron las importaciones de alimentos; inversiones
y efectos que no se correspondían con los recursos utilizados. En las empresas,
el pago por el trabajo se deformó; los fondos de premios se disociaron de los
resultados. Fue cada vez menos funcional la independencia de las empresas
previstas en el SDPE. No obstante, el país obtuvo importantes logros en el
desarrollo social, especialmente, en educación y salud12.
Al ponerse
en evidencia las deformaciones más manifiestas del SDPE, fue abierta una
revisión de la política económica, dirección y gestión de la economía,
denominada “Rectificación de errores y tendencias negativas”. El reajuste
involucró a las empresas, Sindicatos, Partido, CDR, etc.; abogándose por el
empleo de nuevos métodos, estilos de trabajo y reglas más dinámicas para
dirigir la economía. Se planteó renunciar a las prácticas calificadas de
mediocre y burocráticas en la planificación y a la mentalidad importadora;
perfeccionar los procesos inversionistas,
incrementar las obras en viviendas, instalaciones de asistencia médica
primaria, círculos infantiles, etc. Se introdujeron nuevos sistemas de pago y
erradicados los errores en materia de trabajo y salario.
La
rectificación comenzó por la eliminación de los mercados agropecuarios (MA),
calificados de entidades deformadoras13. Se recuperó la voluntad
hidráulica, trazado de viales, renació la industria de materiales de
construcción. Fueron organizados los “contingentes”, colectivos laborales
portadores de valores, conceptos y mecanismos renovadores, de incentivos al
trabajo, atención al hombre, etc. Se introdujeron ágiles procedimientos para
incorporar al desarrollo económico-social del país los adelantos
científico-técnicos, en particular, en biotecnología, ingeniería genética y microelectrónica.
Fue
revitalizada la organización de las
microbrigadas para la construcción de viviendas, rescatada la práctica
del trabajo voluntario; en el desarrollo económico-social del país se
impulsaron diferentes proyectos en la rama del turismo, así como experimentos
en el sector empresarial. Sin embargo, al remitirnos al frio análisis de los
números los resultados dejaron mucho que desear. En 1989 el PSG resultó en 1,2%
inferior al de 1985; el Ingreso Nacional Creado (INC) per cápita descendió de 1
382 a 1 216 pesos. El plus-producto cayó de 1 574 hasta 1 145 pesos; la
productividad del trabajo social del trabajo bajó de 6 281 a 5 127 pesos. Otros
indicadores, el rendimiento de los fondos básicos, el consumo material por peso
de INC, y los costos totales por peso de PSG, también sufrieron sensibles
deterioros14.
Grosso Modo, las limitaciones intrínsecas en los mecanismos del
cálculo económico y en la dirección centralizada de la economía arrastrada
desde 1960 en el funcionamiento económico del socialismo soviético-europeo, que
sirvió de fundamento orgánico al SDPE, más la evidencia de sus incongruencias
en la versión tropical, lo convirtieron en un “caballo con mataduras”. Como
resultado, las existentes relaciones monetario-mercantiles formales, incluyendo
otras palancas contempladas en el Sistema, sufrieron una mayor restricción. A
esta circunstancia se agregó la ausencia de avances sustanciales en
conceptualizar y diseñar un “Modelo” alternativo al frustrado cálculo económico
restringido.
Mientras,
la caída del socialismo en el centro-este europeo, y enrarecerse el clima político y ulterior
desintegración de la URSS, borraron rápidamente las condiciones exteriores a
las que estaba encadenada la economía cubana. Circunstancias que sirvieron para
sacar a flote las ineficiencias económicas ocultas en el SDPE, y en los parches
introducidos durante el proceso de rectificación de errores y tendencias
negativas, paliados por el generoso tratamiento recibido por la Isla en sus
relaciones económico-financieras externas, en primer lugar, por las mantenidas
con el país de los soviets.
Así, desde
1990, inicia la Isla un derrotero inédito para el manejo económico, después de casi treinta años de una práctica
separación del mercado mundial capitalista; situación para la que no contaba
con ventajas aparentes para reinsertarse en la economía internacional. Debe
subrayarse que, en caso de Cuba, el descalabro en lo económico fue remontado,
en su etapa más dura, sin acudir a la implementación de medidas de corte
neoliberal.
Continuará