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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Omar Everleny: La economía cubana es una sola

10 diciembre 2024


La Joven Cuba comparte la transcripción de la entrevista al economista cubano Omar Everleny a propósito de la serie de entrevistas por los 10 años del anuncio del 17 de diciembre de 2014.

La normalización duró dos años. Aunque se aprobaron las relaciones entre Cuba y Estados Unidos el 17 de diciembre del 2014, hubo un periodo anterior donde realmente existió intercambio, por lo menos en el área donde yo trabajaba: la academia y la economía. Tuvimos visitas de grandes empresarios de la Florida que tenían interés en Cuba o habían sido expropiados en la Isla. Me refiero a grupos como los azucareros, por ejemplo. Hicimos seminarios, presentaciones sobre el tema de la economía cubana. La Brookings, una institución muy importante en los EE.UU., y Diálogo Interamericano empezaron acercándose. O sea, nosotros no sabíamos que iba a haber una normalización, pero sí el clima fue cambiando, no sucedió de la noche a la mañana.

Reconfiguración del vínculo entre naciones

Yo creo que realmente hubo mucha flexibilización. Primero tuvo lugar la cooperación en el tema migratorio, en la lucha contra el narcotráfico; se ampliaron las remesas, se tomaron más de 22 acuerdos… Ahí empezaron a otorgarse las visas de cinco años a muchas personas que tenían un negocio. Hubo una flexibilización de las sanciones que pesaban sobre Cuba: estaba la famosa Lista de países que apoyaban el terrorismo, en la que incluyeron erróneamente a la Isla, pues nunca debió estar. En el caso particular del bloqueo, tiene todo un andamiaje legal que no es fácil eliminarlo, pero sí pudieron haber órdenes ejecutivas que permitieron ajustar determinados aspectos. Entonces, yo creo que en esos años iniciales hubo bastante voluntad y cambio.

No fue significativo, no cambió la economía cubana, pero sí el ambiente era totalmente distinto. Las empresas norteamericanas (muchas de ellas ya vendían determinados alimentos en Cuba) vieron una flexibilización, una posibilidad de vender más. En el caso de la economía cubana, no hubo tanta restricción a las empresas cubanas para comprarle a las norteamericanas. Aunque yo creo que el mayor aporte, desde mi punto de vista, fue al sector privado. Muchos países empezaron a relacionarse con Cuba. Hubo discusiones en el Club de París para condonar las deudas. Todo eso pasó en el mismo periodo. Las ciudades se inundaron de turistas norteamericanos y esos turistas empezaron a gastar en paladares, restaurantes. O sea, llegaron nuevos bríos.

Se pensaba que eso iba a trascender el periodo presidencial. Sin embargo, fue en los últimos dos años del mandato de Obama. Tampoco se puede decir que en dos años un país cambia, pero sí en la población cubana logró suavizar ese ambiente de tensión que hubo anteriormente. Una persona que tenía restricciones para recibir remesas del exterior pudo recibir cualquier monto, o sea, un monto superior al que estaba aprobado. Entonces sí, la flexibilización fue muy beneficiosa para la sociedad en general.

Beneficios potenciales

Una mejoría de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos significaría para la población en general y para Cuba una gran oportunidad. En primer lugar, para las transacciones bancarias. Ya no estamos hablando solo del sector estatal, sino del sector no estatal que necesita comprar algún bien en EE.UU. porque es el mercado más cercano. Hoy no lo puede hacer porque no tiene cuenta bancaria en ese país, lo debe hacer a través de terceros con las comisiones.

Permitiría de nuevo recuperar el número de turistas que venían a Cuba. Por ejemplo, a República Dominicana le llegan en estos momentos cinco millones de turistas norteamericanos, ninguno de esos viene a Cuba. Ahora, yo creo también que a un presidente, cualquiera que esté en el poder, le es muy difícil cambiar 65 años de medidas, pero sí sería una mejoría. De igual modo, Cuba tiene que poner de su parte, no solo presionar a aquellos que nos tienen presionados, sino también ceder algo. Permitir inversión extranjera concreta. En esos dos años se negociaron muchos acuerdos con EE.UU. y casi ninguno se materializó.

Los recursos provenientes de Estados Unidos casi siempre se miran con recelo, ¡y si vienen de cubanoamericanos más! Yo creo que hay que dejar esa política. Independientemente de todo, los recursos hacen falta y da lo mismo que sea un empresario privado vietnamita, que un empresario privado norteamericano y, si es cubanoamericano, mejor. Las condiciones están.

Retroceso en las relaciones bilaterales

El fin del acercamiento de las relaciones que se habían «normalizado» en el periodo anterior, cuando asumió el nuevo presidente, fue inmediato. Yo soy economista y me gusta ver hechos. Para mí, el hecho más visible fue la suspensión de los cruceros. Alrededor de los cruceros se había creado todo un andamiaje de grupos ofreciendo servicios: guaguas de turismo, carros americanos de los años 50, gente que vendía souvenirs, es decir, se fueron articulando y, de pronto, se quedaron colgados.

Las paladares mismas empezaron a no tener sillas ocupadas porque decían: «Es que los turistas que venían eran de los cruceros, tenía contrato y ahora me quedé…». Estoy hablando de los grandes restaurantes que tuvieron mucho éxito. Realmente fue muy drástico el cambio porque ocurrió en pocos meses.

Un enfoque integral para el desarrollo económico cubano

A pesar de todas las situaciones de la economía, la Cuba de hoy es totalmente diferente a la de la época de Obama, donde se abogaba por tener pequeñas y medianas empresas. Hoy funcionan ya pequeñas y medianas empresas en casi todos los sectores de la economía. Es decir, hay un tejido empresarial más articulado que podría tener muchos beneficios si EE.UU. otorgara excepciones bancarias, créditos, si se pudiera comprar directamente sin muchas restricciones, si se dieran visas para todos los empresarios cubanos, que no tienen necesariamente que fijar su residencia en EE.UU., porque tienen el negocio en Cuba.

Yo siempre digo que hay que mirar la economía cubana como una sola. No estoy de acuerdo con eso división entre sector estatal y sector no estatal.



La destrucción de la confianza: un mal de la economía cubana

La pérdida de confianza y su correlato, la incertidumbre, destruye los incentivos positivos y estimula el abandono, las soluciones individuales, una de las cuales es la emigración, tanto la geográfica, como la laboral.

Por  Dr.C Juan Triana Cordoví
diciembre 11, 2024
en Contrapesos



Foto: Kaloian.



El mayor costo de cualquier decisión, ya sea política, económica, personal, administrativa, jurídica, etc., es el costo de la misma en términos de confianza perdida. No he encontrado ninguna unidad de medida que me permita cuantificar la pérdida de confianza; sin embargo, sí es posible identificar y de alguna forma medir ese costo en actitudes y comportamientos de los seres humanos.

Por lo general, el costo en confianza de una mala decisión se transforma en actitudes negativas: indiferencia, incredulidad, incertidumbre, miedo, pérdida de perspectiva, renuncia a hacer y a participar, apatía, etc.

La pérdida de confianza y su correlato, la incertidumbre, destruye los incentivos positivos y estimula el abandono, las soluciones individuales, una de las cuales es la emigración, tanto la geográfica, como la laboral.

Entre 2021 y 2023, la pérdida de profesionales en el sector de la salud fue de 89 954 personas, en la educación 32 789, 4 375 en el sector de la ciencia e innovación, 51 492 en el agropecuario. Hay que recordar que la formación de un profesional tarda entre 15 y 17 años.

Por eso me cuesta tanto pensar que quienes toman las decisiones le dan poco valor a la confianza, a la palabra empeñada, a las “reglas de juego” adoptadas que establecen ciertos compromisos por los cuales las personas toman determinadas decisiones, arriesgan recursos, proyectan el futuro de ellos mismos y de sus familias.

La confianza lo es todo. En la relación de pareja, cuando se decide crear una familia, se hace sobre la base de la confianza. Cuando se decide afincar los pies en un pedazo de tierra y echar raíces, lo que sustenta esa decisión es la confianza. Cuando se decide apoyar un proyecto social y/o político, la confianza tiene un peso decisivo.

Lo que sustentó la Revolución cubana en esos primeros años donde se libró una guerra sin cuartel defendiéndonos de las agresiones orquestadas por los gobiernos de Estados Unidos fue, sobre todo, confianza.

Cuando se invierte en un negocio, lo primero es la confianza. El dinero es confianza —inscrita en una tablilla de arcilla, en un pequeño disco metálico, en un papel, en un billete de banco, en una tarjeta plástica—. El crédito, del latín credere, que significa creer, es confianza; la inversión es y no es más que confianza en el futuro; el comercio, ya sea al por mayor o al por menor, también lo es. El valor de los bonos y de las acciones es, en buena medida, confianza, seguridad en que la inversión en esos valores tiene una garantía, ya sea dada por el Estado o por alguna empresa.

La relación sana entre los tres grandes y únicos actores de una sociedad, a saber, el estado, las familias y las empresas, solo es posible en base a la confianza.

El marco institucional dentro del cual esos tres actores desarrollan su actividad debe, primero que todo, garantizar esa confianza. Si falla, la opacidad se enseñorea dentro de esas relaciones, la incertidumbre crece y las palabras se convierten en recipientes vacíos de contenido real.

Se ha sostenido en las tribunas, una y otra vez, que no hay una guerra contra las mipymes ni contra el sector no estatal; sin embargo, si se hace un balance de las medidas —resoluciones, decretos, decretos leyes, circulares, indicaciones, etc.— que durante este año se han ido adoptando, la conclusión es otra diametralmente diferente.

La Resolución 56/2024, regalo de fin de año, hay que situarla junto a las otras que han ido encerrando al sector no estatal en una jaula regulatoria cada vez más estrecha.

Como las otras, horada el cimiento más importante de cualquier economía: la confianza, y afecta directamente a un sector que hoy emplea al 35 % de los ocupados de los cuales dependen numerosas familias. ¿Cuánto nuevo desempleo generará esta medida? ¿Tiene el Estado una opción para esos futuros desocupados? ¿Se convertirán algunos de ellos en esa figura que hoy eufemísticamente llamamos “deambulantes”?

Ese sector genera el 15 % del PIB. ¿Tiene capacidad el sector empresarial estatal para suplir esa pérdida, si hoy sabemos que la tasa de inversión alcanza apenas el 10 % del PIB, cuando la misma debería estar al menos en el 25 %?

¿Cuál es el sucedáneo con el que cuenta el Estado cuando hoy sabemos que alrededor del 50 % del sector empresarial estatal se encuentra en un estado realmente vulnerable, y el 22,5% de esas empresas están en pérdidas, siendo las empresas municipales de comercio y las del sector agropecuario la mayoría de ellas? Parece un contrasentido que, ante esta realidad, se apruebe una resolución que crea un intermediario con ineficiencia demostrada.

Tampoco es posible pensar en la inversión extranjera. Los flujos de IED están muy lejos de ser los necesarios y mucho más cerca de Haití que de República Dominicana, lo cual es, al menos en buena parte, el costo de la confianza perdida.

El sector no estatal en su conjunto representa hoy el 44 % de las ventas minoristas y las mipymes son el 25 %. ¿Tiene el comercio estatal capacidad para suplir el déficit de oferta que todas estas resoluciones generarán? ¿Tendrá además ese comercio estatal la habilidad suficiente y la autonomía necesaria, así como los incentivos mínimos para encontrar los mejores proveedores?

Lo que he aprendido de los hechos, luego de observar pacientemente ese sector desde hace unos cuarenta años, es que tiene una demostrada capacidad para ser ineficiente. Ni siquiera en los tiempos de las “vacas gordas” de la ayuda soviética lo logró.

Cuba enfrenta hoy una coyuntura crítica, factores externos sobre los cuales no tenemos capacidad para influir y una multicrisis interna causada por errores, tanto en la adopción de políticas, como en la conducción de las mismas, así como en el momento de adoptarlas, conforman los rasgos esenciales de la misma.

La utilización indiscriminada del bloqueo inhumano al que las administraciones norteamericanas nos han condenado, como casi única explicación de nuestros problemas, ha reforzado la convicción de esas administraciones de que, incrementándolo, alcanzarán el objetivo de destruir nuestra independencia.

Construir confianza es indispensable si queremos salir exitosos de este reto. Destruirla con medidas que desconocen el momento histórico que vivimos y el que se nos aproxima, que convierte en enemigos a los que un día reconocimos como parte indisoluble de nuestra sociedad, es entregarnos mansamente, consciente o inconscientemente, a los propósitos e intereses de aquellos que desde hace seis décadas nos declararon sus enemigos.

La esperanza va de la mano de la confianza. Si la confianza está renga, la esperanza escasea. Venga la esperanza, sin ella no hay porvenir.