Para
muchos de nosotros se ha hecho interminable la expectativa de conocer cuáles
son los acontecimientos que nos deparan, en estos dos meses que quedan para que
llegue y se celebre el primer martes del mes de noviembre las famosas
elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América.
En
mi caso particular, sigo insistiendo en que la estrategia principal de la
administración de Donald Trump y sus asesores, es diseminar, o más bien
desparramar en todo ese pueblo, tan acostumbrado a padecer de las barbaries y
el salvajismo de mandatarios inescrupulosos, embusteros e ineptos, imágenes
ficticias, a veces fabulosas, y por qué no, también auténticas, cuando se les
ocurre utilizarlas, atiborrándolo de episodios y lances de MIEDOS
Y DE TEMORES.
Miedo
a los emigrantes, al terrorismo, a las drogas, a la criminalidad, al comunismo,
a lo socialista, al resquebrajamiento del imperio del consumo, al deterioro del
bienestar, a sus congresistas corruptos, a la pérdida de hegemonismo, a sus
guerras infinitas. Miedo a China, a Rusia, a Irán, y hasta Maduro; y
naturalmente a los estúpidamente señalados por Bush hijo, de los 60 y más
oscuros países.
Y es
tanto así que Donald Trump y su pandilla han estimado ser poseedores de esas
habilidades, por su exaltado
nacionalismo, el énfasis en el slogan “América First”, una actitud y un estilo
prepotente, machista, duro, a veces grosero, y sus discursos de enfrentamientos.
¿No
fue algo parecido, salvando épocas y peculiaridades de pueblos, como en la
década del 30 del pasado siglo en Alemania, recurrieran a una figura como
Hitler?
Por
otro lado, ¿se ha analizado con suspicacia y detenimiento, y a veces considerando posibilidades de ser
exagerado y fantasioso, de que dentro de las maniobras y las estratagemas a
emplear exista una confabulación, en que se evalúe como de gran provecho y
utilidad las manifestaciones en contra del actual gobierno, sobre todo las que
se tornan radicales y violentas?
Mientras
más violentas y crueles, MÁS MIEDO Y TEMOR de la población, y lógicamente mejor
para Trump. Incluso muchos otros pudieran pensar que las mismas se han
desvirtuado en su esencia y hasta que se han politizado para beneficio del
Partido Demócrata.
Al
mismo tiempo, estamos en presencia de un proceso eleccionario totalmente
diferente, pues se trata de cometidos tan irracionales, extravagante y a veces
absurdos, que se utilizan y manipulan para llegar a elegir sus mandatarios: EL
VOTO ELECTORAL, que fue aprobado hace más de 200 años, permaneciendo intacto hasta
la fecha, en perjuicio de la democracia popular.
Como
sabemos, las elecciones no la gana el que más votos populares recibe, sino el
que obtenga la mayoría de los VOTOS ELECTORALES, que se componen de 538 votos,
equivalente a los 435 representantes y 100 senadores, más 3 del Distrito de
Columbia, que representa la Capital Federal.
A cada Estado se le otorgan tantos votos electores según su población y
otros índices importantes escogidos.
Recordemos
que esto ha dado lugar a serias contradicciones, que han obstaculizado el
consenso social, como las que
acontecieron en las elecciones del año 2000, en las que Al Gore, por el Partido
Demócrata, perdió con George W. Bush hijo, a pesar de recibir más votos
populares, interviniendo el Tribunal Supremo,
que decidió que el ganador fuera Bush, después de un mes sin conocerse quien
iba a ser el elegido.
Y
otro caso reciente, en el año 2016, cuando Hillary Clinton, por el Partido
Demócrata, perdió con Donald Trump, por el Partido Republicano, a pesar de
haber obtenido, según se publicó, mas de dos millones y medio de votos populares que el
contendiente republicano.
Además
de toda este desbarajuste de la tan afamada democracia de ese poderoso imperio,
lo más significativo y asombroso, es que en los Estados Unidos de América, con
una población de aproximadamente 320 millones de habitantes, los ciudadanos con
derecho al voto ascienden a alrededor de 227 millones, y las abstenciones
siempre oscilan entre un 40 a un 50% . O sea, que el presidente de esa nación
es elegido por un 30 a un 35% de los ciudadanos con derecho al voto.
Para
concluir, lamentablemente nos encontramos en estos momentos , en una insólita y
muy preocupante definición de quien será
definitivamente el próximo mandatario de esa poderosa nación, con la seria
agravante de que dentro de sus dos únicos bandos, nos tropezamos con elementos
y personajes que se han revelado como poseedores de la fuerza necesaria para obtener
la victoria a como sea, dirigidos y guiados por el actual presidente a ser
reelegido, con todas sus características de un nuevo ”fuhrer” al frente de sus
hordas fascistas
La
Habana, Cuba, 4 de septiembre de 2020, “Año 62 de la Revolución”.
JSAF