Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

jueves, 6 de abril de 2023

Habitaciones hoteleras fuera de orden: otra paradoja cubana

 

¿Es económicamente sustentable seguir creciendo en nuevas habitaciones, cuando la tasa de ocupación de las existentes en los mejores años de arribo de turistas apenas alcanzó el 60 %?

El turismo fue y debe seguir siendo uno de los sectores estratégicos de la economía nacional; muy pocos osan discutir esa afirmación. El turismo es por donde empezaron las transformaciones allá por mediados de los 80 en Cuba. Fue el primer sector en el cual se firmó un “negocio” con inversión extranjera, un hotel que aún sobrevive al tiempo y todavía con algunos trabajadores que han permanecido fieles al mismo.

El turismo fue además el primer sector en el que se ensayó una estrategia para competir con destinos establecidos que lo aventajaban, no solo en experiencia. También en infraestructura hotelera y extrahotelera, en personal con competencias adecuadas, en publicidad, en acceso a mercados. 

Eran destinos con mejor calidad de productos —en especial alimenticios— y servicios de todo tipo —desde taxis hasta telefonía— y con conocimiento de sus mercados emisores. Tienen facilidades de entrada y de salida de los países, poseen conexiones para hacer multidestino de forma individual. Pueden competir en precios de la mayoría de esos servicios… Y, además, no llevan sobre su cabeza la presión del bloqueo de Estados Unidos y de la constante propaganda contra Cuba que busca desestimular a los potenciales viajeros e inversionistas.

El turismo en Cuba fue, además, un sector que emergió cuando el campo socialista se derrumbaba.

He querido listar estas ventajas de los competidores, porque a veces es bueno ponerle rostro a las cosas. 

Pese a que Cuba no alcanzó la meta de llegada de turistas durante 2022, los viajeros canadienses frenaron la crisis para alcanzar una recuperación de más del 200% con apenas 15.6 % de ocupación hotelera, frente a 2021 cuando apenas tuvo 5.7% de las habitaciones ocupadas. ♦ Ver más.

¿Cómo se logró?

Para poder nacer y crecer enfrentando obstáculos, el turismo también fue pionero en una estructura institucional y en un modelo de gestión que adelantaba lo que años después se aspiró a que fueran todos los ministerios. Se convirtió en un Ministerio con apenas unas decenas de funcionarios, que le dio espacios de actuación y decisión a sus empresas y sus empresarios.

El milagro se hizo y en muy poco tiempo se convirtió este archipiélago en uno de los diez destinos más importante de las Américas.

Es cierto que nada es perfecto. Es cierto que, a pesar de haber logrado ser un factor de reactivación de la industria nacional —entre otras razones gracias a FINATUR—, no se pudo servir tomates y lechugas “hechas en Cuba” a los turistas. También es cierto que durante mucho tiempo se desperdició el potencial que el sector privado significaba para compensar esos déficits. Fundamentalmente por trabas que, para sorpresa de muchos, de alguna manera y a veces de forma transfigurada, subsisten.

Treinta y cinco años después  

Pasadas más de tres décadas, tenemos una planta hotelera que compite en número de habitaciones con algunas islas del Caribe. Sin embargo, la ocupación está lejos de la de nuestros competidores.

La pregunta que se desprende se ha hecho en muchas ocasiones: ¿Es económicamente sustentable seguir creciendo en nuevas habitaciones, cuando la tasa de ocupación de las existentes en los mejores años de arribo de turistas apenas alcanzó el 60 %?  

Otra pregunta es obligada: ¿Es financieramente razonable invertir en nuevas habitaciones cuando la tasa de retorno real puede prácticamente duplicar el tiempo establecido para la recuperación de la inversión? 

La capacidad total de habitaciones hoteleras en República Dominicana supera los demás países de la región del Caribe y de Centroamérica, con más de 80 mil unidades de alojamiento disponibles en el año 2018 y una tasa de ocupación hotelera por encima del 85 %. ♦ Ver más.

Para que la habitación de un hotel cuatro o cinco estrellas pueda ser utilizada como tal, el hotel debe estar en funcionamiento. Es la razón por la que el costo de una habitación parece tan elevado cuando se examina un proyecto de desarrollo hotelero. Ese costo, en dependencia del proyecto, puede estar desde los 100 mil hasta por encima de los 200 mil dólares por habitación. Si el hotel no funciona, la habitación no puede cumplir con el propósito para la cual fue construida; digamos que no puede realizar su “valor de uso”.

Sin embargo, resulta curioso que otras habitaciones, en hoteles que sí funcionan, tampoco puedan realizar su “valor de uso” por encontrarse “fuera de orden”. 

Una plaga indeseable

Tener habitaciones fuera de orden es una de las plagas que corroe la actividad turística en cualquier lugar del mundo. Las razones por las que una habitación es considerada así son disímiles, algunas de ellas de mucho peso, como por ejemplo, el deterioro del sistema de aire acondicionado.

Puede haber otras causa que parecen no ser tan decisivas, como el goteo de una ducha, por ejemplo; pero que en definitiva afectan el confort al que el cliente aspira y por el cual ha pagado ¡por anticipado!

No existe una serie temporal pública sobre las habitaciones fuera de orden que el sector turístico cubano. A pura memoria, recuerdo que en el año 2018, en la discusión del informe que rindiera el Ministerio de Turismo a la Asamblea Nacional en diciembre de ese año, se habló de 11 mil habitaciones en esa condición. 

El sector turístico cubano exhibe hoy una cantidad de habitaciones fuera de orden que realmente impresiona: son alrededor de 13 mil. 

El total de habitaciones en los diferentes tipos de establecimientos que dan servicio de alojamiento era en 2021 de 81 382; de ellas 70 mil habitaciones en hoteles desde una hasta cinco estrellas. Es muy probable que en 2022 se hayan incorporado algunos miles más; pongamos que 2 mil más. 

En 2018 existían 67 mil habitaciones en hoteles de todo tipo de estrellas (se excluyen en estos datos las habitaciones privadas). Así que esas 11 mil habitaciones fuera de orden significaron el 16 % de todas las habitaciones hoteleras. 

En el año 2022, asumiendo que las habitaciones hoteleras hayan crecido en esas 2 mil que mencionamos antes, esas 13 mil habitaciones fuera de orden podrían estar sobre el 18 % de todas las habitaciones en hoteles: ¡casi la quinta parte! 

Ya en 2018, el Ministro de Turismo declaraba que con relación al desarrollo de las inversiones “que no se trata solo de construir hoteles nuevos. Precisamente un gran por ciento de los planes de inversiones aprobados cada año va dirigido a modernizar y actualizar la planta hotelera existente”. 

Esas 13 mil habitaciones fuera de orden serían equivalentes a casi 29 hoteles de 450 habitaciones. 

Es cierto que, dada la tasa de ocupación media anual que hemos tenido, esas miles de habitaciones fuera de orden no tienen un impacto determinante en los ingresos turísticos, ¡porque no hay necesidad de ocuparlas! 

Puede ser una razón para entender por qué aun cuando se invierte mucho en cada habitación de cada hotel en Cuba, tener de forma persistente en el tiempo una cifra elevada de habitaciones fuera de orden no resulta una preocupación a atender de forma priorizada. 

En otras palabras: existen muchas más habitaciones disponibles que pueden cubrir la “demanda” de alojamiento de los turistas que arriban al país.

No obstante, cada habitación fuera de orden es un activo que no está en condiciones de recuperar el dinero invertido en él, por una sencilla razón, ha perdido su valor de uso y gravita contra la finanzas del hotel y contra las finanzas del país.

¿Son necesarias nuevas habitaciones?

Tampoco es posible negar que se necesitan nuevas habitaciones hoteleras para modernizar la planta física. Porque luego de varios años de explotación, algunos de esos hoteles y sus habitaciones sufren de obsolescencia moral y material, en especial porque quedan lejos de las nuevas exigencias de estándares de calidad. 

Llama la atención que con solo un 15 % de ocupación, una de las dificultades reconocidas sea la falta de abastecimientos e insumos. ¿Qué hubiera ocurrido de haber tenido un 50 % de ocupación? 

Pagar a proveedores internacionales y nacionales debe ser una regla inviolable. También es cierto que el turismo se ve seriamente afectado por la distorsión cambiaria y el impacto de la misma en los precios de los insumos nacionales.

El contrasentido de construir más habitaciones teniendo una ocupación que no rebasa el 15,6 % y además manteniendo el 18 % de las habitaciones hoteleras fuera de orden sólo es posible resolverlo ¡con turistas!

Para ello habría que repensar muchas cosas, entre ellas: 

♦ volver a la filosofía y la práctica de aquel Ministerio que fue ejemplo en la gestión descentralizada de sus empresas, incluyendo los relanzados esquemas cerrados de financiamiento en divisas; 

♦ incorporar de forma más efectiva esa nueva fortaleza que es el sector no estatal; hacer más flexibles la operación de los contratos de administración hotelera. ¿Para qué contratar el servicio de administración a compañías extranjeras de experiencia si después no les dejamos hacer lo que necesitan?;

♦ promover las alianzas —pública-pública, pública-privada, privada-privada— entre todos los actores que se relacionan con el sector; 

♦ recuperar la capacidad de arrastre del sector mediante la “modernización” del esquema financiero que empleó FINATUR, —o creando uno nuevo que incorpore las nuevas realidades de nuestra economía—;

♦ convertir a cada cubano emigrado en un promotor consciente o inconsciente del turismo hacia Cuba; 

♦ promover el turismo local y lo local en el turismo nacional, reconociéndose sus espacios y apoyándolo; 

♦ y, sobre todo, mejorar los incentivos a los trabajadores del sector porque en un “mercado laboral” donde han aparecido nuevas oportunidades dentro y fuera, se necesita que ellas y ellos se sientan prósperos si queremos conservarlos. 

Fabrican en Sancti Spíritus prototipo de microbús eléctrico. Comentario HHC

La Empresa Militar Industrial del territorio prueba un microbús para uso en el transporte público, iniciativa que revela la capacidad del país para apoyar la transportación y a otras ramas económicas



Como parte de la prueba tecnológica para corregir posibles defectos, el microbús hace recorridos por rutas de Sancti Spíritus. (Fotos: Rosario S. Jacomino/Escambray)

En franca coherencia con el reclamo económico de buscar respuestas a las necesidades del país a través de la industria nacional, la Empresa Militar Industrial (EMI) en Sancti Spíritus incursiona en la fabricación de un prototipo de microbús eléctrico con destino a la trasportación de pasajeros en zonas urbanas, iniciativa que revela potencialidades y puede ser la antesala de un valioso apoyo al transporte público.

El proyecto parte de la experiencia adquirida por la EMI en la recuperación de medios similares utilizados en zonas turísticas del país y del ingenio creador de la fuerza calificada de la entidad espirituana que identificó las posibilidades de fabricar el microbús, partiendo siempre de la importación del soporte eléctrico.

Según conoció Escambray en intercambio de la Dirección Provincial de Transporte en Sancti Spíritus con directivos de la EMI, el primer prototipo de Microbús Eléctrico Espirituano —denominado VES002, con capacidad para 11 pasajeros, chofer y conductor— es sometido a pruebas en las vías de la ciudad para verificar el comportamiento, a la vez que se evalúan los costos del medio, todavía a escala de circulación experimental.

Directivos de la entidad explicaron en el intercambio que el proyecto está en pleno proceso de evaluación técnica en aras de conocer su funcionamiento y los parámetros de explotación que permitan corregir defectos y problemas por adelantado, antes de incursionar en un proceso de fabricación a mayor escala.en las primeras pruebas de circulación del microbús, se califica de favorable su comportamiento técnico y el de los diferentes parámetros.

De hecho, se conoció que a partir de la importación de cinco soportes eléctricos, se asumirá más adelante el ensamblaje de nuevos microbuses, y esa pequeña flota se pondría en función de una ruta de transporte público en la ciudad, presumiblemente bajo la explotación de una mipyme perteneciente a la entidad.

El intercambio —de cara a la utilización oficial del prototipo de microbús y de este pequeño lote que se producirá— posibilitó interiorizar en los pasos y trámites necesarios que implican poner en la vía un nuevo medio de transporte público, con la correspondiente Licencia operativa, tarifa de precio y definición de la ruta de circulación.El primer prototipo de Microbús Eléctrico Espirituanoes es sometido a pruebas en las vías de la ciudad. (Foto: Twitter)

Trascendió, también, que en las primeras pruebas de circulación del microbús, se califica de favorable su comportamiento técnico y el de los diferentes parámetros.

Aunque se trata, hasta ahora, de un prototipo en fase experimental, el microbús ha despertado la curiosidad popular en Sancti Spíritus y otros territorios del país, una expectativa lógica ante el deprimido estado del transporte público; en tanto la iniciativa de la EMI espirituana demuestra la capacidad tecnológica nacional con vistas a producir este medio si se asegura el correspondiente respaldo financiero.


El microbús ha despertado la curiosidad popular en Sancti Spíritus y otros territorios del país.


Jose Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

Comentario HHC: Esfuerzo loable, ya que este es el futuro. No se dice aún,  el costo de fabricación, ni de operación,  y la autonomía que tiene. En cuanto al diseño es muy elemental,y debemos aspirar a que tenga confort de cara al futuro.

Un ejemplo de uno para 12 pasajeros que opera en Cancún.





La inteligencia artificial puede cambiar todo, pero tal vez no lo haga muy rápido

La historia sugiere que los beneficios tecnológicos tardan en llegar.



REUTERS/Dado Ruvic/Illustration/File Photo


04/04/2023 10:16Clarín.com
The New York Times International WeeklyActualizado al 04/04/2023 10:16

“La inteligencia artificial (IA) ya está teniendo un impacto significativo en la economía y se espera que su influencia crezca de manera considerable en los próximos años...

En general, los efectos de la IA en la economía dependerán de una variedad de factores, incluidos la tasa de avance tecnológico, las políticas gubernamentales y la capacidad de los trabajadores para adaptarse a las nuevas tecnologías”.

Bueno, ya, ¿quién dijo eso? Nadie, a menos que estemos dispuestos a empezar a llamar personas a los grandes modelos de lenguaje.

Lo que hice fue pedirle a ChatGPT que describiera los efectos económicos de la inteligencia artificial; ese es solo un extracto.

A muchos de los que hemos jugado con grandes modelos de lenguaje —de los que se habla mucho bajo la rúbrica de inteligencia artificial— nos ha impactado cuánto logran sonar como personas.

Y es muy probable que con el tiempo ellos o sus descendientes se hagan cargo de muchas de las tareas que ahora realizan los humanos.

Al igual que saltos tecnológicos anteriores, esto hará que la economía sea más productiva, pero es probable que también perjudique a algunos trabajadores con habilidades que se han devaluado.

¿Cuál será la magnitud de estos efectos? ¿Y con qué rapidez se producirán?

En cuanto a la primera pregunta, nadie lo sabe con certeza.

Las predicciones sobre el impacto económico de la tecnología son notorias por ser poco confiables.

En cuanto a la segunda, la historia sugiere que los grandes efectos económicos de la IA tardarán más en materializarse de lo que muchos esperan.

Consideremos los efectos de los avances anteriores en la computación.

Gordon Moore, uno de los fundadores de Intel —empresa que introdujo el microprocesador en 1971—, predijo que la cantidad de transistores en un chip de computadora se duplicaría cada dos años, una predicción que fue asombrosamente precisa durante medio siglo.

Las consecuencias de la Ley de Moore nos rodean, sobre todo en los teléfonos inteligentes que casi todo el mundo carga consigo en la actualidad.

No obstante, durante mucho tiempo, para sorpresa de muchos, los beneficios económicos de este aumento asombroso en la potencia de cálculo fueron elusivos.

Durante al menos dos décadas después de que la Ley de Moore empezó a hacer efecto, Estados Unidos, lejos de experimentar un auge de la productividad, sufrió una prolongada desaceleración de la misma.

El auge no se produjo sino hasta la década de 1990 e incluso en aquel entonces fue un poco decepcionante.

¿Por qué un enorme y prolongado aumento en la potencia de cálculo tardó tanto tiempo en rendir frutos para la economía?

En 1990, el historiador económico Paul David publicó uno de mis artículos de economía favoritos, “The Dynamo and the Computer”.

​En él estableció un paralelismo entre los efectos de la tecnología de la información y los de una revolución tecnológica anterior, la electrificación.

Como lo hizo notar David, la disponibilidad de los motores eléctricos se generalizó en la década de 1890. Sin embargo, no basta con tener una tecnología. También hay que saber qué hacer con ella.Para aprovechar al máximo la electrificación, los fabricantes tuvieron que replantear el diseño de las fábricas.

Las fábricas previas a la electrificación eran edificios de varios pisos con espacios de trabajo reducidos, porque eso era necesario para hacer un uso eficiente de una máquina de vapor en el sótano que impulsaba las máquinas por medio de un sistema de varas, engranajes y poleas.

Pasó mucho tiempo para que se dieran cuenta de que, si cada máquina funcionaba con su propio motor, era posible tener enormes fábricas de un solo piso con pasillos amplios que facilitaban el movimiento de los materiales y las líneas de ensamblado.

Como resultado, las grandes ganancias en la productividad derivadas de la electrificación no se materializaron sino hasta después de la Primera Guerra Mundial.

Como era de esperarse y en esencia lo predijo David, los beneficios económicos de la tecnología de la información por fin tuvieron efecto en la década de 1990, cuando los archiveros y las secretarias que tomaban dictados dieron paso a las granjas de cubículos.

El retraso de estos beneficios económicos incluso terminó por ser similar al retraso de los beneficios de la electrificación.

No obstante, esta historia sigue presentando algunos enigmas.

Uno de ellos es por qué el primer auge de la productividad de la tecnología de la información (tal vez haya otro cerca, si el entusiasmo por los chatbots está justificado) fue tan efímero; en esencia, solo duró alrededor de una década.

E incluso mientras duró, el crecimiento de la productividad durante el auge de las tecnologías de la información no fue más alto que el que se dio durante el auge de toda una generación después de la Segunda Guerra Mundial, el cual fue notable porque no pareció que lo impulsara ninguna tecnología radicalmente nueva.

El gran auge de la década de 1940 a 1970 parece haber tenido su base en gran medida en el uso de tecnologías, como el motor de combustión interna, que habían estado presentes desde hacía décadas, lo que debería volvernos aún más escépticos a la hora de intentar utilizar desarrollos tecnológicos recientes para predecir el crecimiento económico.

Con eso no quiero decir que la inteligencia artificial no vaya a tener enormes impactos económicos.

Sin embargo, la historia sugiere que no se producirán rápido.

Es probable que ChatGPT y lo que venga después sean una historia económica para la década de 2030, no para los próximos años.

c.2023 The New York Times Company

Turismo cubano: equilibrios y desbalances. Comentario HHC

Por  Sayli Sosa Barceló 
OPINIÓN, Invasor

 

El sector se recupera, pero no al ritmo y en las dimensiones deseadas (y necesarias)



Cartel de la Feria Internacional de Turismo 2023
La recuperación de la actividad turística en Cuba va siendo lenta y todavía no muestra indicadores similares a los de 2018 y 2019, después del obligatorio parón provocado por la COVID-19 en todo el mundo. Así lo reflejan los datos más recientes publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información y el informe presentado por el Ministerio del Turismo en su balance, que también apuntan a otras certezas.

Canadá recupera, de a poco, la primacía como principal emisor de turistas a la Isla. Luego de un 2021 de solo 35 344 canadienses escapando del crudo invierno en las cálidas playas cubanas, en 2022 se experimentó un crecimiento importante (48 por ciento), con 104 341, que se ha mantenido en 2023. Al cierre de febrero último, casi 253 000 visitantes de ese país habían arribado a Cuba, el 51,7 por ciento del total.

No ha sucedido lo mismo con los emisores europeos. Entre ellos, los que históricamente más turistas han aportado a las estadísticas nacionales: Alemania, Francia, Italia y España no han tenido un comportamiento sobresaliente, pues apenas sumaron entre los cuatro 229 000 al concluir el pasado año y poco más de 24 000 en el primer mes del actual, menos, incluso, que la comunidad cubana residente en el exterior.

En sentido general, la tasa de ocupación en 2022 fue de 15,6 por ciento, indicador pobre que hace pensar en la relación gasto/ingreso del sector, es decir, su rentabilidad en medio de una crisis económica multidimensional; sin olvidar que el Turismo ha sido beneficiado en la última década con inversiones millonarias, fundamentalmente, en la ampliación de la planta habitacional.

El Plan de la Economía aprobado en diciembre último por la Asamblea Nacional del Poder Popular se trazó como meta alcanzar 3,5 millones de visitantes internacionales en 2023, lo cual duplicaría la cifra del período anterior y, aunque no imposible, sí resulta bastante complicada.

Digo complicada porque la actividad turística no depende únicamente de disponer de hermosas playas y acogedores hoteles. De hecho, los mayores ingresos no están en el alojamiento, sino en los servicios gastronómicos, con cerca del 44 por ciento del total de recaudación. Ello quiere decir que es allí donde deberíamos poner el dinero: en aumentar la cantidad y calidad de las ofertas gastronómicas dentro y fuera de los polos turísticos, generando cadenas de valor hacia adelante y hacia atrás. Porque si para garantizar la gastronomía destinada al Turismo debemos importar alimentos y materias primas, el negocio dista de ser redondo.

Varios economistas han alertado de la urgencia de cambiar el patrón de las inversiones en Cuba, derivando hacia la producción de carne, hortalizas, frutas, granos y viandas cuantías que mejoren las bases productivas desde el punto de vista tecnológico, para que pueda hablarse en términos de rendimientos competitivos y mercados abastecidos, no solo de cara al Turismo, por cierto.

Las tensiones con las que se aseguró la actual temporada alta en Ciego de Ávila, por ejemplo, demuestran lo que digo. En octubre de 2022, previo al inicio del momento de más arribos a Jardines del Rey, las dificultades con la energía eléctrica, el combustible y los financiamientos en moneda dura añadían presión a los productores locales, encargados de una parte no despreciable de suministros como papas prefritas, jugos naturales, frutas frescas, encurtidos, entre otros.

El mencionado informe de balance reconocía otros desafíos a la competitividad y calidad del producto turístico cubano: “la falta de alimentos y bebidas e insumos, deficiente servicio, insuficientes actividades de ocio y entretenimiento en los polos turísticos, falta de mantenimiento en las instalaciones e inestable servicio de Internet; además de dificultades para el reaprovisionamiento de combustible, tanto a la aviación, como para autos de renta y garantía a los circuitos”. Ello, sumado a una tasa de fluctuación del capital humano del 20,1 por ciento.

Es cierto que Cuba está en desventaja, comparada con mercados de sol y playa cercanos como República Dominicana y México, al no poder recibir turismo estadounidense (descrito como uno de los que más gasta en opciones extrahoteleras), a causa del bloqueo y el resto de sanciones de la administración de ese país contra la Isla.

Expertos han dicho, sin embargo, que esa desventaja se expresa, también, en el llamado breakeven point (punto de equilibrio, donde los ingresos son iguales a los costos, por tanto, las utilidades tienden a cero), lo cual confirma lo que veníamos apuntando: aquí debemos invertir mucho―entiéndase importar ante la imposibilidad de producir―para lograr ese equilibrio, lo cual eleva el umbral para generar ganancias.

Son desafíos descomunales, más que del sector, de la economía cubana, urgida del ansiado despegue no solo en el Turismo, aunque de él dependa buena parte del oxígeno que necesita.

Comentario HHC: Es importante que se pueda cumplir con la cifra de visitantes internacionales (v.i) este año: 3.5 millones, algo que se torna ya extremo difícil, solo hay que ver los resultados de marzo.  Pero en última instancia eso no es lo importante, sino los ingresos asociados a los mismos.

Llama la atención que un plan inicial y racional del número de visitantes internacionales, dé como resultado un 68 % de cumplimiento al cierre de febrero 2023, y el Viceprimer ministro Gil en la reunión del Consejo de Ministros al evaluar los resultados al cierre de febrero, informara que el plan de visitantes internacionales se cumple al 90 %, y se ratifica la cifra de 3.5 millones de V.I para este 2023.

En el 2022, sin publicarse aún el Anuario Estadístico de parte de la ONEI, sino un informe de los Principales Indicadores del Sector, se observa una disminución de la estancia media, y de la ocupación hotelera en relación con el 2019, al tiempo que como positivo se mantienen, en lo fundamental los ingresos por turistas- días.

Discrepo en parte de lo que se plantea de incentivar la gastronomía, si bien lográramos que nuestra agricultura satisfaga la demanda del sector de turismo, fuera importante, pero resulta que hay testimonios que el Turismo " impone" los precios a pagar a la agricultura, y estos están por debajo de la rentabilidad de las producciones agrícolas, trasladando las pérdidas turísticas a este sector.

Por otra parte, el negocio más rentable en la hotelería en el mundo, es el Alojamiento, y este no es el de mayores ingresos en Cuba, porque la tasa de ocupación es ridículamente baja, si fuera del 65 a 70 % como indican los estudios de factibilidad, y los resultados en el Caribe demostrando con ello que, si es posible, pues no fuera la Gastronomía la de mayores ingresos en Cuba. El negocio de la Hotelería es obtener el mayor nivel de ingresos en el Alojamiento y la extra hotelera.

Curiosamente, tenemos 10 000 habitaciones hotelera más que en el 2018, con la inversión galopante que hemos ejecutado, pero a cambio tenemos 13 000 habitaciones fuera de orden, el equivalente a 65 hoteles de 200 habitaciones cada uno.  Recordemos que en medio de la covid había un plan de poner en orden 9 000 habitaciones para la reapertura.

 ¿Tiene alguna racionalidad económica esta política que estamos ejecutando en el turismo? ¿No se necesita un reacomodo acorde a las condiciones existentes?