Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

jueves, 5 de junio de 2025

En Pekín, en una mañana tranquila, el reinado del dólar se esfumó.Comentario HHC

 

Es el temor a que Estados Unidos no pueda seguir el ritmo de los nuevos ecosistemas financieros construidos por China, o de la sofisticación del yuan digital


Por Alastair Crooke, Giubbe Rosse News

Creo que para comprender la revolución de Trump debemos partir de la idea de que la derrota conduce a la revolución. La experiencia que se está viviendo en Estados Unidos, aunque no sabemos exactamente cómo será, es una revolución. ¿Es una revolución en sentido estricto? ¿Es una contrarrevolución?.

Así lo afirmó el filósofo francés Emmanuel Todd en su conferencia celebrada en abril en Moscú, «Desde Rusia con amor».

Esta [revolución de Trump] está, en mi opinión, ligada a la derrota. Varias personas me han informado de conversaciones entre miembros del equipo de Trump, y lo que llama la atención es su conciencia de la derrota. Personas como JD Vance, el vicepresidente, y muchos otros, son personas que han comprendido que Estados Unidos ha perdido esta guerra. Esta conciencia estadounidense de la derrota, sin embargo, contrasta fuertemente con la sorprendente falta de conciencia de los europeos —o más bien, con su negación— de la derrota:

Para Estados Unidos, se trata fundamentalmente de una derrota económica. La política de sanciones ha demostrado que el poder financiero de Occidente no era omnipotente. A los estadounidenses se les ha recordado la fragilidad de su industria militar. Quienes trabajan en el Pentágono saben bien que una de las limitaciones de su acción es la capacidad limitada del complejo militar-industrial estadounidense. «Que Estados Unidos se encuentra en medio de una grave revolución, en este momento —fácilmente comparable al fin de la URSS—, es algo que pocos comprenden». Sin embargo, nuestros prejuicios —políticos e intelectuales— a menudo nos impiden ver y asimilar el alcance de esta realidad.Todd, en su honor, admite sin reparos la dificultad de la percepción:

Debo admitir que cuando el sistema soviético se derrumbó efectivamente, no fui capaz de prever la magnitud de la desintegración y el nivel de sufrimiento que esta desintegración causaría a Rusia. Mi experiencia me ha enseñado algo importante: el colapso de un sistema es tanto mental como económico… No entendía que el comunismo no era solo una organización económica, sino también un sistema de creencias, una cuasi-religión, que estructuraba la vida social soviética y rusa. La desintegración de las creencias conduciría a una desorganización psicológica mucho mayor que la desorganización económica. Hoy en día, en Occidente estamos llegando a una situación de este tipo.La conmoción psicológica causada por la «derrota» puede explicar —pero no justificar— la “curiosa” incapacidad de Occidente para comprender los acontecimientos mundiales: la disociación casi patológica del mundo real que muestra en sus palabras y acciones: su ceguera —por ejemplo— ante la experiencia rusa de la historia y la larga historia que hay detrás del desafío chií en Irán.

Sin embargo, aunque la situación política se deteriora, no hay indicios de que Occidente se esté volviendo más realista en su comprensión, y es muy probable que siga viviendo en su construcción alternativa de la realidad, hasta que sea expulsado por la fuerza.

Yanis Varoufakis ha subrayado que la realidad de la perspectiva de una “derrota” económica de Estados Unidos quedó claramente expresada por Paul Volcker, expresidente de la Reserva Federal, cuando afirmó que lo que mantiene unido todo el sistema globalista ha sido el enorme flujo de capitales extranjeros (más de 2000 millones de dólares al día laborable) que ha sostenido el cómodo y poco inflacionista estilo de vida de Estados Unidos.

Hoy en día, con Estados Unidos en una era de déficits presupuestarios estructurales insostenibles, Trump se centra exclusivamente en el núcleo financiero estadounidense: el mercado de bonos del Tesoro (el sustento de Estados Unidos) y el mercado de valores (la cartera de Estados Unidos). Ambos son frágiles. Y cualquier presión externa podría desencadenar una reacción en cadena:

En resumen, Estados Unidos ya no confía en su fortaleza financiera. Y China ya no juega según las viejas reglas. Esto no es solo una guerra comercial, es una guerra por el futuro de las finanzas mundiales, afirma Varoufakis.Por eso Trump amenaza con declarar la guerra a cualquiera que intente suplantar o eludir el monopolio del dólar estadounidense.

Por lo tanto, los “aranceles recíprocos” de Trump nunca han tenido como objetivo reequilibrar el comercio. Se trata más bien de un intento de reestructurar a los acreedores.

“Es lo que se hace en una quiebra”, como observa irónicamente un comentarista. Las demandas de mayores contribuciones por parte de los Estados de la OTAN son precisamente el ejercicio de exigir ingresos a los acreedores, al igual que lo fue el viaje de Trump al Golfo.

El objetivo de la Nueva Guerra Fría consiste esencialmente en sofocar el ascenso de China. Este objetivo representa, de hecho, un terreno común entre todas las facciones del establishment: proteger el sistema del dólar del colapso.

La idea de que Estados Unidos está recuperando su antigua posición como centro manufacturero mundial es en gran medida una narrativa distractoria creada con fines internos.

En 1950, la mano de obra manufacturera estadounidense representaba el 33,7 % de la economía nacional, una cifra que hoy se ha reducido a menos del 8,4 %. El retorno a la normalidad requeriría un cambio generacional.

Así pues, aparte del consenso chino, la clase dirigente está dividida: figuras como JD Vance y el equipo económico formado por Stephen Miran y Russel Vought están más preocupados por el riesgo de que el exceso de poder de Estados Unidos debilite la primacía del dólar, mientras que los halcones abogan por reforzar la hegemonía del dólar con “demostraciones” claras y ostentosas de la fuerza militar estadounidense.

La reestructuración de los acreedores también está detrás de la prisa de Trump por alcanzar un “acuerdo” con Rusia, que podría generar rápidas oportunidades comerciales y flujos de capital positivos (y colaterales) para la cuenta de capital de Estados Unidos.

Un acuerdo con Irán podría incluso llevar a la apoteosis de Trump del dominio energético estadounidense, con los consiguientes nuevos flujos de ingresos que reforzarían la confianza en el dólar.

En resumen, la agenda de Trump no es estratégica a largo plazo. Se trata de controlar a corto plazo la demanda agregada de dólares como única moneda exigida por los ciudadanos, sin querer comprar nada al país que crea los dólares.

El defecto crucial es que el burdo transaccionalismo de Trump está debilitando su credibilidad como actor geopolítico de peso y, en consecuencia, está obligando a otros a protegerse del dólar.

En resumen, la caída de credibilidad provocada por el desprecio de Trump por la lectura, por los informes de inteligencia y por su dependencia de quienes le susurran al oído, conduce a cambios políticos y a un deseo generalizado de que los demás se desvinculen lo más posible de la impredecible Trumplandia.

Emmanuel Todd advierte que la respuesta clásica al colapso del sistema de creencias y de la psique específica que ha animado el paradigma económico es la ansiedad, más que un estado de libertad y bienestar. Las creencias que han acompañado al triunfalismo occidental se están derrumbando. Pero, como en todo proceso revolucionario, aún no sabemos qué nueva creencia es la más importante, cuál saldrá victoriosa del proceso de descomposición.Aunque las revoluciones suelen ser destructivas, su objetivo es aprovechar la energía suficiente para erradicar las instituciones que eran demasiado rígidas para integrarse en la demanda de cambio que provocó la revolución en primer lugar.

En este contexto, la búsqueda de una nueva Guerra Fría contra China se centra precisamente en la ansiedad de Estados Unidos (como sostiene Todd), en primer lugar en el miedo a que la construcción por parte de China de una “autopista” digital para el dinero resulte mucho más avanzada que la carretera tambaleante que es la del dólar estadounidense.

Hoy en día, esa superautopista podría no ser tan utilizada. Este es el momento. Pero ya existe una migración de la vieja carretera a la superautopista china, como señala Varoufakis a los chinos.

Para el establishment estadounidense, la “superautopista” china representa un peligro “claro y presente” para su propia hegemonía.La preocupación no se centra tanto en la propiedad intelectual china o el “robo de propiedad intelectual”. Es el temor a que Estados Unidos no pueda seguir el ritmo de los nuevos ecosistemas financieros construidos por China, o de la sofisticación del yuan digital.

Esta ansiedad se ve agravada, entre otras cosas, por el hecho de que los amos de la tecnología financiera de Silicon Valley están en guerra con los grandes bancos de compensación de Wall Street (que quieren preservar sus sistemas anticuados). China tiene ventaja en esto, ya que sus sectores financiero y tecnológico están fusionados en uno solo.

El temor es evidente: si China tiene éxito, Estados Unidos perdería su “arma mágica” de dominio monetario.

Y aquí está la “revolución”: sin fuegos artificiales, sin titulares occidentales. Solo una tranquila madrugada en Pekín en la que el dólar perdió su corona. El sistema financiero mundial acaba de cambiar de rumbo: ahora pasa por China.

Por primera vez en la historia, el CIPS (Cross-Border Interbank Payment System) chino ha superado a SWIFT en volumen de transacciones diarias. Un cartel rojo iluminó la sede central del Banco de China a la 1:30 de la madrugada del 16 de abril de 2025. “El CIPS [según informa Zerohedge] procesó la asombrosa cifra de 12,8 billones de RMB en un solo día, es decir, alrededor de 1,76 billones de dólares. Este volumen, de confirmarse, superaría al sistema SWIFT, dominado por el dólar estadounidense, en términos de productividad transfronteriza diaria”.

Comentario HHC: ¿ China puede ser nuestro aliado político, económico y financiero? ¿o vamos a seguir dependiendo de lo que se les ocurra a los EE.UU con la camarilla de Rubio, Trump  y Cia, para destruirnos como pueblo? 

Todas las acciones realizadas por la administración Trump ( continuación de la 1era) y  que Biden conservo en lo fundamental, es eliminar, dificultar, impedir toda fuente de financiamiento, de relaciones comerciales y financieras con el exterior. No es por gusto que traten de eliminar lo que es hoy nuestra principal fuente de ingresos en divisas con los Servicios Profesionales en el Exterior, de afectarnos el Turismo, de Sancionar a países y funcionarios de otros países relacionados con las misiones médicas cubanas, que pongan impuestos a las remesas, que nos declaren arbitrariamente patrocinadores del terrorismo, paradójicamente el principal país terrorista del mundo. además de toda una larga data de privaciones y prohibiciones que desde 1962 a la fecha, incluyendo la ilegal  Helms - Burton, que tratan de aplicar cada vez más  con rigurosidad. 

La solución esta hacia el Este, con China y Vietnam, con la oportunidad que tenemos con los BRICS.  ¿ Con los CIPS cuanto podemos evitar el Bloqueo financiero de los EEUU? ¿ Con China y VietNam cuanto podemos integrar nuestra economía? Somos casi nada relativamente, economicamente hablando si comparamos nuestro PIB con esos paises.

Además de países como Canadá , México, España, Venezuela, etc. con los cuales tenemos intercambios comerciales de años, hay que incrementarlos.

Pero necesitamos que la economía nuestra sea eficiente, eficaz y efectiva, que nos vean como un socio fiable, que asume compromisos y los honra. En este mundo es un ganar - ganar, no es la misericordia lo que mueve a un país, hacia el desarrollo.

Hay que analizar autocríticamente, y ver todo lo que podemos hacer a lo interno a pesar del gobierno de EEUU y sus acólitos. Y los dirigentes que no tienen resultados, hay que sustituirlos como hacia Fidel, no que llevan algunos años sin resultados, y siguen en sus puestos sin más, y son los que administran los recursos del pueblo, y no se obtienen los resultados que necesitamos. 

Además preguntemosnos:

¿ Cuál es el país de mayor crecimiento económico en las últimas cuatro décadas en el mundo ? R/ China. 

¿ Cuáles son los países que tienen mayor ingreso per cápita en el mundo, baja desigualdad social y altas prestaciones sociales? R/ Los del modelo nórdico.

¿ Qué países están más cerca del Socialismo los de modelo nórdico o nosotros a pesar de ser capitalistas? 

¿ Ya estudiamos la historia de Singapur? ¿Un país que tenía menos PIB per cápita que Cuba en 1959? 

¿ Ya analizamos otra vez lo que hicimos entre 1994 -1997 que la economía empezó a crecer por nosotros mismos, y nuestro principal socio comercial era Canadá,  a pesar de que perdimos toda la integración económica con la URSS y el campo socialista establecido durante décadas?.

Y ya que se habla de economía de guerra en estos tiempos, pues el Comandante en Jefe planteo que “ en época de guerra, todos somos un Comandante en Jefe”, que en modo alguno significa la anarquía y si es la descentralización, el dejar hacer, con los recursos y la iniciativa en cada lugar., es decir eliminemos el Bloqueo interno y el externo. Reitero que la centralización es incompatible con el nivel cultural de la población, fruto de la obra revolucionaria.


No hay comentarios:

Publicar un comentario