Mitchell Valdés refiere cómo se han encadenado centros científicos, productivos y cuentapropistas, para la reparación de equipamiento médico, producción de medios de protección y de diagnóstico. Foto: Twitter/@PresidenciaCuba.
El director general del Centro de Neurociencias (CNEURO), Mitchell Valdés Sosa, al intervenir en el espacio televisivo, explicó que todos los centros de investigación que se han aislado con la industria y los trabajadores por cuenta propia, lo que han hecho es redireccionar tecnologías que estaban dedicadas antes a otros temas y que ahora se han puesto a disposición del país para enfrentar la COVID-19.
“Hay que tomar en cuenta que se nos han planteado varias tareas importantes, y la primera de ella es la necesidad de medios de protección, pues sin estos nuestro personal de la salud estaría en grave peligro y es un tema que inquieta a los distintos países”, dijo el Doctor en Ciencias.
Por otra parte, refirió, se ha planteado la necesidad de garantizar los ventiladores para los casos que evolucionan al estado crítico que tienen dificultad respiratoria. “Esto es un problema tecnológico que en algunos países no se ha garantizado y ha contribuido a elevar la mortalidad debido a la epidemia”, señaló.
En Cuba, dijo, el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos ha tenido un efecto negativo para la reparación de algunos equipos que estaban deteriorados.
Asimismo, se ha insistido en garantizar los medios que se requieren para hacer las pruebas diagnósticas, dijo Valdés Sosa.
En ese sentido, comentó que un amplio número de instituciones científicas, junto con la industria y los trabajadores por cuenta propia, se han unido para enfrentar este problema.
La situación en el mundo, comentó el reconocido científico, es un escenario donde hay una demanda muy superior a la oferta, donde las capacidades de producción no alcanzan. A la vez, se han elevado de modo extraordinario los precios, alcanzando en algunos productos el valor de cuatro veces su costo real.
A ello se suman restricciones gubernamentales en determinados países, donde hay productos que no se pueden exportar. Por ejemplo, Alemania restringió la salida de distintos tipos de ventiladores. Existen, además, limitaciones en el trasiego de materiales, porque los gobiernos están evaluando la situación que tienen dentro de su país, dijo.
Hay también, prosiguió, demora en las entregas, ofertas de productos de baja calidad, e incluso estamos ante una situación donde aparentemente hay productos que cuando las compras se van a ejecutar, desaparecen.
El director general del CNEURO explicó que todo ello está condicionando la necesidad de que nuestra industria nacional, nuestro sector científico nacional le den un apoyo y garantía al país en enfrentar estas situaciones.
Al respecto, dijo que el grupo de trabajo que se creó con este fin, no solo respondió a una directriz central, sino que ha tenido un proceso de autoorganización lateral y desde abajo.
“Los propios trabajadores, los científicos comenzaron a hacer propuestas y se fue ensamblando a una gran velocidad un colectivo que integra compañeros de BioCubaFarma, el Ministerio de Salud Pública que ha jugado un rol decisivo, en especial la sección de tecnología médica y sus distintos grupos científicos, del Ministerio de Industrias, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y las industrias militares, y los trabajadores por cuenta propia”, refirió el académico.
Dichos colectivos y equipos de trabajo, puntualizó Valdés Sosa, son un ejemplo de cómo en breve tiempo se establecen nuevas colaboraciones y cadenas productivas.
Sobre los medios de protección, un tema vital, expuso que se ha estado trabajando en tres áreas fundamentalmente:
La primera de ella son los protectores faciales, donde los trabajadores por cuenta propia dieron una respuesta inmediata con la utilización de sus equipos de impresión 3D. Se trabajó buscando los mejores modelos internacionales y discutiendo con la industria su realización. Se incorporó a esta tarea el grupo de la electrónica (CEDAI), la UIM y la industria ligera con GEMPIL.
Son productos que no se hacían en el país y ya los trabajadores por cuenta propia han entregado miles. Antes de distribuirse, dijo, se han validado por el Ministerio de Salud Pública.
Otra de las áreas de trabajo, mencionó el científico, son los trajes y delantales. Se desarrollaron prototipos por la Unión de Industria Ligera, las industrias militares y ya se ha entregado un grupo y en las próximas semanas se incrementará la producción.
“Los modelos se obtuvieron de diversas fuentes internacionales, se conversó con investigadores de universidades y una vez que se construyeron los prototipos, antes de pasar a la producción, fueron validados por el grupo de tecnología médica del Ministerio de Salud Pública”, señaló Valdés Sosa.
El tercer elemento en el cual se labora, mencionó, son las cajas protectoras para el trabajo en cuidados intensivos. Estas cajas, que se hacen de acrílico, permiten que se pueda entubar, manipular al paciente sin descuidar la protección.
Uno de los grandes problemas que existen es la emisión de partículas virales de los enfermos hacia el personal de salud que lo atiende, lo cual constituye un riesgo.
En este caso, la empresa extranjera Agostini, que radica en Cuba, hizo un diseño de los primeros prototipos, que ahora GEMPIL y Cimex producirán. Ya se han entregado seis de estas cajas, pero se confeccionarán hasta 60 en las próximas semanas. Se trata de una producción nueva para el país, dijo.
“Todos estos elementos estamos constantemente estudiándolos en comunicación con universidades de prestigio, para continuar su perfeccionamiento y actualización. Esto llegó para quedarse, porque no sabemos la duración que tendrá esta pandemia, distintos países serán afectados y todos estos medios de protección seguirán estando escasos. Por tanto debemos prepararnos”.
Sobre el tema de los ventiladores pulmonares, el científico expuso las vivencias de naciones como Italia, España, Estados Unidos, en particular en New York, donde los sistemas de salud han sido rebasados, pues no lograron aplanar la curva y, por tanto, el número de pacientes que fueron a unidades de cuidados intensivos al mismo tiempo saturaron el sistema.
En Cuba, destacó, hemos estado trabajando con las directrices que nos ha dado el grupo nacional de medicina intensiva y la autoridad reguladora, el Centro Estatal para el Control de Medicamentos, Equipos y dispositivos Médicos (CECMED) en cómo enfrentar este problema.
De acuerdo con Valdés Sosa, los pacientes con COVID-19, algunos desarrollan dificultades respiratorias, los casos menos graves van a ventilación no invasiva, mientras que los casos más graves necesitan invasión.
En este segundo aspecto, dijo, hay dos variantes en discusión en el mundo: los ventiladores tradicionales, donde la meta fundamental para Cuba es reparar todos los ventiladores que se han ido deteriorando en estos años de bloqueo y falta de acceso a piezas, y por otra parte estudiar la situación de los llamados ventiladores emergentes.
Estos, refirió, tienen entre sus opciones ventiladores más económicos, elementales o de tránsito, que pudieran contribuir a la falta de equipos. Agregó que al final, en el proceso llamado destete de ventiladores, también se puede utilizar la ventilación no invasiva para ayudar a liberar ventiladores y que las personas se vayan recuperando.
Un lugar clave en este sentido lo tiene el Centro Nacional de Electromedicina, la Empresa COMBIOMED de Tecnología Médica Digital, el Grupo de la Electrónica GELECT, empresas de la Unión de Industrias Militares como Grito de Baire, Xetid, CID5 y el Centro de Neurociencias.
“El país no tiene crisis con los ventiladores pulmonares”
Valdés Sosa sostuvo que el país no tiene crisis con los ventiladores, tenemos per cápita una situación incluso más favorable que algunas naciones de las que han enfrentado mayores dificultades, pero la idea es recuperar el máximo número posible para adelantarnos a un escenario determinado.
“Se han hecho múltiples acciones que van desde la sustitución de monitores, fuentes de energía, hasta la fabricación de válvulas. Hemos estado trabajando con los trabajadores por cuenta propia, y aquí es donde entra la tecnología que tenemos y normalmente se utiliza en otros temas”, apuntó.
Puso de ejemplo las impresoras 3D que se habían introducido al país para la fabricación de las prótesis auditivas, y que hoy se utilizan en la producción de modelos de válvulas.
En cuanto a los ventiladores de emergencia, dijo que hay un grupo que está estudiando las propuestas que se han presentado. “Estos son los ventiladores más profesionales, y los cuales eran vendidos a Cuba por dos empresas que anunciaron no podían seguir suministrando los equipos al país, pues fueron compradas por una compañía norteamericana”, señaló el científico.
“Se han hecho maquetas, hemos tenido videoconferencias con universidades avanzadas en este tema como la de Bruselas, Montreal, California, Los Ángeles, e incluso de Inglaterra para saber cómo se está trabajando. Estamos preparados para enfrentar este problema, donde la ciencia burla el bloqueo”, dijo.
Este grupo de trabajo, puntualizó, no solo repararía los ventiladores ya deteriorados, sino aquellos que por el uso intensivo puedan romperse. En las últimas semanas se han arreglado más de 28 equipos, informó.
Valdés Sosa se refirió, además, a los marcadores biológicos que pueden utilizarse para diagnosticar la enfermedad. Aclaró que sobre los test inmunológicos, los cuales buscan saber si la persona se enfrentó al virus y miden la respuesta del cuerpo, hay un grupo de trabajo del Centro de Inmunoensayo y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, que está desarrollando tecnología en ese sentido.
En cuanto a la determinación de los virus, el Doctor en Ciencias indicó que el PCR es mucho más efectivo en los primeros siete días. Sobre esta prueba diagnóstica, dijo que el grupo conformado también trabaja en la obtención de la muestra y el transporte del material viral hacia el laboratorio, lo cual requiere un hisopo especializado y un frasco con un medio.
“En siete días el Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN) desarrolló, fabricó y evaluó el medio, en estrecha coordinación con el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK). Este elemento es donde se coloca la muestra para ser trasladada. Tiene el frasco que tener un sello que demuestra la inviolabilidad del producto y posibilita su empleo. El hisopo se coloca dentro del frasco y se lleva al laboratorio”, explicó.
Este es uno de los elementos necesarios para la realización del PCR, cuyo valor se ha disparado a nivel mundial. “Solo el hisopo, que no se trata de un palito con algodón el cual inhibiría la reacción, puede costar desde medio dólar hasta siete euros, sin contar el medio de cultivo, el frasco entre otros elementos”, ejemplificó.
Si pensamos que en el país se hacen miles de determinaciones al día y que esta es una situación que se prolonga en el tiempo, económicamente esto es algo esencial.
Por otra parte la seguridad del suministro no siempre está garantizada, los intermediarios también elevan los precios. Con este aporte del BIOCEN, que ha cumplido con todas las garantías y protocolos para su producción, el país tiene la posibilidad de resolver una parte de estos productos completamente, dijo Valdés Sosa.
De acuerdo con el especialista, frente a la dificultad con el hisopo, lo primero que se hizo fue buscar qué centro tenía y readaptarlos, en una cadena productiva que estuvo lista en cuestión de días.
Comentó que en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas y en el Instituto Finlay tenían hisopos que eran para otro propósito, que se obtuvieron, se empaquetaron y prepararon por el CNEURO y el CIGB y se llevaron al Centro de Aplicaciones Tecnológicas y Desarrollo Nuclear (CEADEN) y la Industria alimenticia para esterilizarlos con rayos gamma para su posterior entrega al IPK.
“Se trataba de medios almacenados en el país que pudimos redirigir hacia el enfrentamiento a la pandemia”, dijo.
Hoy tenemos en prueba otros modelos de hisopos, hechos con impresión 3D y con el apoyo de la industria textil, que están en proceso de evaluación por el IPK, dijo.
“La experiencia de integración y de crear lazos rápidamente laterales ha llegado para quedarse, porque estamos afectados ahora por la pandemia de la COVID-19, pero el mundo viene viviendo la pandemia del neoliberalismo, y nosotros sufriendo el bloqueo desde hace mucho tiempo”, señaló.
Cuba tiene una potencialidad grandísima, usando toda la capacidad que tenemos científico-técnica para resolver problemas. Creo que esta integración puede acelerar, además, la solución de múltiples problemas que tenemos en nuestra economía, aseveró Valdés Sosa.