En días donde los ojos de la comunidad internacional se vuelven hacia China y su ingente lucha contra el 2019nCoV —un nuevo tipo de coronavirus que ha disparado las alarmas sanitarias internacionales y cobrado la vida de más de 1000 personas—, la ciencia cubana ha vuelto a ser noticia.
Lo ha sido allí, en medio del epicentro de la epidemia originada en la ciudad de Wuhan, en la provincia de Hubei, bajo el nombre de un producto esencial en la historia de la biotecnología de la isla caribeña: el interferón alfa-2b humano recombinante cubano, comercializado como Heberon® Alfa R, o IFNrec.
Varios titulares reseñaron la novedad, en tanto, desde el pasado 25 de enero, la planta mixta chino-cubana Changeber, ubicada en Jilin, comenzaría a producir con el uso de tecnología cubana el IFNrec, pues la Comisión de Salud de China había seleccionado este producto entre un grupo de 30, para utilizarlo en su lucha contra el coronavirus.
Los motivos fueron claros: su probada efectividad frente a virus con características similares y su potencial para ayudar a “curar” la afección respiratoria.
Pero, ¿cómo surgió este producto que hoy forma parte esencial de la historia de la biotecnología en Cuba?
El doctor Luis Herrera Martínez, asesor científico y comercial del presidente de BioCubaFarma, todavía recuerda aquellos días de euforia en espera de ese milagro.
El Dr. Luis Herrera, asesor científico del presidente de Biocubafarma. Foto: Cortesía del CIGB.
“Para entender, dice, hay que remontarse a un pequeño laboratorio montado en la entonces casa de protocolo número 149, del capitalino reparto Atabey”, cuenta el científico.
Fue en ese espacio, donde el 28 de mayo de 1981 un reducido número de investigadores logró producir a partir de glóbulos blancos, el primer interferón cubano.
Habían transcurrido menos de 45 días, desde que seis científicos cubanos hubiesen estado en el laboratorio del profesor KariCantell, en Helsinki, Finlandia, con la encomienda precisa del Comandante en Jefe Fidel, de aprender a hacer el interferón.
Herrera evoca nombres como Manuel Limonta Vidal, Ángel Aguilera Rodríguez, Eduardo Pentón Arias, Victoria Ramírez Albajes, Silvio Barcelona Hernández y el doctor Pedro López Saura. “La mayoría de ellos pertenecían al Centro Nacional de Investigaciones de Cuba (Cenic) y otros al Instituto de Hematología”, apuntó Herrera.
Los antecedentes —insistió— están en enero de ese mismo año, cuando Fidel envió dos investigadores cubanos al centro oncológico Anderson, de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, con el objetico concreto de conocer los usos del interferón. Esta era una de las ideas derivadas de un encuentro que sostuviera con el oncólogo norteamericano Randolph Lee Clark.
Sin embargo, de aquella sustancia que ganaba fama por sus potenciales efectos antivirales y antitumorales, los científicos cubanos no pudieron traer ninguna muestra en ese viaje. La institución estadounidense solo contaba con un limitado volumen destinado a los ensayos clínicos, que les llegaba justamente del laboratorio del profesor KariCantell, donde estarían pocos meses después.
Más de tres décadas como un medicamento eficaz y seguro
Características del Heberon Alfa R. Gráfica: Edilberto Carmona Tamayo/ Cubadebate.
En mayo de 1981, cuando ve la luz en la casa de Atabey el primer interferón cubano, la biotecnología cubana comenzaba un largo y exitoso camino. “Para Cuba el interferón tiene una repercusión histórica. Nuestra biotecnología se inspira en el interferón, porque el Comandante, siempre visionario, tomó este producto como si fuera una palanca y alrededor del mismo desarrolló la producción natural y creó las bases para poder hacer un desarrollo intensivo de la ingeniería genética”, comenta el doctor Herrera.
El primer interferón leucocitario, obtenido a partir de glóbulos blancos, sería solo el comienzo, dice. Muy poco tiempo después de su obtención, este sería uno de los medicamentos aplicados a pacientes contagiados por el virus del dengue tipo 2, y formaría parte del arsenal enfrentamiento a la epidemia de conjuntivitis hemorrágica, con resultados positivos en ambos casos.
“Por esa época, año 1986, yo viajé a Bulgaria a presentar el experimento que se había hecho cuando el vuelo del cubano Arnaldo Tamayo al cosmos, con el cual queríamos estudiar la multiplicación de la levadura en el espacio y los efectos de la falta de gravedad en este proceso.
“Al parecer le habían comentado a Fidel de mis incursiones en la ingeniería genética, me contactan desde Cuba y me dicen que regrese por Francia, donde ya había estudiado unos cuatro años y que allí tratara de establecer comunicación con las personas que trabajaban en la tecnología del interferón recombinante”, dijo.
“A mi regreso, entonces se creó un grupo dirigido a la producción de interferón puramente recombinante. El objetivo nuestro era clonar ese interferón y producirlo en bacterias. ¿Por qué? La levadura en aquel momento no estaba desarrollada todavía como hospedero al nivel actual, y además las bacterias no le introducen azúcares a las moléculas que secretan. No se corría el riesgo de que el cuerpo reconociese como extraña esa molécula y la neutralizara con anticuerpos”, explicó.
“Clonamos el interferón a partir de las bacterias, en un fermentador, y obtuvimos un producto homogéneo, puro a más del 99%, con la satisfacción de haber logrado producir el interferón que más se emplea en los tratamientos. El leucocitario a la larga era minoritario, porque la cantidad que se puede producir depende mucho de las células —que no producen tanto interferón— y las donaciones de sangre. Sin embargo, el que se produce en bacterias se obtiene ilimitadamente”, dijo.
Lo cierto es que la producción, por primera vez en 1986, del interferón alfa-2b humano recombinante cubano dio inicio a la introducción y comercialización de diversos tipos y formulaciones de interferones por el entonces recién inaugurado Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, de La Habana, Cuba.
De acuerdo con el doctor Luis Herrera Martínez, los interferones se dividen en tres tipos: beta, alpha (que agrupa un amplio número de estos) y el gamma.
“Interferón quiere decir que interfiere en la multiplicación viral. Es un compuesto natural cuya función va dirigida a crear un mecanismo de inhibición en el primer nivel de respuesta del organismo”, apunta el profesor Herrera.
“Hay otros niveles de respuesta como es el caso de los anticuerpos, pero para eso se requiere que un antígeno se ponga en contacto con una de las células que van a dar origen a la multiplicación de un clon, el cual va a producir el anticuerpo, que por lo tanto se demora un tiempo en aparecer”, abundó el científico.
Cuando se le administra el interferón a un individuo, este actúa de inmediato, y si no le genera mecanismos que le faciliten el anticuerpo. Si se logra mantener en sangre adecuadamente, por lo general se obtiene un nivel de respuesta muy efectivo ante los virus. Este principio logramos llevarlo a cabo, para que no desapareciera rápidamente del torrente sanguíneo, expuso el doctor Herrera.
El Heberon Alfa R, a lo largo de tres décadas se ha utilizado contra infecciones virales provocadas por el VIH, la papilomatosis respiratoria recurrente causada por el virus papiloma humano, el condiloma acuminado, y la hepatitis tipos B y C, además de ser efectivo en las terapias contra distintos tipos de neoplasias.
De acuerdo con datos aportados por el CIGB, desde el 2015 a la fecha, han sido distribuidos en el sistema nacional de salud unos 731 564 bulbos de este interferón en sus tres presentaciones, con lo cual miles de pacientes se han beneficiado.
Pero, insiste el doctor Herrera, la historia del interferón cubano no concluyó, y ejemplo de ello es el Heberferón, una combinación del interferón-alfa 2b y gamma recombinante, para tratar cáncer de la piel no melanoma y otras enfermedades oncológicas, con excelentes resultados en su utilización dentro del sistema de salud.
Cuando el interferón cubano llegó a China
Fábrica cubano china de productos biotecnológicos. Foto: Cortesía Dr. Dueñas / CIGB
No fue precisamente con la epidemia de coronavirus que el Heberon Alfa R llegó a China. Así lo confirma a
Cubadebate Santiago Dueñas Carrera, Doctor en Ciencias Biológicas y vice-gerente general de la empresa mixta cubano china Changchun Heber Biological Technology Co. Ltd.
“La tecnología del interferón Alfa 2b humano recombinante fue transferida por el CIGB de Cuba a la empresa mixta cubano china Changchun Heber Biological Technology Co. Ltd, ubicada al noreste de China, en Changchun, provincia Jilin. Esta empresa se crea en diciembre del año 2003”, dijo.
Según Dueñas Carrera, la tecnología para producir el Heberon Alfa R se incorpora a la empresa mixta. Ya en el 2007 se obtiene el registro sanitario del producto en China y comienza su comercialización, orientado a los mismos padecimientos que se utiliza acá en Cuba, aunque su uso principal en China ha sido para el tratamiento de las hepatitis B y C”, precisó el especialista.
En el gigante asiático, este producto en la empresa mixta se produce y comercializa en cuatro presentaciones, todas inyectables, en viales, y con diferentes dosis: 3, 5, 6 y 10 millones de unidades internacionales por vial, acotó.
“A partir de su registro sanitario en el 2007, el producto en China ha sido incorporado en el seguro médico y se ha empleado en más de 19 provincias o regiones de China”, comentó Dueñas Carrera, quien enfatizó en el hecho de que la empresa mixta tiene certificado de buenas prácticas de fabricación, otorgado tanto por la entidad regulatoria nacional china como por la entidad regulatoria nacional de Cuba.
De acuerdo con el entrevistado, a raíz de la epidemia la empresa se encuentra produciendo producto terminado para responder a la demanda. En este caso, cada lote que se produce de interferón Alfa 2b humano recombinante tiene un tamaño de 30 000 viales, que se entregan al sistema de salud. “Obviamente, puede usarse combinado con otros productos”, precisó.
El profesor Herrera explicó que el coronavirus, al multiplicarse, para vencer la resistencia del organismo, reduce los niveles de interferón. “Entonces, si inyectamos interferón, estaremos logrando un mecanismo para combatirlo muy efectivo”, comentó.
Sobre este criterio la parte cubana, y el propio profesor Herrera, se comunicó con las autoridades chinas, sugiriéndoles debían de comenzar a producir interferón rápidamente y comenzar ensayos con el producto, lo cual fue tomado en cuenta.
En cuanto a la preparación y capacitación del personal de la planta, Dueñas Carrera remarcó: “Tenemos dos cubanos permanentes allá, además del personal cubano adicional que va por estancias temporales para asistencias técnicas asociadas a objetivos específicos”.
“Actualmente, la planta tiene otros productos en proceso para obtener el registro sanitario en China, como una vacuna preventiva contra la infección por Haemophilus influenzae tipo b, pero aún no se comercializa en China”, precisó el especialista.
A su juicio, “las transferencias de tecnología son un ejemplo concreto de la capacidad y el conocimiento generado por la biotecnología cubana. Tienen un impacto inobjetable en lo económico y lo social, asociado a los mecanismos específicos de cooperación”, dijo.
Detrás de la noticia de un producto de la biotecnología cubana ayudando a sanar en medio del caos, hay mucho esfuerzo y consagración. Hay también, para el profesor Herrera, más compromisos y retos:
“Obtener nuevos productos innovadores de alto valor agregado en beneficio de la salud del pueblo —así como en otras ramas de la sociedad— y lograr vencer el desafío de insertarlos en los mercados más exigentes: los del primer mundo. La inventiva debe acompañarse de innovación para buscar las propias fuentes de financiamiento de la actividad científica”, precisó.
Se trata, en definitiva, de continuar haciendo ciencia, para Cuba y para el mundo.
En video, Fidel cuenta la historia del interferón