“Ahora que Estados Unidos ha restablecido las relaciones diplomáticas con la Isla, parece ser solo cuestión de tiempo que Cuba ingrese en ambas instituciones, en beneficio de todos los involucrados”, ha escrito Héctor Torres, ex-director ejecutivo del FMI, refiriéndose a este y al BM.
Para más indicios, apenas unos días atrásel Departamento de Estado retiró a la Isla de su “lista negra” –otra lista más- en materia de tráfico de personas. Al pasar a la categoría de “observación especial” (nivel 2), a Cuba ya no se le aplica la Ley de Protección de las víctimas del tráfico y la violencia (2000).
Esta normativa establece que el Presidente debe orientar a los directores ejecutivos estadounidenses de las instituciones financieras internacionales, que voten en contra de préstamos para los países clasificados como “cómplices”de la trata humana (nivel 3). De manera que, al menos potencialmente, hay un obstáculo menos en los vínculos de Cuba con esos organismos.
¿Qué gana el país con la membresía del FMI y el Banco Mundial? La respuesta del ex-director ejecutivo resulta harto convincente. “La Isla se siente orgullosa de sus logros sociales, y con razón. Pero asegurar que sigan siendo sostenibles requerirá que la economía cubana siga creciendo. Y para ello, tendrá que proseguir y profundizar las reformas económicas que ha iniciado, frente a su obsolescencia tecnológica, y modernizar su infraestructura pública. Para todo eso necesita conseguir capital”.
Cristine Lagarde, directora del FMI.
Vidal y Brown argumentan que las instituciones financieras multilaterales ayudarían a impulsar las inversiones extranjeras, además de representar “un voto de confianza internacional” en la economía cubana.
Es decir, contribuirían a una mayor inserción global e integración a las cadenas mundiales de valor, se reduciría la percepción de riesgo país, y podrían disminuir las tasas de interés que paga Cuba por el financiamiento externo, lo cual suavizaría las restricciones de balanza de pagos y favorecería el crecimiento económico.
La capacitación y asistencia técnica, mejoras en las comunicaciones, Internet, agricultura, turismo, normas de calidad y experiencia de mercado, constituyen otras ventajas en potencia, de acuerdo con el reporte de Atlantic Council. “El sector de los servicios bancarios y financieros necesita ser fortalecido y legitimado, antes de que las compañías extranjeras puedan tener una presencia seria en Cuba”, señalan Vidal y Brown.
En su opinión,existen tres vías posibles para que la Isla forme parte de estas organizaciones:
- Un proceso gradual de construcción de confianza entre las instituciones financieras y las autoridades cubanas, sin compromiso inicial o fecha para la membresía.
- La decisión cubana de solicitar su membresía; un camino más directo e inmediato.
- Que el presidente Obama tome la iniciativa, al hacer una declaración pública de apoyo a la integración de Cuba a esas instituciones, y a su vez reclame su prerrogativa constitucional para definir la política exterior norteamericana, tal como el presidente George H.W. Bush, cuando promovió la participación Rusia en el FMI, en 1991-1992.
Los tres enfoques pueden superponerse, aunque el menos arriesgado es el primero. Sin embargo, huelga mencionar que no será tan fácil. Los autores reconocen que varias legislaciones norteamericanas obligan a sus funcionarios en esas instancias a bloquear la aceptación de la Isla, además de cualquier posibilidad de financiación internacional. Estados Unidos podría, por ejemplo, retirar fondos equivalentes a la cantidad que le fuera prestada a Cuba. La ley del más fuerte, le dicen.
Aun así, los investigadores acotan: “En realidad, un respaldo de EE.UU. para con la membresía cubana en las instituciones financieras sería consistente con la nueva política que busca promover las reformas económicas en Cuba.”Al mismo tiempo, la decisión de ingresar “sería coherente con los esfuerzos de Cuba por mejorar su posición en los mercados internacionales”.
Luego, Vidal y Brown recomiendan que el gobierno norteamericano otorgue máxima libertad de acción a las instituciones financieras para comenzar debates al respecto; así como incluir el tema en las discusiones bilaterales.
“El presidente Obama debe hacer una declaración pública para reivindicar su autoridad en la interpretación de la legislación diseñada para obstruir la membresía de Cuba mediante la amenaza de retiro de fondos. Esta declaración proporcionará a las instituciones financieras (hoy vacilantes acerca de incurrir en la desaprobación del Congreso de los EE.UU.) la cobertura política para involucrarse con Cuba”, precisa el reporte.
Billete de 10 pesos cubanos.
Entretanto, la Isla tiene a su favor los avances en las negociaciones de la deuda externa, sobre todo el acuerdo con el Club de París. Y como pendientes: mejorar la calidad y transparencia de las estadísticas económicas, unificar las dos monedas, preparar datos financieros globalmente comparables, entre otros.
Héctor Torres aduce que para Cuba unirse al Banco Interamericano de Desarrollo podría ser políticamente sensible, debido a su nexo directo con la Organización de los Estados Americanos (OEA).
“El Banco Mundial y el FMI también se beneficiarían de admitir a Cuba, que actualmente es la excepción más notable a la afiliación casi universal que caracteriza a ambas entidades. (…) Puede que Cuba esté lista o no para unirse a las instituciones financieras internacionales, pero no hay duda de que cumple los requisitos para solicitar su ingreso al FMI”, afirma el ex-director del Fondo.
Ya en noviembre de 2011, un informe del Instituto Brookings, realizado por el economista Richard Feinberg,sugería a la Isla regresar al FMI y al BM; y a Estados Unidos no politizar ni interponerse en ese proceso.
Para no perder la perspectiva, vale la acotación de José Luis Rodríguez, asesor del Centro de Investigaciones de Economía Mundial: “Faltaría por demostrar que es posible ingresar al FMI y sostener un programa de desarrollo como al que Cuba aspira, especialmente si se tiene en cuenta el papel que ha jugado este organismo en la aplicación de las recetas neoliberales a toda costa, tal y como se refleja en estos momentos en su posición frente al gobierno de Grecia. (…) Acerca de este supuesto papel positivo, bastaría con examinar su desempeño en la transición al capitalismo en Europa Oriental y la antigua URSS”.
Un complejísimo póker económico y político –más lo uno que lo otro, y también viceversa-, que, si todos aplican el fairplay, tal vez deje varios ganadores.
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